Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
4/01/2019, 01:11 (Última modificación: 4/01/2019, 01:14 por Eikyuu Juro. Editado 1 vez en total.)
—Le informé, sí
Juro suspiró, con una mezcla de alivió y preocupación. ¿Qué había esperado, sino? Ahora el Uzukage sabía el problema, y también que Kusagakure tenía un jinchuriki.
« De eso se encargará Morikage-sama » — pensó. Esto no terminó de calmarle del todo, pero le hizo dejar de pensar en el tema.
-.... Pues me fue bien, la verdad. — continuó hablando Datsue --. Todos están muy preocupados por lo sucedido, lógicamente. Ahora mismo, tú y yo somos dos jodidas dianas. Hay que tener cuidado. ¿Cómo te fue a ti?
— Sí, lo sé — suspiró Juro, para luego seguir —. Bueno, me costó lo suyo explicarlo, pero una vez lo hice, me entendió. Supongo que también te habrá pasado, pero la información ha sido un enorme peso que soltar. A partir de ahora, las cosas van a cambiar. De eso estoy seguro. En Kusagakure, en Uzushiogakure, en Amegakure...
» Desde luego, los viajes fuera de la aldea se van a limitar mucho. Saldré únicamente si es un caso urgente o una misión importante, y no del país, y sin compañía — Juro volvió a suspirar otra vez —. Es lo correcto, pero no puedo evitar sentirme encerrado. ¿Cuánto crees que tendremos que estar así?
A medida que Juro hablaba, Datsue iba abriendo más y más los ojos. ¿Qué iba a estar encerrado la mayor parte del tiempo en la Villa? ¿Qué cada vez que saliese iba a tener que ir acompañado? Se vio de pronto en una situación comprometida: ¿mentir para hacerle sentir mejor, o ir con la pura verdad? «Podré ser muchas cosas, pero no miento si no es por una buena razón».
—Vaya, lamento oír eso, Juro. Yo me colgaría de un árbol si no me dejasen salir de la Villa. ¿Y que cuando lo hagas tienes que ir acompañado, dices? Puuutaaaaadaaaaaa. —Y no, hacer sentir mejor a alguien no era suficiente razón—. Joder, tío, en serio, no sabes cuánto me apena oír eso. —A Nabi no le pareció que tenía cara de muy apenado—. A mí es que no me limitaron los viajes, ni tengo que ir acompañado ni nada parecido. Pero, respondiendo a tu pregunta, supongo que hasta que capturen a los Generales esos y a Kurama te mantendrán así.
»Oye, no crees que en nuestra situación actual, y siendo lo que somos, ¿deberíamos cobrar un sueldo vitalicio? Quiero decir, estamos cumpliendo con nuestra misión diariamente. Una puta misión de rango S: mantener al mayor monstruo del mundo encerrado. ¿Y qué nos pagan por ello? A ti hasta te van a limitar ahora realizar otras misiones para llevarte el dinerillo a casa. Me parece una injusticia de la hostia.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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Juro abrió los ojos, de par en par, sin dar crédito a las palabras que escuchaba. ¡No podía ser! ¡Datsue ni si quiera iba a tener ningún problema!
« ¿Pero qué clase de Kage tiene? ¿No se preocupa lo más mínimo por él? » — Ya no era por él. Era por el hecho de que pudieran soltar a su bijuu, y el problema sería mucho más grave. Otro bijuu suelto por el mundo era lo que menos necesitaban. Sin embargo, Juro era el desgraciado por no poder salir.
El marionetista se mordió la lengua, por no decir un improperio.
— Oye, no crees que en nuestra situación actual, y siendo lo que somos, ¿deberíamos cobrar un sueldo vitalicio? Quiero decir, estamos cumpliendo con nuestra misión diariamente. Una puta misión de rango S: mantener al mayor monstruo del mundo encerrado. ¿Y qué nos pagan por ello? A ti hasta te van a limitar ahora realizar otras misiones para llevarte el dinerillo a casa. Me parece una injusticia de la hostia.
— Bueno, ya sé que hasta que no se solucione lo de Kurama, estaré así. Lo que te preguntaba es cuánto tiempo crees que tardará eso en suceder — Juro bufó. Las palabras de Datsue sobre el dinero eran, desde luego, bastante estupidas —. Bueno, no te voy a decir que el dinero no me vendría bien. Me vendría de puta madre, de hecho. Pero dudo que nos paguen un sueldo. Creo que si le pidiera que a mi Kage eso, me soltaría otro rollo sobre nuestro deber como protectores de la aldea, y me daría un par de collejas por atreverme a pedirlo.
» Oye... igual es un poco rara esta pregunta... pero quería saber... ¿La gente te trata de una forma distinta cuando sabe... bueno, cuando sabe lo que tienes dentro? — preguntó Juro —. Yo... bueno, no se lo había contado a nadie, hasta lo que pasó. Supongo que es hora de que el mundo se entere. No sé como será a partir de ahora.
Datsue resopló, encogiéndose los hombros. Podían atrapar a Kurama en un mes, un año, diez… ¿Qué podía responderle? ¿Asegurarle que todo se solucionaría pronto? Demasiadas mentiras había contado ya.
—Pues prepárate, porque notarás el cambio —le respondió, sin paños calientes, a su temor de que la gente le tratase distinto a partir de ahora—. Habrá gente que te tenga miedo. Más después de lo que le pasó a Ayame en el torneo. Creerán que en cualquier momento puede pasarte. Las madres no querrán que sus hijos se te acerquen. Muchos hasta se cuestionarán si es seguro que vivas entre ellos —dijo, recordando la revista de Chokichi—, y sino es mejor que te vayas bien lejos. No serán todos, pero los habrá.
Era la cruda realidad, y cuanto antes la aceptase, mejor.
—Por eso te decía lo del sueldo, tío. Que sí, que es nuestro deber, pero, eh, también es nuestro deber cumplir las misiones, ojo. Y se nos paga, ¿eh? Se nos paga. Y nosotros estamos aquí soportando mierdas continuas. ¿Desde hace cuánto que no puedes dormir? Yo más de un año, tío. Las putas pesadillas que me hace tener Shukaku… —Eran jodidamente demenciales—. ¿Qué te hace a ti el Siete Colas? ¿También te muestra cómo matas a todos tus seres queridos en tus sueños? ¿Cómo tu propia Villa te llama traidor? ¿Hace que tus propios compatriotas te claven kunais, katanas y lanzas por todo el cuerpo? ¿Se ensaña luego sacándote las tripas, todavía vivo, los ojos y finalmente la cabeza para pasearla por toda la Aldea?
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Uchiha Datsue. Ese nombre que aparece más en mi cabeza que las hermosas e imaginadas figuras desnudas de todas las chicas de la villa a las que he visto alguna vez, incluso más que si contara a todas las chicas del mundo, incluyendo a Uzumaki Eri. ¿Por qué? Estaba claro que era una maldición. Sin embargo, esta fuera de mi alcance el decir que no se lo tenía merecido.
Uchiha Datsue era capaz de algo maravilloso, dejarte totalmente fuera de ti sin ni siquiera intentarlo, porque si lo intentase te causaría muerte cerebral por sobreexposición a lo incomprensible. Como oír un discurso mio de una hora en bucle durante todo un día.
Uchiha Datsue era capaz de decirte "He creado una de mis cosas que no deberían ser legales de crear porque rompen todas las mecanicas y leyes habidas y por haber solo para nosotros." En ese momento, yo, erroneamente, pienso que habla de los compañeros de Uzushiogakure, de Akame, Eri e incluso Stuffy, pero ahí, el gran mago de la sorpresa, dueño de la parabola verbal y de las verdades con más trampa que un torneo en Amegakure, coge, con sus dos huevacos gordos, ¡Y EMPIEZA A HABLAR CON EIKYU JURO!
Ahí, un cerebro de baja capacidad como el mio, no alcanza a comprender la totalidad de la situación. Sin embargo, como buen ninja, mi cabeza sigue recibiendo la información del exterior, aún con el procesador fundido, la charla Datsue-Juro se pone en cola para cuando el sistema se haya reiniciado.
— Pero... ¿qué coño?
Esa intervención hubiera sido acertada para el primer momento en que Juro había hablado sin estar presente. Pero me salía ahora, cuando Datsue decía que ambos deberían estar cobrando de gratis por tener bichos dentro.
— Pero. Qué. Coño.
Me levanté como si tuviese algo que hacer de pie, pero no.
— ¿Juro? Anda que saludas — amonesté al aire esperando que contestase y entonces miré a Datsue — Tú sabes que él es un jinchuriki y él sabe que tú lo eres, ¿y le has puesto uno de esos sellos? ¿Qué clase de sociedad secreta al margen de la ley y de los kages es esta? ¿Vais a conquistar el mundo o algo por el estilo? Porque conociendote y viendo lo mucho que miente aquí el segundo de a bordo, ya me lo creo todo.
Me crucé de brazos.
— ¿Vamos a llevar uniformes a juego? ¿Algún eslogan identificativo? ¿Va a haber uniformes para perros? Es para un amigo.
La tercera via siempre funcionaba. Reirme del asunto para quitarle importancia a que haya dos locos conectados telepaticamente a través de todo un mundo ambos con bichos dentro capaces de destruir dicho mundo.
Era un verdadero milagro que Nabi hubiese permanecido en silencio durante todo aquel tiempo. Ni siquiera sabía si eso había sido bueno. El Inuzuka era como un globo, que se iba hinchando con nueva y nueva información, y que los Dioses se escondiesen en sus reinos si dicho globo estallaba. Porque no habría nada ni nadie que los salvase.
Por suerte, en aquella ocasión pareció simplemente abrirse un poco para dejar escapar algo de presión.
Datsue desactivó el sello. Ahora ellos oirían todo lo que Juro quisiese decirles, pero Juro no a ellos.
—Te lo resumo muy rápidamente, ahora que desactivé el sello. —Sí, mejor darle algo de oxígeno—. Intenté asociarme con Juro para formar una alianza con Kusagakure en contra de Amegakure. Para que luego digas que no intenté hacer nada —no pudo evitar recriminarle—. La putada fue que nos encontramos con Kokuo y el plan se fue al carajo, así que no me quedó más remedio que dar marcha atrás. Ahora voy a volver a activar el sello —le advirtió, serio—, voy a hacer como que en realidad lo hice por unir lazos, limar asperezas y todas esas mamarrachadas, y el mundo jamás conocerá que Uchiha Datsue volvió a fallar.
Era un plan perfecto. Pero, por si acaso, mantuvo el sello inactivo. Antes oiría lo que tenía que decir Juro… y se aseguraría que Nabi no estallase en carcajadas, chistes o broncas por su ocurrencia.
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—Te lo resumo muy rápidamente, ahora que desactivé el sello. Intenté asociarme con Juro para formar una alianza con Kusagakure en contra de Amegakure. Para que luego digas que no intenté hacer nada. La putada fue que nos encontramos con Kokuo y el plan se fue al carajo, así que no me quedó más remedio que dar marcha atrás. Ahora voy a volver a activar el sello, voy a hacer como que en realidad lo hice por unir lazos, limar asperezas y todas esas mamarrachadas, y el mundo jamás conocerá que Uchiha Datsue volvió a fallar.
Le hice un gesto de que se detuviese antes de volver a encender eso, entre riéndome e incrédulo.
— Espera, espera, todo este rato lloriqueandome por las esquinas y tienes una alianza secreta con uno de los dos únicos jinchurikis que no son de Uzu, ¡qué huevos, macho! ¡Qué huevos!
Lo dicho, Uchiha Datsue, el hombre de las mil caras y el millón de ases en la manga. Me froté los ojos exasperado ya.
— Va, venga, dale al botón o como sea que vaya eso. Qué paciencia. Menos mal que soy Genin, solo me faltaba ascender más rápido que tú y tener que vigilarte.
Solo Shiona-sama sabe lo que pasaría si yo tuviese que vigilar a alguien, y solo Satanas sabe qué pasaría si ese alguien fuese Uchiha Datsue. No sé como acabaría, pero seguro que con más de una villa en el infierno.
Juro escuchaba, pasmado, las palabras de Datsue, conforme le decía que todo iba a cambiar, y que, logicamente, las cosas se iban a poner feas. Apretó los dientes. ¿Qué las madres apartarían a sus hijos? ¿Qué no querría nada que ver con Juro? Eso no sonaba bien. No sonaba nada...
Una parte de la conversación, sin embargo, le llamó la atención.
—. ¿Qué te hace a ti el Siete Colas? ¿También te muestra cómo matas a todos tus seres queridos en tus sueños? ¿Cómo tu propia Villa te llama traidor? ¿Hace que tus propios compatriotas te claven kunais, katanas y lanzas por todo el cuerpo? ¿Se ensaña luego sacándote las tripas, todavía vivo, los ojos y finalmente la cabeza para pasearla por toda la Aldea?
— Eso es... asqueroso. ¿El Ichibi te hace eso? El mío ni si quiera se había manifestado hasta que nos encontramos con Ayame — dijo. Al igual que Datsue, Juro tampoco pensaba mentir respecto a esos detalles.
« Vaya, quién lo iba a decir. No eres tan malo, amiguito "suerte" » — pensó. Ese Ichibi, desde luego, era aterrador. ¿Y cómo sería el Gobi? ¿Le haría lo mismo a Ayame? No. Lo dudaba. Después de haber visto que cada uno tenía su personalidad, Juro dudaba mucho que ese monstruo tan friamente estirado recurriese a técnicas de tortura tan burdas.
Sin embargo, la conversación se hizo más y más extraña en cuanto un tercero se sumó. Era Nabi.
«¿Nabi? No me jodas. ¿Está con él? » — De repente, ya no se escuchaba nada. Como si Datsue hubiera cortado el sello.
Juro se rascó la nuca. No sabía si preocuparse o no por su presencia.
— ¿Hola? ¿Nabi? — murmuró, antes de contestar —. N-no... ¿Cómo diablos iba a saber qué estabas ahí? ¿¡Cómo va todo por Uzushiogakure!? Bueno, quizá estés enfadado por eso de ocultar mi identidad como jinchuriki. Pero bueno, espero que puedas olvidarlo. Ni si quiera mis compañeros de aldea lo sabían, y no te afecta para nada. Después de todo, no es como si en mis planes estuviera usar éste poder para atacaros o algo así. Datsue y yo solo estabamos conversando sobre... bueno, lo sucedido.
» ¿Le has contado también lo que nos pasó en el bosque, Datsue? Bueno, y antes de que sigas, ¿Hay alguien más por ahí del cuál debería saber su presencia?
9/01/2019, 16:56 (Última modificación: 9/01/2019, 16:58 por Uchiha Datsue. Editado 2 veces en total.)
Tanto como alianza secreta, no. Más bien, había invertido en una posible alianza. Del mismo modo en que había hecho con Riko, tratando de alejarle del camino pacifista que su sensei le marcaba.
Solo el tiempo diría si aquellas inversiones daban sus frutos.
Para empezar, gracias al sello de la Hermandad puesto en Juro, descubrió un pequeño detalle: el Siete Colas no le torturaba por las noches. De hecho, ni siquiera le había molestado hasta su encuentro con Kokuo. ¡No era justo! No es que le desease mal alguno a Juro, pero, ¿por qué él sí tenía que sufrir las consecuencias de ser Jinchuriki? Zoku ya le había avisado: Shukaku era un caso especial. No por nada, el anterior Jinchuriki, Uzumaki Zoran, había muerto a la tercera noche. Por eso Zoku había tenido que dividir el sellado en dos personas. Pero, de alguna forma, creyó que al resto le pasaría parecido.
Datsue realizó una cuenta atrás con los dedos. Tres. Dos. Uno…
Sello activado.
—No, no hay nadie más aquí, Juro. Aparte de Stuffy y Datsuse. Nuestros perros —aclaró—. Y sí —agregó, mirando a Nabi—. Le resumí lo que sucedió en el bosque. Lo de los Generales, Kurama y demás.
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—No, no hay nadie más aquí, Juro. Aparte de Stuffy y Datsuse. Nuestros perros. Y sí. Le resumí lo que sucedió en el bosque. Lo de los Generales, Kurama y demás.
— Qué fiesta más alegre. En cualquier caso, claro que no estoy enfadado, ¿cómo me ibas a decir que eres un jinchuriki? Nos hubieras matado a los dos. Yo tampoco te dije lo de Datsue. Bueno, ¿qué han decidido los kages? Habrá que hacer una redada bijuual o algo. Encerraros en una perrera para jinchurikis o algo. Porque ya supongo que entonces no vais a hacer una sociedad secreta de jinchurikis.
Ni siquiera el humor estaba suavizando lo jodidos que estábamos en ese momento.
— La verdad es que no me siento capaz de ir a Amegakure y decirles "Seamos amigos hasta que cacemos a los malos". Aunque cooperaran, en el mismo momento en que se viesen a salvo, nos volverían a apuñalar por la espalda. ¿Cómo lo veis vosotros?
Con lo hijo de la gran puta que sonaba el Shukaku, no quería ni imaginarme la que liaría si le hacían la inversión esa. Eso sin contar que eso pueda ser irreversible. La preocupación se empezaba a ser evidente en mi rostro.
Juro se cruzó de brazos. Decidió creer que Datsue no le mentía (en éste ocasión, al menos), aunque fuera por la presencia de Nabi. Nabi era muchas cosas, pero no solía mentirle.
« Al menos, entiende la situación » — pensó, con alivio. Claro que él tampoco le había contado lo de Datsue. Juro no debería disculparse tan a la ligera, supuso. Era demasiado alocado.
Finalmente, Nabi siguió hablando. Seguía bromeando, pero hasta el marionetista pudo ver que había algo de seriedad en sus palabras. Tampoco se fiaba de Amegakure, desde luego. Pero el problema era más que eso: claro que no era agradable dar ayuda a alguien con el que no estabas en una buena relación, pero también había que ser conscientes de que, si la ayuda es necesaria, se debe dar.
Juro se cruzó de brazos.
— Creo que es una putada. Todo, en general — Juro suspiró —. Mira, entiendo el gran problema, y la desconfianza hacia Amegakure. Pero.. creo que no hay otra opción, ¿vale? Ya no es por ellos, es por nosotros. Si dejamos a ese Gobi suelto por ahí, puede que nosotros seamos los siguientes. Son ocho generales, y dudo que se vayan a quedar sentados esperando. Podrían llegar a buscarnos, o incluso detectarnos y atacar. ¿Quién sabe?
» Tenemos que neutralizar la amenaza de Kurama, y si para eso hay que colaborar, pues habrá que hacerlo — Otro suspiro —. Al menos, creo que es lo más lógico. Mi Kage va a seguir por esa línea también, supongo. Lo dejé mientras preparaba cartas para mandar al resto de aldeas.
Nabi tenía más razón que un santo. Amegakure aceptaría su ayuda, oh, sí, la aceptarían. Se aprovecharían de sus buenas intenciones y su poder militar para rescatar a Ayame y derrocar a los Generales. Pero, ¿luego? Luego les escupirían en la cara, exactamente como había pasado en el Examen Chunin.
—Respóndeme a algo, Juro. ¿Dónde estaban todos esos ninjas de rango alto de Amegakure en mi combate contra Ayame? Ellos, que debían saber que Ayame era jinchuuriki, ¿dónde estaban cuando se descontroló? ¿Dónde estaban cuando me lanzó una bijuudama a la cara y al resto del estadio? Yo te lo diré, Juro: más perdidos que un k-ku —«Marcha atrás, marcha atrás, ¡marcha atrás!»—, cucaracha en una piscina —se inventó como pudo, para salir del paso—. ¿Y dónde estaban cuando mis compañeros solucionaron el problema? Ah, ahí sí, los primeros para protestar y escupirnos a la cara. Mira, Juro, para tener unos aliados así, pues que quieres que te diga. —Que era lo que les iba a tocar, por desgracia. Así había decidido Hanabi, y no veía vuelta atrás.
»Ahora, os pregunto otra cosa. A los dos —remarcó—. Les necesitamos nosotros a ellos, ¿o ellos a nosotros? En serio, chicos. ¿Ocho generales? ¡Ni que estuviésemos hablando de un puto ejército! ¡Qué son ocho, joder! ¿De verdad no confiáis en que dos Villas potentes como las nuestras no puedan encargarse de ocho piltrafillas y un bijuu?
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Para sorpresa de NADIE, Juro defendió el pacto con Amegakure. Ni me molesté en contestarle, para eso tenía siempre a alguien con más tetas o más carisma que yo al lado. Y para ligera sorpresa, Datsue, el negativo, el llorón, el pesimista, el abatido, el derrotado, el abandonado, el inamovible, no le dio la razón, si no que le rebatió su argumento cual Datsue, el Intrépido.
—Respóndeme a algo, Juro. ¿Dónde estaban todos esos ninjas de rango alto de Amegakure en mi combate contra Ayame? Ellos, que debían saber que Ayame era jinchuuriki, ¿dónde estaban cuando se descontroló? ¿Dónde estaban cuando me lanzó una bijuudama a la cara y al resto del estadio? Yo te lo diré, Juro: más perdidos que un k-ku KUSEÑO EN COMBATE
Claro que sí, joder. Ahí estaba el verdadero dios de la guerra uzunés, de la guerra verbal, porque le costaba más ponerse ofensivo que a un kuseño, justo como se estaba demostrando.
—Les necesitamos nosotros a ellos, ¿o ellos a nosotros? En serio, chicos. ¿Ocho generales? ¡Ni que estuviésemos hablando de un puto ejército! ¡Qué son ocho, joder! ¿De verdad no confiáis en que dos Villas potentes como las nuestras no puedan encargarse de ocho piltrafillas y un bijuu?
— Obviamente, es Amegakure la que necesita de nosotros. Si lo que le han hecho a Ayame se puede revertir, seguramente necesitaran la ayuda de todos los expertos en Fuinjutsu que puedan encontrar. Y vaya, ¿qué villa tendrá más Uzumakis que Cerezos? Y para detener al bijuu más de lo mismo. Ellos tienen a Ayame, que está claro que no sabe ni sumar dos y dos sin perder el control. Perdió el control discutiendo conmigo, y despues combatiendo. Si no puede ni discutir ni combatir, ¿cómo la vas a dejar ir contra una sociedad basada en invertir jinchurikis?
Joder, si es que tan agresivos que son y tan inutiles que son a la hora de pelear, casi habían sido más guerrilleros los kuseños. Los amenios, sorpresa sorpresa, se habían matado entre ellos en vez de hacer algo productivo para su villa. Porque matarse entre ellos sí que era productivo, para nosotros. Menos amenios, más felicidad global.
— De momento, vosotros sois los mejores jinchurikis, los únicos en los que creo que podamos confiar. Lo cual sí, es un poco triste, porque tampoco es que seais, bueno, impresionantes ni nada. Sois normalitos tirando a mediocres. Pero al menos manteneis al bicho a ralla. Si Ayame sigue liandola no serán ocho colgados y un bijuu, serán nueve colgados, una villa y dos bijuus lo que tendremos que enfrentar. Y ahí sí que se liaría parda.
Juro no se sentía muy cómodo con la conversación. Desde luego, eran dos entes llenos de odio hacia Amegakure. ¿Cómo iba a disimular que él, en realidad, no tenía ninguna clase de motivo en contra de ellos? Bueno, es que no iba a disimular. No tenía porqué avergonzarse de no estar de acuerdo con sus ideas.
«Si ellos quieren oír un mensaje de odio, deja que sus propias palabras canten en sus oídos » — pensó. Creyó que eso era lo más sabio, de momento.
— Para el carro, Nabi, eso que has dicho no es para nada una tonteria — exclamó Juro, y luego, se dirigió (metaforicamente, claro) a Datsue —. Ayame ha perdido el control varias veces, es cierto. Pero me gustaría saber cómo. Al principio, pensaba que era porque su sello era débil. Pero claro, tampoco sabía que mi bijuu estaba vivito y coleando en mi interior. Antes de que Kurama toqueteara su sello, ¿Cómo fue capaz el bijuu de tomar el control? ¿Es algo normal en jinchurikis? ¿Puede pasar?
» ¿A tí te ha pasado, Datsue? ¿Has sentido algo así alguna vez? Ayame desde luego es la que más experiencia tenía siendo guardiana de estas cosas, pero yo soy el más novato de los tres. Necesito un poco más de información — exclamó Juro —. Además. Es verdad que son ocho humanos, pero son humanos elegidos por Kurama. Dudo que haya elegido a alguién mediocre. Podemos esperarnos a ocho luchadores de elite, con acceso al poder de un bijuu. Tampoco creo que nuestros bijuus se queden quietos mientras peleemos. Puede que intente jodernos para ganar la libertad, si es que pueden.
—Esperaesperaesperaespera… ¿Cómo? O sea… ¡¡¿¿CÓMO??!! —Ni responder a Juro si alguna vez le había pasado a él también ni leches. Pero, ¿cómo coño era posible? ¿Había entendido bien?—. ¿¡Qué Ayame perdió el control discutiendo contigo!? —chilló, incrédulo—. No, no —No se lo podía creer. Se negaba a creerse una traición así de parte de Nabi. ¡¿Cómo coño no le había contado nada hasta ahora?!—. No, Juro, no. Nabi se tiene que referir a que perdió los nervios y se cabreó con él, cosa de la que no me sorprende, por otra parte. Pero no a que le poseyese el bijuu como conmigo. ¡Porque Nabi me hubiese contado mucho antes algo tan IMPORTANTE! —¡Cómo él había hecho siempre! ¡Al minuto!—. ¿No es así, Nabi?
»¿¡No es así!? —preguntó, ya de los nervios, conteniendo sus ganas de cogerle del cuello de la camisa y zarandearle.
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