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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
«¿No me ha pegado? ¿Ni se ha levantado gritando? ¡Joder, esto funciona!»

Akame separó sus labios de los de la kunoichi, saboreando con la punta de la lengua aquella dulzura húmeda y carnosa. Notó entonces cómo Koko se movía, echándose encima suya a horcajadas con las piernas abiertas y apoyadas en la cama. El Uchiha estaba rojo como un tomate, y el rubor era tal que parecía incluso mareado. Sus ojos sólo podían fijarse en el rostro que tenía ante él, tan apetecible, tan...

¿Vas en serio?

La pregunta le tomó por sorpresa, como una emboscada bien planificada. «¿Cómo que si voy en serio? ¿En serio qué? ¿Que si quería besarla en serio? ¿Que si lo haría otra vez? Por todos los dioses, ¡pues sí! Pero, ¿a qué se refiere exactament...?»

Akame hubiese querido tener algo más de tiempo para pensar una respuesta que, intuía, era importante. Necesitaba información, un poco de luz en aquella oscuridad de ignorancia adolescente. Pero entonces algo interrumpió sus pensamientos. Fue un destello, preciso y rápido. Un destello que conocía bien.

¿¡Pero qué demonios!? —bramó, y como accionado por un resorte se quitó a la kunoichi de encima.

Una vez de pie, cruzó la habitación con dos grandes zancadas y abrió la ventana de un tirón.

¡Lo siento, Koko-san, pero tengo que darle una lección a ese pervertido! —gritó el Uchiha antes de saltar por la ventana.

Una vez fuera, se adheriría a la pared con chakra para poder descender hasta el suelo, con el Sharingan en los ojos y fuego volcánico en el estómago. Buscaría rápidamente a quien quiera que fuese que le acababa de hacer una foto.

«Juro por Susano'o que si es ese entrometido de Chokichi, va a tener que volver a Uzushiogakure en un cajón de pino...»
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#47
La respuesta del Uchiha era más importante para ella de lo que él pudiera imaginarse, por ello iba a mantenerse estática y no permitiría ningún otro movimiento hasta que respondiera, en caso de no ser lo que se esperaba, aprovecharía la falta de tacto para echarle —a patadas de ser necesario— de su habitación.

Pero de un momento a otro, un flash dejó una leve molestia en la vista de la kunoichi quien lejos de suponer que se trataba de una cámara fotográfica, prefirió removerse un poco aún encima del chico para refregarse los ojos con la diestra.

Fue entonces cuando aquel que yacía debajo suyo la lanzó casi con desprecio, sin fijarse en que estaban mal ubicados y que la pecosa no logró apoyarse bien sobre el colchón y se fue de espaldas al piso, quedándole las piernas en alto a causa de la cama.

—¡Joder! —Bramó retorciéndose lentamente.

Aparte del dolor por el golpe, también las quemaduras le provocaron un ardor terrible en toda la espalda que le deformó la cara en una clara mueca de dolor.

Para colmo el shinobi afirmó que iría a por el pervertido y sin más se retiró, sin importarle un pepino la condición de la rubia a la que había besado momentos atrás. «¡Segunda vez! ¡Al tercero lo mato! »Pensó aun removiéndose en el piso.

Curiosamente, mientras se montaba esa escena alguien llamó a la puerta, una chica a juzgar por su voz, decía algo de una chaqueta que… «No es mía »Pero no pronunció aquellas palabras porque seguía tumbada en el piso, cubriéndose los ojos con el antebrazo y apretando fuertemente los dientes al punto que podrían rechinar si intentaba mover la mandíbula.

Podría ir a visitar a aquella chica que le había estado hablando, para indicarle que aquello que se había encontrado no era de ella pero… En su lugar tal vez lo mejor era ahogar un poco las penas en comida, los bollos dulces estaban en el refrigerador y alguien tenía que hacerle los honores.

«Un kilo, dos, tres, da igual, me seguirán tumbando »Pensaba la pecosa en lo que se tomaba todo su tiempo para levantarse e ir a la cocina donde se buscaría los bollos dulces pero… Algo más tentador estaba allí, algo machucado pero el sabor no le cambiaría. Se trataba de un pastel de chocolate con merengue e infinidad de cosas más, muy poco saludables pero tan dulce que un solo bocado empalagaría a cualquiera… Menos a una Kageyama sumamente deprimida.

Al carajo todo lo demás, Akame, el entrenamiento, la salud, todo. Enseguida tomó el pastel la chica cerró la ventana con seguro y de paso le puso las cortinas para evitar más molestias mientras engordaba feliz en su cama.
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