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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Era temprano en la mañana, para que no digan que el Yotsuki era perezoso. Aunque ciertamente, el llegar a aquel sitio tenía una razón en específico. "¿En qué momento pasó esto?" Fruncía el ceño al pensar.

Se hallaba sentado en uno de los extremos del puente, tenía sus gafas por sobre la frente y un cigarrillo en la boca. Sus manos se hallaban ocupadas con Otome, arpeando las cuerdas mientras ajustaba las clavijas. "No sufrió daño al pelear pero si que se ha desafinado en su totalidad." Tres días habían pasado desde que fue derrotado en la semifinal, pero nuevamente su cabeza dura le hizo salir un poco antes de lo recomendado por los médicos del hospital. Ciertamente odiaba quedarse quieto y debía buscar un lugar dónde pudiese sentirse más cómodo. "Y de todas maneras no quiero que luego me echen la culpa si luego en Nishinoya huele a tabaco." Hizo una pausa para sostener el cigarro y expulsar el humo.

Escogió un sitio un tanto remoto y silencioso. Normalmente era alguien que socializaba mucho y buscaba la fiesta y el bullicio de las urbes, pero cuando algo le afligía prefería que los demás no se enterasen. Esto ocurría en muy raras ocasiones, pues generalmente bastaba con guardárselo y sonreír fanfarrón.

Sin embargo la derrota reciente le estaba pinchando el pecho más de lo que él desearía. Su escape más común era canalizar sus emociones en canciones, aunque en esos momentos se sentía incapaz de ordenar las ideas correctamente. Continuaba concentrado en su guitarra, aunque realmente aquella actividad sólo era un pretexto para ocupar su mente y no recordar.

A aquella hora calculaba que nadie llegaría a entrenar y podría estar tranquilo, o eso creía él.
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#2
Y como un giro del destino, allá que apareció él. Amedama Daruu, que caminaba distraído leyendo un libro sobre Ninjutsu y silbando cuando escuchó el sonido del instrumento, apenas posado el primer pie en el puente. El Hyūga levantó la mirada y al ver a Rōga, sonrió. Cerró su libro con la mano y lo ajustó en el cinturón del obi. Se acercó al muchacho.

Ey, Rōga —saludó, apoyándose en la barandilla contraria. Arrugó la nariz—. ¿Eso es tabaco? Os váis a joder los pulmones, tío.

»No soy quien para decirte lo que tienes que hacer, pero que no te extrañe que dentro de unos años no puedas ni correr cinco metros sin cansarte —señaló—. Tómatelo como un consejo. No creo que sea muy inteligente que un shinobi se enganche al tabaco. Por mera supervivencia.
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#3
Pese a que el genin calculaba que tal vez nadie iría por ahí, era eso después de todo, un cálculo. Podía alguien ir por ahí, pero que justamente la persona que anduviese por ahí fuese Amedama Daruu era casi como una cruel broma. La última persona que necesitaba ver en esos precisos momentos. No se volteó en cuanto escuchó su voz, pero tiró con fuerza de las cuerdas con fuerza soltando un horrendo acorde disonante, para luego frenarse.

En otras circunstancias simplemente hubiese respondido con algo así como "no lo hago todo el tiempo, solo de vez en cuando" o alguna excusa similar y empezaría a parlotear de más como siempre lo hacía. Pero en esos momentos tenía los sentimientos amarrados como una pelota dentro del pecho, siendo que estaba enojado aún por lo sucedido en el combate. No iba a actuar amable, pero tampoco iba a ser descortés. Se quedó inmóvil y callado unos segundos mientras el humo del cigarro era llevado por el viento, para finalmente sacárselo de la boca y apagarlo contra el suelo suavemente. Lo guardó para luego dentro de su bolsillo, que después podría seguir fumando. Y no fue sino hasta que terminase todo aquel ritualismo que finalmente le contestó a Daruu.

—Supongo que un shinobi modelo no puede caer en vicios, ¿cierto?— Torció el cuello pare verle. Sin embargo tanto su voz como su mirada eran bastante frías comparadas a su habitual actitud extrovertida. Incluso cuando solía enfadarse solía ser efusivo, pero en esa ocasión era distinto. —Aunque yo creo saber medirme — Volvió a apartar la mirada y fingir centrarse en continuar afinando su guitarra pese a que, en realidad, estaba lista, pero necesitaba un pretexto para poder apartar su mente y no soltar de su boca nada indebido. —Supongo que no seré un ninja respetable —. Resopló. No tenía planes de esconder su incomodidad.
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#4
Daruu alzó los hombros y las palmas de las manos hacia arriba. Negó con la cabeza, cerrando los ojos.

No, no, si no te estoy juzgando. Creo que el shinobi modelo es sólo aquél que cumple con su trabajo y protege a los suyos —explicó—. Sólo es una recomendación de salud, no tiene nada que ver con la moral. La moral la demuestras ahí fuera.

»¿Por qué no ibas a ser un ninja respetable? Oye, buen combate, tío. —Se acercó y le dio un golpecito en el hombro con el puño, suavemente.
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#5
Sin embargo, ante la felicitación del Hyūga, el genin apretó los dientes y se volteó con una mueca de muy pocos amigos. Podía simplemente fingir que nada había pasado, pero estaba harto de guardarse la rabia en el cofre de la conciencia. Ciertamente estaba muy resentido tras el combate.

—¡¿Acaso te estás burlando de mí?!— Se puso de pie para poder ver mejor a los ojos a Daruu. —¡Lo último que necesito es que me vengan con condescendencia luego de meterme una paliza!— Apretó los puños y sacudió la cabeza de un lado a otro. ¿Cómo pudo haber sido un buen combate cuando literalmente no había tenido ni la más mínima oportunidad? Desde su punto de vista, no fue más que un ratón con la cual el gato se dio el lujo de jugar. No pudo ponerle un sólo dedo encima y odiaba enormemente aquella sensación. ¿Qué había cambiado realmente desde aquella vez que peleó contra Kaido? Sentir nuevamente una derrota como aquella le frustraba bastante. No tanto por perder en sí, sino por cómo había sucedido.

—¡Y no creas que no me di cuenta! — se mordió el labio inferior por unos instantes, al punto que se cortó y sangró un poco. —Tiraste un ataque a matar, sólo para obligarme a usar lo mejor de mí. ¡¿Como se te ocurre usar fuerza letal con un compañero?! — Y finalmente, sus ojos comenzaron a ponerse vidriosos por la humedad. —Si la confianza que me vas a tener se va a basar en mis habilidades, ¡NO QUIERO NADA!— Su voz terminó de quebrarse.
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#6
Sin embargo, Rōga se volteó con una mueca salvaje, y Daruu se detuvo en el último instante. Quedó con la mano extendida hacia el Lobo, sin miedo, pero con prudencia, escuchando su rabia y preguntándose en su fuero más interno qué mosca le había picado al muchacho. ¿Condescencencia? ¿Fuerza letal?

Rōga —dijo, con calma—. No te he tratado con condescendencia. Sólo quería reconocerte como oponente.

Bajó el brazo, despacio.

»Y me salvaste la vida de un ente del más allá. ¿Cómo iba a pretender matarte? ¿Crees que si no hubieras podido evitar el ataque no iba a sacarte del apuro? ¡No mataría a un compañero sólo por ganar un estúpido torneo!
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#7
Sin embargo, el Yotsuki no parecía relajar el resto en ningún momento aún ante la calma de su compañero. Es más, parecía enrabietarse aún más ante la tranquilidad con la que su superior estaba reaccionando ante las cosas. Rōga era muy necio y si quería convencerlo de lo contrario iba necesitar más que un par de palabras para hacerlo recapacitar, incluso cuando este llevase la razón y dijese la verdad. El genin tenía una espina que le causaba duda y resquemor.

—¡¿Entonces cual fue la puta razón?!— Ya ni siquiera sabía a dónde enfocar su furia. —¡¿No podías simplemente partirme el hocico sin humillarme así con ese circo?! Estaba mil veces claro que no estaba a tu altura pero aún así usaste una técnica peligrosa. ¡¿PARA QUÉ?! ¡¿POR QUÉ?!— Volvía a sacudir la cabeza. —Eso no se hace...— Repitió las mismas palabras que en su combate.

Se dejó caer y se agarró los pelos del fleco con ambas manos, tratando de contenerse un poco. Aunque ciertamente, lo que realmente quería era ponerse a llorar como el niño que era en el fondo.
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#8
Daruu resopló y retrocedió dos pasos para volver a apoyarse en la barandilla.

La usé porque sabía que podías esquivarla o bloquearla —dijo, echándose las manos a la nuca y resoplando—. Eso agotaría tus opciones y me daría una oportunidad para ganarte. Y porque sabía que de haberlo necesitado te podía salvar. Se trataba de combatir, Rōga. Es cierto que no era un combate a vida o muerte, pero nunca estuviste en riesgo. Si te ha molestado, lo siento.

»Pero creo que estás demasiado exaltado. Deberías madurar un poco. No fue para tanto.
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#9
Pero a Rōga no le iba a bastar una disculpa escueta.

—¡¿QUÉ NO FUE PARA TANTO?!— Apartó las manos y volvió y clavar la mirada en el jōnin.

Para el Hyūga no lo era, pero por el otro lado era algo que significaba demasiado para el Yotsuki. Era más que nada, por que los dos veían las cosas de una manera muy distinta. Daruu intentaba hacerle recapacitar y que aceptase su punto de vista para analizar la situación, pero eso era justamente lo que chocaba con su mentalidad. Mientras tuviese esa manera de pensar, estaba muy claro que no iban a llegar a un consenso. El más joven ciertamente era muy emocional.

—¡No entiendes nada! Y no lo harás nunca por lo que veo... — Agachó la mirada. Aquello iba más allá de simplemente molestarse por el combate. —Pero como siempre todo se arregla "madurando" y haciéndole huevos a la adversidad, blah blah —. Las mejillas se le estaban poniendo rojas por el subidón de sangre a la cabeza. —Ya está claro que no te importa —. Estaba más triste que enojado.
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#10
Daruu se cruzó de brazos y frunció el ceño.

Mira, ¿sabes qué? Te he dicho que lo siento. No tengo tiempo para darte más explicaciones, ni para que me vengas con una ridícula pataleta. Ya encontrarás problemas más importantes de los que preocuparte, ya. —Venga ya. Con todo lo que tenía encima Daruu, ¿ahora le querían montar una escena? El Hyūga se dio la vuelta y comenzó a caminar por donde había venido.

»Algún día, la adversidad te comerá, Rōga. No se trata de huevos. —No, no se trataba de huevos, por mucho que algunas personas, como Amekoro Yui, insistieran en ello. Se trataba de la dosis justa y necesaria de tenacidad.

Ni un poco más.

Ni un poco menos.

Claro que cada amejin lo entendía a su manera. Quizás podría haberse quedado con Rōga un poco más. Normalmente, se metía en problemas en los que no debía meterse sólo por echar un cable. Pero en aquella ocasión, a Daruu los huevos ya le venían tocados de casa.
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