Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Su percepción del paso del tiempo le pasó una mala jugada, y cuando quiso darse cuenta, prácticamente había oscurecido, por lo que paró su entrenamiento de forma definitiva y se sentó junto a su mochila, justo en la orilla. Cogió algo de agua del lago con ambas manos y se la echó por la cara, para limpiarse esas gotas de sudor que perlaban su blanca piel y para refrescarse ligeramente, después de eso, sacó una cantimplora de su mochila y dio un trago generoso.
«Debería volver pronto, tengo un buen paseo antes de llegar a algún sitio donde dormir.»
Terminó por tumbarse del todo, bocarriba y mirando directamente al cielo, pensando en cómo había cambiado su vida de un día para otro, aún no sabía muy bien si había cambiado a mejor, pero sin duda, aquel cambio le gustaba, podía viajar con mayor libertad, conocer gente de otros lugares, como Kaido y quien sabe si llegaría a vivir emocionantes aventuras, todo esto antes de que la tensión entre aldeas diera lugar a algo más problemático.
«Pero yo no puedo hacer nada para aliviar esa tensión, estoy muy abajo en la escala.»
Se volvió a sentar a toda velocidad.
«Ya está, tengo que ascender lo antes posible.»
Y de un salto se puso de pie, dispuesto a partir rápidamente.
—Hostia, hostia.
Se llevó las manos a la cabeza, mareado por haberse levantado tan rápido y se quedó así unos segundos, hasta que su cabeza dejó de dar vueltas.
Riko escuchó algo. No sabía qué exactamente, pues era un sonido gutural que parecía camuflarse con el azote del viento. Tampoco le era sencillo discernir de dónde provenía —si es que realmente provenía de algún lado en particular— porque todo estaba muy oscuro. El sol ya se había ocultado tras la cabeza de Shiomaru.
Entonces, nuevamente se hizo el silencio. Razón tenían aquellos pueblerinos que decían que el Valle del Fin era un lugar plácido de día, pero que de noche, se convertía en un lugar bastante tétrico.
Riko parpadeó un par de veces, comprobando que su cabeza había vuelto a la normalidad y que el mareo que acababa de sufrir se le había pasado del todo, pero de pronto escuchó un sonido, no sabía decir exactamente de dónde, ni quien o qué podría haberlo hecho y empezó a mirar a todos lados, asustado.
«Vale... Espero que haya sido una imaginación mía...»
Se agachó con cuidado, sin dejar de mirar a su alrededor y agarró su mochila, echándosela al hombro dispuesto a salir por patas de allí, lo más rápido que le fuera posible por si aquel sonido no había sido cosa suya, si no que algo o alguien le estaba acechando en la maleza.
Un escalofrío le recorrió toda la espalda, terminando en el cuello, aquello le daba mala espina, por lo que comenzó a correr mientras miraba a un lado y a otro.
Imaginación o no, Kaguya Riko tomó la imperiosa decisión de salir por patas. Tomó su mochila y empezó a andar como quien no quiere la cosa, a paso agigantado, dejando atrás el amplio claro del Valle del Fin.
El uzujin tendría muy en cuenta, sin embargo, que iba a tener que atravesar aquel frondoso paso de maleza que cumplía la función de resguardar naturalmente al Valle. Era el único camino posible que le llevaría finalmente hasta el paso cortado en el que el camino se bifurcaba con la frontera del País del Bosque, y el del Fuego.
Y con cada paso, mayor era la necesidad de echarse un ojo a la espalda. De asegurarse de que esa esa sensación de ser perseguido era sólo una preocupación sin fundamentos, tan sólo víctima del miedo.
Hasta que, claro, lo volvió a oír. Y esta vez con mayor claridad.
¿Un gruñido, tal vez? sí, tenía que serlo. Uno muy profundo y grave. Luego, un par de ramas romperse a su diestra.
La respiración empezaba a entrecortársele, aquel maldito Valle era una trampa mortal si tenían que salir de allí ante una emergencia como aquella. Corría y corría atravesando aquel frondoso bosque, esquivando piedras y raíces que sobresalían del suelo, mirando a todos lados y con los cinco sentidos puestos en lo que le rodeaba.
Su corazón se encogió, la sangre se le heló en las venas. Ahí estaba de nuevo, aquel sonido, aquel... gruñido, pero ahora estaba mucho más cerca, demasiado. Trató de acelerar el paso, maldijo para sí su falta de entrenamiento de carrera.
Crac, crac.
A su diestra escuchó cómo crujían unas ramas y, sin pensarlo dos veces, alzó su mano derecha y lanzó 5 proyectiles óseos desde la punta de sus dedos hacia el lugar en el que había crujido la rama.
«Estoy jodido, ¡estoy jodidamente jodido!»
Prácticamente no podía avanzar más, sus piernas empezaban a decirle basta y su respiración cada vez era más ahogada, tenía que encontrar dónde esconderse rápido si quería salir de allí.
Una respuesta fundada en el temor más absoluto. Cinco falanges emergiendo de sus dedos y proyectándose como un pequeño misil hacia el mismísimo abismo. Sus huesos voladores se arremolinaron entre la vegetación y acabaron partiendo, metros más tarde, la corteza de algún árbol poco afortunado.
Riko no lo sabía en ese momento. Pero al haber usado esa técnica, se había sentenciado.
Si él mismo no se detenía por el cansancio, lo haría porque dos ojos amarillos como los de una hiena brillaron en la oscuridad. Provenían de una figura igual de mastodóntica que, con cada paso, hacía mover las hojas cercanas. De ella provino nuevamente un gruñido más grotesco y salvaje.
Segundos después, el uzujin comprobó todo.
Era un perro. Un perro muy grande. De pelaje oscuro como la noche misma y de aspecto demacrado, cicatrices por todo el cuerpo y una de sus orejas cercenadas. Grandes colmillos le sobresalían de las fauces, que se vieron más imponentes en cuanto aulló.
Era un llamado a los miembros de su Tribu.
Súbitamente, tres menudas figuras aparecieron a los alrededores, rodeando a Riko. Dos hombres y una mujer de aspecto anacrónico y poco civilizado, usando prendas raidas, collares de hueso limpio y botines típicos que calzan los shinobi. Cabellos enmarañados, dientes afilados y, lo más importante de todo; marcas de colmillo tintadas de un color carbón vistiéndole las ojeras como una marca de guerra.
Todos ellos volvieron a gruñir, comunicándose, y dos canes más hicieron acto de aparición. Riko tendría la impresión de que, de alguna forma, estaban preparando un festín.
—¿Lo viste, Ikari?
—Huesos. Disparó huesos.
—La profecía de la Espiral Negra acabó siendo cierta. Hauru tendrá finalmente su Tótem.
Su huida cada vez se veía más truncada, estaba aflojando el paso y sabía que, quien fuera que le estuviera persiguiendo, lo notaría, aunque para su desgracia no tardaría demasiado en averiguar quien era su perseguidor.
Mientras miraba a su alrededores vio unos orbes amarillos en la oscuridad, demasiado cerca como para tratar de seguir huyendo, más aún al darse cuenta de que se trataba, ni más ni menos, que de un enorme perro negro, quizás algo raquítico y lleno de cicatrices, lo que no hacía más que darle un aspecto aún más amenazador. Y aulló.
«Se acabó.»
En un abrir y cerrar de ojos se vio rodeado por tres personas que parecían vivir lejos de toda civilización desde hacía tiempo, y cuyos adornos no le hacían pensar nada bueno, pero lo más destacable eran las marcas de colmillos dibujados en sus rostros. —¿Lo viste, Ikari?
—Huesos. Disparó huesos.
—La profecía de la Espiral Negra acabó siendo cierta. Hauru tendrá finalmente su Tótem.
Riko se sentía muy amenazado ante esos tres, que le miraban fijamente.
—¿Qué... Qué queréis? — Fue lo único que se atrevió a preguntar mientras su cabeza daba vueltas tratando de buscar una salida ante aquella situación.
—A ti —respondió el último, montando a su can—. coged al crío, viene al umbral con nosotros.
Ikari, aquella que recalcó lo obvio; dio un paso adelante y sonrió salvajemente. Una ligera ola de chakra atizó su cuerpo, y sus rasgos se hicieron mucho más notorios, por sobre todo las garras en sus manos y el aspecto lobezno de sus facciones. A su lado le acompañaba uno de los canes.
—Tus ojos se mueven como los de un cervatillo cuando se siente acorralado. Quieres encontrar una salida. Hay un cinco porciento de probabilidad de que lo consigas. ¿Qué es lo que vas a hacer, cordero?
—A ti. coged al crío, viene al umbral con nosotros.
Riko tragó saliva, sin lugar a dudas aquel iba a ser su final, pero al menos moriría luchando, o lo intentaría, pero el aspecto de aquellos tres, con sus respectivo canes, intimidaban, demasiado quizás y más aún cuando sus facciones se volvieron más asalvajadas, entonces supo que no tenía otra que pelear por su vida.
—Tus ojos se mueven como los de un cervatillo cuando se siente acorralado. Quieres encontrar una salida. Hay un cinco porciento de probabilidad de que lo consigas. ¿Qué es lo que vas a hacer, cordero?
Volvió a echar un vistazo rápido a su alrededor, y efectivamente, no tenía por donde salir, por lo que, de la palma de sus manos salieron dos hojas de hueso, y lo mismo pasó desde sus rodillas, codos y hombros.
«Que sea lo que Susano'o quiera.»
Y se lanzó a por el oponente que tenía más cerca, haciendo acrobacias en el aire tratando de dar el mayor número de tajos posibles en el cuerpo de su rival. Uno al pecho con la hoja de la mano diestra, otro al muslo con la hoja del codo y por último fue directo al cuello con la hoja de la rodilla izquierda.
PV:
120/120
–
CK:
180/200
–
- 20
– (regen. dividida)
¤ Hitai-ate[Atado al cuello] ¤ Portaobjetos básico:[En el muslo derecho]
Shuriken x5
Hilo shinobi
¤ Yanagi no Mai: 20 PV por ataque = 60 PV
¤ Yanagi no Mai ¤ Danza del Sauce - Tipo: Ofensivo - Rango: S - Requisitos: Kaguya 25 - Gastos: 20 CK, 5 turnos de danza (divide regen. de chakra) - Daños: 20 PV por ataque - Efectos adicionales: - - Sellos: Ninguno - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: 10 metros
La primera de las cinco danzas del clan Kaguya. Para realizar esta técnica, el usuario hace crecer al mismo tiempo varias afiladas hojas de hueso, de hasta veinte centímetros, desde su cuerpo para utilizarlas como armas. Al igual que un sauce sacudido por el viento, los ataques del oponente pueden ser simplemente bloqueados y detenidos y los endurecidos huesos apuñalan y dañan el cuerpo de la víctima.
Como arma primaria se encuentran los dos huesos que salen desde las palmas de sus manos, pero también puede utilizar huesos secundarios que crecen desde sus rodillas, hombros y codos. Esta danza es increíblemente acrobática, usando giros, cargas y largos tajos profundos para hacer los golpes más efectivos y para evadir los ataques del oponente. Además, el usuario puede hacer crecer aún más estos huesos sin necesidad de moverse del sitio, hasta un máximo de cuarenta centímetros, para tratar de asegurar un ataque.
A Ikari se le inundaron las fosas de excitación, y los ojos se le alumbraron como luciérnagas. Era la primera vez. Que lo veía. De tú, a tú. Sólo había escuchado de la incesante batalla contra el clan de los Huesos por las historias anecdóticas de Kogane. Un perro viejo de la Tribu. El último en diez años en conseguir su Tótem.
El muchacho se arrojó hacia ella como un voluntarioso guerrero, armado con sendas púas de mármol, afiladas y punzantes. No sólo las tenía en la palma de ambas manos, sino que otras se asomaban peligrosas en zonas posteriores, más difíciles de observar.
Oh, aquello le pareció absolutamente asombroso. Al menos iba a tener una gran historia que contar a la jauría durante el Festival de luna Llena.
La novata sólo vio el único camino que tenía y rápidamente lo tomó, poco antes de que Riko pudiera atinarle el primer tajo. Saltó con todas sus fuerzas, y con una renovada agilidad gracias a los dones de la Bestia interior que ahora revitalizaba cada uno de sus movimientos, pudo dar una agraciada voltereta por encima de su cautivo. Y en el medio de aquel giro milimétrico, sendas garras le habrían acariciado la nuca al muchacho antes de que concluyera su vuelta.
¤ Gijū Ninpō: Shikyaku no Jutsu ¤ Arte del Ninja Bestia: Técnica de las Cuatro Patas - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Inuzuka 25 - Gastos:
10 CK activar (divide regen. de chakra)
(Inuzuka 50) (multiplicable x2)
- Daños: +10 PV a arañazos y mordiscos - Efectos adicionales: Fuerza +5, Resistencia +5, Aguante +5, Agilidad +5 - Sellos: Ninguno - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Al envolver el cuerpo entero en chakra y moverse a cuatro patas, los Inuzuka pueden ganar los reflejos, los instintos y la velocidad de una bestia salvaje.
Esta técnica forma la base del estilo de taijutsu de sus miembros, y modifica la apariencia del usuario ligeramente, adaptándola aún más a la de un animal: sus colmillos y uñas crecen hasta convertirse en garras, y sus pupilas se contraen hasta volverse afiladas. Además, bajo sus efectos, un Inuzuka mostrará grandes aumentos de sus atributos físicos.
Esta forma es perfecta para tácticas de golpeo y retirada, que dentro del clan es bien conocido por apenas dejar tiempo al oponente para contraatacar. Este estilo de lucha se conoce por el nombre de Jūjin Taijutsu (Taijutsu del Hombre Bestia) y contiene numerosos ataques y técnicas secretas.
En cuanto Riko se lanzó a por su oponente, éste se alzó por los aires, dando una voltereta sobre su cabeza y dejándole un pequeño regalo por el camino, un arañazo en la nuca por el cual se obligó a retener un grito de dolor, y aquello le activó aún más.
Antes de que su rival fuera capaz de tocar el suelo, daría un giro de 180 grados, propinándole un corte con la hoja de su hombro derecho y, seguidamente, le trató de apuñalar con la de su mano izquierda, ni si quiera apuntaba a una zona específica, simplemente buscaba hacer todo el daño posible a su rival.
PV:
102/120
–
- 18
– CK:
185/200
–
+ 5
– (regen. dividida) ¤ Yanagi no Mai activa
¤ Hitai-ate[Atado al cuello] ¤ Portaobjetos básico:[En el muslo derecho]
Ella sintió el cómo las afeminadas garras de su mano se tintaron de rojo, al haber arañado el cogote de su rival. Sin embargo, no había pensado en aquello de que no iba a ser una herida lo suficientemente menguante como para que el Kaguya no pudiera reaccionar.
Y así fue.
El muchacho no se iba a dejar abatir tan fácil, dándose un giro volátil y aprovechando una de las hojas huesudas de su hombro para atinarle un corte mucho más dañino, y letal. ¿Cómo comparar la leve caricia de un par de uñas crecidas a la de una estaca con la solidez de un hueso?
Lástima que nunca le llegó a tocar. Y no lo hizo porque Ikari fuera más diestra que él, o porque sus reflejos le permitieron darse la vuelta en pleno aire. Nada de eso. Ella logró salir ilesa de aquella embestida sólo porque la ley de vida de los Inuzuka, incluso en los más rurales como los que pertenecían a su Tribu, dictaba una sola regla: nunca luchaba solos. Eras uno con tu ninken y tu ninken uno con su cuidador.
Su nombre era In'eimaru. Oscuro como la noche, mimetizado con el asueto nocturno, logró embestir al Kaguya con su fuerte hocico justo en la espalda. Torciendo las patas y los hombros como para no cuajarse un buen tajo de alguno de sus otros huesos.
· PV:
170/170
– · CK:
185/190
–
+5 CK
–
reg. dividida
–
Nota: No estoy seguro como es el tema de la reg. de ck en el caso de los Inuzuka, por esto de si el perro ataca se considera un turno ofensivo para el usuario, o no. Lo vuelvo a dividir igual, por si acaso.
El pelinegro estaba convencido de que su ataque iba a dar en el blanco, no tenía forma de esquivarle, por lo que simplemente recibiría el golpe, un golpe dañino, sin duda alguna y, si conseguía quitársela de encima, un problema menos para él, pero se había olvidado de algo muy importante.
Cuando se quiso dar cuenta estaba completamente desequilibrado hacia delante, por lo que retrajo todos sus huesos para evitar dañarse a sí mismo y rodó por el suelo, recuperando la compostura.
Se había olvidado de que aquel no era un combate justo, no estaba en un uno contra uno, por lo que tenía que tener en cuenta más cosas aparte de un único oponente.
«Malditos bastardos.»
De su brazo, repentinamente ejerció una espada corta de hueso y la empuñó con su diestra. Un instante después se lanzó de nuevo contra Ikari, pero ahora sus movimientos eran más rápidos y más difíciles de predecir, se movía sin un patrón establecido, trató de cortar el brazo izquierdo de la mujer, después trató de perforar su pierna y se alejó ligeramente.
PV:
99/120
–
- 3
– CK:
155/200
–
- 30
– (regen. dividida) ¤ Tsubaki no Mai activa
¤ Hitai-ate[Atado al cuello] ¤ Portaobjetos básico:[En el muslo derecho]
Shuriken x5
Hilo shinobi
¤ Tsubaki no Mai: 20 PV corte; 50 PV penetración
¤ Tsubaki no Mai ¤ Danza de la Camelia - Tipo: Ofensivo - Rango: S - Requisitos: Kaguya 40 - Gastos: 30 CK (divide regen. de chakra) - Daños:
20 PV por corte
50 PV por penetración
- Efectos adicionales: - - Sellos: Ninguno - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo, 50 cm
La segunda de las cinco danzas del clan Kaguya, en la que se modifica uno de los huesos superiores del brazo del usuario para crear una espada corta de hueso. La danza prosigue con ataques caóticos, rápidos, y difíciles de predecir, aunque el usuario puede utilizar el arma creada como le plazca, e incluso combinarla con movimientos de Kenjutsu. El usuario puede luchar con este estilo errático y difícil de contrarrestar contra adversarios con habilidades y reflejos altos, y es necesario un ojo fuera de lo común para saber por dónde vendrán los golpes.
21/09/2018, 01:56 (Última modificación: 21/09/2018, 01:59 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
¡Bam! el inmenso can había logrado salvar a su dueña, con una severa embestida. El Kaguya rodó poco después, retrayendo sus huesos, y encarando poco después a sus oponentes.
Para entonces, Ikari ya se encontraba frente a él; con una sonrisa ensombrecida vistiéndole el rostro y mirado a In'eimaru por el rabillo del ojo. Riko escuchaba a su diestra un ligero gruñido de advertencia, que demostraba que el ninken estaba en plena alerta. Pero ambos eran demasiado inexperimentados. La inexpugnable mirada de su líder, montado sobre su propio perro; y el del otro, aún a pie, se ceñía sobre ella.
Tenía que demostrarlo. Valor. Fortaleza. Fiereza.
—¡Grrrr! —exclamó con los brazos en cruz, afinando el chakra que le convertía en una bestia, con los ojos moviéndose de lado a lado tratando de discernir los movimientos de su rival—. —¡Sombra!
Riko lo sintió. Oh, vaya que sí. El de la punta de su hueso colarse a través de la piel de su oponente. O, bueno, parte de ella, pues Ikari había hecho lo propio para que el hueso calara entre su antebrazo y la axila. La arremetida del mismo Kaguya le permitió, al coste de que aquel hueso le rajase bien, cerrar el ala en el último segundo y apretar con la fuerza de un cancerbero. Uno de los brazos de la mujer se enrolló fuerte en el de Riko, mientras la axila hacía la de apriete. Se podía decir que era una especie de llave retentiva.
Y en el momento en el que cerró la llave, In'eimaru apareció por encima de los dos dando un giro completo. Y meando, como otra no podía ser, sobre la cara de Riko.
Sólo entonces Ikari movió la pierna, en un giro ascendente, y ejecutó una técnica tan simple cuyo poder a veces era sobrevalorado.
¤ Konoha Reppū ¤ Vendaval de la Hoja - Tipo: Ofensivo - Rango: D - Requisitos: Taijutsu 30 - Gastos: 36 CK - Daños: 60 PV - Efectos adicionales: Derriba al oponente proporcionando una oportunidad - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Esta técnica es un buen ejemplo de cómo un simple movimiento de Taijutsu puede convertirse en una herramienta destructiva y letal. El ataque es, simplemente, una patada baja giratoria cargada de chakra, pero suficientemente fuerte para despegar del suelo a adultos corpulentos como si no pesaran nada. La meta es tirar al oponente al suelo y causar un daño considerable en la parte inferior de su cuerpo.
¤ Dainamikku Mākingu ¤ Marca Dinámica - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Inuzuka 10 - Gastos: - - Daños: - - Efectos adicionales: Puede cegar durante unos segundos a un oponente - Sellos: Ninguno - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: 5 metros
Con esta técnica, el perro del Inuzuka salta, gira sobre sí mismo y marca a uno o varios objetivos con orina.
Los Inuzuka y sus perros son especialmente sensibles al olor de esta orina, lo que le permite saber con exactitud la posición y la proximidad de un oponente durante los próximos 5 turnos. Esta técnica es necesaria para atacar de manera eficiente con otras, como el Garōga, pues es muy rápida y es imposible seguir por la vista al objetivo sin que esté marcado. También puede utilizarse con el usuario y su perro combinados en la técnica Jinjū Konbi Henge: Sōtōrō.
La orina puede ser útil también para cegar temporalmente a un oponente si cae en sus ojos.
Esta técnica sólo puede ser usada 3 veces en combate. Si el perro bebe agua, a los cinco turnos será capaz de usarla de nuevo.
21/09/2018, 10:20 (Última modificación: 21/09/2018, 23:53 por Riko. Editado 1 vez en total.)
«¡Sí!»
La espada de Riko se hundió en la carne de su rival, había conseguido propinarle un corte en una zona que, si no se lo curaba con velocidad, podía darle problemas, pero, a coste de eso, su brazo quedó atrapado por el de Ikari, que le sujetaba con fuerza.
«Oh amiga, pero esto no es buena idea para ti.»
De todo su cuerpo salieron una gran cantidad de espículas óseas que, con toda la furia que Riko atesoraba en su cuerpo, penetraron en la carne de su rival.
Aún así, del cielo le cayeron a Riko unas gotas de un líquido caliente y, cuando miró hacia arriba.
Y un arcada se asomó a su garganta, el puto perro le acababa de mear encima, en toda la puta cara.
«Lo mato, ¡juro que lo mato!»
PV:
99/120
– CK:
107/200
–
- 48
– (regen. dividida) ¤ Karamatsu no Mai activa
¤ Hitai-ate[Atado al cuello] ¤ Portaobjetos básico:[En el muslo derecho]
Shuriken x5
Hilo shinobi
¤ Karamatsu no Mai: 50 PV
¤ Karamatsu no Mai ¤ Danza del Alerce - Tipo: Ofensivo/Defensivo - Rango: S - Requisitos: Kaguya 40 - Gastos: 48 CK (divide regen. de chakra) - Daños:
Daño/Defensa de 50 PV al recibir un Taijutsu
50 PV por golpe
- Efectos adicionales: - - Sellos: Ninguno - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo, las espículas miden 30 centímetros de largo.
La tercera de las cinco danzas del clan Kaguya.
El usuario hace crecer desde todo su cuerpo al unísono una gran cantidad de espículas óseas puntiagudas por todo su cuerpo. Cualquier ataque físico que se le intente hacer recibirá un potente contraataque que perforará y hará sangrar a la víctima. El hecho de que la técnica sea tan rápida, combinado con que la armadura ósea puede ser utilizada durante todo el tiempo necesario para atacar, además de defender, hace que el ejecutor sea prácticamente intocable a cortas distancias. Si un oponente se acerca demasiado, basta con girar rápidamente sobre sí mismo para alejarlo lleno de cortes.
Sin embargo, si el usuario recibe un golpe superior a 50 PV, la defensa se desbarata y debe pagar el coste energético si quiere mantener la técnica activa.