—Siempre me han llamado la atención las técnicas para cuidar de las plantas.

—Sí, tiene mucha dedicación y conocimientos sobre las plantas de sol, de sombra, según la luna cuando podar, que tipo de abono utilizar, como recoger frutos y demás...— ahondé brevemente.

Y como sí hubiese llamado telepáticamente al mesonero, este apareció son sendos platos, primero sirvió mi postre, un trozo de pastel generoso con trozos frutales en la cubierta y una cuchara dulcera metálica, posteriormente dejó el granizado, el contenido estaba en un vaso de cristal por el cual se apreciaban los trozos de hielo picado de color rosa.

—Muchas gracias — llevé rapidamente mi mano hacia la bebida, acerqué la pajilla a mis labios y aspiré, aspiré bastante, saboreando y refrescandome, el dulce hizo que mis mejillas se tornase ligeramente ruorizadas y que en mi rostro se dibujase una sonrisa —. Está delicioso.

Mis ojos se ubicaron en el plato de madera, luego pasearon por el guiso oscuro y espeso que acompañaba a los cortes de carne de ardilla, tenía un contorno de arroz con maíz amarillo y expedía un olor peculiar.

—Interesante. Cuando me dijo que era de ardilla supuse que me encontraría algo como un pequeño cráneo, como con las cabezas de pescado en las sopas marinas.

—Sí... Realmente es un poco decepcionante, digo, no es que esté mal, sino que tenía otra perspectiva de la presentación, parece un corte de carne normal...

«No hubiera estado mal tener un mini cráneo de árdilla gigante en el plato» concordé internamente con el comentario del shinobi.

—Sí... Realmente es un poco decepcionante, digo, no es que esté mal, sino que tenía otra perspectiva de la presentación, parece un corte de carne normal...

—Entiendo lo que dices... La presentación es normal, ahora veré que tal es el sabor. Buen provecho.

Kazuma dio las gracias por sus alimentos y procedió a comer. El platillo se le hacía delicioso, aunque un tanto intrigante: su textura era similar a la ternera, tierna y jugosa; pero su sabor era totalmente silvestre, acompasándose bien con las nueces y bellotas que flotaban en el guiso.

—Es interesante —criticó, probando lentamente cada bocado—. Definitivamente te hace sentir que la carne proviene de un animal que vive en los árboles, y que este se alimentaba de todos los frutos que podrías relacionar con las ardillas (castañas, nueces, almendras, bellotas).

Continúo disfrutando se su cena, mientras ocasionalmente observaba a la muchacha que le hacía compañía. Su forma de comer era serena y metódica, como la de un soldado con etiqueta o como la de un anciano cansado. Tomaba porciones siempre iguales de arroz y de guiso y bebía agua a intervalos regulares… Era casi obsesivo.

—Estuvo delicioso —afirmo, acomodando la cucharilla y los tazones—. ¿Qué tal estuvo tu comida?

—Buen provecho— sonreí y entonces agarré el cubierto y tomé una pequeña porción del pastel para luego llevarlo a mi boca y saborear las frutas de la cubierta.

«Claro... Como no... Solo con probar la carne ya sabes que se alimenta de frutos secos, solo con su sabor...» no dije nada al respecto, preferí mantenerme en silencio y sonreír mientras intercalaba un trago de jugo con trozos de aquel pedazo de pastel que realmente estaba delicioso.

Evidentemente terminé más rápido que él por la diferencia de los platos, no obstante, me rehusaba a levantarme el lugar, quería reposar un rato más.

—Estuvo bien, quizá la próxima vez me anime y pruebe la carne de ardilla — agregué y entonces me puse de pie, había descansado lo suficiente —. Un placer— dije mientras contaba los ryous que dejaría en la mesa, lo suficiente como para dejarle una módica propina al mesero.

Mientras la muchacha contaba el dinero que habría de dejar como pago, Kazuma se levantaba para hacer lo mismo. Observando por la ventana se dio cuenta de que ya era noche cerrada y que pronto habría de abandonar aquel sitio en busca de refugio.

—Disculpa, Mei-san —llamo su atención, siendo que ella ya había recorrido aquella ciudad, y podría aconsejarle oportunamente—, ¿conoces algún sitio en donde pueda pasar la noche?

Lo cierto es que debía de haber algunas posadas para viajeros de paso u hoteles para turistas, aunque no tenía idea de dónde buscarlos. Además, el andar por allí, solo y perdido, lo podría convertir en una presa fácil para los estafadores y trúhanes que se aprovechaban de los foráneos.

—Si pudieses indicarme algún sitio modesto y a la vez cómodo, te lo agradecería mucho.

Kazuma no tardó en levantarse prácticamente a la par que yo, al parecer no se había percatado de que la luna empezaba a apoderarse del firmamento y eso le recordó que tenía que buscar un refugio —. Hhmmm, déjame pensar— dejé el dinero sobre la mesa y entonces miré también por la ventana, sabía que había pasado por el frente de unos hostales y posadas, el dilema estaba en que no podría precisar exactamente entre qué árboles estaba, o en que puente.

—Sí, creo que vi una posada que se llamaba "La Madriguera" aunque es gracioso porque está por aquí arriba, no en el suelo— terminé recordando la fachada, pero no la ubicación, para mi desgracia —¿Llevarte?— dudé al escuchar su petición.

«Mi papá dijo que me avisaría cuando terminase, quizá el mismo me busque, así que puedo tener un par de minutos más» debatía internamente, hacer un favor nunca está demás.

—De acuerdo, pero...— miré con cierta preocupación hacia el exterior a través del cristal —. Esta muy oscuro afuera, nada malo va a pasarme con un shinobi a mi lado, ¿no?

La muchacha aseguraba haber visto una posada anteriormente, una llamada La madriguera; un nombre que resulto irónicamente correcto al ser que se encontraba situada en alguna parte de las alturas. Pensó en que quizás a los edificios de los lugares más altos les colocasen nombres como La pajarera o El nido de águilas.

—¿Llevarte?— dudó al escuchar su petición.

—Si no es mucha molestia —respondió haciendo una leve inclinación.

—De acuerdo, pero...— miró con cierta preocupación hacia el exterior a través del cristal —. Esta muy oscuro afuera, nada malo va a pasarme con un shinobi a mi lado, ¿no?

Kazuma no estaba seguro de como contestar a ello: por un lado, un ninja podía resultar una forma de seguridad y protección garantizada; mientras que, por el otro, también podría convertirse en un imán de problemas. Aunque si aquella muchacha se estaba dignando a guiarle por un sitio desconocido, no podía hacer menos que garantizar su seguridad.

—Todo estará bien —dijo con serena confianza—, si hay problemas mostrare mi placa y listo.

¿Aquel era un pensamiento un tanto simplista? Sí, pero se le podía ver la confianza y serenidad suficientes como para saber que estaba seguro de que no tendrían mayor problema.

Solté una risilla que oculté rápidamente con mi palma derecha, a pesar de que el sonido había sido mermado por mi mano, algo podría llegar a los oídos del shinobi, le miré un poco apenada y entonces dije con sinceridad —. Lo siento, es que esperaba a que dijeras algo con más confianza, algo así como: "Yo te protegeré" o "Yo me encargaré de ello"— expresé haciendo las comillas con mis dedos —. No es que dude que tu bandana, sino de que hubiese sonado mucho mejor, y más masculino— no dije nada más, no quería herir el orgullo de aquel muchacho.

—Vamos— dejé el dinero en la mesa y entonces comencé a caminar buscando la salida.

Una vez afuera podría sentir el cambio de la iluminación, la luna estaba apoderada del firmamento, la temperatura habría descendido un poco. Los puentes que se comunicaban entre árboles eran guiados por múltiples faroles que se mecían de un lado a otro con el murmullo del viento, las calles de los cielos estaban un poco más solas que unas horas atrás, no obstante, aún se podía ver algunas personas trasladarse con total normalidad.

—Es por...— dudé una vez estando afuera, estaba recordando exactamente hacia dónde tenía que ir —. Por aquí— comencé a caminar a paso regular en la dirección que creía recordar haber visto el anuncio de la posada.

Kazuma escucho una leve risilla y alzo la vista hacia la muchacha.

—. Lo siento, es que esperaba a que dijeras algo con más confianza, algo así como: "Yo te protegeré" o "Yo me encargaré de ello"— expresó haciendo las comillas con sus dedos —. No es que dude que tu bandana, sino de que hubiese sonado mucho mejor, y más masculino— no dijo nada más, no quería herir el orgullo de aquel muchacho.

—No te preocupes —respondió, sin mostrar señas de ofensa.

Era cierto que aquellas expresiones le hubiesen hecho verse mucho más heroico, como al protagonista de una novela de caballería; pero con él no iba aquello de querer ser un héroe. Se sentía más satisfecho con valores como la mesura en lugar de la nobleza y la serenidad en lugar de la solemnidad.

—Vamos— dejó el dinero en la mesa y entonces comenzó a caminar buscando la salida.

—Te sigo —dijo Kazuma, mientras dejaba el dinero en la mesa y hacía, en dirección al camarero, una leve inclinación a manera de despedida.

La ciudad les mostraba su cara nocturna, con la luna otoñal escabulléndose por las desnudas copas de los árboles. La iluminación artificial era abundante, como para evitar pasos en falso en los muchos caminos colgantes; y el viento soplaba con constancia y frialdad, agitando las ropas y alborotando los cabellos.

—¡Oh, mira eso, Mei-san! —exclamó, señalando un puente que se tendía delante de ellos—. Se ve un tanto peligroso, ¿no?

La larga estructura se mecía en un vaivén intimidante. Parecía estar en buenas condiciones, pero la inclinación de la calzada, el quejido de las sogas estrujadas y el crujir de los tablones, resultaban intimidantes. Y, sin embargo, aquel era el camino que debían de tomar si no querían dar un enorme y confuso rodeo.

La noche nos abrazaba como normalmente lo haría en cualquier lugar, se acompañaba de las caricias de ráfagas frías y un tanto salvajes, lo suficiente como para hacer mecer aquel puente como sí de un columpio se tratase; mis pasos que en un momento eran con firmeza y seguridad fueron mermando ante la nueva situación, que incluso al shinobi que me acompañaba llamó también su atención...

—¿Crees que el viento deje de soplar pronto?— pregunté a la par que mis ojos seguían aquel movimiento con un poco de temor, el ruido de las sogas no era muy acogedor que digamos, amenazaban que en cualquier momento su continuidad se perdería, y yo no quería tener esa madera bajo mis pies cuando eso ocurriese.

—¿Esperamos un poco o damos la vuelta?— consulté con un poco de duda sobre la decisión a elegir.

—¿Esperamos un poco o damos la vuelta?— consultó con un poco de duda sobre la decisión a elegir.

—Ambas opciones parecen un tanto problemáticas —confeso.

Y no le faltaba razón, pues estando en la plenitud del otoño aquellas frías ráfagas de viento no cederían tan fácilmente. Dar un rodeo parecía una opción aceptable, sino fuese porque era de noche y ninguno conocía lo suficiente la ciudad como para adentrarse en rutas alternas.

—Pero si te atemoriza el cruzarlo…, podemos esperar o buscar otro camino —Aquel resultado no era algo que le dejaría satisfecho, puesto que lo que deseaba era cruzar.

Su actitud, aparentemente atrevida, se veía alimentada por el hecho de que estaba seguro de que si algo debía de ser seguro en aquella ciudad debían de ser los puentes, además de que si se presentaba la necesidad podía recurrir al chakra para mantenerse sujeto a los tablones.

—Ambas opciones parecen un tanto problemáticas —confesó.

Le miré con un poco de extrañeza, ¿cuan problemático podría ser esperar o elegir otro camino? En ese momento no lograba entender el verdadero problema, por lo que me limité a mantenerme en silencio

—Pero si te atemoriza el cruzarlo…, podemos esperar o buscar otro camino — agregó como sí el problema se basase directamente en mi.

Como sí de una ofensa se tratase caminé con pie de plomo, demostrando seguridad, directamente hacia el puente que se tambaleaba —. No me atemoriza, vamos— anuncié con cierta valentía mientras con una de las mano me aferraba a la soga que le daba estabilidad a las tablas, comencé a caminar con el apoyo en el pasamanos.

Mi túnica bailaba al son de las ráfagas, por lo que con mi mano libre me aseguré que la tela que cubría mi cuerpo no uniese al complot del destino y dejara mi inusual y provocativa ropa a la vista de todos, no porque me importase a mi directamente, sino a mi padre, que sí lo conocía como lo conocía me estaría vigilando.

«Espero que este puente no se derrumbe»

Seguí caminando con firmeza y mediana velocidad para poder atravesarle lo antes posible.

La muchacha comenzó a andar a paso firme. El viento soplaba de forma constante y el puente crujía y se bamboleaba en respuesta; pero de alguna manera, su actividad parecía seguir cierto patrón predecible. Parecía ser capaz de mantenerse medianamente estable mientras lo cruzase una persona a la vez.

Pero de pronto, el puente se mostró caprichoso y comenzó a agitarse de forma extraña.

—Increíble, desde aquí no puedo ver el fondo —confeso el Hanamura, que también había decidido cruza en aquel momento, desestabilizándolo—. ¿tu puedes ver el fondo desde allí, Mei-san?

Era en extremo difícil que aquella estructura fallase ante el peso de dos personas, pero la sensación que daba aseguraba lo contrario.

Sentía como el puente vibraba con cada paseo de los hijos del Dios del Viento por las cercanías, mi cuerpo empezaba a acostumbrarse a la turbulencia, no obstante, repentinamente aquellos seres de energía invisibles al ojo humano se volvieron más atrevidos, la madera crujió, sí en un momento podía pensarse que los hijos de Fūjin estaban simplemente jugando, ahora debía creer que estaban peleando entre ellos, porque el viento o era más veloz o algunas ráfagas se encontraban de frente una a la otra, trayendo una grandes consecuencias colaterales para nosotros.

Mi mano seguía aferrada a la soga, y ya no era una sola, sino que la otra se había olvidado de la túnica y también ayudaba a la estabilidad de mi cuerpo; sabía que Kazuma venía tras de mi, y lo confirmé al escuchar su voz, pero su interrogante no era muy alentadora, me detuve un momento e hice un esfuerzo para agudizar mi visión, ciertamente la brisa no entorpecía mi panorama, por lo que tras unos escasos segundos noté algo, algo que indicaba el final del puente —Más adelante hay lámparas de otra forma, deben indicar el final del puente!— dije alto, bastante alto por sí mi voz e perdía con el viento, quería asegurar de que mi mensaje fuese recibido.

No perdí más tiempo y seguí caminando por aquellas maderas tambaleantes.

Kazuma se mantenía sujeto a los tablones del puente haciendo uso del chakra, por lo que no le faltaba confianza para echar una mirada hacia la oscuridad del fondo. Tenía la intención de tomárselo con calma y observar con atención el vacío, pero el mismo le devolvió la mirada en forma de un repentino vértigo.

—Eso fue inesperado —susurro para sí mismo, sabiendo que era la señal para no tentar más a la suerte.

—¡Más adelante hay lámparas de otra forma, deben indicar el final del puente!

Y efectivamente así era, el final estaba cerca y no era difícil alcanzarlo. Solo les tomaría una veintena de pasos y unos cuantos sacudones más el encontrarse fuera de aquella estructura colgante tan amenazadora.

—Cuesta imaginar que la gente de por aquí este acostumbrada a estos paseos, ¿no? —pregunto, sintiéndose más que satisfecho con la experiencia—. Ahora, ¿por donde?

Ambos llegamos sin ningún problema mayor al otro lado el puente, ahora teníamos un poco más de estabilidad bajo nuestros pies y eso era un detalle que debía agradecerse.

—Sí, imagino que es cuestión de costumbre, sí yo viviera aquí sería un paseo como acabas de decir — me detuve unos segundos haciendo memoria para saber cual era el camino a seguir, Kazuma se dio cuenta de ello y no dudó en presionar.

—Es por aquí «Creo» mis pies andaron prácticamente solos por un nuevo camino que se notaba un poco más oscuro que los demás, varios faros estaban apagados, de no ser porque había gente caminando sin ningún tipo de preocupación, diría que era un lugar no muy acogedor —. Sí mal no recuerdo una vez al final debemos cruzar y lo encontramos, es una calle movida, hay varias posadas y similar.

Pasarían unos segundos silenciosos incómodos, no sabía que decir así que pregunté lo primero que vino a mi mente —. ¿Y cuántos días te quedarás?