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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
—No habría tenido ningún sentido que te tuvieran vigilada sólo hasta que tu padre vino a hablar conmigo si no fuese así —replicó Daruu—. Y si hubieras sido tú, algo me dice que seguiría la vigilancia. Zetsuo podría haber leído a través de mi mente. Es toda la verdad.

Y tenía sentido. Ayame lo había sabido, pero su cerebro se había negado a creerlo incluso cuando había sido su padre quien se lo había dicho. Había seguido cerrándose en sí misma... Había... Había llegado a pensar auténticas barbaridades...

Aquella vez fue la única que se alegró de ser tan cobarde.

—Fue una mujer rubia, ella... No me siento cómodo hablando de ello.

—Lo entiendo —asintió ella, abrazándole con fuerza. Por mucho que le picara la curiosidad, no iba a presionarle para hablar de ello. Por bastante había pasado ya Daruu como para hacerle revivirlo de nuevo...

Pero para sí misma, se prometió, que averiguaría quién era esa mujer y se encargaría de ir a por ella. Si no podía recuperar los ojos de Daruu, al menos se cobraría su propia venganza personal.

—Ahora sufro más por mi madre que por mi mismo, Ayame.

Aquellas últimas palabras la sacaron de sus pensamientos. Ayame se apartó de Daruu para mirarle directamente.

—Ella... Kiroe-san... te dio sus ojos... ¿verdad? —preguntó, aunque por dentro ya conocía la respuesta.
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#17
Ayame se apartó un momento de Daruu y le miró a los ojos. Él bajó la mirada.

—Ella... Kiroe-san... te dio sus ojos... ¿verdad?

Daruu asintió, lentamente.

—Zetsuo-san dijo que no pudo hacerla cambiar de parecer —dijo Daruu—. Maldita sea... podría haberme dado sólo uno. ¡Podría haberme dejado sobrevivir sin ojos! Seguro que me las hubiera apañado...

—¡Y seguro que yo me las apañaré, cabeza de chorlito! —Una voz familiar respondió desde la puerta. Daruu giró lentamente la cabeza, y allí la vio. Con los ojos vendados, un gotero como el suyo y un bastón de invidentes, del brazo de una enfermera.

—¿Está bien que me vaya ya, Kiroe-san?

—Sí, sí, ya puedes irte. Gracias por enseñarme el camino a la habitación. —Su madre se zafó del brazo de la enfermera y caminó hacia su hijo—. ¡A ver, dónde estás!

Daruu se levantó y se abrazó a su madre con fuerza. Ella rio, aparentemente no afectada por todo lo que había ocurrido. Aún así, se agarró fuerte a su hijo.

—Vaya, qué bien te veo. Bueno, no te veo, la verdad —rio—. ¿Lo pillas? ¿Lo pillas?

—¡Mamá! Mamá, ¿cómo puedes bromear así? ¿¡Por qué lo has hecho!?

—Porque te quiero, hijo. No quiero ninguna discusión al respecto. Ya me las apañaré. De verdad —replicó ella—. Ayame-chan, cariño, ¿hay alguna silla por aquí en la que pueda sentarm... ¡AUCH! —Kiroe se había separado de Daruu y se había olvidado de que llevaba el bastón, golpeándose irremediablemente contra un armario del fondo de la habitación.

—¡¡Mamá!! —lloriqueó Daruu.

—¡Quieres dejar de llorar, niño, que me estás haciendo deprimirme a mi!
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#18
Y Daruu asintió con lentitud.

—Zetsuo-san dijo que no pudo hacerla cambiar de parecer —dijo—. Maldita sea... podría haberme dado sólo uno. ¡Podría haberme dejado sobrevivir sin ojos! Seguro que me las hubiera apañado...

—¡Y seguro que yo me las apañaré, cabeza de chorlito! —intervino de repente la voz de Kiroe, desde la puerta.

Ayame se sobresaltó al escucharla, pero aún más al ver a la mujer, siempre alegre, sonriente y enérgica, en aquellas condiciones. Se mordió el labio inferior, y se tuvo que tapar la boca para acallar un nuevo sollozo. Amedama Kiroe, débil, armada con un gotero y un bastón de invidente, entró en la habitación del brazo de una enfermera.

—¿Está bien que me vaya ya, Kiroe-san?

—Sí, sí, ya puedes irte. Gracias por enseñarme el camino a la habitación —respondió, zafándose de la ayuda antes de caminar hacia su hijo—. ¡A ver, dónde estás!

Daruu se levantó de manera inmediata y se abrazó a su madre con fuerza. Ella rio, como si no estuviera ocurriendo nada en realidad, y Ayame, paralizada desde su sitio asistió como testigo al reencuentro entre madre e hijo. Hasta que...

—Ayame-chan, cariño —la llamó, y Ayame volvió a sobresaltarse—. ¿Hay alguna silla por aquí en la que pueda sentarm... ¡AUCH!

La pobre mujer se acababa de chocar contra el armario del fondo de la habitación.

—Ki... ¡Kiroe-san! —Ayame se apresuró a ponerse de pie para intentar ayudarla...

Pero lo había hecho demasiado rápido. Y llevaba varios días sin catar la comida que, incansablemente, las enfermeras le ponían una y otra vez sobre la mesita. La habitación se oscureció de repente. Los sonidos le llegaron embotados a los oídos. Tuvo que apoyarse en la cama con una mano, pero eso no evitó que las rodillas le fallaran y terminara cayendo al suelo entre extenuados resuellos.
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#19
Ayame se apresuró e intentó levantarse para ayudar a Kiroe, pero terminó por caer ella también. Daruu, que no sabía hacia qué sitio dirigirse, se quedó clavado en el sitio, blanco como la leche.

—¡Estáos quietas que no hacéis nada más que caeros y no sé cómo puedo sujetaros a las dooooos!



· · ·



Ya estaban los tres sentados, Kiroe y Daruu en una silla, Ayame en su camilla. Los tres miraban al suelo con cara de circunstancias. Una enfermera acababa de reprenderles por comportamiento imprudente, y habían tenido que suplicarle para que les dejaran estar en la misma habitación, porque a Daruu y a Kiroe querían devolverles a las suyas.

—Bueno... así que las cosas son así ahora, ¿eh?

—No pasa nada, cariño. De verdad, saldremos adelante.

—¿Por qué tuviste que hacerlo?

—Porque te quiero. Ya te lo he dicho. Yo... —hizo el gesto de mirarse las manos, inútil porque ya no sería capaz de verlas—. No sé por qué lo hice, ¿vale? No lo sé, Daruucín, cariño. No lo sé. Pero sí sé que no me arrepiento.

Daruu bajó la vista, incómodo.

—Pero tendrás que dejar la Pastelería de...

Kiroe rio, echando una sana carcajada.

—¡Eso sería rendirme! ¡Me estás subestimando, Daruucín! —dijo la mujer, ante el asombro de los dos genin.

—¿Pero cómo vas a cocinar pasteles y atender a los clientes así, mamá? ¡Te quemarás con el horno, te tropezarás con las mesas, las sillas y la gente! ¡No es tan sencillo!

—De momento, la ciega soy yo. Así que solo yo puedo hablar de si es sencillo o no. De momento sólo me he chocado con el armario de Ayame y porque se me ha olvidado el bastón. Además —dijo Kiroe, bajando la voz—, ¿Creéis que soy una inútil, o qué? ¡Soy una jounin de Amegakure! ¡El Ninjutsu no sirve sólo para tirar chorros de agua por la boca!

—Una jounin retirada hace mucho tiempo. ¡Y...!

Kiroe acercó su silla a ellos dos.

—Chicos, la Pastelería de Kiroe-chan fue una tapadera durante unos cuantos años.

—¿Qué...?

—¿Verdad de que en la cafetería te enteras de muchos... datos indiscretos, Daruu-kun? —dijo—. Exacto. Todo este tiempo. Lo que pasa es que... Bueno, me enganché. Quiero decir, me encanta el sitio. Y me ha dejado criarte, hijo. Ha hecho que no haya tenido que salir fuera de la aldea a hacer misiones y dejarte sólo. ¿Qué más se puede pedir...?

—Pero ahora... tendrá que ce...

—Sólo por un tiempo. Déjame aprender a desenvolverme. Lo digo en serio. Y si no, contrataremos a alguien.

—¡Nadie puede saber la receta de los bollitos de vainilla, mamá! —exclamó Daruu, indignado—. Yo... dejaré de ser ninja y... me ocuparé de la Pastelería. No dejaré que se muera lo que has construído. Yo...

Kiroe apoyó la mano en el hombro de Daruu y dijo:

—Mira a los ojos a esa muchacha y piensa en las aventuras que habéis tenido como ninjas. Ahora mismo, es normal que estés centrado en lo malo, pero mírala, y piensa en ella, y en Kori, y piensa el tiempo que habéis pasado juntos. Piensa en que si te haces más fuerte, podrás protegerlos, a ellos, a ti mismo, e incluso a mí y a mi estúpida Pastelería.

»Y ahora dime, ¿dejarás de ser ninja?

Daruu miró a Ayame a los ojos. Los suyos le brillaron y temblaron, y bajó la mirada a sus rodillas.

—No. No quiero... Pero tú...

—Sigo viva, y con ganas de vivir. Me-las-apa-ñaré —repitió—. Y nadie tiene por qué saber lo de los bollitos. Me has estado ayudando más de diez años en la Pastelería. ¿Me váis a dejar de ayudar ahora? Ayame-chan también sabe hacerlos. ¡Si algún día me hace falta, os pido ayuda!

Daruu rio, y lloró. Y era la primera vez desde que había despertado que las lágrimas no eran sólo de tristeza, sino de alivio.

La vida le había quitado los ojos a su madre. Pero no le habían quitado a su madre.
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#20
Y allí estaban de nuevo, después de la estrambótica escena, sentados en sendas sillas y en la camilla. La pobre enfermera que había estado acompañando a Kiroe en su camino hacia allí les acababa de reprender por su infantil comportamiento y ahora Ayame, sonrojada hasta las orejas, no dejaba de mirarse las rodillas como si fueran lo más interesante del mundo en aquellos instantes.

Kiroe y Daruu siguieron hablando de la nueva condición de la mujer, de su irrefrenable deseo de mejorar la vida de su hijo y de las consecuencias que eso podría acarrearle para su vida diaria. Durante un momento, a Ayame se le pasó por la cabeza la terrible pregunta de si su padre habría hecho lo mismo por ella, pero enseguida la desechó a un lado, no queriendo conocer la respuesta. Fue entonces cuando entró en la conversación la Pastelería de Kiroe-chan, la vida y el orgullo de aquella antigua kunoichi que había servido durante un tiempo como tapadera para actuar como espía en las sombras, pero que después había acabado convirtiéndose en su vida de verdad... Una vida que le había traído tan buenos momentos, y que, por mucho que se esforzara en ocultarlo, Ayame sabía bien que le rompería el corazón dejar.

La muchacha se mordió el labio inferior cuando Daruu sugirió dejar la vía ninja en pos de continuar con el legado familiar. No podría haberle culpado, de todas maneras, pero las palabras de su madre le hicieron recapacitar. Al menos por el momento.

«Si no le hubiera citado en la Playa de Amenokami esto no habría pasado...» Pensó Ayame, torturándose a sí misma. Pese a todo lo que habían hablado, se sentía responsable de toda aquella desgracia. Daruu había insistido en que no había sido ella, pero aunque era verdad que en aquella ocasión ella no había perdido el control ni había sido la que le había arrancado los ojos a Daruu... «Si hubiésemos entrenado en la aldea... esto no habría pasado...» Sólo por su egoísta deseo de que nadie interfiriera en su combate.

Ayame levantó la cabeza hacia Kiroe. Hacia aquella mujer tan diferente de la del día anterior. Apretó sendos puños sobre las rodillas.

—Kiroe-san —la llamó, interviniendo en la conversación por primera vez. Puede que no pudiera cambiar lo ocurrido, pero...—. Creo... creo que puedo ayudar. —Y no se estaba refiriendo a la pastelería, sino a darle un regalo que, hasta ahora había sido un orgullo muy importante para ella. Volvió la cabeza momentáneamente hacia su compañero—. Daruu-kun, ¿recuerdas nuestro enfrentamiento en la playa, cuando te acerté en la pierna con una flecha a través de la bomba de luz? ¿Recuerdas cuando me viste entrenar el tiro con arco con los ojos tapados? —preguntó, despacio, casi paladeando cada sílaba—. Eso es porque puedo ver... Sin ver...

»Kiroe-san, puedo enseñarte una técnica de voz para utilizar la ecolocalización
—culminó, con el corazón latiéndole con fuerza.
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#21
Ayame intervino en la conversación para decir que ella creía que podía ayudar a Kiroe. Daruu escuchó a la muchacha con atención y curiosidad. Ella le recordó la flecha que se había clavado en su pierna. Sí, claro que se acordaba, todavía le dolía la herida. Le señaló las vendas alrededor del muslo, sonriendo. También le hizo asociar aquél ataque a otro recuerdo: y entonces una revelación sacudió su mente. Ella estaba usando una técnica para localizar objetivos sin hacer uso del sentido de la vista. Mediante el sonido.

—¡Ayame-chan, eso sería...! —De pronto, Kiroe rompió a llorar, olvidando por un momento la máscara alegre que se había obligado a vestir. Daruu le puso inconscientemente una mano en el hombro y la miró apenado— ¡...eso sería... eso sería una gran ayuda! Muchas gracias, de corazón.

—Ayame-chan, yo también te lo agradezco —dijo Daruu—. Eres increíble, Ayame. Ahora que estamos en estas... circunstancias, quiero que pienses qué es lo verdaderamente importante. No haces más que infravalorarte y sé de buena gana que quieres sorprender a tu padre, pero piensa en el bien que estás haciendo a mi madre con tu técnica.

Daruu sollozó y se limpió las lágrimas con la manga de la bata.

—Es por estas cosas que merece la pena aprender Ninjutsu.
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#22
—¡Ayame-chan, eso sería...! —murmuró la mujer, rompiendo a llorar de repente. Ayame se inclinó hacia delante, en un amago de ir a apoyar la mano en su hombro, pero Daruu se le adelantó—. ¡...eso sería... eso sería una gran ayuda! Muchas gracias, de corazón.

A Ayame se le hizo un nudo en la garganta al ver a la mujer tan emocionada, y poco faltó para que se echara a llorar ella también.

—Ayame-chan, yo también te lo agradezco —intervino Daruu—. Eres increíble, Ayame. Ahora que estamos en estas... circunstancias, quiero que pienses qué es lo verdaderamente importante. No haces más que infravalorarte y sé de buena gana que quieres sorprender a tu padre, pero piensa en el bien que estás haciendo a mi madre con tu técnica.

Ella volvió a morderse el labio inferior, apretando con aún más fuerza los puños contra las rodillas. El nudo en la garganta la estaba estrangulando y sus ojos le escocían terriblemente.

—Es por estas cosas que merece la pena aprender Ninjutsu —Daruu también se había echado a llorar, y Ayame no pudo retenerlo por más tiempo.

—Es... es lo que menos puedo hacer... —murmuró. Si fuera por ella recuperaría encantada sus ojos y se los devolvería. Si por ella fuera, le crearía unos nuevos con sus propios medios. Pero aquellos dones no estaban al alcance de sus manos... sólo la venganza de aquella mujer rubia de ojos verdes.

«Tengo que saber más de ella para encontrarla... Pero no le puedo preguntar a Daruu al respecto... ¿Cómo lo haré entonces?»

—Aún así, no es una visión perfecta... —añadió entonces, apenada por no poder ofrecer una solución mejor—. Con esa técnica puedo detectar siluetas, formas, tamaños... pero no ver como lo haría normalmente. Además, ahora mismo estoy intentando mejorarla para poder mantener la ecolocalización en el tiempo, porque de momento sólo puedo utilizarla en forma de p...

Ayame se interrumpió de golpe cuando la puerta se abrió de golpe. Zetsuo entró en la habitación, observándolos con gesto grave, mientras sostenía en sus brazos una nueva bandeja de comida.

—Os he estado buscando por todas las habitaciones, ¿qué cojones se supone que hacéis en esta reunión clandestina? —Dejó la bandeja directamente sobre las rodillas de Ayame y la señaló con un dedo—. Y hoy, niña, vas a comer quieras o no quieras. Así que no me obligues a paralizarte en la cama para darte yo mismo de comer.

La muchacha volvió a sonrojarse al imaginar lo humillante de la situación. Y cuando su mirada se cruzó con la de su padre, este entrecerró los ojos peligrosamente.
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#23
Ayame estaba explicando las limitaciones de su técnica sensorial por medio del sonido cuando, de pronto, Aotsuki Zetsuo hizo acto en escena de la manera habitual y característica en la que Aotsuki Zetsuo solía hacer acto en escena... con un portazo y vociferando improperios como un viejo gruñón.

Daruu no supo por qué, pero lo único que se le ocurrió en ese momento fue reír.

—Hablar de cosas de la vida misma —dijo—. Supongo.

Se giró hacia Ayame.

—No deberías haber estado tanto tiempo sin comer —reprochó, serio
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#24
—No deberías haber estado tanto tiempo sin comer —le reprochó Daruu, con total seriedad.

Y Ayame agachó la cabeza. No había tenido opción en realidad, la sola idea de podría haber sido ella la que le hubiese arrancado los ojos a Daruu... la sola idea de pensar en el dolor que había tenido que sufrir...

—Le gusta demasiado hacer locuras, ¿verdad, Ayame? Mírame —dijo Zetsuo, Y, de alguna manera que la muchacha no supo cómo explicar, se vio obligada a levantar la cabeza hacia él. Los ojos de su padre vibraban, brillantes—. No volverás a cometer ninguna locura que ponga en riesgo tu vida. ¿Entendido?

«S... ¿Se ha dado cuenta...?» Se le pasó automáticamente por la cabeza, y en respuesta Zetsuo entrecerró de nuevo los ojos.

Ayame, conteniendo la respiración en el pecho, volvió a agachar la mirada y cogió la cuchara para concentrarse en la sopa.

—Entendido —dijo, con los dedos cruzados bajo las sábanas. Porque, en aquellos momentos, nada la apartaría de su camino para encontrar más información sobre la mujer rubia de ojos verdes y cobrarse su venganza—. ¡Qué rico!

Se le escapó un suspiro cuando se llevó la primera cucharada a la boca y todo su cuerpo reaccionó al sabor de la anhelada comida.

Pero Zetsuo seguía mirándola de reojo, no demasiado convencido con su actitud.

—Niña estúpida... Sí que debes haber pasado hambre para decir que la comida del hospital está buena.
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#25
La pantomima entre Ayame y Zetsuo fue tan cristalina como el agua para un perspicaz Daruu que torció el gesto y miró a Ayame con gesto preocupado. La muchacha acató falsamente la orden de Zetsuo y enseguida se centró en su plato de comida. Daruu miró a la comida con gesto hambriento y torció el gesto: si estaba empezando a apetecerle la comida del hospital es que...

—Sí que debes haber pasado hambre para decir que la comida del hospital está buena.

Kiroe rio. Daruu miró a su madre.

—Mamá, ¿tú tienes hambre? Deberíamos de ir nosotros a comer también —dijo Daruu—. Ya sabes. A nuestras habitaciones y eso. Deben de haberlas dejado allí.

El estómago de su madre rugió.

—Ay, sí... qué hambre que tengo...

—Entonces será mejor que vayamos a por nuestras bandejas, ¿eh?

—Sí hijo sí, vámonos. Bueno chicos, ya nos vamos viendo. ¿Lo pilláis? ¡Viendo!

—¡Mamá, déjalo ya, yo no le veo la gracia!

—Lo raro es que yo sí que pueda verla.

¡MAMÁ!

Daruu y Kiroe se levantaron, y caminaron hacia la puerta. Cuando el muchacho pasó al lado de la silla de Ayame, prácticamente rozando su pelo y sabiendo que la chica tenía, de hecho, muy buen oído, susurró lo más bajo que pudo:

—No quiero que lo hagas. Bajo ningún concepto.

Luego, se alejó silbando con su madre por el pasillo en dirección al ascensor...
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#26
—Mamá, ¿tú tienes hambre? Deberíamos de ir nosotros a comer también —intervino de repente Daruu, dirigiéndose hacia Kiroe—. Ya sabes. A nuestras habitaciones y eso. Deben de haberlas dejado allí.

—Ay, sí... qué hambre que tengo...

—Entonces será mejor que vayamos a por nuestras bandejas, ¿eh?

—Sí hijo sí, vámonos. Bueno chicos, ya nos vamos viendo. ¿Lo pilláis? ¡Viendo!

Ayame no supo ni qué cara poner ante aquel súbito chiste.

—¡Mamá, déjalo ya, yo no le veo la gracia!

—Lo raro es que yo sí que pueda verla.

—¡MAMÁ!

Y al final, Ayame sonrió con cierta lástima. Suponía que era bueno que Kiroe se tomara con humor su nueva condición, pero realmente no sabía cómo actuar en casos así.

«Al menos puedo ayudarla... aunque sea poco.» Pensó Ayame, mirándose las manos con una tímida sonrisa. ¿Había sentido aquel orgullo sobre sus técnicas antes? Aquella sensación de poder ayudar a los demás...

Daruu y Kiroe se levantaron y se dirigieron hacia la puerta de la habitación. Sin embargo, cuando Daruu pasó justo por su lado, su voz llegó hasta sus oídos.

—No quiero que lo hagas. Bajo ningún concepto.

Ayame se quedó momentáneamente paralizada, aún después de que se cerrara la puerta detrás de ellos. Lentamente, hundió la cuchara en la sopa y se quedó mirando las tenues ondas que se habían creado a su alrededor. ¿Daruu también se había dado cuenta de sus intenciones? ¿Tan cristalina era? ¿Tan mala era ocultando las cosas? ¿Pero es que acaso él no deseaba la venganza después de haber perdido sus ojos a manos de aquella mujer?

—Ayame —escuchó la voz de su padre, agachado junto a ella, sobresaltándola. Había clavado sus ojos en ella, y Ayame se vio atrapada por su mirada. Porque más allá de la habitual severidad, había algo más que no solía ver en aquellos profundos iris. Algo que no estaba muy segura de cómo catalogar—. Hablo muy en serio. No busques a esa mujer.

Ella tragó saliva, con el sudor frío perlando su frente.

—¿Pero por qué...? Después de lo que ha hecho esa...

—Porque no te puedes hacer una idea de lo peligrosa que es esa mujer. Por eso —respondió él, sacudiendo la cabeza.

—La... ¿La conoces?

Él entrecerró los ojos ligeramente.

—Esto no es ningún juego de niños. Ni siquiera los Kajitsu Hōzuki pueden compararse a ella, y ya viste lo que sufrimos en su guarida. Así que, Ayame, te lo vuelvo a repetir. No. Hagas. Ninguna. Locura. Si ni siquiera Daruu va detrás de ella es porque es consciente de su poder. Él ya lo ha vivido. Y lo último que queremos todos es hacer más sacrificios innecesarios.

Ella agachó aún más la cabeza, con lágrimas en los ojos, pero terminó por asentir. Zetsuo se reincorporó y, después de dudarlo un instante, le revolvió los cabellos a su hija.

—Y ahora come, recupera fuerzas y crece para convertirte en una fuerte kunoichi de la que pueda sentirme orgulloso.
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#27
Daruu le dio otro enorme mordisco a su bocata de lomo con patatas, pimientos y mayonesa.

—¡Bien hecho! ¡No han sospechado nada de nada! —dijo Kiroe.

Su hijo rio, y terminó de tragar el pedazo.

—En serio, mamá. Cualquier ayuda que necesites, sólo tienes que pedirla. —Daruu extendió la mano y acarició a su madre en el brazo—. Sé que sientes que no te debo nada, pero esto que has hecho por mi... No puedes pedirme que no me sienta en deuda contigo.

Su madre se mantuvo en silencio un momento, y luego respondió:

—Lo tendré en cuenta, Daruu-kun. —Se recostó en la silla, dejando su propio bocadillo un momento en el plato—. ¿Sabes, hijo? La vida de un ninja es muy dura. He visto a compañeros caer en el campo de batalla, y a otros quedarse en silla de ruedas de por vida. Perder brazos, piernas... todo eso es algo normal. Sobretodo en tiempos de guerra.

Daruu tragó saliva. Sí, últimamente estaba viendo bastante de ese mundo ninja real. Y no dejaba de tener la sensación de que había escogido el peor oficio posible. ¿Pero qué habría hecho si no? Había nacido en una aldea ninja, con familia que había sido ninja, rodeado de otras muchas personas que también era ninjas. Y cada vez que utilizaba una nueva técnica... ¿Pero cuál era el coste del ocasional subidón de adrenalina?

En el fondo, él sabía que si lo dejaba lo echaría de menos. Como la cocina, no podría dejarlo completamente del todo.

—Mi plan ahora es reposar y descansar, hacer las paces con mi cabeza, aceptar esto, superarlo, y buscar una manera de poder seguir haciendo casi todo lo que me gusta. Incluso llevar la Pastelería de Kiroe-chan. Mira, Daruu-kun, aunque tenga que cerrarla temporalmente, volveré. No lo dudes. Me quedan muchos años y muchos conocimientos sobre Ninjutsu que desperdiciar en el único propósito de poder manejarme entre fogones.

—No entiendo cómo puedes estar tan animada... —dijo Daruu, apoyando los codos en la mesa y sujetándose la nuca, abatido.

—Hoy vas a aprender la lección que yo aprendí cuando tu padre murió, Daruu.

El muchacho levantó la vista.

—Cuando te pasa algo así, normalmente te hundes en la miseria —dijo—. No quieres vivir más y te centras en pensar en cómo hubieran sido las cosas si no hubieras hecho esto, si no hubieras dicho lo otro. Si no hubieras estado en la Playa de Amenokami dicho día, ¿por ejemplo?

Daruu apretó los dientes, inquieto.

—Pasarán los días y cuando dirijas tu pensamiento hacia aceptar que ya ha pasado y que sí o sí vas a tener que vivir con las consecuencias, sufrirás bastante menos que imaginando situaciones imposibles que ya no podrán ser.

Daruu dejó escapar una risa en forma de suspiro.

—Resulta tan fácil decirlo...

—Lo sé, lo sé... Pero es algo que hay que vivir varias veces para asimi... ¡DARUU-KUN! ¡LA ENFERMERA!

Madre e hijo retiraron las sillas de golpe y se escurrieron debajo de la mesa con la agilidad y la energía que el bocadillo de lomo les había hecho recuperar... aunque Kiroe, por su puesto, se golpeó en la frente con el borde.

—Mamá, ¿eres consciente de que la enfermera ahora mismo está viendo dos goteros degustando bocatas de lomo?

Chssst. ¡Cállate!

Las piernas de la enfermera pasaron a la barra del bar. Al cabo de medio minuto, volvieron a pasar de largo y salieron por donde habían venido.

—¿¡Pero cómo no nos ha visto!? ¡Me resulta casi ofensivo! ¡Está más ciega que...!

Kiroe rio.

—Mierda, lo siento.

—Yo pienso seguir bromeando sobre ello.



· · ·



Habían pasado ya tres días desde la operación. Daruu miraba por la ventana de su cuarto, tumbado en su camilla, y se observaba la mano en contraste con el paisaje de torres ocultas bajo el manto de la lluvia. La abría y la cerraba. Hasta ahora no lo había considerado siquiera, porque estaba mucho más preocupado por su madre, pero lo cierto era que acababa de perder una herramienta tan útil, que quizás tardaría años en aprender a desenvolverse sin ella.

Hubo tres quedos toques en la puerta.

—¿Sí? —preguntó Daruu. ¿Sería la enfermera, con más gotas de colirio? ¿Ya era la hora de comer? ¿Vendría Zetsuo a dar un poco por culo?
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#28
Resultó ser la tercera opción.

Zetsuo entró al recibir la respuesta de Daruu, pero antes de mirarle directamente echó un vistazo a toda la habitación con el ceño fruncido. Al no encontrar lo que estaba buscando, terminó por suspirar y llevarse una mano a los ojos, con la frente perlada de sudor frío, como si estuviera haciendo un verdadero esfuerzo.

—Ayame no está contigo, ¿verdad, Amedama? —preguntó, aunque era en realidad una afirmación encubierta.

Habían pasado ya tres días desde la operación. Ayame había recibido el alta casi de manera inmediata tras haberse curado sus heridas, pero se había estado pasando por el hospital para visitar a Daruu y a Kiroe, y empezar a enseñar a esta última los entresijos de su técnica de voz. Sin embargo, y aunque los Amedama ya se habían visto liberados de sus sendos goteros, parecía que iban a necesitar un poco más de tiempo antes de ser liberados de su encierro en aquel lugar.
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#29
La tercera. Fue la tercera opción.

Allí estaba Zetsuo, pelo negro, ojos aguamarina, bata blanca de médico, mandíbula apretada, nariz aguileña y cara de mala hostia permanente. El hombre se plantó en el centro de la habitación y, tras peinarla como si estuviera sobrevolándola, suspiró y se llevó una mano a los ojos.

—Ayame no está contigo, ¿verdad, Amedama? —preguntó.

La pregunta le sentó a Daruu como un mazazo, quien se levantó de golpe —afortunadamente ya no llevaba gotero y se encontraba con muchas más fuerzas.

—No. ¿Por qué lo preguntas? ¿Qué ha pasado, se ha vuelto a ir? No me digas que al final se ha ido detrás de Naia... —Daruu se llevó las manos a la cabeza y empezó a dar vueltas por la habitación, nervioso.
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#30
—No. ¿Por qué lo preguntas? —respondió Daruu, y Zetsuo bajó la mano desde sus ojos hasta su boca mientras daba largos pasos de un extremo a otro de la habitación.

—Maldita niña. Maldita, jodida, niña —repetía entre farfullos.

—¿Qué ha pasado, se ha vuelto a ir? No me digas que al final se ha ido detrás de Naia...

—La voy a matar. ¡Juro que la voy a matar! ¡LA VOY A MATAR CON MIS PROPIAS MANOS! —bramó, dando un sonoro golpetazo contra el escritorio, que protestó con un lastimero chirrido. Se volvió hacia Daruu con los ojos chispeantes de ira—. ¡No está en casa! ¡No está en el hospital! ¡Y Kōri me ha dicho esta mañana que su copia del libro Bingo ha desaparecido! ¡¿DÓNDE CREES QUE HA IDO, AMEDAMA?!

La mesa sufrió un nuevo puñetazo, y en aquella ocasión no pudo soportar la ira del hombre. Se desplomó sobre sus cuatro patas fracturadas.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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