22/10/2018, 19:47
Daruu entrecerró los ojos y apretó la mandíbula. Rio con rabia, y esgrimió una sonrisa desafiante digna de los colmillos afilados de su otro compañero, Umikiba Kaido.
—No me recuerdes nada, no hace falta —dijo—. Cuando vuelvas de ese examen con la placa plateada, volveremos a tener un combate. A ver si para cuando te patee el culo sigues fanfarroneando conmigo de esa manera. ¡Jum!
El muchacho se dio la vuelta con la bandeja bajo el brazo y volvió a sus quehaceres a buen ritmo.
—Dios, ni se te ocurra perder contra ese imbécil, Ayame —masculló Zetsuo.
—No me recuerdes nada, no hace falta —dijo—. Cuando vuelvas de ese examen con la placa plateada, volveremos a tener un combate. A ver si para cuando te patee el culo sigues fanfarroneando conmigo de esa manera. ¡Jum!
El muchacho se dio la vuelta con la bandeja bajo el brazo y volvió a sus quehaceres a buen ritmo.
—Dios, ni se te ocurra perder contra ese imbécil, Ayame —masculló Zetsuo.