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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
La limpieza de aquella habitación le había llevado mucho más de lo que se hubiese esperado realmente, todo resultó tener una leve capa de suciedad que ella no podía aceptar en lo más mínimo y por ello se había tomado tantas molestias, especialmente para algunos rincones algo escondidos que cualquiera ignoraría. Excepto ella.

—¿Y así se supone que estemos cómodos? —Murmuraba a regañadientes terminando de escurrir un trapo que había estado usando para limpiar.

Había que aceptar que la habitación estaba limpia desde antes, pero la Kageyama era demasiado quisquillosa en lo que a limpieza respecta.

De cualquier manera, tras terminar con todo la rubia salió de su habitación algo descuidada en su aspecto, estaba algo despeinada y su ropa estaba algo desarreglada, sin mencionar algunas motas de polvo que se le había pegado pero le daba igual, tenía que cumplir con los ejercicios rutinarios o al final se lamentaría.

Por esto únicamente Koko se dirigió a uno de los dojos interiores donde comenzaría a hacer estiramientos antes de hacer nada más.

Ni siquiera se había planteado el salir fuera porque ya había anochecido, de lo contrario la pecosa habría salido de buenas a primeras.
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#2
Luego del épico viaje que necesito para llegar al valle de los dojos, el Hakagurē se encontraba exhausto, lo suficiente como para permanecer por una semana en la cama. O al menos eso pensaba, pues pronto sus fuerzas estuvieron repuestas y sus ánimos a tope. De hecho se encontraba aburrido, a la espera de un evento cuya fecha de inicio le resultaba desconocida.

Necesito hacer algo, siento que me estoy volviendo de piedra mientras espero”, pensó, luego de haberse dado un largo baño que ocupo lo que quedaba de la larga tarde.

Observo por la ventana de su dormitorio y descubrió que era de noche, una noche calmada y aburrida. Decidió leer un poco aquel instructivo de hospedaje que le habían dado en el momento en que se estableció en aquella posada. El edifico contaba con las comodidades más básicas y nada más, la prioridad cultural en aquella región eran los combates y el desarrollo personal en el ámbito del guerrero. Prueba de aquello era la infinidad de dojos y plataformas de combate puestas al servicio público. Inclusive en su propio edificio había un complejo donde se podía entrenar y pasar el rato.

Una buena sesión de entrenamiento nocturno servirá para apaciguar mis ánimos”, pensó al terminar de leer.

Guardo algunas cosas en un bolso y se encamino hacia uno de los dojos interiores, uno que pensaba estaría vacio. Ya estaba haciendo planes sobre cual rutina le convendría mas y sobre qué movimiento ensayar, cuando se encontró con que aquel alejado sitio se encontraba ocupado por una jovencita que parecía estarse preparando para entrenar.

Movido por la curiosidad que le provocaba aquella desconocida, se acerco cuidando de no hacer ruido con sus pasos, mas por sutileza y respeto al silencio que por la intensión de acercarse sin ser descubierto. Desde su cómodo punto ciego se quedo observando como la joven estiraba sus músculos y como calentaba. Escucho unos cuantos crujidos y vio algunos estiramientos que involuntariamente le indujeron a hablar desde las sombras.

Tienes una buena flexibilidad —reconocio de repente, quebrando el sigilo que hasta entonces habia mantenido, y acercandose a la luz.
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#3
La chica apenas había terminado los estiramientos para los músculos de los brazos por lo que se sentó en el piso, separó y estiró las piernas y acto seguido inclinó el torso hacia adelante tanto como pudo al igual que sus manos. El mentón casi llegaba a tocar el piso aunque sin algo de fuerza externa no lo podría lograr por un buen par de razones.

De cualquier manera sus estiramientos se verían interrumpidos por un comentario que suponía se trataba de una especie de cumplido, uno un tanto extraño y más considerando que venía de un chico que probablemente la había estado mirando de hace rato en silencio.

—¿Gracias? —respondió algo dubitativa mientras se relajaba nuevamente.

Un chico de cabellos blancos pero piel morena, probablemente alguien de Uzushio considerando que está en el edificio en que todos los shinobis de dicha aldea se alojaban. «¿Será uno de los competidores? »se preguntaba mientras lo analizaba con la mirada, aún sentada y dándole la espalda.

—¿Se te ofrece algo? —preguntó indiferente antes de retomar los estiramientos.

No dejaba de ser algo extraño que se le aparecieran de esa forma y justamente para soltar cumplidos sobre elasticidad.
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#4
Lo siento, no tenía la intención de interrumpir tu calentamiento —aseguro el Hakagurē, en cuanto sintió que estaba siendo inoportuno—. Vine a practicar un rato y a despejar mi mente, pero no esperaba encontrarme a nadie entrenando a estas horas.

El espadachín retrocedió un poco como si tuviera intenciones de retirarse, pero lo cierto es que no se le había ocurrido dicha posibilidad. Se coloco en un mueble cercano, y allí comenzó a poner en orden sus cosas, dando a entender que también planeaba quedarse entrenando. Se mantuvo sentado, observando a aquella muchacha durante unos instantes; era un poco más alta que él y también más corpulenta. Tenía una larga cabellera rubia y una piel rosácea salpicada de una multitud de pecas que se le antojaban simpáticas.

Puede que sea mi imaginación, pero… esta chica luce fuerte”, pensó, con creciente curiosidad.

No recordaba haberla visto en la aldea, pero si se encontraba allí sin duda debía tratarse de una kunoichi. Pero aquello no era lo que más agitaba sus pensamientos, sino el hecho de que aquella muchacha le transmitía una cierta sensación de inquietud. Era un sentimiento primitivo arraigado en los instintos de los guerreros. No se trataba de una alerta de peligro como la que sentiría una presa al ser perseguida, más bien era una especia de reto o desafío a su estatus, como el de dos depredadores que cruzan caminos en territorio sin disputar.

No hay duda, es mi instinto el que me grita que esta chica es fuerte

Disculpa —dijo para llamar su atención—, sé que es repentino y un poco grosero, pero… ¿Qué te parece si nos ayudamos a entrenar mutuamente? —pregunto con serenidad, acercándose a donde estaba la muchacha.
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#5
—No te preocupes —respondió con una cordial sonrisa ante las disculpas del contrario y prosiguió los estiramientos.

Seguramente en eso se terminaría la plática y cada uno haría lo que vino a hacer en primer lugar, cada uno por separado ignorando al otro a no ser que en algún momento terminen por chocar o alguno comience a practicar de alguna manera que suponga un riesgo para la salud del otro, como lanzar bolas de fuego en diferentes direcciones aunque seguramente algo termine destrozado.

En ese momento la rubia había dado por terminados todos sus ejercicios de estiramiento y ya se podía poner con lo que vendría siendo entrenamiento, empezando por los abdominales. Así que se dejó caer hacia atrás, estiró un poco tanto brazos como piernas como si se estuviese desperezando y luego flexionó las piernas tanto como pudo.

Con las manos en la nuca hizo un par de abdominales y el chico de cabellos blancos regresó luego de dejar algunas de sus pertenencias en un mueble cercano y soltó la propuesta de ayudarse mutuamente. Koko se recostó y desde aquella postura lo miró fijamente como si pretendiese ver algo en él que obviamente no existía, o ella al menos no era capaz de ver.

—Si quieres, podrías sentarte en mis pies y agarrarme las piernas para que no se me muevan —indicó suponiendo que se refería justamente a eso y no a un entrenamiento de combate.
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#6
Ayudarla a sostener sus piernas y mantenerla fijas no era a lo que se refería el de blanca cabellera, pero supuso que aquello estaba bien para comenzar.

Está bien…, aquí voy —dijo, mientras se colocaba sobre los pies de la muchacha.

En cuanto ella comenzó con aquella serie de abdominales, el puso atención a la fuerza ejercida por el cuerpo que trataba de sostener. Con aquello sintió la necesidad de pedirle que entrenaran su habilidad de combate, pero temía ser demasiado extraño o entrometido al proponer algo como eso, sobre todo tratándose de una chica, cuya reacción es mucho más difícil de predecir.

Por cierto —llamo su atención, mientras subía y bajaba—, mi nombre es Hakagurē Kōtetsu, ¿y el tuyo cual es?

Por el momento, decidió dedicarse a romper el hielo y a saber un poco más sobre ella, pues aunque eran compatriotas jamás la había visto en la villa. Claro, el pertenecer a la misma aldea no garantizaba que hubiese la confianza suficiente como para proponer una práctica seria, pero él no permitiría que aquello le robase las ganas de intentarlo.


Lamento la tardanza
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#7
No entraba en la cabeza de la pecosa la idea de ponerse a pelear con alguien, por mucho que se contuviesen o lo que fuese seguramente terminaban por lastimarse o cansarse de más y al día siguiente todos los músculos les quedarían adoloridos sin mencionar los posibles moratones que se podían llevar.

Pero el peli-blanco aceptó la propuesta de la mayor y se sentó en sus pies para evitar que el cuerpo de la rubia se moviese demasiado mientras comenzaba a hacer los ejercicios abdominales. Curiosamente el contrario decidió presentarse y consultar por el nombre ajeno, cosa que si bien no era molesta le chocaba un poco por los ejercicios que estaba llevando a cabo, aun así, la fémina se las arregló para responder entrecortada con cada vez que se recostaba.

—Kageyama Koko —una palabra por cada abdominal básicamente.

Luego de hacer unos veinte la chica permaneció un buen rato recostada mirando al techo y tratando de recuperar el aliento. Además, llevó ambas manos a su vientre para darse suaves caricias como quien acababa de llenarse el estómago con comida y estaba satisfecho.

—¿También viniste por el torneo? —consultó la pecosa bajando un poco la mirada para apenas llegar a ver la cara del contrario por encima de sus rodillas.

Seguramente llevaría otra serie de veinte y luego le ofrecería al chico intercambiar posiciones, no sería justo que él la ayudase y ella no aportase nada.
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#8
La jovencita se presento sin detener su serie de abdominales. Y aunque su voz sonaba entrecortada por el esfuerzo, de sus labios se escucho claramente el nombre de Kageyama Koko.

Es un gusto…, Koko-san. —Le costó un poco la pronunciación, pues quería evitar que sonase como aquella fruta dura y marrón que tenía un nombre similar.

Koko termino con una buena serie de veinte abdominales, y procedió a recuperar un poco de su aliento mientras masajeaba su vientre para relajar los músculos. Aun estando allí, en el suelo, se dispuso a levantar la mirada, por encima de su generoso pecho y rodillas, para interceptar los ojos grises de su acompañante y preguntar por el motivo de su estadía en aquel sitio, para saber si estaba por aquel famoso torneo.

Sí, definitivamente vine por el torneo —respondió, apoyando sus brazos, relajadamente, sobre las rodillas de la muchacha—. Aunque ese solo es el motivo más superficial: La razón por la cual decidí participar en el torneo es que deseo poner a prueba mis habilidades, y saber si tengo madera para ser ninja.

Dejo escapar un leve suspiro y fijo sus grises y calmados orbes en los singulares ojos de la muchacha.

Creo que es una buena oportunidad. Después de todo, creo que hay fuertes competidores, de los cuales podría aprender mucho.

»Ahora, dime tu, Koko-san, ¿Qué te motiva a participar en semejante evento?


Mil perdones la tardanza, ha sido una temporada dificil
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#9
Curioso que se tomen la molestia de no llamarla como a la fruta, pero era cuestión de tiempo a que el peli-blanco se equivocase y terminase por llamarla de tal manera y ella no se molestaría en lo más mínimo, era normal en todos inclusive dentro de su familia, especialmente luego de que se toman algo de confianza.

Mientras se acariciaba el vientre, el de piel morena respondió a la pregunta que ella previamente le había formulado y había resultado en una afirmativa, en otras palabras ahora mismo tenía a un posible contrincante sentado sobre sus pies y aferrado a sus piernas. Seguramente si fuese un shinobi de alguna otra aldea habría tenido algo más de cuidado antes de soltar tal propuesta pero si se encontraron en aquel edificio significaba que ambos provienen del mismo lugar, Uzushiogakure.

—Interesante… —Respondió alzando levemente su torso con algo de ayuda de sus brazos, así al menos podía verle realmente a la cara.

La rubia no tuvo demasiado margen para comentar nada al respecto que el chico ya había comenzado a hablarle una vez más, dando a entender que confiaba en que todos serían fuertes aunque ella al menos, a sabiendas de lo que poco que debería de representar para todos los demás shinobis que participarán, suponía que en realidad ese torneo sería llevado a cabo por genins sin experiencia, después de todo ella era una de esos.

»Ahora, dime tu, Koko-san, ¿Qué te motiva a participar en semejante evento? —. Preguntó luego de todo el de blanca cabellera, pero Koko no respondió al instante, en su lugar se las arregló para acomodar los codos de modo que le sirviesen de soporte para la parte superior de su cuerpo, así al menos no estaría forzando su vientre a mantener una postura incómoda.

—Me llamaron para que participe y no veía por qué no hacerlo, después de todo es algo amistoso y en teoría el riesgo de muerte es bajo, ¿verdad? —Fue la sencilla respuesta que le proporcionó a su compatriota empleando un tonito un tanto inocente.

Y luego de eso ya estaba perfectamente descansada como para continuar con otra serie de abdominales, pero en su lugar volvió a dirigirle la palabra al chico.

—¿Cambiamos? —Le propuso refiriéndose a las posiciones. Aunque ni siquiera sabía si él llevaría a cabo tales prácticas.
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#10
Le pareció un tanto extraño el que alguien no tuviese un motivo en concreto para participar en el torneo, era un evento con muchas implicaciones para quienes participaban, por lo que, a su parecer, todos tenían algo que ganar… o perder. Sin embargo, aquello no fue el causante de que en su apacible rostro se dibujase cierta expresión de desconcierto. Si aquello dicho por la joven hubiese sido una mentira, el lo hubiese tomado como algo enteramente comprensible, no todos gustaban de exponer sus intenciones como lo hacia él, pero no lograba entrever si aquella era una afirmación cierta o falsa.

Que curioso; últimamente he sido bastante acertado en cuanto a saber si una persona es sincera o engañosa…, pero con esta chica no puedo discernir nada”.

¿Cambiamos? —Le propuso, sacándolo de sus pensamiento y refiriéndose a las posiciones

No soy muy bueno con este tipo de ejercicios —admitió, con un poco de juvenil vergüenza—. Mi entrenamiento está enfocado en el uso de armas, así que trabajo concentrándome en la coordinación de mis extremidades.

La observo por unos instantes, delineando su figura con ojos curiosos y analíticos.

Por lo que veo, puedo decir que tú tienes una rutina mucho más completa… y efectiva —aseguro, sonriendo tenuemente.
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#11
Por algún extraño motivo la chica sintió que lo que dijo sonó mal o tal vez había ofendido al de blancos cabellos, pero por suerte al rato pudo remediar lo sucedido proponiendo un cambio de posiciones que al final de cuentas el chico prefirió rechazar afirmando de paso que prefería otro tipo de entrenamiento.

Aquellas palabras dejaron un tanto descolocada a la rubia que permanecía recostada en el piso. «¿Pero para eso no hace falta que tenga al menos fuerza en los brazos? »Se preguntaba a sí misma mientras miraba fijamente al contrario hasta que…

—Ey… ¿P-podrías evitar…? —Balbuceó claramente nerviosa e incluso incómoda—. ¿Mirarme tanto? —Concluyó dejando ver un ligero rubor en sus moteadas mejillas.

Por mucho que sus hermanas estuviesen habituadas a semejantes miradas y afirmasen que no era nada de lo que preocuparse, Koko seguía sin aceptar tal cosa, varias veces se le habían quedado mirando pero usualmente eran personas que se encontraban a una distancia respetable, no sentados literalmente sobre sus piernas de modo que no tuviese buena vía de escape ni nada similar.
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#12
De pronto, y sin que el peliblanco pudiese notarlo inicialmente, el ambiente de aquel apartado lugar de entrenamiento se volvió un tanto incomodo.

Ey… ¿P-podrías evitar…? —Balbuceó claramente nerviosa e incluso incómoda—. ¿Mirarme tanto? —Concluyó dejando ver un ligero rubor en sus moteadas mejillas.

Lo siento mucho, no era mi intención molestarte —aseguro, mientras se levantaba, permitiendo que la muchacha recuperara su espacio personal—. Es solo que… estaba tratando de inferir que tan fuerte eres basándome en tu condición física.

Era algo que no podía evitar hacer, y en principio comprendía el que a la gente le molestase aquellas miradas serenas y escrutadoras. Para algunas personas una mirada fija a su ser es una señal de desafío y también de ofensa. Pero pronto, una rojiza proclama por parte del moteado cutis de la jovencita le dejo claro que algo distinto era lo que estaba ocurriendo. Y siendo fiel a su naturaleza, dejo que sus palabras fuesen guiadas por lo que realmente pensaba.

Ya veo… —Dejo escapar una leve y serena risilla—, pensaste que me estaba deleitando con tu figura, y eso te hizo avergonzar… Bueno, no es como si estuvieras del todo equivocada al pensar eso.

»Si, ciertamente. No solo eres bastante atractiva sino que también luces bastante fuerte. —Su tono era casual y amable, aunque aún mantenía una sonrisa provocada por el rubor visto—. No estás acostumbrada a que te observen mucho, ¿verdad?
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#13
¿Entender qué tan fuerte es alguien por su aspecto físico? Probablemente ese sea un error notable, pero es que mirando a una persona del sexo opuesto de forma tan detallada podía generar incomodidades y malas interpretaciones como la que se acababa de dar, pues la pecosa sabía que muchos la miraban de la misma forma en que miraban a su hermana pero se negaba a aceptar dicho atractivo físico que poseía. De ahí que se mostrase tan incómoda pese a las generosas curvas que poseía.

De cualquier modo, el de cabellos blancos pareció comprender y decidió liberarla al fin, cosa que ella agradeció y aprovechó echándose hacia atrás y sentándose en el suelo con las piernas juntas.

Lamentablemente el chico resultó no tener filtros y confesó que efectivamente, la veía atractiva aunque sea físicamente y ni corto ni perezoso se lanzó a cuestionar alguna que otra cosa que atrapó desprevenida a la heterocroma.

—¡Pero no lo digas! —Se quejó la rubia alejándose algo más a rastras—¡No quería saber eso!

Estaba más que claro que las palabras del moreno no ayudaban en lo más mínimo al estado actual de la kunoichi, pero si en algo estaba cierto era en aquello que se había cuestionado, pues a ella no le terminaba de cerrar que centrasen la vista en su silueta.

—Claro que no, siempre miraban a mi hermana —confesó al fin.

El rostro de la chica estaba completamente rojo y ciertamente las piernas le habían comenzado a temblar, aunque tan solo un poco, solo alguien muy perspicaz notaría esto. Pero una cosa no quitaba la otra, la joven estaba considerablemente nerviosa por las confesiones del contrario quien no parecía darse cuenta de nada por como hablaba.
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#14
Lo siento, lo siento —contesto, luego de dejar escapar unas risillas—. Pero imaginaba que ya te habrías dado cuenta de que seguramente muchos hombres te miran con anhelo y que muchas mujeres te miran con disgusto… No es algo que puedas negar o evitar.

Aquella muchacha le resultaba de lo más fascinante: En el pasado había conocido a otras chicas de belleza comparable, pero solían ser arrogantes y vanidosas, llenas de cosas superfluas y en nada entendidas con el equilibrio. En cambio, Koko yacía frente a él, roja de la vergüenza, y a punto de hacerse un ovillo por causa de la misma. Innegablemente, aquella escena se le hacía de lo más encantadora.

Claro que no, siempre miraban a mi hermana —confesó al fin.

Ya veo… —Comenzaba a comprender lo que molestaba a aquella joven—. Bueno, no conozco a tu hermana y no sé si era tan agraciada como lo eres tu ¿A ella también le disgustaba que la mirasen?
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#15
Las palabras del chico no la estaban ayudando en lo más mínimo porque básicamente le estaba diciendo que muchos más eran los que la miraban de tal manera. Lo sabía, pero al menos se tomaban la delicadeza de disimularlo al menos en la mayoría de los casos, no como él, que incluso lo admitía con suma tranquilidad como si no fuese absolutamente nada importante.

—¡Ya! —Exclamó poniéndose de pie tan rápido como pudo—. ¡No digas más! —Exigió sumamente nerviosa y con el rostro tan rojo como un tomate.

Todo lo relacionado a Noemi en ese preciso instante le era indiferente, no iba a hablar de ella en su estado actual, aunque si vamos al caso, técnicamente ya habían congeniado un par de veces aunque habían sido encuentros espontáneos sin mayor peso, era normal que el chico olvidase completamente como se veía aquella otra rubia.

—Mejor me voy a mi cuarto —comentó esbozando un intento de sonrisa—. Ya sabes, entrenar en exceso es contraproducente y eso —agregó acompañando a sus palabras con una risilla que denotaba su estado actual.

Sin más que decir, la pecosa se dio media vuelta y se acercó hacia la puerta con la intención de retirarse de la escena, necesitaba relajarse un poco antes de que le diera algo y aquel de piel morena no le estaba ayudando en lo más mínimo.


Según lo que hagas… Puedes pedir exp o seguimos (?
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