14/07/2017, 23:46
(Última modificación: 29/07/2017, 03:09 por Amedama Daruu.)
El torrente acuático impactó de lleno en el joven kusareño y, ante el asombro de Daruu y de gran parte del público, que exclamó un "Ooooooooh" tremendo, éste fue arrastrado por la técnica si no todo lo contrario: la aguantó en el sitio recibiéndola durante toda su duración.
Daruu abrió mucho los ojos, incrédulo, observando el chakra que se agolpaba en las piernas de Daigo. «Qué técnicas tan buenas de Nintaijutsu tiene este chico, ¡es increíble!». No podía sentir más que aspiración por su rival, que, utilizando prácticamente todo su chakra, como atestiguaba su Byakugan, había agotado sus últimos recursos.
—Todavía puedo... seguir... peleando...
—Se acabó, Daigo-san. Tengamos la revancha otro día.
El ameño se acercó a su contrincante y extendió sus dedos índice y corazón: el sello de la reconciliación. Pero Daigo no se movía, y su cuerpo temblaba.
Y cayó inconsciente.
El publico clamó por admiración ante el espectáculo que los dos genin acababan de protagonizar. Los médicos comenzaron a salir de los portones. Daruu se acuclillo, y juntó finalmente los dedos con los de Daigo antes de volver a levantarse y caminar hacia su cubículo de nuevo.
—Has luchado bien, Daigo. No me hubiera importado perder contra ti.
Daruu abrió mucho los ojos, incrédulo, observando el chakra que se agolpaba en las piernas de Daigo. «Qué técnicas tan buenas de Nintaijutsu tiene este chico, ¡es increíble!». No podía sentir más que aspiración por su rival, que, utilizando prácticamente todo su chakra, como atestiguaba su Byakugan, había agotado sus últimos recursos.
—Todavía puedo... seguir... peleando...
—Se acabó, Daigo-san. Tengamos la revancha otro día.
El ameño se acercó a su contrincante y extendió sus dedos índice y corazón: el sello de la reconciliación. Pero Daigo no se movía, y su cuerpo temblaba.
Y cayó inconsciente.
El publico clamó por admiración ante el espectáculo que los dos genin acababan de protagonizar. Los médicos comenzaron a salir de los portones. Daruu se acuclillo, y juntó finalmente los dedos con los de Daigo antes de volver a levantarse y caminar hacia su cubículo de nuevo.
—Has luchado bien, Daigo. No me hubiera importado perder contra ti.