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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Akame había estado callado la mayor parte del camino de vuelta a la Aldea Oculta del Remolino. No sólo porque sus habilidades sociales no fuesen las mejores de todo Uzu no Kuni, si no porque sentía que si abría mucho la boca podría vomitar toda la rabia que acumulaba en sus entrañas. Los recientes sucesos en Ushi le habían abierto la mente a base de palos; primero, Amedama Daruu. Un gennin de la Lluvia que se había escapado de tres ninjas de Uzu, entre ellos un chuunin. Segundo, el chuunin. El shinobi más despreciable, incompetente y patético que Akame había visto en su corta vida. No sólo aquel tipo había demostrado ser un completo inútil, si no que además tenía la disciplina de un cardo borriquero. La prueba de ello la llevaba su compañera, Furukawa Eri, en la mejilla.

Cuando por fin divisaron las grandes puertas de Uzushiogakure, el Uchiha dejó escapar un suspiro. Durante gran parte del trayecto por las tierras del País de la Espiral, Akame había temido que aquel chuunin majara hubiera cambiado de opinión sólo para decidir que tal vez tampoco merecía la pena dejarlos a ellos dos con vida. Pero allí estaban, por fin.

Eri-san, voy directo al Edificio del Uzukage. ¿Querrías acompañarme? —preguntó el Uchiha una vez estuvieron dentro de la Aldea—. Creo que es nuestro deber como ninjas informar inmediatamente de esta situación.

Incluso aunque ella se negase, Akame lo tenía claro. Aquel patético hombrecillo no iba a salirse con la suya. Si la Uzukage no tomaba cartas en el asunto, tal vez él mismo se encargase —en un futuro— de matarlo como al perro rabioso que era.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#2
Akame se había mantenido callado la mayoría del tiempo que habían pasado a solas hacia Uzushiogakure, y Eri en parte lo agradecía pues tan ensimismada iba que si no llega a ser porque estaba acompañada y conocía el camino de vuelta se había perdido dos veces, o puede que tres. No terminaba de comprender como aquella persona a la que acababan de conocer como chuunin de su villa había querido apresar a otra persona que prácticamente no había hecho nada, es más; quería ayudar, ¡y va y lo ataca! ¿Acaso había hecho mal en querer defenderlo? Vale que no lo hubiera dicho abiertamente, pero tampoco veía bien atacarle, él había salvado su vida, después de todo.

Otra cosa que no abandonaba su cabeza era las heridas tanto físicas como psicológicas que el hombre le había hecho, ya que no solo le había pegado, a ella, sino que había resultado ser un maldito machista que incluso cuestionaba a la Uzukage, ¡A Shiona! Eso era inaudito, ella podría ser inútil, llorona, lo que quisiese decir aquel hombre, pero Shiona era carne de otro costal, a ella no se la insultaba y luego se marchaban de rositas, no.

—Eri-san, voy directo al Edificio del Uzukage. ¿Querrías acompañarme? Creo que es nuestro deber como ninjas informar inmediatamente de esta situación.

Parpadeó varias veces para observar que ambos ya estaban en la aldea, frunció el ceño ante su inconsciencia para luego mirar al Uchiha que todavía estaba a su lado.

Eh, ¡claro! Esto no puede quedar así. — Alegó una vez se mentalizó de lo que había dicho, lo mejor era informar a los encargados, a altos cargos en los que de verdad confiar. ¡Lo que fuese con tal de acabar con la tiranía machista que los oprimía! Así que cambió su rumbo al edificio de la Uzukage.
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#3
El Uchia asintió, tratando de aparentar seguridad. Le hubiera encantado decir que estaba tan convencido de su plan como quería hacer ver a Eri, pero no era cierto. La amenaza de aquel chuunin todavía pesaba en sus pensamientos, y aunque Akame tenía claro que dentro de la Aldea era imposible que aquel tipo la ejecutase —si es que no le cortaban las pelotas de inmediato—, no se sentía tan confiado como antes abandonando los límites del Remolino.

Sea como fuere, los dos gennin llegaron finalmente frente al impresionante puente que, sobrepasando las aguas bravas que rodeaban al Edificio del Uzukage, les permitía la entrada al mismo. Akame cogió aire y alzó la mirada, intentando —en vano— empaparse del temple feroz de aquellos remolinos.

«Vamos allá».

Sus dedos se aferraron al pomo de una de las hojas de la puerta, tiró con fuerza y se internó en el Edificio. Una vez allí, buscaría el mostrador de recepción para pedir hablar con Shiona. Era consciente de que podían mandarle al diablo, pero tampoco es que tuviera otro plan.
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Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#4
Era como si una fuerza mayor que ella la empujase a hacer el bien, a hacer pagar a aquel hombre por su insolencia, pero por otra parte tenía miedo: miedo de que no la creyesen, miedo de que el hombre descubriese que habían contado lo sucedido y, por ende; él acabase cumpliendo su parte de lo prometido.

«Venga Eri, aquí no debería poder hacerte nada... ¿No?»

Sin embargo, ahí estaban ambos, acercándose al gran edificio en el que se encontraba su Kage. Las puertas parecían hoy estar cerradas pero podría ser por el calor, razón seguramente ajena para la de ojos violáceos. Eri tragó saliva y deslizó un segundo su mirada hacia Akame que parecía infinitamente más confiado que ella y lo envidió por unos segundos, pero tampoco sabía si lo estaba o solo aparentaba.

«Aunque debo decir que allí la que peor se comportó fui yo...»

Fue él quien abrió la puerta y se internó primero, seguido de la de cabellos purpura que dejó la puerta tal y como estaba. Una vez allí, volvió a colocarse a la par de Akame, directos a la recepción del lugar.
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#5
Cuando entraron en el edificio, se encontraron de lleno con aquella a quien habían ido a buscar: Uzumaki Shiona estaba de pie frente al mostrador, sujetando un buen montón de papeles. Una apresurada secretaria cogió otro montón de encima de la mesa y salió corriendo hacia una habitación en la izquierda.

—¿Mmh? —Shiona abrazó los folios contra su pecho y se dio la vuelta. Los observó con cierto brillo de curiosidad en los ojos. No pudo evitar fijarse en la marca que Eri tenía en la mejilla—. ¿Sí? ¿Necesitabais algo? Mi secretaria va a estar ocupada un rato, así que os puedo atender. ¿Es algo importante?

Daruu al habla. Cojo esta trama con mis huecos de rol.
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#6
Akame casi se atrangató cuando, en lugar de divisar a la amable secretaria que él esperaba, se topó de repente con una imponente figura de cabellera rojiza y ojos color violeta. Uzumaki Shiona estaba allí, ante ellos, con un buen montón de papeles entre las manos. Les dediccó unas palabras amables que Akame no supo cómo interpretar.

Shiona-sama —balbuceó, haciendo una profunda reverencia—. Disculpe la indiscreción, pero precisamente la estábamos buscando a usted.

El Uchiha daría unos momentos a su compañera para que ésta se presentase debidamente, y luego lo haría él.

Mi nombre es Uchiha Akame, a su servicio —anunció, con una inclinación de cabeza; esta vez, mucho más leve—. Vengo a toda prisa desde Ushi, junto a mi compañera, para informarle de algo de suma importancia.

¿Cómo abordar el tema? Akame era consciente de la gravedad del asunto, tenía que andar con cuidado. Para más inri, aquella mujer le ponía nervioso con su sola presencia y rompía sin apenas esfuerzo la barrera de calma y tranquilidad que a él le caracterizaba. Mantenerse impasible frente a la mismísima Uzukage no era un juego de niños como cuando se dedicaba a desconcertar a sus compañeros de clase.

Al final decidió que lo mejor sería dejar que Eri empezase. Al fin y al cabo, había sido ella quien se había cruzado con el shinobi de Ame en el Cráter de la Hoja, y la que había sufrido el ataque de aquel ninja impostor. Cuando llegase a la parte de la taberna, intervendría él.

Cuando nos encontramos en la taberna, me pusieron al tanto de lo que había ocurrido. Mientras hablábamos, el encargado del local se nos acercó afirmando que era un shinobi del Remolino asignado a una misión de rango B relacionada con estos ataques —comenzaría el Uchiha apenas Eri le cediese el turno—. Aseguró que su deber allí era muy importante, así como la información que habíamos descubierto nosotros —torció la boca en un gesto de desprecio—. Así que nos ordenó que matásemos al shinobi de Amegakure... Pero escapó.

El Uchiha bajó la mirada y apretó los puños, avergonzado. Acababa de quedar como un inútil frente a Shiona.

Presa de la ira, nuestro mando golpeó a Eri-san —masculló—. Luego la insultó, y a usted también. Dijo que todo esto era por permitir a kunoichis ejercer puestos de autoridad. Después, nos mandó de vuelta a Uzushiogakure y nos aseguró que nos mataría si se lo contábamos a usted.
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#7
Eri sintió como su corazón comenzaba a latir con más fuerza de lo normal. La mismísima Shiona se encontraba en la recepción del edificio, dispuesta a atenderles ella misma pues la secretaria no podía hacerlo en esos instantes. La joven intentó recomponerse, pero al igual que parecía Akame, solo podía atinar a estar muy, pero que muy sorprendida.

La joven imitó al Uchiha haciendo una gran reverencia que si no llega a ser por su corta estatura habría terminado pegando su cabeza contra el suelo. Luego subió su cuerpo lentamente mientras Akame hablaba.

Mi nombre es Furukawa Eri, Shiona-sama. — Volvió a hacer una reverencia.

— Vengo a toda prisa desde Ushi, junto a mi compañera, para informarle de algo de suma importancia.

Eri asintió ante las palabras mientras intentaba tragar sin que sonase. Todavía no se creía que Shiona estuviese ahí, esperando a poder ayudarles. Ella sentía que no era tan importante como para que Shiona les atendiese en persona, aunque venían expresamente por ello, claro; pero una cosa era pensarlo y otra cosa que pasase.

Al final Akame no continuó, así que ella era la que tenía que empezar a relatar lo que había ocurrido. Tomó un poco de aire y buscó las palabras adecuadas.

Estaba en el Bosque de la Hoja cuando me encontré a un ninja de Amegakure en el cráter donde una vez estuvo Konohagakure. — Comenzó un tanto dubitativa. — Hablamos un poco hasta que alguien nos atacó. — No pudo evitar sentirse mal porque había intentado ayudar a un ninja a matar al chico que le había salvado la vida. — Aquel hombre llevaba una bandana con el símbolo de Konoha grabado en ella, y nos quiso echar del cráter alegando que si no nos íbamos acabaría con nosotros, así que nos fuimos. — Tampoco recordaba bien esa parte, pero porque tenía tanto miedo que lo único que recordaba era como quería huir de allí. — El ninja de Amegakure dijo que podríamos comunicárselo a las aldeas para avisar de lo que estaba ocurriendo, así que fuimos a Ushi donde encontramos a Akame-san y a otra persona...

Fue el turno de Akame para hablar, y mientras él hablaba la joven se fue sintiendo cada vez más avergonzada por lo sucedido. Daruu se había escapado, el chuunin le había pegado e infrovalorado, y para colmo no había podido defender a su Kage, así que agachó la cabeza y esperó a que les creyese.
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#8
Shiona escuchó el relato aparentemente sin inmutarse, pero por dentro estaba bullendo de pura ira. Apretó los puños, y los dientes, cerrando la mandíbula con fuerza. Espero a que ambos genin hubieran acabado, y después, con un quedo hilo de voz, pidió:

—Acompañadme al despacho, por favor.


···


Shiona se acomodó en el sillón e instó a los genin a que hicieran lo mismo, señalando con la mano a dos sillas apartadas en un rincón de la sala.

—Sentáos, por favor.

Una vez los jóvenes hubieron tomado asiento, Shiona intervino por fin:

—Takeuchi Iwara, traidor a Uzushiogakure. Enviamos un comando especial de ANBU cerca del cráter de Konohagakure y les dijimos que fingieran ser una secta que veneraba la antigua aldea. Iwara pensaba reunir a unos cuantos hombres y asesinarme, tomar el control de la villa. Como comprenderéis, eso ocasionaría una guerra civil. No podíamos permitírnoslo. Sus camaradas han sido enviados a otra misión falsa. A estas alturas ya deberían de estar muertos.

»A veces hay que hacer el trabajo de forma sucia, deshonrosa, para eliminar a alguien que ha faltado al honor. Sois muy pequeños para comprenderlo, pero algún día lo haréis. Los amigos y familiares de Iwara, que no tienen la culpa de nada, no estarían muy contentos si lo ejecutase públicamente. Es mejor así.

Shiona se agachó y sacó de debajo de la mesa un par de bricks de batido de chocolate, para sorpresa de los genin y en contraste con su aspecto, siempre formal, muy serio.

—Lo siento mucho, chicos. No quería que os involucrárais en estas cosas. Me alegro que no haya pasado algo peor. No os preocupéis, Iwara morirá muy pronto.

»En cuanto a ese chico de Amegakure... Esto no puede quedar así. Os voy a encargar una misión importante.
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#9
De primeras, Akame no supo si la indiferencia de su Uzukage ante el grave asunto que le estaban contando era real o fingida. Luego pasó a preguntarse, directamente, si era buena o mala —para ellos, claro está—. ¿Y si la habían ofendido de alguna retorcida e imprevisible manera? El jovencito Uchiha nunca había cruzado una sola palabra con aquella mujer, una figura imponente que llevaba el peso de toda la Aldea sobre sus centenarios hombros. Toda una leyenda, dentro y fuera de Uzushiogakure.

Y allí estaba él, un simple gennin. Hablando con ella.


...


Akame se sentó en una de las sillas que Shiona señaló. Le sudaban las manos. Pocas veces se había puesto tan nervioso; sentía que absolutamente nada de lo que ocurría estaba bajo su control. Y para él, eso era un sufrimiento peor que cualquier dolencia física.

Todo se disipó cuando la Uzukage empezó a hablar. Su voz llenó la cabeza de Akame de una marea de sensaciones incontrolables. Sorpresa, primero. Admiración después, al conocer el plan de Shiona y el verdadero origen de aquel misterioso "culto a la Hoja". Sincera y pura satisfacción, por último, al conocer el destino —bien merecido— que le aguardaba a aquel inútil, traicionero y patético hombrecillo.

«Espero que sufra como se merece, maldito perro sarnoso...»

No pudo controlar sus pensamientos, que se materializaron en una tímida sonrisa recorriendo su rostro. Se imaginó a sí mismo formando parte del cuerpo ANBU del Remolino, cazando a miserables como aquel tipejo de Ushi, dándoles muerte tal y como se merecían. Aquellos oscuros pensamientos parecían más un sueño que una pesadilla para él...

Eso le asustó un poco.

Volvió a la realidad cuando vio como la Uzukage ponía sobre la mesa un par de... ¿batidos de chocolate? El Uchiha quedó atónito. Pero mayor fue su sorpresa cuando Shiona les habló de una misión. Una misión relacionada con Amedama Daruu, el shinobi de Amegakure.

Lo que usted ordene, Uzukage-sama —contestó el muchacho, bajando la mirada en señal de respeto.
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#10
Después de que ambos shinobi relatasen lo sucedido, Eri se sintió un poco decepcionada al ver que el rostro imperturbable de Shiona no cambiaba ni un ápice, como si de verdad no le interesase el problema. Pero no les dejó ir, por el contrario, la invitación de la Uzukage brindó un poco de esperanza en la joven que siguió a la mujer sin rechistar.

• • •

Ambos tomaron asiento en las dos sillas que se encontraban un tanto apartadas del lugar, y por fin Shiona intervino, contándoles sobre Iwara, que así se llamaba el chuunin que habían tenido la desgracia de conocer; un traidor a la villa, y que todo lo de Konohagakure era una treta para acabar con él. La pequeña comprendía a medias que lo hicieran así, más por sus familiares que culpa no tenían, pero por otro lado, ¿por qué, entonces; le habían atacado? Entendió que por seguir el papel, pero... ¿Y si la hubieran dado?

Negó en su interior, no la habían dado, estaba bien, y el hombre que se había propasado con ella encontraría justicia.

Parpadeó varias veces cuando Shiona sacó un par de bricks que dejó sobre la mesa, incrédula, incapaz de creer que su Uzukage sacase unos batidos de debajo de la mesa, sin embargo, no sabía si se los estaba ofreciendo a los genin o... Bueno, no quedaban muchas opciones más. Pero se olvidó de todo aquello cuando mencionó el encargo de una misión importante, con el corazón latiéndole con fuerza.

Siempre a su servicio, Shiona-sama. — Imitando a Akame, inclinó un poco su cabeza, intrigada por saber de qué trataba aquella misión.
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#11
—Me gustan las formalidades, pero habéis pasado por muchas cosas últimamente. Creo que podéis respirar tranquilos ahora mismo. —Shiona se quitó importancia cuando los muchachos le hicieron la reverencia.

Se levantó. Caminó hacia la parte trasera de su sillón, encarándose a un ventanal desde que se podía ver el resto de la aldea. Colocó las manos detrás de la espalda, y se agarró una con otra, pensativa, durante unos instantes.

—Es una misión de rango D, pero no por ello quiero que os la toméis con menos importancia —les dijo—. Quiero que viajéis hacia el País de la Tormenta, y busquéis a ese tal Amedama Daruu.

»Quiero que le pidáis disculpas en vuestro nombre, en mi nombre, y en nombre de todo Uzushiogakure. Es posible que el muchacho reporte lo sucedido a su kage, tal y como habéis hecho vosotros, o se lo cuente a algún familiar. Quiero estar segura de que todo queda tranquilo de nuevo. Que no haya ningún rencor ni conflicto. Sentar los cimientos de la paz, de la estabilidad. Así es como debe ser.

»Deberíais averiguar si se lo ha contado a alguien importante. Si es así, mandaré una misiva para explicar lo que ha pasado. Pero prefiero no enviar ningún halcón hasta que no sepamos si, quizás por miedo, no se lo ha contado a nadie. Si lo enviamos y resulta que ha sido así, habremos creado una pequeña rencilla sin necesidad. Levantado rencores y sospechas para nada. ¿Entendido?
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#12
Cuando Shiona les dio permiso para relajarse, Akame notó como si le hubiesen quitado un enorme peso de encima. Sus hombros se destensaron, al igual que su mandíbula, la espalda se acomodó libremente al asiento y de repente se notó la garganta extraordinariamente seca. Entonces fue como si un vacío sin fondo se le hubiera formado en el estómago y la cabeza empezó a darle vueltas. Se dio cuenta de que estaba cansado, muy cansado; agotado más bien. La urgencia de llegar a la Aldea y transmitir a la Uzukage lo sucedido le había mantenido en vela, apático pero en movimiento, como un muerto viviente. Ahora sentía como si estuviese a punto de desmayarse.

Empezó a recordarlo todo. Las pesquisas que le habían llevado hasta Ushi en busca de aquel libro genealógico Uchiha. La tozudez de los lugareños. El encuentro sorpresa con Eri y Daruu. Lo sucedido después con el chuunin traidor.

Con las manos temblorosas abrió el brick de batido de chocolate y se lo llevó a los labios. Bebió durante unos segundos, con tragos largos y nada disimulados. A medida que aquel nutritivo líquido le recorrió la garganta, Akame sintió cómo volvía a la vida.

Luego vino lo peor. La solución de Shiona a aquel inesperado contratiempo era mandarlos al País de la Tormenta, a buscar al tal Daruu. Akame no pudo evitar que el abatimiento se le dibujase en el rostro.

¿Por dónde empezaremos a buscar? —dejó escapar, casi sin aliento.

Arashi no Kuni era una tierra vasta e inhóspita, un lugar poco atractivo tanto por su orografía como por su clima. Y ahora ellos dos tenían que recorrerlo, quizás, de cabo a rabo para buscar al gennin al que habían sido demasiado inútiles como para capturar. El rostro de Takeuchi Iwara apareció, claro como el día, en sus pensamientos, y Akame notó como una mezcla de rabia e impotencia le recorría el cuerpo. Habría querido matarle él mismo. Pero ya era tarde.

Entendido, Shiona-sama —respondió, lacónico, el Uchiha—. ¿Hay algún otro detalle que debamos saber?
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#13
La joven soltó el aire que retenía poco a poco, después de hacer la reverencia y esperar por conocer de qué misión se trataba, había ido guardando el aire, y aquel momento, en el que la Uzukage les confirmó que se podían tranquilizar, soltó todo lo que tenía dentro, quedándose con una sensación de cansancio y sin embargo se sentía mejor de lo que esperaba; cierto es que acababan de recorrer un trecho bastante extenso solo para informar de lo sucedido, y seguramente ambos estarían más que exhaustos, pero, después de todo, el cansancio físico que sentía no tenía nada que ver con el psicológico después de haber escuchado a aquel chuunin insultarla, tanto a ella como a su Kage. Al menos ahora, conociendo la verdad, podía dormir más tranquila.

Así que tomó el batido de chocolate al igual que su compañero Uchiha y lo comenzó a beber a pequeños sorbos mientras escuchaba atentamente a Shiona, con los ojos puestos fijamente en su mesa.

Y para su sorpresa, aquella misión de rango D no era otra cosa que buscar a Amedama Daruu, el chico de los ojos raros y que había salvado su vida. Eri tragó con dificultad al recordar que nunca había estado cerca del país donde residía aquel chico, y aun así debía enfrascarse en una misión con Akame para buscarle y pedirle disculpas. Pero, claro, ¡era lo que debía hacer después de intentar -no queriendo- matarle! Así que asintió con la cabeza tras la última pregunta de Shiona.

Entendido.— Respondió la joven, y dejó caer sus ojos en el Uchiha de al lado, que había preguntado si necesitaban otros detalles para la misión.

«Imaginaré que tendremos que partir de inmediato, vaya... Solo quiero no perderme en mi primera misión lejos de aquí.»
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#14
—Sí, Akame-kun. Aún hay una cosa más —dijo Shiona, observándole con curiosidad durante unos instantes—. No obstante, antes de que os vayáis, debo preguntar una cosa más.

»Te he visto cara de incomodidad. ¿Te molesta que te mande esta tarea, puede ser? —entrecerró los ojos y juntó las manos, apoyando los codos en la mesa.

No puedo escribir nada más porque la conversación fluye naturalmente hacia tu respuesta xD, pero contestaré enseguida al siguiente. De hecho, el siguiente turno, que sólo postee Akame.
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#15
La pregunta de aquella mujer le cogió por sorpresa, de tal modo que casi se le cayó el brick de batido de chocolate de las manos. Akame alzó la mirada, confuso, para encontrarla con los ojos penetrantes de la Uzukage. Shiona parecía saber leerle como a un libro abierto, y el joven gennin estaba demasiado cansado, demasiado furioso, se sentía demasiado impotente como para negarlo. No tenía sentido. Bajó la mirada hasta dejarla, estática, sobre algún punto indeterminado en la mesa que le separaba de la Uzumaki.

No es eso, Shiona-sama —respondió, escueto, y luego suspiró—. Lo que me molesta es mi debilidad. Me molesta que un gennin de otra Aldea me haya dejado en evidencia, escapándose delante de mis propias narices... —se detuvo, con los puños apretados en torno al cartón de batido de chocolate—. Y me molesta ser demasiado débil como para encargarme de ese... hombre, personalmente.

Pero algún día... Algún día...

Notó como si le hubieran quitado un bloque de piedra de encima. Se había sincerado con su Uzukage —en aquel momento no supo bien por qué—, y ahora se sentía mucho más aliviado. Si ella se lo tomaría a bien, eso era otra cuestión.
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