Aquella inmutable mujer, volvió a carraspear mientras parecía valorar la respuesta de que la kunoichi le había dado. Sin duda está mujer podía haber sido familia de la Sra Yamaguchi, la mujer que se encargaba de enseñarle protocolo y buenos modales desde pequeña. Ese aire de superioridad, esa manera de valorar cada movimiento, palabra o expresión de la joven... "Me pone de los nervios..." era una de las cosas que más odiaba en este mundo, para juzgar ya estaba ella que para eso era la heredera del clan Sanshoo
—Está bien, confiaré en tu palabra, kunoichi. — no sabía muy bien si lo había dicho porque de verdad confiase en ella o bien, porque no le quedaba más remedio vista la situación —Sígueme, no hay tiempo que perder. tras aquel intenso interrogatorio, ahora tenía prisa la muy...
"No me jodas" la mujer le había dicho que tenía prisa, pero por su forma de andar parecía todo lo contrario. Es más, es que se recreaba en cada paso que daba "He visto modelos que se pavoneaban menos que esta mujer..." Izumi la siguió de cerca, conteniendo el paso pues hasta su paso más lento era bastante más rápido que el de aquella estirada señora.
Por fin llegaron hasta la puerta, casi habían tardado lo mismo que ella en llegar hasta la tienda. La mujer abrió la puerta y la sostuvo para que Izumi entrase "Al menos tiene cierta consideración..."
—Gracias— no había que olvidar los modales y menos con aquella señora
Una vez se encontraba dentro, la joven pudo apreciar que aquella tienda era mucho más grande aún de lo que parecía por fuera. Además, al contrario que la posada de la prima del carretero, aquel lugar estaba cuidado hasta el más mínimo detalle. Las vidrieras del techo estaban impolutas, dejando pasar la luz tan clara como el día. Estantes de madera blanca se superponían por todo el espacio, detrás de cuatro cajas perfectamente alineadas que separaban la entrada de la tienda. A la derecha pudo divisar una hilera de refrigeradores pegados a la pared, mientras que al fondo a la derecha una escalera de caracol que ascendía hasta la siguiente planta.
La kunoichi escuchó como la mujer cerraba la puerta tras de sí antes de dirigirse a ella de nuevo
—Ésta es la tarea. Como podrás ver, esas estanterías centrales están totalmente vacías. —Señaló los estantes centrales. —En el piso de arriba está la mayoría de la mercancía, debes ir mirando qué debes colocar en cada lugar de los estantes, y aprovisionarlos. En los estantes hay pegatinas que nombran los productos y sus precios, fíjate en ellas y tráelos.
Prestó toda su atención a la explicación de la mujer, no quería cometer ningún error ahora que se había comprometido a hacer ella el trabajo de dos. No podía fallar, tenía que salir todo perfecto, no sólo estaba en juego su misión si no la reputación de Kusagakure y por ende, la de Kenzou-sama
—Aquí tienes la llave del almacén.
La chica cogió el llavero, echándole un rápido vistazo a las pegatinas que señalaban al cerrojo al cual pertenecían cada uno. Aunque lo que le llamó la atención, fue precisamente la única que no tenía nombre en todo el conjunto "¿Qué raro?" por la personalidad que había detectado en aquella mujer, Izumi intuía que no era de esas personas que dejasen algo sin hacer o al azar. Aquella llave no tenía nombre por algo, aunque tenía que admitir que la curiosidad le picaba... tenía una misión que cumplir y no tenía que distraerse. Quizás, durante el día de trabajo recibiese la respuesta.
—Entendido señora— la chica se puso en marcha al instante, lo primero que hizo fue cruzar la línea de cajas hasta los estantes que se encontraban vacíos para leer las etiquetas y saber así los productos que debía de sacar del almacén. Así que sin más, puso rumbo hasta el lugar y en poco más de un par de zancadas se encontraba intentado leer las etiquetas
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La chica agradeció el detalle a la mujer de agarrarle la puerta, pero ésta no impuso ni tan siquiera una sonrisa como decoro. Siguió a lo que le inquiría realmente importancia, el trabajo que debía asignar a la pequeña. Aunque realmente eso no lo ocupó demasiado tiempo, con una rápida explicación y la toma de llaves, todo estaba arreglado. La pequeña aclaró que tenía claro su objetivo, y no tardó en ponerse en marcha.
La mujer, tomó un tiempo antes de volverse hacia la caja izquierda, tomó una libreta que había sobre ésta y abrió la fuerte, tras un breve lapso de cálculos, tomó nota. Lista la primera, fue hacia la contigua, donde realizó exactamente la misma operación, con toda la parsimonia del mundo. Tras ello, y no antes, se dirigiría hacia el mas apartado de los refrigeradores, e iría tomando nota de los alimentos que debían encargar para la próxima remesa.
Entre tanto, la pelirosa había tomado camino hacia las estanterías. No tuvo mala idea, primero memorizar algunas etiquetas y luego subir por éstas cosas. De izquierda a derecha en la primera balda parecían ir cosas de salsa; tomate frito, tomate triturado, salsa de soja, wasabi, salsa picante, mostaza, mahonesa, salsa de brotes de soja, semillas de dragón. Todas y cada una tenía a su lado un precio correspondiente, y estaban casi medidos con regla para mantener la distancia equitativa. La balda inferior parecía estar compuesta por pasta y legumbres; lentejas, fideos, macarrones, arroz, espirales. En ésta, cabía destacar que había distintas etiquetas, como señalizando diferentes pesos. En la balda superior, parecía estar todo dispuesto para aderezos; tabasco, pimienta, estragón, canela, vinagre, aceite, ajo en polvo, perejil.
Las estanterías de atrás estaban igualmente clasificadas en 3 baldas. La central, parecía contener toda clase de útiles de limpieza; lejía, lavavajillas, limpia-suelos, bolsas de basura, desengrasante, guantes de pvc, mascarillas de papel, felpudos. La estantería superior se daba de lleno al papel; higiénico, de cocina y servilletas. La inferior parecía tener que contener cubertería y útiles de cocina; tenedores, cucharas, cuchillos, batidora, cucharones, espumaderas, tijeras, ralladores, exprimidores, tenazas, espátulas.
¿Podría memorizar todo eso la pequeña de una vez sin apuntarlo?
La pelirosa se detuvo frente a la primera de las estanterías mientras la dueña del cotarro se dedicaba a sus menesteres, empezó a leer las etiquetas de izquierda a derecha, empezando por la balda más alta "Bueno, por suerte están bastante acotadas" celebró la muchacha, gracias al estricto orden que llevaba aquella mujer la tarea sería mucho más fácil de lo que le había parecido en un principio "Lo que no entiendo es porque no contrata a reponedores en lugar de shinobis... le saldrían más baratos digo yo..." Una tarea de aquella índole no le parecía la más apropiada para alguien cuyo objetivo era convertirse en guardaespaldas del Morikage.
Izumi releyó de nuevo todas las etiquetas, concentrándose en retener en su memoria la mayor parte de ellas, estaba segura de que no podría cargar con todas las cosas de una estantería a la vez pero al menos debía intentar traer todo lo posible para poner fin a aquella tediosa tarea. Cuanto más tardase, más tiempo faltaría para poder volver a Kusagakure y mandar a la mierda al carretero, su prima y aquella maldita tienda "Bueno... vamos a ello"
Una vez se hubo cerciorado de que retenía al menos una cuantas cosas, la pelirosa se dirigió al final de la sala hasta la escalera de caracol la cual comenzó a ascender sin saber muy bien que se encontraría en la otra planta. Con un poco de suerte el almacén estaría perfectamente señalizado y no tendría que perder tiempo en buscarlo... pero eso solo lo sabría cuando llegase al final de la escalera.
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Alllegar a las escaleras, pudo observar que tras ésta había una silueta correspondiente a una puerta bastante bien camuflada, la cuál únicamente tenía una cerradura; no tenía ni pomos ni marca alguna para identificarla. Fuera de lo extraño, quizás fuese tan solo una oficina, que no vendría a ser una idea disparatada.
Al subir las escaleras, se encontraría un pequeño pasillo que desembocaba en una puerta de metal. En la parte mas alta de ésta, y bien centrada, había una pegatina que claramente ponía "Almacén" en una escritura realmente trabajada y precisa. Obviamente, ésta pegatina estaba hecha a mano. La llave no podía ser otra que la de "almacén", y cuando la chica abriese el habitáculo, quizás se asustase un poco. El orden era de lo mas escaso, había pales de todos colores, uno al lado del otro, y numerosas cajas tiradas por los suelos. Desde aguacates a papel higiénico rodaban por el suelo, si, como si recién se hubiesen caído de los pales o estanterías del fondo de la sala. Ésta sala era realmente grande, un almacén en palabra y alma.
—Cierra la puerta al entrar al almacén, no queremos que se escapen. El chico de antiplagas vendrá en un par de días. —Interrumpiría la mujer desde su posición, haciendo hincapié en cerrar la puerta.
Si, evidentemente la cosa no era tan sencilla como coger cosas y bajarlas, allí había "algo" mas. Los plásticos estaban roídos, habían agujeros en numerosos embalajes, y todo parecía estar sellado para que nada de lo que había causado ese destrozo escapase hasta la llegada del encargado para ese trabajo.
Ahí quizás una respuesta a porqué no ponían a un chico cualquiera en el trabajo, quizás las ratas fuesen enormes.
La puerta que daba entrada estaba realmente destrozada por la parte interior, y frente a ella había otro habitáculo separado por una puerta metálica, la cuál no estaba menos arañada y mordisqueada. En ésta puerta, tampoco había cartel alguno que la identificase.
Acababa de poner la mano sobre el posamanos de la escalera, cuando se fijó tras estás se encontraba una puerta sin ningún tipo de identificación. En cierta forma, o al menos eso le pareció a ella, casi parecía querer permanecer oculta con discrección. Sin embargo, ahora mismo no tenía tiempo para satisfacer su curiosidad... tenía una misión que cumplir. Así que sin más la chica ascendió por aquellos escalones que se ordenaban en forma de caracol, hasta llegar a la planta superior.
"Bingo" casi celebró la joven al encontrarse prácticamente frente a su objetivo, pues la puerta del almacén la esperaba al fondo del pasillo correctamente señalizada por un cartel "Bueno, un problema menos..." los temores de la joven de perderse en la búsqueda del almacén se disipaban. De hecho, ahora incluso se encontraba un poco más animada... todo le parecía tan fácil ahora que avanzaba a través de aquel pasillo "Llegar, entrar, coger, reponer y largarme de este sitio" no pudo evitar dar un par de palmadas con las manos, el día empezaba a mejorar.
Se detuvo frente a la puerta, sacó el llavero y buscó la llave correspondiente, sin más dilación abrió la puerta mientras avanzaba hacia el interior del almacén.
"¿qué...?" Izumi se quedó prácticamente congelada un instante, con la mano sujetando el pomo de la puerta mientras su mirada se perdía en el caos que reinaba en aquel almacén, mirase donde mirase nada estaba en su sitio. El contraste con el exquisito y pulcro orden de la tienda era demencial, allí pasaba algo raro "Esto no es normal" la chica soltó el pomo de la puerta y avanzó un par de pasos más hacia el interior, aún incrédula.
—Cierra la puerta al entrar al almacén, no queremos que se escapen. El chico de antiplagas vendrá en un par de días. —
En un acto reflejo se llevó la mano al pecho, la repentina apareció de la mujer a su espalda casi le cuesta un infarto. La pelirosa se volteó hacia la mujer, aún recuperándose del susto —Vaya susto...— murmuró para sí misma mientras se acercaba hasta la puerta para cerrarla "Así que una plaga..." cerró la puerta y vio que está estaba totalmente destrozada "Puff..." fuese lo que fuese lo que había hecho aquello seguro que no era simpático —¿Qué tipo de plaga?— preguntó la joven mientras se daba la vuelta y avanzaba un poco en el almacén. Al fondo pudo divisar otra puerta en un estado lamentable, parecía ser una continuación del almacén pero esta no estaba señalizada.
Encontrar todo lo que necesitaba allí le iba a llevar un buen rato, eso sin contar con la posibilidad que la "plaga" hiciese acto de presencia, pues fuese lo que fuese debía de ser grande y con malas pulgas "Me pregunto si en lugar de contratar shinobis para reponer no lo habrá hecho para que nos encarguemos de lo que sea que haya en este almacén..."
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Tras cerrar la habitación, el silencio se hizo mas intenso. Parecía que las paredes y puertas estaban aisladas, al menos esa sensación daba. Pero entre todo el silencio dentro de la habitación, unos plásticos resonaron como si algo los hubiese movido. El sonido procedía del fondo de la sala casi, de los pales mas lejanos. Si la chica se fijaba, hasta podía ver el movimiento de los plásticos mas bajos que debían hacer de soporte al conjunto. La tarea parecía algo mas complicada que la de un mero reponedor.
De nuevo, un ruido algo mas cercano de plásticos a escasos metros de la chica, algo parecía acecharla sin querer ser visto. Entre plásticos, latas, y numerosas cajas; la tarea se avistaba realmente complicada. Bueno, la tarea de encontrar las cosas, nadie había pedido ayuda con la plaga.
* ¡Hiiic! ¡Hiiic! ¡Hiiic!*
Por primera vez, las dueñas del habitáculo ofertaron palabras. Si, quedaba claro que se trataba de ratas, y a juzgar por el sonido de los roedores, así de las cosas que movían a su paso, no parecían ser para nada pequeñas.
Tras cerrar la puerta, la sensación de ser observaba se hizo mucho más intensa. La chica paseo la mirada por la habitación, tratando de localizar algún indicio de lo que allí se ocultaba... De nuevo el sonido de plástico y otros objetos al removerse, le hizo fijar su atención en el fondo de la habitación "¿Qué será..." la joven se estaba poniendo nerviosa y aún más, cuando el sonido comenzó a propagarse lentamente por toda la habitación. Ahora ya no sólo estaba en el fondo de la sala, si no a unos metros a su derecha "o serán?" un escalofrío recorrió su espalda, tenía la impresión de que se acababa de meter en la boca del lobo al cerrar aquella dichosa puerta
"La primera balda que tengo que llenar son tomates, salsas y condimentos..." Izumi decidió intentar centrarse en su misión, quizás si no molestaba a los moradores del almacén estos optarían por hacer lo mismo con ella "¿Pero dónde diablos están?" todo estaba tan revuelto que era imposible distinguir cualquier atisbo de orden antiguo "Me temo que tendré que registrar palmo a palmo" volvió a repasar la sala con la mirada, tratando de decidir por donde iniciar el rastreo
*¡Hiiic! ¡Hiiic! ¡Hiiic!*
—¡Me cago en...!— la chica saltó hacia atrás asustada, pegando la espalda a la pared
"¿Qué ha sido eso?" la pelirosa en su vida había escuchado a un grupo de ratas, ni siquiera el sonido de una... por lo que era incapaz de reconocer el sonido que estás producían, lo que la desconcertó aún más "¿Por qué a mí...?" se despegó un poco de la puerta para recuperar la compostura "Vamos... Izumi... vamos... no puedes olvidar que es una misión... da igual lo que sean esas cosas... tu eres una kunoichi entrenada..."
*¡Hiiic! ¡Hiiic! ¡Hiiic!*
La chica volvió a recular contra la puerta, mientras el sonido de objetos moverse volvía a repetirse "No, no y no..." se separó de la puerta envalentonándose "No estuviste en aquel carro o esa maldita posada para fracasar ahora aquí" se fijó en los lugares donde las cosas se movían "Si quiero cumplir mi sueño de ser guardaespaldas de Morikage-sama no puedo acobardarme por unos cuantos bichejos... aún así lo mejor será que evite las zonas donde están..." tragó saliva mientras giraba a su izquierda para comenzar a repasar el área cercana a la puerta mientras rezaba por encontrar lo que buscaba "Céntrate Izumi: Salsas, Tomates y especias" se repitió mientras comenzaba a remover el desorden que tenía ahora delante, aunque sin poder evitar lanzar alguna que otra mirada hacia atrás o el fondo de la sala para cerciorarse que aquellas cosas no se lanzaban contra ella
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Por donde la chica comenzó a investigar, había numerosos ingredientes de cocina; tabasco, salsa de tomate, tomate triturado, cebolla, ajo, mantequilla, algún que otro cuchillo que se había descarrilado, pan de molde, perejil, salsa de soja. Todos ellos estaban en packs unidos por film de al menos 4 unidades o frascos, aunque evidentemente muchos de éstos packs estaban divididos a manos —o dientes— de los repudiados roedores.
Mientras que la pelirosa rebuscaba en ese desorden, los ruidos de patitas se hicieron aún mas audibles, activas como nunca ante presencia ajena. ¿Qué hacía una humana en los dominios de los roedores? Debían investigar, ella no era la única con esa labor. Entre pasitos, quejidos dirigidos a la chica, y golpes no intencionados contra el mobiliario, la presencia de los roedores cada vez era mas cercana a la genin.
Sin embargo, ninguna llegó a acercarse o asomarse tanto como para ser vista. Las muy malévolas sabían bien cómo moverse. Unas auténticas amas del arte del ninjutsu.
Izumi se agachó apoyándose sobre sus rodillas para comenzar a rebuscar mientras gateaba por la zona izquierda desde la puerta, rezando para encontrar todo lo que necesitaba para poder rellenar al menos la primera balda sin tener que vérselas con aquello que se ocultaba entre el desorden del almacén.
"Vaya, parece que estoy teniendo suerte" la joven no pudo evitar animarse conforme iba sacando ingredientes que recordaba necesitar: tabasco, salsa de tomate, tomate triturado, cebolla, ajo, mantequilla, algún que otro cuchillo que se había descarrilado, pan de molde, perejil, salsa de soja.
Entre el desorden puedo contemplar envases dañados por lo que parecían ser garras o marcar de dientes, incluso quizás una mezlca de ambas cosas "Sea lo que sea que hace ese ruido estoy segura de que no debe ser agradable a la vista" en la imaginación de la chica comenzaban a aparecer monstruos de las formas más inverosímiles, aunque nada parecido a una rata.
La kunoichi recogía aquellos que se encontraban intactos y los agrupaba pegados a la pared, junto a la puerta mientras seguía con el proceso. Aquellos que estaban demasiado dañados, los colocaba en un montón a su derecha a modo de barricada.
Distraída por el trabajo, no se fue percatando de que su presencia en aquel lugar empezaba a suscitar como mínimo curiosidad en las okupas del lugar que poco a poco, ante su ignorancia, se iban cercándola
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La chica comenzó a ordenar los productos dependiendo de su estado, los menos dañados los iba apartando hacia la puerta, mientras que el resto lo iba poniendo a modo de barricada. Sus expectativas seguramente serían acumular una gran cantidad de productos para bajarlos de una sola tacada, lo cual no era una idea disparatada. Su concentración en la tarea sin embargo hizo que ésta se alejase un poco de la cruda realidad, estaba siendo rodeada por una plaga de okupas bastante curiosos.
De pronto, algo rozó la pierna de la kunoichi.
Para cuando ésta mirase, se encontraría de cara con uno de éstos roedores, mirando con curiosidad a la nueva. Incluso se puso de pie, buscando mejorar su percepción sobre la pelirosa. Su hocico se contrajo una y otra vez, olisqueándola, mientras que producía ese característico sonido ratuno.
¡Hiic! ¡HiiiiiiC!
La susodicha rata mediría al menos 30 centímetros sin contar la cola, un auténtico y enorme ejemplar adulto, que sin lugar a dudas no temía a la kunoichi. ¿Temería la kunoichi a ésta?
Ajena a la maniobra pinza que estaba sufriendo, la pelirosa se afanaba en reunir todo lo que podía y clasificarlo en sus dos montoncitos. Había que reconocer que el trabajo le estaba gustando, casi se había olvidado de todo lo pasado para llegar al lugar e incluso de que se encontraba en una habitación rodeada por extrañas y feroces criaturas.
En una de las vueltas para colocar una caja de tomate en conserva, notó como algo rozaba su pierna. Se dio la vuelta lentamente, un tanto nerviosa pues no sabía muy bien que iba a encontrarse de frente. Nada más girarse se encontró frente a ella una enorme bola de pelo, apoyada sobre sus patas traseras, orejillas echadas hacia atrás y un largo hocico en forma de cono que daba un peculiar aspecto a la cabeza de aquel animal, con el cual la olisqueaba de forma curiosa.
Izumi ladeo la cabeza, aún con la lata de tomate entre sus manos —¡Qué mono!— lanzó la lata de tomate hacia atrás para liberar las manos y tratar de abrazar al animal como si de un osito de peluche se tratara. Al contrario que la mayoría de las chicas, la kunoichi era una amante de los lagartos y cualquier animal peludo o achuchable que se le cruzase —¡¿Qué eres tu pequeñajo?!— le pregunto de forma retórica con la voz con la que se habla a los cachorritos o bebés
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19/04/2017, 17:45
(Última modificación: 19/04/2017, 17:46 por Aiko.)
La olisqueadora nata permaneció inmutable, identificando a la pelirosa con la curiosidad de su archienemigo —Un gato— incluso cuando ésta ladeó la cabeza y le habló por primera vez. La chica soltó la lata que tenía entre manos, y se abalanzó a abrazar a la rata sin piedad, para achucharlo al grito de "¿¡Qué eres tu pequeñajo!?". El animal, no supo ni cómo reaccionar. Quedó en el sitio, y fue atrapado por la kunoichi en su abrazo.
Quizás de naturaleza benévola, o bien paralizada del miedo, la rata no opuso resistencia alguna. El olor del animal inundó las fosas nasales de la chica en ese mismo momento, golpeándola con intensos matices de humedad y algo de suciedad. Casi era como haber abrazado una bolsa de basura, solo que peluda y autómata.
La rata continuó olisqueando a la chica conforme ésta la acercaba hacia su pecho en el abrazo, con sus enormes orbes negros fijos en los de la pelirosa. Su hocico respingaba en cada bocanada de aire que tomaba por la nariz la rata, y sus bigotillos se movían al compás también. *¡HIIIC! ¡HIIIC!* El sonido que antes había escuchado fue repetido por el animal que tenía entre las manos, aunque no fue el único con esa labia. Alrededor de la chica, aunque ocultos, resonaban al menos una decena de animalejos como el que tenía entre manos.
Nada más fundirse en un abrazo con el animal, Izumi, notó como un olor penetrante inundaba sus fosas nasales. La chica separó al animal un poco mientras este le olisqueaba de manera curiosa —Puff— la chica contrajo la nariz en un acto reflejo —Necesitas un buen baño amiguito—
¡Hiic! ¡HiiiiiiC! pareció ser la respuesta del animal, lo que hizo a la chica recordar porque estaba allí... lo que desembocó en una conclusión bastante lógica: lo que tenía entre las manos era parte del problema de aquel almacén
—¡Vaya!— la joven dejó al animal en el suelo frente a ella —Así que has sido tu quién a hecho todo esto— un sonido parecido al producido por el animal le dejó entrever que quizás no fuese el único que había en aquella sala —Vale, tienes amiguitos— la chica le acarició la cabeza con mimo —No entiendo como habéis podido armar este caos, con lo monos que sois— la chica revisó la sala con la mirada, había algo que no le cuadraba en todo aquello —¿Cómo habéis llegado aquí dentro?— no le cuadraba para nada la situación, pues suponía que si los animales se hubiesen colado por algún hueco oculto no tendrían por qué haber atacado las puertas puesto que podrían haber salido por donde entraron llevándose al alimento... sin embargo, parecían estar desesperadas por derribar las puertas y el único motivo que se le ocurría es que no podían salir de allí —Supongo que no podéis salir de aquí y por eso esta todo así— se levantó lentamente —Debe haber alguna manera de sacaros, así la señora se quita un problema...— de repente las palabras de la estirada mujer aparecieron en su mente —¡Oh no!— acababa de recordar que esta le había comunicado que había llamado al chico de antiplagas. Se llevó las manos a la boca para que su voz no escapase [color=lime]—Puggahg— el aroma y fragancia de su inesperado amiguito volvió a ser tan intenso como cuando lo tenía abrazado —Definitivamente, cuando os saque de aquí, os daré un buen baño— empezaba a planear como sacarlas de allí, cuando recordó que estaba en plena misión. Se mordió el labio sintiéndose culpable por desviarse del objetivo
"Así no llegaré nunca a cumplir mi sueño" se regañó "pero tampoco puedo dejarlos aquí a su suerte" estaba en una dura encrucijada y necesitaba una solución "Bueno... es parte de la misón al fin y al cabo" se empezó a discutir así misma "Si las sacase de aquí, podría reponer mucho más rápido, quitaría un problema a la dueña y salvaría a estos animalitos" la chica caminó hasta el centro de la sala "Quizás se les cerró el sitio por donde entraron y ahora no puede volver" aquella idea le pareció bastante lógica, así que sin más la chica comenzaría a caminar con cuidado entre aquel desastre hacia las esquinas de la sala buscando una posible entrada bloqueada para liberarlas
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No le faltaba razón a la chica en cuanto al baño refiriendose al animal, le hacía falta, y mucho. Tanto olía, que tuvo la irrevocable necesidad de apartarsela un poco, era un olor casi vomitivo. Pese a todo, seguía pareciendole un animal de lo mas mono y achuchable, incluso le acarició la cabeza; gesto que la rata al principió rechazó un poco, pero curiosamente no la mordió ni nada. Eso si, a cada minuto que pasaba entre sus manos, la rata comenzaba a moverse mas, mas y más. Finalmente, ésta la dejó en el suelo, y comenzó a revisar con la mirada si había algún agujero en la pared, o algo similar.
El desorden era tal, que raramente vería algo parecido.
La rata que soltó se escabulló entre los plasticos y latas del suelo, no los de su montoncito bueno, si no en el que había puesto como barricada. Evidentemente, algunas de éstas latas y bricks cayeron al suelo, resonando y armando un pequeño jaleo. Entre tanto, la chica se había levantado del sitio, y había comenzado a tramar cómo liberar a los animalejos para que éstos no fuesen exterminados. Lamentablemente, quizás estaba dejando de lado su principal cometido, rellenar las estanterías.
Por mucho que buscase, las ratas no había dejado por el lugar ningún tunel de entrada o salida. El motivo por el cuál estaban en esa habitación y sus puertas dañadas sin duda reflejaban un caso extraño, fuese como fuese, habían tenido que llegar hasta allí de alguna otra manera. Si bien no habían llegado por donde la chica había entrado, había de ser por la puerta del final del almacén, no había otra.
Para cuando se diese cuenta, las pilas que había formado con cosas en buen estado, terminarían por desmoronarse dramáticamente. Tres de esos animales que había tomado hacía unos minutos se encargaban de derrocar esa fea acumulación de productos fuera de sus leyes, esas cosas estaban prohibidas en su dictadura. Cada animalejo de éstos tiraba desde un punto de esa improvisada formación de productos, olisqueando con curiosidad qué habían derrocado.
Mientras Izumi oteaba el lugar en busca de una posible salida para los animales, las ratas decidieron que era hora de explorar los montones de comida que había recuperado con tanto esfuerzo. El sonido de latas cayendo al suelo la hizo voltearse
—¡EH!— indignada comenzó a caminar hasta el lugar donde los animales estaban husmeando —¡Qué me ha costado mucho trabajo juntar todo eso!— la chica cogió a una de las ratas, levantándola en el aire con ambas manos —¡Por muy monas que seáis no voy a dejar que me fastidiéis mi trabajo!— apartó al animal dejándolo en el suelo, tras ella, antes de agarrar al siguiente animal de la misma forma —¡Dejad de tirar todo!— retiró al animal que tenía ahora entre manos, para después dirigirse hasta la siguiente y volver a repetir la operación —¡No lo volváis a hacer!— [/color]regañó la joven interponiéndose entre las ratas y sus posesiones recuperadas al caos animal.
Se afanó en volver a reunir todo en un montón, no quería que su esfuerzo se echase a perder. Al fin y al cabo tenía una misión que cumplir y, aunque deseaba salvar a aquellos animales de una muerte segura, no permitiría que ninguno de ellos se interpusiese entre ella y su futuro junto a Morikage-sama
"No veo ningún sitio por el que hayan podido entrar" le daba vueltas al tema mientras reordenaba su montón, vigilando que ninguno de aquellos animales volviese a acercarse lo suficiente como para tirarlos de nuevo "Quizás entrasen por la otra sala y luego quedasen aquí encerradas" sin embargo, cruzar toda la habitación hasta la otra puerta se le antojaba un imposible pues sabía que en cuanto se alejase un poco de su ordenado montón los animales volverían a destrozarlo todo "Mierda... estoy en una encrucijada..." ante aquella disyuntiva la chica empezaba a plantearse en centrarse simplemente en su misión principal, rellenar los estantes "Me temo que muy a mi pesar, no puedo hacer otra cosa que no sea cumplir con mi misión..." sin embargo, el mismo problema se presentaba ante ella: Una vez que saliese de la habitación con las cosas, los animales volverían a desordenarlo todo "Esto va a ser más complicado de lo que me imaginaba" la joven se incorporó lentamente dedicando una mirada general a la sala, el caos era verdaderamente asombroso y un tanto desquiciante si tenías como objetivo recuperar objetos de entre él. Volvió la mirada hasta la puerta y una idea surgió en su mente "¡Ya sé, reuniré todo junto a la puerta, por el lado derecho así solo tendré que abrir un poco la hoja para sacar todas las cosas al pasillo poco a poco y así poder rellenar más fluidamente" así que sin más la joven comenzó a desplazar todas la cosas que tenía reunidas al lado derecho de la puerta, le llevó un par de minutos cambiar la ubicación de las cosas pero una vez lo había hecho abrió un poco la puerta y con ayuda de una lata la dejó apenas abierta para poder sacar las cosas. Se agachó y comenzó a sacar las latas y demás objetos todo lo rápido que pudo. Una vez acabado el proceso, si lo conseguía volvería a cerrar la puerta para volver a repetir la operación y poder así rescatar todo lo posible del almacén antes de rellenar las baldas
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