Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
28/01/2020, 16:57 (Última modificación: 28/01/2020, 16:59 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
El movimiento del marioentista del desierto fué rápido. El viejo samurai no pudo verlo venir y las garras de Mono se hundieron en su costado. Sus ojos perdieron el rumbo y un gargajo de sangre salió de su boca. Aquellos proyectiles iban demasiado rápido como para que el amejin pudiera bloquearlos, al menos después de haberse posicionado. Estos impactaron contra su compañero, clavandosele en la espalda. Kisame no sabía muy bien que haber. Su compañero ahora estaba herido y había fallado en su único trabajo, cubrir la retaguardia.
El momento de tensión en el que el mapache se sintió asustado. No podía cobijarse en su madriguera pues la enorme espada que caía desde arriba amenazaba con destrozar el arma del otro shinobi. Sacó sus garras y cargó como hacía siempre que se sentía en peligro, hizo ahora una serie de sellos todo lo rápido que sus manos le permitían para luego dejarse caer sobre ellas en el suelo. El hecho de recibir ese golpe denotaba claramente que aquel samurai no se estaba empleando al cien por ciento. Era algo tan evidente para quien observara el enfrentamiento que no podía pasarse por alto pero ambos ninjas estaban concentrados en el fulgor de la pelea y para ellos eso era totalmente desconocido.
-Doton: Retsudo Tenshō! -Volvió a anunciar con las manos pegadas al suelo.
El suelo bajo el hombre se volvió a resquebrajar y, en segundos que parecieron minutos la espada cambió su trayectoria por el suelo que se rompía bajo sus pies, cayendo nuevamente sobre la técnica de tierra de aquel ninja. Esta vez el golpe no fué tan escandalosas pero las rocas eran más puntiagudas y peligrosas. El hombre quedó tendido boca arriba mirando al cielo. Volvió lentamente su mirada hacia la niña.
-Rika, corre... -Pudo decir antes de caer inconsciente por el tremendo dolor que sentía.
La niña salió corriendo, saltando agilmente entre las piedras del suelo hacia el hombre, con lágrimas resbalando sobre sus mejillas. No parecía tener más de quince años. Era una chica de porte atlético y una larga melena naranja que ahora hondeaba al viento mostrando su triste gesto y un rostro sembrado de pecas.
-NOOOO, PAPAAAA -Vociferó la cría una vez hubo llegado hasta su padre, ahora inconsciente sobre las afiladas rocas.
- PV:
52/200
– (Hemorragia)
- CK:
60/60
–
- Daño provocado: 12 PV/corte e impacto directo con cada shuriken.
- Acciones ocultas: 0
¤ Bandana Ninja
¤ Portaobjetos básico
¤ Kemuridama, Bomba de humo (3)
¤ Comunicador básico
¤ Hilo shinobi
¤ Doton: Retsudo Tenshō ¤ Elemento Tierra: Desgarro de Palma de la Tierra Retorciéndose - Tipo: Ofensivo (contundente) - Rango: C - Requisitos:Doton 10 - Gastos:
12 CK
(Doton 20) (multiplicable x2)
(Doton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV - Efectos adicionales:(Doton 80) La tierra puede romperse en parábola, aunque sólo alcanzará su radio máximo cuando se encuentre a 3 metros del objetivo. - Sellos: Jabalí → Buey → Sello específico de la técnica - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
La técnica avanza 5 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
La técnica avanza 8 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, esta técnica causa que la tierra frente al usuario se retuerza sobre sí misma, rompiéndose, desequilibrando a los adversarios y causándoles daños debido a las rocas puntiagudas y a la gravilla. Cuanto más chakra se añada a la habilidad, más grande será la destrucción del terreno y más dañina sobre los oponentes.
El golpe de Takumi acertó, pero a su compañero no le dio tiempo a formar otro muro y los dos shurikens se clavaron en la espalda, provocándole un gran dolor que se reflejó en su cara. «¡Agghhhhh! ¡Mierda joder!» Había dolido, si, pero podía aguantarlo bien, al menos mejor que un posible espadazo. Inmediatamente después el mapache de Kisame le aplicó otro golpe, parecía que este combo iba a dejar ya fuera de combate al samurái, pero aún vino más cuando el amejin tras una cadena de sellos volvió a resquebrajar el suelo. El viejo acabó sangrando profusamente tirado boca arriba en el suelo y miró a la niña.
—Rika, corre... —Se desmayó.
En ese momento la niña salió de la cueva, no era mucho más pequeña que los shinobis y su melena anaranjada hondeaba al viento. Se estaba acercando velozmente al hombre, estaba... ¿llorando? «¿Qué? ¿Por qué está llorando?»
—NOOOO, PAPAAAA —«¿Pero qué...? ¿¡PAPÁ!? Vamos no me jodas...»
El marionetista se quitó los shurikens de la espalda con la ayuda de Mono y miró con una marcada preocupación a su compañero. Sin esperar respuesta se acercó un poco a la chica y sin cambiar un ápice su expresión se dirigió a ella.
—Perdona chica... ¿Cómo que papá? ¿No te tenía secuestrada? —Se estaba mareando, sabía lo que era perder a un padre y no quería ser él el causante de que nadie pasara por lo mismo por un error así.
El amejin no daba crédito a lo que acababa de pasar. La niña estaba desatada ahora, pero antes parecía amordazada. El supuesto secuestrador era... Su padre? No podía entender lo que estaba ocurriendo. Quizás si hubiera conocido a su madre hubiera podido tener más empatia hacia la chica y compadecerse de ella por perder a un progenitor, pero ese no era el caso. A aquel hombre le quedaban minutos para acabar muriendo irremediablemente y era demasiado corpulento como para poder llevarle de vuelta al pueblo entre los dos. Aún no tenía suficiente práctica con las invocaciones como para llamar a Heishi como hacía su padre, así que las opciones se acababan.
Miró a su compañero y luego a la niña con gesto neutro y se acercó a Takumi, posándole la mano izquierda en su hombro derecho sin mirarle, sin apartar la mirada de la niña. No se le ocurría nada que hacer. Si fuese una zona aislada sería muy sencillo hacer un torniquete e intentar llevarlo, pero se trataba de un brazo, toda la espalda y su pierna. Ahora podía ver que aquel hombre no había dado toda su fuerza para aquella pelea, de lo contrario, habrían muerto muy posiblemente.
-No te culpes, nosotros hicimos lo que debíamos -Dijo a su compañero intentando calmar la situación.
-Si, es mi padre... Y se va a morir. Ya sabía yo que no era buena idea... -La niña parecía desconsolada y abrazaba el cuerpo de su padre, intentando sacarlo del infierno de rocas puntiagudas que uno de los shinobis había formado.
Era sorprenderte ver como aquella chica podía mover en parte el cuerpo de aquel hombre, aunque poco a poco, ya casi había conseguido sacarlo de aquella peligrosa zona. Al verla hacerlo, se veía como los músculos de sus brazos se tensaban, dejando entrever que posiblemente aquella chica tuviese más potencia física que ambos dos juntos. Y llegado a este punto, era ridículo pensar que era pura genética. Era casi seguro que se había entrenado, para algo.
Kisame se acercó y le posó la mano en el hombro. Pese a lo complicado de la situación su cara se mantenía hierática, como si no hubieran dado una paliza de muerte a un padre delante de su hija.
—No te culpes, nosotros hicimos lo que debíamos
—¿Lo que debíamos? Dios si es que no era ni una misión oficial siquiera. La madre de esta chica nos ha engañado para hacer esto, esa señora tenía que saber que este era el padre, vio el kasa de hierro, es algo muy reconocible. —Estaba comenzando a respirar nerviosamente, tenía las manos manchadas de sangre por culpa de la señora. —¿¡Cómo no me voy a culpar!? ¡Va a morir en los brazos de su hija y nosotros somos los culpables!
—Si, es mi padre... Y se va a morir. Ya sabía yo que no era buena idea...
Se acercó a la niña, la veía destrozada, le recordaba vagamente a él mismo cuando perdió a sus padres. Dejó a su marioneta en el suelo y desconectó los hilos de chakra.
—Se que no es perdonable lo que acabamos de hacer, pero por favor, déjanos ayudarte. No sé un vendaje improvisado o algo.
1/02/2020, 17:46 (Última modificación: 1/02/2020, 17:48 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
La niña comenzó a tensar sus músculos con fuerza y a respirar agitadamente. Parecía estar conteniéndose de hacer algo, pero su rostro no daba demasiadas pistas dado que su cabello se lo tapaba mientras miraba a su padre, respirando cada vez más exageradamente, entrecortándosele con los llantos y las lágrimas que manaban de sus ojos. Alzó la sombría mirada hacia los genin mientras se levantaba, aún con el cabello tapándole los ojos y los puños cerrados, con los brazos pegados al cuerpo.
-Mi padre pensaba que si os mataba, podría vender luego vuestras pertenencias. Solemos hacer esto de vez en cuando cuando vemos que algún shinobi se acerca a la ciudad. Es nuestra forma de ganarnos la vida.No, no necesito vuestra ayuda. Él esperaba que os rendiríais y os subestimó, pero yo no lo haré... Así que iros antes de que cambie de opinión y os tenga que partir las piernas -Dijo la niña sin mirarles a la cara directamente, con la voz entrecortada por las lágrimas.
Kisame se sentía bastante mal y podía entender a Takumi, pero lo que su padre le había enseñado es que el camino ninja de la familia Taka era sobrevivir a toda costa por encima de cualquiera, y que una muerte en batalla nunca es en vano y siempre es honorable. Buscó las palabras adecuadas para transmitírselo al marionetista, intentando, con bastante éxito pero un gran esfuerzo, disimular lo afligido que se sentía por lo que acababan de hacer.
-Takumi, vámonos. Creo que quiere pasar los últimos minutos con su padre. No podemos llevarle al pueblo, ese hombre debe de pesar más de cien kilos y... Sólo míranos, ni siquiera podríamos moverlo. Unos mueren para que otros vivan, ese es mi camino ninja -Se limitó a decirle, dándole una palmada en la espalda.
La reacción de la chica hizo que Takumi no se llegara a acercar completamente, entonces se puso de pie dirigiendo una poco amigable mirada hacia los dos chiquillos.
—Mi padre pensaba que si os mataba, podría vender luego vuestras pertenencias. Solemos hacer esto de vez en cuando cuando vemos que algún shinobi se acerca a la ciudad. —En ese momento conectó todos los cabos sueltos, entendió la situación. «De puta madre, era una trampa todo desde el principio...» — Es nuestra forma de ganarnos la vida.No, no necesito vuestra ayuda. Él esperaba que os rendiríais y os subestimó, pero yo no lo haré... Así que iros antes de que cambie de opinión y os tenga que partir las piernas.
No estaba bien esto, nada de lo que había pasado. ¿En qué momento una familia entera tiene que tomar este camino para sobrevivir? ¿Qué iban a hacer ahora la chica y su madre tras la muerte del padre? El kazejin estaba furioso, cerrando los puños con fuerza, impasible frente a la situación.
—Takumi, vámonos. Creo que quiere pasar los últimos minutos con su padre. No podemos llevarle al pueblo, ese hombre debe de pesar más de cien kilos y... Sólo míranos, ni siquiera podríamos moverlo. Unos mueren para que otros vivan, ese es mi camino ninja —Kisame intentó calmar la situación.
—Tienes razón, lo mejor será irnos de aquí. —Pero antes de emprender la marcha se dirigió a la joven. —Chica, que sepas que te comprendo. Yo también me tuve que ganar la vida desde pequeño, perdí a mis padres y a mi hermano muy joven. Pero esa no es razón para rendirse y relegarse a una mala vida. Alístate en una Academia Shinobi, entrena, gánate la vida justamente y lucha contra las injusticias; tú mejor que nadie debes saber las injusticias que hay en este país, lucha por un mundo mejor. —Se giró y comenzó a andar hacia el lado contrario, pero antes de desaparecer giró su cabeza otra vez hacia ella. —Si al final te decides vete a Uzushiogakure y pregunta por Tsukisame Takumi, el Kazejin. Prometo ayudarte.
Ahora sí, el marionetista selló a Mono en el pergamino y se acercó al amejin colocando una mano en su hombro.
El pelinegro escuchó las palabras de su compañero bastante sorprendido. No esperaba que fuese a ser tan comprensivo después de cómo les habían hablado tanto el padre como la chica en aquel encuentro. Hanabi-sama siempre había sido conocida por ser una kage sabia y honorable y no le extrañaba que parte de ese carácter hubiese sido inculcado en sus soldados shinobi. Al contrario que Takumi, el mapache había sido criado en una aldea con unas costumbres diplomáticas mucho más rudas y no podía dirigirle tan amables palabras a alguien que les había amenazado de esa manera, por lo que simplemente hizo un gesto con la cabeza a su tanuki y esperó a que el marionetista recogiese su arma, antes de irse.
-Vamos, si -Respondió mirando brevemente hacia la chica y luego guiando en el camino de vuelta, tal y como habían hecho a la ida.
Estaba algo confuso por lo que acababa de ocurrir, pero las últimas declaraciones de aquella chica le habían enseñado una gran lección: En momentos de necesidad uno se agarra a lo que sea necesario para sobrevivir. No había que ser un genio para deducir que aquel hombre era un gran espadachín, y que su hija, posiblemente, por el físico que presentaba quizás sabría defenderse también con y sin espada. Esperaba no tener que encontrárselos en otro momento, porque seguramente en otra situación se vería obligado a no ser negligente. Siempre era complicado provocar una situación así, pero si algo había aprendido del viejo Ichiro era que una muerte nunca era en vano, porque habitualmente eso significaba que otra persona viviría, y eso era lo que mantenía su conciencia tranquila para desempeñar aquel estilo de vida que era ser shinobi.
El camino de vuelta se hizo más sencillo, quizás porque ya no buscaban a nadie, ni tenían prisa, o simplemente porque ya no estaban en tensión por lo que había ocurrido, pero Kisame no le dijo ni una sola palabra hasta casi haber llegado al pueblo. Antes de separarse, tenía que decirle algo.
- En primer lugar, Takumi, deberías curarte antes de partir -Dijo sin mirarle -Y... Podemos ir a contarle a aquella mujer lo que ha ocurrido, creo que mínimo tenemos que avisarla de esto -Sugirió mientras seguía caminando a ritmo lento.
No recibió respuesta de la chica, tampoco lo esperaba. Le había dicho que de ir a Uzushiogakure preguntara por él, pero no era nadie en la aldea, nada más que un genin que acababa de graduarse.
—Vamos, si. —Respondió el amejin mientras emprendía el camino de vuelta.
Takumi le siguió en silencio, estaba afectado por lo que acababa de pasar, había matado a un padre delante de su hija. Matar no era el problema, el problema era hacer perder a una familia la figura paterna, a una familia que tenía que robar para sobrevivir. No estaba seguro de que la joven se decidiera ir a su villa y entrenarse como shinobi, pero estaba seguro de que si ese caso llegaba a darse se esforzaría para ayudarla. En cierto caso le recordaba a él en Inaka, sobreviviendo a cualquier coste. No hablaron en todo el camino de vuelta, pero casi llegando a la ciudad de nuevo Kisame se dirigió al marionetista.
—En primer lugar, Takumi, deberías curarte antes de partir.
—Na tranquilo, luego a la noche ya me encargaré de hacerme unas curas, son unas heridas no muy graves.
»Y... Podemos ir a contarle a aquella mujer lo que ha ocurrido, creo que mínimo tenemos que avisarla de esto.
—Me parece buena idea la verdad, además quería ir si o sí a hablar con la señora. Al menos para ver si consigue razonar un poco y habla con la niña para que se gane la vida dignamente, ella está a tiempo de salvarse.
El pelinegro asintió convencido. Él también quería dárle el pésame a aquella mujer, aunque no quisiera ningún tipo de explicación. Para él, ahcer eso estaba, obviamente mal, pero no podía culparles ni iba a intentar cambiarles su forma de pensar. Respetaba la decisión de Takumi de intentar llevar a aquella familia por el buen camino pero no la compartía. Creía firmemente que quien era malo, lo sería de por vida y eso era algo que no se podía cambiar tan fácilmente.
Caminó por las calles del pueblo tranquilamente. Ahora que su animal no estaba rastreando, simplemente caminaba al lado de Kisame, como si fuese un perro bien educado. Parecía que a aquellas horas la cantidad de transeúntes que se podían ver habían reducido su número drásticamente, acinándose en las tabernas y locales de entretenimiento y esparcimiento que había en la zona.
Una vez atravesaron varias calles, llegaron a un barrio algo más pobre que la media. Era fácil identificar que la casa de aquella mujer estaría allí, como la vez anterior cuando la habían visto. No era demasiado grande, por lo que tras doblar una esquina pudieron verla al fondo de la calle. No tenía intención de quedarse demasiado, por lo que caminó hasta ella y se volvió a su compañero.
-Creo que es esta, prefieres habalr tú? -Preguntó a su compañero, pues sabía que se sentía mal y seguramente prefiriese hablar él.
Recorrieron las calles de la zona baja de la ciudad hasta que, tras callejear un rato, se veía a lo lejos la casa de la señora.
—Creo que es esta, ¿prefieres hablar tú?
Takumi quería hablar con la señora, si, pero recriminarle nada no era la mejor opción. Le iban a comunicar que acababan de matar a su marido hacía escasos momentos y lo habían dejado desangrándose junto a su hija, no era algo fácil de digerir como para que luego le fuera recriminando nada. Además entendía la situación, habiéndose criado en Inaka sabía que estas prácticas o similares eran la unica opción para muchas familias; el pueblo no tiene la culpa de vivir bajo el gobierno de avaros déspotas que no les dejan otra opción que el crimen para sobrevivir. Pero lo que tenía claro era que le quería decir es lo mismo que a la niña, la señora era ya mayor, pero la chiquilla parecía que tenía capacidades para ser una buena shinobi y eso era una mejor opción para ganarse la vida.
—De momento no, comunícale lo de su marido tú, tienes más labia que yo para ello seguramente. Eso si, cuando acabemos déjame decirle unas cosas... No es nada ni me voy a propasar, pero creo que debe entender que su hija aún esta a tiempo de salvarse, no tiene por qué quedar relegada a una vida de crímenes continuos. Nadie de más o menos nuestra edad debería pasar por eso.
5/02/2020, 15:09 (Última modificación: 5/02/2020, 15:09 por Taka Kisame.)
El amejin asintió. No le gustaba demasiado tener que dar esas noticias, pero se limitaría a seguir el protocolo, como lo haría en una misión oficial. Decir que ha muerto sería quizás algo arriesgado ya que elos sólo le habían visto herido de gravedad, así que sólo le diría eso. Se acercó a la puerta y picó con fuerza dos veces utilizando sus nudillos, esperando a que la señora le abriera. Pasó un largo rato, hasta que por fin la señora abrió, pero ahora su gesto era neutro, más que preocupado.
-Buenas tardes. Me veo obligado a comunicarle que el susodicho hombre de la kasa de hierro está herido de gravedad cerca de una cueva que hay a no más de medio kilómetro del pueblo. Tranquila, sabemos que es el padre de la chica. Ella se quedó con él cuando nos fuimos. Desconozco si es su marido, pero debía darle la noticia -La señora se quedó asombrada, pero no se disgustó, simplemente miró a los alrededores y luego se dirigió a ellos.
-Pasad, debo contaros algo -Comentó la mujer en tono muy bajo, quizás esperando que nadie más los escuchara.
El mapache y su dueño asintieron y entraron tras el umbral siguiendo a la mujer, haciéndole también una seña a Takumi para que los siguiera. La situación era realmente extraña, así que extremó las precauciones por si algo malo ocurría. La señora que ya estaba descalza continuó, pero Kisame se quitó las tabi, dejándolas a un lado para continuar. La mujer los condujo atravesando el recibidor y abrió una ajada puerta de papel a su derecha mostrando una sala que parecía ser un salón. En ella, se veía una mesa baja, con un viejo trapo en cada uno de sus lados, con un centro de mesa hecho con un jarrón de barro y unas flores silvestres que parecían frescas.
-Esperadme aquí, si sois tan amables, voy a preparar un té -Dijo la mujer antes de irse en línea recta hacia la cocina de la casa, que estaba justo al lado de la habitación de la niña. El pelinegro, algo extrañado la hizo caso y tomó asiento allí, mirando a Takumi. Pero al final del pasillo, entre la habitación de la niña y la cocina había una especie de despensa en penumbra iluminada por una vela, cosa que el amejin no alcanzó a ver con claridad, quizás su compañero...?
Bien, volvemos a utilizar la mecánica de tirar percepción. Tira tantos dados como tu percepción/10 y pásame los resultados por privado. Si sacas más de 4, verás alguna cosa sin importancia, si sacas un 7 verás algo diferente y si sacas un 9 o más... Me lo reservo hasta que vea tu tirada. Puedes utilizar dados físicos o la página que te pasé la otra vez, la cual te voy a dejar aquí mismo.
Llamaron a la puerta, la señora tardó en abrir, pero cuando les recibió su cara era diferente a cuando les interceptó para "rescatar a su hija".
—Buenas tardes. Me veo obligado a comunicarle que el susodicho hombre de la kasa de hierro está herido de gravedad cerca de una cueva que hay a no más de medio kilómetro del pueblo. Tranquila, sabemos que es el padre de la chica. Ella se quedó con él cuando nos fuimos. Desconozco si es su marido, pero debía darle la noticia. —Rápido, preciso y sin anestesia. «Como ha de ser.»
—Pasad, debo contaros algo.
Kisame y su tanuki entraron, le hicieron un gesto para que les siguiera. El genin de Uzu entró, pero no se fiaba, la señora se lo había tomado demasiado bien. Esta última les guió hacia una sala que parecía un salón.
—Esperadme aquí, si sois tan amables, voy a preparar un té. —Dijo antes de marchar para la cocina.
Takumi imitó al amejin y se sentó, pero mientras estaba sentándose vio una especie de habitación de la que expelía un tenue brillo. Tampoco le dio demasiada importancia porque, a parte de no tener ni idea de lo que podría ser, estaba dando vueltas a la cabeza porque no se fiaba ni un pelo de la señora.
—Psssss, Kisame-kun. —Susurró a su compañero. —No es por ser malpensado, pero no me fío nada de la señora. Creo que trama algo, mantente alerta por si acaso.
9/02/2020, 14:45 (Última modificación: 9/02/2020, 14:47 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
El amejin asintió ante las palabras de Takumi. Estaba claro que no podían bajar la guardia, pero, sinceramente, le parecía casi imposible que, dentro de su casa, aquella mujer se fuese a poner violenta con ellos. No obstante, después de lo que habían visto nada podía sorprenderle. Se arrodilló en uno de los trapos del suelo y esperó pacientemente a la mujer de la casa, la cual apareció con una tetera de aspecto caliente, una urna de peltre y tres viejas tazas de cerámica, las cuales repartió a cada uno de los que allí estaban. Llenó las tazas con agua y colocó la urna en el medio de la mesa para que cada uno echase la cantidad de té que desease. El pelinegro tomó un poco en su taza y lo tapó con la mano, esperando a que la mujer hablase. Estaba atento a todos sus movimientos, pero no de forma belicosa sino mas bien por si fuese a intentar algo en el momento en que estuvieran desprevenidos.
-Bien... A decir verdad, como supongo que ya sabréis, esto es a lo que nos dedicamos. Si mis palabras sirven de algo, simplemente quería pediros disculpas por todo lo ocurrido y... Deciros que yo jamás he estado de acuerdo con lo que el padre de la niña quiere hacer para mantenerla. Yo siempre prefería trabajar, o mandar a la niña a alistarse a la guardia, siempre lo he preferido. -hizo una breve pausa y por primera vez les miró a los ojos -Quería que aceptaseis esto a modo de pago, no es mucho pero es todo lo que puedo daros -Dijo, sacando un pequeño saquito y dejándolo encima de la mesa. No sonaba metálico, sino más bien parecía arroz, o alubias, quizás algún tipo de legumbre -Aceptadlo, por favor y... Os sugiero que os vayais antes de que llegue la niña con su padre, seguramente esté muy enfadada por haberles salido mal todo esto... -La voz de la mujer sonaba avergonzada. Ya no estaba preocupada, sino más bien avergonzada.
Quizás se sentía preocupada antes por si su hija saliese herida. No parecía que aquel hombre fuese su marido, ni siquiera que le importase, simplemente estaba muy claro que aquella mujer vivía por y para su hija, y que lo que allí hacían, ella no lo aprobaba en absoluto, no obstante, Kisame no se acababa de creer lo que veía, escéptico, como siempre, miró a su compañero para ver su reacción, o esperar a ver qué tenía que decir él. Desde luego, el de Amegakure no pensaba pronunciar una sola palabra de momento.
Takumi imitó a su compañero con el té. La señora parecía tranquila pero seguía sin fiarse ni un pelo.
—Bien... A decir verdad, como supongo que ya sabréis, esto es a lo que nos dedicamos. Si mis palabras sirven de algo, simplemente quería pediros disculpas por todo lo ocurrido y... Deciros que yo jamás he estado de acuerdo con lo que el padre de la niña quiere hacer para mantenerla. Yo siempre prefería trabajar, o mandar a la niña a alistarse a la guardia, siempre lo he preferido. —«Esto si que no me lo esperaba, pero bueno, va a ser más sencillo convencerla de que mande a su hija a Uzushiogakure.» —Quería que aceptaseis esto a modo de pago, no es mucho pero es todo lo que puedo daros. —Les dejó en la mesa una bolsita. —Aceptadlo, por favor y... Os sugiero que os vayáis antes de que llegue la niña con su padre, seguramente esté muy enfadada por haberles salido mal todo esto...
El kazejin no sabía si creerse todo esto, a la señora le importaba muy poco que le dijeran que acababan de asesinar al padre de su hija y encima les quería pagar por eso.
—Gracias pero no puedo aceptar nada en pago. Usted y su hija lo necesitan mucho más. —En su cara se formó una expresión muy seria. —Nos iremos antes de que llegue su hija, no queremos crear más discordia. Pero una cosa, usted dijo que preferiría que su hija trabajara o se metiera en la guardia. Le voy a dar otra opción, a ella ya se lo comenté, mándela a Uzushiogakure y allí me encargaré de que se adiestre como una shinobi, creo que tiene potencial. Y sé que está lejos, pero el sueldo no está nada mal y es una forma más que digna de ganarse la vida. —Le dio un buen trago al té y se puso de pie. —No la molestamos más, piense en lo que la he ofrecido y coméntelo con su hija. Un saludo. —Miró al amejin. —¿Nos vamos Kisame-kun?
La mujer le miró algo sorprendida y guardó su bolsita, para luego darle otro trago al té pensativa. Parecía sentirse mal por lo ocurrido, y su gesto era bastante sincero. Escuchaba atentamente lo que el genin de la arena le estaba diciendo. Asentía cada frase, parecía gustarle la idea, después de todo ser shinobi tiene mucho más reconocimiento que ser un simple guardia...
-Intentaré convencerla, aunque no quiero mencionarle ninguna aldea en concreto, no quiero que piense que habéis estado aquí... Y bueno, tened buen viaje y de verdad, siento las molestias... -Comentó en tono bajo y con gesto preocupado.
El de Amegakure se levantó sin decir nada tras acabarse el té de un trago y miró a la mujer, pero no dijo palabra alguna, simplemente asintió ante su compañero y ambos abandonarían la casa sin decir absolutamente nada, quedándose la mujer allí, ensimismada en sus pensamientos. Aquello le había dejado algo pensativo. No quiso decir nada hasta que se alejaron unos metros de la casa, entonces, se detuvo y miró a Takumi.
-Oye, creo que lo de hoy no va a quedarse aquí, voy a tratar de seguir de cerca a esta gente estos días que me voy a quedar por aquí. Espero volver a verte pronto. Si descubro algo, te haré llegar como sea algún mensaje, sino, nos veremos al final de Despedida en Yachi, qué te parece? -Propuso Kisame con gesto serio pero sincero.
Algo tenía en mente, en su cabeza rulaban decenas de ideas, tantas, que incluso ni siquiera podría expresarlas con palabras, necesitaba meditarlas durante esos días y planear algo durante los siguientes meses antes de su siguiente encuentro, en Yachi a final de año.