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Sucede que aquél día Daruu estuvo muy contento durante un período más bien corto de tiempo. Se había levantado feliz, sí, pero también hambriento, de modo que se había dirigido a un puesto de pizza callejero local en el que los precios tendían a la baja y la calidad obtenida a cambio tendía a la alta. Saludó por debajo de su kasa y refugiado de la lluvia por su capa al dueño del local: ya eran viejos conocidos, al fin y al cabo, no había mayor amante de la pizza en Oonindo que aquél joven con el cabello revuelto.
Y entonces, aconteció una desgracia. Cuando se dio la vuelta, y estaba dispuesto a darle el primer bocado al manjar de los dioses que sostenía entre sus dedos, unas garras oscuras, como la noche, se llevaron la porción y la elevaron hacia el cielo. Daruu dio un respingo, y siguió con la mirada a la sombra negra que le había arrebatado su premio al más vago de la semana.
—¡Eh, vuelve aquí! —dijo.
Lo que parecía ser un cuervo enorme le graznó con desprecio y se posó en una tubería cercana, todavía sujetando la pizza entre sus fauces su pico. Movió la cabeza hacia arriba y hacia abajo, y golpeó el trozo con furia contra la tubería, mojándolo y echándolo a perder.
—¡Eh!
El cuervo le miró con malicia, y como si pudiera medir su sufrimiento, esperó los segundos justos para que el pequeño, frágil y caprichoso corazón de Daruu se rompiese en mil pedazos como el vidrio de una botella. Después, abrió el pico y dejó que el trozo de pizza cayera sobre un charco.
El cuevo graznó y se dio a la fuga. Esa fue la primera vez que tuvo un problema con él.
Al cabo de una hora, Daruu estaba lamentándose en el banco de un parque, cerca de los canales. Cuál sería su sorpresa cuando el mismo cuervo bajase de una farola cercana e intentara quitarle también su kasa. Forcejeó con él unos instantes y al final se llevó un picotazo en la mano que le dolió horrores, pero consiguió conservar el sombrero. Daruu persiguió al pájaro de tubería en tubería, hasta que llegaron a una plaza apartada, en otro parque. El cuervo se posó encima de una papelera, y él encima de otro banco de madera, agachado. Se quedaron unos instantes mirándose fíjamente.
—¡Pero qué te he hecho yo a ti, hijo de puta! —gritó Daruu.
¡Ba-bawrk, baw, ba-bawrk! ¡BABABAWRK! —respondió el animal, agitando las alas y dando enérgicos saltos.
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Como cada jueves, decidí salir a pasear por las calles de la ciudad. Tenía que ser los jueves, claro, el ambiente de la ciudad era distinto, como más tranquilo. No puedo afirmar que fuera real, solo era una sensación extraña. Yo era un pájaro de costumbres, a veces un poco maniático con las cosas que hacía y cuándo las hacía.
No es que saliera a la calle para tomar el aire ni nada de eso. Ni tampoco la elección de mi día para salir tenía que ver para nada en absoluto con que era el único día de la semana sin capítulo de los AmeRanger.
Olvidando eso, los jueves también era el día con menos gente por la calle. Tal y como yo andaba, era lo ideal. Siempre tenía un libro en una mano, y mi paraguas de los AmeRanger en la otra. Caminaba mientras leía y para no chocar con nadie ni con nada llevaba a uno de mis cuervos sobre el hombro, que me avisaba de las cosas.
Claro, si era Yoru y no le habías dejado ver su telenovela hasta el final, corrías el riesgo de que te dejara estamparte contra otra persona o peor aún, contra una farola. Normalmente evitaba elegir a ese maldito cuervo para este tipo de tareas. Era el más irresponsable de todos, aunque mayoritariamente hacia su trabajo. Sobre todo porque si no lo hacía, nadie le invocaba a la hora de la telenovela. Y hasta donde yo sabía, en el bosque de los cuervos no había televisores.
Aquel jueves parecía uno de muchos. No había capítulo de los AmeRanger. Las calles de la ciudad estaban más tranquilas y más vacías. Parecía un jueves perfecto, pero entonces escuche algo. Algo que me llamo la atención. Un cuervo.
Normalmente era capaz de abstraerme en la lectura y obviar todos los ruidos que me rodeaban. A excepción de uno, la voz de los cuervos. Era algo evidente, claro, si tenían que avisarme de algo, tenía que estar pendiente de ellos.
Al levantar la cabeza de mi libro, vi una de las escenas más extras de toda mi vida. Y mira que viviendo entre cuervos había visto cosas muy extrañas. Apoyado en el borde de una papelera había un cuervo negro como la noche, como casi todos los cuervos, vaya. Frente a él, apoyado en un banco del parque, había un tío que le gritaba blasfemias al cuervo. Y, aunque este último no lo supiera, el cuervo también le gritaba blasfemias a él.
Me acerqué. Lo hice porque, aunque no tenía nada que ver conmigo, yo era de los pocos en la ciudad que podía mediar en aquel conflicto.
—Creo que deberías calmarte —Le dije primero al chico, luego le grazne lo mismo cuervo.
Mi aspecto, con un cuervo sobre mi hombro derecho, me daba cierta autoridad como mediador Persona-cuervo ¿O no?
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Pero un extraño se adentró en la escena. Si la plaza hubiere sido el escenario de una obra de teatro, habría sido el típico ermitaño extravagante que le enseña al protagonista a hablar con las bestias. Ataviaba con un aspecto similar al de uno de esos personajes, eso seguro, aunque el cuervo que llevaba al hombro no era, desde luego, un atrezzo.
—Creo que deberías calmarte —le dijo el extraño.
Daruu se le quedó mirando como si hubiera visto... bueno, como si hubiera visto a un excéntrico con un cuervo en el hombro, que era exactamente lo que había visto.
—¿Perdona...? —empezó a decir—. ¡Este bicho me ha robado el trozo de pizza! ¡Y no hace más que perseguirme haciéndome la vida imposible!
El acusado dio dos saltitos, indignado.
—¡Ba-bawrkbawrk, bawbaw, ba-ba-bawrk! —(¡Él se llevó mi tesoro, unas piedras azules para mi chica!)
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—¿Perdona?¡Este bicho me ha robado el trozo de pizza! ¡Y no hace más que perseguirme haciéndome la vida imposible!
— ¡Él se llevó mi tesoro, unas piedras azules para mi chica!
Tanto el chico como el Cuervo lanzaron sus acusaciones como shuriken, al viento, intentando alcanzarse el uno al otro, como si se tratara de una pelea a vida o muerte. Claro que, en este caso, ninguno de los dos comprendía las palabras del otro, así que por muy afiladas que estuvieran las hojas de esos shuriken, de poco servían.
—¡Ayyyy que moooonooooooooo, quería regalarle joyas a su chica!
El cuervo que tenía en el hombro empezó a hablar. De todos los cuervos jóvenes que había en el bosque de los cuervos, Kiara era la que mejor sabía hablar el idioma de los humanos. De hecho lo utilizaba con más frecuencia que el suyo propio, y esta era una de esas ocasiones que no desaprovechaba para hablar.
—Yoru podría ser así de vez en cuando, un poco detallista, siempre me tira los trastos, pero nunca me trae joyas.
Por supuesto, y aunque estuviera hablando como un humano, el chico que estaba allí no iba a enterarse de la mitad de la historia de la que hablaba la cuervo.
—Pero si siempre lo rechazas ¿Qué cambiarían unas joyas?
—Nada, seguiría rechazándole, pero me sentarían divinamente, soy la más hermosa de todos los cuervos, y unas joyitas brillantes y preciosas solo resaltarían más lo evidente.
A veces pensaba que algún dios aburrido había decidido lanzarme una maldición. Uno de los cuervos adicto a las telenovelas y la otra, una diva de las mismas ¿Acaso en otra vida había asesinado a algún pájaro negro? ¿Acaso en mi otra vida había ofendido a algún dios?
Ignorándola, decidí explicarle la situación al chico.
—A ver, el cuervo dice que le has robado unas piedras azules, un regalo para su "Chica" ¿Como te declaras?
—Aunque bueno, a mi azules no me gustan mucho, si me regalaran piedras brillantes las preferiría rojas o verdes, no sé, no me decido, aunque seguro que las azules también me sentarían bien…
Lo mejor que podía hacer en aquel momento, era dejarla divagar como la loca que parecía.
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Tanto Daruu como el cuervo con el que discutía giraron la cabeza como un muñeco diabólico en una película de terror cuando el pájaro que llevaba Reiji al hombro comenzó a hablar en un perfecto idioma humano, los dos con la boca abierta —aplíquese la expresión con el pico abierto en el caso particular del cuervo—. La cuervo parecía hablar de unas joyas. ¿De qué estaba hablando?
El más humano de los dos se dirigió hacia Daruu y le aseguró que el cuervo que le estaba haciendo la vida imposible aseguraba que le había un robado unas piedras azules.
—¿Que yo qué? —espetó Daruu, indignado—. ¡Yo no le he robado nada! Me he levantado hace un rato y he salido de casa para comprar un trozo de pizza. Y entonces me lo ha quitado y me lleva un rato dando por saco.
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—¿Que yo qué? —espetó aquel chico, indignado—. ¡Yo no le he robado nada! Me he levantado hace un rato y he salido de casa para comprar un trozo de pizza. Y entonces me lo ha quitado y me lleva un rato dando por saco.
—… Y claro, Yoru se tira todo el día viendo esas telenovelas basuras, como narices iba a él a sacar tiempo para regalarme joyas bonitas ¿acaso no quiere ligar conmigo? No le pone nada de empeño…
Mientras el chico que peleaba con él cuervo negaba indignadísimo haber robado ninguna joya y a su vez acusaba al cuervo de robarle la pizza, Kiara, el cuervo que viajaba conmigo, seguía con su pesadísimo monologo de diva del bosque. Normalmente y si no estaba Yoru intentando ligársela, se comportaba de forma tranquila y serena. Pero claro, si se daba una situación como aquella en la que podía intervenir era difícil hacerla callar.
—Kiara, necesito que pares un momento y me ayudes, ya le darás la paliza a Yoru cuando le veas, ahora necesito que me hagas un favor. — Yo necesitaba estar calmado en aquella situación, porque si no aquella situación podía escapárseme de las manos, como la pizza se le había escapado al chico aquel. —Tengo que hablarles a los dos a la vez, así que necesito que traduzcas al cuervo mientras hablo, por que no puedo hablar dos idiomas a la vez
—No necesito ser una genio para saber que no puedes hablar dos idiomas a la vez, así que está bien, te ayudare, pero luego me ayudas a convencer a Yoru de que me traiga joyas bonitas
En fina, algo era algo. Tenía que conformarme con aquello. Entre nosotros no existía una relación comandante-soldado, éramos una familia, como hermanos. Tal vez otra persona, en la misma situación no pensase como yo. Y aunque en las situaciones en las que la seriedad lo requería siempre hacían caso a mis órdenes, yo terminaba devolviéndoles el favor, como una deuda.
—En fin, calmaos los dos ¿vale? Vamos a solucionar todo esto pacíficamente —Fue lo primero que se me ocurrió, y mientras Kiara traducía todo al cuervo, pensé que tal vez alguno de ellos no quisiera entrar en razón. Al menos tenía que intentarlo. —A ver, ¿qué tal si os invito a ambos a comer, pizza si queréis, y comentamos el tema con más calma? Tal vez así podamos dar con quien sé que le ha robado las joyas al cuervo para que así deje de molestar a… bueno, no se tu nombre—Dije eso ultimo dirigiéndome al chico con la mirada.
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El muchacho-cuervo instó al cuervo hembra a que dejara de contarles su vida y le pidió el favor de hacerle de intérprete para el cuervo, ya que, según aseguraba él, no podía hablar dos idiomas al mismo tiempo. La situación era bastante surrealista ya si teníamos en cuenta que aquél shinobi podía comunicarse con los cuervos, suficiente como para que encima se pusiera a hablar a la vez.
«Hombre, igual con un Bunshin...», se sorprendió pensando Daruu.
Cuando Reiji insistió en que se calmaran, tanto Daruu como el cuervo se cruzaron de brazos, infantiles. Bueno, el cuervo se cruzó de alas, ya me entendéis. El muchacho les invitó a comer pizza y comentar el tema con más calma.
—¿En qué pizzería van a dejar entrar cuervos? —protestó Daruu. Luego se fijó de nuevo en el cuervo que Reiji tenía al hombro y dijo—: Bueno, vale, seguro que tú conoces alguna, visto lo visto.
Se encogió de hombros. Pensó: «quizás después de encontrarme con aquél abominable hombre de las nieves en el Valle de los Dojos debí haber supuesto que podía existir alguien que hablase con los cuervos.» Pensó también: «pero entre todos, me van a volver loco, joder. ¡Loco!»
—Amedama Daruu. —Daruu se acercó a Reiji y extendió la mano para dársela—. ¿Pero por qué tengo que ayudar a este tío a encontrar al que le ha robado las cosas? Si ya ha quedado aclarado que no soy yo, joder —susurró, para que el cuervo no oyera. Detrás, subido todavía a la papelera, el cuervo observaba con los ojos entrecerrados, receloso.
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30/10/2017, 00:40
(Última modificación: 31/10/2017, 00:56 por Sasaki Reiji.)
—¿En qué pizzería van a dejar entrar cuervos? —protestó el loco que peleaba con los pajaros. —: Bueno, vale, seguro que tú conoces alguna, visto lo visto.
— Pues sí, aunque comeremos en la terraza cubierta que tiene, para que nadie se queje de que se le mejen sus “Preciosas Plumas”…
— ¡Oye! Que sigo delante.
Aunque la cuervo replico un poco, preferí ignorarla de nuevo. A veces era un poco demasiado cargante. Había momentos en los que era realmente insoportable. Sin embargo, era como una hermana para mí, como parte de mi familia. Ella era una de las que me había enseñado a hablar con los cuervos y en fin… en el fondo la apreciaba bastante, porque en los momentos en los que la necesitabas, ella estaba ahí.
—Amedama Daruu. —Daruu se acercó a Reiji y extendió la mano para dársela—. ¿Pero por qué tengo que ayudar a este tío a encontrar al que le ha robado las cosas? Si ya ha quedado aclarado que no soy yo, joder —susurró, para que el cuervo no oyera. Detrás, subido todavía a la papelera, el cuervo observaba con los ojos entrecerrados, receloso.
— Karasukage Reiji, encantando —Le devolví el saludo dándole la mano.— Porque él no está para nada convencido de que no hayas sido tú el culpable, tendrás que demostrarle tu inocencia llevándolo hasta el culpable, y creeme, los cuervos tienen buena vista, si dice que has sido tu… hay alguien en esta ciudad que está robando haciéndose pasar por ti, quizás y solo quizás te interese quitarte ese problema de encima
Se lo dije en voz alta, en humano, total, el cuervo no iba a entenderlo, como tampoco había entendido lo que había dicho Daruu, luego le tendí el hombro vacío al cuervo de la papelera, por si quería acompañarnos debajo del paraguas y no mojarse mas.
Nos sentamos en la terraza cubierta de una pizzeríacuyo nombre en la carta era “ryūō pizza” y que hacia clara referencia a una pieza del Shogi. No tardó mucho en atendernos un hombre joven, de unos 25 años. Era alto, rubio, de ojos azules, con el pelo cortito y barba de un par de días.
—¿Qué desean tomar?
— Mi cuervo y yo queremos una pizza Barbacoa, sin salsa barbacoa y con doble de maíz, y para beber un cuenco con agua y un refresco de naranaja
— ¿Y ustedes?
Dijo el hombre mirando a Daruu y al otro cuervo.
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—¿Alguien en esta ciudad... haciéndose pasar por mí? —Daruu pensó en la probabilidad de aquello que el chico-cuervo le decía, o más bien en su improbabilidad. Él no le había hecho nada a nadie. Solía meterse en sus asuntos y no solía fisgar en los de los demás. Y eso que, gracias al Byakugan, fisgar era más fácil para él que para cualquier otro ser humano que no tuviera el mismo dōjutsu.
Se cruzó de brazos y terminó asintiendo.
Reiji ofreció su hombro al cuervo de la papelera, pero en su lugar, el animar graznó indignado y se posó sobre el hombro de Daruu. Se quedó mirándole fijamente.
—¡Bwwaaaark! — (Contigo)—. ¡Ba-bawrk bawrk ba-bawrk. — (Si te escapas sacaré el ojo, hijoputa).
Supongo que Reiji prefirió, en ese caso, no traducirle lo que el cuervo le decía a Daruu.
En Ryūō Pizza estaban curtidos en extrañezas. No debía ser de otro modo, si el camarero no se inmutaba ni un ápice ahora mismo, cuando dos jóvenes con sendos cuervos sobre los hombros pretendían pedir pizza... para los cuatro.
No debía ser de otro modo, cuando el mismo camarero tenía que tolerar una extravagancia aún mayor: que le pidieran una pizza barbacoa sin salsa barbacoa.
Se dirigió hacia Daruu y su amigo enemigo emplumado.
—Nosotros una pizza barbacoa con la salsa barbacoa que les quites a ellos, y para beber un cuenco con agua y una Ame-cola.
—¡B-bwaarrrrk!
—¡Ay, mi oreja! Vale. ¿Una carbonara?
—Bwark.
—¿La margarita?
—Bwark.
—¿La de york y queso?
El cuervo dio un saltito.
—Bien. Pues esa, y... ¡AY! ¡QUÉ PASA AHORA!
—¡Ba-bawkr!
—Vaaale. Una pizza de york y queso, una Ame-cola y un cuenco con Ame-cola, por favor.
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4/11/2017, 19:44
(Última modificación: 4/11/2017, 19:45 por Sasaki Reiji.)
—Perfecto, enseguida les traigo las bebidas, la pizza tiene que hacerse, así que tardara un poco más.
Conocía ese lugar desde hacía bastante tiempo. No era culpa mía que estuvieran curtidos con los pedidos extraños y la gente acompañada por mascotas. Mi padre había sido el primero de todos en aparecer en aquel sitio con un cuervo sobre el hombro pidiendo comida y bebida para ambos. Luego me lo había recomendado a mí. Era un buen sitio, la comida estaba buena y aceptaban mis excentricidades.
Cuando el camarero se marchó a por nuestras bebidas, empecé a preguntarle al cuervo por sus problemas con Daruu.
—¿Nos cuentas que te ha pasado? ¿Cómo eran exactamente el que te robó y lo que te robaron?¿Dónde ha sido?
Eran muchas preguntas. Todas en el idioma de los cuervos, claro. Daruu no entendería ni una sola palabra, pero la intención es que el cuervo relatara su versión de los hechos. La del chico humano ya la conocía, pero claro, podía estar mintiendo Eso nunca se sabe.
—Le está preguntando al cuervo que le ha pasado.
Kiara tuvo la amabilidad de traducirle, más o menos, la conversación a Daruu. Y mientras tanto, el camarero llegó con las bebidas. Un vaso con refresco de naranja, otro con Ame cola, un cuenco con Agua y otro con Ame Cole. Los dos vasos y el cuenco con Ame cola, tenían trocitos de hielo. El del cuenco daba vueltecitas flotando.
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El camarero se marchó, y Reiji intervino de nuevo, hablando en el idioma de los cuervos. Daruu se cruzó de brazos y entrecerró los ojos, observándole con sospecha. Pero la cuervo que acompañaba a Reiji se apresuró a aclarar lo que le estaba diciendo al animal. Daruu asintió y suspiró.
El cuervo al lado de Daruu torció la cabeza, escuchando con atención, y acto seguido relató lo sucedido (lo siguiente está transcrito directamente a idioma cuervo por comodidad):
—Tengo un nido. Un bonito nido en la azotea de una torre. El otro día, al volver a casa, me encontré con que la cuerda-con-bolas azul había desaparecido. Al día siguiente vi a este de aquí con las bolas en la mano.
»Vale, ahora que lo pienso no era igual. Este era más alto... Pero tenía su mismo pelo. ¡Despeinado hacia la derecha! ¿O era hacia la izquierda?
»Se parecía. De veras. Se parecía mucho. ¡Me tenéis que ayudar!
El cuervo graznó y dio un salto.
—¿Y bien? ¿Qué es lo que dice? —inquirió Daruu, justo cuando el camarero volvía con las bebidas.
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El cuervo se explicó. Se explicó mucho mejor de lo que se podría esperar de un cuervo normal y corriente. No era como Kiara o Yoru, y no lo decía por el idioma en que se expresaba, sino por la claridad con la que lo hacía. Vale, tal vez parecía un poco confuso. Y tal vez su memoria no era la mejor. Pero bueno, era más que nada.
—¿Y bien? ¿Qué es lo que dice?
Bebí un sorbo de mi bebida de naranja antes de contestarle. No por que quisiera parecer algo misterioso, que ya puestos también, sino porque realmente tenía algo de sed.
—Dice que tiene un nido en lo alto de una torre, dice que tenía una cuerda con bolas azules, imagino que habla de un collar como de perlas, y que un día, al volver a casa, el colgante ya no estaba. —Hice una pequeña pausa para beber otro trago. —Al día siguiente, según su historia, te vio a ti o a alguien como tú, dice que tal vez más alto, pero que su pelo era como el tuyo, despeinado hacia un lado, luego a insistido en que era clavadito a ti.
Mientras le explicaba las cosas a Daruu, llegaron las pizzas. Una sabrosa pizza barbacoa, sin salsa barbacoa, pero con la carne a la barbacoa, y el bacon, pero sobretodo, el maíz. Tenía dos capas de maíz. Aquel lugar era sin duda perfecto. A Daruu le dejaron su pizza de jamón cocido y queso que a mí perecer, y dado que no llevaba ni una pizca de maíz, no estaría igual de buena. Esperé un poco a que se enfriara, mientras, tenía cosas que preguntar.
—A dicho que igual era más alto que tú ¿tienes un hermano mayor? O tal vez ¿Puede que fuera tu padre? Si es que alguno de ellos se parece a ti, si no, me temo que alguien trata de imitarte.
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Reiji dio un sorbo a su bebida de naranja, y después, tradujo lo que quiso decirle el cuervo. Al parecer, tenía un nido en lo alto de una torre, y alguien le había robado un collar de perlas. Al día siguiente, vio a alguien que se parecía mucho a Daruu con el collar en la mano.
Las pizzas llegaron a la mesa, lo que hizo olvidar a todos —cuervos incluídos— el asunto que estaban tratando. Los ojillos brillantes de Daruu y de su extraño acompañante emplumado brillaron con ilusión. Cuando el muchacho fue a coger un trozo, el cuervo saltó rápidamente y se lo quitó. Luego, señaló con el pico otro que había al lado, que tenía menos queso.
Pese a que Daruu no hablaba cuervo, lo entendió a la perfección.
"Este es mío, ese para ti."
Daruu resopló con indignación y cogió su trozo de pizza.
—A dicho que igual era más alto que tú ¿tienes un hermano mayor? O tal vez ¿Puede que fuera tu padre? Si es que alguno de ellos se parece a ti, si no, me temo que alguien trata de imitarte.
—No tengo hermanos, y mi padre está muerto —dijo Daruu. Por el tono de su voz, ninguna de las dos cosas parecía afectarle—. Dudo mucho que nadie trate de imitarme. lo más probable es que haya visto a alguien que se pareciese a mi. ¿Puedes preguntarle si le vio de frente? Este tatuaje es bastante característico. —Se señaló la mejilla izquierda.
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—No tengo hermanos, y mi padre está muerto.
—Lo siento.
Fue simplemente cortesía, pues saltaba a la vista que no parecía afectarle, sin embargo, muchas sonrisas esconden un gran dolor. Lo que la gente le muestra al mundo es solo una minúscula parte del iceberg que se oculta la vista. Y es mucho más probable que ese iceberg esté lleno de grietas y cicatrices que surjan de lo más hondo del alma.
Pero ¿Quién era yo para juzgar el dolor de nadie? Por mucho conocimiento que tuviera de las cosas que me rodearan, por muy prodigioso que fuera mi cerebro, ¿Qué podía saber alguien que no lo había experimentado ese dolor en sus propias carnes? Lo más sensato fue zanjar el tema con ese “lo siento”. Yo no tenía que ser el psicólogo de nadie.
—Dudo mucho que nadie trate de imitarme. lo más probable es que haya visto a alguien que se pareciese a mi. ¿Puedes preguntarle si le vio de frente? Este tatuaje es bastante característico.
La verdad es que aquello era algo muy característico, sí. Aunque el cuervo no parecía tener muy buena memoria, pero aquello desde luego llamaba más la atención que la estatura o el lado hacia el cual tenía el pelo. Descartado que fuese su padre, su hermano o cualquier familiar, solo quedaban las opciones de un imitador o alguien que se le parecía mogollón.
—¿Tenía el tipo al que viste algo como eso? —le pregunte al cuervo en su idioma, mientras señalaba con el dedo índice de mi zurda a la marca que tenía Daruu en la cara.—Eso es algo muy llamativo, podría ser la clave
Aproveche para llevarme a la boca el primer bocado de mi porción de pizza mientras esperaba a que el cuervo respondiera. Como siempre, las pizzas de maíz de aquel lugar no tenían rival, estaban deliciosa. La que más podía afirmarlo era Kiara, que había aprovechado la conversación para terminarse dos trozos de pizza. Para lo coqueta que era, zampaba como un Akimichi.
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Reiji le preguntó al cuervo si el extraño tenía algo similar a la marca característica de Daruu, blanca y verde. El cuervo observó el rostro de Daruu inquisitivamente, tanto que el muchacho sintió la necesidad repentina de apartar la mirada.
—No. Es más, ahora que recuerdo, tampoco tenía los ojos blancos. ¿Qué le pasa a los ojos de este tipo, está ciego? No, es imposible, porque puede ver, eso está claro. Mmh...
Daruu se rascó la coronilla y cogió otro trozo de su pizza. El cuervo picoteó su propio trozo. Daruu seguía pensando que toda aquella escena era bastante surrealista.
—¿Y bien, qué dice?
—De todas formas... Por favor... Por favor. ¡Ayudadme! Es muy importante para mi. Si no, mi querida Yuuna...
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