Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Después de su bien elaborada frase para romper el hielo, que por poco no congela toda la taberna; Daruu actuó de forma más sensata que la joven, la cual se prometió atender sin pensar en nada más, pues el asunto que llevaban entre manos no era uno que se debía tomar a la ligera. Así pues, cuando terminó de relatar lo sucedido y de formular la pregunta, la pequeña subió la cabeza y miró a Akame a los ojos, esperando por la respuesta que tanto Daruu como ella esperaban.
—Es muy interesante esto que me cuentas, Daruu-kun —comenzó—. Nunca había oído algo similar...
Al escuchar aquello se sintió un tanto desilusionada, lo que pudo apreciarse con su caída de hombros mientras dejaba caer su espalda un poco hacia atrás, sin embargo no le culpaba, no culpaba a nadie por no saber sobre aquello. La vida no era tan fácil como muchos libros contaban y debería haber tenido claro desde el principio que prácticamente la mayoría de las personas con las que se topasen desconocían sobre aquel resurgimiento de Konohagakure.
O lo que quiera que fuese lo que estaba pasando.
— Espera un momento, Akame-san — Por mucho que le doliese pronunciar aquello, no le gustaba el apellido Uchiha, que solo había pronunciado en cinco ocasiones, así que optó por llamarlo por su nombre ya que él había utilizado el suyo. — No podemos volver por allí, es decir, no solo nos echó... — hizo una pausa. — Sino que nos atacó, ¿crees que podremos volver e investigar? No sé, creo que podría ser mala idea... — Expuso con toda su lógica.
»Por otro lado, ¿dónde podríamos buscar? ¿En libros? ¿Por el Bosque de la Hoja? Todo lo que sabemos de la aldea es pasado, y todo lo que queda es un cráter custodiado por gente que lleva bandanas de la Hoja y que no dudan en tirar armas a otras personas con tal de echarlas.
Tomó un poco del agua que había pedido pues había hablado mucho y de seguido, para retomarlo. Se sentía nerviosa por todo aquello, incluso más de lo que acostumbraba y todavía no se creía que estuviese hablando tanto, pero tenía que hacerlo; para evitar daños a inocentes y para dar con respuestas que respondiesen a todas aquellas preguntas.
— ¿Qué podemos hacer?
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21/02/2017, 21:18 (Última modificación: 29/07/2017, 01:56 por Amedama Daruu.)
En la barra, el camarero parecía muy ocupado limpiando una jarra de cerveza. El insistente gemido del cristal contra el trapo llenaba el silencio y lo hacía menos silencio. También estaba poniendo muy nervioso a Daruu.
Akame carraspeó y bebió un poco de té, después de haber desorbitado sus ojos hasta un puntito más del infinito. A Daruu no le extrañó en absoluto: aquella historia era un disparate.
El camarero empezó a limpiar la jarra más lentamente, como si hubiera podido leer los pensamientos de Daruu.
—Es muy interesante esto que me cuentas, Daruu-kun. Nunca había oído algo similar... Y es precisamente por eso por lo que creo que deberíamos investigar este asunto. ¿Y si fuera cierto? Un auténtico shinobi de Konoha... O de lo que sea que quede de ella. ¡Sería una historia para la posteridad!
»¿No?
¡No! —exclamó Daruu, sorprendido, casi indignado por el interés de Akame—. Te he dicho que intentó matarnos. Lo que tenemos que hacer es informar a las autoridades de tu aldea, ya que estamos en el País de la Espiral y es su competen...
—Espera un momento, Akame-san —Eri había estado tan en silencio que casi se había olvidado que todavía seguía allí. Por eso, cuando intervino, la dejó hablar. Él estaba poniéndose demasiado nervioso—. No podemos volver por allí, es decir, no solo nos echó... — hizo una pausa. — Sino que nos atacó, ¿crees que podremos volver e investigar? No sé, creo que podría ser mala idea...
El camarero dejó definitivamente de limpiar la jarra y la depositó en la barra con un golpe seco. Empezó a moverse lentamente, pero decididamente.
—Por otro lado, ¿dónde podríamos buscar? ¿En libros? ¿Por el Bosque de la Hoja? Todo lo que sabemos de la aldea es pasado, y todo lo que queda es un cráter custodiado por gente que lleva bandanas de la Hoja y que no dudan en tirar armas a otras personas con tal de echarlas.
»¿Qué podemos hacer?
El camarero cerró la puerta de golpe y ató la cadena al marco. Echó la llave y se dio la vuelta. Daruu dio un respingo, y se giró de golpe para mirarle. Tan de golpe que la silla se balanceó y cayó al suelo. Se dio un buen golpe en la cabeza. Ahora gimoteaba, acariciándose el lugar del impacto.
—Podéis volver a vuestra aldea, los tres. Cada uno a la suya. Sois unos niños, no tenéis ni idea de lo que habláis. —El camarero estalló en una nube de humo, y reveló un hombre alto, rubio, corpulento, con los ojos de color miel. Vestía un uniforme de ninja, y la bandana de Uzushio en la frente—. Si seguís así, vais a reventarme la tapadera.
El Uchiha escuchó las réplicas de sus compañeros con admirable estoicismo. Eran la voz de la razón, ni siquiera un loco podría negar eso. ¿Acercarse por terrenos desconocidos mientras criminales de, presumiblemente, habilidad manejando chakra intentaban emboscarles? Parecía poco menos que meterse en la boca del lobo. Pero Akame ya estaba fuera de sí; aquella historieta había dado en su punto débil, y ahora sólo podía pensar en cómo habría sido vivir en la antigua y gloriosa Konohagakure, la Aldea Oculta de la Hoja. Hogar del Clan Uchiha.
Perdido en sus pensamientos, se dedicó a asentir con mirada ausente y una sonrisa bobalicona a lo que decían Eri y Daruu hasta que un golpetazo le devolvió a la realidad.
Sus ojos buscaron, ávidos, el origen de aquel estruendo; y lo encontraron en el severo gesto del mesero. El tipo había cerrado la puerta de la taberna con llave y cadena. «Esto no tiene buena pinta...». Casi de forma instintiva sus ojos se tiñeron de sangre y dos aspas negras aparecieron alrededor de cada pupila. Con aquella mirada que todo lo revelaba, Akame examinó al tabernero de arriba abajo...
... hasta que éste se transformó en un ninja de su propia Aldea.
—Di... Disculpe, shinobi-kun —balbuceó el Uchiha, poniéndose en pie—. Uchiha Akame, a su servicio.
Sin embargo, después de su pequeño discurso la otra persona que estaba en aquel lugar a parte de los tres shinobi cerró la puerta de la taberna de golpe y echó el cerrojo. Eri abrió los ojos con fuerza y se asustó tanto que necesitó llevarse una mano al pecho como si eso hiciese calmar a su alarmado corazón.
Sus ojos volaron hacia el culpable de aquello, y antes de ver al hombre que le había servido su vaso de agua, terminó por ver a otro completamente diferente, alto, rubio, con los ojos color miel y lo más característico: el símbolo de su villa en la frente.
— D-discúlpenos, señor... — Murmuró una disculpa tal y como acababa de formular Akame, para acto seguido ponerse de pie e inclinar su tronco hacia delante. — Yo soy Furukawa Eri. — Se presentó. — De verdad que lo sentimos mucho.
¿Deberían contarle lo que sabían? Después de lo que acababa de decir, parece que conocía algo de la historia, además seguramente les hubiese escuchado... Pero, ¿qué hacer? ¿Irse? Sería la mejor opción. Ya iban dos veces que les echaban de los sitios que visitaba.
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25/02/2017, 17:30 (Última modificación: 29/07/2017, 01:56 por Amedama Daruu.)
«¡Otro ninja de Uzushio! ¡Esto es exactamente lo que estábamos buscando! Aunque me da la sensación de que sabe más de esto que nosotros.»
—Di... Disculpe, shinobi-kun. Uchiha Akame, a su servicio. —Akame no había mostrado más que buenos modales hasta entonces, e hizo lo propio con su superior levantándose y presentándose. Daruu, avergonzado, lo imitó y se levantó, haciendo una pequeña reverencia.
—Me llamo Amedama Daruu.
Eri también se había levantado, y presentado sus respetos.
—D-discúlpenos, señor... —dijo—. Yo soy Furukawa Eri. De verdad que lo sentimos mucho.
El extraño shinobi de Uzushiogakure suspiró y se llevó una mano a la cabeza.
—Mirad, esa gente podría ser peligrosa —dijo—. Prometo contaros lo que sé, pero a cambio me tendréis que prometer que volveréis a casa. Los tres. ¿De acuerdo?
Clavó una corta mirada en Eri y en Daruu, para luego sostenérsela a Akame un poco más. Por lo que había observado en él, era el que más probabilidades tenía de desobedecerle. Sobretodo, después del espectáculo que había protagonizado con aquél paleto del pueblo.
Akame no necesitó mucho más para aceptar. De hecho, incluso hubiera accedido a marcharse de allí con las manos vacías —que no a olvidarse del asunto—. La perspectiva de llevarse además jugosa información sobre aquella historia tan misteriosa era un caramelito que no iba a dejar pasar. Se cuadró haciendo gala de su mejor pose marcial, y asintió con una reverencia leve.
—Desde luego, shinobi-kun —desactivó su Sharingan y sus ojos volvieron al azabache habitual—. Nunca me arriesgaría a poner en compromiso una misión de la Aldea.
Hablaba con sinceridad, y sin embargo, por dentro deseaba que la información que aquel hombre iba a compartir con ellos fuese suficiente para aplacar su curiosidad —en lugar de incentivarla más—. No quería desobedecer a un superior...
27/02/2017, 15:26 (Última modificación: 27/02/2017, 15:43 por Uzumaki Eri.)
Cuando el shinobi de su propia villa posó su penetrante mirada sobre la joven, ésta solo se dedicó a asentir con delicadeza, como cuando en la academia le preguntaban si había entendido la clase y ella asentía de forma mecánica, sin embargo; estaba demasiado absorta en sus pensamientos como para procesar la información de forma rápida después de todo lo que acababa de ocurrir. Sin embargo, sabía que tenía que obedecer a su superior, y él emanaba superioridad por todos sus poros.
Así que se iría hacia su villa, y a cambio él saciaría su curiosidad sobre la desconocida Konohagakure. Con ese pensamiento en mente y aun asintiendo, escuchó la voz de Akame y decidió asentir con más convicción. Lo que menos quería es entorpecer a Uzushiogakure con sus misiones, que en parte, le afectaban a ella.
— Haremos lo que diga, señor.
Se agarró las manos, inquieta, nerviosa, impaciente por conocer lo que el shinobi desconocido conocía sobre lo que ellos habían presenciado no más de una o un par de horas atrás.
Así que calló y esperó a que hablase para luego guardárselo, salir por la puerta de aquella taberna y dirigirse a su villa conociendo un secreto que no podría revelar a nadie.
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28/02/2017, 23:47 (Última modificación: 29/07/2017, 01:57 por Amedama Daruu.)
El hombre asintió y les señaló las sillas que antes habían ocupado.
—Podéis sentaros, tranquilos —dijo, y él mismo cogió una silla cercana, la depositó tras de sí y tomó asiento.
Daruu volvió a sentarse lentamente, cruzándose de brazos, preguntándose qué hacía allí y deseando estar muchos kilómetros al oeste.
—Hace poco acepté una misión de rango B —explicó—. No habéis sido los únicos que habéis sido atacados por ninjas de Konoha en las inmediaciones del cráter.
»Llevo un tiempo Ushi, recopilando información e inspeccionando los alrededores del cráter de tanto en tanto. Por lo que he descubierto, parece que se trata de una panda de locos de una secta que adora al cráter, descendientes de descendientes de gente de Konoha, o eso repiten ellos en sus mantras. Saben lo suficiente de Genjutsu como para atemorizar a los que se descubren por ahí. Actualmente estoy tratando de encontrar su guarida. No conocemos sus habilidades en combate, por eso digo que podría ser peligroso inmiscuirse.
Se rascó detrás de la cabeza.
—Ya me meto en un buen lío contándoos esto. Se supone que no debía saberlo nadie más, nadie excepto la administración de la aldea, claro. Cuando termine de recopilar información sobre la secta, la llevaré a Uzushio y ellos ya verán qué hacen. Por lo pronto sólo se reúnen en diferentes puntos del bosque a hacer sus cosas. Si nadie les molesta, ellos tampoco molestan. De modo que no es un asunto urgente y debemos tener cuidado.
»Un shinobi de Ame no debería conocer esta información... Amedama Daruu.
De pronto, Daruu se sintió amenazado, aunque el extraño no había elevado el tono en ningún momento.
—Esto... Ya. Pero el caso es que lo sé, porque estoy aquí y me han atacado a mí también. Yo... Yo he venido a hacer lo correcto, shinobi-san —se excusó, al tiempo que se levantaba lentamente de la silla...
—Lo correcto sería que no hubieras estado aquí, tan lejos de tu aldea
—Esto... pero si yo fui quien dijo lo de decírselo a un chunin...
Diligente, Akame volvió a su asiento mas sin terminar de encontrarse tan cómodo como lo había hecho momentos atrás.
El joven Uchiha escuchó, boquiabierto, lo que le estaba relatando aquel superior de su Aldea. El shinobi —que ni siquiera les había revelado su nombre— aseguró encontrarse allí como parte de una misión de rango B. La sola mención de aquella letra ya hizo que a Akame se le erizase el vello de la nuca. «Rango B... Eso sí que es una misión de verdad. ¿Algún día realizaré una?»; luego se obligó a apartar aquellos pensamientos de su cabeza. Debía concentrarse en el relato del ninja rubio.
Conforme el susodicho hablaba, las historias que Akame se iba montando en su imaginación cobraban más y más sentido. "Descendientes de Konoha" era todo con lo que él se había quedado. Perfectamente aquellas personas podían ser miembros del Clan Uchiha atesorando los conocimientos perdidos de su linaje. «¿Y si hubieran encontrado algo bajo el cráter? Unas ruinas, un templete... ¡O aún mejor, toda una base subterránea operativa! De hecho... ¿Y si la Aldea no hubiese sido destruida, como todos creemos, si no que siguiera actuando en la sombra? Eso sí que sería un descubrimiento, ¡vaya! Estoy impaciente por averiguar qué más tiene que contarnos shinobi-k...»
Los pensamientos se le helaron en la sesera. Si su imaginación no estaba jugándole una mala pasada, aquel shinobi de su propia Aldea acababa de amenazar al tal Daruu. Akame sintió un escalofrío incómodo. ¿Por qué? Amedama era un ninja de Ame; gente en la que no se podía confiar. ¿O sí? Tal y como decía, él había sido el primero en querer informar del asunto. De buena fe. ¿Eso no contaba para nada?
Akame notó que las manos le empezaban a sudar. Trató de serenarse y, con el tono más servicial que fue capaz de emplear, habló.
—Disculpe, shinobi-kun, pero si puedo hacer algo para ayudar —alzó la vista y clavó sus ojos negros en su superior— estoy a su servicio.
Cuando el shinobi les señaló que podían volver a sentarse ella no dudó ni un instante en ocupar de nuevo su sitio cruzándose de piernas para evitar así su constante movimiento producto de los nervios.
A medida que el hombre hablaba, la joven iba pasando de curiosidad, a un rostro de asombro pues ellos no habían sido los únicos atacados por gente que se hacía pasar por gente de Konohagakure, pero aún había más; claro, y es que su misión era una de rango B.
Cuando vio que su boca se resecaba y sus ojos demandaban un parpadeo constante, cambió de pierna y tragó saliva mientras terminaba de escuchar la primera parte del relato. Por eso había dicho que era peligroso, porque todavía necesitaba reunir más información al respecto.
No quiso intervenir mientras hablaba sobre el asunto de que nadie más a excepción de los encargados de la administración de su villa sabían sobre el tema, así que apretó los dientes y juntó sus dedos, decidida a no soltar prenda sobre el asunto que traía entre manos su villa hasta que éstos lograsen recopilar la información que todavía se les escapaba de las manos.
Dejó caer su pierna pues estaba al borde del adormecimiento cuando el desconocido alegó que un shinobi de otra villa no debería conocer tal información y éste se excusó, y ella se sintió culpable por tales acciones del desconfiado shinobi, pues fue el primero en querer informar a sus superiores de aquel asunto, ¿era de verdad un problema que Daruu supiese sobre aquello? Incluso, ¿no era de vital importancia que las otras villas supiesen sobre gente que quería alzar de nuevo Konohagakure?
— Es cierto, Shinobi-san, él tuvo la idea de decírselo a un chunin... — Ayudó al chico. — Como no encontramos a nadie por aquí... Pensamos que mejor era contárselo a otro compañero de villa y bueno...— Tomó aire — Podríamos haber informado a Uzukage-sama una vez volviésemos a la villa... — Se sinceró pues era un poco eestúpido ocultar información. — Pero ahora que usted lo sabe, haré lo que me diga, ¡estoy a su total disposición!
Prácticamente saltó de la silla en la que se encontraba para dar fuerza a sus palabras, pero su corta estatura no ayudó tanto.
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3/03/2017, 00:54 (Última modificación: 3/03/2017, 00:56 por Amedama Daruu.)
A Daruu el corazón no parecía poder latirle más rápido. Sentía el bamboleo del músculo más importante de su cuerpo casi levantando las costillas intentando escapar. De pronto, tenía un nudo en la garganta, y empezó a agarrarse con fuerza al asiento con los dados, casi arañando la madera.
Escuchó a Akame casi sin escucharlo, pero... ¿"si puedo hacer algo para ayudar"? Eso no le sonaba bien. Había algo en todo aquello que estaba empezando a ponerle los pelos de punta. Tragó saliva.
—Es cierto, shinobi-san, él tuvo la idea de decírselo a un chunin... Como no encontramos a nadie por aquí... Pensamos que mejor era contárselo a otro compañero de villa y bueno... Podríamos haber informado a Uzukage-sama una vez volviésemos a la vida... Pero ahora que usted lo sabe, haré lo que me diga, ¡estoy a su total disposición!
—Estupendo, me alegra ver que los dos estáis dispuestos a seguir mis instrucciones, porque lo que os voy a decir ahora es muy importante. Chicos, el mundo ninja no está hecho de color de rosa, ¿sabéis? —dijo el chunin. Clavó una mirada llena de satisfacción en el lechoso de los ojos de Daruu, y sonrió de una forma un tanto macabra. Daruu introdujo una mano discretamente en su portaobjetos y miró a la derecha, en busca de la ventana más cercana—. Así que ahora me vais a ayudar a atar a este Ame...
La bomba de humo restalló contra el suelo. Daruu tomó aire y aguantó la respiración. El humo liberado por la esfera cubrió toda la estancia, cerrada como estaba. Se oyó el arrastrar de una silla, y luego el ruido de una ventana al romperse.
Al chunin la estratagema le había pillado por sorpresa. Ahora tosía, inhalando inevitablemente el humo de la bomba.
—¡Cof, cof! ¡Por la ventana! ¡Rápido, cogedle! —gritó.
Akame tragó saliva cuando su superior empezó a hablar. La situación se estaba desenvolviendo tal y como él pensaba; un ninja de Amegakure no podía tener acceso a la información que aquel shinobi rubio acababa de revelarles. «¿Y por qué demonios nos lo ha contado con él delante? Maldición, esto se va a poner difícil...». El Uchiha no creía que aquel chuunin estuviese dispuesto a simplemente hacer desaparecer a un gennin de otra Aldea, arriesgándose con ello a volar por los aires todos los tratados diplomáticos internacionales que tantos años les habían costado a los Kages de las Tres Grandes Villas.
No dio tiempo. Quizá el chuunin les hubiese ordenado que mataran al tal Daruu. O, tal vez, simplemente que le inmovilizasen mientras él se ocupaba de arreglar la situación sin causar un conflicto diplomático. De repente, una bomba de humo hizo explosión y la taberna se llenó, por momentos, de su contenido; una espesa cortina negruzca que les nubló la visión a todos e hizo toser varias veces al Uchiha.
—¡Cof, ccof! ¡Por la ventana! ¡Rápido, cogedle!
Akame no se lo pensó dos veces. Con sus ojos rojos por el Sharingan, echó a correr hacia donde recordaba que momentos antes había estado la ventana del local. En su carrera trataba de tantear el terreno con ambos brazos, palpando posibles obstáculos para no chocarse con algún mueble.
Una vez junto a la ventana, echaría un rápido vistazo para asegurarse de que Daruu no pretendía emboscarle fuera y luego la saltaría con cuanta agilidad fuera posible. Tenía que localizar a aquel amejin antes de que escapase.
—Estupendo, me alegra ver que los dos estáis dispuestos a seguir mis instrucciones, porque lo que os voy a decir ahora es muy importante. Chicos, el mundo ninja no está hecho de color de rosa, ¿sabéis?
La kunoichi sintió algo raro en el pecho al escuchar aquello, sin embargo esperaba por todas sus fuerzas que ahora solo tuviesen que irse cada uno a su villa y esperar que todo saliese bien.
—Así que ahora me vais a ayudar a atar a este Ame...
«¿Qué? ¡No, no, no, no!»
Pero antes de protestar o manifestar su claro desacuerdo ante ello, o al menos oponerse un poco ya que era un superior, Daruu actuó y liberó una bomba de humo tan rápido que no lo vio venir, comenzando a toser de forma exagerada pues había ingerido parte del humo que se había formado.
—¡Cof, cof! ¡Por la ventana! ¡Rápido, cogedle!
La chica quiso moverse y seguir al de Ame, no para cogerle, claro, o al menos... Bueno, ya pensaría en algo. Notó como una figura echaba a correr donde se suponía que estaba la ventana y le siguió más despacio de lo que hubiera querido.
Un par de segundos después, salió por la ventana y logró liberarse del humo que la ataba, liberando sus pulmones; ahora lo que contaba era encontrar a Daruu, pero la verdad es que la pequeña deseaba que el chico de la Lluvia ya estuviese lejos de allí, a salvo.
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El chunin saltó por el hueco de la ventana y aterrizó con una voltereta, todavía tosiendo. Miró hacia un lado, luego al otro. Chasqueó la lengua y echó a correr hacia el bosque.
—¡Maldita sea! ¿Cómo es posible que un genin sepa ocultar tan bien su rastro? ¡Vamos, seguro que encontramos una rama rota, o algo así!
Tras dar la orden, el soldado subió al primer árbol, y deprisa pero con todo el cuidado que pudo, empezó a registrar los alrededores. Bajando abajo de vez en cuando para mirar de cerca algo que le había llamado la atención.
En una de esas ocasiones, llamó la atención de sus subordinados todo lo silenciosamente que pudo, y señaló en dirección norte.
—Escuchad —susurró—. He visto el arbusto detrás de Akame-kun moverse. Estoy señalando en esa dirección para que no se lo vea venir. Pero a la de tres, lanzamos shuriken contra él, para que no pueda escapar, ¿de acuerdo? Una, dos, y...
Daruu tragó saliva mientras observaba desde su escondite, con su Byakugan, con todo el cuerpo en tensión y el corazón todavía en llamas.
Entre sorprendido y aliviado —no quería verse en vuelto en las posibles implicaciones diplomáticas que intuía en todo aquel follón—, Akame comprobó que no había rastro del chico de Ame. ¿O sí? Con eficiencia militar, su superior salió al exterior y de igual manera empezó a buscar al muchacho. «Estoy de acuerdo, esto ha sido... Impresionante, como poco», admitió para sí el Uchiha. Escapar de aquella forma tan eficaz era algo que iba mucho más allá de las capacidades que se le suponían a un gennin. ¿O no? Quizá él mismo tendría que entrenar más duro cuando regresara a Uzu.
Sea como fuere, el Uchiha siguió, Sharingan activado, a su mando. Se dispersó para cubrir una porción de terreno más amplia, tratando de afinar el oído y la vista, hasta que aquel chuunin llamó su atención.
«Así que ahí estás...»
Akame esperó la señal acordada, agachándose un momento como el que examina algo entre la hierba para disimular, pero con una mano presta en el portaobjetos. A la que el chuunin vociferó "tres", el Uchiha se dio media vuelta con rapidez, irguiéndose y buscando con la mirada el arbusto al que se refería su mando. Con un movimiento ágil, disparó uno de sus shuriken.