—Creo que viene del bosque—
Las palabras de Tatsuya resonaron en el silencio, acomañadas por un débil y lejano eco. La Hyuga no pudo evitar tragar saliva, la tensión podía cortarse con kunai. Ninguno de los dos chicos sabía que se encontrarían al llegar a la orilla, pero allí estaban. Avanzaban entre la niebla, nerviosos y llenos de dudas.
—No te alejes de mí—
Mitsuki agarró la mano tendida por su compañero, como un naufrago agarraría una tabla.
—No sé que puede pasar cuando lleguemos a la otra orilla—
—Eso no importa ahora— respondío la joven —Centrémonos en llegar— la de Kusabi tenía claro que si comenzaban a pensar en cosas que podrían pasar, no saldría nada bueno
Tras unos minutso eternos, sus pasos les permitieron comenzar a observar la orilla. El llanto y las campanillas parecían haber cesado, aquello pareció animar a Tatusya que con una sorinsa la invitó a un último esfuerzo.
Corrieron como nunca antes habían corrido y en apenas un instante sus pies ya pisaban la húmeda tierra de la ansiada orilla.
Exhausto, el de ojos dispares, se dejó caer sobre sus piernas agotado. Mitsuki hizo lo propio, doblandose una vez más para tratar de recuperar el aliento, apoyando sus manos sobre sus muslos. El esfuerzo de cruzar el lago, sumado a aquel frío que parecía robarles las fuerzas les había dejado al borde de su límite y sin embargo, apenas habían comenzado la terea que les había hecho llegar hasta allí.
—No te preocupes por mí, estoy bien— la joven retomó la verticalidad con un poco de dificultad, mientras trataba de controlar la respiración —¿Tú te encuentras bien?— devolvió la pregunta mientras dedicaba una mirada a los alrededores, buscando una pista de por donde empezar.
Mitsuki escuchó con atención a su compañero mientras observaba con cuidado los amenazantes árboles que se disponían frente a ellos, casi como si tratasen de impedirles pasar
—Tienes razón, es nuestra única opción...— convinó la joven mientras comenzaba a caminar hacia el interior del bosque —Sea lo que sea lo que retiene a la niña esta en el interior de este bosque...— Mitsuki tratataba de reunir todo su valor cada vez que daba un paso hacia delante, no podía permitirse que el miedo la dominase ahora
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—Sí, gracias por preocuparte—
"¡En verdad le importo!"
Quizás la pregunta de la Hyuga era de lo más genérico, pero el enamorado shinobi quería imaginar que la kunoichi realmente estaba interesada en él, bueno, no había nadie ahí para hacerlo bajar de su nube, así que estaría soñando durante un buen rato. La genin de Uzushio se incorporó y se empezó a adentrar en el bosque, el Takanashi inmediatamente se levantó para seguirla. En casos normales sería bueno para orientarse, sin embargo ellos no tenían ni idea de donde tendría el youkai a la niña, así que de nada serviría saber donde estaban si no sabían a donde ir.
Era un sitio húmedo y muy oscuro, una extraña bruma se encontraba en el ambiente, haciendo más tétricas las ya de por sí retorcidas figuras de los árboles. Caminarían normal, pero todo el tiempo sentirian como si una presencia los acechace con cada paso que dieran.
En determinado momento, las campanas repicarían de nuevo y el llanto de la niña se escucharía una vez más. Pero poco podían hacer al respecto.
—Ahrg— No encontró palabras que decir, se sentía abrumado. —¿Esto de verdad está pasando?— Quería creer que estaba loco.
Al seguir caminando la bruma se dispersaría y el llanto junto a las campanas cesarían mientras el paisaje se mostraría un poco distinto. Los árboles lucían más normales, ya no estaba tan oscuro. Parecía un bosque común y corriente, de no ser porque ahora las ramas formaban una especie de túnel, donde lo único que se veía al fondo era un negro intenso. Aquel pasadizo parecía invitarlos, pero Tatsuya desconfiaba un poco.
—Esto, Mitsuki-chan, debo hablar contigo— Estaban en un momento crucial, pero el Takanashi no se lo podía guardar más tiempo. —¿Recuerdas lo que dijo la sacerdotisa cuando les estábamos explicando nuestra situación?—
De hecho, casi nunca viene nadie a este lugar, porque creen que este pueblo está maldito al igual que el lago de donde vinieron ustedes
—¿Cómo sabía ella que veníamos del lago si nunca nos la cruzamos en el camino?—
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~Ausente los fines de semana~
Tras confirmar que su compañero se encontraba bien, la de Uzu comenzó a adentrarse en territorio desconocido. No tenía muy claro hacia donde dirigirse, ni siquiera que era lo que buscaban pero tampoco tenían mucho tiempo para pensar. Si no se daban prisa, la chiquilla secuestrada aparecería ahogada como tantas veces había sucedido anteriormente y todo habría sido en vano.
Poco a poco, fueron internándose en el bosque. Todo estaba en casi completa oscuridad, resultaba muy complicado avanzar por el lugar. Mitsuki había optado por utilizar los árboles como guía, apoyaba su mano derecha sobre la corteza del tronco para evitar perder el camino.
Si por las dificultades fuesen pocas, tenía la sensación de que alguien no les había quitado ojo desde que comenzaron a cruzar el lago. No sabía muy bien como explicarlo, pero era una de esas sensaciones que te erizaba la piel.
De repente, los cascabeles y el llanto volvieron a irrumpir en mitad del silencio.
Tatsuya no pudo evitar mostrar su desencanto ante aquel regreso, la joven Hyuga lo comprendía perfectamente. A ella tampoco le hacía ilusión que aquellos sonidos volviesen a acompañarlos... aunque la joven quiso interpretarlos como una manera de advertirles de que estaban cerca y que era mejor alejarse. Si eso era así, la niña no debía andar muy lejos.
Tras unos minutos, el paisaje volvió a cambiar un poco. La bruma que les había acompañado todo el camino parecía haberse disipado y la luz de la Luna atravesaba tímidamente las copas de los árboles mintiéndoles ver lo que parecía un bosque normal si lo comparabas con lo anterior. Frente a ellos se disponía un túnel formado por ramas y arbustos, cuyo final les permanecía oculto por la oscuridad.
Mitsuki no pudo evitar dejar que su mirada se perdiese en aquel túnel, se frotó el antebrazo izquierdo con su mano derecha tratando de encontrar valor para dar el siguiente paso. Algo le decía que debían de adentrarse en aquel lugar, que fuese lo que fuese lo que estaban persiguiendo debía de aguardar allí. Tragó saliva y se dispuso a avanzar, cuando la voz de su compañero la hizo voltearse hacia él.
El de Taki le planteó una cuestión bastante extraña, la de Uzushio no lo había pensado hasta aquel momento pero tampoco tardó demasiado en dar una posible respuesta
—Quizás sea la forma más fácil de llegar al pueblo y como estábamos perdidos dedujo que veníamos de allí... ¿no?— respondió lo primero que se le vino a la cabeza, aunque justo empezaba a entender que era lo que el chico parecía querer insinuar —¿No insinuarás que la anciana tiene algo que ver en esto...?— claro que lo estaba insinuando y si el chico tenía razón, quizás estaban ante una trampa.
Mitsuki no pudo evitar repasar los alrededores con la mirada, ante aquella posibilidad que se desveladaba en aquel preciso momento como probable
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—Se me hizo extraña su actitud, en vez de ayudar parecía querer echarnos de ahí— Se llevó la mano al mentón. —O puede ser que sea una simple paranoia mía— Sacudió su cabeza, como intentando alejar esas ideas. —Sea como sea, debemos seguir— Miró entonces son recelo el camino de árboles.
La tenue luz de luna le generaba desconfianza, pero mayor fue su desagrado cuando al seguir el sendero la oscuridad los volvió a cubrir. Había muchas ramitas en el suelo que crujían al andar, además de que no se escuchaba el sonido de ningún ser viviente, ni siquiera había señas de insectos o aves nocturnas. Lo único que interrumpía el silencio eran los propios pasos de los shinobis.
—No siento que este camino tenga fin— Comentó al aire.
Efectivamente, habrían caminado un buen trecho. Pero el patrón de árboles se hacía interminable a medida que avanzaban, ningún pasaje natural tendría aquellas características. Lo peor estaba por venir, de pronto los árboles se agitaron, no era un temblor ni tampoco el viento, los troncos de los árboles se sacudieron en el más estricto sentido de la palabra. Fue cosa de tres segundos, pero aquelló bastó para que el Takanashi se frenara del susto.
—¡Esto no puede ser real!— Exclamó —No, no, no— Su mente no podía aceptarlo.
Pero lo era, los árboles eran reales, el camino era real. No había truco. Se acercó a uno de los troncos y lo golpeó con todas sus fuerzas, pero lo único que logró fue lastimarse la mano.
—¡Auh!— Exclamó mientras se agarraba los dedos.
Sólo había dos sitios a donde ir, al frente o hacia atrás. Pero la incertidumbre de que habría al final abrumaba al genin de Taki. Sí encontraban a la niña y al youkai, no sabía sí podrían hacer algo contra el ser espectral. La meta ahora le parecía más lejana y difícil.
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~Ausente los fines de semana~
La joven dejó escapar un largo suspiró tras las palabras de su compañero, al parecer no tenía muchos argumentos para defender su teoría y lo único que había hecho era ponerla aún más nerviosa.
Mitsuki no pudo evitar llevarse su mano derecha en dirección hacia su cabeza, pasándola entre sus cabellos para revolver un poco su melena tratando de alejar todos los pensamientos que se le habían venido de golpe.
—Si, será lo mejor— convino la joven
Ambos shinobis comenzaron a adentrarse con sumo cuidado en aquel extraño túnel vegetal, de nuevo se adentraban en la más negra oscuridad. Rodeados por paredes de enredaderas y ramas, con tan sólo dos direcciones en las que poder avanzar. Aquella era la típica situación en la que el manual del buen shinobi indicaría que era un trampa con todas las letras, en mayúscula y de neón... Mitsuki lo sabía, su compañero estaba seguro de que también, pero lo que también sabían es que era la única manera de salvar a aquella niña. Quizás no fuesen los más fuertes y listos, pero tampoco eran unos cobardes que ante la primera dificultad se hubiesen echado atrás. De hecho, si fuesen de los que se retirarían ya la hubiesen hecho hace mucho.
Ahora no había vuelta atrás, tan sólo podían avanzar por aquella oscuridad. Sintiendo como las ramas secas que forraban el suelo de túnel se quebraban a cada paso, rompiendo el duro silencio, sin darles una oportunidad de ocultar su posición. Fuese quién fuese el que esperaba tras el último recodo del túnel, debía de haberlo preparado todo para evitar ser cogido por sorpresa.
La Hyuga no estaba segura de si era eso una mala o buena noticia, al menos podía estar segura de que si alguien se tomaba las molestias de preparar todo aquello no debía de ser del más allá ¿Para qué diablos iba a necesitar un fantasma todo aquel entramado? Por una parte bien, estaba segura de que era algo de este mundo lo que la aguardaba... pero aquello lanzaba aún más interrogantes.
La sacudida de unos de los laterales de la cueva sacó de golpe a la joven de sus tribulaciones, a lo que ayudo el grito de su compañero que parecía aún más nervioso que antes. No es que la Hyuga no lo estuviese, pero era de forma diferentes. Tatsuya parecía haberse perdido en la espiral sobrenatural y ella temía más por lo humano en aquel momento.
—Cálmate Tatsuya— dijo la joven mientras alargaba su mano apoyándola en el hombro del muchacho que tenía justo delante de ella, el chico había golpeado la pared de puro nervio —Sea quién sea, o lo que sea que haya allí delante... lleva intentado ponernos nerviosos todo el camino. No dejes que lo consiga— retiró la mano del hombro del muchacho y se adelantó unos pasos por delante, siguiendo el recorrido que marcaba el denso follaje —Ya queda menos... salvaremos a esa niña— dijo para tratar de subir los ánimos
A pesar de sus palabras, la joven ahora estaba aún más nerviosa que antes. Era inevitable, nunca antes se había visto en una situación de ese tipo. No sabía que se encontraría allí delante, solo sabía que no era nada o nadie con buenas intenciones. Trataba de ahogar a una niña inocente y estaba segura de que si los atrapaba a ellos correrían la misma suerte, y por ahora iban camino de su perdición siguiendo una ruta que trazaron para ellos. Algo le decía que aquello no podía acabar bien. Para colmo, el frío de la noche se intensificaba conforme se iban adentrando en la madrugada, ella aunque acostumbrada a climas más fríos, no pudo evitar cruzarse de brazos para tratar de retener un poco el calor mientras avanzaba. La humedad había calado en sus ropas y empezaba a calar sus huesos.
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Tatsuya pudo sentir como la Hyuga posaba su suave y delicada mano sobre su hombro, transmitiéndole una sensación que le puso el corazón a mil por hora, volteó a verla cómo si una fuerza sobrenatural le hubiera obligado a hacerlo. La kunoichi trato de consolarlo y anirmarlo, ahora concordaba un poco más con ella. La verdad, es que parecía que algo o alguien los había estado guíando a través del camino, era extraño, pero sentia como si estuvieran jugando con ellos. Ella lo soltó y decidió seguirla, un tanto más tranquilo.
—Gracias Mitsuki-chan— Respondió.
Siguieron el entramado durante algunos minutos más, pronto la oscuridad al final del camino parecía ir mermando, pero antes de llegar ahí una voz lejana parecía cantar, se podría decir que era la de una niña pequeña. No importaba si seguían caminando o sí se frenaban, la escucharían a la misma distancia.
...Choukoereba touji michi
Kujou ouji de todomesasu
Maru take ebisu ni oshi oike
Ane san rokkaku taku nishiki
Shi aya bu taka matsu man gojou...
La canción frenó de repente, sólo para dar paso una vez más al llanto y las campanillas, esta vez provenientes del final del túnel. Tatsuya estaba hasta las narices de esas cosas, las manos las tenía totalmente frías y su aliento se volvía vapor debido a la baja temparatura. Volteó a ver a Mitsuki bastante nervioso, pero se armó de valor para hablarle.
—Estamos cerca, estoy seguro— Algo se lo decía, todo iba en aumento y eso sólo significaba estaban a punto de llegar a su destino.
Con paso firme, bueno, ni tanto, que le temblaban las canillas, siguió caminando recto los pocos metros que faltaban. Parecía que al final habia algo de luz, quizás era luz de luna. El Takanashi entonces aceleró el paso para llegar al fondo y mientras lo hacía el llanto y las campanillas desaparecieron de nuevo.
En aquel claro las sombras estaban dispuestas de manera tétrica, las gotas que quedaron después de la lluvia caían con suavidad entre las hojas y arbustos. En el centro había un roble anciano, grande e imponente. Pero algo desencajaba en aquel sitio, recostada en el árbol, había una muñeca de no más de 90 centímetros vestida con un kimono rojo, además su cabeza parecía ser mucho mas grande de lo que debería, sin mencionar que estaba cubierta con una máscara de zorro.
—¿Pero que signica esto?— No se esperaba para nada encontrar ese objeto.
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Poco a poco, una tímida luz comenzaba a iluminar el túnel desde el extremo final de de este. Ambos shinobis estaban ya muy cerca de la salida, cuando de repente el silencio fue roto por el canto de una niña. No sería una mala señal si no fuese por la extraña sensación de que prenía de todas partes y de ninguna a la vez, la Hyuga no sabía muy bien como explicarlo pero aquello volvió a ponerla aún más nerviosa
"No, no puede ser..." Mitsuki no podía dar crédito a lo que estaba viviendo, de repente la hipótesis de que los aguardaba un Youkai cobraba más fuerza.
Tal y como vino el canto, se marchó dejando su lugar al llanto y las campanillas una vez más. La de Kusabi no sabía muy bien que pensar, por suerte la voz de su compañero le hizo recordar que lo único importante en aquel momento era seguir avanzando y salir de aquel lugar.
No tardaron demasiado en cruzar por fin el umbral que ponía fin al pasaje, dejando atrás aquel túnel de ramas y enredaderas. Sin embargo, lo que la luz les dejó ver no era lo que esperaban. Frente a ellos un árbol, un enorme roble, coronando un enorme claro rodeado en sus lindes por una gran variedad de plantas.
Pero no era aquello lo que hizo que la joven se detuviese en seco, a los pies del árbol había una figura. Era del tamaño de una niña pequeña, vestida con un kimono rojo y una máscara de un zorro
—¿Pero que signica esto?—
Eso era lo que quería saber la kunoichi, que demonios significaba aquella escena. La peliblanca paseo la mirada por los alrededores pero no había rastro de nadie más en aquel lugar.
—Esa muñeca...— murmuró la joven casi para sí, avanzó lentamente hasta situarse a un par de metros de la muñeca quedando justo frente a ella —¿Dónde está la niña?— pregunto con voz autoritaria y clara, no sabía muy bien por qué pero era lo que le pedía su corazón. Quizás todo aquel estrés la había vuelto loca o tal vez su instinto la estuviese avisando de algo que no era capaz de darse cuenta que estaba percibiendo... pero para ella aquella muñeca tenía la respuesta.
Allí estaba ella, de pie, muerta de frío frente a una muñeca aguardando una respuesta. Surrealista sin duda, pero... ¿no lo había sido ya todo lo anterior?
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Pero la muñeca no respondió, seguía ahí quieta, sin vida. Tatsuya se acercó con timidez ante la repentina muestra de carácter que mostró la genin de Uzushio. Tomó su ninjato y lo acercó a la muñeca para tocarla como quién evita tener contacto con la basura, pero seguía sin reaccionar. Ante ello el espadachín decidió acercarse y agacharse para ver de cerca a la muñeca, tocando sus ropas y buscando alguna anormalidad.
—No está mojada, a llovido pero la muñeca está seca— Le intrigaba bastante aquello.
Entonces una idea cruzó por su mente, una de cual se arrepentiría por el resto de sus días. Acercó su mano a la máscara de zorro, sujetándola con los dedos índice y pulgar. Tragó un poco de saliva debido al nerviosismo, no sabía si hacerlo rápido o irla desenmascarando poco a poco. Al final, se armó de valor y arrebató la máscara de la muñeca, sólo para luego mostrar una cara de estupefacción al ver que su cabeza era un cráneo humano de verdad, de ahí que las proporciones no cuadraran. Tatsuya se fue hacía atrás y se arrastró un poco para alejarse de aquel terrible descubrimiento.
—Todo esto está terriblemente mal— Dijo mientras negaba con la cabeza.
Pronto el crujir de la madera no se hizo esperar, a igual que antes los árboles del túnel se agitaron y el Takanashi volteó a ver rápidamente al pasaje. Pero esta vez verían en su interior a una niña, vestida con el mismo kimono y con la misma máscara de zorro. Serían sólo un par de segundos, pues al tercero la niña desapareció, como si nunca hubiera estado ahí. El de cabellos negros se quedó completamente helado, y pronto su cabeza volteó lentamente, como si su cuello fuese una pieza sin aceitar, hacia la parte de arriba del roble, donde pudo ver y escuchar a la niña con máscara de zorro.
Setta chara chara uonotana
Rokujo hichou tourisugi
Ha chou koroeba touji michi
Kujou ouji de todomesasu
La niña cantaba mientras saltaba entre las ramas, y al final de su canción se echó a brincar y escapar entre las ramas. El Takanashi se volteó quedando hincado frente al árbol, con la cara pálida y el cuerpo entumecido.
—¿Qué-qué fue eso?— Preguntó, aunque no quería escuchar la respuesta.
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Mitsuki aguardó por una respuesta que nunca llegaría, aquello parecía ser lo que aparanteba... tan sólo una muñeca. El de Taki aprovechó para acercarse cuidadosamente hasta ella y, valiendose de su ninjato, la zarandeó un poco.
—No está mojada, a llovido pero la muñeca está seca—
Todo lo que les rodeaba parecía no tener ni siquiera un leve atisvo de sentido, desde el mismo instante que pusieron los pies en aquel pueblo habían caído en una espiral que rallaba la locura.
Sin embargo, el punto culminante a aquella impresión sobrevino cuando el chico procedió a retirar la máscara en un acto de valentía. Tras aquella careta infantil, Tatsuya, descubrió una calavera humano que les miraba desde aquellas cuencas vacías.
Mitsuki se quedó totalmente helada en el lugar, incapaz de reaccionar. Su compañero por su parte se retiró bastante turbado de las próximidades de la extraña muñeca
—Todo esto está terriblemente mal—
Tras ellos, el familiar crujir de las ramas que ocupaban el suelo del túnel que acababan de abandonar sonó de nuevo... pero esta vez no lo había provocado ninguno de ellos. A pesar de que la Hyuga volteó la cabeza rápidamente, no pudo ver nada en el umbral de la entrada. Sin embargo, le bastó una mirada a su compañero para darse cuenta de que algo no andaba nada bien.
El canto que volvió a escuchar, esta vez a sus espaldas, desde el árbol no hizo nada más que confirmale lo que más temía. Fuese lo que fuese lo que había visto el de Taki ahora lo tenían a sus espaldas, en apenas unos segundos.
Se armó de valor y giro sobre sí misma para volver a quedar cara a cara con el árbol, elevando su mirada hacia las alturas desde donde parecía proceder el sonido. Allí pudo observar como lo que parecía ser un kimono rojo se perdía entre las ramas.
—No lo sé...— respondío la joven tan impresionada como su compañero
Un sudor frío recorría toda su espalda, erizandole la piel. Con la mirada buscaba de nuevo a la figura, esperando volver a verla.
—Solo sé que debe de ser quién tiene a la niña...— Mitsuki siguió oteando con la mirada, pero no logró volver a verla figura, había desaparecido junto con su canción nuevamente.
La joven Hyuga respiró profundamente tratando de calmarse, habían recorrido todo aquel camino para salvar a la niña y ahora que estaban tan cerca ninguno de los dos era capaz de reaccionar como se esperaba de shinobis. Estaba allí clavados, amedrentados... apunto de echar a correr.
Agitó la cabeza con violencia tratando de alejar el miedo, no había llegado hasta allí para huir ahora. No podía abandonar a aquella niña allí, no ahora.
—¡Devuelvenos a la niña por favor!— suplicó la de Kusabi, que había necesitado reunir todo el coraje que le quedaba para tratar que su voz no temblase —¡Ella no tiene la culpa de nada! ¡Por favor!—
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Mitsuki respondió aquella incógnita que él deseaba que fuese mentira, sí, aquello retenía a la niña y probablemente tendrían que enfrentarse a ese supuesto espectro. La peliblanca súplico a lo alto que dejase ir a la víctima inocente, y su respuesta, cómo en todo y cada uno de los momentos que habían vivido ahí fueron las malditas campanas de viento, pero esta vez no estaban acompañadas del llanto, era algo diferente.
—Está cerca— A pesar de lo obvio que sonaba, tenía un significado bastante profundo. —Sigámosla— Le hubiera gustado estar tan seguro como sus palabras denotaban.
Se levantó extremadamente lento, sentía el cuerpo totalmente pesado, el hambre llegó de repente, un dolor invadió si sien derecha y después de tantas emociones le entró un sueño de la nada. A pesar de que ya eran altas horas de la madrugada se habían mantenido alerta gracias a la adrenalina. Todo le entró de repente, pero aún así estaba dispuesto a continuar, usó su katana para ponerse en pie y miró a lo alto.
—Vamos, podemos hacerlo—
Llevó chakra a sus pies y tomó impulso para subirse corriendo al roble, sintiósese algo mareado al llegar a lo alto, pero se las arregló para mantenerse en pie. Todo el malestar físico parecía haberse liberado de repente, pero al pensar en la niña quizo seguir, esperaba que la kunoichi le siguiese, pues no debian separarse. Las campanillas ahora no cesaban, y parecían alejarse entre los árboles.
—Ven— Dijo, aunque se sentía fatal.
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Una vez más, las palabras de la Hyuga se perdieron entre las sombras del lugar. Recibiendo como única respuesta el sonido de aquellas malditas campanas que no paraban de sonar.
Mitsuki no pudo evitar apretar sus puños con rabia, se sentía totalmente impotente. Estaba ante algo que no terminaba de comprender, ni siquiera tenía claro si era un maldito fantasma o no. Sólo sabía que aquello retenía a una niña que no tenía culpa alguna y que lo único que ella podía hacer ahora mismo era tratar de cazar a aquella sombra. Casi parecía que quisiese jugar con ellos
"¿Qué prentede?" la joven casi no podía reprimirse, por lo que se mordío el labio con fuerza mientras trataba de decidirse en que hacer.
Sin embargo, Tatsuya ya lo había hecho mucho más rápido que ella. El chico de Taki trató de animarla, mientras se lenvantaba con lentitud mientras se apoyaba sobre su arma.
"Tiene razón, sea lo que sea tan sólo tenemos que cogerlo y obligarle a que nos entregue a la niña..." su compañero ya se había adelantado a ella nuevamente y la aguardaba sobre lo alto de aquel roble
La de Kusabi había observado atentamente a su compañero, no parecía estar del todo bien puesto que si lo comparaba con la fluidez de sus movimientos anteriores ahora parecía un tanto embotado, no sabía explicarlo bien pero esa fue su impresión. Quizás ella también se vería así desde el exterior tras todo el esfuerzo que había realizado en la noche. Al fin y al cabo sentía como si llevase una mochila muya pesada sobre su espalda.
Respiró hondo, tratando de encontrar las fuerzas que le quedaban y salió disparada hacia el tronco el cual empezó a escalar a toda prisa. Debían de llegar hasta la copa del roble lo más rápido posible
—Rescatemos a esa niña— dijo la joven mientras pasaba del punto donde esperaba su compañero y seguía subiendo hacia arriba
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La kunoichi se le adelantó a Tatsuya y este esbozó una sonrisa al ver cómo la peliblanca mostraba determinación. El Takanashi se puso en marcha y saltó para ir junto a ella. Mientras avanzaban él la miraba de reojo en ocasiones, admirando su belleza y también pensando en lo admirable de su carácter, siempre tan calmada. Aunque se sentía algo intimidado al recordar cuando se había mostrado imponente.
"No es una chica frágil como puede aparentar, ella realmente es fuerte"
Y con aquella idea en mente el espadachín seguía saltando de rama en rama, guiado por el sonido entre las copas de los árboles. Durante todo este tiempo ese algo o alguien los había hecho ir por donde se le antojaba, y en esos momentos no era la excepción, sin embargo era lo único que podían hacer, dejarse llevar aunque posiblemente el supuesto youkai estaba tramando un ardid. Sí el hubiese estado sólo probablemente se estaría atormentando ante todo lo que le había rodeado, desde la niebla hasta los sonidos extraños, se habría vuelto loco quizás de no ser por la chica del remolino.
—Mitsuki-chan— Habló de repente —Antes de venir aquí yo creía saber que era justo y que no. Pero, aunque la niña no tenga la culpa de lo que está pasando, lo cierto es que me da rabia lo que hizo la gente del pueblo—
Él no estaba en condiciones de aplicar la ley, no estaba ni siquiera en jurisdicción del País del Río como para decir que tenía un motivo válido. Además el no sabía a ciencia cierta que se merecían realmente esas personas, era fácil acusar pero impartir un castigo era una decisión que a él no le correspondía. Mientras divagaba las campanas de viento iban mermando, alzó la vista y al frente sobre una rama se encontraba la niña de máscara de zorro, la cual negó con la cabeza mientras veía a los shinobis acercarse.
—¡Espera!— Le exigió.
Extendió su brazo en vano tratando de alcanzarla, pues la infante del kimono rojo se dió la vuelta con rapidez y empezó a huir de ellos con una gran agilidad dando enormes saltos entre las ramas de los árboles. Sus getas no emitían sonido alguno al pisar algo, simplemente parecía danzar entre las hojas mientras se alejaba.
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Aquel enorme árbol comenzaba a hacersele casi infinito, sin lugar a dudas sus dimensiones debían ser muy similares a las del gran cerezo blanco de Kusabi y eso ya era decir mucho árbol... demasiado sin lugar a dudas.
En mitad del ascenso, Tatsuya rompío el silencio.
—Mitsuki-chan, antes de venir aquí yo creía saber que era justo y que no. Pero, aunque la niña no tenga la culpa de lo que está pasando, lo cierto es que me da rabia lo que hizo la gente del pueblo—
Mitsuki entendía muy bien lo que quería decir su compañero, lo que aquella gente había hecho fue sin lugar a dudas horrible. Estaba segura de que la mayoría de las personas estarían de acuerdo en que todo lo que les sucediese a esos aldeanos sería muy poco comparado con lo que se merecerían... incluso ella estaba de acuerdo en cierta forma con aquella afirmación.
—Es cierto que lo que hicieron fue horrible... pero ningún crimen se puede justificar con otro— respondío la joven mientras le dedicaba una fugaz mirada a su compañero de carrera —y menos aún si los que terminan pagando con sus vidas son inocentes, como esos niños que ni siquiera habían nacido cuando asesinaron a esa pobre niña— devolvió la mirada al frente —Creo que hay muchas formas de justicia, pero no creo que esto sea una de ellas... no es diferente de lo que hicieron esos aldeanos hace cincuenta años— sentenció la de Kusabi con tristeza
Apenas acaba de terminar de hablar cuando volvieron a observar a esa extraña niña del kimono rojo de nuevo frente a ellos, Tasuya trató de detenerla pero no logró agarrarla. Se movía muy rápido y de manera extremadamente silenciosa, fuese lo que fuese... lo único seguro es que no era una niña común.
—¡Detente por favor!— suplicó la Hyuga mientras la seguía todo lo rápido que sus cansadas piernas le pemritían
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La niña siguió subiendo mientras un extraño frío empezaba a llenar el ambiente, el aire se empezaba a filtrar en la altura y pronto las ramas parecían entrelazarse de una manera algo extraña, formando una cúpula circular mientras el resto se iban enredando creando un camino en dirección a lo alto. Aquella formación alertó al Takanashi, no era para nada normal.
—¡Cuidado!— Inidicó al ver que su acompañante aceleraba el paso.
En cuanto llegasen a lo alto aquello parecería un extraño recinto café y verdoso, y en el centro se encontrarían con un lecho de hojas rojas y muertas sobre el cual estaría acostada una niña de cabellos castaños, propablemente se tratase de la hija de la señora. Atrás de la pequeña durmiente podrían ver a la figura con máscara de zorro, alzando con su mano derecha un conjunto de campanillas de viento metálicas, observándolos fijamente a ambos.
Tatsuya se olvidó de la extraña formación arbórea, ahora no sabía que hacer, ahí estaba, la chiquilla que habían estado buscando. Sin embargo se quedó inmóvil ante la presencia del ser ataviado con el kimono rojo. Tenía la mente totalmente en blanco, y el supuesto fantasma no mencionó palabra alguna, simplemente estaba ahí parado.
"¿Ahora qué?"
No sabía si acercarse o no, sí sería peligrosa o si los dejaría llevárselas sin más. Demasiadas dudas en su cabeza, cuando por fin habían llegado al clímax del asunto, se quedó paralizado. A pesar de que la estaba viendo, se sentía irreal.
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Conforme se iban acercando a la copa del árbol, las ramas de este comenzaron a formar un camino claramente delimitado mientras sobre ellos se dejaba ver una especie de cúpula compuesta por madera y hojas arremolinadas de manera no muy natural.
Aquello alerto a Tastsuya que no dudó en advertir a la Hyuga, sin embargo esta no hizo caso y siguió avanzando a toda velocidad. Llevaban todo el camino metidos en plena boca del lobo, ahroa que parecía que por fin llegaban a su estómago no aflojaría ni un àpice. Había que salvar a esa niña costase lo que costase, no merecía morir, no era justo que pagase por algo que habían hecho sus padres hacía veinte años... y no lo permitiría mientras le quedasen fuerzas.
Tras unos instantes, de repente se vieron bajo el techo de aquella extraña cúpula, era un estancia llena de verdes de disintitos tonos sobre un fondo marrón que lo oscurecía todo. La estancia estaba decentemente iluminada por una serie de antorchas dispuestas por las paredes, lo que permitió a los jóvenes observar en mitad de la sala con claridad una niña de cabellos marrones tendida sobre una cama de hojas y justo frente a ella, la extraña niña del kimono rojo y la máscara de zorro.
Mitsuki se detuvo en seco prácticamente para observar con atención la escena, además de para poder recuperar el aliento tras aquel último esfuerzo.
La cría del kimono rojo hacía sonar las endiabladas campanillas que no les habían dado respiro en prácticamente todo el trayecto.
"Así que era ella..."
Mitsuki respiro hondo para tratar de volver a poner su respiración bajo control antes de hablar
—No queremos hacerte daño, solo llevarnos a la niña... por favor— pidió la joven esta vez con la esperanza de obtener al menos una respuesta
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