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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
El trío avanzaba a un ritmo sensato, o eso era lo que quería el joven médico. La tormenta no parecía estar muy lejos y no había mucho tiempo que perder o podría ser muy peligroso, sobretodo para la chica que estaba mojada.

—¿Se puede saber a cuál pretendes llevarnos? No todos tenemos dinero para derrochar —

Dijo con un tono que no parecía muy agradable, no estaba de buen humor. Cualquiera podría haberse dado cuenta de eso, pero Mogura estaba acostumbrado a lidiar con ese tipo de comportamientos a veces, atender un negocio siempre te da oportunidad de encontrarte con todo tipo de gente y eventualmente aprender a tratarlas.

Taeko por su parte hacía lo mejor que podía para dar palabras de aliento a todo aquel que estuviese dispuesto a leer sus notas, Ritsuko a pesar de su notable nivel de molestia seguía leyendo las letras de la kunoichi.

≫Estaría bien que nos mostraras algunas opciones, Manase-san. ¡Gracias! Aunque no sé qué tanto tiempo nos quede antes de la tormenta…

Le hizo una leve reverencia en cuanto terminó de leer el escrito. La refinada muchacha parecía saber decir las cosas de la manera mas correcta posible. Lo cual era agradable a su manera, él también trataba de hacerlo cada vez que podía.

El lugar se llama El Mirador, es la posada donde me encuentro hospedado en el momento. Los cuartos son relativamente espaciosos y hay un sitio donde calentarse. Es importante que seque su ropa o podría ser muy peligroso, Ritsuko-san. El dinero no será un problema si decides quedarte ahí.

Pero sino es así... puedo ayudar a buscar una opción que sea mas agradable.


Trataba de ser lo más comprensivo posible, quizás no tenía un solo ryo encima y esa era la razón por la cual tenía que volver a su hogar. Había preguntas para hacer seguramente ¿Pero tenían tiempo con la tormenta soplandoles la nuca?
Hablo - Pienso

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#17
~¿¡De dónde mierda salieron!? ~Estaba comenzando a molestarle demasiado que ese dúo resultase ser tan jodidamente formal con cada palabra, incluso se los veía capaces de tirarse un pedo y luego pedir disculpas individuales a todos aquellos que pudieran haberlo oído. Sencillamente ridículo y jodidamente innecesario.

Pero no dijo nada, prefirió hacer rechinar sus dientes mientras caminaba un poco más aunque nada ni nadie se interponía entre ella y la posada en la que se había estado alojando los días anteriores.

—Que ya conozco una posada —respondió de mala gana al de Amegakure.

Que perteneciesen a países distintos y justamente ese pueblo estuviese en el mismo que Amegakure no significaba que la pelirroja fuese una completa estúpida que no sabe nada. Está bien, Ritsuko se había perdido, pero casi podía sentir cómo la trataban como si se hubiese perdido incluso dentro de ese pueblo.

—A ver, solo quiero saber en qué dirección ir para llegar al país del bosque, nada más —insistió porque realmente, era lo único que quería de aquellos dos.

Y de paso cuando estuviesen en kusagakure podría demostrarle a la peli-plateada que ella también es una kunoichi de aquella villa, no podía aceptar que le negasen información por esa sospecha. ~¿Es que ni siquiera me reconoce? O sea, por favor, soy la loca que vive en la casa en ruinas ~pensaba aun incapaz de comprender cómo había llegado a esa situación.
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#18
La actitud de Ritsuko desconcertaba a Taeko. Estaba en un aprieto, y aun así se negaba a aceptar por completo la ayuda de un local. O al menos alguien más familiarizado con la región. La peliplateada frunció los labios. Apretó el carboncillo contra la siguiente hoja, pensando en qué decirle a la pelirroja. Sintió en su rostro entonces más partículas frías.

”La nieve... Se está haciendo más intensa. No queda mucho para la tormenta, creo. ¿Qué tan repentinas son las tormentas de nieve? ¿Tardan mucho en sentirse de lleno?" Escribió entonces una nota para Mogura, en lo que decidía cómo responder a Ritsuko.

≫Manase-san. ¿Qué tanto tiempo tenemos antes de que llegue la tormenta?

Luego pasaría la hoja para poder comunicarse con su compatriota.

≫Guíanos entonces, Ritsuko-san. ¿Dónde está tu posada? No podremos partir con este clima.

Mogura dijo que se estaba hospedando en El Mirador, así que no sabía si las seguiría. Sin embargo, Taeko iría con Ritsuko. Si bien el moreno parecía conocer más acerca de la zona, no podía dejar a una compañera de Kusagakure. Y mucho menos si estaba tan malhumorada como Ritsuko.

"Tal vez es la situación. ¿Cómo sé que cuando está contenta no es súper agradable? Sí, eso debe de ser..."

Además, el chico del paraguas había señalado algo importante: la ropa de Ritsuko estaba mojada, y había una posibilidad de que enfermara si no se las cambiaba pronto.
SILENCE

〘When deed speaks, words are nothing.〙

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#19
—Que ya conozco una posada —

Las palabras de Ritsuko eran filosas, no se iba a molestar en ningún momento en echar mano a las formas y hacer las cosas de una manera políticamente correcta, sin duda alguna era una completa rebelde. El tipo de actitud que puede echar a andar una nación frenada.

—A ver, solo quiero saber en qué dirección ir para llegar al país del bosque, nada más —

Nuevamente reclamó por lo que realmente le interesaba, como encontrar el camino a su casa o bueno, lo que podía ser su casa. En ese momento Mogura ya se había detenido y girado en dirección a la pelirroja para escucharla como correspondía. Por su parte Taeko no paraba de escribir palabras con sus herramientas de caligrafía.

≫Manase-san. ¿Qué tanto tiempo tenemos antes de que llegue la tormenta?

De eso no estaba muy seguro, pero lo que si sabía era que no quería estar afuera cuando la tormenta llegara. Miró un segundo a los ojos a Taeko y luego regresó su mirada a Ritsuko.

No tenemos mucho tiempo y realmente no queremos estar afuera cuando la tormenta llegue. Vamos a la posada donde se hospeda Ritsuko-san y mientras ella consigue ropa seca, me encargaré de encontrar las indicaciones pertinentes para que pueda realizar su viaje.

Dicho de esa manera sonaba a que priorizaba la salud de la kunoichi a la información que esta pedía, y realmente era así. Pero es que en parte también estaba el hecho de que la información no le iba a servir de nada si le caía la tormenta encima y moría de hipotermia un par de kilómetros más allá del horizonte del pueblo.

Ritsuko-san, guíanos por favor.

Pidió finalmente realizando una ligera reverencia.
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#20
~Me va a dar algo como sigan así ~pensó la pelirroja al escuchar cada palabra de parte del de Amegakure y también tras ver las escritas por la de Kusa. ~¿Estarán así todo el jodido día? ~agregó en su cabeza queriendo convencerse de que no sería así, de lo contrario la volverían loca por ser tan correctos.

Lo que más llamaba la atención de la pelirroja probablemente sería que ambos entes lucían bastante jóvenes, tanto o puede que incluso más que ella y aun así se mostraban de esa manera tan respetuosos incluso con supuestos “iguales”.

—Bueno, venga —dijo sin mucho ánimo girándose para dirigir la marcha en otra dirección a la que estaban yendo—. Lamento si no les gusta estar en una posada barata pero es lo que hay.

Así se la malinterpretase, le daba lo mismo, la chica guiaba al grupo hacia una posada que no estaba demasiado lejos pero que tampoco parecía muy buena, desde fuera al menos parecía una cabaña algo maltratada pero de experiencias pasadas Ritsuko averiguó que se mantiene muy bien el calor en el interior, eso claro, cuando las ventanas se logran cerrar bien.

No tardaron prácticamente nada en llegar, tan solo un par de minutos y tras cruzar el umbral de la puerta los shinobis podrían apreciar un ambiente de lo más humilde y con bastante más vida de la que aparentaba desde fuera. La calidez del lugar pronto los recibiría en cuanto cerrasen la puerta que por suerte estaba en perfectas condiciones, de lo contrario seguramente el frío entraría de todas maneras.

—Iré a mi habitación un rato —aclaró antes de retirarse hacia el mostrador para solicitar la llave de la habitación que había pagado y luego subir las escaleras.

Se iría a su cuarto en busca de alguna toalla o similar, de ser necesario se secaría con la propia cobija aunque luego la terminase pasando mal. Pero que va, la idea era estar más o menos seca allí adentro para después reencontrarse con esos dos.

~O podría encerrarme aquí hasta mañana ~pensó por un instante, pero descartó rápidamente la idea ya que ellos tenían la información para enviarla en buena dirección hacia el país del bosque.
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#21
Mogura se mostraba de lo más amable. Se ofreció para buscar indicaciones hacia el País del Bosque. Taeko le habría dicho que no se molestara, que ella podría hacerlo, pero la verdad era que él lo haría más rápido, por obvias razones de habla. La peliplateada asintió enérgicamente entonces, y le sonrió al chico.

Ritsuko, por otro lado, parecía molestarse más y más a cada intercambio de información entre los otros dos. Tal vez era la manera en que se expresaban o trataban. Taeko se preguntó si podría llegar a estallar de seguir así

”Bueno… así me educaron, Ritsuko-san. Lo siento” pensó con una risita.

La pelirroja los guió entonces a su lugar de hospedaje. Era una posada sencilla, pero apenas entró, Taeko sintió que el ambiente se entibiaba bastante. Era agradable estar allí. Ritsuko fue a su cuarto a cambiarse, a lo que la otra kusagakurense asintió.

”Espero que con la ropa mojada se vaya también su mal humor…”

La chica pensó en pedir una habitación, pero mejor esperó. Tal vez la tormenta pasaba pronto y podría salir a explorar más. A pesar de que quería ayudar a Ritsuko a regresar, Taeko tenía ganas de pasar un buen rato en Yukio y conocer más del lugar.

Dejó su mochila en el suelo, al lado de un sencillo mueble de madera, y se sentó. Mientras esperaba por su compañera, le escribió una nota al chico.

≫¿Conoce Yukio, Manase-san?
¿Podría contarme al respecto?


Tal vez podría comentarle acerca de algún lugar especial o actividad que pudiese visitar o hacer, después de la tormenta, claro. Supuso que Mogura no vivía en la villa, pero al ser quien más cerca estaba de la región, Taeko supuso que sería un mejor guía turístico.
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#22
Con Ritsuko al frente, el trió ninja avanzó hacía un destino diferente, la posada de la pelirroja. Aquel lugar prometía ser un sitio muy sencillo, barato, en palabras de la propia kunoichi de ropajes mojados. Mogura no planeaba hacer ninguna clase de reclamo por la forma de viajar de la chica, simplemente estaba dando una mano con lo que podía.

No había nada que pudiese hacer el joven médico en aquel momento en cuanto a su manera de hablar, su capacidad para entablar una conversación no llegaba más lejos que eso, al menos en aquel entonces.

La posaba resultaría tener finalmente la forma de una vieja cabaña, un poco falta de manutención, al menos por fuera. Rápidamente se pudo confirmar que por dentro era mucho más agradable de lo que parecía por su fachada.

Hizo una ligera reverencia en respuesta a las palabras de Ritsuko, cuando esta dijo que se dirigiría a su habitación. De esa forma quedarían en la sala solo Taeko, quien fuese que estuviese cerca del mostrador en ese momento y él.

Acompañaría en sus gestos a la kunoichi muda, quitándose el abrigo y guardando su paraguas. No eran tan necesarios en el interior de la cabaña.

≫¿Conoce Yukio, Manase-san?
¿Podría contarme al respecto?



Rezaba la nota extendida por la propia kunoichi de refinado comportamiento.

No estoy seguro de decir mucho por Yukio, Kikazura-san. Es la primera vez que visito este pueblo. Lo que puedo comentar es que es un destino popular por todos aquellos viajeros que se dirigen más al norte y por supuesto aquellos que tengan intenciones de cruzar al País de la Tierra.

Por alguna razón Yukio parece ser algo más que un simple pueblo de paso, hay algo en su ambiente que lo llena de cierto romanticismo.


La respuesta del joven médico fue, ante todo, sincera. Él mismo se había tomado un par de días con la intención de pasear por el pueblo y tratar de averiguar un poco más pero sentía que de alguna manera las palabras que dejaba escapar de sus labios no hacían gloria a la realidad del pueblo.
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#23
Una vez en su habitación, Ritsuko aprovechó para intentar relajarse un poco, el estar con un par de personas excesivamente formales como aquellos dos le resultaba estresante como mínimo. ~Nunca en mi jodida vida me encontré con gente así ~pensaba, aunque claro que pasado el día tendría que cambiar aquel pensamiento.

Pero por suerte ahora mismo estaba sola, podía disfrutar del más absoluto silencio mientras tomaba algunas prendas de entre las que llevaba cuando salía de viaje.

—Yo volvería, al menos para que te digan a dónde ir —dijo la mujer que se materializó justo detrás de la kunoichi.

—Iré, sí, pero después de cambiarme —respondió poniéndose ya manos a la obra.

Obviamente se tomaría su tiempo, ya sea para buscar la toalla como para secarse y volver a vestirse, incluso se tomaría un buen rato para estirar su ropa de modo que pueda secarse bien. Terminado ya todo la chica se tumbó un rato sobre la cama simplemente para hacer algo más de tiempo.

—Sabes que te conviene —le espetó la mayor.

—¿Segura…? —cuestionó vagamente la joven.

Demasiado cómoda, podría dormirse en ese preciso instante, es cierto, pero al final su madre tenía la razón y por ello la Kazama volvió a ponerse de pie y se acercó a la puerta donde dudó un instante.

Luego de pensárselo una vez más, terminó cruzando la puerta y dirigiéndose a la sala principal donde deberían de estar los otros dos shinobis.

Esta vez Ritsuko vestía un conjunto bastante simple y ceñido al cuerpo. Una camiseta de mangas largas y un pantalón también largo, ambos del mismo color y de tela algo gruesa lo cual le daba un aspecto algo más robusto y por encima de todo una capa roja como la gabardina. Y por suerte, no le tomó demasiado tiempo encontrarles delante de la barra.
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#24
Al parecer Mogura no era de por allí. A pesar de ser del País de la Tormenta, era su primera vez en aquel lugar.

”Es como el bosque de los hongos… Nunca he ido, a pesar de que me queda relativamente cerca. Tal vez para mi próximo viaje...“ pensó la chica, inclinando la cabeza.

Al escuchar lo del “aire de romanticismo”, un agradable calor recorrió su cuerpo. Sus padres habían ido a Yukio en sus tiempos. ¡Qué tan romántico y bello debió de haber sido! Taeko sonrió ampliamente mientras escribía otra nota.

≫Entiendo. Entonces en cuanto pase la tormenta y tenga oportunidad, iré a explorar. ¡Muchas gracias!

Mientras esperaba a Ritsuko, Taeko se fijó un poco más en el lugar, aunque no encontró mucho. El ambiente era agradable y el frío mucho menor. De hecho, la chica se levantó y quitó su capa, pues le comenzaba a dar calor dentro de la estancia.

La pelirroja tardó un rato en salir de nuevo. Ya estaba seca y con un cambio de ropa. Además, parecía que su humor se había calmado, aunque fuese ligeramente. Taeko le sonrió y le dedicó una nota.

≫¿Te sientes mejor, Ritsuko-san?
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#25
A pesar de lo vaga que era la respuesta del joven médico, sus palabras fueron lo suficientemente interesantes como para hacer que una sonrisa se dibujara en el rostro de la refinada kunoichi de Kusagakure. No tardó mucho en poner manos a la obra y redactar una nueva nota, nota que seguidamente le enseñaría a Mogura.

Entiendo. Entonces en cuanto pase la tormenta y tenga oportunidad, iré a explorar. ¡Muchas gracias!

Una ligera sonrisa se plantó en el rostro del shinobi, seguidamente hizo una reverencia con su cabeza.

Espero que puedas ver de la misma manera que he visto yo.

Fueron las palabras que acompañaron su educado gesto.

Mientras la joven se ponía un poco más cómoda, el amegakuriense no podía evitar mirar para afuera o intentarlo al menos, no estaba nada seguro de cuando podría demorarse en llegar la tormenta, si demoraba mucho quizás no podría salir afuera durante un rato y no podría auxiliar a Ritsuko con la información que precisaba.

El negocio al que le traje medicinas no debería estar muy lejos de esta posada...

Pensaba Mogura mientras se colocaba de pie, a su vez, Ritsuko bajaba las escaleras con nueva ropa y lo que parecía ser una actitud un poco diferente también. Taeko fue la primera en aproximarse a ella y como era de esperarse le extendió una nota.
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#26
Se suponía que la iban a ayudar, tenía que tratarles bien al menos para aparentar y una vez obtenida la información desaparecer con alguna excusa como ‘estoy cansada’ o algo similar, nadie podía obligarla a quedarse por más tiempo, tampoco podían cuestionarla con esas cuestiones ya que solo ella es consciente de qué tan cansada estará y eso.

»¿Te sientes mejor, Ritsuko-san?

Definitivamente hizo mal en bajar.

Tan solo con leer ese ‘san’ al final de su nombre su ojo experimentó lo que uno llamaría un tic nervioso pero el resto de su cara parecía completamente paralizada en aquella estupefacta expresión.

Sin mediar palabra con ninguno de los dos, la kunoichi de ojos rojos se dio media vuelta y regresó arriba hasta su habitación, cerró la puerta y se tumbó otro rato sobre la cama aprovechando la postura para taparse la cara con la almohada.

—Van a pensar que estás loca —mencionó la mujer tras materializarse una vez más.

—La muda tendría que saberlo —respondió la menor aun con la almohada aplastada en la cara.

Realmente no daba créditos a que la tratasen con tanta formalidad, era nuevo y perturbador, incluso irritante. Prefería que la trataran con desprecio o la ignorasen a eso…

—Pero necesitas la información —agregó la mujer cruzándose de brazos.

—Al rato voy —concluyó la pelirroja aun con el rostro cubierto.
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#27
El contraste entre sus compañeros dejaba de ser divertido. La diferencia entre la formalidad de Mogura y el mal humor de Ritsuko pasaba a ser frustrante, más que nada.

El moreno animaba a Taeko a visitar y ver más del pueblo, y parecía estar contento con la idea. Tal vez le gustaba que la gente se fuera con buenos recuerdos de su país. Y Taeko se mostró agradecida por eso. Es más, si hubiesen estado solos, le habría pedido que fuese su guía en Yukio.

Sin embargo, el humor de Ritsuko no había amainado. Apenas vio a la peliplateada y su nota, puso una expresión extraña, dio la vuelta y subió de nuevo.

Taeko se sintió desconcertada, luego la inundó una breve pero fuerte oleada de enojo. Al final respiró profundamente e intentó calmarse. Volteó a ver a Mogura e hizo un ademán con ambas manos, intentando decirle que ya regresaba. Fue entonces tras los pasos de Ritsuko. Al subir, solo vio cómo se cerraba una puerta y fue a ella.

”¿Pero qué? ¿Cuál es su problema? Yo solo intento ser amable. No espero que me traten como princesa, sino con el mínimo respeto. ¿Por qué tiene que comportarse así? ¿No es capaz de una conversación normal?” pensaba mientras avanzaba a pasos firmes por el pasillo de madera.

Se sintió mal por dejar a Mogura en el recibidor, pero Ritsuko, a pesar de ser una desconocida, era su compatriota, y debía buscar su bien. Comparó entonces sus opciones. ¿Mostrar simpatía por quien ni se dignaba a hablarle, pero era de su tierra? ¿O por quien era muy amable con ella, pero ajeno a su pueblo? Por alguna razón, Taeko recordó que la pelirroja no había mencionado su apellido, y entonces el nombre Ritsuko resonó en la parte trasera de su mente, como si lo hubiese escuchado en la calle alguna vez. Pero no le dio importancia.

Escribió una nota a toda prisa. Ni siquiera cuidó bien su caligrafía, pues la actitud de Ritsuko la comenzaba a afectar. Luego tocó la puerta tres veces con firmeza. Esperaría a que abriera para mostrar la nota.

≫Disculpa si te ofendí de alguna manera.
Solo quiero ser amable.
Solo quiero ayudar.


En algún momento Taeko se había encontrado con personas maleducadas, pero siempre habían sido desconocidos que iban y venían. Nadie de Kusagakure se había comportado de esa manera con ella. Supuso que tal vez por eso le alteraba tanto.
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#28
La reacción de la kunoichi de Kusagakure sin duda alguna no fue la que esperaba, su atuendo había cambiado un poco y su actitud parecía que también pero desgraciadamente no para bien. Al leer la nota de Taeko, hizo una expresión un tanto rara y sin mediar mayor palabra, se volvió al piso superior.

Taeko haría entonces un gesto al joven médico, quería un poco de tiempo. No era nadie para negarselo por lo que hizo una ligera reverencia en señal de aprobación. Si a alguien le correspondía hablar con la pelirroja era a su compatriota.

«Supongo que tendré que ponerme con la tarea de conseguir la información para Ritsuko.»

Consideró como lo más apropiado.

Avanzó hasta la puerta de la posada, una puerta no muy genial pero que aún lograba su cometido. Llevó su mano hasta el picaporte y la abrió un poco para ver afuera. No parecía que las cosas hubiesen cambiado tanto desde que entraron a la cabaña.

¡Bam!

La puerta se azotó de golpe y de no haber sido por su bandana le abría golpeado en serio en la frente. Mogura retrocedió y se fijo que no tuviese nada serio. En el proceso tuvo que atender su manía de arreglarse el pelo, pero esa vez si fue necesario.

«Parece que la tormenta llegó...»

No estaba seguro de si era seguro volver a intentar abrir la puerta, quizás asegurarla fuese lo más sensato. Tuvo que dedicarle una mirada al lugar para examinar que no hubiese peligro alguno en permanecer ahí. ¿Aguantaría la cabaña una tormenta como esa?
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#29
La pelirroja no mostraba signos de estar dispuesta a levantarse, ni siquiera cuando se escucharon aquellos golpeteos en la puerta que la desconcentraron levemente de su charla con su madre.

—Mira, vinieron a por ti —dijo burlona la mayor.

—Me di cuenta —respondió con cierta ironía.

Luego de un momento más de estar tumbada, la kunoichi se levantó y abrió la puerta para recibir con cara de pocos amigos a la joven de cabellos plateados, quien le mostró una nueva nota algo distinta de las otras.

Ritsuko se tomó su tiempo para leerla y luego analizar las expresiones de la contraria, como si buscase algún mínimo defecto en ella.

—Da igual, ¿no? —respondió manteniendo el semblante y acompañando sus palabras con un tono del mismo calibre—. Ya encontraré yo el camino, gracias y que tengas un bonito día.

Dichas esas palabras la pelirroja entrecerró la puerta, pero en el último segundo se decidió finalmente a decirlo de una vez por todas.

—Y deja de fingir —le espetó para finalmente cerrar la puerta en la cara de la contraria.

Así molestase a la chica o se ofendiera le daba igual, en la aldea a nadie nunca le importó lo que a Ritsuko le pasaba por la cabeza así que no había motivos para que ella tuviese consideración por los demás, además que era irritante que fingieran tratarte con respeto de tal manera. ~Será hipócrita ~pensaba bastante molesta.
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#30
La mente de Taeko estaba dividida entre sus dos compañeros. No dejaba de pensar en que era de mala educación dejar a Mogura solo, pues era ella quien lo había arrastrado a tal lugar. Por otro lado, no quería dejar sola a Ritsuko. Se tranquilizó diciéndose que Mogura parecía una buena persona, alguien calmado y comprensible, mientras que Ritsuko parecía necesitar más ayuda.

Escuchó un fuerte portazo en el recibidor, y pensó si el chico del paraguas saldría. Tal vez se había cansado o aburrido de esperar, pensamiento que alteró ligeramente el humor de la peliplateada. Además, comenzaba a escucharse algo fuera. Un silbido que sólo un feroz viento podría hacer. Taeko temió por la integridad de la posada.

Fue entonces cuando Ritsuko abrió la puerta. Declinó su ayuda y la acusó de fingir, justo antes de cerrar la puerta de nuevo en su cara.

Y eso fue todo. Taeko sintió algo en su interior, un enojo que no había sentido en su tranquila vida de niña buena y educada. Su madre le había enseñado que no era buena idea juzgar a la gente antes de conocerla, pero Ritsuko había demostrado ser una chica muy grosera.

Taeko apretó los dientes e hizo puños tan fuertemente que sus dedos le dolieron un momento. Su rostro se había enrojecido, mostrando una expresión tan inusual en ella que parecía una persona diferente.

Abrió la puerta del cuarto de Ritsuko y entró, pues no había escuchado que le pusiera el seguro. Lanzó la libretita y el carboncillo al suelo y comenzó a gritar.

”¡¿PERO QUÉ RAYOS TE PASA?! ¡YO SÓLO QUIERO AYUDARTE! ¡NO TIENES QUE PORTARTE ASÍ CONMIGO! ¡¿NO TIENES MODALES?! ¡¿NO PUEDES COMPORTARTE COMO UNA PERSONA NORMAL?! ¡¿CUÁL ES TU MALDITO PROBLEMA?!”

Claro que de su garganta solo salieron gruñidos y chillidos apagados, casi inaudibles, no el rugido que ella había imaginado. Movía la boca, abriéndola como si en realidad estuviese gritando, y manoteaba casi como haciendo un berrinche.

Al terminar, quedó resollando. Le ardía levemente la garganta, pues nunca la había forzado así. Temblaba un poco y, sin darse cuenta, había comenzado a sollozar. Nunca se había alterado tanto. Nunca le había dedicado malos pensamientos a nadie. Algo en su cabeza dudó de si un shinobi debía perder los estribos así, o se estaba dejando llevar demasiado.

”Yo… lo siento…” pensó Taeko, a pesar de que Ritsuko no hubiese escuchado nada de sus gritos mentales.
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