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La vida había sido muy amable con el muchacho durante su infancia. Durante mucho tiempo su única preocupación era estudiar, entrenar, llegar temprano a casa y desvelarse mientras pensaba en el tema de la próxima canción que iba a componer. Sin embargo, el fin de la tranquilidad iba a llegar algún día, agarrando con la guardia baja al chico. "Genial. Que me toca graduarme cuando el bendito Tratado de Paz se rompe." No iba a negar que le generaba algo de incertidumbre el saber que pasaría en los días venideros, aunque tampoco era para darse de golpes en el pecho. "Ya ni qué. Hombre, al menos puedo aprovechar para salir de la aldea y conocer algo del mundo exterior, aunque no de la forma que me lo imaginaba."
Es así que agarró maletas para conocer otros lugares ajenos al País de la Lluvia, pensando que está seria quizás una oportunidad que no tendría en el futuro en caso de que el ambiente político fuese para peor. Tampoco salió con miras hacia ningún lado, pues de antemano había escuchado de un lugar dónde la fiesta es aún más intensa que en el Distrito Comercial: Tanzaku Gai. "¡Quien quita y me hago carrera cómo solista en un club nocturno! Así de paso me quito la pedrada de servir militarmente." Bromeó para sus adentros, pues aunque quisiera, no podía dejar el legado de su familia tirado o sería su propia madre quién le arrancaría la cabeza.
Fue así que llegó a la gran urbe del País del Fuego, dónde todo era incluso mejor de cómo se lo habían comentado. "¿Hombre cómo pude perderme esto durante toda mi vida?" Dijo con sus escasos 11 años.
De arriba para abajo cómo cabra desbocada, asomaba su carota en cada ventanal y cada local, curioseando cada rincón dónde no lo sacaba la seguridad por ser menor de edad. "¡Pero qué ya soy un shinobi hecho y derecho! ¿Eso no debería valerme la entrada?" Refunfuñaba para sí.
Entre su vaivén llegó a uno de los tantos restaurantes de la ciudad, entrando con paso firme y una sonrisa confianzuda al negocio que se encontraba abarrotado de comensales a la hora del almuerzo.
—¡Mesero, tráigame el especial del día!— Ordenó sin siquiera saber en qué demonios consistía el platillo.
"Vamos a ver, por aquí debería haber alguna mesa desocupada... espero." Se dijo mientras sus ojos escudriñaban en busca de un sitio vacío.
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Viento Gris, Invierno 218
Tanzaku Gai, una de las granes ciudades, reconocida por su fama con juegos de azar y aquellos lugares en los cuales mujeres de buen porte y aspecto servían de acompañantes a personas adineradas, no era la primera vez que estaba ahí y como era costumbre por reglas de mi padre vestía, sobre mi ropa habitual, una gran capa de viaje azul que cubría todo mi cuerpo, entre el martirio de que debía acostumbrarme a cargar con ese tipo de prendas y el hecho en que pudiesen confundirme con una dama de compañía no pude rechistar. Igualmente por los últimos antecedentes mundiales era mejor actuar con precaución, por lo que no tenía la placa metálica que me idenficaba como ninja.
Nuevamente me encontraba acompañando a mi papá en busca de algunos especímenes de la botánica y demás, siempre buscando un artículo, algo nuevo por saber o utilizar para sus prácticas; y yo... Bueno yo tenía que aprovechar estos viajes para hacerme con objetos de interés personal que pudiera considerar interesantes. Como era costumbre ya me había separado de él para desviarme hacia las calles de la zona comercial que ofrecía accesorios de vestir un tanto inusuales, quizá lograse encontrar unos pendientes de calavera, los que tenía ya estaban repetidos, una pulsera, o tobillera o un anillo... ¿Era mucho pedir correr con un poco de suerte?
Tras dar unas cuantas vueltas por la zona y no encontrar absolutamente nada que llamase mi atención, seguí caminando sin rumbo alguno, curioseando mejor dicho. Ante mi mirada se manifestó un muchacho de baja estatura que se acercaba a las vitrinas y las observaba como sí estuviese viendo dulces en una vidriera, iba de una a otro con cierto afán, demostrando que tenía cierta inmadurez o infantilismo en sus acciones, le seguí un par de minutos por puro ocio, hasta que se adentró en un local de comida.
«Hasta aquí llegó mi aventura de observadora»
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El mocoso no se había percatado de que tenía una observadora tras de él, siendo que si bien era un shinobi no era de los que destacaban por su habilidad para notar los detalles. Además, estaba tan despreocupado con el jolgorio del lugar que le era difícil notar las acciones de las personas a su alrededor. Eso sí, tras detenerse a observar el lugar en busca de mesa para tomar asiento, en una de tantas se percató que fuera del restaurante se hallaba la que hace algunos instantes le había estado espiando sin que él se diera cuenta.
"Yayuuuuiii" Pese a que su vestimenta le cubría bastante, no iba a negar que tenía una cara bonita, sin mencionar los distintos adornos de huesos que eran apreciables. "¡Las chicas del País del Fuego sí tienen buenos gustos!" Se dijo alegre mientras se daba la vuelta y caminaba hasta el portal del local. No era habitual encontrar a mujeres así en su tierra natal.
—¿Qué hace una señorita cómo tú tan sola por aquí?— Le increpó con una sonrisa en el rostro. —¡Pasa! ¿No quieres que te invite una bebida? "Porque más no creo poder pagar." ¿Qué me dices?— Preguntó mientras daba dos pasos hacia el lateral derecho, dando espacio para que ella caminara mientras él con sus brazos extendidos indicaban la dirección hacia el interior.
Con inocente esperanza, creía tener la suerte de haber encontrado a alguien más con quién pasar el rato mientras estaba de visita a la ciudad. "¡Además que es de mi tipo!"
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La misma curiosidad que me había motivo a observar al muchacho, me motivó dudar un momento, me quedé plantada en la puerta, ¿debía entrar y ver qué tal era el local? ¿o debía seguir de largo?
—¿Qué hace una señorita cómo tú tan sola por aquí?—
Su voz me tomó desprevenida, vi el emisor y entonces reparé que era el chico que seguí con disimulo —. Nada, nada... Sólo estaba pasando por aquí— respondí rápidamente alarmada por haberme sentido descubierta, aunque luego caí en cuenta que él no había hecho referencia a su seguimiento.
Aproveché el momento en que sonreía para dar un vistazo a su vestimenta más de cerca, no era el atuendo más acogedor, y el cabello me parecía anormalmente articial, esos mechones de varios colores no podían ser naturales. Lo que sí destacaba bastante era su baja estatura, además de la placa metálica en su cuello.
—¡Pasa! ¿No quieres que te invite una bebida?
«¿Qué pasa destino? ¿Me tienes preparado que cada vez que salga deba comer con algún ninja de otra aldea?»
¿Qué me dices?— insistió.
Lo detallé nuevamente, quería que se sintiera como sí le evaluaba, mis ojos se entrecerraron unos segundos y entonces dije: —¿Qué edad tienes?
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7/10/2018, 07:21
(Última modificación: 7/10/2018, 07:22 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
La muchacha reaccionó de manera llamativa, cómo si hubiese estado haciendo algo malo, a lo cuál el Yotsuki no hizo nada más que alzar la ceja. "Vaya, ¿qué cositas escondes preciosa?" Si bien la muchacha luego actuó de forma más relajada, eso no provocó que Rōga bajara la guardia respecto a la actitud a su sospechosa actitud inicial. Si bien, nunca se le pasó por la cabeza que fuese una reacción de vergüenza. "Eso sería demasiado conveniente, pero no se lo voy a inquirir, al menos no aún." Río.
Fue entonces que la misteriosa chica se tomó su tiempo para responder a su propuesta, generando cierta curiosidad en el muchacho, pues claramente ella le estaba escaneando de arriba para abajo sin hacer el más mínimo esfuerzo por ocultarlo. "Sólo con que no me salga a criticar porque con esas plantas es la última persona que debería hablar."
Es entonces que finalmente decidió a hablar, pero lejos de contestar desvió la pregunta inicial con otra pregunta, esta vez sobre la edad del genin de Amegakure. "¡Pero miren cómo salió!" No realizó ningún gesto ni ademán ante la pregunta, aunque en el fondo se sentía algo ofendido por creer que una muchacha iba a rechazarle por considerarlo muy pequeño.
—¿Jeee?— Sonrió mientras sostenía su sonrisa de confianza. —¿Existe algún motivo por el cuál la edad es un impedimento para qué compartamos una mesa?— Comentó sin quitarle los ojos de encima. —Y por cierto, tengo once.— Remató mientras se cruzaba de brazos. "Tampoco le dije que era una cita romántica para que se ponga con excusas, pero por ser bonita se ha de creer la última botella de agua en el desierto."
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Tras escuchar mi pregunta reveló una sonrisa cargada de mucha confianza, y al parecer no venía sola, sino que se acompañaba con una pizca de atrevimiento. —¿Existe algún motivo por el cuál la edad es un impedimento para qué compartamos una mesa?—
—Claro que lo hay!— expresé rápidamente sin saber muy bien que decir, no venía ninguna excusa creíble, aunque realmente no debía ninguna explicación especial.
—Y por cierto, tengo once.— se cruzó de brazos mostrando cierta inconformidad.
—Te saco cinco años.— le corté sin pensarlo dos veces, aunque después decidí darle una oportunidad, tampoco es que tuviera algo mejor que hacer, también quería saber cuán audaz y/o poder de convencimiento podría tener sobre mi, ya que su vestimenta y apariencia en general no lo ayudaban del todo —. Hagamos algo, te dejaré que me expliques el porqué debería aceptar tu invitación, sí logras convencerme aceptaré sin rechistar, pero sí no...— Y no dije nada más, ¿podría sacarle algún provecho a la situación?
«Podría ponerle algún reto, sí! Eso es!»
Sonreí maliciosamente —. Si no te toca cumplir una penitencia para mi, entonces... ¿Lo tomas o lo dejas?
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El de ojos dorados antuvo su sonrisa divertida al ver que la muchacha se excusaba basándose en la edad. "Sí, lo supuse desde un principio. Además parece ser también algo mimada, ¿será de alguna familia importante? Tiene todas las plantas de que sí. Mujeres así no valen la pena, es una decepción. ¿Tanto cuesta intentar hacer amigos sin que piensen mal? Qué caracter por Ame no Kami."
Fue entonces que la muchacha quiso chantajearlo, disfrazando sus taimadas intenciones de cláusulas y condiciones. Rōga prorrumpió en sonora carcajada ante las palabras de la muchacha, pues no creía que alguien fuera capaz de decir semejante tontería.
—Ay no, qué sentido del humor tienes— Se burló limpiándose una falsa lágrima. —Vamos a ver si entiendo lo que está pasando aquí. Te invito con toda mi amabilidad y buenas intenciones, empiezas a ponerme peros argumentando qué soy un niñato, luego intentas forzarme a aceptar una apuesta dónde yo me arriesgo a saber qué cosa, ¿por tú compañía?— Alzó levemente el dedo índice para señalarla. —¿A mí no me cuadran las cuentas sabes?— Rodó los ojos y se dio la vuelta.
—Sólo con eso ya me demostraste que no vales la pena cómo para rifarme la integridad. Además, el mesero ya debe estarme esperando adentro con mi orden, sigue con tu camino en todo caso. Bye~ Alzó la mano para despedirse, sin voltear a verla y se dispuso a entrar nuevamente al restaurante.
"¿Acaso cree que me importa? Ja, ¡es que hay que verla!"
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La sonrisa acompañada de una carcajada, una carcajada de burla que llegó a mis oídos, hizo que mi rostro se enseriase, incluso podría decir que me irrité ligeramente al ver como el enano se limpiaba aquella lágrima que se había escapado de su ojo por tanta emoción.
Aclaré mi garganta tras escuchar la explicación del ninja, quién no sólo se hacía el indignado, sino que también osaba a señalarme, criticándome como sí tuviese la razón absoluta —¿Y tú qué crees? ¿Qué debo ir aceptando la invitación de toda persona que quiera beber algo conmigo? respondí aún más indignada que él.
El chico no quería hacerse rogar, no tenía ánimos ni nada más, por lo que se viró con orgullo y como sí fuera poco atentó contra mi integridad moral, refiriéndose a mi como una pérdida de tiempo —. Más respeto niño que todavía te doy la oportunidad de lograr tu cometido y la desaprovechas, y por sí fuera poco buscas ofenderme, vaya caballerosidad tienes!— vociferé, incluso algunas personas voltearían a mirarnos.
Para ese entonces aquel ninja con pinta de vándalo ya habría dicho algo de su mesero y su comida y que se marchaba o algo por el estilo, yo, con mi orgullo por lo alto también, di media vuelta y caminé hacia otro lado.
«Estúpido mocoso»
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La chica soltó una parloteadera monumental, a la cuál si bien el Yotsuki tenía mil y un argumentos con los cuales rebatirle y tumbarle todas sus alegatas por el piso, prefirió entrar nuevamente al local para no hacer perder el tiempo al trabajador. "Era rara, primero se pone nerviosa y luego enojada. Huh, quizás es que le había bajado la regla." Río solo para sí, pensando en las posibilidades.
Adentro se encontraba ya el camarero con el plato en mano, quién parecía nervioso mientras miraba de un lado a otro, probablemente buscando al genin de la lluvia.
—Oeh, ando por aquí— Alzó la mano para hacerse más notorio.
—¡Oh-hho! ¡A-ahí está!— Parecía aliviado al verle. —Aquí está su orden— le mostró el plato que estaba en su charola.
—¿No pensaste que iba a irme o sí?— Sonrío confiado mientras el mesero parecía sorprendido. —No amigo, no te preocupes, que no te lo van a descontar de tu salario. Ahora, sí me lo permites, iré a degustar esto—. Le dijo casi arrebatándole el plato de comida.
Aquello parecía alguna especie de carne sazonada con hierbas, acompañada con una ensalada de guarnición. Al niño se le hacía agua la boca, mientras tomaba asiento en una de las mesas que se había desocupado en el tiempo que discutió con la muchacha de los adornos de calavera.
Mientras tanto a las afueras del restaurante, no muy lejos de ahí, había un muchacho rubio de cabellos largos y lacios repartiendo volantes, aunque alguien que fuese perspicaz notaría que parecía ser selectivo respecto a quién le entregaba su propaganda. Incluso estaba ataviado con un elegante traje blanco, con corbata incluida. No lo dudó dos veces, siendo que el joven se giró rápidamente hacia Mei, dándole un vistazo rápido antes de acercarse a ella para extenderle uno de sus volantes.
—Hola linda, ¿te gustaría pasar a disfrutar un buen rato en el mejor salón de apuestas de la ciudad?— Dijo amigablemente mientras le ofrecía el respectivo escrito. —Hoy tenderemos un evento especial para todos los que se queden en la noche.
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Me había ido tan rápido sin rumbo que no sabía exactamente hacia dónde había agarrado, en mi rostro se podría notar la cara de molestia por el espectáculo que sucedió hacía unos escasos minutos con aquel desconocido, mi ceño fruncido y la frente arrugada, y no solamente en mi cara, sino que mis pasos parecían fuertes y rápidos, como cuando se quiere marchar sin mirar atrás.
—Hola linda, ¿te gustaría pasar a disfrutar un buen rato en el mejor salón de apuestas de la ciudad?—
Mientras intentaba ubicarme, obvié por un momento que aquel mensaje fuese para mi, incluso me detuve en seco y miré hacia atrás con un poco de duda, y me encontré con la mirada de aquel sujeto rubio, vestía con un traje blanco y corbata negra, se veía bastante elegante. Aquel muchacho se acercó lentamente hacia mi y noté que en sus manos tenía un volante, cuando estuvo cerca me facilitó uno de ellos.
—Hoy tenderemos un evento especial para todos los que se queden en la noche.
—¿Un evento especial? balbuceé mientras leía el volante —. ¿Es con ropa de gala?— pregunté, era evidente que no había traído nada de ese estilo, ni que se le acercase, por no decir que la única ropa que cargaba era aquella estaba bajo mi túnica azulada.
«Es un casino o algo así» descubrí al leer con un poco más de atención —Creo que no tengo la edad suficiente para estar en este tipo de lugares...— devolví el volante de forma amable, como se me había entregado.
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Ya perdió la cuenta de los días: País del Fuego
"Ay, maldita sea. Me metí donde no debía."
Recapitulando: Akasha había salido de Amegakure en busca de información sobre los malditos criminales que hacen años atrás arrebataron la vida de su pueblo, de su familia. Su primera opción fue ir al País del Fuego a ver si encontraba información de esas personas. Una semana era lo que iba a estar en ese lugar, pero ya había perdido la cuenta de cuantos días habían pasado. De hecho, no es que la hubiera perdido, es que simplemente no quería pensar en eso. De momento no había tenido exito con su búsqueda, pero había tenido algunos sucesos interesantes. La primera noche conoció a un chico con cara de palo, luego conoció a otro loco, y ahora estaba en medio de esa poblada ciudad buscando la salida para regresar a Amegakure.
"¿Por qué tuve que meterme por aquí? ¿Hay un carnaval o algo?" - De hecho, le daba asco estar entre medio de tantas personas. Ella prefería estar en lugares solitarios, donde no hubiera desórdenes o escándalos. "No recuerdo que esto fuera tan molesto."
Ella con sus vestimentas góticas trataba de pasar por entre medio de la maldita... Multitud. "Por lo menos en Ame hay lluvia, mucha lluvia..." - Tratando de calmar su mente pensando en cosas bonitas. "Y rayos. Muchos rayos." - Sobre su espalda cargaba su mochila llena de pertenencias: Desde sus objetos ninja, hasta alguna que otra vestimenta bonita que encontró en el País del Fuego. Además de que también llevaba guardada su bandana ninja dentro de esa mochila. No quería llamar la atención con eso de que era una kunoichi extranjera. Sería bastante problemático si algo pasaba.
Esta vez Akasha no iba vistiendo un kimono oscuro como ya había hecho. Esta vez iba más ligera: Botas altas hasta los muslos, camisa que hacía conjunto con sus pantalones negros, guantes de maya, cadenas por sus pantalones, pulseras y un collar de púas.
"Debería enterrarle estas púas en los ojos a todos y salir corriendo." - Solo quería salir de ese lugar tan... ¡Agh! ¡Y ni pensar volver atrás y pasar por entre tantas personas! Vale, que le había gustado visitar las tiendas a precios bajos de ese lugar, pero ahora estaba de pasada así que no lo disfrutaba tanto como antes. ¡Solo quería que se salieran!
Entre tanto caminar pudo ver una pequeña plazita. Un tipo bien vestido, de cabellos extravagantes, rubios, y más feo que la palabra, le estaba pasando un papel a una chica de curvas, pechugona, y con un gusto similar al de ellas en vestimentas. -..... - Sus vacíos ojos se fijaron en los pechos de la mujer, y también en los atuendos de calaverita que llevaba en la cabeza. "Lo admito. Es elegante... Y necesito esas calaveritas." - Negó con la cabeza dispuesta a seguir su camino, pero las manitas de la cabeza ajena la dejaron pensando tanto que... Tuvo que devolverse.
Caminó hacia la chica (Mei) ignorando al rubio vestido de blanco.
-Disculpa. - Miró fijamente a Mei. -¿Dónde compraste...? - Y con su dedo índice señaló los deditos huesudos que ella llevaba en el peinado. -...eso. - Esperaba que fuera de alguna de las tiendas de los alrededores para ir directo a ella, comprarlos con lo poco que quedaba, e irse al demonio a Amegakure. Al parecer Akasha tenía cierta debilidad por estar comprando chucherías.
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—¡Oh no, por favor, quédatelo!— El muchacho retrajo la mano y la sacudió de lado a lado en signo de negación, aunque seguía manteniendo su amable sonrisa. —Quizás cambies de opinión después, en cuyo caso serás más que bienvenida— Dijo con todos sus dotes de vendedor.
Mientras hablaban, pudo notar a otra muchacha acercándose a ellos. Sería imposible que aquella chica no destacara entre las personas con su atuendo totalmente negro, dando aquellos aires de misterio que adornaban una belleza extraña. Era definitivamente su día de suerte, pues se había encontrado a dos hermosas chicas que cumplían todos los requisitos para participar en el evento.
—Señorita, disculpe que la interrumpa pero me gustaría invitarla a una velada inolvidable— Esperó a que terminara de interrogar a la Aburame para extenderle otro de sus volantes a la muchacha de los ojos azabache.
Una gota de sudor resbalaba por el costado del rostro de Rōga, observando el número impreso en el papel que se suponía era la cuenta del platillo. "Una, dos, tres cifras..." Se arrepintió de haber ordenado algo sin consultar primero la carta para corroborar el precio. "Menos mal ya no invité a aquella sisañosa o esto sería peor. Demonios, me voy a quedar sin un céntimo para continuar con el viaje." Sacó su billetera y con mucho dolor extrajo dos billetes de alta denominación. "Me duele no dejarle propina al camarero, pero hombre, ahora mismo estoy en peor posición que él." Suspiró pesadamente mientras dejaba el dinero junto a la cuenta para luego levantarse y meterse las manos en los bolsillos del pantalón, saliendo del restaurante a paso lento.
"Relaja la raja Rōga, ve pensando mejor en cómo vas a sacar unos ryōs extra." Sin saber exactamente a dónde ir, empezó a caminar sin rumbo fijo, observando los alrededores por algo que le pudiera otorgar algún beneficio económico.
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—Gracias...— el rubio no tomó el volante, me lo dejó ya que ahí estaban todos los datos necesarios por sí querría cambiar de opinión, según él, cosa que no tenía en mente, hasta los momentos. Como no había más nada que decir, ni más nada que agregar, me dispondría a marcharme, o eso tenía en mente, pero el destino me jugaba otra de las suyas, esta vez me presentaba una chica frente a mis verdes ojos.
—¿Dime? — detallé a la muchacha, parecía contemporánea a mi, no como aquel mocoso con el que me había encontrado hace unos minutos, tenía una gran y larga cabellera negra, y sus ojos eran del mismo color, aunque pude percibir la ausencia de ese brillo característico que teníamos la mayoría de las personas, tenía un gusto similar al mío y aquello que sí no pudo pasar desapercibido fue el accesorio con púas que vestía —. ¿Esto?— me desabroché el gancho y entonces puse los dedos esqueléticos en mis manos —. Fue un regalo, no estoy segura del todo en dónde lo compraron, pero creo que fue en Yamiria— después de que la chica detallase mejor el objeto lo volvería a colocar en mi cabello.
—Está muy interesante tu collar, no he visto tiendas con este tipo de artículos por aquí, ¿y tú?
Me había olvidado del rubio, pero él no dejaría pasar la oportunidad, aprovechó el momento y le entregó otro volante a la recién llegada.
«Vaya que no pierde el tiempo...»
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—Señorita, disculpe que la interrumpa pero me gustaría invitarla a una velada inolvidable. - De momento Akasha no le había hecho caso porque estaba pendiente a los adornitos góticos que traía la otra encima. Tenía que obtener esos adornos a como de lugar. ¡Aaagh! Se veían tan monos, bellos, hermosos, ¡apapachables! ¡Estaba segura que le quedarían bien en su cabeza! No, Akasha. Calma. Ya no estabas en las Tierras Nevadas para hacer ese tipo de cosas. Tenías que aguantar tus instintos cavernícolas. No robarás. ¡No robarás! Quizás podías ir a una tienda de arte y comprar los materiales para hacerlos... ¿Verdad, verdad? ¡O quizás podías hacer los mismos adornitos con tus propias sombras! ¡Kyaaaaaaaaaa! ¡Era tan tentador!
—. ¿Esto? - ¡Aaah! ¡Ahí estaban, en sus manos! ¡De cerca,de cerca! La baba se le salía un poquito como si de comida se tratase, y acercó su dedo índice a los esqueletos para pokearlos una y otra vez. "¡Así que así se siente tenerlos tan cerca!" - Sus vacíos ojos estaban brillando un poquito por haberlos tocado. — Fue un regalo, no estoy segura del todo en dónde lo compraron, pero creo que fue en Yamiria.
¿Yamiria? ¿Y dónde demonios quedaba eso? Tenía que buscar en el mapa para viajar allá e investigar sobre los criminales y los... adornos. "Yamiria. Yamiria." - Se repetía en la mente una y otra vez ese nombre para asegurarse de no olvidarlo. -Ya veo. - Mencionó con una sonrisa leve en el rostro. -Muchas gracias. - Y esperaba que no fueran costosos. Bueno, ya tenía un nuevo destino a donde ir en el futuro.
La cuestión es que ahora estaba preguntando por sus adornos y... ¿Qué decir? Compró varios de ellos en tiendas. Ponía ahorros de sus misiones para comprar chucherías de vez en cuando. -Los compré cuando viajé a Amegakure. Otros me los regaló mi madre. - Aunque no entró en detalles sobre su muerte. Akasha señaló una tienda a espaldas de Mei. -Por allá venden kimonos muy bonitos. - Y con "bonitos" se refería a kimonos góticos del estilo de ambas. Así que es probable que la fémina también haya conseguido adornos en el País del Fuego.
-Espera... - Y ahora cayó en cuenta que le dieron un volante el cual miró. -¿Dijiste velada? - Arqueó la ceja y miró al tipo... -¿Velada? Velada de comida, ¿verdad? No velada de cuando se muere alguien... Sino de comida. De comida... ¿Romántica? - Se quedó pensativa. Nunca antes le habían invitado a una velada. Se sonrojó levemente, como buena estúpida. No, no se había enamorado del hombre, pero le dió vergüenza la invitación.
-¿Tu vas a pagarlo todo? ¿Lo pagarás todo, en verdad? - No tenía razones para rechazar comida. -Y no será algo romántico, ¿verdad? ¡Mira que no quiero nada romántico con nadie! Una velada donde tu estarás al extremo y yo al otro extremo, nada de tocarme las manos como las parejas, ¿verdad? ¿Solo la comida y yo, verdad? ¿Sin costo alguno? ¡Mira que no tengo dinero para pagar nada! - Mentía. Si tenía dinero pero no iba a gastar lo poco que tenía en algo muy costoso. Si la invitaban a comer aceptaba la invitación pero solo asegurándose de que no se iba a pasar de listo con ella. -¿Cómo funciona la velada? ¿Me comprarás la comida y comeré? ¿Me ayudarás comprándome comida para llevar? - Definitivo. La idea de la comida era... Tentadora. Pero tenía que asegurarse de que no le fueran a dejar con todo el gasto porque no tenía para... Costearlo todo. Tenía que ser honesta.
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—¿¡EHHHH!?— El hombre estaba totalmente desconcertado, llevándole a retroceder un par de pasos ante las preguntas de la muchacha. ¿Qué debía hacer en see tipo de situaciones? Era un malentendido total del cual no sabía cómo salir ahora. Pese a que en un inicio la chica oscura le ignoró al ofrecerle la misiva, ahora se encontraba agobiado por el bombardeo de palabras, causándole un sudor frío que recorría su rostro sin saber exactamente cómo responder sin ofenderle. —¡Espera, espera, espera!— Alzó las manos para que ella dejara de hablar, para luego tratar de ponerse firme nuevamente, arreglarse el cabello y recuperar el aliento.
—Creo que debo explicártelo mejor, y ya sí eso las dos decidirán si vienen o no— Trataba de sonar cómo alguien confiable, aunque aún se estaba recuperando de aquel momento incómodo.
—Represento al Constellation Royal Casino, una de lass más grandes casas de apuestas/restaurante/hotel de todo Tanzaku Gai— Se aclaró un poco la voz antes de continuar. —No sólo disponemos de los clásicos juegos de apuestas, sino que también tenemos una nueva mecánica de subastas y sorteos, dónde pueden conseguir artículos qué van desde prendas de diseñador hasta piezas históricas valiosas. Hoy por inauguración tendremos un disfrute de bebidas y bocadillos gratuitos a todos aquellos que asistan y participen en el evento. ¡Podrán ganar desde dinero hasta premios! Nadie saldrá con las manos vacías, se los garantizo— Inmediatamente sonrió, dejando qué el brillo del sol generara un destello reflejado en su impoluta dentadura. —Sé qué dos damiselas cómo ustedes encontrarán algo de su agrado en nuestra magnífica fiesta nocturna— Remató, casi a punto de desmayarse por el esfuerzo de presentar con la mejor cara el producto.
"Demonios, he revisado cada rincón de esta ciudad y no puedo creer que nadie necesite un empleado de emergencia de último momento. No pienso quedarme aquí por mucho tiempo, sería un desperdicio." Se rascó la nuca mientras caminaba por las calles de la ciudad. De pronto, mientras caminaba, vio a una pareja de tórtolos agarrados del brazo, siendo que el muchacho arrugó un papel que tenía en mano y lo tiró al piso.
—¡Oeh, no tires la basura en la calle, cochino!— Gritó a todo pulmón, provocando que las miradas se centrasen en los presentes.
Los enamorados se voltearon con muy mala cara, aunque el varón prefirió simplemente sacarle el dedo medio, a lo cuál el Yotsuki reaccionó alzando la mano en posición vertical extendiendo los cinco dedos. "Esta gente que no cuida el medio ambiente..." Los dos extraños se fueron por su camino mientras Rōga se disponía a recoger el papelucho para tirarlo a la basura. Estaba por depositarlo en un bote cercano, cuando le llamó la atención y lo extendió para leer su contenido, abriendo los ojos y sonriendo ante la oportunidad que se le había presentado ante sus ojos.
"¿Cómo no se me ocurrió antes? ¡Sí esto es Tanzaku Gai la capital de los juegos de azar y las mujerzuelas! Dinero fácil, sí que sí." Era arriesgado apostar lo último que le quedaba. "Pero bien dice el dicho que quién no arriesga no gana." Debía arreglar algunas cosas, pues aún quedaba tiempo antes de que anocheciera. "No creo que sea buena idea llevar esto..." No era muy bien visto que un ninja anduviera metido en esa clase de negocios, era uno de los Tres Pecados del Ninja "Patrañas del abuelo, sí me la quito no pasará nada." Así que decidió regresar al hostal para dejar sus armas y su bandana, confiando totalmente en su suerte.
Hablo || Pienso || Narro
~Ausente los fines de semana~
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