Juro suspiró, mientras escuchaba todas las cosas que le decía Nabi. Sí, la verdad es que se sentía ofendido por sus palabras, y debería decirle algo, pero simplemente no merecía la pena. Por eso, decidió pensar en sus cosas mientras el chico no rubio decía sus cosas.

« El agua está bastante caliente, pero Katsue no tiene razón. Esto no es tan relajante como decía. Aunque bueno, supongo que esta situación estresa a cualquiera, ¿no? ¿Puedes estresarte en un lugar desestresante? Supongo que sí. Pero menuda paradoja, ¿no? »

— No me ve como a un compañero, apenas me ve como un amigo. Es increíble que no me tenga un poco más de aprecio que a ti cuando nos hemos criado juntos.

Juro emitió un largo suspiro.

— Ya te has desahogado, ¿no? — murmuró —. Prefiero no hablar del examen ni de lo sucedido, porque ya no tiene remedio. Lo que sí te voy a decir es que te estas comportando de forma bastante infantil, ¿sabes? Lo que te duele no es que Eri te haya puesto en entredicho delante de mí, sino creer que ella me ha preferido a mí antes que a tí.

» Por mucho que digas que es rencorosa, yo creo que Eri es una persona sensata, que toma sus decisiones. No es que me prefiriese a mí o te odiase a tí. Es simplemente que Eri hizo lo que ella creía que era más correcto en ese momento — dijo Juro, cruzandose de brazos —. ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué te ayudase en tu venganza? No puedes obligar a una persona a hacer lo que tú quieres, Nabi,por mucho que seais compañeros de villa. Si ella cree que está mal lo que haces, tiene todo el derecho del mundo a criticarte. Claro que la lealtad a la villa y el compañerismo es importante, pero cada uno tiene un sentido del deber. Y desde luego, enfadarse no es traicionar a un compañero de villa.

Estaba claro que entre Juro y yo no íbamos a descubrirnos nada nuevo. Él seguía con su opinión y yo con la mía, yo era inamovible y no iba a mover a nadie a ninguna parte, todo eso estaba más que claro a estas alturas de la vida. Repetir en bucle que Eri era buena gente y que seguro que todo iba bien. No quería un paño caliente en el que apoyarme a dormir calentito.

No quería nada.

— Mira, tú no quieres hablar del examen y yo no quiero hablar de Eri. Así que podemos hablar de si son mejores los shurikens o los kunais o de la comida que es mejor para los canarios. Pero vamos a pasar página respecto al evento que seguramente rompiese el pacto para siempre y el evento que dinamitó la única amiga que he tenido en mi triste vida.

Me sumergí más en el agua caliente, intentando olvidar la situación explosiva política global o mis problemas personales.

Nabi al final estalló, diciendo que no quería hablar de nada relacionado con los problemas que habían estado ocurriendo, y luego se sumergió en el auga.

Juro suspiró. Supuso que él estaba igual, no quería saber nada en ese momento.

« Solo vine a relajarme un rato »

Ambos permanecieron callados durante unos minutos, simplemente disfrutando del agua, del silencio, y de sus propios conflictos internos sin resolver, que parecían persistir, por muchos baños termales que se tomaran. Era inevitable, supuso. Solo quería olvidarse de ellos un rato.

— ¿Dónde has dejado a Stuffy? ¿En la habitación del hotel? — murmuró Juro. No es que fuese un gran tema de conversación, pero algo era algo.

— ¿Dónde has dejado a Stuffy? ¿En la habitación del hotel?

— Sí, tampoco es muy fan de los baños. Ni creo que lo hubiesen dejado entrar.

El intento de Juro no dejaba de ser eso, un intento. ¿De qué íbamos a hablar ahora que no podíamos confiar casi nada el uno en el otro? Cualquier cosa que pudiese preguntarle o que él pudiese preguntarme me sonaría a que uno le estaba sacando información al otro. Hasta el punto que era un dolor de cabeza solo pensar en qué decir.

— Supongo que ascendiste a Chunin al final. — Al fin y al cabo eras el único participante de Kusagakure.

Pocas veces me había callado cosas que quisiera decir, muchas otras había omitido detalles que no era necesario comentar, pero esta vez era diferente. La tensión era casi palpable, había omitido la segunda parte de mi pensamiento porque no quería volver al tema del que acabábamos de salir. La estupidez de las villas.

Juro esbozó el fantasma de una sonrisa cuando escuchó lo que le dijo Nabi. Si, Stuffy no era muy fan de los baños. Nunca conoció a ese perro lo suficiente, pero supuso que en general, muchos animales no les gustaba bañarse.

« La última vez que lo ví fuera para... » — No, no le guardaba rencor al perro. Aunque nunca había conectado con él, su odio no iba dirigido a la criatura.

— Supongo que ascendiste a Chunin al final.

— A Jounin — le corrigió Juro. No tenía ganas de decirlo, pero supuso que mentirle más no iba a arreglar la situación —. Tuve el ascenso hace poco, y he estado bastante ocupado, la verdad. Ahora tengo más responsabilidades, pero aún me estoy acostumbrando

— A Jounin. Tuve el ascenso hace poco, y he estado bastante ocupado, la verdad. Ahora tengo más responsabilidades, pero aún me estoy acostumbrando

Ahora tingi mis rispinsibilididis, mimimimi. Aguanté estoico mientras hablaba del alto cargo que ocupaba y lo feliz que era con ello, lo orgulloso que estaba de ser importante en la villa y haberse saltado un rango al ascender. Estuve muy tentado a soltarle un "PUES ERI ES MEGA JOUNIN" pero desvelar información de más al enemigo estaba fuera de lugar en ese contexto.

— Me alegro por ti. Tampoco me extraña demasiado, hiciste muy bien las pruebas que Amegakure nos dejó hacer con normalidad. Pero, cuentame. ¿Cómo son los entresijos del mundo de los Jounin? ¿Ya tienes algún Genin bajo tu tutela?

En cualquier caso, Juro estaba más tenso que un amenio en el desierto, pero no parecía algo que yo pudiese arreglar, por lo menos, no con mis dotes comunicativas, si le decía que no estuviese tan tenso igual se ponía más tenso, no sería la primera vez que sucedía.

— Me alegro por ti. Tampoco me extraña demasiado, hiciste muy bien las pruebas que Amegakure nos dejó hacer con normalidad. Pero, cuentame. ¿Cómo son los entresijos del mundo de los Jounin? ¿Ya tienes algún Genin bajo tu tutela?

Nabi mostraba la misma alegría que hubiera tenido si le acabara de insultar en la cara. Pero a Juro no le importó. No solo por lo tensa que era la situación, sino por qué sabía que estaba siendo políticamente educado.

— Bueno, aún soy muy nuevo en esto. Tengo más tareas por la villa, y no tengo tanto tiempo para hacer escapadas como esta. Ya sabes, controlar, vigilar, misiones — dijo Juro, encogiéndose de hombros. Luego, pensó un poco por la segunda pregunta de Nabi —. Lo cierto es que sí. Me asignaron a un genin hace poco. Un alumno descarriado que necesitaba una atención más individualizada que los típicos grupos de tres.

Juro se echó para atrás, y observó otra vez el cielo, exhalando un suspiro.

— Con mi experiencia, aún no puedo hablar, pero es satisfactorio. Incluso divertido. Creía que sería mucho más duro, pero cuando conectas con el alumno, te sorprendes — admitió —. Pero bueno, tampoco quiero enrrollarme con eso. ¿Sabes que aún no he vuelto a pasar por Minori desde... bueno, lo que pasó? A veces me pregunto como estará esa anciana y su extraño negocio de emparejamientos.

Escuché a Juro, al Jounin Juro, a J.J., así le llamaría ahora, Jota jota. Doble Jota. La cuestión, conforme me contaba como era su nueva vida como alto cargo de su villa y como ya tenía hasta su vasallo personal que le limpiaría los lugares del crimen cuando tuviese que matar a alguien y encubrirlo, me di cuenta de que no podía mantener mi enfado con él.

No era capaz de verle como un superior tampoco y, gracias a Shiona-sama, tampoco tenía que hacerlo, porque como era de otra villa no tenía autoridad sobre mi sexy cuerpo. Le veía como a un cachorrillo, intentando impresionarme porque ha aprendido un truco nuevo, ¿como iba a enfadarme con él? Si solo le faltaba mover la colita de un lado a otro. Lo cual era posible en esas circunstancias.

Cambié de tema mental porque la imagen no era del todo halagüeña.

— Yo tampoco he tenido tiempo para estar de turismo. Ha sido bastante locura, la verdad.

Me pasé una mano por el pelo, dejandomelo todavía más alborotado.

— Me alegro de que te vaya bien, Juro. En serio. Creo que has crecido bastante desde la última vez que nos vimos, en cualquier caso, te ha sentado bien el ascenso. Verás, en este voragine de locura que vivimos, quiero confiar en ti. Pero no sé, Juro. No sé. Noto la tensión en el ambiente y siento que a la mínima vas a pensar mal de mí por algo que diga, lo cual es probable porque tengo pocas cosas buenas que decir ya.

Me humedecí los labios, me estaba yendo por las ramas.

— ¿Puedo confiar en ti, Juro?

Era la gran duda detrás de todo esto, detrás del silencio, de la seriedad, de la mierda, de los sermones, incluso detrás del vapor de las aguas termales. Tras todo eso solo estaba esa pregunta. Era improbable que Juro fuese capaz de convencerme, por eso yo quería dejarme convencer, intentar que hubiese alguien fuera de Uzushio a quien confiarle mi espalda.

Si tenía que elegir, sería Juro, sin dudar, pero después de todo lo sucedido... Ya no era que yo no confiase en él, si no en qué tendría él que decir al respecto.

Juro escuchó las palabras de Nabi. De repente, pareció cambiar el filtro: de cosas innecesarias y conversación tensa e inutil, de repente, pasó a charla sentimental.

— Me alegro de que te vaya bien, Juro. En serio. Creo que has crecido bastante desde la última vez que nos vimos, en cualquier caso, te ha sentado bien el ascenso. Verás, en este voragine de locura que vivimos, quiero confiar en ti. Pero no sé, Juro. No sé. Noto la tensión en el ambiente y siento que a la mínima vas a pensar mal de mí por algo que diga, lo cual es probable porque tengo pocas cosas buenas que decir ya.

— Y-yo... — murmuró Juro, y no supo que decir —. Lo siento, estoy actuando como un idiota. No debería hablar así, ni estar así. Simplemente me he puesto nervioso.

Finalmente, Nabi le formuló la pregunta que de alguna forma, llevaba un tiempo esperando. La pregunta del millón que se había visto obligado a hacer tras el examen.

— ¿Puedo confiar en ti, Juro?

Juro se mordió el labio. Quiso contestar, pero las palabras no le salían. Su garganta parecía haberse atascado. Tomó aire, respiró, y trató de no desestabilizarse.

— Nabi... sé que he cometido errores, como todos. Han pasado... muchas cosas en este último año — murmuró. ¡Y aún no sabía que él era el jinchuriki de un bijuu! Desde luego, no podía contarselo, pero tampoco iba a mentirle. Si, Juro tenía más secretos, pero la amistad no significaba revelarlos todos, sino poder confiar en alguién —. Pero puedo prometerte algo. Sé que, pase lo que pase, no haré daño a tus compañeros: ni a Eri, ni a ti, ni a los tuyos. Nunca atentaré contra el pacto de paz, y no participaré en algo así, aunque sea de forma indirecta. Nunca más. Ya he pagado por mis errores.

» Puede que pasen mil y una cosas, pero eso no cambiará nunca. Te lo prometo. Si decides confiar en mi, haré lo que pueda por ayudarte. Intentaré hablar con mis compañeros y hacerles ver lo que sucedió — admitió Juro, llevandose una mano al pecho —. Si tengo que responder, mi respuesta es si. Pero tu eres el que decide. ¿Lo harás, Nabi? ¿Confiarás en mí?

En el fondo Juro era un poco tonto, como Eri. Vaya par de alcornoques, la verdad. Siempre con esa estúpida bondad que solo iba a conseguir que acabasen enterrados en problemas tanto a escala local, con sus compañeros, como a escala internacional, con las otras villas. No se puede ser tan bueno, después vienen los listos de turno y se aprovechan como quieren.

Y para ejemplo, el lio que había ahora. Un par de listos con ansias de poder manipulando a un pobre buenazo. Era una metáfora sobre los kages, el bueno es Hanabi, por supuesto.

Tampoco estaba yo como para pasarme de listo, supongo.

— Siempre he confiado en ti, Juro. Me pareciste buena gente cuando te conocí, te seguí en un par de ocasiones y confirmé que eras buena persona. Solo con saber eso, confíe en ti y tras ver lo del examen, confío en que harás grandes cosas. ¿Crees que te hubiese tirado una mierda si no siguiese confiando en ti? Si te viese como a un enemigo te hubiese tirado un puto meteorito por la espalda. La mierda es pura amistad.

Mis palabras eran sinceras, sin duda, nunca acertadas, pero siempre sinceras.

— A lo que me refiero es a que te defenderé siempre, porque no suelo cambiar de opinión y veo que sigues siendo exactamente igual que el chaval al que casi mato en el Valle del Fin. Mientras tú sigas siendo tú, yo seguiré confiando en ti. Tal vez sea en parte que me recuerdas a Eri, solo que sin su belleza ni sus bellezas.

Definitivamente ese no era el lugar indicado para pensar en la pelirroja más sexy de todo Onindo, por suerte, yo no era un petimetre de tres al cuarto, yo era perfectamente capaz de pensar en Eri sin que se me notase la excitación a niveles físicos. Mi voluntad era demasiado poderosa para esas mierdas. Mi alcalde solo se levantaba a trabajar con un referendum pactado y una mayoría absoluta.

Juro se mantuvo estático, con el corazón en un puño, mientras escuchaba las palabras de Nabi.

A diferencia de la frialdad y la tensión que había demostrado antes, el Inuzuka parecía estar hecho de puro amor. Le dijo que en el fondo, siempre había confiado en él, y que si realmente le hubiera querido hacer daño, no le habría tirado una mierda, sino algo mucho peor.

« No puedo argumentar contra esa lógica... » — Si hubiera sido un cuchillo, lo habría tenido mucho más jodido, eso seguro.

— A lo que me refiero es a que te defenderé siempre, porque no suelo cambiar de opinión y veo que sigues siendo exactamente igual que el chaval al que casi mato en el Valle del Fin. Mientras tú sigas siendo tú, yo seguiré confiando en ti. Tal vez sea en parte que me recuerdas a Eri, solo que sin su belleza ni sus bellezas.

— Nunca dejaré de ser yo. De eso estoy seguro — Sería gracioso que no pudiera cumplir esa promesa, ¿verdad? —. Gracias. De verdad. Tu apoyo significa mucho para mí.

Le habría dado un abrazo o un apretón de manos, pero dada la situación, prefirió quedarse en el sitio y seguir manteniendo una distancia prudencial entre ellos. El hecho de que le recordara a Eri tampoco le ayudaba mucho a sentirse menos incómodo en esa situación.

— Tengo que admitir que cuando te conocí me pareciste un poco... raro, ¿sabes? Pero bueno, aquí he seguido contigo. A veces es dificil entenderte, Nabi, pero creeme, eres un buen tío. Y bastante guay, a tu manera. — comentó Juro, sonriendo —. Pero la proxima vez, no mas mierdas, ¿vale?

— Nunca dejaré de ser yo. De eso estoy seguro. Gracias. De verdad. Tu apoyo significa mucho para mí.

— Tengo que admitir que cuando te conocí me pareciste un poco... raro, ¿sabes? Pero bueno, aquí he seguido contigo. A veces es dificil entenderte, Nabi, pero creeme, eres un buen tío. Y bastante guay, a tu manera. Pero la proxima vez, no mas mierdas, ¿vale?

— A ver, vamos por partes. Primero, si soy raro es solo porque todos sois muy normales. Vais por la vida diciendo lo que pensáis que la gente quiere oír, yo te digo la verdad, Juro, pura y dura. Intento no soltar según qué verdades, pero en general, lo que tu llamas ser difícil, raro y excéntrico, yo lo llamo sinceridad. En esta vida te encontraras con mucha, mucha, mucha gente que te mentira y engañara, Amegakure, Datsue e incluso gente de tu villa, pero yo nunca, jamás te voy a mentir.

Pero no era suficiente con dejarselo bien claro mientras nos dabamos un baño calentorro él y yo solos a las tantas de la madrugada en la Villa de las Aguas Termales. Tenía que demostrarlo, porque podía tener muchas cosas, ser increiblemente resistente a las criticas, a la higiene o incluso a la inteligencia, pero lo primero que tenía era razón, siempre.

— Y te lo voy a demostrar. Pregúntame si me arrepiento de tirarte una mierda.

Ya el segundo punto lo dejaría para mañana si eso.

Juro escuchó atentamente las palabras de Nabi. Al parecer, su "extrañeza" para él era "sinceridad". El ser tan sincero le hacía diferente al resto, y cosas así.

« Si tuvieras un secreto del que depende tu villa, ¿de verdad serías tan sincero, Nabi? » — pensó, con amargura. Pero no dijo lo que realmente pensaba. Supuso que Nabi tenía razón en eso. Era un mentiroso.

Sin embargo, le hizo gracia que ademas de Amegakure, también mencionara a Uchiha Datsue en esa categoría.

— Si que le tienes estima a tu compañero de villa... — murmuró. No lo conocía ni le había conocido, pero bueno, era un buen punto a tener en cuenta si lo hacía.

Lo que le sí le sorprendió fue la última propuesta.

— Y te lo voy a demostrar. Pregúntame si me arrepiento de tirarte una mierda.

— Bueno... vale, sí insistes — dijo Juro, arqueando una ceja —. ¿Te arrepientes de lanzarme una mierda, Nabi?

Juro ya sabía la respuesta: No, no se arrepentía. Porque de alguna forma, ese chico se había metido entre ceja y ceja que era justicia karmica, y que debía pagar por lo que había hecho. Era raro, pero si recibía otra respuesta, desde luego que se iba a sorprender mucho.

— Si que le tienes estima a tu compañero de villa... —

Le miré muy serio y le señalé con el indice, todo muy serio.

— Algún día, Juro, — pausa dramatica — le conocerás y lo entenderás.

Volví a ponerme en una posición relajada mientras él me obedecía, como tenía que ser.

— ¿Te arrepientes de lanzarme una mierda, Nabi?

— Lo siento, pero no. Para nada. Sé que para ti ha sido una putada, para mí también lo fue lo que pasó. Hay muchas cosas que no puedo expresar con palabras, y si no hubiese hecho lo que he hecho, no podría haberte perdonado. Tendría algo dentro que no se iría con tus disculpas ni con mis acusaciones. Ese rencor, ya no está. Estoy bien contigo, en paz, empatados, en equilibrio. Llamalo como quieras. Seguramente solo sea paranoia mía, pero aquí estamos.

No sabía si llegaría a entenderlo, ni siquiera si lo intentaría, sin embargo, eso no iba a hacer que cambiase mi discurso ni mi forma de ser. Lo que había es lo que hay y lo que habrá y nada ni nadie iba a cambiarlo. Yo tenía mis ideas y el mundo podía tener las suyas que yo no iba a adaptarme.

Juro sonrió. Quizá Nabi no fuera tan impredecible como pensaba. Al menos, había imaginado que la respuesta sería esa, y se acercaba bastante.

— Ya me lo esperaba. Supongo que te empiezo a conocer mejor — dijo Juro, encogiéndose de hombros —. Mientras haya servido para que estemos bien, supongo que no me importa tanto. Aunque puede que te lo recuerde un par de veces más. Pero sin mala intención.

Juro suspiró. No sabía cuanto tiempo llevaban ahí, pero la piel ya empezaba a arrugarsele. Iba a quedar como una pasa si continuaba mucho rato.

— Creo que necesito secarme un poco. El agua está bien, pero tampoco tengo mucho aguante aquí dentro, la verdad.