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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
—Shanise habría enviado a alguien más capaz, eso es lo que habría pasado —replicó. Ayame podía sentir la ira vibrando en cada fibra de su ser, en cada paso que daba, en las salpicaduras que chillaban bajo los pasos de su padre—. O quizás no, yo ya no sé qué tiene en la cabeza. ¡Se negó a que yo fuera a buscarte! Y sabe perfectamente que tengo unas excelentes habilidades de rastre.o —Hinchó el pecho, orgulloso, y en ese momento pasaron por las puertas de la aldea para internarse en ella.

Ayame les dedicó una rápida despedida con un gesto de mano a los dos guardias que allí estaban, y a los que había terminado acostumbrando después de tantas idas y venidas, antes de volver a ponerse junto a su padre mientras se adentraban en la avenida principal.

—No habría servido de nada... —respondió, con un regusto amargo en la base de la garganta—. Me teleportaron lejos del estadio, a algún punto de las Llanuras del Silencio. Si no hubiera estado Daruu, para cuando me hubieráis encontrado...

Calló. No quería ni imaginar la posibilidad de haberse quedado ella sola con los dos Uzujines. No quería pensar en las posibilidades que habría desencadenado algo así. ¿La habrían llevado de vuelta al hospital como hicieron? ¿O fue la presencia de Daruu lo que les cohibió a llevar a cabo algo peor?

—Oye, ¿es necesario que el entrar o salir de una ilusión sea así de desagradable o era una licencia creativa tuya? —le preguntó en pos de cambiar de tema, con una sonrisilla, haciendo referencia al sentimiento de asfixia, a la parálisis y al espectáculo de luces y colores.
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#62
Pese a que Ayame seguía insistiendo en la idea de que aquél muchacho había sido una pieza clave en el incidente de Uzushiogakure, Aotsuki Zetsuo era un hueso duro de roer. Masculló algún que otro improperio y luego guardó silencio, mientras caminaban hacia su hogar a través de las largas avenidas y cruzando por los puentes los innumerables canales de Amegakure.

Y la niña no iba a dejar de poner a prueba su paciencia, no.

¿Es necesario que te hayas vuelto así de insolente, o es un producto secundario de haberte vuelto más segura de ti misma? —contestó Zetsuo, mordaz—. No se si alegrarme o enfadarme, y eso sólo me pone más nervioso. Me acabas de recordar a Karoi.

»Creo que sabes hacer Genjutsu, en caso contrario no serías hija mía —sentenció—. Sabes de sobra que es un arte sutil y controlado. Todo lo que hagas de forma adicional es una "licencia creativa", o más bien un instrumento para afectar a la mente y al corazón débil de la víctima.

Pronto llegaron a su calle. Zetsuo aceleró el paso; necesitaba tumbarse en la cama y dormir, dormir un largo tiempo. Metió la llave en la cerradura con prisa, y abrió, dirigiéndose hacia el ascensor.
[Imagen: K02XwLh.png]

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#63
—¿Es necesario que te hayas vuelto así de insolente, o es un producto secundario de haberte vuelto más segura de ti misma? —replicó él, y Ayame se sonrojó, intimidada—. No se si alegrarme o enfadarme, y eso sólo me pone más nervioso. Me acabas de recordar a Karoi.

—Puede que entonces sea un producto secundario de haber estado entrenando con él —se atrevió a bromear, sin embargo.

—Creo que sabes hacer Genjutsu, en caso contrario no serías hija mía —sentenció Zetsuo, pero Ayame torció el gesto. Su hermano era un completo negado para el Genjutsu y seguía siendo tan hijo suyo como ella, pero no quería desafiar su suerte y calló—. Sabes de sobra que es un arte sutil y controlado. Todo lo que hagas de forma adicional es una "licencia creativa", o más bien un instrumento para afectar a la mente y al corazón débil de la víctima.

«"Débil".» Repitió Ayame para sus adentros, chasqueando la lengua con evidente irritabilidad. Entrecerró los ojos y le dirigió a Zetsuo una breve mirada por el rabillo del ojo.

No se había olvidado de la promesa que se hizo a sí misma. Ambos tenían cuentas pendientes para cuando consiguiera el chaleco de rango medio y esa placa plateada, y no pensaba rendirse hasta haberlo conseguido.

Poco después llegaron al apartamento. La Pastelería de Kiroe seguía cerrada y, como cada vez que pasaba frente a ella, se le encogía el corazón al verla tan triste y solitaria. Zetsuo abrió la puerta del portal y, acelerando el paso, se dirigieron hacia el ascensor. No compartieron más palabras en aquel trayecto hasta el décimo piso y, cuando entraron en casa al fin, Ayame se dirigió con pasos pesados y cansados hacia el cuarto de baño para darse una buena ducha y después acostarse para dormir a pierna suelta... Aquella noche, y las que le siguieron, fueron las peores que pasó en mucho, mucho tiempo. Cada vez que cerraba los ojos las imágenes de un Daruu sin ojos e inundado de sangre se dibujaban en su imaginación y Ayame se despertaba una y otra vez entre sollozos y chillidos de terror, envuelta en una capa de sudor.
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