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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
El Uchiha suspiró. No, quizá llevar un diario colgado del cuello no era la mejor de las ideas, como ella había dicho. Pero al menos era una idea. Mejor que ir sin nada, eso desde luego.

¿Conoces bien el fuuinjutsu? —preguntó—. Se pueden sellar técnicas en personas que se activan automáticamente tras una condición que le impongas. Por ejemplo, que pierdas la memoria. Y no, sé que sellar técnicas no te ayudaría en nada. Pero no creo que sea muy difícil modificar la técnica genérica para sellar objetos en lugar de jutsus. Tan solo habría que… —En ese momento, Datsue empezó con una larga y complicada explicación sobre los cambios que habría que hacer para que funcionase. Luego se dio cuenta que así el sello quedaría desequilibrado, y continuó con una serie de mecanismos y truquillos que servirían para darle de nuevo equilibrio, solo para entonces darse cuenta que uno de esos truquillos impediría que se pudiese agregar una condición para que se activase automáticamente—. Bueno, el tema merece su estudio... Pero que se puede llegar a hacer, ya lo que creo que sí.

Datsue desvió la mirada hacia la barra. Estaba sediento tras un largo día de viaje, y todavía nadie se había acercado con intenciones de servirle. Trató de localizar al camarero y hacerle una señal con la mano. De lo contrario, tendría que hacer el esfuerzo de levantarse para ir a pedírselo, pero antes…

Oye, hay algo que se me escapa —dijo, al darse cuenta de pronto—. Me dijiste que perdías la memoria por un lapso de un año, más o menos. No sé cómo la pierdes, pero… Es verdad, ¿cómo la pierdes? Me dijiste que tenía que darse cierta situación, pero nunca me lo llegaste a especificar. El tema —continuó, que se enrollaba y no lo daba soltado—. Tú pensaste que Blame podía ser tan solo una pesadilla, ¿no? En cambio, cuando te vi hace seis meses, tenías por seguro que existía… y no solo eso, sino que sabías donde vivía —Datsue abrió los brazos y alzó las cejas, como si estuviese más que claro lo que quería decir—. Si antes lo sabías y ahora no, es que a narices tuviste que averiguar algo en este año, ¿no? No sé cómo, pero… Algo tuvo que pasar.

»Que por cierto, ¿cuándo la perdiste? ¿Cuál es el primer recuerdo actual que te viene a la cabeza?
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



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#17
Datsue hizo un inciso sobre si conocía la chica bien el Fuinjutsu. La respuesta era obvia, para nada conocía esa rama, no pudo mas que negar rotundamente con la cabeza. Fue entonces que el chico comenzó a explicar que las técnicas de sellado no tienen porqué sellar exclusivamente técnicas, que también pueden sellar cosas, y todo ello bajo una orden concreta. Así pues, podía sellarse un diario en la palma de la mano —por ejemplo— con la condición de que aparezca cuando la pelirroja pierde la memoria, o bajo cualquier otra condición parecida. Sin duda, eso si que sonaba bien, eso si que llegaba a tener sentido. No podría olvidar algo que tiene una orden concreta, y que aparecería de la nada. Sin embargo, el chico sometió la hipótesis a un futuro estudio. Sabía que se podía hacer, pero por lo que podía entender, no sabía como hacerlo.

Había una solución para las perdidas de memoria, y aunque éste chico no sabía como, cualquier buen usuario de Fuinjutsu seguro que sabía como apañárselas. Al menos el chico había acertado de lleno, ahora si que tenía en mente una salvación 100% fiable. Al menos, así pintaba. Pero, realmente había un profundo pensamiento que le atormentaba éstos días casi tanto como la imagen de Blame...

«Pero... ¿y si algún día llego a olvidar hasta quién soy? Ese diario no me serviría mas que para conocer mis acciones pasadas... no me servirá para saber qué me hace gracia, qué cosas me agradan y cuales me disgustan... puede que algún día llegue incluso a olvidar a mis padres... De hecho, ya casi ni recuerdo el rostro de mamá...»

Pero, no podía dejarse caer en un abismo de resentimiento y desdén. No podía agazaparse en una esquina hasta que el mundo llegase a su fin... ¿o sí?

El chico por su parte comenzó a indagar un poco mas, tenía preguntas y no dudó en lanzarlas cual afiladas cuchillas. Empezó preguntando por cómo perdía la memoria, pues no se lo había dicho la anterior vez. Tras ello, y sin demora, afirmó que la anterior vez que se vieron la chica sabía perfectamente de Blame, y sin embargo hoy dudaba. En su opinión, algo debió suceder en el año. Tras ello, buscó saber cual era el primer recuerdo que venía a la cabeza de la pelirroja.

Te parecerá gracioso, pero... la condición con la que pierdo la memoria es justamente morir. —confesó. —Antes podía morir y mantenía la razón y los recuerdos, pero detonaba al morir una segunda vez. Ahora creo que ha ido a un poco mas, y pierdo la memoria cada vez que muero... Pero no estoy segura del todo, como te digo, pierdo todo recuerdo.

»Sobre qué es lo primero que recuerdo... despertar en un tanatorio en los dojos, y muchos gritos. Antes de eso, ya no recuerdo mas que haber estado en la aldea. Alguna misión, vida normal, apenas salía de casa.

La chica terminó por encogerse de hombros de nuevo, y dejó caer un suspiro. —Ordenar los recuerdos en mi cabeza es mas difícil que jugar al Go...
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#18
El Uchiha se quedó sin habla. ¿Morir? ¿Esa era la condición para perder la memoria? Pero, entonces por qué… Por qué…

Antes podía morir y mantenía la razón y los recuerdos, pero detonaba al morir una segunda vez. Ahora creo que ha ido a un poco mas, y pierdo la memoria cada vez que muero... Pero no estoy segura del todo, como te digo, pierdo todo recuerdo.

«Ah, bueno… Así tiene algo más de sentido que fueses tan descuidada» Aiko prosiguió con su respuesta, diciendo que lo primero que recordaba era despertar en los Dojos. El Uchiha se dio un golpe con la base del puño sobre la palma de la otra mano.

¡Ajá! —exclamó, pletórico—. ¡Sabía que había una buena razón para dejarme plantado!

«Espera… ¿Lo he dicho en alto? ¿Lo he dicho tan en alto?» Miró hacia los lados para ver si había captado la atención del resto de clientes, y esbozó una sonrisa nerviosa. Ahora ya era demasiado tarde para arreglarlo. Aiko, por su parte, estaba hecha todo un lío. Aseguraba que ordenar sus recuerdos era más complejo incluso que jugar al Go.

¿Te gusta el Go? —preguntó Datsue, quien nunca perdía la oportunidad de encontrar un rival a la altura para tan estratégico juego—. A mí me encanta. Deberíamos jugar algún día… y apostarnos algo, que siempre tiene más emoción así«Como contarme qué es eso que escondes en tu bota derecha» El Uchiha parecía haberse olvidado de aquello, pero ni muchísimo menos. Simplemente, estaba esperando la oportunidad adecuada para averiguar más sobre su inmortalidad—. Oye, trataré de ayudarte con eso de los recuerdos. Al menos con una parte... Pero antes, ¿quieres tomar algo? —preguntó—. Ya que parece que aquí no se lleva eso de atender en la mesa, voy a ir a pedir a la barra.
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#19
La chica dejó sin habla al joven con su respuesta. Ésta contó que irónicamente lo que hacía que perdiese la memoria era morir, toda una paradoja para una inmortal, una burla mas en su desdicha. Contó que lo primero que recordaba era despertar en el tanatorio, y que tras ello nada mas, nada hasta unos lejanos recuerdos de la vida cotidiana en la urbe donde nunca cesa la lluvia, Amegakure. Sin mas, el chico golpeó la palma de su mano con su siniestra cerrada, y afirmó que sabía que una buena razón había para que le hubiese dejado plantado.

«Ostras...»

Y es que no era para menos... ¿hasta qué punto había llegado con éste chico? Se veía que habían llegado a intimar incluso, un auténtico desastre... ¿cómo debía tratarlo? ¿como su novio? No, no podía permitirse esa nueva desdicha, no era algo a lo que estuviese acostumbrada, ni algo que quisiese. Al menos no ahora, quizás así lo hubiese querido unos meses atrás, pero ahora eso no era mas que un recuerdo del chico.

Se te ve animado... —se atrevió a bromear, buscando obviar lo asunto.

La pelirroja afirmó que muchas veces ordenar sus pensamientos era mas difícil que jugar al Go. Curiosamente, Datsue parecía un apasionado del juego, y no dudó en retarla. Eso si, como siempre, Datsue no quiso perder la oportunidad de hacer negocio con el juego. Tenía a su disposición tres de los cuatro pilares de la vida; una chica, juegos y apuesta.

Será todo un placer, si es que no lo olvido... —contestó. —Eso si, creo que debería advertirte de que he jugado por muchos años, no creo que tengas estrategia para ganar tanto tiempo de experiencia en ese absurdo juego de estrategia. Supongo que podrías elegir una buena apuesta.

Datsue sentenció que ayudaría a la chica con el asunto de su memoria, como si fuese un experto en Fuinjutsu. Tras ello, y sin demora, afirmó que eso tendría que esperar un poco, al menos hasta que se acercase a la barra a pedir algo, ya que nadie parecía querer ir allí a atenderles. La pelirroja afirmó con un rotundo movimiento de cabeza vertical.

Pídeme algún refresco, por favor. No me importa cuál.

La chica esperaría el regreso del joven, que seguramente se encontraría alguna crítica de la chica, pues ya armó jaleo en una noche anterior en la taberna, y volvía a hacerlo nada mas entrar. Quizás, solo quizás, ese era uno de los motivos por los que todavía no les habían atendido.
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#20
Aiko insinuó que el Uchiha no sería rival para ella, cosa que no hizo más que acrecentar sus ganas de enfrentarse a ella. Los retos intelectuales —al contrario que los físicos— le estimulaban. Él era como ese especialista en Taijutsu que se deleitaba ejercitando su cuerpo, levantando pesas y machacando rocas. Solo que su gusto era por lo intelectual. En vez del cuerpo, ejercitaba la mente. En vez estimularle las pesas y machacar rocas, lo hacían los acertijos, los obstáculos que se interponían entre él y la solución a un problema racional.

Bien era cierto que el Go no era su juego favorito. Demasiado complejo, demasiadas jugadas y combinaciones a tener en cuenta. No es que aquello fuese malo de por sí, pero era un tipo de juego que premiaba más la concentración absoluta al ingenio. A menudo triunfaba el jugador que menos se despistaba, y no el más astuto. En juegos sencillos como las damas, por ejemplo, ocurría al contrario. Era más difícil despistarse, y por tanto, se premiaba a la mente aguda por encima de la que simplemente era capaz de almacenar un montón de información.

Eso ya lo descubriremos, Aiko —respondió finalmente—. Y sí, creo que se me ocurre la apuesta perfecta…

No especificó, sin embargo, a qué se refería. En su lugar, fue a por su pedido a la barra. Un zumo de naranja para ella, y una jarra de agua fría para él. No sin antes aguantar un buen chaparrón de críticas por culpa de su acompañante, que el Uchiha capeó como un Kusareño en un vendaval. Es decir, malamente.

A ver, por dónde empiezo… —dijo, al sentarse—. Bueno, supongo que por el principio. Nos conocimos en Yamiria, como te dije. Allí conociste también a Akame el Profesional, mi hermano de guerra, uzureño como yo. Acudimos al Salón de Té Honimusha, donde un famoso artista llamado Rokuro Hei tocó una canción digna de ser oída por los Dioses. El destino quiso que nos sentásemos juntos, y también que presenciásemos… Bueno, cierto asesinato.

Entonces Datsue empezó a detallarle todo. El asesinato de aquel con el que habían compartido mesa. Cómo luego se levantaría, ya muerto, como si de un zombie se tratase. Cómo habían dormido en una posada, para luego desplazarse al funeral para investigar sobre el tema. Cómo el muerto se había levantado por segunda vez, mientras Rokuro Hei tocaba una canción en su honor. Cómo lo habían secuestrado. Cómo él había sido el primero en ir, junto a ella, en su rescate. Quizá aquello no fuese del todo cierto. Pero ya que la chica se había olvidado de todo… ¿Por qué no quitar mierda a las peores partes y adornar las mejores?

Terminó por contarle el desenlace de aquello. Cómo habían descubierto que era el instrumento de Rokuro Hei el que provocaba que los muertos se levantasen. Cómo Akame había ido en busca de guardias —aunque en realidad eso había sido él— mientras ellos dos trataban de detener a los secuestradores. Y cómo, finalmente, un mercenario les machacó, de suerte que los guardias llegaron a tiempo.

Resopló.

Después tuvimos otro encuentro en el Valle de los Dojos —continuó—. Estuvimos dando un paseo bajo el ocaso, bromeando sobre la vida, riéndonos del mundo. Llegado cierto momento quisiste que te hiciese cierto truco de magia del que había estado fanfarroneando, y luego… —sin poder evitarlo, se puso colorado—. Bueno, luego… —Carraspeó, y dio un largo trago de agua.
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#21
Confiada de sus capacidades, la chica no dudó en aceptar el desafío —y pese a la advertencia— Datsue tampoco se retractó. Por su parte, parecía ya mas que decidido de cuál sería la apuesta perfecta. La chica sin embargo, no tenía ni idea de qué podía querer de aquél chico, aquel chico al que apenas conocía. Puede que en otras fechas si que lo hubiese llegado a conocer un poco, pero ahora... no era mas que uno desconocido que sabía sobre ella. Necesitaba tiempo para conocerlo un poco. Quizás hasta algo de él si que le interesaba, como por ejemplo... no sé, el saber porqué los ojos le cambiaron de color cuando ella lo amenazó.

Pero bueno, quizás eso era tan solo una tontería.

El chico se levantó entonces, y se dirigió hacia la barra. Tras unas cuantas palabras con el tendero, el chico regresó a la mesa, cargando consigo un zumo de naranja y una jarra de agua helada. Tras depositar el zumo cerca de la chica, tomó de nuevo asiento. La jarra de agua fresca era al parecer lo que él había decidido tomar.

Sentado ya, Datsue comenzó con preámbulos sobre por dónde podía comenzar. Evidentemente, lo mejor era comenzar por el principio, por dónde se habían conocido al parecer. Akame, su compañero de aventuras, también había estado en la primera ocasión. Así mismo, informó de manera indirectamente directa de que era un shinobi de Uzu. Habían presenciado un asesinato, habían visto un zombie, se habían liado a golpes con unos mafiosos, y habían descubierto que el instrumento del músico era el causante de los zombies. Sin duda, casi parecía sacado de una película mala de las que echan a la tarde, justo tras la comida.

Aunque suena sacado de una mala película... también suena bastante a los follones en que normalmente me meto... —hizo un inciso.

Sin embargo, no interrumpió demasiado las palabras del chico. Éste comenzó a relatar la segunda vez que se habían visto, en la que al parecer se había atravesado con una lanza. Fue en el valle de los Dojos, y al parecer al ocaso se dedicaron a dar un paseo, a hablar de la vida, y terminó por pedirle que le enseñase el truco de magia del que tanto presumía. Pero, al parecer no todo terminó ahí, al parecer hubo bastante mas. El chico carraspeó la garganta, evitando continuar, pero dando alusión a lo que ocurrió.

Aiko alzó una ceja. —¿Luego nos besamos? —preguntó, con picardía. —Normalmente no me aprovecho de chicos tan jovenes... vaya desliz, ¿no?

¿Podía ser mas cruel?
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#22
¿Besarnos? —repitió él, con cierta ironía—. ¿Crees que me sonrojaría por unos besos? —preguntó, pícaro, mientras daba otro trago al vaso de agua.

»¿Sabes? —añadió, sin entrar más en detalles—. Creo que me dijiste algo parecido de aquella vez —dijo, en alusión a que no solía aprovecharse de chicos tan jóvenes—. Pero fue más que un desliz —aseguró—. Ya lo creo que lo fue. Una cosa es besar a un crío y otra… Oh —dijo, haciendo una mueca exageradamente triste—, otra lo que tú hiciste. Fue algo cruel, Aiko. Algo muy cruel. Me arrebataste… —se llevó una mano al pecho, como si le doliese el corazón—, la inocencia.

»Y fíjate ahora. Ya no podré ser más ese niño feliz y despreocupado nunca más…
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#23
El chico pareció ofendido ante la pregunta, incluso llegó a preguntarle si de verdad pensaba que llegaría a sonrojarse por el simple hecho de recordar un mero beso. No, sin duda había sido algo muyo mas grave. Pero, también era cierto que ella no recordaba nada de él, salvo lo que ahora mismo le estaba contando. No había de esperar mucho mas, no lo conocía en absoluto. Podía sonrojarse por eso, o incluso por menos, a saber...

Supongo que no. —respondió, pese a que éste no requería de respuesta alguna.

Datsue comentó que justo le dijo eso mismo en la anterior ocasión, en referencia a lo de que no acostumbraba a aprovecharse de un menor. Aseguró de nuevo que fue mas que un desliz, y llevándose las manos al pecho, como si estuviese dolido, aseguró que ella le había arrebatado la inocencia. Lo decía como si fuese algo malo —obviamente exageraba— y como si ya nunca mas fuese a poder ser feliz e inocente. En cierto modo, tenía razón, pero por otro lado... le había enseñado el camino de la auténtica felicidad. Debería estarle agradecido.

¿Ves? Eso si suena a ese tipo de cosas que puedo llegar a hacer... —confesó, sin remordimiento. —Pero no estés triste, al menos ahora sabes lo que es la auténtica felicidad, aunque sea solo algo momentáneo, ¿no?

La chica tomó un sorbo del refresco de naranja. El sabor dejaba mucho que desear, ya fuese porque ahora mismo todo le sabía a rayos, por la suciedad de la jarra en que estaba servida, o por cosa del producto. Pero, algo era algo, menos da una piedra.

Hincó el codo en la mesa, no de manera demasiado tosca, y dejó reposar el rostro sobre su diestra. Con los ojos fijos en el chico. —Pero solo fue eso, ¿no? ¿o sientes algo por mi? —la pregunta quizás hacía al chico hasta escupir el agua, pero no era algo que fuese a callarse. —No soy un buen partido... soy engreída, presumida, salvaje, vulgar, terca como una mula, olvidadiza... y por supuesto, inestable.

No todo lo que decía de sí misma era bueno, pero encogió de hombros, como alegando que aunque sabía que tenía defectos no pensaba cambiar.
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#24
La kunoichi respondió a sus exageraciones de manera franca, alegando que debería estar contento y no triste por haberle mostrado el verdadero camino a la felicidad. El Uchiha echó el labio inferior hacia afuera, mientras alzaba las cejas y hacía un gesto con la cabeza, como queriendo decir: quizá.

Entonces, tras beber un sorbo de su zumo, que no debió gustarle mucho por la cara que compuso, apoyó un codo en la mesa y una mano en la mejilla, fijando sus ojos en los del chico.

Pero solo fue eso, ¿no? ¿o sientes algo por mi?

A Datsue le invadió una súbita tos de pronto. ¿Sentir él algo por ella? ¡Pues claro que no! ¡Él era Uchiha Datsue el Intrépido! Él no sentía nada, porque se había arrancado el corazón hacía mucho tiempo. O eso, al menos, se decía siempre.

Uchiha Datsue decía muchas mentiras.

¿Sabes? Casualmente acabas de mencionar todas las cosas que me gustaron de ti —respondió, cuando ella aseguró ser un mal partido y dio ejemplos de su personalidad—. ¿Engreída y presumida? Por supuesto que lo eres. Y no veo nada malo en serlo. Peor me parece esa falsa humildad de etiqueta que hacen gala la mayoría. ¿Salvaje? Oh, sí —asintió, y un breve recuerdo pareció cruzar su mente, porque en seguida se sonrojó de nuevo—. Ya lo creo que lo eres —se obligó a continuar—, y espero que eso no lo cambies nunca. Me aburren todas esas formalidades: quince grados de reverencia para un amigo; treinta para un superior; cuarenta y cinco para el Kage. ¡Y eh, ni se te ocurra añadirle un grado de más o de menos porque te duela la espalda! ¡Que eso es saltarse el protocolo y la liamos! ¡Bah, al cuerno con todos ellos! —exclamó, sin poder evitar reírse a continuación—. Vulgar… —frunció los labios—, bueno, al menos eres auténtica y no una simple fachada, como todos esos que te sonríen amablemente cuando en realidad se están cagando en tu madre. ¿Terca? Bueno, yo diría más bien una chica con personalidad fuerte. ¿Olvidadiza? —Está bien. A aquello ya no le podía sacar un lado bueno—. Pues… Sí, vale, eso ya no cunde tanto. Pero todos tenemos nuestros defectos. Además, ¡eso tampoco tiene porqué ser tan malo!

»Tú misma me lo dijiste —aseguró—. Aquel día que nos encontramos en el Valle… Bueno, más bien a la mañana siguiente —se corrigió—. Me dijiste: “Te parecerá gracioso, pero, ¿sabes esos que siempre andan diciendo que ojalá pudiesen olvidarse de su peli o libro favorito para volver a vivirla como si fuese la primera vez? Pues ojalá me pasase lo mismo con esta noche, solo para poder volver a sorprenderme de nuevo”.

Que aquello fuese una exageración, totalmente cierto u otro invento de Datsue era algo que el Uchiha se llevaría a la tumba.

Ojo, y no es ninguna indirecta —quiso decir, enseñando las palmas de las manos y poniendo cara de inocente—. Solo estoy… poniéndote al día con tu pasado más reciente.
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#25
El chico casi muere por un ataque de tos cuando la chica le preguntó si sentía algo por ella. Casi parecía haberlo pillado por sorpresa, o simplemente le golpeó donde duele. Fuese como fuese, no dejó que este respondiera con un simple si o no, inquirió antes una serie de razones por la cuál no debería enamorarse de una chica como ella, creyendo justamente que ese tipo de cosas eran capaces de disgustarle. Sin embargo, su sorpresa fue que era justo lo contrario. El chico contra argumentó que curiosamente era justamente eso lo que le había gustado de ella. Le gustaba que fuese engreída y presumida, se puso mas rojo que un tomate recordando qué tan salvaje era, le hizo etiqueta al que fuese vulgar, achacó su terqueza con carácter, e incluso a su olvidadiza memoria le hizo halago. Eso sí, a éste último adjetivo se le vino difícil.

«Mmm... vaya, pues si que le gusté...»

El Uchiha sin embargo no lo dejó todo ahí, si no que intentó explicar el porqué su capacidad de olvido era buena. Afirmó que ella había dicho cierta frase. El joven le había dicho muchas verdades, no parecía que mintiese en ningún momento, pero llegó un punto en que su verdad parecía cojear. Éste fue justo el punto. Las palabras que según él salieron de la chica, para nada parecían algo que ella hubiese podido decir. Ya sabía de su propia memoria, para nada desearía poder olvidar por un estúpido encuentro... de eso estaba mas que segura.

No puso mala cara ni nada, al menos por el momento. Se limitó a alzar la ceja, dando a entender que dudaba de ello. Entre tanto, Datsue inquirió que no lanzaba ninguna indirecta, que tan solo se limitaba a informarla de los hechos mas recientes.

Vaya... todo un caballero. —respondió con cierto tintineo.

Volvió a tomar la jarra de refresco, y le propinó otro trago. En ésta ocasión su mueca quizás se desentonase un poco menos, aunque tampoco es que le importase. Sabía a rayos, a rayos mezclados con mierda de perro, como mínimo. Por un segundo le pasó por la cabeza lanzarle la jarra al mesero en la cabeza, pero seguramente eso no fuese una buena idea. Le daba a ella la sensación, vamos.

Dejó de nuevo la jarra, y la apartó un poco. Con descaro, quizás no volvía a tomar de ella. —Bueno, Datsue. Entonces... ¿qué estábamos buscando en esas pirámides? Pregunte a quien pregunte, nadie sabe ni donde están, ni como llegar, ni qué hay dentro... es casi como preguntar en vano, por mas que pregunte.

Con todas las de la ley, cambió el tema de conversación.
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#26
Pues…

¿Que qué buscaban en las Pirámides? ¿Y él qué sabía? Ella había asegurado que nadie había logrado salir con vida de allí, y ya solo por eso quería ir. Formaba parte de su naturaleza salvaje, se imaginaba. Quería demostrarle al mundo que ella era especial, que allí donde unos perecían, ella salía victoriosa. Él… Bueno, él buscaba una excusa para estar junto a ella y averiguar más sobre su inmortalidad. En la última noche había tenido una oportunidad de lujo para averiguarlo, pero la chica…

… digamos que tenía sus armas para despistar. Ahora Datsue creía haber madurado —aunque solo fuese un poquito—, lo suficiente como para tener las prioridades claras: primero su supervivencia, luego el resto. Y nada le ayudaría más a sobrevivir que ganarse la condición de inmortal. Aunque una vida eterna junto a Shukaku... No, en algún punto tendría que mirar de deshacerse de él.

Me dijiste que no se conocía a nadie que hubiese entrado allí y vuelto con vida. Asegurabas que debía haber tesoros inconmensurables… Yo también lo creo —añadió, aunque ningún tesoro merecía la pena si no estabas vivo para disfrutar de ellos—. Pero es cierto, no es fácil dar con ellas, no aparecen en ningún mapa conocido —se inventó. No sabía si era cierto o no—. Verás… dicen que son como un espejismo —puestos a inventar, mejor hacer algo con gracia—. Cuando pareces dar con ellas, se desvanecen en el aire. Es imposible marcarlas en un punto concreto del mapa. Hay hombres que aseguran haberlas visto en un punto del desierto, y otros a millas de distancia. No sé —añadió, y aquello era lo único cierto que había dicho en un buen rato—, pero pinta emocionante, ¿no? —preguntó, esbozando una sonrisa. Por mucha memoria que hubiese perdido, el espíritu aventurero se tenía o no. Y ella había demostrado tenerlo a raudales.
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#27
El de orbes negros no se calló con respecto al cambio de tema, aunque mascó un poco como empezar. Tras deliberarlo por un instante, afirmó que era un lugar que casi nadie conocía, pues los que normalmente entraban en ella, no llegaban a salir con vida. Lamentablemente, éso era lo que había estado escuchando casi todos los días, por mas información que buscase. Como mucho, también le soltaban la advertencia de que no las buscase, que moriría en el desierto. La gran fortuna que escondía en su interior era un enorme reclamo, tal y como Keisuke también le rememoró. Un gran e importante motivo para ir, no cabía duda.

Después de todo, el dinero era el cuarto e inquebrantable gran pilar de la vida.

Sin cesar en sus palabras, explicó que al parecer eran como un espejismo. Igual había gente que marcaba un sitio en el mapa como referencia, que otro venía y podía marcarlo a kilómetros de distancia. Ambos podrían jurar y perjurar que las habían visto con sus propios ojos incluso, pero no era mas que eso... un fantasma inalcanzable. No terminó sin mencionar que aunque fuesen así de difíciles de alcanzar, eso no hacía mas que ponerle emoción al asunto. Razón no le faltaba al pobre diablo.

Los grandes tesoros, y las grandes fortunas, mueven el mundo... sería absurdo decir que no me interesa. —tuvo que admitir, encogiéndose de hombros.

»Lo único malo es que no tenemos ni por donde empezar. Tan solo he llegado a escuchar que se encuentra en el corazón del desierto, en lo mas profundo. A mi no me parece peligroso adentrarme sin ton ni son, pero... seguramente terminaríamos muriendo de sed o hambre, eso casi seguro. Para mi no supone del todo un peligro, pero para ti no es lo mismo. Eso por no hablar de que volvería a perder la memoria, y estaría de nuevo sin saber sobre las pirámides...

Volvió a dejar reposar su rostro sobre la mano, acomodándose de nuevo. —Me temo que tendré que apañarmelas primero para solucionar lo de mi memoria, solo por si acaso. —sus ojos voltearon por el antro. —La vida es realmente efímera, te lo puedo asegurar...
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#28
Pero se había equivocado en algo. No, aquella Aiko no era la misma. Era parecida, tanto como el color del tomate y la sangre. O como la lana de oveja y la nieve. O el destello de un relámpago y la emitida por un faro. Sí, podían parecer lo mismo a ojos de un aldeano. Ambos eran rojos. Ambos blancos. Ambos resplandores. Pero los ojos de Datsue no eran unos ojos cualesquiera. Eran lo de un Uchiha, capaces de captar los cambios más sutiles.

Y la mirada de Aiko había cambiado. Ya no refulgía de temeridad y audacia. O, mejor dicho, lo seguía haciendo, pero enturbiada bajo una capa de sensatez.

Suspiró con decepción.

Creo que eso me lo creería más viniendo de un mortal —aseguró, cuando Aiko dijo que la vida era efímera. Luego esbozó una media sonrisa—. Pero te comprendo. Yo también querría poner mis asuntos en orden antes de semejante aventura.

»Aunque no creas que tu yo del pasado y yo mismo éramos estúpidos… —Si pensaba que iba a rendirse tan fácilmente con el tema, es que definitivamente se había olvidado de quién era. Cuando le interesaba, podía llegar a ser tan tozudo como la propia kunoichi—. Teníamos un plan —mintió—. Como ya te dije, yo soy especialista en fūinjutsu. El tema del agua y la comida no llegaría a ser un problema. Podría llegar a sellarme un jodido lago en un pergamino —exageró—. Y respecto al viaje… Está claro que no podemos ir solos. Pero nadie dijo que lo haríamos así, ¿verdad? Teníamos pensado agenciarnos con un guía que nos llevase a Inaka. Y una vez allí… Bueno, intentar investigar mejor sobre el tema. El problema que tenemos es que preguntamos sobre las Pirámides de Sanbei a gente que vive en el País del Fuego, del Bosque, de la Tormenta… Es como preguntarle a un ameriense sobre un día soleado. Vale, quizá hasta haya visto alguno, pero nadie como alguien que vive en un jodido desierto para explicarte lo que verdaderamente es el calor. Lo mismo en este caso. Seguro que en Inaka encontraremos más respuestas a nuestras preguntas.

»Mira, te propongo una cosa —continuó Datsue—. Continua con tu vida, trata de rellenar esos huecos que la pérdida de tu memoria ha dejado… y en un mes volvamos a encontrarnos. En Aliento Nevado, en pleno invierno. No creo que haya una fecha mejor para atravesar un desierto. Y ahí decidimos si aventurarnos o no. ¿Qué me dices?
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



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#29
Tras meditar la respuesta, respondió que ese tipo de comentarios —que la vida es efímera— se los esperaba mas por parte de cualquier mortal, haciendo alusión a que ella no podía perder la vida. Sin embargo, perder otro año de memoria no era moco de pavo, significaría volver a retroceder, de nuevo, y mucho. Terminó por admitir que pese a no gustarle la idea, lo entendía. Después de todo, no se debe lanzar uno al vacío sin no lleva todos sus asuntos al día. Él mismo admitió que no lo haría de tener que tener sus asuntos en orden.

No tardó en hacer un inciso, que ni su yo pasado ni el de él mismo eran estúpidos. Según sus palabras, ya habían planteado un plan. Recordó a la chica que ya le había dicho en otros días que era experto en Fuinjutsu, que el tema del agua y la comido no era un problema en absoluto, pues podía "sellar" todo lo que quisiera en un pergamino.

«Diablos, así que especialista en Fuinjutsu... eso cambia las cosas...»

Sin embargo, no quiso detener el flujo de información. Datsue continuó, añadiendo que además de eso, tenían pensado cubrirse las espaldas, buscando un guía hasta Inaka, y una vez allí investigar un poco. Como bien decía, lo mejor era preguntar en la zona de la pericia, no tan alejado. Si alguno había llegado a verlas, de seguro estaría en las proximidades, vendiendo su valiosa información.

Ya veo... —contestó mientras se frotaba el mentón.

El Uchiha hizo de nuevo un inciso, tenía una nueva propuesta, pues la anterior quizás se la había llevado un poco el viento. Sin mas, propuso que se viesen tras casi un mes, con lo cuál ella tendría tiempo de arreglar sus asuntos, y rellenar un poco esa vacía memoria. Sin duda, el chico parecía realmente interesado en el viaje.

No lo veo. —respondió, mas seca que una croqueta artesanal de un bar de copas.

Sin embargo, no era una respuesta para mal, a menos según estaba entendiendo Aiko. —Vamos a ver... eres especialista en Fuinjutsu, ¿y no me lo dices? Vayamos a Inaka, y en el mismo camino puedes ir mirando cómo sellar el maldito diario. Teniendo cubierto lo del agua y la comida, al menos nos aseguramos que lleguemos ambos. No hay problema entonces de que pierda la memoria y me encuentre sin saber que diantres iba a hacer... que eso es lo que realmente me fastidia. No sabes el coñazo que es perder todo un puto año de memoria...

»Ya estás tardando en beberte esa jarra de agua rancia, y hacer por investigar lo del diario mientras nos ponemos en marcha.

Inestable, como ella misma... ¿o decidida? Fuese como fuese, había tomado una decisión.
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#30
Primero, la decepción. Luego, un rayo de esperanza. Finalmente, la pura carcajada.

¡Esa es la Aiko que yo conocí! —exclamó, estampando la mano contra la mesa y haciendo que el vaso de agua cayese y vertiese su contenido. Para las gotas que le quedaban, no fue una gran desgracia—¡Así me gusta, joder!

Bien, ya estaba hecho. El único problema era… que se había inventado todo. Aunque ahora que lo pensaba, su plan improvisado tampoco era tan malo. Gracias a su fūinjutsu podría llevar sellado unas provisiones que ya muchos soñarían, y tampoco era mala idea lo de preguntar en Inaka, pues si había algún sitio donde supiesen el paradero de las Pirámides de Sanbei, ese debía ser aquel. «Y de camino a Inaka… la inmortalidad, si me lo monto bien. Pero tengo pensar bien cómo hacerlo...»

Pero espera, Aiko. No nos precipitemos —dijo, siendo él esta vez el cauto—. Tengo que dar aviso en mi Aldea. No que voy a las pirámides… porque entonces no me dejan salir ni de coña. Pero esa búsqueda nos llevará su tiempo y tengo que justificar mi ausencia. Quizá lo maquille con una misión que me den fuera y le digo a mi hermano que me haga el favor de hacerla por mí. O… —se encogió de hombros—no sé, digo que se me murió mi madre y tengo que ir al entierro. En fin, algo se me ocurrirá —zanjó—. Y de paso me ocupo de la bebida. Me pasaré por Yamiria para comprar un pergamino. —Con la cantidad de agua que quería sellarse, era mejor hacerlo en papel y no en su cuerpo—. Luego, iré a Ushi. Es un pueblo del País de la Espiral dedicado a la ganadería. Esos tipos tienen tanques de agua de mil litros. Alucina. Entre una cosa y otra… creo me llevará una semana todo. Y tú mientras tanto… podrías ocuparte de la comida, ¿eh? —Sí, que por la comida había que pagar y era caro. Él, por su parte, esperaba no poner un duro. Había un ganadero que le debía un favor en Ushi… y pensaba cobrárselo.

»¿Qué me dices? ¿Nos vemos otra vez aquí, en una semana?
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