16/08/2017, 21:51
«¿No me ha pegado? ¿Ni se ha levantado gritando? ¡Joder, esto funciona!»
Akame separó sus labios de los de la kunoichi, saboreando con la punta de la lengua aquella dulzura húmeda y carnosa. Notó entonces cómo Koko se movía, echándose encima suya a horcajadas con las piernas abiertas y apoyadas en la cama. El Uchiha estaba rojo como un tomate, y el rubor era tal que parecía incluso mareado. Sus ojos sólo podían fijarse en el rostro que tenía ante él, tan apetecible, tan...
—¿Vas en serio?
La pregunta le tomó por sorpresa, como una emboscada bien planificada. «¿Cómo que si voy en serio? ¿En serio qué? ¿Que si quería besarla en serio? ¿Que si lo haría otra vez? Por todos los dioses, ¡pues sí! Pero, ¿a qué se refiere exactament...?»
Akame hubiese querido tener algo más de tiempo para pensar una respuesta que, intuía, era importante. Necesitaba información, un poco de luz en aquella oscuridad de ignorancia adolescente. Pero entonces algo interrumpió sus pensamientos. Fue un destello, preciso y rápido. Un destello que conocía bien.
—¿¡Pero qué demonios!? —bramó, y como accionado por un resorte se quitó a la kunoichi de encima.
Una vez de pie, cruzó la habitación con dos grandes zancadas y abrió la ventana de un tirón.
—¡Lo siento, Koko-san, pero tengo que darle una lección a ese pervertido! —gritó el Uchiha antes de saltar por la ventana.
Una vez fuera, se adheriría a la pared con chakra para poder descender hasta el suelo, con el Sharingan en los ojos y fuego volcánico en el estómago. Buscaría rápidamente a quien quiera que fuese que le acababa de hacer una foto.
«Juro por Susano'o que si es ese entrometido de Chokichi, va a tener que volver a Uzushiogakure en un cajón de pino...»
Akame separó sus labios de los de la kunoichi, saboreando con la punta de la lengua aquella dulzura húmeda y carnosa. Notó entonces cómo Koko se movía, echándose encima suya a horcajadas con las piernas abiertas y apoyadas en la cama. El Uchiha estaba rojo como un tomate, y el rubor era tal que parecía incluso mareado. Sus ojos sólo podían fijarse en el rostro que tenía ante él, tan apetecible, tan...
—¿Vas en serio?
La pregunta le tomó por sorpresa, como una emboscada bien planificada. «¿Cómo que si voy en serio? ¿En serio qué? ¿Que si quería besarla en serio? ¿Que si lo haría otra vez? Por todos los dioses, ¡pues sí! Pero, ¿a qué se refiere exactament...?»
Akame hubiese querido tener algo más de tiempo para pensar una respuesta que, intuía, era importante. Necesitaba información, un poco de luz en aquella oscuridad de ignorancia adolescente. Pero entonces algo interrumpió sus pensamientos. Fue un destello, preciso y rápido. Un destello que conocía bien.
—¿¡Pero qué demonios!? —bramó, y como accionado por un resorte se quitó a la kunoichi de encima.
Una vez de pie, cruzó la habitación con dos grandes zancadas y abrió la ventana de un tirón.
—¡Lo siento, Koko-san, pero tengo que darle una lección a ese pervertido! —gritó el Uchiha antes de saltar por la ventana.
Una vez fuera, se adheriría a la pared con chakra para poder descender hasta el suelo, con el Sharingan en los ojos y fuego volcánico en el estómago. Buscaría rápidamente a quien quiera que fuese que le acababa de hacer una foto.
«Juro por Susano'o que si es ese entrometido de Chokichi, va a tener que volver a Uzushiogakure en un cajón de pino...»