Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Todo el mundo sabía que las águilas eran fuertes. Majestuosas. Poderosas. Para un servidor, las reinas del cielo. Pero Kaido estaba comprobando en sus carnes hasta qué punto llegaba esa sabiduría popular.

Incansable, el ave transportaba el cuerpo envuelto en telas de Zaide como si no fuese más que un conejillo al que acababa de cazar. Volaba no muy alto, a veces casi desapareciendo bajo el sol. Kaido la seguía a duras penas, en parte porque la adrenalina recorría sus venas, en parte porque, descargado, sus piernas iban más ligeras. De lo contrario, la hubiese perdido ya minutos atrás.

Pero la emoción del momento pronto empezó a dejar paso al cansancio. A la vista nublada. A la falta de aliento. Sus piernas estaban a punto de rendirse cuando divisó algo en el horizonte. ¿Otro espejismo? Pero no era un oasis lo que divisaba, sino… casas. Muchas casas.

Un bulto cayó a lo lejos del cielo. El águila se había cansado de su presa, quizá al darse cuenta que no era más que un manojo de telas al que no podía hincarle el pico, y lo había soltado antes de desviar el rumbo hacia otra parte. Todo un golpe de suerte que antes de hacerlo hubiese conducido al Umikiba hasta allí... ¿huh?
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Responder
Para el espectador, o incluso nuestros lectores, habría resultado hilarante ver cómo un tipo de un intenso color azul corría a rastras por la arena detrás de una jodida águila, que casualmente volaba al ras de las dunas sin coger demasiada altura, motivando de alguna forma a que el tiburón no se rindiese y acabase perdiendo su mejor baza: el cadáver de Zaide. Pero la realidad es que de no haberse rendido la carroñera de picotear el manojo de vendas del cuerpo sellado, Kaido habría desfallecido, muy probablemente, y habría acabado muriendo de sed, tan sólo como la una y entre un montón de tierra y arena.

Pero como ya he dicho infinidades de veces a lo largo de esta aventura, la suerte, en sus diversas formas, le seguía sonriendo a Kaido. Ésta vez, cuando sus ojos vidriosos hicieron contacto con lo que parecían ser un montón de casas que apenas podía distinguir entre el polvo y el sol incandescentes que le tenía toda la cara quemada. Kaido sonrió. Luego carcajeó. No se lo podía creer. No se lo podía creer.

¿Realmente estaba a salvo, de nuevo?

Realmente... alguien tenía que estar cuidándole allí arriba. ¿Yarou, quizás?

No, a ese le había matado a traición. Era mejor no hacerse ilusiones respecto a alcanzar algún día la absolución por su más grande pecado.
Responder



This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.