Parecía otro buen día de primavera en Takigakure, Satoru se encontraba en su habitación haciendo los últimos preparativos para partir hacia el país del bosque en el cual tenía pensado entrenar y buscar insectos para una investigación liderada por un miembro del clan Aburame quien invito al joven genin a participar y como parecía que no tenía nada mejor que hacer acepto ayudar. Pero lamentablemente su plan de viajar al país del bosque se vería interrumpido.
Su padre adoptivo entro en la habitación y parecía estar un poco agitado —Satoru, deja lo que estás haciendo y sígueme— el joven genin podía intuir que algo andaba mal, siguió a su padre para saber que quería exactamente y una vez que llego al almacén que se encontraba al fondo de su casa su padre le entrego una pequeña caja de madera que era más exactamente un cubo de 10cm de lado. —Lleva esto y entrégaselo al dueño de la posada “El hielo perpetuo” en Yukio, solo puedes entregárselo al dueño y es importante de que más nadie lo tenga en sus manos ¿entiendes?—
Supongo que no voy a poder rechazar esto, así que adiós excursión… No es normal que me mande a hacer un recado tan lejos, tener que ir al país de la Tormenta.
—Si padre... ¿Que contiene la caja?—
—Eso no tienes por qué saberlo, tu misión solo consiste en entregarlo, cuando antes puedas partir mejor. —
— — — — — — —
Una vez que Satoru llego a la entrada de Yukio lo único que pasaba por la cabeza del genin era entregar la caja y salir cuanto antes de aquel gélido lugar, el frio no era para nada del gusto del joven Aburame. Una vez en la ciudad Satoru se encontraba perdida en ella recorriendo las calles sin saber dónde se encontraba el local, ya era medio día y seguía con la mochila tipo bolsa negra en la espalda donde llevaba la caja que tenía encargado entregar.
Estuvo más de una hora recorriendo las calles de la ciudad sin dar con el lugar de entrega, Satoru sabía que no sería buena idea seguir recorriendo la aldea de esa forma podría levantar sospechas de alguna forma ya que no pertenecía al país y estaba merodeando de forma extraña o por lo menos eso es lo que pensaba el genin. Así que finalmente se sentó en un banco de un plaza para descansar y pensar si pedir ayuda a la gente de Yukio o no.
Desearía poder haber ido a esa excursión, acá hace frio, no conozco a nadie y estoy perdido.
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Ser shinobi suele representar una gran responsabilidad en la vida de un joven, es tener que dejar de hacer las cosas que uno disfruta y tener que centrarse en pulir ciertas habilidades. Disfrutar de aprender a lanzar armas filosas al cuello de la gente es algo que podría ser cuestionable, aprender a lidiar con los enemigos de aquellos a los que uno sirve suena un poco mejor.
De esa misma forma Mogura terminaba de llegar a Shinogi-To, con la intención de transportar medicamentos especialmente fabricados para un importante aliado en Yukio.
Esta es una de esas ocasiones en las que el abuelo puede ponerse terco y pesado, no tiene nada de maravilloso ni secreto esta medicina. Cualquiera podría haber ido, pero no, tiene que ser su único nieto...
La travesía podría haber pasado fácilmente por una misión de rango D, pero era algo totalmente extraoficial, empresa familiar fue el término que utilizado por su anciano pariente. Por lo tanto el muchacho no iba a recibir una sola moneda por sus molestias.
Al menos tengo tiempo para avanzar con Juego de Kages...
Mogura viajaría en tren hasta el pueblo de Yukio, una vez desplazado hasta la parada solo quedaba sentarse y disfrutar de un tranquilo viaje que acortaría increíblemente el tiempo que tomaría para llegar de un punto a otro. Entre tanto, aprovecharía para saber mas sobre aquella historia que lo había atrapado tanto, juego de kages.
— — — — — — —
Al cabo de unas escasas tres horas de viaje, el tren habría recorrido prácticamente la misma distancia que una persona en una jornada de viaje normal a pie.
Sin duda esto de los trenes es toda una innovación.
En el proceso del descenso del pesado vehículo, dejó caer un pequeño papel donde tenía unas indicaciones para llegar a su destino, la posada "El hielo perpetuo". Sin embargo, no se llegó a percatar de la falta de dicho papel hasta que llegó a la plaza y necesitó consultar como continuar su recorrido, lo que podría ser un sencillo recorrido de algunos minutos podría llegar a tardar horas y complicaría tomar el siguiente tren de regreso a su hogar.
¿Dónde habrá quedado...?
Dejó escapar al viento en uno de los bancos no muy alejado de aquel muchacho que hacía poco había tomado un respiro en su camino. El joven de Amegakure vestía un abrigo de cuero que lo mantenía bastante bien abrigado y sobre este tenia un morral donde se encontraba depositada la caja con medicina, su libro y otras cosas se encontraban en su kit medico a un lado de su cadera.
Satoru empezaba a sentir que atraía miradas de los alrededores y esa sensación lo empezaba a incomodar a tal punto que decidió que tenía que ponerse en marcha nuevamente lo más pronto posible, su problema era que no sabía hacia donde quedaba el lugar de entrega ya que nunca pregunto por más detalles o indicaciones a su padre pensando que lo mandaría a un pequeño pueblo.
El joven Aburame dio un giro de 360 grados para ver sus alrededores y no había prácticamente nadie por las calles exceptuando por cuatro personas que se encontraban a unos 7 o 10 metros se acercaban de manera sospechosa o por lo menos es a lo que le parecía y como no quería causar ninguna clase de conflicto lo único que haría sería mantener la calma, como si nada raro pasaba.
—¿ Que pasa niño?...¿ Acaso te has perdido?— Satoru se da la vuelta al oír la voz, se trataba de un muchacho tal vez de 17 o 18 años, el cual se encontraba con otros 3 que posiblemente ronden en su misma edad, pero todos ellos eran más alto que Satoru por unos 5 centímetros o más. Y sin poder decir nada, otro de ellos habla —Oye Kenji, si parece que este perdido ¿Por qué no le ayudamos?... Solo síguenos nosotros te guiaremos— Los cuatro se encontraban rodeando y este último que hablo tenía un mal aliento que llegaba a asquear al joven genin.
—Gracias, pero yo sé a donde tengo que ir, solamente estaba tomando un descanso— Diría Satoru para intentar sacárselo de encima —Además de que no tengo tiempo que perder— Intentando pasar por al lado de dos de ellos, pero estos le cerraban el paso. —Oigan yo solo seguir mi camino, ¿Cómo podemos arreglar esto?— Satoru sabía que no iban a ser un paseo turístico por la zona, ya que parecía un blanco fácil para cualquier banda de ladrones.
Con una sonrisa de oreja a oreja y prácticamente en voz el primero que había hablado de ellos, ellos sabían que no debería de haber prácticamente nadie en la zona —Lo podemos arreglar fácilmente, solo danos tu mochila y tu dinero… y así te dejaremos ir, es así de fácil— Mientras que los otros a zarandear de un lado a otro al joven genin.
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Finalmente resignado por la desaparición de su apunte guía, elevó su mirada un tanto molesto en dirección al grupo de gente que se encontraba por ahí cerca.
Supongo que le pediré ayuda a esos de ahí, seguro que sabrán decirme como llegar.
Solo llegó a dar un paso antes de frenarse a ver la escena del Aburame siendo zarandeado de un lado a otro por lo que ahora parecía no ser otra cosa que un grupete de matones.
Quizás... no debería meterme...
Pensó en primer instancia girando levemente uno de sus pies para marcar una dirección de camino diferente y alejarse de la escena, pero casi al instante recordó aquellas palabras que la Arashikage le había dedicado a él y a su amiga de ojos rojos.
"Sois ninjas, no os quedáis sentados. Movéis el culo y arregláis las cosas."
Dejó escapar un ligero suspiro mientras se disponía a realizar una corta secuencia de sellos de mano. No eran las palabras mas amables que uno podría esperar de su Kage, pero eran las que le habían dado y las guardó consigo como un recordatorio.
Posiblemente Satoru estaría muy ocupado siendo movido de un lado para el otro pero en un momento dado un fuerte vendaval se llevaría puesto a uno de los matones que lo empujaban, el muchacho en cuestión sería arrojado unos metros hacía por encima de un banco haciendo que se caiga de espaldas. No habría cortes ni nada por el estilo, sería un golpe como si alguien lo hubiese chocado.
¡Vaya! Que fuertes que son los vientos en Yukio.
Mogura se acercaría caminando en dirección al shinobi de Takigakure. Con una de sus manos tomaría la correa de su morral y con la otra se echaría el cabello hacía atrás marcando el recorrido de este y dejando ver bien la bandana de la aldea en su frente. No habría que ser muy inteligente para interpretar que la llegada de un ninja de Amegakure tenía algo que ver con aquel viento fuerte que había pasado.
Aquellas cuatro personas seguían zarandeando al joven Aburame de un lado a otro, parecía que Satoru no iba a tener otra salida más que resolver este problema por las malas ya que aquellas personas solo quería sacar provecho de un turista.
Supongo que esto no se puede resolver por las buenas, tendrá que ser por las mal…
Antes de poder hacer algo contra aquellos rufianes que le intentaban robar, un fuerte viento lo envió a volar un par de metros por encima de uno de los bancos del lugar y para cuando puedo percatarse de lo que había sucedido, una persona parecía estar queriéndole moverlo a la fuerza o intentar mantearle la mochila, pero si hubiera pasado este ultimo no lo estarían llevando a la fuerzo. El genin de Takigakure hizo un pequeño esfuerzo para poder acomodarse e intentar seguirle el paso a la persona que lo estaba sacando de aquel embrollo.
―Gracias — Diria Satoru en voz baja, ya que gracias a aquella persona pudo safar sin necesidad de recurrir a la violencia, es mas se podria haber metido en un lío bastante grande si hubiera terminado enfrentando a civiles siendo extranjero en aquel lugar.
Aquella persona de cabellera negra, piel clara y contextura delgada, con una de sus manos había agarrado la mochila del Aburame y con la otra movía su cabello mostrando la bandana que llevaba en su frente, un shinobi de Amegakure lo había sacado de aquel problema.
Satoru ya le seguía el paso sin problemas, se encontraba en deuda con aquel shinobi y como no sabia de que manera se la pagaria, intentaria entablar una conversación con él para demostrar que se encontraba muy agradecido por aquello.
― Soy Aburame Satoru, nuevamente te agradezco por lo de recién... si no fuera por ti quien sabe como hubiera terminado ese asunto... Por cierto necesito otro favor, ¿Me podrías decir donde queda la posada “El hielo perpetuo”? Llevo horas dando vueltas por la ciudad sin poder encontrarla.— Por lo menos ahora no prestaba mucha atención de los alrededores, además no quería mirar hacia atrás sabiendo que podía llamar la atención de aquellos bravucones nuevamente.
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Parecía ser que a pesar del movimiento causado por la técnica del shinobi, aquel muchacho se encontraba en buenas condiciones y lejos de molestarse por el método del médico se mostraba agradecido por la ayuda que le había brindado. Probablemente hubiese sido mejor apalear un poco a aquellos matones pero al menos así evitaría verse vinculado con ellos a los ojos de aquel chico.
Aburame... ¿No es ese uno de los clanes de Konoha?
Si sus recuerdos no se habían traspapelado en algún rincón de su mente, quien se había presentado como Satoru pertenecía a uno de los clanes que formaban parte de la gran aldea que supo existir tiempo atrás. Sumado al curioso apellido del forastero, parecía ser que su objetivo era el mismo, El hielo perpetuo.
Eres un shinobi, no deberías permitir que te falten el respeto de una forma tan grosera...
Por el tono que manejó en ese momento fácilmente sus palabras podían pasar como un regaño.
Con respecto a la posada que estas buscando, yo también debo llegar ahí. Aunque me temo que he perdido el mapa que me guiaría.
Bajo ligeramente la mirada y busco con los ojos en el suelo de aquel sitio donde estaban parados, pero era inútil, no estaba ahí.
Luego de haberse presentado y de pedir indicaciones, Satoru termino siendo reprochado por aquella misma persona que lo saco en aquella situación por no actuar como lo haría un shinobi. El Aburame tenía su punto de vista de lo que paso, pero ese reproche no le molestaba, tampoco el que aquella persona no se presentara ya que esto último es algo Satoru suele hacer.
—Perdón por intentar resolverlo de una forma pacífica, personalmente no me gusta ser extranjero y pelear con el primer grupo de zánganos que encuentre.—
Satoru tenía una buena y una mala noticia, aquel chico también se dirigía a la misma posada pero había perdido su guía de cómo llegar al local. La misma situación de hace un rato le volvía a suceder al Aburame, perdido, sin saber a dónde ir, pero ahora por lo menos estaba acompañado.
—La verdad no se me ocurre que hacer, empecemos a movernos antes de que vuelvan…—
Pero en algo estaba seguro Satoru, si no se seguían alejando de la plaza, aquellas personas indeseables volverían a intentarían hacer alguna otra picardía. Parecía que la buena suerte no estaba de su lado, giro la cabeza para ver rápidamente hacia atrás y pudo ver que aquellos cuatro rufianes ya los estaban siguiendo.
—Parece que ya es tarde para eso, ya están detrás nuestro y no parecen querer irse con las manos vacías esta vez.— Satoru había empezado a hablar más bajo después de ver que lo seguían. —Espero que tengas algún otro plan— Parece que nada le iba a salir bien en este viaje al Aburame.
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Distraído por las faltas a las normas no escritas de todo guerrero que había cometido el muchacho, terminó por no presentándose. A pesar de todo parecía que había encontrado un aliado en aquel extranjero perdido, pues estaba perdido al igual que él y parecía ser que su objetivo era exactamente el mismo.
Parece que ya no hay vuelta atrás, tendremos que trabajar juntos si queremos terminar con esto rápido.
Pensó al escuchar las palabras del shinobi. Lo último que quería era llamar demasiado la atención por verse involucrado en alguna clase de conflicto con los locales pero si esos malandros no los dejaban en paz iba a tener que tomar medidas.
Si tomamos un poco de distancia puede que podamos pensar un poco mas tranquilos como resolver este problema...
No estaba del todo seguro de que tan extenso era Yukio, pero realmente estaba empezando a pensar que no iba a demorar tan poco como había proyectado en un principio. Satoru volvió a tomar la palabra para comentar que ya los tenían detrás, cosa que a Mogura realmente no le terminó de agradar.
Bien, quitemos esa idea de la mesa y pensemos otra cosa... si salimos corriendo en cualquier dirección vamos a terminar mas que perdidos...
Elevó su mirada sobre el hombro para poder ver a esos que los estaban siguiendo con un poco de atención y en el instante se le ocurrió una cosa.
Hay que hacer que se separen, algunos de ellos tienen que ser mas rápidos que otros...
Quería hacer las cosas medianamente rápido y sin tener que pelear en el medio de la calle contra cuatro personas.
Escóndete por aquí, cuando todos pasen hay que traernos a uno de los suyos con nosotros, los demás deberían seguir.
Señaló unas cajas y canastos que había a un costado de la calle, probablemente de algún negocio o algo parecido. Hizo una rápida secuencia de sellos y de su boca una nube de polvo cubrió toda la visión del camino. Seguidamente buscó un pequeño espacio donde le había marcado al muchacho.
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