No se diga mas, nos vamos.

Como ya había imaginado, Karamaru no tuvo mucho reparo en acompañar al Senju, a fin de cuentas, desde el minuto uno todo aquello había sido demasiado raro, y, teniendo en cuenta que la chica en todo momento había sido bastante desagradable con el calvo, no tenían que rendirla cuentas para nada.

Los dos muchachos comenzaron su camino de vuelta a la ciudad, nada más que tenían que dirigirse hacia el foco de luz anaranjada que se divisaba a lo lejos, por lo que era imposible que se perdieran. Cuando se habían alejado ligeramente de la casa, Riko pudo escuchar como Yachi les insultaba desde dentro, asomada a una de las ventanas, tras lo cual, y mirando a Karamaru, comenzó a reír ligeramente.

Cuentame, como es todo alli por Uzushio?

El calvo parecía interesarse por la vida en Uzushio y, ¿qué iba a decir él? Era el mejor lugar del mundo por lo que era muy fácil responder.

— Pues verás, todo allí es... perfecto, simple y llanamente, hace calorcito, muchos días de sol, los cerezos adornan las calles y dejan un olor buenísimo y la gente pasea muy a menudo por las calles, lo que llena la aldea de vida y dan ganas de salir de casa. ¿Y Ame? ¿Cómo es todo por allí?

El calvo rio cuando escucho la descripcion de Riko. Cualquiera que escuchara esas palabras sobre un lugar le gustaria de inmediato, pero Karamaru estaba acostumbrado a Ame y el estaba fascinado con la lluvia eterna.

Bueno, pues Ame es peculiar. Siempre llueve, siempre, siempre, siempre.

—¿El Sol? Buf, poco lo vez por aquellos lares, pero lo bueno de la lluvia es que muchas veces hueles el rico olor del pasto mojado. Sobretodo si te alejas hacia los campos. Asi y todo en las calles hay mucha gente, aunque no me gusta mucho que todos les edificios sean tan... diferentes, de cemento y metal.

Las luces naranjas se hacian cada vez mas grandes y se iban dispersando con el paso ligero de los shinobi que ya no podrian ver la casa de Yachi a sus espaldas.

Pero la verdad, un te por la mañana viendo la lluvia por la venta de un edificio altisimo, lo cambio por muy pocas cosas.

—¿Te graduaste hace mucho?- el calvo queria evitar ese silencio incomodo que suele reinar en los encuentros con desconocidos.

Riko escuchó atentamente la descripción que el calvo le dio sobre su villa, imaginando un lugar triste y sombrío, siempre lloviendo, el sol siempre escondido, era el típico lugar en el que la gente sufría depresión de por vida. Pero, observando con detenimiento el tono del amenio, se percató que todas y cada una de aquellas palabras las soltó con orgullo, como si estuviera convencido de que aquello era lo mejor. Riko sonrió.

Eso que dicen de que a todo se acostumbra uno... parece ser cierto.

Los dos genin seguían caminando, a un buen ritmo, cruzando aquellos campos oscuros, acercándose cada vez más al pueblo, donde las luces seguían igual de relucientes que las habían dejado.

—¿Te graduaste hace mucho?

El Senju posó sus ojos en el calvo, y accto seguido, comenzó a hacer memoria.

— Pueeees... Si no me equivoco, hará unos cuatro meses, creo. — Dijo, llevándose la mano diestra al mentón en un gesto reflexivo. — ¿Y tú?

La verdad que no me acuerdo- Karamaru rió y se pasó la mano por la nuca varias veces.

—Mas o menos el mismo tiempo que vos, tal vez menos. Soy bastante novato.- el calvo volvió a soltar una risa despreocupada.

Antes de que se pudiesen dar cuenta ambos shinobi estarían a metros del resplandeciente centro naranja que brillaba en el medio de los campos y los acantilados. Los puestos y juegos seguían estando, aunque había mucha gente menos que para el momento que se fueron, incluso hasta el punto de que no haya gente en algunos de los puestos de comida. La calle principal, la más ancha y más transcurrida de todas, seguía teniendo más gente que las otras, pero así y todo uno podía caminar tranquilamente sin tener que esquivando personas.

«¿Acaso ha pasado tanto tiempo?»

El calvo estaba de no creer, se iban unos minutos- o eso pensaba- y más de la mitad de las personas del festival se habían ido. Al menos ahora todo era un poco más cómodo.

¿Hace cuánto nos fuimos? ¿Hace tanto? Me sorprende que no haya nadie- le comentaba a Riko una vez que se habían adentrado por las calles de Yachi.

La verdad que no me acuerdo. Mas o menos el mismo tiempo que vos, tal vez menos. Soy bastante novato.

Al parecer, habían coincidido dos genin de la misma generación, aunque era lógico dado que tenían prácticamente la misma edad. Ambos siguieron caminando y, cuando llegaron al centro de la urbe, no había ni punto de comparación con el gentío que había cuando habían llegado allí, lo cual significaba dos cosas, o bien que ya había terminado todo, o que el evento que se supone que iba a suceder por la noche, estaba teniendo lugar ya.

¿Hace cuánto nos fuimos? ¿Hace tanto? Me sorprende que no haya nadie

El peliblanco asintió fervientemente.

— ¿Y si le preguntamos a alguien? — Sugirió, y antes de recibir respuesta por parte del calvo, ya se había acercado a la primera persona que se cruzó con ellos. — Perdone, ¿sabe si hay algún motivo por el que esté esto tan vacío? Nos fuimos hace un rato y había mucha gente, ¿ha pasado algo?

Un viejo borracho que caminaba bastante derecho para su ebriedad fue la persona a la que Riko le habló. Para Karamaru fue raro, había gente más confiable que aquel hombre, pero al menos había tomado la iniciativa. Unos ojos perdidos y rojos, fuertemente rojos e inflamados, miraron fijamente al peliblanco, justamente a su pelo.

El calvo se esperaba algo malo, la única vez que había visto un borracho por la calle se terminó dando golpes con un comerciante de Amegakure, y estaba listo para actuar si algo pasaba. Puño cerrado y brazos tensos.

¿Por qué....? ¿Por qué...?- el hombre, de pelo canoso y piel arrugada, entrecerró los ojos.

—¿Por qué...? ¿Por qué sale humo de tu cabeza niñato?

Karamaru comenzó a reir, sin poder disimularlo, y el borracho, para más risa del calvo, eructó potente y largamente. Todo un récord para el mundo de los eructos, algo nunca antes escuchado. El olor que vino después era peculiar, era una muy parecido al que se encontraba en la casa de Yachi.

Un olor que, a pesar de la humedad de la madera, se sentía de forma clara y fuerte. Fue cuando el cenobita se dio cuenta que en la mano, aquel borracho llevaba la misma botella de la cual habían tomado anteriormente ambos shinobi.

«Mira tú por donde, al final Riko tenía razón... ¿Qué será de aquella mujer ahora?»

Riko, inocentemente, se acercó a preguntar al primer hombre que vio, a pesar de las pintas que tenía, no pensaba que fuera a suceder lo que sucedió pues, en cuanto formuló la pregunta, un fuerte olor le llegó a la nariz, y los movimientos del hombre denotaban que estaba borracho.

—¿Por qué...? ¿Por qué sale humo de tu cabeza niñato?

Aquellas fueron las únicas palabras que acertó a decir, tras las cuales un fuerte eructo casi despeina al peliblanco, a lo que pudo oír como su compañero se hinchaba a reír, no en vano, la situación era bastante cómica.

— Perdón por haberle molestado, señor. — Se despidió el uzunés, volviendo de nuevo junto a su compañero. — ¿Te has fijado en que llevaba la misma botella que nos estaba dando Yachi? Nos quería emborrachar, hemos hecho bien yéndonos. — Le susurró al calvo. — Creo que tendremos que preguntar a otra persona, ahora te toca a ti.

Los dos se alejaron, dejando pasar al borracho que se quedó tildado unos segundos en la misma posición. Cuando se escucharon los pasos del hombre, ya varios metros a distancia, Riko habló, y habló de lo que el calvo se esperaba. Él también se había dado cuenta de la etiqueta de aquella botella transparente.

Pues sí, aunque tal vez ella no lo sabía, o no lo quería saber.

—Su padre suele beberla, ¿Recuerdas? No creo que le deba ser fácil, me enteré de algunos casos parecidos y es bastante duro. Supongo, lo mismo y me equivoco.

La respuesta fue un "ahora te toca a ti.", y el calvo no creía que eso de ir preguntando fuera por turnos. Si Riko se había tomado la molestia de hacerlo, el monje debía de hacerlo también. Se colocó nuevamente su máscara del festival, cansado de llevarla en la mano, y se acercó a un pequeño puesto escondido con un cartel poco vistoso. Pero al fin y al cabo, el más cercano a su posición.


Disculpe señor, nos dio curiosidad que haya bajado la cantidad de gente. ¿Sabe usted por qué?

Un hombre escuálido, con anteojos de apariencia de un adulto joven, estaba detrás del mostrador. Miró por encima de sus gafas, mostrando sus ojos verdes e hizo una mueca marcando un liso rostro.

Dime tu a mi niño- dijo en tono de protesta.

No vendí nada y encima la gente se va, y encima me preguntan por qué. No me lo creo, esto solo me pasa a mi, me cago en todo, esto me pasa por no seguir los pasos de mi padre, ..... - el hombre se fue protestando y chillando para atrás del local.

¿En serio? Nuestra suerte es increíble Riko.

Pues sí, aunque tal vez ella no lo sabía, o no lo quería saber. Su padre suele beberla, ¿Recuerdas? No creo que le deba ser fácil, me enteré de algunos casos parecidos y es bastante duro. Supongo, lo mismo y me equivoco.

Tenía razón, a lo mejor habían sido un poco duros con ella, pero, al fin y al cabo, no era muy difícil saber que aquello era alcohol, y más si, como parecía, no era la primera vez que había jugado a aquel ''juego''. Riko se encogió de hombros.

Los dos muchachos siguieron caminando un poco más, hasta que se acercaron a un pequeño puesto en el que no había mucha gente, y allí, Karamaru fue el que preguntó, pero, para su sorpresa, el dueño del local les respondió de malas maneras, como si la culpa de que su negocio estuviera vacío fuera suya, por lo que, rápidamente, los dos genin se alejaron de allí, sin más discusión.

¿En serio? Nuestra suerte es increíble Riko.

— Desde luego... Yo no me lo explico, la única explicación que le encuentro es que se haya acabado ya todo y se haya ido la gente a sus casas, si no... — El peliblanco ya no estaba tan enérgico, se había hecho tarde y no había hecho más que caminar en todo el día, por lo que estaba bastante cansado ya.

La conclusion de Riko parecia la mas acertada y Karamaru se imaginaba lo mismo. Que, en su camianta e ida y vuelta por los campos de calabazas, el tiempo haya volado y no se hayan dado cuenta. Que, durante su presencia en la casa de Yachi, la gente se haya ido por la hora.

Y es que en poco mas de una hora, por el horizonte, el Sol saldria opacando todos los destellos naranjas que hacian de esa noche una noche fantastica visualmente. Lo que no sabian era que ese momento del amanecer era uno de los mas importantes del festival.

Pues si, al final no fue tan bueno como lo pintaban en los carteles.

—Parece que la gente se fue, sin mas, no le veo otra explicacion.

Toda la gente se reunia lejos del pueblo para esperar aquel amanecer, aquellos primeros rayos de Sol para llevar ese evento misterioso. Porque los rumores no eran solo rumores, y Yachi estaba de enterado de eso. Despues de todo vivia alli, como haria para no saberlo.

Pero nunca lo quiso decir.

Me parece que si esto termina no queda mucho mas para hacer. Tal vez compre comida para el viaje, pero me parece que pego la vuelta hacia Amegakure.

"Aunque me sigo preguntando que hora sera..."

Pues si, al final no fue tan bueno como lo pintaban en los carteles. Parece que la gente se fue, sin mas, no le veo otra explicacion.

Parecía que ambos estaban de acuerdo en lo respectivo al por qué la gente se había desaparecido así porque sí, y, pensándolo bien, si Yachi, que vivía allí, no sabía nada con respecto al supuesto ''evento'' que tendría lugar al final del festival, posiblemente era porque no se tratara más que de un rumor.

Me parece que si esto termina no queda mucho mas para hacer. Tal vez compre comida para el viaje, pero me parece que pego la vuelta hacia Amegakure.

— Sí, yo también debería comprar suministros para el viaje, al fin y al cabo, son un par de días de caminata y hay que ir bien preparado, ¿sabes si queda mucho para que abran las tiendas? — Preguntó el peliblanco curioso.

Ambos ya tenian las cosas en su cabezas ordenadas para emprender retirada de aquel lugar. No hay gente, no hay diversion, pues uno la pasa mejor en su casa y en sus tierras. Solo quedaba un despedida y un recuerdo entre dos shinobi que en algun momento del futuro seguramente se volverian a cruzar, aunque uno nunca puede llegar a saber en que condiciones y terminos.

Pues, todavia hay algunos locales abiertos.

—Tal vez encuentres uno que te pueda suplir, porque la verdad que de horario no tengo ni idea. Por mi parte me comprare unos dangos, que creo haber visto un local abierto cuando pasamos recien por aquella calle- el calvo le hizo un ademan con la cabeza para que identificara la calle en cuestion.

El calvo tendio el brazo y levanto la mano. Los dedos cerrados, marcando un puño esperando a ser golpeado, un saludo y una despedida a la vez.

Supongo que nos vemos, ¿No?

Pues, todavia hay algunos locales abiertos. Tal vez encuentres uno que te pueda suplir, porque la verdad que de horario no tengo ni idea. Por mi parte me comprare unos dangos, que creo haber visto un local abierto cuando pasamos recien por aquella calle

Aquello ya tenía pinta de despedida, habían pasado una buena noche, con momento más tensos de lo que hubiera querido el Senju, per una buena noche al fin y al cabo.

— Yo daré una vuelta para ver qué compro para el viaje. — Explicó el joven, mientras chocaba el puño con el genin de Amegakure. — Seguro que nos volveremos a ver, sí, un placer Karamaru. — Se despidió el de los ojos violáceos, con una enorme sonrisa y justo después comenzó a caminar calle arriba, donde creía recordar haber visto una tienda de alimentación.