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Otoño... Algunos árboles con sus hojas rojas y naranjas anunciaban el invierno venidero, pero la mayoría de los árboles del País del Fuego conservaban sus colores verdes con gran esplendor. Fue un viaje largo, pero después de cruzar distintos paisajes padre e hijo al fin habían llegado a su destino. A simple vista parecía un lugar de lo más normal, se trataba de un simple lago, pero por alguna razón aquel hombre alto y de cabellos negros lo había escogido para ser un sitio de entrenamiento.
-No pudiste haber elegido mejor lugar, no, no podíamos entrenar en un lago cualquiera... ¿En verdad teníamos que venir hasta la otra punta del mapa?- Se le escuchaba alegar a Tatsuya.
-No me hables en ese tono jovencito- Contestó con una voz fría y amenazante.
-¡Pe... perdóname Otōsama!- Dijo reverenciando a su padre de inmediato.
Llegaron a la orilla del lago por la mañana, era un lugar bonito y apacible en el cual se podían apreciar los primeros rayos de sol reflejados en las danzarinas aguas. El entrenamiento propuesto por el padre era algo peculiar, era de quedarse quieto. Podría parecer tonto que el no hacer nada se considerase una forma de practicar, pero era más que eso. Se trataba de quedarse inmóvil observando una hoja rojiza de un árbol, esperando a que esta cayera para asestarle una shuriken, podría ser poco o mucho tiempo, había que estar atento para cuando eso ocurriese.
-Debes aprender a ser paciente, debes aprender a acechar a una víctima, tienes que saber cuando es el momento justo y entonces podrás asesinar a tu enemigo sin que te vea venir- Indicaba el jounin.
-Entiendo perfectamente a que te refieres, entiendo lo de la paciencia...- "Pero la parte de asesinar no me convence..."
Entre los shinobis de Takigakure su padre es conocido como La guadaña del norte, aunque la verdad no hay una gran significado detrás de ese apodo, le dicen guadaña porque siempre anda cargando una Ōgama y le dicen del norte por ser oriundo de la Ribera del Norte. Lo que sí es cierto es que es uno de los mejores asesinos de la aldea, que sumado a la gran capa negra que porta le dan un toque tétrico, como si se asemejase a la muerte misma. Aquel hombre no siente remordimientos a la hora de cumplir su trabajo, aquel hombre conocido como Tenma... jefe del clan Takanashi.
Pero Tatsuya no es ni de cerca alguien así, el no se ve capaz de matar a alguien. El siempre ha tenido sus dudas respecto a ser shinobi, pero siendo el heredero del clan se vió obligado a convertirse en uno. Su padre raramente le ayuda a entrenar pues desea que su hijo se fortalezca por sí sólo, aunque la verdad esto sólo ha hecho que Tatsuya se retrase respecto a otros ninjas, prueba de ello es su pésimo ninjutsu.
-Quédate aquí entrenando, al llegar el mediodía ve a la aldea cercana que está al oeste de este lago.- Ordenó el jounin.
-Entendido- Respondió mientras asentía con la cabeza.
El hombre desapareció cómo el viento y el joven se quedó ahí parado con las manos detrás de la espalda. Observando y esperando, en un inicio parecía fácil, pero luego de tres horas empezaba a impacientarse, seguía de pie pero a estas alturas le estaba costando mantener la mirada fija en la hoja. Su pierna derecha le traicionaba y temblaba un poco, sentía que en cualquier momento las piernas se le iban a dormir.
"Me está costando concentrarme... ¿Cuando se va a caer esa pinche hoja?"
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~Ausente los fines de semana~
La joven kunoichi se encontraba sentada sobre una gran roca a la orilla de un inmenso y tranquilo lago, descansaba tras una larga caminata que la hbía llevado hasta aquel lugar. No sabía muy bien como, ni cuando se perdío, pero al parecer había errado al coger algún requiebro. Ahora mismo la situación le parecía irreversible, aunque por suerte apenas había amanecido y podía tener una referencia más o menos clara de donde se encontraba el este.
Mitsuki se dejo caer hacia atrás apoyando ambas manos sobre la roca, a su espalda, para poder elevar así la vista al cielo que lucía totalmente despejado. Era la típica mañana de otoño que precede al invierno, fría y clara. Muchos tendrían frío, pero la joven Hyuga se había criado en tierras mucho más gélidas y eso era sin duda una ventaja.
La joven suspiró un tanto molesta consigo misma, perderse de aquella manera no era la mejor carta de presentación ante sus nuevos superiores y menos ante un encargo tan simple como el de entregar una carta. Al menos eso lo había cumplido, pero el retraso en el regreso seguramente no sería del todo bien visto
Zarandeó la cabeza tratando de alejar esos pensamientos negativos de su mente, no era el mejor momento para andarse con tonterías. Estaba perdida y solo tenía un punto de referencia, no sabía donde estaba ni cuanto se había separado del camino original, pero si quería volver a Uzushi no le quedaba más remedio que mantenerse concentrada y en movimiento.
Se empujó con los brazos dejándose caer al suelo, con agilidad amortiguo la caída, volviendo rápidamente a la verticalidad. Hecho un vistazo a su alrededor y decidió que lo mejor sería caminar un rato por la orilla del lago, quizás encontrase algún tipo de asentamiento. Siempre solía haber población cerca de puntos donde hubiese agua dulce.
Así que sin más la chica comenzó a caminar por la orilla del lago, con un poco de suerte se cruzaría con alguien que le pudiese dar algún tipo de indicación. Si no tenía suerte, le tocaría tratar de orientarse como mejor pudiese, pero aquella no era una muy buena opción
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Los minutos y los segundos seguían transcurriendo, Tatsuya tenía la suerte de que no hubiera un reloj cerca para desesperarlo con un incesante tic-tac. Pero aún así se le hacia tortuoso esperar a que la hoja roja por fin se safara del árbol. Por momentos su mente divagaba en el porqué de todo este entrenamiento, a su vez esas razones le llevaban a recordar vivencias pasadas, pero debía dejar a un lado los momentos filosóficos para concentrarse en su labor de observar hasta la mas mínima agitación que la hoja mostrase.
"Ya han pasado veinte minutos y sigue ahí, si tan sólo hubiera un poco de viento"
Pero el aire no soplaba, las aguas del lago estaban tranquilas y de seguir así la hoja podría caerse ya sea en unos minutos o en días venideros. El árbol en el que estaba no tenía ninguna otra hoja, todas se habían caído ya. Tatsuya estaba impaciente, pero al darse cuenta de su propio estado entendió para que era el entrenamiento, era justamente para corregir esa actitud. Respiró hondo y se dispuso a enfocarse de nuevo en su objetivo, pero no pudo hacerlo por mucho tiempo al notar cómo una chica de cabellos blancos caminaba por la orilla.
"¿Será de por aquí?"
En medio de su distracción a la hora de observar a la chica la hoja se safó de la rama, Tatsuya volteó de inmediato al darse cuenta y sacó rápidamente una shuriken de su portaobjetos, lanzándola igualmente de rápido. Aquella arma era distinta, era más delgada y de siete puntas, viajó en línea recta a una velocidad mayor que una normal, pasó cortando un poco la hoja hasta clavarse en el tronco del árbol mientras la hoja terminaba de caer suavemente al suelo.
-Ahrg, demonios- Maldijo mientras se dejaba caer sentado al suelo. -No logré cortarla en dos-. Pensó en voz alta.
Pudo darse cuenta que la shuriken apenas pasó rozando la hoja, en vez de dar en el centro como debía. Las piernas se le habían entumecido y sólo deseaba descansar. Por unos instantes se olvidó de la chica que había visto acercarse, quién probablemente vió y escuchó lo que había ocurrido, cuando se acordó se puso a buscarla con la mirada para ver donde se hallaba.
"Debo dejar de expresarme de esa manera, se me ha pegado la forma de hablar de mi hermano, espero que la muchacha no me haya escuchado"
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~Ausente los fines de semana~
La caminata al final comenzaba a dar sus frutos, en la lejanía pudo divisar a alguien que parecía estar contemplando un árbol. Desde la distancia, no podía estar segura de si era o no un peligro, pero por su actitud contemplativa casi podía parecer un heremita dedicado a la observación de la naturaleza.
La chica poco a poco iba avanzando, pero el chico de pelo azabache que comenzaba poco a poco a definirse más no se movía ni un ápice. Una vez estuvo a una distancia relativamente corta, Mitsuki pudo observar que era bastante más alto que ella y por la apariencia de su rostro aparentaba serlo también en edad. Ataviado con ropas bastante tradicionales, en tonos de negro y azul oscuro, pudo notar que la manga izquierda era ligeramente más larga y que en su cuello parecía llevar algo parecido a una bandana ninja, pero no podía verlo muy bien pues el sol incidía sobre la placa de metal creando un brillo molesto a la vista, de hecho incluso le costaba observar el rostro del chico.
De repente, el chico se agitó volteando la mirada para aparla de la peliblanca antes de lanzar un shuriken contra el árbol que estaba mirando o eso es lo que le parecío la de Uzushio que no pudo evitar alterarse un poco ante aquella repentina actividad.
El chico se dejó caer al suelo como derrotado. Mitsuki no entendía bien que estaba pasando pero bastante tenía con reponerse del susto, por un momento pensó que podía atacarla sin prevío aviso.
Estaba segura que el chico había dicho algo, pero no había logrado escucharlo con claridad, aunque seguramente debía de haber sido algún tipo de lamento por el tono.
La Hyuga se había detenido en el lugar en el que estaba a causa del sobre salto, no tenía muy claro como debía de actuar. No era la primera vez que se encontraba a alguien de otra aldea. Tras un instante de duda, la chica se armó de valor para tomar la iniciativa
—¡Disculpa! ¡Estoy perdida y necesito ayuda para encontrar el camino que lleva hacia el sur! ¡¿Sabrías decirme por donde qeuda?!— pregunto la joven desde la distancia, pues aún mantenía cierto recelo por la situación.
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Tatsuya por fin encontró de nuevo a la muchacha con la mirada, ella se había quedado parada observándolo. Pensó que quizás su repentino ataque a la hoja la pudo haber espantado, después de todo lanzar un arma así de la nada no era lo más normal del mundo. Logró observarla con mayor deteniemiento, sus ropajes eran simples, una especie de pantalon corto blanco y chaqueta del mismo color, que parecían hacer juego con sus cabellos.
Ahora que la miraba con atención se percató que en su frente llevaba una bandana ninja con una espiral tallada, dedujo inmediatamente que se trataba de una kunoichi de Uzushiogakure. Decidió tomar precauciones, no eran de aldeas enemigas pero tampoco aliadas. La albina le preguntó desde la distancia si conocía el camino, le pareció raro que estuviera perdida en un lugar solitario como aquel.
"Sí esta perdida entonces no es de por aquí"
Intentó levantarse, pero sintió un hormigueo en las piernas que le hacía sentir una sensación electrificante con el simple hecho de apoyar el pie en el suelo, no pudo evitar hacer caras y dar unos saltitos debido a ello. Cuando logró incorporarse planeó responderle, aunque no sabía que decirle exactamente. Si bien el no conocía el camino quería hallar la manera de ayudarla en lo posible, a pesar de ser una desconocida no la iba a dejar que vagara sola por ahí.
-¡Lo lamento!, ¡no conozco los alrededores!- Respondió mientras usaba sus manos para intentar amplificar su voz. -¡Pero puedo intentar guiarte a un pueblo cercano!- Concluyó.
Caminó hacia ella con cautela, aunque tenía las piernas un poco acalambradas se las inegeniaba para conservar su paso elegante. Al acercarse a ella pudo darse cuenta de que sus ojos también eran de color blanco, además tenía unas rayas en su rostro. Aún con esa extraña combinación de ropas y rasgos le resultaba una chica bastante atractiva, pocas veces había visto a una joven de tal belleza, se quedó admirándola unos momentos, pero luego pensó que sería de mala educación quedarse callado, así que cuando estuvo frente a ella se dispuso a saludarla.
-Me llamo Tatsuya, Takanashi Tatsuya- Se esforzó en reverenciar aunque el calambre lo hacía sentir incómodo. -Señorita, ¿puedo hacer algo por tí?- Preguntó con su habitual cortesía.
Dudaba un poco si sería lo correcto llevarla al pueblo que le había dicho su padre, en primer lugar no era medio día cómo habían acordado, pero considerando que la hoja ya había caído no encontraba una razón para quedarse. En segundo lugar era una ninja de Uzushio, no estaba seguro si su padre podria enojarse, aunque si lo hacía buscaría la manera de excusarse, después de todo en Taki se les enseña a ser cordiales con los extranjeros. Mientras pensaba las posibilidades y esperaba una respuesta por parte de ella no pudo evitar quedarse viendóle a los ojos, le resultaba llamativa.
"Es preciosa... Alto, ¿qué me pasa?"
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Mitsuki observaba al chico mientras aguardaba su respuesta, pudo ver como trataba de incorporarse pero parecía que no se encontraba del todo bien o al menos cómodo. O al menos eso es lo que pudo deducir por las extrañas caras que ponía mientras saltaba de una pierna a otra. A la joven de Kusabi le pareció bastante gracioso ver a alguien con una pinta tan seria actuar de una manera tan cómica pero prefirió mantener el tipo no fuese a ofender al chico al cual había pedido ayuda.
-¡Lo lamento!, ¡no conozco los alrededores! ¡Pero puedo intentar guiarte a un pueblo cercano!-
La respuesta del chico desde la distancia empezó siendo un tanto decepcionante, por suerte al menos podía guiarle hasta un pueblo desde donde seguramente alguien le podría dar una indicación fiable de donde estaba y hacia donde debía dirigirse para volver a tierras de Uzushio.
El muchacho había recuperado la compostura y ahora caminaba en dirección a la joven con seguridad, a la joven peliblanca le dio la impresión que el chico de cabellos azabache trataba de guardas las apariencias y eso le pareció aún más gracioso. Ambos gennins se quedaron un instante observándose el uno al otro. Mitsuki pudo notar que era bastante más alto que ella y que sus ojos, al igual que los de ella eran diferentes a los del resto. El chico tenía un ojo de cada color, nunca había visto a nadie así y no sabía muy bien a que podría deberse. ¿Sería algún tipo de dojutsu desconocido? La de Kusabi había oído que el Byakugan no era el único dojutsu que existía, así que quizás se encontrase frente a un usuario.
El chico procedió a presentarse, incluso le hizo una reverencia. Aquello si que la sorprendió, era la primera vez que se encontraba a alguien con los mismos modales de ella. La joven había reverenciado como un acto reflejo en señal de saludo, mientras el chico se ofrecía a ayudarla
—Es un placer— fue la respuesta a la presentación —Hyuga Mitsuki— se presentó esbozando una leve sonrisa, gesto que solía destacar el gesto afelinado de su rostro —Necesito encontrar el camino hacia el Sur, no soy de estás tierras y me temo que me he perdido. Así que estaría muy agradecida si pudieses ayudarme— no era la primera vez que se encontraba con alguien de Taki, pero al igual que Ritsuko parecía alguien bastante amable y con buenas intenciones, aunque menos rarito que la chica. Todo había que decirlo
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25/04/2016, 21:18
(Última modificación: 25/04/2016, 21:31 por King Roga.
Razón: Errorcitos Nyu xD
)
Tatsuya seguía cautivado por la belleza de la jovencita de Uzushio pero el mismo no entendía el porqué, cuando la vió sonreir su rostro se le hizo parecido al de un tigre, y sus extraños ojos blancos le cautivaban de alguna manera. Sólo las palabras de la propia kunoichi le hicieron salir de ese trance en el que se encontraba. Le agradó ver que además correspondió su saludo con la misma cortesía, así que debía tratarse de una chica con buena educación. Después de presentarse ella le explicó una vez más el problema y él de inmediato reaccionó.
-Para serte sincero, yo tampoco conozco este lugar- Su rostro mostraba un poco de preocupación. -He venido a este lago a entrenar junto a mi padre... "Aunque sigo sin saber porqué teníamos que cruzar medio continente para eso" ...pero el me dijo que cuando terminara me dirigiera a un pueblo que está al oeste.- Añadió ya un poco más confiado.
»Podríamos ir a buscar ese pueblo juntos, allí me estará esperando mi padre y los lugareños podrán guiarte mejor.- Sonrió alegremente. -Incluso, podríamos platicar en el camino, debo confesar que nunca había conocido a un shinobi de otra aldea.- Su rostro se ruborizó un poco, y una vez más se quedó viendo a los ojos de Mitsuki, para luego seguir contando su plan. -Espérame aquí, debo ir por algo- Y de inmediato se dirigió al árbol.
No podía olvidar por nada del mundo sus shurikens, caminaba aún con problemas debido al hormigueo pero eso no le impidió ir a sacarla del árbol en el que se había ensartado. Suspiró frustrado al recordar que no había logrado su objetivo, pero ya tendría otra oportunidad, ahora sólo le importaba ayudar a la chica. Tatsuya se estaba comportando muy elocuente con Mitsuki, a pesar de que él suele ser bastante callado. Guardó la shuriken y se dirigió de nuevo hacía la kunoichi.
-Todo en orden, entonces... ¿partimos Mitsuki-chan?- Le había agarrado bastante confianza a ella a pesar de que recién la conocía.
Se le había olvidado el hormigueo, el hecho de que su padre podria regañarlo y de que ella era de una aldea distinta. Pensaba únicamente en agradarle a la chica, si bien Tatsuya es amable con todos no socializa a menudo, suele disfrutar de colaborar en lo que pueda pero con ella se sentía quizás hasta emocionado. Por alguna razón sentía la imperiosa necesidad de ayudar a Mitsuki. Le resultaba una chica agradable y muy, muuuuuy intrigante.
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La suerte parecía seguir sonriendo a la Hyuga, pues de nuevo un encuentro fortuito había acabado bien. Tasuya parecía una buena persona y bastante sincera, al menos eso es lo que le había parecido a la chica por la manera que tenía de hablar. Además era una de las pocas personas que había conocido que seguía unas normas de educación similares a ella lo que le hacía no sentirse tan extraña en aquellas tierras.
Según le indicó el muchacho, él tan poco era de la zona pero había venido acompañado por su padre y había quedado en reunirse con este en un pueblo cercano. La idea le pareció bastante lógica a la kunoichi, seguramente en aquel pueblo podría encontrarse con alguien que supiese indicarle la ruta más directa para recuperar el camino hacia el Sur.
—Podríamos ir a buscar ese pueblo juntos, allí me estará esperando mi padre y los lugareños podrán guiarte mejor. Incluso, podríamos platicar en el camino, debo confesar que nunca había conocido a un shinobi de otra aldea.—
—Será un placer compartir senda y charla contigo— respondió la joven con una cálida sonrisa mientras ambas miradas se cruzaban un instante. Tras un impás de un segundo, el chico le pidió que aguardase un instante pues debía de recuperar su herramienta shinobi que aguardaba clavada en el tronco del árbol. Tras recogerla y guardarla, el muchacho volvió hasta donde le aguardaba la peliblanca
-Todo en orden, entonces... ¿partimos Mitsuki-chan?-
—Por supuesto— asintió la joven enérgicamente —¿Qué dirección debemos tomar?— pregunto la joven mientras recorría los alrededores con la mirada, tratando de encontrar algún indicio de senda, aunque solo fuese una pequeña vereda
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—Por supuesto— asintió la joven enérgicamente —¿Qué dirección debemos tomar?— pregunto la joven mientras recorría los alrededores con la mirada, tratando de encontrar algún indicio de senda, aunque solo fuese una pequeña vereda.
-Sí el sol salió por allá entonces debemos ir por acá- Señaló con el indice el este y cambio al dedo pulgar para apuntar al oeste. -Acompáñame por favor- Dió unos pasos hacia atrás y esperó a que ella se pusiera en marcha para ponerse a su lado.
No tardarían mucho en encontrar un pequeño camino de terracería entre los pocos árboles que habían en el lugar, podrían ver algunos charcos de agua en el suelo probablemente producto de las lluvias en días pasados. Unas cuantas nubes empezaron a cubrirlos y de repente una suave llovizna cayó sobre ellos, era bastante débil y las gotas brillaban al encontrarse con la luz del sol que se dejaba ver entre las tenues nubes. Era un clima frío que podría compararse al invierno en el País del Río, Tatsuya imaginaba que los inviernos serían mucho mas intensos que en su país natal.
Ya habían recorrido un buen trecho del camino en total silencio, sí, Tatsuya había propuesto hablar pero a la mera hora no se le ocurría un tema decente para conversar. "¿Espadas?, se va a aburrir... ¿Técnicas secretas?, cómo si me las fuera a decir... ¿Que tal el clima?, demasiado trivial... En ese momento pensó en algo que no era ni muy simple ni muy privado, al final de cuentas era algo que le había llamado la atención desde un inicio. No, no eran las rayas ni sus ojos blancos, sino su amabilidad y comportamiento.
-Dime Mitsuki-chan- Rompió el silencio de repente. -¿Eres de alguna familia con linaje importante?, parece que fuiste criada como alguien de la nobleza.- Preguntó mientras sus ojos buscaban encontrarse con la mirada de la kunoichi.
La verdad era bastante contrastante ver a una joven educada y que la vez fuera shinobi. Si bien el mismo era un shinobi acostumbrado a la alta sociedad se le hacía raro ver a alguien que tuviera esas mismas costumbres, por eso sentía curiosidad pues suponía que el caso de Mitsuki era similar al suyo. Normalmente entre la gente que conocía o eran gente importante o eran shinobis, incluso en su propio clan era de esa manera, pero cómo el era el hijo del Jefe debía ser cortés y educado a la vez que fuerte e imponente; salvo que Tatsuya no era ni fuerte ni imponente.
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Al contraro que Mitsuki, Tatsuya sabía muy bien hacia donde ir. La verdad es que posicionarse utilizando el Sol era realmente útil, debería de prestar más atención a esos detalles pensó la peliblanca mientras comenzaba a caminar junto al chico. No tardaron demasiado en encontrar un camino de tierra, un tanto difuminado por las lluvias, pero se podía seguir claramente su sinuoso recorrido.
La Hyuga caminaba tranquilamente, dejando que su mirada se perdiera en aquel paraje salpicado por árboles aquí y allá que parecía extenderse hasta el infinito. Cuando de repente, una pequeña gota golpeo contra su nariz y a esta le siguieron otras igual de pequeñas, apenas más abundante que el rocío de una mañana de invierno. El Sol brillaba, pero la lluvia arreciaba suavemente sobre ambos viajeros.
De repente, el muchacho rompío el silencio. El chico, además de ser bastante educado, parecía ser una persona bastante observadora o eso pudo deducir por las palabras que utilizó para hilvanar su pregunta. Casi había dado en el clavo, lo cierto es que era bastante defícil si no se conocía Kusabi de identificar a la primera el origen de la peliblanca por lo que le sorprendió que Tatsuya se quedase tan cerca.
Mitsuki giro su rostro hacia su derecha, hasta poder observar el rostro de su interlocutor que volvía a mirarla directamente a los ojos.
—Has estado cerca— bromeo la joven mientras trataba de dilucidar si respondía directamente o no. Lo cierto es que no creía que revelar que procedía de Kusabi le pudiese causar ningún problema, en las altas eseferas era de sobra conocida la relación entre su pueblo y Uzushio. Así que no estaría revelando nada que no debiera —Soy Akikara na de Kusabi, una aprendiz de sacerdotisa podríamos decir— la chica esbozó una cálida sonrisa que acompañó a su suave voz —Eres bastante observador, pero yo también lo soy. Me he dado cuenta de que te comportas bastante diferente del resto de shinobis que he conocido. Y por tu pregunta, deduzco que eres de una familia con una buena posición. ¿cierto?— le devolvió la pregunta aprovechando que parecía que la confianza entre los dos iba por buen camino
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-¿Akikara... Na?- Tatsuya estaba sorprendido aunque su serio gesto no lo mostrase. -Creo entender que Kusabi es tu lugar de origen, ¿me equivoco?, la verdad no había escuchado nada al respecto, supongo que será por ser de distintas naciones- Añadió.
No entendía muy bien a que se refería Mitsuki, pero al menos eso explicaba el porqué de sus modales. De hecho ahora estaba mucho mas intrigado respecto a la kunoichi, nunca antes había conocido a una sacerdotisa y le resultaba fascinante que Mitsuki fuera una. Quería preguntarle más pero no tuvo tiempo, ella hizo un comentario afirmando que él era alguien suspicaz, además ella también le preguntó al muchacho sobre sus orígenes.
-Me halaga que creas que soy observador, pero la verdad es que hice la pregunta por mera curiosidad, no tenía segundas intenciones al hacerlo- Él también creía que Mitsuki era lista, de hecho cuando ella dijo "yo también lo soy" se sintió un poco intimidado, pues parecía que la kunoichi deseaba demostrar sus conocimientos. Ante esto Tatsuya sólo se limitó a responder de forma serena. -Estás en lo correcto, dentro de mi aldea el clan Takanashi tiene cierto estatus pero fuera de ella no es demasiado relevante, en ese sentido sólo destacamos dentro de nuestro ámbito social-
No tenía más que decir, pues lo último que quería era un duelo de intelectos con ella, además de que si lo hacían el sería un claro perdedor, estaba consciente de sus propias limitaciones y la chica se mostraba bastante perspicaz. Buscaría seguir la plática, pero no se le ocurría otro tema para conservar, así que mejor seguiría con el mismo y aprovecharía para indagar un poco más sobre Mitsuki y saciar su curiosidad.
-Por otro lado, cuando te refieres a "Akikara na" parece indicar que es algún tipo de rango especial, ¿podrías explicarme en que consiste?- No sabía como era la vida en un templo, de hecho no estaba seguro si provenía de un templo o no. -Debo confesar que no estoy familiarizado con la idea de cómo es la vida de una sacerdotisa, sé que las personas dedicadas a una religión tienen códigos de conducta y sus vidas se rigen por sus deidades, pero no conozco detalles de ningún tipo-
Tenía enfrente a una chica hermosa, inteligente y que de paso parecía ser importante. Además el que fuera una sacerdotisa le daba un toque de misterio... Mientras caminaban la llovizna seguía y un arcoiris se dejó ver en el cielo, el trino de un pajarito solitario se perdía entre la brisa del otoño, algunos árboles dejaban caer sus hojas mientras otros permanecían igual de frondosos... Pero a pesar de esos bellos detalles de la naturaleza Tatsuya sólo se concentraba en admirar a la kunoichi de Uzushio.
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Al chico parecía no sonarle prácticamente nada de lo que la chica le había contado. Mitsuki, lejos de extrañarse, lo vio totalmente normal. Su pequeño pueblo era bastante poco conocido, no tenían nada que le hiciese destacar de alguna forma. No era más que un asentamiento de tamaño medio dedicado en su mayor parte a la pesca y a la carpinteria. Y como era de esperar, si no conocías el pueblo mucho menos podías conocer lo que era una Akikara na .
El chico de ojos bicolor, respondió con sinceridad a las sospechas de la peliblanca. Al parecer si que pertenecía a un clan importante dentro de su villa, aunque según le informó no era muy conocido de puertas para fuera. Eso solía ocurrir con bast ante frecuencia, pues era lo ideal dentro de las villas shinobis. Ser un clan famoso tiene muchas contras y una de ellas suele ser que el contrincante puede poseer nociones básicas de como funcionan las habilidades de sus miembros.
Tras su respuesta, Tatsuya decidió seguir indagando sobre la procedencia de la Hyuga. Al parecer había despertado la curiosidad del muchacho, lo cual era bastante infrecuente, la mayoría no solía intersarse por algo tan trivial como un pequeño pueblo.
-Por otro lado, cuando te refieres a "Akikara na" parece indicar que es algún tipo de rango especial, ¿podrías explicarme en que consiste?. Debo confesar que no estoy familiarizado con la idea de cómo es la vida de una sacerdotisa, sé que las personas dedicadas a una religión tienen códigos de conducta y sus vidas se rigen por sus deidades, pero no conozco detalles de ningún tipo-
—Para hacerlo simple, soy la sucesora de la Shijou no Miko (Sacerdotisa Suprema) de Kusabi— explicó la joven tratando de hacerlo lo más sencillo posible —"Akikara na" significa "Marcada", hace referencia a la tradición que dice que el mismo Byakko escoge a la sucesora que ha de servir a su Señor, el dios Fuujin— no sabía muy bien como reaccionaría el chico ante aquello, la mayoría de la gente consideraba ese tipo de tradiciones meras supersticiones, sin embargo para Mitsuki y sus paisanos era algo muy real y la prueba de ello estaba en las marcas que recorrían su cuerpo —La tarea principal de una sacerdotisa no es otra que proteger a su pueblo, aunque después tenemos más atribuciones— informó la joven con calma mientras avanzaban bajo la suave llovizna, disfrutando de la agradable conversación. Hacia tiempo que no hablaba tanto y tan distendidamente con alguien, de hecho era algo que había realizado con muy pocas personas
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Tatsuya escuchó atento las palabras de la jovencita, sus respuestas le sorprendieron bastante, no se esperaba para nada que ella fuese alguien tan importante. Bueno, al menos sonaba importante para él. Si bien su vida se basaba en una religión no podía juzgarla, tener fé en un dios no era tan diferente de creer en que un Árbol Sagrado sea capaz de cumplir los deseos de la gente, así que el joven de Takigakure comprendía más o menos a Mitsuki.
-Ahora que lo mencionas, dices ser una marcada, y al ver las rayas en tu rostro imagino que esas son las marcas que te identifican como una Akikara na- Para él tenía lógica, pensaba que podrían ser alguna clase de tatuaje ritual o algo por el estilo. -¿Quién te hizo las marcas?, ¿Tuviste que pasar por algún tipo de ceremonia especial?- Preguntó intrigado.
Por un momento se sintió extrañado. -"Si ella es una sacerdotisa como dice serlo, ¿cómo terminó convirtiéndose en kunoichi?" Además si alguien la eligió para realizar tal labor, entonces técnicamente estaban trazando su camino por ella. Tatsuya comparó su caso con el de Mitsuki, él era el primogénito del jefe de la familia, algún día tendría la responsabilidad de guiar a su clan mientras ella era la elegida para ser la sucesora de su tradición, perpetuando sus costumbres y esas cosas.
-¿No te sientes presionada por el hecho de que tú debas ser la próxima Shijou no Miko?- Le parecía anormal que ella hablase del asunto con tanta tranquilidad. -Proteger a todo tu pueblo es una responsabilidad muy grande, ¿estás dispuesta a hacerlo porque así lo dicta tu tradición?- Su tono de voz cambió, ahora Tatsuya preguntaba seriamente.
Un fuerte viento otoñal proveniente del este sopló de repente, levantando las hojas muertas del suelo y agitando el cabello de ambos shinobis. Tatsuya dejó de caminar, se paró firmemente esperando a que ella respondiese. Quizás estaba tratando de ponerse en sus zapatos, él desde siempre se sintió mal porque estaba obligado a ser el próximo jefe sí o sí, así que deseaba conocer la opinión de alguien que tuviera un caso similar. Podría parecer una nimiedad pero para Tatsuya era algo de gran importancia.
"Nadie debería decidir el destino de otra persona, cada persona debería ser libre de elegir su propio camino"
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-Ahora que lo mencionas, dices ser una marcada, y al ver las rayas en tu rostro imagino que esas son las marcas que te identifican como una Akikara na ¿Quién te hizo las marcas?, ¿Tuviste que pasar por algún tipo de ceremonia especial?-
Mitsuki no pudo evitar sonreír al ver la intriga en los ojos del muchacho, era la primera persona que le realizaba aquella pregunta y le parecío bastante realmente buena.
—No, son marcas de nacimiento— señaló la joven sin titubear, sabía que para mucha gente era difícil de creer que pero era la verdad. Posiblemente la prueba más palpable, de que la tradición de Kusabi tenía un origen cierto. ¿Por qué si no iban a nacer personas con rayas de tigre? —Solo las poseen la Shijou y su Akikara na— la peliblanca usó su mano izquierda para revolver un poco el cabello, que comenzaba a apelmasarse a causa de la lluvia
Las siguientes palabras que salieron de la boca del muchacho de Takigakure dejaron a la Hyuga un tanto pensativa. A pesar de que desde muy pequeña sabía perfectamente que en un futuro debería de cargar con el peso de tanta responsabilidad, era inevitable sentirse muchas veces abrumada. Mitsuki no se consideraba muy diferente de cualquier persona normal y sin embargo, su destino era muy diferente al de cualquier otro.
—Por supuesto que me siento presionada— confesó la joven sin ningún tipo de rubor, mentir estaba de más en una conversación amistosa —Es algo que creo inevitable, al fin y al cabo muchas cosas dependerán de mí llegado el momento— a joven notó como el chico se había detenido quedando unos pasos tras ella e hizo lo propio, quedando unos pasos más adelantada.
El tono de voz que Tatsuya imprimió a su segunda cuestión dejó bien claro que no la estaba realizando a la ligera.
—-Proteger a todo tu pueblo es una responsabilidad muy grande, ¿estás dispuesta a hacerlo porque así lo dicta tu tradición?-—
—No es que tenga otra elección— comenzó la joven con sinceridad —Sin embargo no creo que lo haga por tradición, para mí Kusabi es mi hogar y su gente mi familia ¿Qué clase de persona sería si abandonase a mi familia a su suerte?— la peliblanca se giró suavemente hasta quedar frente a frente con el chico —Fuujin me ha entregado la oportunidad de proteger lo que más amo...— un fuerte viento hizo sus cabellos hondear violentamente sus cabellos —Y eso es algo que no me perdonaría si lo dejase pasar— la joven kunoichi clavó sus blanquecinos orbes en los de su interlocutor, mostrando así su resolución
Claro que Mitsuki tenía dudas, había días en los que se sorprendía soñando con otras vidas... pero esta es la que le había tocado vivir.
Nivel: 20
Exp: 35 puntos
Dinero: 50 ryōs
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· Vol
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· Per
En medio de aquel paraje ambos shinobis se pararon frente a frente, mientras el aire parecía acompañar sus palabras. Los ojos de Mitsuki mostraban decisión, mirando fijamente a los de Tatsuya. Este por su parte reflejó duda, no porque no creyera lo que ella le decía, sino que dudaba de sí mismo. Se sintió avergonzado porque él no mostraba la misma determinación que la kunoichi de Uzushio. Sí, Mitsuki tenía encima un peso mayor en sus hombros que él que Tatsuya llevaba, pero a diferencia de él ella había elegido seguir el camino que la vida había trazado para ella.
"¿Acaso yo debería actuar como ella?"
Se quedó en silencio observándola, le parecía admirable que Mitsuki tuviera el valor de afrontar aquello. No cómo él que desde que se graduó no hizo más que encapricharse en que no quería ser shinobi, pero a estas alturas Tatsuya no sabía hacer otra cosa y probablemente se tuviera que resignar a ser ninja por el resto de sus días. Aún así el no se sentía capaz de llegar a ser un líder, si ni siquiera puede hacer amigos era demasiado ambicioso que él fuese jefe. Reiterando el hecho de que lo hace por obligación.
-Mitsuki-dono- Después de romper esos instantes de silencio él se mostraba ahora muchísimo más respetuoso que antes. -No todos deciden dedicarse a resguardar a su gente, no todos tienen la fuerza para hacerlo, pero yo creo que tú serás capaz de lograrlo- Ladeó la cabeza hacía abajo a la izquierda, como sí no fuera digno de verla directamente. -Parece que estás destinada a ser alguien grande, y no lo digo porque seas la Akikara na, lo digo por cómo eres.
A Tatsuya se le vino a la mente entonces la imagen del Kawakage, recordó la admiración que siente por Yubiwa, aquel hombre solitario que con el tiempo logró fundar la actual Takigakure. Él no creía poder llegar a un nivel igual de grande, lo cierto es que los principios dados por Yubiwa y que le fueron enseñados en la academia son lo único a lo que él se aferra. Creyendo en esto al final aceptó dedicarse a shinobi, ayudando a los demás en lo que pudiera, pero esas bonitas palabras contrastaban con la verdad que su padre decía tener.
-Me gustaría decir que yo también tengo un ideal por el cual luchar... Pero no es así.- Dijo con pesar. -Ser sinobi tiene un lado oscuro, y por eso yo no puedo opinar igual a tí.- Había muchas cosas que el no comprendía o que no le agradaban, y la obligación de seguir con la herencia de su familia era una de ellas. Aquellas palabras quizás le resultaran extrañas a ella pues él se refería a su propia condición.
Las nubes entonces se apoderaron del cielo, mostrándo un gris más oscuro y conviertiéndo la llovizna en una ténue lluvia que parecía llenar de tristeza el ambiente. Tatsuya sacudió la cabeza para dejar de pensar en cosas negativas, iba a proponerle a Mitsuki que se refugiaran pero algo lo impidió. Pronto escucharon el llanto desgarrador de una mujer y varios sollozos más que le hacían coro.
En medio de aquello a lo lejos ambos verían acercarse a un grupo de personas viniendo en dirección contraria por el mismo sendero que los ninjas estaban siguiendo. Una mujer con velo negro lloraba mientras cuatro hombres cargaban lo que parecía ser un ataúd, pero este tan pequeño que un adulto no podría caber en él, se trataba entonces quizás de un niño o similar. Otra mujer y un muchacho trataban de consolar a la mujer del velo, pero ellos también parecían estar sumidos en el llanto.
-¿Serán del pueblo que dijo mi padré?- Musitó.
Aquella era una situación extraña, su presencia indicaba que estaban cerca de la aldea y que habían tomado el rumbo correcto. Lo normal sería ir a preguntarles que tanto camino faltaba para llegar, pero no se encontraban en un momento ideal. Después de todo se trataba de un cortejo fúnebre, no sería adecuado interrumpirlos o al menos eso creía Tatsuya, la verdad no sabía como reaccionar.
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