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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1

Estaré en esta trama como narradora, hueco de rol.

Shinogi-To, capital de la Tormenta y nido quizá de un buen puñado de fugitivos. Aquí podías darte el lujo de buscar un poco de fortuna, porque la fama podía volverse indeseable cuando tu objetivo es permanecer en el anonimato. En los últimos meses, los sindicatos del crimen habían estado un poco cabizbajos tras la caída de uno de los grupos que operaba en la zona, sirviendo de alerta para los demás que ya no estaban tan seguros de estar fuera de las garras de Amekoro Yui.

En uno de las tantos hostales donde la gente llegaba para beber y alojarse, un inesperado visitante que aparentemente no conocía muy bien como había estado la movida en los últimos días, estaba festejando como si las miradas del resto de malhechores y demás gente de mal vivir en el sitio no lo estuvieran observando con desdén y vergüenza ajena.

—¡Amenokami queridoooooo, traémeee las nuuuubes, traéme la lluuuuuviiiaaaaaaa....!— Nada parecía estar fuera de su sitio, salvo por el hecho que el hombre no tenía pena ni gloria en mostrar la bandana de Amegakure rasgada que llevaba en su brazo izquierdo. —...¡Qué suficiente mala fortuuuunaaaaa, ya he teniiiiidoooo!— El hombre sin duda estaba hasta las trancas de haber bebido.

El resto solo le miraba, sin importarle mucho realmente. Quizá por su ebriedad, o quizá porque en su misma condición ninguno era capaz de juzgar a aquel hombre por sus acciones. Lo cierto era que en Las Siete Monedas" difícilmente ibas a lograr encontrar a alguien con una moral recta, y si por algún casual alguna fuerza de ley intentase indagar algo, cada quién aplicaría la de los tres monos sabios para no verse arrastrado. Cada quién cuidaba su propia espalda, pero nadie iba apuñalarse sin tener un motivo de peso. Esa era la regla de Las Siete Monedas.

Nuevamente, la capital se encontraba con un poco de calma, puesto que hasta que se terminaran de reorganizar las posiciones de poder, muchos no estaban en condición de operar. Era así, que nadie debería molestarlos por ahora. ¿Oh sí?

—¿Oigan? ¿No les gustó la canción? ¡Pero si es u clásico en Amegakure! Bah, ustedes que sabrán ¡Hip!— El hombre era moreno, más allá de los cincuenta años y peinado a rastas. Lucía diez anillos de oro en cada respectivo dedo de la mano, sin mencionar que tenía unos dientes de oro únicamente ensuciados por algún resto de comida. —¡Otra ronda cantinero! ¡Hip!— Colocó nuevamente su taza en la barra.
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#2
El amejin entró a la posada justo para ver la bochornosa actuación de aquel ebrio hombre. Llevaba la bandana oculta bajo el cerrado cuello de su túnica para no llamar la atención en aquel lugar. No iba a judgarle por actuar así mientras estaba bajo los efectos de la bebida, sino más bien por haber bebido en sí. Odiaba con bastante intensidad el alcohol y las drogas por los efectos que tenía sobre las personas y en qué las convertía. Debía actuar con cautela, al menos mientras estuviera en un establecimiento público. Sabía que sus técnicas destrozarían el local en unos segundos y aquel cantinero no tenía culpa de nada.

-Un té verde, por favor -Pidió el genin con su túnica totalmente abrochada y un gesto serio y casi inexpresivo, como de costumbre.

Se dedicó a observar a aquel hombre y la escena general del bar. No parecia que nadie festejara nada en absoluto, salvo aquel inconsciente borracho al que todos miraban de manera extraña... Esperaría hasta que el tabernero le sirviese la consumicion, y si lo hacía, dejaría el pago justo sobre la barra, para acercarse a una mesa que estuviera libre cerca del ebrio hombre, para observarle de cerca por el momento. Cuando abandonara el establecimiento y estuviera aún más débil por la ingesta tan grande de alcohol le seguiría hasta que estuvieran completamente solos. No quería arriesgarse a un ataque en público ni a desvelarse como genin a las ordenes de Yui. Después de lo que había visto en Notsuba, había aprendido que ser una fuerza de ley era peligroso y había que andar con cuidado fuera de las aldeas.

Intentó medir a ojo si el hombre parecía experimentado o solo un inútil. Ver si llevaba algún tipo de arma, su complexión, alguna cicatriz reveladora, que equipo llevaba consigo... Algo así como un análisis para intentar medir cuan peligroso podría llegar a ser estando tan borracho. No se podía fiar demasiado de su estado ya que había visto a algunos shinobis practicar un taijutsu formidable en estado de ebriedad que habiendo estado serenos no habrían podido utilizar con tanta eficacia, por lo que, no bajaría la guardia y se intentaría valer de su poco llamativo aspecto por el momento.
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#3
—¿Té? ¡Estás en Shinogi-To!— El cantinero parecía algo confuso ante la simplista petición del jovenzuelo. —Por si no te habías dado cuenta esto es un bar, aquí sólo servimos bebidas alcohólicas y bocadillos. Como mucho te puedo dar agua del grifo— Contestó en voz alta.

Algunos de los comensales rieron un poco ante la burla del cantinero, pero pronto se vieron opacados por las estruendosas carcajadas del ebrio.

—¡Mushasho no seas tan tímido, HIP!— Terminó por hablar. —Anda, yo te invito una copita, pero con moderación. Que como adulto, tenemos que dar el ejemplo a los jóvenes. ¿Ves? Yo trato de ser amable, y por cortesía, hay que ser agradecido. ¿Así son las tradiciones no? ¡HIP!— El hombre volteó a ver el cantinero. —Añádalo a mi cuenta como siempre—. Zangoloteó la mano.

—¿¡Cuál cuenta si nunca te había visto en la vida!?— Puso los brazos en jarra.

—Ahhhh. ¿Tú no eres Hari?— Parpadeó y luego se echó a reír.

El cantinero se llevó la palma a la mano y negó con resignación. Algo le decía que no iba a recibir un sólo centavo por el consumo de ese hombre, ¿pero para que iba a enojarse? Igual molestar a un ninja ebrio no era buena idea.

Si Kisame le atendía con más detalle, el aspecto del borracho, más allá de su extravagancia, era hasta cierto punto amenazante. No llevaba armas a la vista, aunque con los sendos brazos de leñador que poseía tampoco es que le hicieran mucha falta. Sus pantalones eran flojos y algo abombados en la cadera, por lo que no podías deducir si portaba algo o no. Tenía un algo, algo magnético que por alguna razón le impidió al cantinero enfurecerse en su contra. Pese a su estado de ebriedad, el tipo parecía realmente querer ser amable, en contraste con su desaliñado aspecto. No tenía demasiada cicatriz visible, contrario a lo que podía esperarse de alguien experimentado.


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#4
Estaba acostumbrado a que se rieran de él por ser abstemio, pero realmente le importaba bastante poco. A judgar por su aspecto, la única persona peligrosa en la estancia era aquel renegado borracho. En cuanto le examinó unos instantes descartó la idea de poder siquiera rozarle en combate, parecía alguien mucho más experimentado que él, algo que debía de haber supuesto por su actitud y su descuido de mostrar la bandana rasgada sin ningún pudor. No podía aceptar la invitación de aquel hombre, por peligroso que sonase hacerlo, pues beber alcohol iba en contra de sus principios.

-No pretendo ser descortés, caballero, pero no bebo. Puedo comer algo a su salud, eso sí -Comentó Kisame, quien aún no se había movido de la barra pues no se le había servido la consumición.

Realmente el tipo parecía amable y no le daba mal fario, no obstante, no iba a bajar la guardia del todo ya que, aunque pareciese realmente simpático y amable, no dejaba de ser un renegado. Kisame sabía que la ley era imperfecta, pero también sabía que los renegados normalmente eran personas de mal corazón o excesivamente egoístas, y eso no le gustaba realmente. Simplemente esperó a ver la reacción del hombre.
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#5
El renegado se volteó y abrió un poco la boc, frunció el ceño, sus ojos se entrecerraron. Hizo amago de inclinarse un poco y acercarse unos cuantos centímetros al genin. Ambas manos se movieron de pronto hasta las ropas del cuello de Kisame con vertiginosa presteza, tanto que podría sentir el aliento del dulce ron a centímetros de su cara cuando...

—¿¡PORQUEEEEEEEEEEEEEE!?— El hombre parecía acongojado, al punto que hundió la cara en el esternón del muchacho. —¡POR FAVOR! No me hagas esto por favor, no me hagas esto. ¡Nadie quiere festejar con el viejo Kid! ¿Hasta un muerto de hambre como tú me va a despreciar?— levantó la cara, teniendo una anormal cantidad de líquido salino brotando como cataratas de sus orbes.

El tipo lo soltó, subió ambos pies al asiento y se acurrucó en el taburete como un niño regañado.

—Perdí a mis viejos amigos y tampoco puedo hacer nuevos— Sollozó resignado mientras escondía la cara tras las rodillas. —¡Ese Hari de ahí no es Hari!

El cantinero rodó los ojos.

—Y entonces en que quedamos...— Suspiró pesadamente.
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#6
Observó la escena con evidente cara de asombro, sin entender muy bien qu´´e demonios estaba pasando. Aquel hombre estaba experimentando lo que Kisame odiaba del alcohol. Un estado de embriagadez profunda que le estaba haciendo tomar acciones de las que, muy posiblemente, se arrepentiría al día siguiente... Pensó en cómo arreglar la situación. Francamente, le daba lástima aquel hombre y, en el estado en el que se encontraba, posiblemente no sería buena idea tocarle la moral más de lo necesario, además, podría aprovechar para descubrir información sobre él.

-Para nada, es simplemente porque no bebo. Sabes? También se puede festejar sin beber alcohol, aunque no lo creas -Dijo Kisame intentando simular un tono amable que no estaba acostumbrado a usar.

Seguramente aquel tipo era más peligroso de lo que parecía ya que, obviamente estaba haciendo un ridículo bochornoso pero nadie se estaba riendo. El genin no lo hacía porque el nunca se reiría de nadie, pero aquella gentuza del bar parecían el tipo de gente que se reirían hasta de su sombra si les contase un chiste. Sin embargo, allí estaban, con la boca completamente cerrada... Quién sería aquel hombre? No quería preguntarle pues seguramente tuviera que dar su nombre y no se le daba lo suficientemente bien mentir como para que sonase creíble un nombre falso y si daba el verdadero, había altas probabilidades de que alguien en la sala le conociera por haber tenido problemas con él... Por lo que por el momento vería como evolucionaba la situación, intentando mantenerse todo lo "al margen" que pudiera.

-Que pasó con tus amigos? -Se atrevió a preguntar finalmente, temiendo haberse equivocado y tener que acabar saliendo por piernas de allí a toda prisa.
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#7
—El alcohol noe solo pah fetehja...---- malpronunció mientras tomaba nuevamente su vaso. —Te hace olvidar los malos momentos, te hace recordar otros buenos. Lo puedes acompañar con una buena mujer o con un buen amigo, ¿y por qué no? ¡También con los enemigos!— Se empinó el vaso de una sola tajada.

—Como sea— El cantinero pareció tomar un vaso limpió, abrió el chorro del lavamanos y lo llenó. Cuando hablaba de servirle agua del grifo, lo decía en los sentidos más literales. —Tranquis, que esta no te la cobro, va por cuenta de la casa— Presumió como si el líquido de tubería tuviese realmente algún valor.

El anciano borracho puso los brazos cruzados por sobre la barra e improvisó una almohada con ellos para recostar su cabeza.

—Están más muertos que mi abuela, por mi puta culpa. Y él único que no, no me va a perdonar ni en mi siguiente reencarnación. ¡HIP!— El alcohol había inhibido toda clase de recelo en él. —Era necio como mula, tan gruñón que de seguro los Yama lo expulsaron a patadas del más allá por no aguantar su mal genio— Se rascó la nuca con el brazo derecho, aunque luego dejó ese brazo colgando, dejando el izquierdo cómo su único apoyo. —Era como ese Hari amargado que no es Hari, pero más fuerte.

—Por enésima vez, que no me llamo Hari— Se volteó el cantinero mientras limpiaba algunas tazas.
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#8
Vió entonces una oportunidad de oro para recabar más información ahora que estaba bebido y receptivo. Intentaría parecer simpático para caerle bien, cosa complicada. aunque es cierto que aquel hombre tenía cierto magnetismo antural, podría decirse que sobresalía entre los demás con su mera presencia. Algo que le parecía admirable, ya que él mismo era una sombra que se confundía entre el gentío, incluso si la sala estaba vacía. Y normalmente era una carga que debía llevar. Quizás aquel hombre era renegado por algún error que cometió, pero realmente no es mala persona... Aunque desde su encuentro con aquel tal Karasu, no se fiaba demasiado de los renegados, por bien que le tratasen...

-Yo también he perdido a alguien, puedo entenderte. Aún así, beber no es la única solución, al menos para mí no lo fué -Comentó el amejin mirándole brevemente, para después vovlerse hacia el cantinero -Póngame un bocadillo de esos, por favor -Pidió con educación para luego dejar sobre la barra el precio habitual de un bocadillo en cualquier taberna esperando a que bastase -Parece que estás lejos de casa, qué ocurrió? -Preguntó mirando levemente a la bandana que llevaba en su brazo.

Quizás se la estaba jugando mucho al preguntarle de forma tan directa pero quería aprovechar la oportunidad que se le estaba dando. Al parecer era un tipo amable y con buen sentido del humor, con serios problemas con el alcohol y un gran sentimiento de culpabilidad. Eso le descarta como alguien malvado, desde luego. Alguien que puede sentir aprecio por sus amigos, mínimo no es un psicópata ni alguien sin escrúpulos. Le interesaba saber más sobre aquel hombre para poder comenzar a judgarlo. Desde siempre, se había debatido la veracidad de lo que llamaban justicia, y este tipo de gente era la mejor forma de saber si funciona.
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#9
Cuando Kisame pasó a un tono amable, el borrachó alzó una ceja. Parpadeó un poco, pero pese a estar extremadamente ebrio, aún estaba medianamente consciente de lo que hacía. ¿Qué tan bueno era eso? Depende de a quién le estuvieras preguntando en ese momento.

—Vamoha veh. Tú perdiste uno, yo...— Extendió ambas manos delante de sí y empezó a contar con cada uno de sus dedos. —Cuatro. CUATRO JODER. ¡Si hasta el número era de mala suerte! Va, yo gano— Bufó como si estuviera compitiendo por demostrar que él la había cagado más. —Además, si no es alcohol, ¿entonces que, eh? Cuando no tienes a donde ir ni hombro en el cuál llorar, ¿que se supone que haga? Al menos la bebida me calienta el pecho— Eructó y luego se tapó la boca.

El tabernero observó por el rabillo del ojo la escena, aunque luego simplemente se propuso servir el pedido de Kisame sin decir mayor palabra. Se trataban de unos simples nachos, acompañados de un tazón con dip de carne molida, frijoles colorados y salsa roja. Dejó el plato y se limitó a volver a su labor de limpiar los vasos.

—En realidad, si hablas de casa, eres tú el que está lejos de ella— El hombre agachó la mirada, poniendo un gesto sombrío. —Lo que pasó, es que confié en quién no debía. Me obligaron a escoger entre una y otra, pero yo quería proteger ambas. Al final, lo perdí todo por eso— De pronto los iris del hombre se posaron hasta su rabillo, dirigiendo su mirar al genin. —Pero aprendí la lección— Giró su cuerpo hasta quedar medianamente de frente, inclinó su cabeza, dejando que sus cabellos quedaran colgando. Parecía tambalearse un poco, pero por alguna razón no parecía ser un efecto secundario del alcohol. —Eres un engreído. Puede que seas listo, pero de nada sirve si eres un engreído— Levantó su dedo índice y apuntó al pecho del de piel blancuzca. —Eres listo por ocultar esa placa bajo la ropa, pero eres tan engreído que menospreciaste a este borracho y dejaste que te tanteara la ropa— Puede que al final de cuentas, aquel moreno no estuviera tan fuera de sí. Aquel momento en el que el exiliado le tomó del cuello para llorar en su pecho, no había sido el simple lamento de un hombre olvidado.

Por un instante se le quedó viendo, y hubo un silencio incómodo hasta que empezó a reír de nuevo. Aunque en el fondo un grupo de amigos procedieron a retirarse tras la revelación que había hecho Kid al aire.

—¿Sabes que es lo peor? Que en el fondo no me arrepiento de haberla cagado. ¿Mi culpa? Por supuesto. ¿Equivocarme? Nada de eso. ¿Aprendí la lección? Depende de cuál estés hablando ¿Hotel? La Bruma Negra— El hombre entonces curvó la espalda hacia atrás y estiró los brazos. —Disfrutemos un poco esta noche, pero luego no te quiero ver en mi nueva casa que recién me he mudado y aún no he acomodado nada— Sin pena alguna, el hombre tomó un nacho y lo aderezó antes de llevárselo a la boca. —Más sabe el viejo que por diablo, y este viejo odioso es ambos— Tomó otro par y continuó engullendo.


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¤ Escéptico (coste de 1 punto)
Tienes una tendencia natural a no creerte las cosas que te dicen, lo cual ni es bueno ni es malo, pero te salva cuando te están intentando tomar el pelo. Esta característica mejora con tu Voluntad.
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#10
Escuchó con atención lo que el hombre le contaba sin interrumpirle en ningún momento. Al parecer, era una buena persona que en algún momento de su vida se había equivocado y, simplemente, había cargado con las consecuencias. Una persona responsable de sus actos, al menos eso le estaba demostrando. Por otra parte, lo que aquel Uchiha le había enseñado era que no debía de confiar en nadie a la ligera, pero aquel hombre no le estaba dando ninguna razón para desconfiar. Era bastante obvio que no lo consideraba una amenaza por el tono en el que le estaba hablando y no le parecía extraño en lo absoluto. Su aspecto era poco amenazante y su actitud no llamaba para nada la atención. Siguió analizando sus palabras todo el tiempo y no tardó en darse cuenta de que era un shinobi muy por encima de sus capacidades, incluso, aunque le doliera pensarlo, quizás podría estar casi a la altura de su padre.

Pero, llegado a cierto punto de la conversación, hubo una frase que le espinó... Lejos de casa? Cómo sabía él que su hogar era Amegakure? Parecía que aquel tipo no estaba tan borracho como parecía, o en su defecto que la bebida no le afectaba tanto como hubiera parecido al principio... Pero a medida que fué hablando, el rostro de Kisame palideció más aún si cabe. Estaba claro que eran fallos de principiante y debía asumirlos. En Notsuba le hubieran costado la vida si no hubiera sido por aquel chico, y aquí aún no sabía lo que iba a pasar, pero viendo el trato que estaba teniendo con él, pensó que ser franco y directo sería lo mejor.

-Sabes que? Ahora que ya no tengo nada que ocultar te voy a ser sincero: Simplemente quería averiguar más sobre ti para saber si merecía la pena jugarme la vida para intentar encarcelarte o simplemente dejarlo pasar. Las buenas personas están por encima de la ley, o eso pienso yo -Dijo mirándole a los ojos, aunque este no le mirara -Y si, reconozco que sobreestimé tu embriagadez y son fallos de novato que podrían haberme costado la vida -Dijo estas últimas palabras como si se las arrancara de la garganta, como si no quisiera reconocerlo -Te diría mi nombre, pero es probable que conozcas a mi padre y pienses que soy igual que él y... Seguramente me matarías si eso pasara... De momento, creo que eres un buen hombre -Concluyó, para ponerse a comer un poco él también.

Realmente estaba hambriento, pero no bajaría la guardia ni un segundo más, no sabía cuan impredecible era aquel hombre y si de repente le iba a asestar un formidable puñetazo que le iba a mandar al otro barrio...
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#11
El hombre empezó a carcajear, carcajeó con tanta fuerza que luego fue una pareja la que salió del bar sin previo aviso. Al parecer incluso entre la calaña tenían sus límites de paciencia para soportar a alguien. Eso sí, nadie de los nadies estaba dispuesto a quejarse o llevarle la contraria a ese sujeto. Pese a que tenía la guardia en alta, Kid terminó por darle un manotazo en la espalda a Kisame con una velocidad bastante elevada, denotando buena coordinación de extremidades. Si buen fue con intención amistosa, la fuerza que tenía la iba a terminar sintiendo en el esternón, pero el de rastas no dejó de reír en ningún momento.

—Ni los hombres son tan malos ni las bestias tan nobles, ese es mi dicho personal— Al final de cuentas, siguió engullendo los bocadillos pese a que el que había ordenado fue Kisame. —Yo no estoy para dar sermones filosóficos, ahí tu rollo si quieres creer lo que quieras. Pero más que tipo bueno es que soy imbécil.... Ya no sé ni que divago. Ahhhhhhhh esta no se me quita hasta mañana... Pero lo que si te puedo decir: ten amigos en el cielo y también en el infierno, y mejor que todos te deban algo. Aunque aún eres bastante engreído si crees que me importa de quién seas hijo o no, que en este punto todos ya se han olvidado de que existo menos ese maldito... aiigh— Se tronó el cuello y estiró los brazos de nuevo. —Lo raro es que no haya venido a matarme sabiendo que me he movido. ¿Será que en estos veinte años haya muerto él también? Jodeeeeeeer. Al final va a resultar que ya ni para eso me van a buscar...— Empezó a sollozar de nuevo y estrelló la frente en la barra. —Al final va a resultar que ni para la mala publicidad sirvo.


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#12
Escuchó al hombre mientras comía con ganas. Aunque no lo pareciera, aquel escuálido ninja se alimentaba de vez en cuando, aunque no con demasiada frecuencia, solía hacerlo. No le extrañaba que se riera, para él, seguramente Kisame solo fuera un niñato un poco más listo que el resto, pero un niñato al fin y al cabo... Pero, en medio de su carcajada, le dio una repentina y potente palmada en la espalda que le hizo escupir el nacho que tenía en la boca hacia afuera y toser brevemente. Fue entonces cuando confirmó que era totalmente indiferente si estaba en guardia, las capacidades de aquel señor estaban tan por encima de las suyas, que lo único que podría hacer si este decidiera pegarle es esperar a que le matara pronto. Esto le desanimó un poco, empezaba a estar harto de ser siempre el más débil fuese donde fuese y sus compañeros de academia apenas le hablaban por lo que, la poca gente con la que se relacionaba eran de un nivel bastante superior al suyo...

-Hablas como si quisieras que viniera a por tí, me resulta extraño... Realmente disfrutas de esta vida? -Comentó el genin estirando la espalda un poco, por el dolor y tratando de seguir comiendo para llenar el estómago antes de que aquel hombre se acabara su cena. No le importaba que comiera, él había sido generoso primero.

Le parecía extraño ver como había gente que podía llegar a disfrutar de una vida como proscrito, moviéndose de un lado para otro todo el tiempo y teniendo cuidado con quien hablas, qué dices y todo ese tipo de cosas. Con dos ojos en la cara y otro en la nuca. No estaba seguro de que esa vida fuese para él, aunque también es cierto que estaba mal acostumbrado a vivir en una aldea totalmente protegida en casa de un jonin, lo cual le convertía en alguien ciertamente acomodado si lo comparaba con el tipo de gente con la que había estado tratando en los últimos meses.
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#13
—¿Humh?— Kid dejó de masticar unos segundos, girando la cabeza con extrañez ante la pregunta de Kisame, tanto que el trozo de nacho se terminó cayendo sobre sus ropas, manchándole el pantalón. —Ruurggrug— pareció enojarse y masticó lo más rápido que pudo para sacudirse la suciedad. —¡Oye Hari! ¡Pásame una servilleta!— Sonrió y levantó la mano por lo alto sacudiéndola de un lado a otro.

—¡Que no soy...!— Se detuvo al ver la sonrisa tonta e inocente del borracho Kid, suspirando y tomando unas cuantas servilletas de papel que luego le tiró sobre la barra con desdén.

Kid intentó limpiarse la macha de salsa mientras hablaba, pero esta parecía negarse a salir.

—A ver, no es como si ser un prófugo con un precio como tu cabeza fuese algo a lo que pudieras aspirar como meta en la vida, pero las reglas tampoco son para mí—. Escupió sobre su pantalón y restregó nuevamente, aunque su saliva estaba igual o más sucia que la salsa, por lo que sólo terminó empeorándolo y causando que a Kid le temblara el párpado del enojo. —Algunos se sienten orgullosos de tener muchas cicatrices, presumiendo de que han sobrevivido en batallas muy duras. Yo prefiero alardear de que no las tengo, porque eso significa que soy lo suficientemente bueno para que mis oponentes no me pongan un dedo encima—. Observó a Kisame con una sonrisa de oreja a oreja y levantó y bajó ambas cejas varias veces. —A lo que voy, es que si alguien va a venir a por mí algún día, quiero que sea él. No hay nadie en esa aldea donde llueve sangre que tenga el derecho moral para juzgarme, ni la tal Amekoro Yui. En parte quiero que él me perdone, pero cómo seguramente me va a intentar arrancar la mandíbula antes de que yo pueda abrir la boca, al menos sé que si me matan el tendrá la venganza que se merece por derecho. La única persona confiable que me queda en el mundo y en la que puedo creer, es la única que puede cortarme el cuello.

El cantinero observó de reojo cuando alguien entraba al salón. Pareció hacer caso omiso al inicio, pero luego dejó de lado sus labores de limpieza y se adentró al interior del bar por una puerta.

—Pero al menos trato de no ver todo lo malo—. Seguía empeñado en sacar la mancha.

Dos hombres de dos mesas se levantaron de golpe.

—Que si no luego vivir mortificado no es vivir—. Tiró al suelo la servilleta y tomó otra.

El recién llegado desenvainaba una katana mientras se acercaba hasta la barra, dejando que el sonido del metal al salir de su vaina anunciara sus intenciones.

—Aunque para un matón como yo no hay muchas opciones----. Fruncía con aún más fuerza la tela.

Los hombres de las mesas patearon las sillas y también empezaron a caminar hasta la barra.

—Porque, al final, si te, esfuerzas, y pones, todo, tu empeño...

Kid tiró con fuerza, rasgando y arrancando un pedazo de su ropa, dejando un agujero en su pantalón.

—Bueno... La idea era quitar la mancha, ¿verdad?— Rió.

Los hombres que se habían levantado de la mesa sacaron tres shuriken cada uno, disparándolas al unísono en dirección a la barra mientras el de la espada emprendió una carrera contra Kisame y Kid. El resto de comensales salieron huyendo como almas que lleva el diablo, parecía que la charla se había acabado.
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#14
Pareciera que sus palabras habían sobresaltado a ese tal kid. Tanto, que se le había caído algo de salsa en los pantalones y los había manchado. Su razonamiento le pareció un punto de vista que no había escuchado antes, pero, a la vez, era de lo más coherente que le había dicho un veterano. Rápidamente se apresuró a pedir unas servilletas y limpiar la mancha. El renegado se empeñaba ello, con intensidad pero no lo conseguía dado que ese tipo de suciedad no salía tan fácil y menos sin jabón... Al parecer, tenía un viejo conocido al que tenía cierto respeto y estima y consideraba que él era el único que tenía derecho a matarle. Por una parte, le sorprendió que fuera tan engreído al pensar que nadie más podía hacerle nada, y por otra, era bonito pensar en que tras tantos años huyendo de la justicia solo alguien "digno" pudiera quitarte la vida.

Llegado cierto momento, se escuchó la puerta y el cantinero se fue del lugar. Varios hombres se acercaban a ellos, como anunciando sus intenciones mientras uno de ellos desenvainaba una katana con todo el ruido que esto podía generar. Rápidamente la alarma del genin se encendió y dejó de escuchar lo que Kid le estaba contando. Comenzó a hacer una serie de sellos que, al menos, si la técnica salía bien, les haría ganar un poco de tiempo para pensar en qué hacer. Durante un segundo lamentó tener que destrozarle el bar a aquel hombre pero... Como siempre había dicho su padre: "Antes de que llore mi madre, que llore la tuya", por lo que siguió concentrado en su actividad hasta que...

Los dos hombres que se habían levantado de sus mesas, patearon las sillas y sacaron tres shuriken cada uno, preparados para lanzarlos. Fué ese el momento que Kisame eligió para, literalmente, tirarse al suelo y colocar ambas palmas sobre él:

-Doton: Doryūheki! -Dijo en tono de voz neutro mientras miraba hacia los hombres que estaban llegando deseando haber lanzado la técnica a tiempo para poder interceptar los 6 shuriken que se dirigían hacia ellos.

Ahora, solo dependía de Kid el siguiente movimiento. Como siempre hacía, había conseguido ganar tiempo, pero algo le decía que luchar al desgaste contra aquella gente no era la mejor de las ideas...



- PV:

80/80


- CK:

126/140



- Daño provocado: 0
- Acciones ocultas: Ninguna

[spoiler=Atributos]- Fuerza: 10
- Resistencia: 20
- Aguante: 20
- Agilidad: 20
- Destreza: 20
- Poder: 20
- Inteligencia: 40
- Carisma: 20
- Voluntad: 30
- Percepción: 20


¤ Bandana Ninja
¤ Portaobjetos básico
¤ Kemuridama, Bomba de humo (3)
¤ Comunicador básico
¤ Hilo shinobi


¤ Doton: Doryūheki
¤ Elemento Tierra: Muro de Estilo Tierra
- Tipo: Defensa
- Rango: B
- Requisitos: Doton 20
- Gastos:
  • 16 CK
  • (Doton 40) (multiplicable x2)
  • (Doton 60) (multiplicable x3)
  • (Doton 80) (multiplicable x4)
  • (Doton 100) (multiplicable x5)
- Daños: -
- Efectos adicionales: Defiende 40 PV
- Sellos: Tigre → Liebre → Jabalí → Perro
- Velocidad: Muy rápida
- Alcance y dimensiones: La barrera mide 2 metros de ancho y 3 de alto (aumenta con la multiplicación)
El usuario crea una pared sólida de tierra como forma de defensa. El ejecutor de la técnica puede convertir su chakra en tierra dentro del cuerpo y escupirlo para formar la barrera, o manipular la tierra frente a él con el mismo objetivo. Entonces, la tierra se levanta y se endurece de forma casi instantánea, protegiéndolo. Dadas las propiedades especiales de la tierra, la pared es altamente resistente al agua, pero es débil a ataques de elemento rayo. Los usuarios pueden personalizar la apariencia de la barrera, a efectos totalmente interpretativos.
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#15
—Ah caray, creo que a Hari no le va a gustar esta forzada remodelación del local— Aún con todo lo que acababa de pasar, Kid no parecía afectado en lo absoluto. Cualquiera diría que estaba confiado, quizá demasiado para la situación. Sin embargo, el motivo de su tranquilidad era algo que no podías descifrar. —Airtg, como sea— se levantó de su asiento pero se tambaleó un poco, llevándose una mano a la sien debido al mareo de ponerse en pie. A pesar de todo el alcohol aún le estaba mermando el físico.

—¿Recuerdas lo que te mencioné de ser tan bueno como para no dejarte herir por tus enemigos?— De inmediato Kid formó un único sello, dió un salto corto y rápido para asomarse desde atrás del muro y expulsó por la boca una polvareda que de inmediato llenó todo el local. —¡Fūton: Sunabokori!— Utilizando la versión más potente de la técnica, era muy difícil ver incluso para el propio Kisame al estar en un espacio cerrado. —Bien, pues ahora te enseñaré el método infalible para que nunca tengas que preocuparte por terminar lastimado.

Kid avanzó con un salto frontal, aunque apenas podías divisar su silueta en aquel sitio. Cayó al lado del tipo de la espada y...

—¡COOOOORRREEEEEE! ¡Corre como puta!— Siguió de largo, pateó la puerta, y salió huyendo del local.

—¡Fūton: Soyokaze no Jutsu!— Se escucharía la voz de uno de los sujetos, empujando fuera el polvo del local justo tras Kid, pero sin resultados dañinos.

El de la espada asintió con la cabeza, indicando con la mano derecha al tipo de elemento viento que irían tras Kid. Con la izquierda, señaló al que seguramente era su otro subordinado y señaló al muro de tierra, probablemente encargándole que se ocupara del invitado. Dadas las órdenes, los otros dos corrieron fuera del local, mientras el rezagado esperaba a ver la reacción de Kisame.
[Imagen: 7FT8VMk.gif]

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~Ausente los fines de semana~
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