Un nervioso Nabi explicó resumidamente lo que me había ocurrido, sus palabras fueron suficientes para que la mujer se pusiera en acción, en cuanto mi cuerpo descansó sobre la camilla los dos hombres y la médica entrarían con movimientos sincronizados, seguramente era porque era su pan de cada día.

— ¿Y ahora qué?— se preguntó con dudas mientras miraba como se marchaban tras las puertas del hospital.

Para su fortuna, uno de los camilleros se habían devuelto al percatarse de que él se había quedado plantado afuera —. ¿Vienes?— sugirió —. No sabemos ni su nombre— completó, después de todo necesitarían toda la información que él pudiera brindarles, sin embargo, el muchacho no duró mucho más tiempo ahí, dejando al Inuzuka totalmente sólo, bueno casi solo, con Stuffy.

Seguí la camilla hasta dentro del hospital. La metieron en una habitación para hacerle pruebas y asegurarse de que no necesitase ningún tipo de intervención y más tarde me informaron que la dejarían dormir y después se asegurarían de que todo estuviese correcto antes de darle el alta. Lo cual sería, como muy pronto, a la mañana siguiente.

Yo les di toda la información que poseía de la chica, que era más bien poca y me dispuse a irme para no volver. Vale, tal vez había sido culpa mía, pero ahora vendría su familia o algo y yo pintaba menos ahí que un amenio en el desierto. Aunque tal vez debía pasarme para ver si estaba bien la mañana siguiente.

Me daba pereza, pero tenía una espinita en la conciencia, como cuando casi mato a Juro. Si me había preocupado por él y había sufrido todo lo sufrible, como atravesar un ingrato bosque, ¿cómo no iba a hacerlo por una compañera?

Tenía que al menos pasarme la mañana siguiente. Por mi villa, por mi honor.