Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
2/07/2020, 23:58 (Última modificación: 3/07/2020, 00:04 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Daruu flotaba sobre el agua de la piscina, aburrido, vestido con un bañador verde con estampado de piñas de color amarillo. Con las manos tras la espalda, se concentraba en una nube blanca que se parecía, curiosamente, a Amekoro Yui con los brazos en alto y las piernas formando un arco, como teniendo una pataleta. El muy idiota se hizo gracia a sí mismo y se rio en voz alta.
Ayame estaba apoyada unos metros más allá. Al final, habían conseguido una piscina para ellos solos. Una piscina enorme, de hecho. Debía medir casi diez metros por seis metros. Daruu no comprendía como aquél dojo paradisíaco con piscinas, pegado a la pared de la cordillera, estaba tan vacío. ¡Si el abuelete que lo regentaba casi les había dado las gracias llorando porque eran los únicos clientes que habían tenido desde que comenzó el Torneo!
«Supongo que los Dojos tienen algo especial que te hace querer pelear con la gente... de hecho, ya estoy aburriéndome.»
No nos engañemos. Había sido divertido lanzarse a la piscina en bomba. Había sido relajante. Pero llegaba un momento en el que cansaba. Fijáos si estaba aburrido Daruu que por una vez en la vida deseó que Datsue estuviera allí para liarla y animar un poco el cotarro.
Fue entonces cuando se fijó en una caja apartada en una orilla. Habían churros de piscina de colores, de esos que se usan cuando uno no sabe todavía nadar. Y entonces se le encendió una bombilla. Una bombilla perversa.
Daruu salió de la piscina y se hizo con un churro de color rosa y otro de color amarillo. Blandió varias veces el rosa, como una espada... y le lanzó el otro a Ayame, que le golpeó en la cocorota.
—¡¡PELEA DE CHURROS!! —dijo, y se tiró en bomba a la piscina al lado de ella.
Comenzaremos con una barra de vida especial de 20 golpes. Cada golpe con un churro restará 1 golpe a la barra de vida. El que primero llegue a 0 pierde. Se pueden utilizar técnicas de Ninjutsu, pero no el Suika ni el Byakugan (eso haría injusta la pelea, porque Ayame no podría recibir golpes de churro y Daruu podría detectar con facilidad los churrazos sorpresa. Sólo podrán utilizarse técnicas de soporte o barrera y posibles técnicas ofensivas de Suiton, pero serán versiones de pega sin prácticamente fuerza sólo para salpicar o empujar y no restarán PV ni contarán para la pérdida de golpes. Ayame puede utilizar técnicas que se deriven del Suika sólo para realizar técnicas Hōzuki relacionadas, siempre y cuando se cumplan las restricciones anteriores. Lo mismo para Daruu y sus técnicas Hyūga salvo el Byakugan y si las usa como soporte. No se permiten clones.
Respetando estas reglas, todo vale, así que adelante con la inventiva.
Ayame, por su parte, se entretenía zambulléndose una y otra vez. Se sumergía, tocaba el suelo, volvía a resurgir con un chapuzón, volvía a sumergirse y se impulsaba con las piernas en la pared de la piscina para tomar velocidad y retar a sus pulmones a llegar al otro extremo sin volver a emerger, y después volvía a sumergirse y apoyaba las manos en el suelo de la piscina para erguirse sobre sus brazos. Al final, agotada después de tanto chapoteo, se arrimó a la orilla y reposó la cabeza sobre sus brazos cruzados mientras canturreaba para sí misma, disfrutando del frescor del agua sobre su piel y sus cabellos.
Aunque le había costado abandonar su rutina de entrenamiento, lo cierto era que en aquellos momentos ya se había olvidado por completo de que en breve tenía que disputar el último combate del Torneo de los Dojos. Todo pensamiento con respecto a aquello se había diluido en el agua en cuanto se zambulló en ella, incluso la vergüenza de estrenar el bikini de burbujas azules que dejaba más piel al descubierto de la que estaba acostumbrada a exhibir, y que se había comprado días atrás en aquella tienda de Sendoshi junto a Ranko. Nada parecía importar ya. Sólo aquella enorme piscina que tenían para ellos solos.
Escuchó un chapoteo fuera de su rango de visión, Daruu estaba saliendo del agua, pero no le dio mayor importancia. Hasta que sintió un suave golpe en la coronilla.
—¡Auch! —se quejó, frotándose la cabeza. Junto a ella flotaba uno de aquellos churros amarillo de gomaespuma que muchas personas utilizaban mientras aprendían a nadar, o como simple entretenimiento.
Y Daruu blandía uno similar de color rosa, con una mirada peligrosa en sus ojos perlados.
—¡¡PELEA DE CHURROS!! —declaró, tirándose en bomba junto junto a ella.
Ayame se cubrió con un brazo para resistir el envite del agua levantada por el Hyūga.
—¡Creía que habíamos quedado en nada de entrenamientos por hoy! —se rio.
Pero ya había enarbolado el churro como si de una espada se tratase, pese a que ella nunca había utilizado un arma similar. La declaración de guerra ya había sido firmada.
Daruu se encogió de hombros, y acumuló chakra en la planta de los pies hasta elevarse por completo sobre la superficie del agua y mantenerse en pie con una elegante floritura de churro-espada.
—¿Quién ha dicho nada de entrenar? ¡Es una pelea de churros! ¡El primero que reciba veinte golpes de churro pierde!
Daruu se lanzó al ataque hacia adelante. Cuando estaba a dos metros, dio una patada en el agua para salpicar a Ayame en los ojos, a la vez que daba un salto y caía sobre ella propinándole un churrazo en todo el cabezón.
5/07/2020, 18:17 (Última modificación: 5/07/2020, 18:19 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Pero Daruu se encogió de hombros y, tras acumular el chakra en la planta de los pies, emergió para ponerse de pie sobre la superficie del agua. Zarandeó en el aire su churro con una elegante floritura.
—¿Quién ha dicho nada de entrenar? —le espetó—. ¡Es una pelea de churros! ¡El primero que reciba veinte golpes de churro pierde!
Sin esperar siquiera una respuesta, Daruu se lanzó al ataque. Ayame no se había levantado sobre el agua como él; por lo que, cuando él dio una patada en el agua para salpicarla en los ojos, simplemente tomó aire y se dejó hundir. Apoyando los pies en el suelo de la piscina, Ayame agarró con fuerza su propio churro y se impulsó hacia arriba, aprovechando que Daruu había decidido saltar para rematar su ataque, y lanzó una estocada ascendente hacia su barbilla.
—¡Ya me venciste en el Torneo, no dejaré que lo hagas también en el agua! —bramó, llena de determinación.
—¡Mierda! —exclamó Daruu cuando Ayame se hundió bajo el agua. Su churro hizo de látigo contra el agua instantes antes de que la kunoichi se impulsara en el fondo de la piscina y le golpease con todo el churro en la cara, haciéndole retroceder y tambalearse.
—¡Ya me venciste en el Torneo, no dejaré que lo hagas también en el agua! —bramó, llena de determinación.
Pero Daruu sonrió.
—Eso ya lo veremos. —Dio un paso hacia adelante, propinando dos tajos en diagonal sujetándose el churro con la mano derecha. Estaba lejos de golpearla, pero cada tajo levantaba una salpicadura que distraía y molestaba a la vista. Llegado a un punto, Daruu saltó hacia adelante, buscando golpear en el costado Ayame.
Solo que...
Solo que su mano izquierda emitió una rápida ráfaga de chakra desviándolo hacia la derecha en el último momento. Tras la finta, Daruu esgrimió con una gloria de flor de cerezo su churrazo con ambas manos y golpeó a Aotsuki en la nuca, buscando tumbarla de morros en la piscina.
—Eso ya lo veremos —Daruu sonrió de forma amenazadora.
El shinobi dio un paso adelante, lanzando dos tajos en diagonal con la diestra. Ayame retrocedió, aunque el churro quedaba fuera de su alcance, no quería arriesgarse a cualquier estratagema del Hyūga, y las salpicaduras podrían llegar a ser molestas en los ojos. Entonces, Daruu saltó hacia delante, y la kunoichi flexionó ligeramente las rodillas, preparándose para la acometida. Pero entonces él lanzó una ráfaga desde su mano izquierda y se desvió ligeramente, para después girarse y tratar de asestarle un fuerte golpe en la nuca.
«¡Oh, no, de eso nada!» Ayame se agachó doblando el torso y, girando sobre sí misma, lanzó una estocada dorada, horizontal al suelo para tratar de golpearle en el torso.
Pero Ayame se agachó y giró sobre sí misma como una peonza. Daruu, viéndola venir, chasqueó la lengua con fastidio y saltó justo a tiempo, pasando el churro a su mano izquierda. Con las piernas flexionadas, golpeó la espalda de Ayame y, en cuanto sus pies tocaron la superficie del agua, dio un salto hacia atrás para alejarse a al menos tres metros de distancia.
—¡De eso nada, monada! —rio—. Creo que es un uso justo y razonable. A ver, a ver, tampoco te me pongas a tirar bijūdamas, que te estoy leyendo la mente. A ti y al caballito.
Pero, según giraba sobre sus talones, Ayame sintió un brusco golpe en su espalda que la tiró contra el agua.
—¡De eso nada, monada! —escuchó a Daruu reírse, mientras se reincorporaba de nuevo sobre la superficie del agua—. Creo que es un uso justo y razonable.
—Di isi nidi, minidi... Mimimi —repitió Ayame, enfurruñada, aún de espaldas a su compañero—. Ya te daré a ti un uso justo y razonable.
—A ver, a ver, tampoco te me pongas a tirar bijūdamas, que te estoy leyendo la mente. A ti y al caballito.
Un súbito silencio se extendió en la piscina. Daruu tragó saliva, inmediatamente arrepentido de lo que acababa de decir; y Ayame se mantenía petrificada en el sitio, entre sudores fríos, esperando.
Y entonces ocurrió.
—¡Nngh! —Sus manos soltaron repentinamente el churro, que se quedó flotando a la deriva, y se entrelazaron en un sello en peculiar.
Un pequeño ¡puff! acompañó a una pequeña nube de humo que la cubrió por completo. Y entonces un pequeño, diminuto, láser de energía emergió desde ella, directo a la frente de Daruu.
—Vuelva a llamarme caballito y será lo último que pronuncie en su corta vida de humano, Daruu —le espetó una versión en miniatura de Kokuō, del tamaño de un peluche, desde la cabeza de Ayame. Se agarraba a ella como podía, con sus casquitos de caballo.
—¡Kokuō, eso no se hace! —la reprendió Ayame, retomando el churro. Aunque sabía que de nada serviría cualquier cosa que le pudiera decir. Kokuō era un alma libre, siempre lo había sido, y no iba a permitir que nada ni nadie le pusiera las riendas.
Ayame gimió y soltó su churro. Sus manos se entrelazaron en el sello del Kage Bunshin. Daruu se temía lo peor, así que se cubrió raudo con su churro rosa cuando estalló la nube de humo... pero no fue eficaz.
El láser atravesó la gomaespuma como un cuchillo en llamas atravesaría un precioso y blanco bloque de mantequilla, y le golpeó en la frente, arrojándolo al agua.
Daruu se hundió y salió a flote un poco después. Primero la mano, que asió su churro agujereado, y luego el resto de su cuerpo.
—¡Abusona! ¡Si quieres pelear agarra un churro! —gritó, sabiendo que Kokuō haría caso omiso de la provocación. Daruu soltó su churro repentinamente y realizó una serie de sellos.
«¡Suiton: Amedama no Jutsu!»
El Hyūga escupió una masa de caramelo rosa perfectamente redonda y brillante de dos metros de diámetro, que avanzó hacia Ayame a toda velocidad.
10/07/2020, 14:14 (Última modificación: 10/07/2020, 14:14 por Aotsuki Ayame.)
Daruu intentó cubrirse con su churro, pero todo fue inútil. El rayo láser, aunque débil en esencia, perforó y derritió la gomaespuma y la atravesó como si no fuera más que nieve derretida para terminar impactando en la frente del shinobi. El Hyūga se hundió ante la preocupada mirada de Ayame, pero no tardó más que unos pocos segundos en salir a flote de nuevo: la primera en emerger fue la mano, como el villano de cualquier película cuando los héroes lo creen derrotado, después el resto del cuerpo.
—¡Abusona! ¡Si quieres pelear agarra un churro! —protestó, pero Kokuō sacudió la cabeza a un lado, ignorándolo por completo.
Ayame, que se había acercado momentáneamente a la orilla, estiró el brazo para coger un flotador y dejó a Kokuō en él. El bijū se quedó como un pequeño peluche flotando a la deriva con las dos patas delanteras por encima del flotador.
Daruu tuvo que soltar su arma para entrelazar las manos de nuevo, pero esta vez no fue el único que lo hizo. Cuando escupió la bola de agua que iba directa a impactar contra ella, Ayame saltó a un lado para evitarla, soltó su propio arma momentáneamente y esta vez fue ella la que realizó la secuencia de sellos, terminando en una palmada. Y entonces, desde el mismo agua de la piscina, una horda de siluetas idénticas a Ayame pero con los ojos vendados emergieron. Al contrario que otras veces, los Sirvientes de la Niebla no iban armados con kunais, sino con churros. Todos ellos.
Ayame acababa de hacerle ese Genjutsu, aprovechándose de su BUENA VOLUNTAD. La de no utilizar el Byakugan. Así que ahora la maldita lo que hacía era tomar el brazo en lugar de la mano.
¡Pues se iba a cagar!
El amejin se mordió el churro con los dientes y realizó un único sello. El agua de la piscina se alzó como un titán elemental a manos de Suijin, y avanzó ocupándolo todo y arrasando con todo, con Daruu surfeando churro en mano, preparando para ver salir a la verdadera Ayame entre el mar de churros dorados, para evitar la ola.
—¡AHHH, CLARO, SÍ, Y QUÉ SERÁ LO SIGUIENTE! —bramó Daruu, claramente irritado.
«Pues lo siguiente será... lo que se me ocurra.» Respondió para sus adentros, divertida con la situación.
Pero si una podía ser borrica, el otro la superaba con creces. Y no se cortaba un pelo a la hora de demostrarlo. Daruu se sujetó el churro con los dientes y entrelazó las manos en un único sello: el de la Serpiente. Entonces el agua de la piscina cobró vida y se alzó como un titán sobre ellos en forma de ola gigantesca que fue asfixiando uno a uno todos los clones que encontraba a su paso. Pero Daruu, conocedor de las artes ilusorias y de aquella técnica en concreto, debería haber previsto lo que sucedería a continuación: cada clon caído volvía a resurgir tras el paso de la ola, como aquellos no-muertos de las películas de terror que Ayame se negaba a ver.
Y, hablando de Ayame...
En cuanto la ola pasó de largo y Daruu volvió a posarse sobre la superficie de la piscina, la kunoichi surgió justo debajo de él con una sonora salpicadura, enarbolando su churro en forma de rayo dorado ascendente contra su barbilla.
20/07/2020, 17:53 (Última modificación: 20/07/2020, 17:54 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
La ola descendió, poco a poco, y con ella, nuestro intrépido amejin. Sujetó su churro con ambas manos, preparado para buscar a Ayame. Pero entonces aquellos malditos clones volvieron a surgir, poco a poco, como fantasmas acosando en una noche de invierno. Solo que no era de noche. Y no era invierno. En fin, como fantasmas.
—¡Es injusto! ¡Sabes que no puedo deshacer el Genjutsu! ¡Sal y da la cara! —gritó Daruu.
Y la dio.
Ayame salió cual serpiente subrepticia bajo la superficie de agua, y consiguió golpear a Daruu en la barbilla. Pero el Hyūga estaba enfadado, y para desgracia de Ayame, había una diferencia muy amplia entre ellos dos. Su nivel de maestría del churro estaba a años luz.
¡Flas! Un rápido giro de muñeca. El churro amarillo de Ayame cayó al agua dos metros a la derecha. La muchacha, desarmada, recibió un golpetazo en toda la cabeza. Y otro, y otro más. Daruu ya preparaba el cuarto, más fuerte que el anterior, esta vez en horizontal, como si Ayame fuese una pelota de béisbol y estuviera dispuesto a hacer un home run por encima de la cordillera del Valle.
26/07/2020, 13:39 (Última modificación: 26/07/2020, 13:39 por Aotsuki Ayame.)
Ayame siempre había sabido que la diferencia de mestría cuerpo a cuerpo era muy grande entre los dos. Era por eso por lo que normalmente evitaba atacarle de cerca, pero en aquella guerra de churros no le quedaba otra que acercarse a él. Y eso fue su perdición.
Con un rápido giro de muñeca, el churro se escurrió de entre los dedos de Ayame y terminó perdiéndose a un par de metros a la derecha. La kunoichi, desesperada, había intentado volver a agarrarlo en el último momento, pero todo fue inútil. Y entonces le cayó la lluvia de churrazos. ¡BAM! ¡BAM! ¡BAM! Tres fuertes golpes en la cabeza. Los clones no tardaron en desvanecerse en el aire.
—E... ¡Espera! —suplicó Ayame.
Pero Daruu estaba preparando un cuarto, cargando sus músculos hacia atrás y sosteniendo el churro como si fuese un bate de béisbol. Iba a reventarle la cabeza. En el momento del impacto, Ayame se agachó y lanzó una zancadilla contra sus piernas para hacerle caer al agua. Eso no le daría puntos, pero sí que le daría unos valiosos segundos para recuperarse. Aprovechando el momento, saltó hacia atrás y retomó su propio churro.
—¡No es justo! ¡Te has pasado tres pueblos! —protestó.
Y entonces cayó en la cuenta de algo.
—Espera, ¿dónde está Kokuō?
Kokuō, prudente, había decidido alejarse del campo de batalla. Había salido del agua y ahora estaba cómodamente tumbada sobre una de las hamacas sin prestarles ni siquiera un mínimo de atención.
«Espero que si alguien la ve la confunda con un peluche o algo así...» Pensó Ayame, angustiada.
26/07/2020, 16:43 (Última modificación: 26/07/2020, 16:47 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Daruu sintió el impacto de la zancadilla de Ayame, que le arrojó al agua. El Hyūga se hundió, y de que volvió a salir a la superficie y a erguirse por completo, Ayame ya había recuperado su arma. Si es que a eso se le podía llamar arma. Entonces, Daruu comenzó a retroceder.
—¡No es justo! ¡Te has pasado tres pueblos! —protestó Ayame.
—¡Ahhh, claro! ¡Golpearte tres veces de la manera más básica posible no es justo! ¡Qué rápido te acuerdas de la justicia cuando no te estás escondiendo tras un truco barato! —espetó. Dio un salto hacia atrás y acabó al lado del contenedor de los churros. Envolvió el churro rosa en una capa de electricidad chisporroteante, y con la otra mano agarró un churro verde especialmente largo. Lo partió en dos, dejó caer el rosa y los asió como si fueran sus Futatsu Mukei—. ¡Ajá! Futatsu Churros!
El Hyūga salió corriendo hacia Ayame, dispuesto a golpearle con un tajo en cruz.