Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ayame se quedó parada un instante, pupilas clavadas en el arma de madera que acababa de crear Daruu. Daruu lo entendió al instante, y cuando la expresión de la muchacha cambió a una sonrisa y dijo que podría preguntar también cómo había hecho eso, él también le devolvió la sonrisa.
—No revelo los ingredientes de mis recetas —dijo.
Daruu detectó el movimiento de Ayame y dirigió sus ojos hacia su bolsa de objetos. Ayame sacó una pequeña canica, e instintivamente Daruu cerró los ojos, pues conocía el intrincado funcionamiento de una de esas bombas. Por el sonido detectó que se trataba de humo, no de luz, pero no abrió los ojos hasta unos segundos después, cuando se sintió seguro. Aguantó la respiración, y...
No pudo contener dar una bocanada de aire, seguida de una tos seca, cuando se dio cuenta de que estaba rodeado por un mar de sombras negras. Eran como Ayame, pero vestidas completamente de negro y con una venda en los ojos. Aquello debía ser un Genjutsu, por fuerza, o una técnica de clonación bastante elaborada. De cualquiera de las dos formas, ¿cómo iba a suponer que una simple genin como él iba a saber hacer cualquiera de las dos cosas? ¡Era algo súper complicado! Los clones se le daban bien, pero las ilusiones... Él no sabía ni disiparlas.
Miró hacia todos lados con nerviosismo, pero de pronto se le vino una loquísima idea a la cabeza. Esta vez fue él quien echó mano al portaobjetos tras soltar su kunai de madera, y quien extrajo una canica. Pero la suya si era una bomba de luz, que debió dejar ciega a Ayame en cuanto chocó contra el suelo.
Daruu ya había fijado el punto: ligeramente a la izquierda del poyete de madera. Extendió su brazo como si fuera de goma, pero tan sólo era una extensión de madera. Y giró sobre sí mismo, atravesando toda la retahila de clones como la mantequilla. En cuanto encontrase a la original, no solo la golpearía y le haría perder la concentración que le permitía a Ayame mantener la técnica, sino que tendría una idea exacta de dónde se encontraba.
Sólo entonces retraería el brazo al tiempo que se agacharía y aferraría de nuevo su kunai. Se quedaría después en posición de guardia, esperando a tener claro dónde y cómo estaba su oponente.
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Estado de Daruu
• PV: 76/88 • CK: 130/140 (-10)
Objetos: Bomba de humo, Bomba sonora, Kunai x2, Shuriken x3 Daños y aclaraciones: Daño por la extremidad de 14 PV
¤ Mokuton: Jūnan no Jutsu ¤ Elemento Madera: Técnica Flexible - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Mokuton 20 - Gastos: 10 CK (divide regen. si se mantiene activo) - Daños: - - Efectos adicionales:
Extiende y flexibiliza una extremidad creando una falsa copia de madera.
Cuando una extremidad golpea a un oponente, el bono de Fuerza es sustituido por uno de Poder.
Es posible crear la extremidad de madera y no extenderla para aumentar el daño de tai básico mediante esta propiedad.
(Mokuton 60) Se puede generar la extremidad desde una superficie de madera cualquiera, paredes o desde el suelo, si Daruu toca con la palma de la mano dicha superficie, a una distancia máxima de diez metros.
(Mokuton 60) Se pueden generar extremidades extra desde cualquier punto del cuerpo de Daruu, gracias a un sello de la Serpiente (1 por cada 20p. de Int, máximo 6)
(Mokuton 60) Se pueden realizar técnicas desde las manos extendidas siempre y cuando sean compatibles con este tipo de ejecución.
- Sellos: Ninguno (ver ef. adicionales) - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cada extremidad extendida puede medir un máximo de 10 metros de longitud, incluyendo posibles giros.
El usuario transforma su brazo, su pierna o cualquier otra extremidad en madera maciza y lo estimula haciéndolo crecer a grandes distancias para golpear algo, agarrarse, u otras. No sólo eso, sino que con estas extremidades es capaz de golpear con fuerza aumentada, de hecho, puede transformarlas y golpear cuerpo a cuerpo sin necesidad de extenderlas. El chakra se gasta al extender la extremidad, pero la técnica puede mantenerse activa después de haber sido extendida, y recoger el miembro extendido no gasta más chakra, sí volverlo a extender de nuevo. Si las extremidades son cortadas cuando esta técnica permanece activa, vuelven a crecer y se regeneran, puesto que se habían transformado en madera para empezar.
A pesar de que los brazos pueden retorcerse y golpear en parabólico, no admiten cambios de trayectoria sin recogerse y volverse a extender más adelante.
(Mokuton 60) Un usuario experto es capaz de hacer salir la extremidad desde una superficie en contacto con su chakra, posando la mano sobre ella y generando el miembro desde otro punto para sorprender a un oponente desprevenido. Si lo desea y gracias a un sello, también es capaz de hacer crecer la extremidad desde cualquier punto de su cuerpo, y si hay técnicas compatibles, puede generar técnicas desde dichas extremidades.
5/10/2015, 10:57 (Última modificación: 5/10/2015, 11:31 por Aotsuki Ayame.)
Los clones dieron un paso al frente, kunai en ristre, ante un estupefacto Daruu. Parecían dispuestos a abalanzarse sobre él en cualquier momento; y, pese a la languidez de sus movimientos, sin duda una diferencia numérica tan abrumadora podría poner en un serio aprieto incluso a alguien como él. Quizás aquel mismo pensamiento cruzó por su mente, porque se llevó la mano a su propio portaobjetos y extrajo una pequeña canica, muy similar a la que había empleado Ayame hacía unos segundos.
Pero aquella no era una bomba de humo. Un blanco hiriente invadió el ambiente en cuanto la pequeña esfera hizo contacto con el suelo. La luz acuchilló sin piedad el sentido de la visión de Ayame, acostumbrada al ambiente siempre nublado de Amegakure, y al perder la concentración la marea de clones se disipó en el aire como si jamás hubieran existido.
«¡¿Pero qué demonios?!»
Para cuando Ayame recuperó el sentido de la visión, no pudo explicarse lo que estaba pasando. Daruu había alargado su brazo de una manera completamente antinatural y ahora barría una tercera parte de la superficie que habían ocupado los clones. Era como si en lugar de carne y músculos, lo que tuviera bajo la piel fuera goma elástica. Sin embargo, su extremidad estaba recubierta de una especie de cáscara que se asemejaba a la corteza de un árbol.
Sin duda, estaba buscándola. Pero no la encontraría. Y ella ya no podía permitirse el lujo de que la sorpresa diera al traste con su estrategia. Su técnica de la hidratación era una auténtica bendición en un ambiente siempre encharcado como era Amegakure, pues le otorgaba el camuflaje perfecto, pero ya había perdido demasiado tiempo.
Un charco en el suelo vibró violentamente justo después de que el brazo de Daruu pasara cerca de su posición. Ayame volvió a retomar su forma corpórea de manera casi instantánea y lanzó su brazo hacia delante en un tiro preciso. El shuriken silbó peligrosamente en el aire, directo a acertar en el torso de su oponente. Ayame se había asegurado de lanzar el proyectil lejos del brazo de madera para evitar que pudiera utilizarlo como una especie de escudo. Ahora, dada la inercia del movimiento, retraerlo para cambiar la dirección sería un movimiento demasiado brusco para que pudiera darle tiempo.
—¿Qué te ha parecido eso, Daruu-san? —exclamó.
Estado de Ayame
• PV: 100 • CK: 83 [+100 Gobi]
Objetos:Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x5
Suika no Jutsu: Activado
1 AO 1 AO revelada: Conversión en charco para camuflarse entre los clones.
Daño recibido
-
Daño causado
Shuriken: 8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo
Como había supuesto en un principio, se trataba de clones ilusorios. El brazo fue haciendo su recorrido, y sus ojos se esforzaban por detectar el más mínimo cambio, alguien que saltara por encima de la maraña de clones... Pero ni detectó nada con el brazo ni con la vista hasta más o menos la mitad, ni siquiera clones, que ya no estaban, cuando un movimiento brusco por el rabillo del ojo justo cuando su brazo pasó por encima. Ayame se había vuelto a transformar en charco.
No vio lo que hizo, porque estaba girando a toda velocidad. Pero la experiencia de minutos anteriores le hizo empezar a retraer el brazo súbitamente. Eso no sería suficiente, y Daruu lo sabía. Sólo le quedaba confiar en la pérdida de dignidad.
Se echó hacia atrás y resbaló a propósito con la terraza para caer de espaldas al suelo.
—¡Uuuuuueeeeivaaa! —El shuriken de Ayame le dio a lo que quedaba de brazo extensible, que ahora estaba por encima de Daruu, y lo seccionó por la mitad. El resto de madera se recogió hasta volver a formar la mano del chico. Daruu aferró su kunai de metal-madera y rodó hacia la izquierda para esquivar su brazo, que cayó salpicándole y empapándole entero.
Se levantó y dio un paso hacia atrás.
—Me parece —contestaba a Ayame—. Que no puedo ganarte.
Suspiró y bajó la vista al suelo, cerrando los ojos durante unos instantes.
—Pero eso no significa que no vaya a intentarlo.
Daruu echó a correr repentinamente hacia Ayame, aferrando su kunai en la mano izquierda lo más fuerte que podía. Se llevó la mano al bolso de objetos y sacó de nuevo una pequeña canica, que se apresuró a lanzar al aire, ya cerca de la kunoichi. Daruu saltó hacia la canica y la cortó con el kunai. El impacto hizo que la bomba de humo estallara en una espesa cortina.
De la nube de humo salió el kunai, disparado hacia Ayame, y detrás venía Daruu, dispuesto a darle una patada en la cara.
Pero había sorpresa. El kunai era real, pero Daruu un simple bunshin, utilizado en un movimiento rápido para que Ayame creyese que era el auténtico a pesar de las deficiencias de la técnica. Y detrás venía algo más: un chorro de agua a presión directo a Ayame.
Daruu aterrizó en el suelo y se acuclilló, observando los resultados de su acción.
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Estado de Daruu
• PV: 76/88 • CK: 115/140
Objetos: Bomba sonora, Kunai x1, Shuriken x3 Daños y aclaraciones:
Un Ninjutsu que crea una copia intangible del cuerpo del usuario, sin ningún tipo de sustancia ni solidez. Puesto que el clon, por sí mismo, no tiene la habilidad de atacar, y sólo puede utilizarse pues para confundir al enemigo, normalmente empleado en combinación con otro tipo de Ninjutsu o tácticas. Es una técnica muy básica, pero con ingenio puede utilizarse de forma efectiva. Los clones se disipan cuando entran en contacto con cualquier cosa. Pueden ser fácilmente diferenciados de una persona por usuarios de Dōjutsu. Un usuario con ojos normales puede también distinguir los clones del original, puesto que éstos no tienen sombra y no causarán perturbaciones en el área que les rodea (no levantarán polvo, aplastarán la hierba, etc).
¤ Suiton: Mizurappa ¤ Elemento Agua: Ola de Agua Salvaje - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Suiton 10 - Gastos:
12 CK
(Suiton 20) (multiplicable x2)
(Suiton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV - Efectos adicionales:(Suiton 80) El chorro de agua puede ser lanzado de forma parabólica, aunque no alcanza el ancho de la técnica hasta que no está a 3 metros del objetivo - Sellos: Dragón → Tigre → Liebre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
La técnica avanza 8 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
La técnica avanza 10 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, el usuario expele agua desde su boca, como se tratase de una cascada con forma de trompeta, que arrasa con el adversario y lo derriba. El ejecutor de la técnica puede controlar su poder libremente administrando la cantidad de chakra que libera al utilizarla. Es una técnica básica de elemento agua.
Daruu se había echado hacia atrás, prácticamente dejándose caer sobre la terraza, para esquivar la amenaza del shuriken, que terminó seccionando el brazo del muchacho como si fuera de mantequilla. El horror se apoderó de Ayame al creer que le había cortado un brazo de verdad, pero enseguida comprobó con alivio que no era más que madera, y que el brazo de su oponente había vuelto a ser el que era. Fue entonces cuando una sonrisa ladina curvó los labios de Ayame. Y es que en la sombra de aquel primer shuriken que había lanzado, viajaba un segundo proyectil que iba dirigido hacia las piernas de su oponente y que, sin lugar a dudas, terminaría impactando en la parte inferior de su cuerpo al haberse arrojado al suelo de aquella manera.
Daruu se levantó, retrocediendo ligeramente.
—Pues a mí me parece que eso no es cierto —le replicó, torciendo el gesto—. Tienes unas técnicas muy versátiles y eres verdaderamente inteligente. Incluso has podido deshacer mi técnica de clonación...
Pese a todo, estaba claro que Daruu no estaba dispuesto a rendirse. Y Ayame mucho menos. Le respondió a su mirada decidida con una sonrisa que irradiaba el mismo sentimiento.
Y entonces se sucedió el segundo pistoletazo de salida.
Daruu arrancó a correr hacia ella, y Ayame flexionó ligeramente las rodillas en consecuencia. Sus ojos viraron inevitablemente hacia su mano cuando volvió a introducirla en el portaobjetos y su corazón se olvidó de latir durante un instante cuando le pareció ver que sacaba una pequeña esfera.
«¿Otra bomba de luz?»
En un acto reflejo, cerró los ojos. Y su indecisión le costó muy cara. Nunca llegó a ver el fugaz destello que la habría cegado de tener los ojos abiertos. En su lugar, el estallido de la bomba dio lugar a un sonido sibilante que ella ya conocía. Y entonces, cuando volvió a abrir los ojos, se vio envuelta en una nube de humo que le hizo toser. Cegada como estaba, a duras penas consiguió esquivar el kunai ladeándose hacia un lado. Se vio obligada a cubrirse con los brazos al ver que Daruu se abalanzaba sobre ella para asestarle una patada directa en la cara, pero en el momento del impacto el chico desapareció en una pequeña nube de humo.
«¡Un clon!» Comprendió, pero era demasiado tarde.
Una abalancha de agua se cernió sobre ella como una estampida, y Ayame se vio impulsada hacia atrás violentamente. Su cuerpo chocó varias veces contra el suelo, y una última vez algo detuvo su avance desde la espalda. Aturdida como estaba, aún tardó unos segundos en sacudir la cabeza para despejarse y comprobar con horror que había sido la barandilla de la terraza la que la había salvado de caer al vacío.
—Madre mía... —susurró, con un hilo de voz. Y entonces se reincorporó y se apartó prácticamente corriendo del lugar, ajustándose bien la bandana a la frente en el proceso.
Cuando volvió la mirada a Daruu se sintió repentinamente perdida. Prácticamente había gastado casi todas sus estrategias y sus recursos. ¿Con qué podía atacarle ahora? Flexionó las rodillas ligeramente, aún pensando, y en un gesto casi inconsciente se atrevió a pegarle un trago a la cantimplora. Estaba muerta de sed, y el frenesí de la batalla y el uso de su propio agua corporal para sus técnicas sólo lo acrecentaba.
Estado de Ayame
• PV: 80 (-20 PV) • CK: 76 (-7 CK) [+100 Gobi]
Objetos:Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x3
Suika no Jutsu: Activado
1 AO revelada: Escondido un shuriken en la sombra del primero
Daño recibido
Mizurappa: 20 PV
Daño causado
Shuriken: 8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo
¤ Kage Shuriken no Jutsu ¤ Técnica del Shuriken en la Sombra - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Shurikenjutsu 10 - Gastos: 7 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Permite ocultar un arma de lanzamiento en la sombra de otra del mismo tipo - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
La técnica más básica del shurikenjutsu.
El usuario lanza de manera simultánea dos armas del mismo tipo (dos shuriken, dos fūma shuriken...), de manera que una queda perfectamente por encima de la segunda. El truco está en atraer la atención del oponente sobre el arma superior para que no se dé cuenta de la segunda. Sin embargo, y aunque dependiendo del modo en que se emplee la técnica puede ser realmente útil, si el enemigo se da cuenta del engaño, esta pierde gran parte de su eficiencia.
(Shurikenjutsu 50) Kage Hitoku Shuriken no Jutsu Mediante un truco de camuflaje con el chakra muy básico, el usuario aplana el otro arma y la pega y esconde en la sombra sobre el suelo de la primera. Cuando el oponente decide bloquear el primer arma, el usuario puede sacar por sorpresa la segunda de la sombra de la primera, para sorprenderle y atacar sus piernas o su bajo torso.
5/10/2015, 12:58 (Última modificación: 5/10/2015, 13:06 por Amedama Daruu.)
Daruu chasqueó la lengua con fastidio y se arrancó el shuriken que se había quedado clavado en su cadera. Por suerte, había chocado con un resquicio metálico del cinturón y la herida no había sido muy profunda, pero ya tenía un corte en el brazo y otro en la cintura. Aunque ese último ataque había dado resultado, porque Ayame estaba en el suelo, pegada a la barandilla, aún aturdida por el golpe del agua a presión.
Era el momento de actuar. Si esperaba a que la muchacha recuperase la concentración, sería capaz de hacerle algún otro genjutsu, o algo peor, así que si tenía que hacer algo más tenía que hacerlo ahora. Daruu formuló un sello del carnero y se acuclilló. Dos paredes de madera surgieron a ambos lados de Ayame, impidiéndole apartarse de su posición si no iba hacia adelante, y...
Otra pared surgió frente a Daruu bloqueando su visión. De la izquierda y la derecha de la paredilla fueron saliendo clones del chico, obviamente ilusorios, pero eran lo suficientemente sólidos a la vista como para que la muchacha no pudiera observar los movimientos del real. Llegaron a ser hasta diez, que simplemente caminaban hacia Ayame lánguidamente con una sonrisa y un kunai en la mano.
Aunque tuvo que reponerse del gasto de chakra, Daruu se movió sigilosamente aprovechando que la vista de Ayame estaba bloqueada por la izquierda, por la derecha y por el frente gracias a sus clones y a sus paredes, y escaló verticalmente por la torre, detrás de la barandilla.
Deshizo entonces los clones, que estallaron en una gran nube de humo conjunta, para hacer creer a Ayame que un nuevo ataque le vendría desde delante y hacerla sentir impotente.
Se aupó en la baranda desde fuera y saltó hacia adelante cuando Ayame se reincorporase para golpearle en la espalda con los dos pies. Aterrizó donde estaba la muchacha antes, y si se deshacía en agua saltaría rápidamente la pared de madera de la izquierda para luego alejarse dos metros y esperar, en guardia. Las habilidades de transformación de la kunoichi eran demasiado impredecibles como para permitirse esperar a que se recuperase de la sorpresa.
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Estado de Daruu
• PV: 64/88 (-12) • CK: 70/140 (-30)(-15)
Objetos: Bomba sonora, Kunai x1, Shuriken x3 Daños y aclaraciones: Equivalente a dos patadas (30 PV)
Un Ninjutsu que crea una copia intangible del cuerpo del usuario, sin ningún tipo de sustancia ni solidez. Puesto que el clon, por sí mismo, no tiene la habilidad de atacar, y sólo puede utilizarse pues para confundir al enemigo, normalmente empleado en combinación con otro tipo de Ninjutsu o tácticas. Es una técnica muy básica, pero con ingenio puede utilizarse de forma efectiva. Los clones se disipan cuando entran en contacto con cualquier cosa. Pueden ser fácilmente diferenciados de una persona por usuarios de Dōjutsu. Un usuario con ojos normales puede también distinguir los clones del original, puesto que éstos no tienen sombra y no causarán perturbaciones en el área que les rodea (no levantarán polvo, aplastarán la hierba, etc).
¤ Mokuton Hijutsu: Kagukai Kōtan ¤ Técnica Secreta de Elemento Madera: Natividad de un Mundo de Muebles - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Mokuton 10 - Gastos:
5 CK/objeto pequeño o mediano de soporte
40 CK/objeto grande de soporte
100 CK/objeto gigantesco de soporte
+X*0'4 CK/añadir resistencia adicional
- Daños: - - Efectos adicionales:
Resiste golpes de Tai básico y armas pequeñas
Resiste X PV adicionales (máximo 20 por cada 10 de Mokuton)
- Sellos: Carnero (una mano) o ninguno (ver descripción) - Velocidad: Rápida o Lenta (ver alcance y dimensiones) - Alcance y dimensiones:
Pequeños y medianos: máximo 4 metros de longitud, amplitud o profundidad. Pueden generarse a una distancia máxima de 5 metros.
Grandes: cabañas y pequeñas casas, o un tamaño similar. Sólo pueden crearse muy cerca del usuario y su aparición es muy lenta.
Gigantescos: el usuario necesita estar concentrado, sentado y callado durante al menos dos turnos para hacer cualquier cosa más grande, y en cualquier caso no podrá superar los 20 metros de ancho, de alto o de grosor.
El nombre de la técnica es sólo un chiste de Daruu, que hace referencia a una de un nivel muy superior y que no podía dominar cuando la ideó.
Antes de crear vida vegetal avanzada, un usuario del Mokuton se debe conformar con crear madera, y es precisamente lo que hace esta técnica: crear objetos de madera refinada, parecida a la de los muebles, pequeñas hojas y otros elementos simples. Con ella, Daruu puede generar pilares para apoyarse, un lecho de hojas para amortiguar una caída, o incluso barreras con las que frenar ataques. Y casas. Es poco discreto, pero casas también. Daruu ha puesto interés en que la técnica le permita dar color a la madera para decorar sus artefactos al gusto.
La técnica utiliza un sello, pero Daruu puede hacer crecer algo sobre una superficie si la está tocando con la palma de la mano.
A pesar del nombre de la técnica, lo cierto es que Daruu puede crear ciertas cosas que distan de ser madera refinada de forma interpretativa, como frutas, pequeñas flores, y demás.
Pero antes de que le hubiese dado tiempo siquiera a levantarse, el temblor de la tierra por debajo de ella y un súbito estruendo a sus dos costados la sobresaltó bruscamente.
—¿Qué...? —murmuró, con la voz rota por la sed que sentía.
Dos paredes de madera habían aparecido a sus dos flancos, dificultándole la huida. Y no solo eso, cuando dirigió la mirada al frente, pudo ver que Daruu había erigido otra pared a modo de cortinilla. Su oponente le estaba obstaculizando la retirada y la visión. Aquello no podía ser bueno...
Carraspeó, tratando de aliviar el picazón de su garganta, y reuniendo toda la entereza física que le restaba se reincorporó. Y justo en ese momento una horda de Daruus surgió desde ambos lados del paredón. Ayame retrocedió un único paso cuando los clones comenzaron a dirigirse hacia ella con una siniestra sonrisa y un kunai en sus manos.
«Me está devolviendo la jugarreta con los clones.» Comprendió, y casi al instante sus ojos se pusieron a buscar el cuerpo original. Sólo uno de ellos chapotearía sobre los charcos que cubría la terraza, sólo uno de ellos se estaría mojando por la lluvia, sólo uno de ellos...
Pero ninguno de aquellas réplicas coincidía con aquellas características. El Daruu original debía de haberse quedado tras la pared, o...
Los clones estallaron súbitamente, al unísono, en una densa humareda que la sobresaltó. Ayame tensó todos los músculos del cuerpo, preparada para cualquier ataque que le pudiera venir.
Pero no esperaba que ese ataque pudiera venirle desde el abismo que se extendía a su espalda.
Sintió un fuerte impacto a la altura de los omóplatos que le cortó la respiración, pero un potente chapoteo se sobrepuso a su ahogado gemido cuando su cuerpo se deshizo bruscamente en agua y Daruu simplemente la atravesó. Pese a todo, el golpe la arrojó hacia delante y su corazón dio un vuelco cuando sintió que el ya aflojado nudo que ataba la bandana tras su nuca se deshacía.
La placa metálica cayó al suelo con su característico repiqueteo.
—E... ¡ESPERA!
Ayame había recuperado su forma corpórea de manera instantánea. Pero lejos de abalanzarse sobre Daruu, como habría sido lo normal, prácticamente se lanzó a recuperar su bandana mientras se tapaba la frente con una mano.
—Espera... espera... por favor... —murmuraba, desesperada. Con dedos ágiles pero temblorosos, volvió a anudarse la banda metálica en torno a su frente. En ningún momento dejó de darle la espalda a Daruu, y aún cuando hubo terminado descolgó la cantimplora de la parte posterior de su espalda.
Alzó la cabeza para beber, pero en ese momento una lágrima se escapó a su control y se deslizó por su mejilla...
Estado de Ayame
• PV:58(-22 PV) • CK: 76 [+100 Gobi]
Objetos:Bomba de humo, Hilo shinobi (3 usos), Kunai, Shuriken x3
El ataque de Daruu golpeó con fuerza en la espalda de la kunoichi, que se medio deshizo en agua pero aún así salió propulsada hacia adelante. El nudo de la bandana tras la nuca de Ayame se deshizo, y la pieza de equipamiento cayó contra el suelo rompiendo el silencio que creaba el ruido de la lluvia.
Ayame gritó, y fue un grito desesperado mientras recuperaba por completo su forma habitual. De espaldas a Daruu se lanzó corriendo a por su bandana apresurándose por tapar su frente e insistiendo una y otra vez en que esperase entre súplicas.
«¿Qué le pasa? ¿Tiene algo en la frente? ¿Una herida quizás?» —se preguntaba Daruu, que había decidido parar el combate ahí mismo.
Quizás sólo por la lluvia Daruu no se dio cuenta de que Ayame estaba llorando. La muchacha se giró de nuevo hacia él y empezó a beber de su cantimplora.
Daruu quiso reconfortarla, se compadeció de ella. Sabía que en cuanto a duelos era alguien tradicional por cómo había comenzado la pelea. Así que se acercó a ella con el brazo en diagonal y con el sello del tigre formulado hacia abajo: el sello de la reconciliación.
Con la visión borrosa por las lágrimas que inundaba sus ojos, apenas pudo percibir el movimiento de Daruu, que se acercaba a ella con lentitud. Incluso llegó a sobresaltarse cuando colocó su brazo derecho en diagonal, su mano cerrada con sólo los dedos índice y corazón extendidos hacia ella. El sello de la reconciliación.
Daruu estaba dando por finalizado el combate.
«Seguimos siendo camaradas tras el enfrentamiento.»
Sin embargo, Ayame agachó la mirada y se mordió el labio inferior. Su cuerpo temblaba, y por un momento agradeció que la lluvia camuflara sus lágrimas. Aquella extraña mezcla de rabia, miedo y tristeza quemaban en su garganta como carbones al rojo vivo.
—No... no puedo rendirme... Debo continuar... mientras pueda seguir moviéndome... —murmuró, con un hilo de voz. ¿Qué diría su padre si la viera tirar la toalla de aquella manera?
Había empezado tan bien el combate... Pero se había dado la vuelta de una manera tan repentina...
Encima que odiaba tener que ser tan formal entre compañeros, Ayame estaba haciéndose de rogar. Con esa mirada y con esos temblores, su cuerpo entero parecía suplicar "no, quiero seguir dándonos de ostias hasta que se nos caiga un ojo, sólo por orgullo". Pero a Daruu se le estaba acabando la paciencia, estando allí con el brazo estirado como un imbécil.
De modo que adelantó el otro brazo, asió el de Ayame y lo llevó hasta el suyo obligándola a juntar sus dedos en señal de paz.
—¡Venga, chica! —instó—. Que me duelen los cortes.
El escozor incrementaba con los golpes de las gotas de lluvia que se cernían sobre ellos. Pero a la vez, el agua lamía dulcemente la herida, relajándole a ratos. Era una sensación extraña.
—Te invito a un chocolate calentito en la pastelería de mi madre si te calmas, ¿vale? —dijo, sonrojado y mirando hacia otro lado al ver que Ayame no levantaba la cabeza.
Pero Daruu no parecía estar dispuesto a tener más paciencia con ella en aquella situación. A Ayame se le escapó una ahogada exclamación cuando la agarró repentinamente del brazo derecho y entrelazó sus dedos índice y corazón con los suyos en el sello de la reconciliación.
Ante las palabras del que había su oponente, Ayame torció el gesto en un ligero mohín. En realidad ella misma estaba dolorida de los múltiples golpes que había recibido. En realidad sabía que tenía razón. Era consciente de que lo más sensato, en un amistoso combate de entrenamiento entre dos compañeros de clase, era parar antes de que alguno de los dos cayera inconsciente al suelo. Pero había algo dentro de ella que se resistía a aceptar aquella realidad. Quizás fuera la estricta educación a la que se había visto sometida desde que prácticamente tenía consciencia de la realidad. O quizás fuera su propio orgullo el que se revelaba...
—Está bien... —terminó por conceder, con un pesado suspiro.
Pero las palabras mágicas cayeron sobre ella con la dulzura de la lluvia, y Ayame levantó la cabeza con una súbita emoción naciente en ella.
—¡¿Chocolate?! —exclamó, tan efusiva como si no se hubiesen estado pegando hasta hacía apenas unos segundos. El brillo había vuelto a sus ojos, y cuando Ayame se levantó lo hizo con la ligereza de una gacela—. ¡Sí! ¡Me encantaría! Creo que hace mucho que no visito vuestra pastelería, la verdad...
Apartó la mirada, ligeramente azorada. Pero entonces reparó en algo que se había olvidado hasta el momento. Con una nueva exclamación, salió corriendo hacia la barandilla de la terraza. Allí tomó con delicadeza el lirio y el paraguas, ahora prácticamente inútil, y después volvió hasta la posición de Daruu tan rápido como había desaparecido.
—Pero... —comenzó a decir, con cierto apuro. Se señaló a sí misma, en un gesto de lo más evidente—. Estamos empapados de arriba a abajo... Si aparecemos así en tu pastelería... O si mi padre me ve así...
Un terrible escalofrío sacudió su cuerpo. No quería ni siquiera imaginarlo.
Estaba preocupado de que aquél gesto tan repentino ahuyentara o asustara a la muchacha. Dio un respingo, pero afortunadamente se dejó coger el brazo y juntó los dedos con él en el sello de la reconciliación.
Sin embargo fue él el que se asustó y dio un saltito hacia atrás cuando a la más mínima mención de la palabra "chocolate", la muchacha exclamó y repitió como un loro el nombre, como si llamándolo un millar de tabletas de chocolatinas fueran a caer del cielo en lugar del agua de lluvia. Sus ojos brillaban con la emoción de mil jerbos inyectados con cafeína, se levantó como se levantaría un cohete propulsado por todas las baterías de agua de Amegakure...
...vamos, ya me entendéis. Que le encantaba el chocolate y Daruu había dado en el clavo.
Ayame se dio cuenta de lo entusiasmada que se había puesto de golpe y apartó la mirada, avergonzada, pero a Daruu le había hecho mucha gracia su reacción y se estaba riendo a carcajadas.
—¡Ay, ay, ay, tranquila, chica! Te va a dar algo, sí que te gusta el chocolate, ¿eh?
De nuevo en un abrir y cerrar de ojos, Ayame había cambiado de parecer y se había lanzado a por el lirio que le había hecho Daruu y a por el paraguas.
«Sí, cógete ahora el paraguas que te va a servir de mucho». —Se encogió de hombros, como entablando una conversación consigo mismo utilizando también el lenguaje corporal que utilizaría para hablarle a alguien. Esto lo hacía mucho, a veces incluso discutía con una especie de Daruu alternativo muy tozudo que había en su interior. No era bipolar ni nada de eso, simplemente divagaba demasiado. Y cuando se daba cuenta se sentía un estúpido.
Ayame volvió a donde estaba él y dijo algo que era evidente: que estaban empapados y magullados. Si aparecían así en la pastelería de Kiroe, o si su padre le veía...
...su padre le diría algo, suponía. Pero no creo que a su madre le importase.
—Mamá y yo solemos ir sin paraguas. No nos cuesta mucho fregar el suelo todas las noches, la verdad...
Los ninjas fregaban el suelo muy rápido. Ahí lo dejo.
—Vamos a la pastelería, no pasará nada. Y con suerte, el chocolate y la calefacción nos harán entrar en calor y no estarás tan empapada para volver a casa, ¿sí?
Sin esperar a que afirmase o negase, Daruu se dirigió hacia el ascensor de la torre para tomar el camino de vuelta a casa.
28/10/2015, 11:37 (Última modificación: 28/10/2015, 11:37 por Aotsuki Ayame.)
Para su completa estupefacción, no parecía que a la madre de Daruu le importara la lluvia como lo hacía Zetsuo. De hecho, según las palabras de Daruu, iban sin paraguas siempre que podían.
—Vaya... Y a mí me cae una buena regañina cada vez que se me olvida el paraguas en casa... —balbuceó, nerviosa. Ahora que no se le había, ¿cómo le explicaría a su padre por qué llegaba empapada?
Pero Daruu tenía una nueva solución a su dilema, y a Ayame se le encendieron los ojos. ¡La calefacción de la pastelería! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Con suerte podría terminar de secarse antes de volver a casa, y Zetsuo ni siquiera lo notaría.
—¡Sí! —sonrió abiertamente, liberada de aquel angustioso peso que se había instalado en su pecho hacía apenas unos momentos.
Ayame siguió a Daruu con pasos ágiles hacia el interior del ascensor. El trayecto sería corto, pero desde que se cerraron las puertas hasta que volvieron a abrirse, Ayame se sumió en un tenso silencio que no sabía cómo romper el hielo. Le daba vueltas, una y otra vez, pero no se le ocurría ningún tema lo suficientemente inteligente como para entablar una conversación. Y en un gesto casi igual de ridículo , Ayame abrió el paraguas cuando salieron al exterior de la torre y lo colocó por encima de sus cabezas. Como si así fueran a secarse más rápido. Sin embargo era buenamente consciente de su propia ridiculez, así lo reflejaba el turbio brillo de sus ojos avergonzados, y se sentía como si hubiese salido a la calle después de ducharse envuelta con toallas.
Sólo esperaba que fuera verdad que a su madre no le importara que llegaran ambos empapados.
—Bueno... ¿a qué conclusión has llegado al final? ¿Estamos a la altura de nuestros padres? —sonrió, nerviosa.
«Un paraguas... Por favor, qué chapado a la antigua» —pensó Daruu sobre el padre de Ayame.
No todos los ninjas de Ame salían al amparo del Dios de la Lluvia sin nada para protegerse de su llanto de llovizna, especialmente los días que la tormenta parecía una catarata furiosa salida de un cuento de terror para niños. Pero existían capas impermeables, sombreros cónicos especiales para evitar el agua en el rostro y otras herramientas. Los pocos paraguas que había visto habían resultado ser armas muy útiles cargadas de agujas, y cosas así.
Un paraguas podía taparte de la lluvia, pero mantenía tus manos ocupadas, y eso, siendo un shinobi, no era recomendable. Tampoco te protegía del viento.
Pero Ayame había aceptado ir a la pastelería y eso le había alegrado el día, así que evitó hacer ningún comentario que pudiera herir sensibilidades y separar de él a su única amiga, ahora que la había hecho.
En el ascensor, Daruu se limitó a meter las manos en los bolsillos y mirar de reojo, de vez en cuando, el paraguas que su compañera había cogido antes de entrar al mecanismo y que, ya poco práctico que le parecía, ahora menos que ya estaban empapados y llenos de agua y hechos un desastre, y con el pelo desbaratado y algunos moratones de pegarse y de dar vueltas por el suelo.
Los jóvenes salieron del ascensor y empezaron a caminar rumbo a su casa. En la planta baja, les esperaba la Pastelería de Kiroe-chan. Ayame preguntó que si había llegado a la conclusión de que estaban a la altura de sus padres. Daruu rió.
—Podemos rivalizar. Pero supongo que si nos hubieran visto se habrían reído de nosotros. Es normal. Pero les alcanzaremos —aseguró Daruu, y asintió con la cabeza con determinación.
El sonido de sus pasos, chapoteando sobre el frío asfalto, acompañaba al suave susurro de la lluvia. La tormenta parecía estar cobrando fuerza, y pronto aquel susurro fue convirtiéndose paulatinamente en un pertinaz golpeteo que parecía hacer eco sobre la superficie del paraguas.
Pero Ayame era ajena a aquella circunstancia, observaba y escuchaba con curiosidad a Daruu. Y una sonrisa tembló en sus labios ante su respuesta.
—No me cabe duda... —respondió, y aunque fue consciente de que su afirmación parecía estar contestando al hecho de alcanzar a sus padres, lo cierto era que estaba respondiendo a sus anteriores palabras.
Sacudió ligeramente la cabeza, tratando de apartar aquellos molestos pensamientos de su mente.
—Y... ¿qué harás a partir de ahora? Quiero decir, nos acabamos de graduar. ¿Tienes algún tipo de meta en mente? —preguntó, y se agradeció para sus adentros que se le hubiese ocurrido un nuevo tema de conversación para salir al paso antes de que sus palabras se hubiesen visto ahogadas en un nuevo y denso silencio.
Otro trueno restalló como un látigo en el cielo, más fuerte que los anteriores, y Ayame se encogió ligeramente sobre sí misma en un respingo. Se aferraba con inconsciente fuerza al lirio que aún sostenía en su mano libre.
—No me cabe duda... —respondió Ayame, y aunque fue consciente de que su afirmación parecía estar contestando al hecho de alcanzar a sus padres, lo cierto era que estaba respondiendo a sus anteriores palabras.
Sacudió ligeramente la cabeza, tratando de apartar aquellos molestos pensamientos de su mente.
—Y... ¿qué harás a partir de ahora? Quiero decir, nos acabamos de graduar. ¿Tienes algún tipo de meta en mente? —preguntó, y se agradeció para sus adentros que se le hubiese ocurrido un nuevo tema de conversación para salir al paso antes de que sus palabras se hubiesen visto ahogadas en un nuevo y denso silencio.
Giraron la tercera calle en la avenida, cruzando por pleno Distrito Comercial, donde Daruu tuvo que postergar su respuesta a la pregunta de Ayame para esquivar carromatos de comida, niños corriendo y jugando y carteristas, todos a una en el mismo minuto. Afortunadamente, eso le dio tiempo para que, cuando giraron de nuevo a la izquierda en dirección ya a casa, hubiera meditado una contestación más o menos coherente.
—No lo he pensado... Ser shinobi me parece un trabajo interesante. Ayudar a la gente y a tu aldea, y todo eso, pero... —Se paró a observar un cartel de la pizzería de su rival, Mashimo.
Sacudió la cabeza.
—No tengo una meta en concreto —explicó—. Esto es un trabajo. Lo que me gusta a mí es el Ninjutsu, así que en realidad mi meta sería mejorar, o innovar. No sé, me gusta crear. Tiene que ver mucho con lo que pensaba que iba a ser mi trabajo. Pero eso te lo cuento luego.
Echó a andar de nuevo y esbozó una ligera sonrisa en el rostro.
—Aunque conozco a un viejo amigo que me prometió que si conseguía llegar a chunin me enseñaría un par de cosas. Supongo que esa es mi meta, entonces.
»¿Y la tuya?
Paró debajo del toldo de un establecimiento que a ambos les resultaría mucho más que familiar. Tras el vidrio del escaparate, se anunciaban multitud de pastelillos de diferente índole: unos de chocolate, otros con nata y merengue adornados con cerezas de un color intenso que contrastaba con el tinte gris y azulado de la aldea. El toldo era también de un tono de rojo, pero más bien granate, y cubría una alfombra del mismo color. Las paredes de color rosa claro hacían juego con el interior, aunque los cristales estaban empañados, y no se podía ver más allá de un metro, o dos.
Aún así, el suelo de parqué clarito y el techo blanco podían distinguirse perfectamente, también las mesas redondas y las sillas de madera, de aspecto artesanal. También la barra del mismo material, pulida y brillante, detrás de ella una decoración en paredes y suelo de baldosas negras y blancas, como las que tendría un tablero de ajedrez hecho cocina. Pero la cocina estaba más allá, y no se veía con tanto vaho, aunque el local era de su madre y Daruu la conocía: detrás de una puerta negra con un cristal traslúcido, con los bancos, los fogones, el horno de piedra y los cuatro hornos debajo, donde se hacían los dulces y los salados, y todo lo rico que cocinaba mamá.
De la entrada colgaba un cartel, rezaba ABIERTO, cómo no. Daruu posó la mano sobre el pomo y abrió la puerta, echándose a un lado y extendiendo un brazo en horizontal para que la muchacha se adentrase.