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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1


Nunca antes había Ranko hecho una parada en el País de la Tierra, así que eligió un reto: conquistar la bulliciosa ciudad de Notsuba. Y por conquistar se refería a sobrevivir sin un ataque de pánico. Y por la bulliciosa ciudad se refería a el área que rodea a Notsuba, pues en el último momento decidió comenzar ligero

En los niveles antes de llegar a la ciudad en sí se cruzan varios caminos, tanto hacia Notsuba como hacia otros destinos. Algunas personas han aprovechado para sacar alguna monedita de los viajeros, y han instalado puestos de comida y alguna otra cosa. Aunque el bullicio es mucho más reducido que dentro de la ciudad, los vendedores siguen siendo tan insistentes como en la urbe del risco. Además, la vista no era tan impresionante desde abajo, pero los árboles daban un cobijo más fresco que la madera curada y el concreto de Notsuba.

A pesar de que meses atrás podía pasar prácticamente desapercibida, ahora alguno que otro curioso en el camino volteaba a verla. Principalmente era su altura la que llamaba la atención de los transeúntes. Ranko se preguntó por qué. Era como si su carisma hubiese aumentado en ciento cincuenta por ciento, tal vez gracias al entrenamiento y a la convicción que había ganado de sus amigos. Aunque se sentía más cómoda cuando era ignorada casi por completo, aceptaba la atención, de cierta manera, pues era uno de los obstáculos a superar en su camino de volverse una kunoichi legendaria. La Princesa Conejo.

Los pasos de la chica eran un temerosos de arribar a la ciudad, quedos contra la tierra pero no se detenían. Sin embargo, lo que la detuvo, como en otras ocasiones, fue su estómago.

Dio con una fila de locales para comer, separada de una amplia terraza de tierra con bancas de concreto por el camino de piedra. Los venteros se acercaban a los transeúntes para atraerlo a sus puestos, aunque dejaban en paz a aquellos que estaban en la terraza.

Ranko se detuvo, con un dedo en el mentón, leyendo los letreros de un par de locales. La Kusajin vestía sus típicos pantalones negros de artes marciales, y portaba una blusa rosa con figuras ornamentales de flor de loto, de estilo típico, con mangas muy cortas y con unos botones de madera sobre la clavícula derecha. No llevaba obi puesto, así que su equipo ninja estaba ligeramente cubierto por su blusa, excepto su wakizashi, por su puesto. Su gran mochila con broches de la familia Sagisō la acompañaba a su espalda, como en todo viaje.

Mmm… ¿Qué se me antoja? —susurró. O al menos intentó susurrar, pues uno de los venteros la escuchó.

¡Oiga, amiga! ¡Yo sé qué se le antoja! ¡Unos buenos bollos al vapor! ¡Cualquier relleno que usted imagine, nosotros lo tenemos! ¡Pase!

Oh… Ahm… s-suena b-

Pero cielo, tú te ves más como una niña sedienta —una señora bajita y un tanto rechonchita salió del local de al lado —. ¡Se ve que has viajado mucho! ¿Por qué no vienes acá por una refrescante bebida fría? ¡Tenemos desde tés hasta jugos helados!

Eh… Bueno, t-tal…

No, no, no, ¿Cómo crees? Necesita energía para recuperarse. ¡Con un bollo relleno estará al cien en un santiamén! —El hombre habló entonces con los dientes apretados mientras fulminaba a la mujer con la mirada.

Ehm… Y-

¡Oh, tonterías! ¡Con una malteada con fruta le bastará para recargar baterías! —Aunque sus palabras no eran groseras, parecía que quería matar a su vecino vendedor.

La batalla espiritual de ambos locatarios hizo mella en la resolución de Ranko, quien quedó paralizada entre ellos. ¿Cómo decidir entre dos personas desconocidas que intentaban convencerla de cosas opuestas? La presión (pues ella la consideraba presión) no la dejaba siquiera pensar bien.
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#2
¿Tenés idea en dónde puedo encontrar a un tal... Asuko Yamato?-- claro que no, otra respuesta que sería negativa.

Su título de shinobi no iba a ser solo aprovechado en su familia por el dinero, porque esto de vivir fuera de casa sin cumplir con sus responsabilidades domésticas no podía seguir siendo así. El mensajero, o el "boludo lleva y trae" como se apodo a sí mismo el Yamanaka. Esa era su función a partir de ahora para la familia, como si entrenar y cumplir sus funciones como shinobi se le hiciese poco, y no perdía oportunidad para quejarse de eso.

¿Conoces a un tal... Asuko Yamato?— cambio el dónde con el siquiera conocer tras unas cuantas personas que le dijeron que no.

Si, claro, obvio que no lo conoces, no te conoce nadie Asuko Yamato, sos injunable boludo. Quién me manda a mi a meterme en esta poronga, caminando trescientos mil kilómetros para una cartita de amor al pedo. Me cago en Yamato y en todos sus familiares por no tener un cartel grande avisando donde vive, hijo de puta, y la próxima vez que mi primita me venga la voy a tener que mandar la mierda porque este chabón de mierda no existe...— Karamaru se detuvo, se quedó mirando el suelo unos segundos— No, pobrecita, si la negra es más buena... pero este puto de mierda no aparece por ningún lado. Disculpa negro, escuchame una cosa, ¿tenés idea de un tal Asuko Yamato?— y al unísono ambos dijeron no. Claro que no.

Pero si quiere le puedo ofrecer...

Con todo el respeto que se merece y que le voy a intentar dar siendo realmente breve usted gran honorable y amable señor, métase la oferta en el orto. "Vive cerca de Notsuba", de haber sabido que esto era tan grande preguntaba un poco... bueno, seguro que ni siquiera sabe, el boludo este se la debió de haber cepillado una vez y ahora la otra re ilusionada. Si lo agarro es boleta el negro ese.

Hablaba solo y gesticulaba exageradamente mientras caminaba por los alrededores de Notsuba, entre infinitos puestos en donde todos te querían vender algo. Y como tenía que cumplir con su favor le preguntaba a cada una de las personas que se cruzaba si conocían a un tal bendito Asuko Yamato.
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#3
”Concéntrate.”

¡Pobre! ¡Ya la confundiste con tu incesante balbuceo sobre los bollos!

”Concéntrate. Diles que puedes comer uno y beber del otro al mismo tiempo. ¡Todos ganan! Dilo. Sólo tienes que abrir la boca.”

¿Yo? ¡Si alguien la confundió fuiste tú, vieja fofa!

”¡O puedes irte de aquí! Si te vas dejarán de pelear y… Ay, no, ¿y si pelean en serio porque yo me vaya? ¡En qué molestia me habría convertido! ¡De seguro pondrían mi rostro en carteles! ‘Se busca, por ilusionar venteros, no comprarles nada y dejarlos hablando solos’. ¡Qué horrible destino! No, entonces tienes que comprarles algo. Vamos, dilo. ‘Me da un bollo y un té’.”

Pero la insistencia de ambos, así como el creciente volumen de su discusión, no dejaba actuar a la chica.

¿Vieja? ¿¿Fofa?? ¡Si no hubiera una señorita presente, te aplastaría esa cabeza de bollo que tienes con un manotazo!

¿¿Cabeza de bollo?? ¡Pues gracias a ti la señorita no sabe ni qué tomar! ¡Apuesto a que venía con antojo de algo para comer, pero noooo! ¡Doña aguas de sabores tenía que meterse de nuevo!

Ambos estaban al borde de lanzarse sobre el otro, justo cuando vieron a otro transeúnte pasar cerca.

¡Pues veamos si tus bollos fofos realmente son lo que un viajero necesita! ¡Jovencito!

La mujer pasó de Ranko y se dirigió al chico de peinado curioso y el arete en una oreja. Tenía semblante molesto, pero a los venteros no les importó.

¡Te ves como que has viajado un montón! ¿No se te antoja algo de beber para refrescarte? Porque, claro, ¡Si fuese algo seco, seguro te atoraría en tu garganta!

¡Pero si fuese un delicioso bollo relleno —comenzó el hombre, dirigiéndose también al chico mientras cruzaba los brazos y se plantaba al lado de Ranko —estarías llenísimo de energía para continuar tu viaje! No, ¡Para hacerlo dos veces más!

Y-yo… M-me da… —Pero la voz de la chica se hizo tan queda que se perdió entre los gritos de los venteros. Se encogió mentalmente, como si fuese un gazapo intentando no ser visto por dos halcones hambrientos. Apenas y pudo alzar la vista al chico, pues presentía que él creería que Ranko misma era parte de la discusión.

"No debí de tener hambre…"
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#4
La caminata del Yamanaka se vio interrumpida, otra vez más, por raros vendedores completamente molestos y que seguramente, al igual que el resto, no tenían ni idea de dónde encontrar o siquiera quien era ese tal Asuko Yamato. Karamaru los escucho pacientemente, mirando a ambos mientras hablaban mostrando un gesto de tal vez estar interesado en lo que ofrecían. Miró a la anciana, miró al señor, se tomó su tiempo para contestar.

Cuchenme una cosa, no me están ofreciendo un mate, no me están ofreciendo un chegusan de milanga, no quiero tu agüita no quiero tu bolo no sé cuanto, pero tal vez les compre si me ayudan con una cosa y así les puedo ofrecer mi gran paladar para definir su aparente competencia. Escuchen bien, piensen en esto, ¿conocen por esas casualidades de la vida a un tal Asuko Yamato? Asuko Yamato…— se repitió siendo más claro acentuando las palabras.

Piensen bien, ¿eh?, que es importante. Y si alguno sabe les compró lo que sea la mierda que quieran comprarme.

Esperando la respuesta el amejin vio de reojo a la mujer que estaba antes conversando con los dos locos que se le habían acercado, seguramente aguardaba su momento para encararlo sola y ofrecerle hojitas del suelo, porque en ese lugar no faltaban cosas que te quieran vender. Karamaru, inteligente matando tres pájaros de un tiro, movió primero.

¡EH! ¡VOS! ¡CUCHAME UNA COSA MUJER! ¡SI, VOS!— gritaba fuerte mientras la señalaba— ¿¡TENÉS IDEA DE DÓNDE MIERDA ESTA EL BOLUDO ESTE DE ASUKO YAMATO!? SI SABES TE COMPRO CUALQUIER PORONGA QUE ESTES VENDIENDO.

Poca atención le había dado al hitai-ate que llevaba en el cuello la señorita.
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#5
Tanto los vendedores como la kunoichi se quedaron sin habla por un momento. Aunque la mayoría del discurso del joven era entendible, la jerga que usaba era desconocida para los presentes. Dos cosas quedaron claras: el joven buscaba a un tal Asuko Yamato, y al parecer estaba muy molesto.

Aaaahm…. Sí. Claro. Ehm… me parece que viveee… —El hombre se rascó la quijada, no se sabía si estaba recordando o inventando. Luego señaló al camino, rumbo a Notsuba —. Por allá. Creo que está… está después de la segunda intersección a partir de aquí. Síp. ¡Ahora venga, joven, que los bollos más deliciosos le esperan!

¡No le hagas caso! ¡Claramente no sabe dónde vive! Yo soy una vendedora honesta, no una vil mentirosa —En ese momento fulminó con la mirada al hombre —. ¡Sólo le diré que uno piensa mejor con un té relajante en la panza!

La confusión sobre el vocabulario del joven parecía haber quedado atrás, y Ranko estaba a punto de hablar y, al fin, pedir una cosa a cada quien. Sin embargo, el chico le gritó, apuntándole con el dedo. Ranko dio un paso atrás, encogiéndose, como si la culparan de todo el mal del mundo. Contrajo los brazos contra el torso y parpadeó varias veces. Lo curioso es que, de haber sido una amenaza directa o un ataque, la chica habría reaccionado con la cabeza fría y habría podido contraatacar. Pero como era un regaño por parte de un desconocido, la mente se le puso en blanco.

Ah… Aah… Y-yo… Y-y-yo…

"¿Por qué me grita? ¿Qué es un boludo? ¿Qué es una poronga? ¡Con ese tono no está siendo muy educado que digamos! ¡Para nada! ¡Y debes de decírselo! ¡Díselo, Ranko!"

Y-yo no… Yo n-no… N-no s-soy… —Pero su voz disminuyó hasta desvanecerse. Su mirada cayó hasta la senda, como si viese despedirse a su valor.

Los vendedores claro que sabían que la chica de la trenza no vendía nada, pero estaban más interesados en vender sus productos que en defender a la chica.
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#6
Dos hablaron, una calló. Karamaru suspiró ante el silencio que se hizo luego aún dudando de si la información que le había dado el señor se podía tener en cuenta. Ya que había caminado tanto podía caminar un poco más para comprobarlo, pero bastante enojado estaba ya con no poder encontrar la carta como para seguir indicaciones falsas.

A ver, vamos por partes, uno por uno. Que parecen tres salames que les cuesta razonar.— no lo decía como ofensa, las palabras sonaban con un ligero tono a broma aunque su rostro reflejaba seriedad. Bastante confunso lo hacía el amejin.

Primero, señor, si yo llegó a ir a ese lugar y no está Yamato, yo vuelvo y le lleno la cara a bollos. Y no de esos bollos que usted vende precisamente, y eso que no soy una persona violenta. Así que confirmame bien lo que me decís, pensá bien.

Segundo, señora, la que necesita pensar es usted, no yo. Si quiere tomarse un tecito antes de decirme yo la espero, pero no me haga esperar al pedo por favor.


Karamaru se quedó mirando a ambos esperando respuestas apurándolos con la mirada para que encuentren una respuesta final para que él pueda seguir con su camino. Pero claro, en la espera se acordó de algo, la muchacha. Al no tenerla enfrente suyo con esos dos personajes medio que se le paso de largo en la mente cuestionar de nuevo a la titubeante. Sin darle importancia a lo que tuviesen para decir los vendedores empezó a caminar a paso rápido hacia la mujer, parando en seco una vez estuviese cerca, manteniendo su mirada clavada en la de ella.

¿Y vos? ¿Tenés o no idea? Sos la primer mina que me cruzo que no me hincha los huevos con boludeces, eso esta piola, pero necesito saber dónde está Yamato. ¿Lo conoces? ¿Conoces a alguien que lo conozca? ¿Sabes donde lo puedo encontrar? Decime que si por favor que no quiero saber más nada con esto.
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#7
La mujer aspiró, con aire ofendido. El hombre parpadeó varias veces. Ambos entendieron lo que el chico quería decir, de cierta manera, y ambos lo tomaron a mal. Los pobres solamente querían forzar una compra, y fueron al parecer insultados por aquellas palabras raras, así como por la actitud del moreno.

Qué insolente. ¡Sólo dije que me parece! Sólo intenté ayudar ¡Y me amenazas! ¡Qué mala educación el ponerte tan agresivo sin razón, muchacho! —El hombre, que fácilmente doblaba en edad al Amejin, le dedicó una mirada de mala gana y se regresó a su local.

¡Por primera vez estoy de acuerdo! —La mujer bufó, con las manos en la ancha cintura —. ¡Uno no debe de tratar con ese tono a quien sólo quiere refrescarle el camino! ¡Jum! Vamos, niña, a por tu té. —le dijo a Ranko, mientras regresaba a su respectivo local. Se escuchó un “¿qué?” desde el local del hombre.

La Kusajin, sin embargo, no se movió. Se quedó en el mismo lugar, viendo primero al chico y luego a los locales, y luego al chico otra vez. No entendía muchas palabras, y su acento era un tanto extraño. Una idea surcó su cabeza. Una idea peliazul con un rayo amarillo y blanco.

”¡Oh, sí! ¡Tal vez es el idioma extraño que Rōga-san habla! Veamos… Sólo tengo que recordar algunas palabras, ¿no? Aunque no recuerdo bien cómo dijo él…”

A-ahm… yo… eh… wa… watto za hekku —Hizo una reverencia, muy nerviosa, hacia el chico. Ojalá King Rōga le hubiese dicho qué significaban. O al menos hubiese sabido cómo pronunciarlas correctamente —. Da… Daaringu.

Se irguió de nuevo, con el rostro totalmente rojo. Algo en su nuca le decía que estaba metiendo la pata. Intentó arreglarlo, aunque sus brazos dejaron de responder, y ahora temblaban a sus costados.

L-l-lo siento… Y-yo pens… pensé que… No. Y-yo… No lo conozco. N-no vendo. No vendo nada —Aunque la primera vez el tipo le había señalado y gritado, ahora se notaba más hastiado consigo mismo que enojado con Ranko, así que le entró a la chica un pequeño aire de empatía. ¿Qué no conozco a otra persona que también está buscando a alguien? ¿Qué no le ayudaría yo a encontrarla? ¿Por qué no…?”. ¡P-pero si puede quiero…! D-digo, si quiere, puedo a… puedo ayudarle a buscar.

Le dedicó una reverencia más, esta vez no tan exagerada como antes, una más honesta que buscaba entablar una alianza temporal. Faltaba que no fuese un gesto molesto para el joven.
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#8
Karamaru no le dio importancia a las voces de los vendedores que sonaban de fondo. Él había visto algo raro en la muchacha que le parecía extraño y no le sacaba los ojos de encima. Sobre todo cuando empezó a escupir palabras que no tenían sentido alguno.

¿Pero que mierda me estás diciendo, boluda? Tá todo bien con la reverencia pero no te entiendo una verga.

Cuando la cabeza de la mujer subió el amejin se dio cuenta que era lo que le sonaba raro. Una placa de metal con el símbolo de Kusa en su cuello, eso solo podía significar una cosa. Karamaru se calló ahora que la kusajin empezaba a tartamudear algo ligeramente entendible pensando en que tipo de quilombo se podía haber metido si ella se enojaba. Si empezaban a pelear tal vez que Yui se enteraba y le sacaba el trabajo, y perdería el dinero que necesitaba. No podía llegar a ese punto, por más que no pareciera un gran peligro la kusajin.

Uuuh, si lo que quieras, lo que te pinte, no sabía que eras kunoichi, perdona. No te me pongas la gorra, no bardees, dejemos todo tranqui que si metemos bardo y se entera la doña... bueno nada, mejor no meter a la doña Arashikage.— hizo una pausa pensando en qué hacer. Devolvió rápida y torpemente el saludo y se rascó la nuca. Mejor era seguir hablando para no meterse en el tema de que era kusajin.

¿Todo bien? ¿Todo piola? Te cuento maomeno cómo va la cosa. Porque sos la primer persona que no me quiere vender algo, porque sos kusajin, y porque estás dispuesta a ayudar.

«Y porque que tengas todo eso junto te hace levantar unas sospechas de la concha de la lora, ¿Y si la loca se la da de buenita y me está vigilando? Altos putos serían los de Kusa, salís del país y ya te están pegados al culo.»

Estoy buscando a Asuko Yamato, un amable señor que se pasó un par de noches de fiesta con mi prima, le dejo una dirección a donde mandar cartas para seguir en contacto y me tocó a mi ser el boludo que se come el viaje para traerle lo que anda a saber que esté escrito acá. Pero hace horas que estoy dando vueltas y nadie sabe un joraca. Toda ayuda, ayuda, ¿alguna idea? Tal vez conoces la zona, tenés idea de algo....
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#9
Al parecer, lo que el chico hablaba no era el mismo idioma que el del cantante Amejin, o al menos Ranko lo supuso, pues el joven seguía respondiendo con aire grosero. La Kusajin no supo si sentirse ofendida o apenada, y gesticuló sin soltar palabra por dos segundos.

Sin embargo, él se dio cuenta de que Ranko era shinobi, y, por alguna razón que la chica ni supo ni intentó explicarse, el joven se tornó algo a la defensiva. Además de darse cuenta de su oficio, él notó su bandana de Kusagakure, y luego mencionó a la Arashikage.

"Será… ¿Será un ninja de Amegakure?" el joven alzó su brazo para rascarse la nuca, y Ranko pudo ver por un instante una pulsera con la placa de la Aldea de la Lluvia "¡Oh, sí lo es! Qué curiosa bandana es ésa… ¿Será que conoce a Rōga-san o a Ayame-san? Tal vez no… bueno, ellos se conocen entre sí, así que…"

Le dijo que no hiciera bardo y si todo estaba piola. Ranko no supo qué responder, así que guardó silencio en lo que escuchaba la problemática del chico. La confusión superó a cualquier otra emoción que la Kusajin pudiese sentir. Al parecer, le habían enviado a entregar una carta a un amigo de su prima, y estaba cansado de buscarlo.

Y-yo… Lo siento, n-no soy de por a-aquí… N-no sé si Asuko-san viva por aquí… ¡Oh, t-tal vez si… simplemente está fuera de casa por el momento!

Pensó que no sería buena idea encomendar una misión de búsqueda a una shinobi que ni conocía la zona ni era una ninja rastreadora. Pero ¿Qué remedio?

M-me llamo Ranko. Sagisō Ranko de Kusagakure. —dijo con una reverencia breve, pues se acababa de dar cuenta que no se habían presentado hasta el momento.
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#10
«Que tipa genia…» pensó con sarcasmo Karamaru.

Otra reverencia caía frente a él después que la muchacha se presentara a ella misma, una persona bastante formal parecía ser. El amejin no conocía su rango, no sabía que tan bien la debía de tratar más allá del intentar ahorrarse problemas con extranjeros, y ante la duda él se dejaba soltar.

Menos mal, llegabas a ser de Uzushio y alta tranfuga salías— el shinobi comenzó a reír— Soy Karamaru, Kara para los amigos, Ka para los vagos, Yamanaka Karamaru para los que me quieren cagar a pedos. De Amegakure, shinobi hecho y derecho porque si era zurdo me cagaba la rima.— terminó señalándose la placa metálica con el símbolo de su aldea.

Encantando Ranko pero esto e- así, si estuviese fuera de casa, al menos tendría una casa, un dónde vive, un lugar donde buscarlo y eso seria lo mejor del mundo porque alguien en este lugar re croto sabría donde está esa casa. Pero por el momento, nadie siquiera lo conoce, bien podría ser un linyera de por ahí o lo conocen por otro nombre. Que sería una pelotudez re de garca mandar a alguien a buscarlo por un nombre si después lo conocen por otro, pero que se yo, ya ando sin fe.

Mis ideas ya cayeron al seguir como un boludo preguntadole a mil quinientas personas hasta que se haga de noche y me meta al buche y anda a saber que hago mañana. ¿Me seguís "Sagi" ?

Ya ese punto de la batalla contra Yamato no se iba a guardar las palabras, mejor era ser expresivo para que la gente le entienda, se necesitaban todas las armas para capturar a un hombre que aparentemente no existe en el mapa.
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#11
El chico hablaba mucho, muy rápido y muy extrañamente, y Ranko apenas y podía seguirle el ritmo. Hizo una broma acerca de afirmar que era de Kusagakure, pero Ranko se cohibió al momento y no respondió a ella.

"Tiene razón… Aun si anda fuera, necesitaríamos ubicar su domicilio…"

La chica se llevó la mano al mentón. Forzó los engranajes de su mente para idear algo, cualquier cosa que pudiese ser de utilidad.

¡Oh! ¡Qué tal una descripción! S-si su prima lo conoció, Ka… Karamaru-san —Se sintió incómoda de llamarlo por su nombre de pila, pero la manera en que él se había presentado le había dado a entender que no le gustaba que le llamaran por su apellido. Además, Karamaru había dado un salto monumental en cuando a familiaridad al cercenar el apellido de la Kusajin —, e-entonces debió de haberle dado u-una… debió de haberle d-dicho cómo era... S-su apariencia física. T-tal vez es alguien a quien la… la gente ha visto pasar, pe-pero cuyo nombre desconocen…

Mentalmente, Ranko se felicitó por su consejo. No sabía qué pensaría el chico, pues, si ya había estado caminando por largo tiempo, posiblemente ya se le hubiese ocurrido preguntar por la apariencia del tal Yamato. En el fondo, Ranko sintió que era probable que ella no fuese más que una piedrita más en el ya de por sí molesto camino del Amejin.
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#12
Karamaru escuchó con atención a la muchacha, después de tanto caminar las ideas nuevas que pudiesen cambiar la búsqueda eran la gloria para él. Pero eso sí, el ritmo lento de la kusajin lo ponía un poco ansioso, le faltaba un poco de vida y expresión realmente. Al menos daba un poco de ternura ver como se peleaba con sus propia lengua para sacar las palabras.

Sería una gran idea, pero hay un problema con eso...— una sonrisa se dibujó en su rostro— ...que a mi me mandaron con esta carta y nada más. Para que mi prima me diga como es físicamente, tendría que volver tooooodo el viaje hasta Amegakure y luego hacer toooodo el viaje hasta aquí de vuelta. Y eso como que ni en pedo te lo hago. Pero buena idea negra eh, ¿tenés más de esas en el bocho?

Mientras tanto Karamaru trataba de pensar en nuevas formas de encarar aquella situación pero no conseguía muchos resultados. Después de que se le acabaran las ideas frescas luego de unas pocas preguntas siguió con el mismo ineficiente método.

Aguanta— empezó a hablar sin darle mucha importancia a lo que podría estar diciendo Ranko—. Vos que anduviste dando vueltas por acá, ¿tenés idea de algún barcito, un bolichito, algún lugar donde la muchachada se junte a tomar algo? Porque no encontré ninguno y por lo general los negros de ahí saben una banda. La otra opción son las viejas chusma pero no encuentro a ninguna que sepa bien los quilombos de la zona.

Y si llegaban a encontrar un bar podría de paso tomar algo, que tanta caminata lo traía con los pies cansados.
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#13
Negativo. No había otra pista sobre el hombre más que su nombre y un lugar aproximado. Ranko frunció levemente los labios cuando Karamaru dijo que tendría que regresar hasta Amegakure si quisiera una descripción física de Yamato.

¿Q-qué es… u-un bocho? —El chico siguió hablando, y Ranko puso tanta atención como pudo —. Bo… ¿Bolichito? Pues… un lugar para tomar…

Estuvo a punto de voltearse y señalar el lugar de la señora, donde vendían jugos y tés, pero lo de muchachada y banda le hicieron pensar en grupos de muchachos .

"¿Se referirá a dónde van a beber los jóvenes? No sé, entonces. Yo bebería en un lugar tranquilo, con una terraza y vista al risco, con el viento reconfortándome y llevándose el bullicio de la ciudad… ¡Sí, eso debe de ser! Aunque no vi ninguno de camino…"

N-no, lo siento. A-aunque creo que lugares así… Lo… lo más probable es que estén en Notsuba, y no e-en las… en sus alrededores. No sé qué tan oscura sea su piel… ¿E-entonces Yamato-san es… moreno?

"¿No había dicho que no tenía descripción de él? ¿Por qué dice ahora que son negros?"

Decidió no responder al comentario de la chusma, pues desconocía lo que un quilombo era, y no quería hundirse más en su confusión.

S-si a Karamaru-san le pa… le parece bien, podría ayudarle a… —Se imaginó entrando en la ciudad, aplastada por un mundo de gente. La enterrarían con el epitafio "Aquí yace la Princesa Conejo, quien no tuvo el coraje de sobrevivir a la urbe". Suspiró —. A cubrir terreno y-y buscar… d-d-dentro d-de Notsuba...

Esperaba no arrepentirse de ofrecerse.
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#14
Por qué hacia tantas preguntas sin sentido, por qué por momentos hablaba de manera rara. Esas eran el tipo de preguntas que Karamaru no podía evitar hacerse mientras la kusajin hablaba. Le cuestionaba su vocabulario, se refería a él como si estuviese hablando con otra persona en vez de con él mismo, vaya a saber quién de dónde sacó que Yamato era de raza negra. Pero estaba dispuesta a ayudar a un desconocido y eso salvaba todo la rareza que la envolvía.

Ok, ok, dale, si te pinta ir para allá entonces vamos para allá. Porque viste, yo no me quería meter en la ciudad porque era un quilombo, está lleno de gente ahí adentro y como que acá era un poco más y cómodo caminar y buscar. Se vuelve re pesado ir esquivando gente y andaba rezando que el negro este anduviese por acá afuera. Pero bueno...— el amejin levantó los hombros— Si no queda otra habrá que ir para allá y ver que sale.

Karamaru comenzó a caminar asumiendo que Ranko lo seguiría, después de todo el partir hacia Notsuba fue su idea, pero por las dudas tras varios pasos miró hacia atrás para tener confirmación visual.

Che, cuchame, de paso pregunto pero mirá que no es de metido es solo de... curioso. Si no sos de la zona, ¿vos que andabas haciendo por acá?
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#15
El chico quería alejarse de la ciudad también. O, mejor dicho, no quería acercársele. Ranko se alegró de que alguien compartiera su aversión al bullicio, aunque, por la manera en que lo decía, Karamaru sentía más hastío que pena. La chica aceptó ir, sin embargo, pues consideraba que una misión valía la pena.

”¡Aunque sea una misión personal o informal! ¡Un reto más para superar! Creo…”

Entiendo. ¡P-pero así podremos buscarlo tan… Tanto en el camino y-y la cercanía como de-dentro de Notsuba! E-eso si esta en un… ahm… bolichito. O… o algo así.

La chica siguió al Amejin, quien no respondió si Yamato era de tez morena, pero lo confirmó al llamarlo negro de nuevo. Además, le preguntó qué hacía por allí si no era oriunda. Ranko se llevó el dedo a la barbilla. Ella no lo consideraba algo entrometido, para nada, así que no había razón para no decir la verdad.

Ahm… Yo… —Lo contempló por un instante —. Creo que busco… B-busco retarme. De una u otra forma. Ya-ya sea físicamente, o… —Respiró profundamente, con un dejo de resignación —. O enfrentándome a-a-a mis… mis miedos.

Sintió un rubor en las mejillas al contarle eso y abrirse con alguien prácticamente desconocido. Bajó la mirada y continuó su andar tras Karamaru.

"En voz alta... Suena algo tonto."
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