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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
Kaido contempló la intervención de Daruu con perplejidad, aunque no le costó identificarse con su razonamiento.

Lo cierto es que le tenía como el chico más jovial y cándido de todo Amegakure, quien buenamente había sesgado la vida de los Kajitsu, con el agravante justificado de que la vida de su amada peligraba. Ahora, sin embargo, se trataba sólo de un crudo y profundo instinto de supervivencia que sencillamente, en situaciones como aquella; daba carta blanca para deslizar el filo de su arma sin ningún tipo de miramientos. Siempre buscando la certeza de que una vez que abandonas Amegakure por el motivo que fuese, estaba en tus manos poder volver.

Y para tú volver, quizás otro no lo podría hacer. Alguna cama iba a quedar vacía y no vas a desear que sea la tuya. ¿O sí?

Frush, su propia kunai se adentró justo en el músculo del corazón de aquel que yacía inconsciente, a su merced. Un final piadoso para un hombre que por suerte, no iba a enterarse de cómo murió, ni de sufrir en el interín de ello. Kaido le miró a la cara por última vez —estaba convencido de que no se era un hombre si no veías a tu víctima a la cara— y aguardó hasta que el corazón dejara de latir para retirar su arma.

Luego, la limpió con la nieve.

—¿Has leído alguna vez acerca de la antigua Kirigakure? —comentó, anecdótico. Casi nostálgico—. o de sus costumbres. Relatan los libros de historia que para poder graduarte de la academia, tenías que enfrentarte a muerte a tus compañeros de graduación. Sólo uno sobrevivía. O a veces ninguno. Ahora no parece tan descabellado, ¿verdad? aprender éste gaje particular del oficio incluso antes de obtener la bandana. Porque bueno, admitamos que para otros no es tan sencillo acostumbrarse a... matar como lo ha sido para nosotros.

Se puso de pie y comenzó a andar, si es que Daruu se había dirigido hacia la salida de la cueva.
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#77
Daruu apartó la mirada mientras Kaido acababa con el último bandido del grupo. Inconscientemente, como si su cuerpo quisiera alejarse de la pequeña masacre, comenzó a caminar hacia el otro extremo de la caverna. Se detuvo cuando escuchó la voz de Kaido a sus espaldas.

—¿Has leído alguna vez acerca de la antigua Kirigakure? O de sus costumbres. Relatan los libros de historia que para poder graduarte de la academia, tenías que enfrentarte a muerte a tus compañeros de graduación. Sólo uno sobrevivía. O a veces ninguno. Ahora no parece tan descabellado, ¿verdad? aprender éste gaje particular del oficio incluso antes de obtener la bandana. Porque bueno, admitamos que para otros no es tan sencillo acostumbrarse a... matar como lo ha sido para nosotros.

Daruu chasqueó la lengua contra el paladar.

—Menuda barbaridad —dijo—. Y seguro que los profesores se quedaban ahí sin hacer nada. Te juego lo que quieras a que se relamían, a que incluso disfrutaban. —Apretó los puños y juntó los brazos al cuerpo—. Una cosa es hacer lo que tienes que hacer, y otra muy distinta esas barbaries. ¡Matar a tus compañeros! Es todo lo contrario al motivo por el que me hice ninja y por el que lo considero un trabajo honorable.

»Además, todo es un ciclo. Los traumas que generarían con esa costumbre se arrastrarían durante generaciones. Seguro que sólo creaban sádicos, gente con problemas en la cabeza.

»Si yo hubiera estado en una aldea como esa, habría hecho todo lo posible para cambiar las cosas. Incluso enfrentarme al mismísimo Mizukage.

A Daruu le dio un poco de vértigo pronunciar las últimas palabras. Sacudió la cabeza.

—Afortunadamente, de momento, parece que la vida me conduce a un destino más humilde. No quiero ni imaginarme metido en esos problemas. Vamos, Kaido, antes de que Hibagon venga aquí y se ponga a hacer preguntas.
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#78
Kaido no podía sino estar de acuerdo en que se trataba de un método en extremo grotesco, incluso para un monstruo como él. Además de lo inviable de semejante "costumbre" para con los tiempos recientes, donde Oonindo luchaba continuamente por no tropezar con los mismos errores del pasado. Tarea ardua y titánica, por cierto, pues el caudal del mundo ninja parecía destinado a desembocar siempre en una corriente caótica y destructiva. De rencillas, rencores y enfrentamientos.

Y empezaba todo desde abajo. Con genin como ellos.

Con pactos viéndose fracturados. Con los conflictos internos haciéndose de eco en todos los países. Con la aparición, a según, de un nuevo guardián. Muertes de líderes, sucesiones. Se podía decir que ya era suficiente mérito que el mundo shinobi aún no se encontrase disuelto en mil pedazos.

—Afortunadamente, de momento, parece que la vida me conduce a un destino más humilde. No quiero ni imaginarme metido en esos problemas. Vamos, Kaido, antes de que Hibagon venga aquí y se ponga a hacer preguntas.

—De momento, pero la vida da mil vueltas Daruu-kun. Que te lo digo yo —repitió, para soltar luego una risilla y empezar a andar junto a Daruu—. en fin, lo mejor será olvidar éste mal trago y buscar compartir esa pizza con Hibagon. Y a ver si logramos que se quede quieto el hijoputa, al menos hasta que el pueblo se de cuenta de que los robos se acabaron de una vez por todas.

Miró a todos lados y a la nada a la vez, buscando en dónde podría estar aquella inmensa mole de pelos.
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#79
—Y a ver si logramos que se quede quieto el hijoputa, al menos hasta que el pueblo se de cuenta de que los robos se acabaron de una vez por todas. —dijo Kaido.

—Sinceramente, ¿sabes qué, Kaido? —respondió Daruu—. Lo mejor para Hibagon sería que volviera al Valle de los Dojos. Allí era respetado. Al menos, medianamente respetado.

Los muchachos seguían caminando por la cueva. A lo lejos, un pequeño brillo indicaba el final de la gruta.

La Senda del Carámbano tenía fama de implacable. Estoy seguro de que no somos los únicos que nos encontramos con él allá arriba. Seguro que conocen su existencia. E indudablemente si hubieran querido cazarlo ya lo hubiesen hecho.

»Aquí está rodeado de desconocidos que a la mínima de cambio intentarán matarlo sólo porque le tienen miedo. Es comprensible, pero Hibagon no es mal tipo.
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#80
Kaido continuó caminando, no sin echar el rabillo del ojo atrás un par de veces, por seguridad.

La Senda del Carámbano tenía fama de implacable. Estoy seguro de que no somos los únicos que nos encontramos con él allá arriba. Seguro que conocen su existencia. E indudablemente si hubieran querido cazarlo ya lo hubiesen hecho.

»Aquí está rodeado de desconocidos que a la mínima de cambio intentarán matarlo sólo porque le tienen miedo. Es comprensible, pero Hibagon no es mal tipo.


—No, si coincido contigo. Pero no va a ser sencillo convencerlo, y creo que lo primero que deberíamos hacer es sentarnos con él y averiguar el por qué abandonó los Dojos. No creo que haya sido simplemente para visitar a un par de viejos amigos, teniendo en cuenta que parecía bastante decidido en no abandonar la montaña, y por tanto, el maldito carámbano que le convirtió en un monstruo.

Chasqueó la lengua, y continuó.

—Hablando de eso. ¿Llegaste a averiguar qué era eso de Chakra natural? —indagó, finalmente.
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#81
—No, si coincido contigo. Pero no va a ser sencillo convencerlo, y creo que lo primero que deberíamos hacer es sentarnos con él y averiguar el por qué abandonó los Dojos. No creo que haya sido simplemente para visitar a un par de viejos amigos, teniendo en cuenta que parecía bastante decidido en no abandonar la montaña, y por tanto, el maldito carámbano que le convirtió en un monstruo.

—Sí, ¿pero recuerdas lo que nos dijo cuando nos marchamos de allá? —replicó Daruu—. UN DÍA VENIR VOSOTROS. OTRO DÍA IR YO —imitó, poniendo la misma voz grave bobalicona que el monstruo, y también haciendo una terrible mueca de lo que se imaginaba que era su cara—. Y luego, nos hizo volar por el camino rápido.

»Y anda, no me hables del chakra natural. ¿Sabes lo que me contó Ayame? —relató—. ¡Que Yui le hizo bajar a la biblioteca a por un libro que lo explicaba, y luego, fuera de sí, lanzó el libro por la ventana! Ayame es demasiado curiosa... Y me da la impresión de que Yui tiene demasiada poca paciencia...
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#82
Cada vez se le hacía más difícil descifrar los por qué de aquella historia. Lo más sensato sería dejar de divagar con Daruu y encontrar a Hibagon de una buena vez, quien por cierto, ya debería haber cruzado la montaña sin ningún inconveniente. Pero no había rastro de él.

Entre tanto, Daruu trató de esquivar aquella interrogante respecto al chakra natural. Al parecer, Ayame también había querido averiguar al respecto y se hubo llevado un chascarro típico de Amekoro Yui.

—¿Con que hay un libro, eh? —dijo, sobándose la barbilla. Y es que él, al igual que su prima, también podía ser bastante curioso. ¿Sería capaz de ir a preguntárselo a Yui-sama una vez volviera a Amegakure, en todo caso? pues probablemente. ¿Podría asegurar salir con vida de aquel edificio? probablemente, aunque quizás sin con un testículo menos si es que los rumores eran ciertos—. bueno, quizás Hibagon pueda explicárnoslo.

Miró de nuevo al final de la gruta.

—¡¿En dónde coño se ha metido esa bola de pelos?!
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#83
—Bueno, quizás Hibagon pueda explicárnoslo. —dijo Kaido.

—Si te digo la verdad, Kaido —replicó Daruu—, Dudo que Hibagon esté en condiciones de explicar conceptos complicados. No sé si lo has notado, pero aunque parece mucho más inteligente de lo que cabría esperar de una criatura como él, tiene evidentes... carencias.

Los chicos siguieron corriendo hacia el final de la cueva, que cada vez estaba más cerca.

—¡¿En dónde coño se ha metido esa bola de pelos?!

—No lo sé, pero espero que no le haya pasado nada. ¡Mira, ya estamos casi fuera! —dijo Daruu. No tardaron ni medio minuto en salir de nuevo al frío de la ladera de la montaña. Allí había un saliente, y más allá una cuesta abajo ligera llena de pinos y abetos. Todo un bosque.

Esperaron unos minutos. Cuando ambos estaban empezando a hartarse, el suelo empezó a temblar, ritmicamente. Pom. Pom. Los pasos de Hibagon resonaron a través de todo lo demás.

—¡SEÑOR AZUL, SEÑOR PELOPINCHO! ¡YO ECHAR DE MENOS! —Daruu señaló abajo de la ladera. Ahí venía Hibagon. Cargaba lo que parecían ser...

—¡Lleva un oso cargado de cada brazo! ¡Pero qué demonios!

—SEÑORES DISCULPAR. VEO QUE AL FINAL SALVAR SOLOS —dijo Hibagon con una amplia sonrisa de dientes amarillos—. YO ENCONTRAR CENA DE CAMINO.

—¿Cena?

Hibagon hinchó el pecho orgulloso.

—YO PERFECCIONAR RECETA DE PIZZA. PLATO DE PIZZA DE OSO SER MEJOR OBRA DE HIBAGON.

—Eh... —Daruu cruzó una mirada con Kaido.

—PRIMERO, COGER CUCHILLO. LUEGO, CLAVAR CUCHILLO EN OSO. DESPUÉS, DESPELLEJAR OSO, LUEGO...

—Sí, sí, Hibagon, escucha —interrumpió Daruu, a quien le había dado un profundo escalofrío—, ¡Hay unos hombres malos que vienen a por ti!

—OH. NO PREOCUPAR. PAM PAM EN EL COCO Y YA.

—¡No, escucha! Quiero decir... no son malos, son gente normal. Pero creen que tú les robas comida.

—¡PERO YO CAZAR OSOS! ¡YO NO ROBAR!

—Ya, ya lo sé, pero... Otros hombres malos si lo hicieron. Lo que pasa es que los aldeanos creen que has sido tú... Y no creo que podamos convencerlos de lo contrario. ¡Debes irte de aquí, Hibagon!

Hibagon miró a Daruu y puso un puchero.

—YO VENIR LEJOS SOLO PARA VER SEÑORES. YO NO MERECER ESTO.

—Escucha, Hibagon —dijo Daruu, paciente, y se acercó con cautela a la bestia—. Pasaremos un rato contigo. Y luego, nos moveremos de este lugar, a otro. Por favor.

El yeti pareció reflexionar durante diez largos segundos.

—PAM PAM A HOMBRES MALOS.

—Sí, bueno, en cuanto a eso... Ya les hicimos pam pam nosotros, y puede que también nos caiga culpa...

—¡PERO BUENO! HOMBRES BUENOS QUERER PAM PAM A HOMBRES MALOS. ¿VOSOTROS PAM PAM A HOMBRES MALOS Y HOMBRES BUENOS AGRADECERLO HACIENDO PAM PAM A HIBAGON Y A SEÑOR PELOPINCHO? ¡NO ENTENDER A HOMBRES BUENOS!

—Escucha, Hibagon. Vamos donde quieras, pero vamos ya. Por favor.

El hombre bestia asintió.

—SEÑORES COMER PIZZA DE OSO CON HIBAGON. VENID.

—Esto...

—PIZZA DE OSO NO FACIL SER, PERO RICA ESTAR. MIRAR, PRIMERO COGER CUCHILLO. LUEGO, CLAVAR CUCHILLO. LUEGO, DESPELLEJ...

—¡Vale, vale, probaremos tu pizza! Ahora, por favor, ¿a dónde vamos? —dijo Daruu, comenzando a seguir a Hibagon.

—A CASA DE VERANO DE HIBAGON.

«Casa... ¿de verano?»
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#84
Y entonces, Hibagon apareció desde lo profundo de aquel bosque atizando el suelo a su alrededor y retumbando la ladera con cada paso que daba. Llevaba sendos osos nevados cargados sobre cada hombro como si se tratase de un no muy pesado saco de papas. Pom, pom, pom. Ya no le parecía sorprendente el que pudiera arrojarles a ellos por el camino rápido con apenas un meñique.

Tenía una fuerza extraordinaria.

—SEÑORES DISCULPAR. VEO QUE AL FINAL SALVAR SOLOS —dijo Hibagon con una amplia sonrisa de dientes amarillos—. YO ENCONTRAR CENA DE CAMINO.

—¿Cena?


Hibagon hinchó el pecho orgulloso, en el interín de que Kaido trataba de imaginar el sabor de un oso. Nunca había probado uno.

—YO PERFECCIONAR RECETA DE PIZZA. PLATO DE PIZZA DE OSO SER MEJOR OBRA DE HIBAGON.

—¿Y cómo coño cocinas carne de oso en una pizza?

—Eh... —Daruu cruzó una mirada con Kaido.

—PRIMERO, COGER CUCHILLO. LUEGO, CLAVAR CUCHILLO EN OSO. DESPUÉS, DESPELLEJAR OSO, LUEGO...


El escualo se llevó ambas manos a la boca para no reír a carcajada limpia. Sería una ofensa en toda regla, pero realmente le había causado gracia el sencillo método de Hibagon. Y no dudaba tampoco de que la hubiera perfeccionado, con la intención de sorprender gratamente a sus dos amigos, el señor azul y pelopincho, con una deliciosa pizza vanguardista que contuviera carne de oso. Fue sólo entonces que llegó a comprender que a pesar de todo, sentía cierto aprecio por Hibagon. Y eso era decir mucho.

Y es por esa razón que le costó oír la conversación que tuvo lugar después. Un intercambio de realidades que golpearía a ambos con la crudeza del mundo shinobi. Y es que Daruu, impacientado por permanecer en el lugar de los hechos, decidió que era el momento oportuno para hacer saber a Hibagon del peligro que corría si permanecía en las tierras de Yukio. No fue sencillo para él comprender el por qué los hombres buenos querrían hacerle daño aún y cuando los dos ninja se habían encargado del verdadero problema. Lo que no iba a poder entender es que el mundo era tan renuente con lo desconocido que, digan lo que digan, jamás les iban a convencer de que no era él, la bestia, el culpable; sino otros humanos. Era más sencillo apuntalar al Yeti.

Pero cuando Kaido estuvo seguro de que Hibagon liberaría toda su ira y pampampearía a todo Yukio, éste se mantuvo sereno y continuó abogando por lo que creía él era lo más importante: la pizza. Su obra maestra.

—¡Vale, vale, probaremos tu pizza! Ahora, por favor, ¿a dónde vamos? —dijo Daruu, comenzando a seguir a Hibagon. Kaido hizo lo propio, también.

—A CASA DE VERANO DE HIBAGON.

—¿Sabes que una casa de verano debe estar en un lugar cálido, no Hibagon? —pero entonces cayó en cuenta que cualquier lugar ligeramente caliente sería como un hogar veraniego para él. Quizás, una caverna llena de hornos improvisados, o... —. ey, ¿a dónde vamos?
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#85
—¿Sabes que una casa de verano debe estar en un lugar cálido, no Hibagon? Ey, ¿a dónde vamos? —intervino Kaido.

Hibagon cesó el paso y se dio la vuelta, observando a Kaido con los ojos entrecerrados. Parecía indignado.

—PUES NO. UNA CASA DE VERANO ES A DONDE TÚ IR EN VERANO. Y ESTAR EN VERANO. SEÑOR AZUL IDIOTA. —sentenció, y una vez más echó a caminar.

Daruu, por detrás, tuvo que taparse la boca para no echarse a reír a carcajada limpia.

—Es lógica aplastante, Kaido-kun —dijo.

Los dos shinobi —y el yeti— descendieron por la ladera a través de un bosque de pinos que poco a poco se iba haciendo más denso. Hibagon no había respondido a dónde se dirigían exactamente, y a esas alturas tanto Kaido como Daruu sentían una curiosidad tremenda. Y por qué no decirlo, también algo de miedo.

—Oye, Hibagon... ¿dónde está tu casa de verano? —insistió Daruu.

—NO TENER SENTIDO ROMÁNICO.

—Será romántico, ¿no?

—O CALLAR O PAM PAM EN EL COCO.

—Vale, vale...

Cuando menos se lo esperaban, detrás de la hilera de árboles encontraron un claro llano donde se erigían unas ruinas que debieron pertenecer a antiguas cabañas de piedra. Allí había una roca enorme pintada que rezaba.

KASA BERANO

Daruu se encogió de hombros mirando a Kaido y siguió a Hibagon a través de la "puerta", si es que se le podía llamar así, porque no había techo. Allí, Hibagon les hizo sentarse al borde de una hoguera.

—YO DEJAR OSOS EN COCINA. —El monstruo se alejó, se escondió detrás de una pared y se oyeron dos golpes secos.

—Todo esto es surrealista.
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#86
El yeti se volteó en súbito tras las palabras del escualo, y Kaido estuvo a punto de echar a correr en cuanto cruzaron sus miradas.

—PUES NO. UNA CASA DE VERANO ES A DONDE TÚ IR EN VERANO. Y ESTAR EN VERANO. SEÑOR AZUL IDIOTA.

—Es lógica aplastante, Kaido-kun


—Malditos... —murmuró, apenas audible incluso para él mismo. Luego, continuó marchando.

Más pronto que tarde, tras cruzar una serie de cúmulos de pino que con cada paso iba convirtiéndose en bosques más densos, Daruu también sintió la necesidad de averiguar a dónde iban e increpó a la bestia aunque con más sutileza.

—Oye, Hibagon... ¿dónde está tu casa de verano? —insistió Daruu.

—NO TENER SENTIDO ROMÁNICO.

—Será romántico, ¿no?

—O CALLAR O PAM PAM EN EL COCO.


—¡Ja! ahí tienes tu lógica aplastante —dijo, vengativo; tras unas risillas.

—Vale, vale...

Pero entre una cosa y la otra, de pronto se encontraron frente a unas ruinas arcaicas que ser erguían unas sobre las otras. Una de las enormes piedras en especial rezaba, literalmente, Kasa Berano. Los cables de Kaido se cruzaron en cuanto vio la oportunidad y estuvo a punto —sí, a punto, porque un segundo después terminó arrepintiéndose— de corregir al Hibagon por sus errores ortográficos.

Los tres se adentraron en la casa y tomaron asiento alrededor de una hoguera, mientras el abominable Yeti hacía los deberes con los osos.

Kaido miró a Daruu.

—Surreal no, lo siguiente —le susurró—. lo mejor será guardarnos la historia de este viaje para nosotros, porque si se lo cuentas a alguien, van a pensar que perdiste la cordura.

Después, se tomó el tiempo de ponerse cómodo e inspeccionó un poco el lugar. Acogedor, Hibagon había logrado armarse un hogar de la nada, de alimentarse por sí mismo sin tener que inmiscuirse en las vicisitudes de un pueblo lleno de humanos y muy a pesar de sus numerosas limitaciones, lo había hecho por sí sólo. Probablemente también habría podido deshacerse de los ladrones, aunque no así limpiar su nombre. Pero salvo esa excepción, y de que habían podido ver a un viejo amigo, el viaje hasta Yukio no había sido demasiado productivo.

—Oye. ¿Tú has comido carne de oso? ¿y si sabe mal? —le susurró—. como llegue a vomitar en cuánto la pruebe... la vamos a liar.
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#87
—Surreal no, lo siguiente —le susurró Kaido—. lo mejor será guardarnos la historia de este viaje para nosotros, porque si se lo cuentas a alguien, van a pensar que perdiste la cordura.

Daruu se encogió de hombros.

—O me preguntarán si el oso sabe parecido al pollo —añadió Daruu, jocoso.

—Oye. ¿Tú has comido carne de oso? ¿y si sabe mal? como llegue a vomitar en cuánto la pruebe... la vamos a liar.

—¿Te imaginas que sabe a pollo de verdad? —rio Daruu. Su estómago crujió. El muchacho se agarró la tripa como si temiera que ésta fuera a escapar de su vientre—. Pues no sé, Kaido. Seguro que sabe buena, bien cocinada. Es carne. Lo que yo dudo más es de que Hibagon la prepare bien. No es por dudar de él, pero... Bueno, ya sabes...

Hibagon apareció por detrás del muro. Con una mano sujetaba un enorme machete. Daruu se preguntó de dónde había sacado tamaña herramienta. Con la otra mano arrastraba por el suelo... uno de los osos.

—YO DEMOSTRAR. SEÑORES ENSEÑAR A HACER PIZZA. YO ENSEÑAR A PREPARAR OSO.

«Oh, no.»

—PRIMERO, COGER CUCHILLO. —Hibagon levantó el puñal.

«OH, NO, NO.»

—LUEGO, CLAVAR CUCHILLO EN OSO.SPLORCH.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA...
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#88
No, no se imaginaba que supiera a pollo. Podía ser carne, pero seguramente era dura y cartilaginosa. Sintió un nudo en la garganta que se enalteció cuando vio entrar a Hibagon desde la cocina improvisada, con el animal colgando en sus grandes manos como si de un peluche se tratase.

En la otra, sostenía un machete digno de su tamaño con el que podría arrancarle la cabeza a un elefante de un tajo. Kaido miró el filo de la cuchilla, luego al oso. Y finalmente a Hibagon.

—YO DEMOSTRAR. SEÑORES ENSEÑAR A HACER PIZZA. YO ENSEÑAR A PREPARAR OSO.

—Oye, Hibagon ... espera, no hace fal...

—PRIMERO, COGER CUCHILLO —Hibagon levantó el puñal y el escualo no pudo hacer más que renegar de la demostración culinaria. Quizás era que tenía el estómago revuelto, pero tuvo que apartar la mirada cuando el cuchillo se clavó de lleno en el animal—. LUEGO, CLAVAR CUCHILLO EN OSO.

¡SPLORCH! si el oso aún no estaba muerto, seguro que iba a sufrir.

—Vaya, es que eres ya todo un experto —comentó, jocoso—. quizás puedas abrir tu propio restaurante algún día, Hibagon. Piénsalo, podrías llamarlo ... no sé, "Delicias de Carámbano" o la ¡Abominable pizza de los Dojos jajaja!

jaja...

ja.


Sonrió nervioso mientras una gota de sudor le recorría la sien.

—Oye, no vayas a darme pam pam en el coco. Venga, hagamos esa pizza...
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#89
—¿PERO POR QUÉ NO MIRAR? —decía Hibagon—. TÚ SER DÉBIL. ESPERO QUE NINGÚN DÍA TENER QUE CAZAR TÚ. MADRE MÍA.

Daruu prefería ser débil. Prefería eso a presenciar cómo Hibagon despellejaba a un oso con un machete.

—Vaya, es que eres ya todo un experto —comentó Kaido, jocoso—. quizás puedas abrir tu propio restaurante algún día, Hibagon. Piénsalo, podrías llamarlo ... no sé, "Delicias de Carámbano" o la ¡Abominable pizza de los Dojos jajaja!

jaja...

ja.




—Oye, no vayas a darme pam pam en el coco. Venga, hagamos esa pizza...


Daruu, insconscientemente, se había alejado aproximadamente la distancia equivalente a dos pasos hacia atrás arrastrándose por el suelo. Pero a pesar de que los muchachos pensasen que la broma iba a ofender al yeti, todo lo contrario: es más, hay que recordar en estas situaciones que Hibagon suele tomar todo literalmente.

El enorme gorila blanco sonrió.

—¡IDEA BUENA! ¡PUEDE QUE HACER! —exclamó, y arrojó el oso y su pellejo a la "cocina"—. BUENO, YO IR A DESPELLEJAR OSO ADENTRO, QUE SEÑOR PELOPINCHO SER MUY DELICADO.

—Gracias...

El abominable ser se refugió de nuevo en las paredes del edificio.

—Por favor, Dios del Fuego, seas quien seas y que ojalá existas. Bendice esa carne quemando las evidentemente probables defiencias sanitarias del método de preparación de Hibagon. —Daruu rezó al cielo, y se dejó caer sobre el suelo—. ¿Dónde tendrá el horno, por cierto? ¿Y la harina? ¿En serio Hibagon se ha vuelto tan apañado? Aún recuerdo que tuviste que ir a buscar los ingredientes.
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#90
Pronto Kaido cayó en cuenta que quizás, aquella bromilla no había sido buena idea. Y no porque fuera a ser apaleado por el testarudo de Hibagon, sino por el hecho de que aquella bestia también solía tomarse todo a literal. Y es que de pronto, cuando el Yeti admitió que era una idea buena, el escualo tuvo que imaginarse a sí mismo y Daruu con un delantal de sirvienta, trabajando forzadamente como camareros de Delicias de Carámbano. Era una imagen graciosa pero agobiante al mismo tiempo.

Por suerte, el abominable no perseguiría ese sueño todavía.

—Por favor, Dios del Fuego, seas quien seas y que ojalá existas. Bendice esa carne quemando las evidentemente probables defiencias sanitarias del método de preparación de Hibagon. —Daruu rezó al cielo, y se dejó caer sobre el suelo—. ¿Dónde tendrá el horno, por cierto? ¿Y la harina? ¿En serio Hibagon se ha vuelto tan apañado? Aún recuerdo que tuviste que ir a buscar los ingredientes.

—No seas pagano, Daruu. Ese Dios déjaselo a los Uchiha —comentó, jocoso—. y ... sí, quizás se las ha apañado para consentirse con una pizza sin necesitar de señor pelolincho. ¡O! no tiene aún los ingredientes y estamos a sólo minutos de que alguno de los dos tenga que transitar un camino rápido. Y oye, ¿acaso viste tú un lago al pie de la montaña donde podamos caer sanos y salvos? porque yo no.

Rió, pero para no llorar.

—De todas formas, no me sorprende. Un ser como él no habría sobrevivido tanto tiempo si no se tratase de un tipo resolutivo. Seguramente habrá sido un muy buen samurái antes de que ese carámbano le jodiera la puta vida. ¿Recordará algo de su pasado, acaso?
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