Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Ya, la verdad es que es raro. Pero no sé, tal vez tiene que explicar a sus superiores la situación y pedirles que nos den cobijo, aparecer en la casa principal sin ser invitados puede ser de mala educación.
—Eso tiene bastante sentido —admitió el joven mientras tomaba asiento.
Resultaba una suerte que Tamayo les hubiese dejado unas cuantas velas encendidas, porque la noche hacía rato que había devorado cualquier rastro de luz solar.
—Respondiendo a la pregunta de antes —dijo, retomando el tema—: estoy en una especie de misión cultural. No es nada oficial, pero me han encomendado salvaguardar algunas obras de arte para un museo en la aldea.
»¿Y ti que te trae por aquí, Takumi-san?
Era agradable conversar un poco; y aquello le hacía pensar que, si no fuese por el pacto que unía a las aldeas, la sola pregunta de si estaba de misión podría considerarse de sumo cuidado. Inclusive, podría ser que el solo hecho de hacer contacto con otro ninja fuese algo sumamente delicado. Aunque, posiblemente, el seguiría comportándose de la misma manera… Era una suerte que aquel pacto del que sabía tan poco hiciese la vida fuera de la aldea un poco más interesante.
—Respondiendo a la pregunta de antes: estoy en una especie de misión cultural. No es nada oficial, pero me han encomendado salvaguardar algunas obras de arte para un museo en la aldea.
—Wow, interesante la verdad.
—¿Y ti que te trae por aquí, Takumi-san?
—Ah, bueno pues estaba intentando localizar a una persona. Kamahora Saki, antaño kunoichi de élite y hoy en día una maestra de las artes. Fue marionetista como yo y me gustaría hablar con ella antes de que se retire.
Ahora que lo verbalizaba tenía que darse prisa en encontrar a Saki, no podía ausentarse demasiado tiempo de la aldea.
—Ah, bueno pues estaba intentando localizar a una persona. Kamahora Saki, antaño kunoichi de élite y hoy en día una maestra de las artes. Fue marionetista como yo y me gustaría hablar con ella antes de que se retire.
—Interesante… —admitió Kazuma—. Algo he escuchado de ella: es difícil conseguirla.
Kazuma también estaba a Kamahora; pero, aunque sus motivos fuesen distintos, no consideraba prudente decirle a Takumi más de lo necesario. Tener objetivos similares está bien mientras sean tratados con discreción, porque en cuanto otros lo ven como un obstáculo para los propios, comienzan los problemas; y el no deseaba chocar no nadie, aunque sus asuntos tampoco eran un secreto en el que se le fuera a ir a vida.
Fue entonces cuando en medio de aquella aparente tranquilidad, se escuchó como golpeaban en la puerta. Kazuma observo a su compañero, quedándose en absoluto silencio.
—Tamayo, ¿Qué haces? —grito autoritariamente una voz desde el otro lado—. Te hemos estado buscando todo el día: la guardia vino a reportar un robo y la carroza que te llevaste quedo destrozada: ¡Tienes mucho que explicar! Y no creas que te simplemente te puedes esconder aquí.
—Está buscando a Tamayo-san: ¿Qué hacemos? —pregunto entre susurros el peliblanco, mientras escuchaba como trataban de abrir la puerta.
—Interesante... Algo he escuchado de ella: es difícil conseguirla.
—Ya bueno... Pero hemos venido a jugar, el no ya lo tengo. —Takumi no quiso revelar su as bajo la manga, bueno, lo llamaba as pero nada aseguraba que Saki conociera a Itona.
Y en medio de esta conversación alguien comenzó a aporrear la puerta.
—Tamayo, ¿Qué haces? —«Vamos no me jodas...» —Te hemos estado buscando todo el día: la guardia vino a reportar un robo y la carroza que te llevaste quedo destrozada: ¡Tienes mucho que explicar! Y no creas que te simplemente te puedes esconder aquí. —La persona que estaba al otro lado de la puerta acordándose de los ancestros de Tamayo no parecía muy contenta la verdad.
—Está buscando a Tamayo-san: ¿Qué hacemos? —Kazuma preguntó en susurros.
—Ehhh... Pues no se la verdad, tal vez lo mejor es no hacer nada y dar explicaciones de por qué estamos aquí. Dudo que nos caiga reprimenda alguna, Tamayo-san nos trajo aquí y al fin y al cabo ayudamos a la captura de los atracadores... —Intentó razonar lo mejor que pudo, mientras buscaba algún mueble o caja que les permitiera esconderse aunque fuera. —[color=burlywood]Pero con el cabreo que tiene la que está afuera casi mejor que esconderse y que no nos confunda con atracadores, que es lo que nos faltaba.[/color
—Pero con el cabreo que tiene la que está afuera casi mejor que esconderse y que no nos confunda con atracadores, que es lo que nos faltaba.
Y aquello basto para que el joven peliblanco decidiera que no deseaba involucrarse en semejante alboroto, si es que podía evitarlo de alguna manera.
—¿Es que te estas burlando de mí? Puedo ver la luz encendida —argumento con ira, para luego comenzar a quitar los seguros de la puerta—. ¡Te vas en enterar!
El sonido denotaba que la pobre puerta estaba siendo maltratada… Antes de la mujer entrase Takumi tendría que decidir qué hacer: buscar como esconderse o encarar a aquella fiera desconocida en un más que seguro malentendido. Y tendría que decidirlo solo, allí y en ese instante; pues Kazuma había desaparecido.
—¿Es que te estas burlando de mí? Puedo ver la luz encendida. ¡Te vas en enterar!
—Mierda, mierda mierda... ¿Qué hacemos? —Preguntó a su compañero, bueno, hubiera sido así si Kazuma estuviera dónde hasta hacía unos instantes estaba. —¿Pero qué?
El nerviosismo del marionetista aumentó notablemente, el peliblanco había desaparecido de la escena y no sabía ni cómo. La puerta estaba a punto de ceder y con la penosa habilidad para el subterfugio que tenía el kazejin no había otra opción posible que afrontar a la persona que ahí se presentara. Se sentaría en el suelo, lo más alejado posible de la puerta y esperaría tranquilamente a que entrara la señora mientras rezaba por que no le intentara agredir.
—Así que, ¿pensante que podrías evadirme? —pregunto la furibunda mientras abría la puerta.
Sus ojos otearon rápidamente la habitación, para terminar centrándose en un Takumi al cual le había sido imposible esconderse. La mujer le miro con expresión pétrea durante algunos segundos, en silencio, esperando que hiciese o dijese algo.
—Así que, ¿pensante que podrías evadirme? —Dijo mientras abría la puerta.
Se encontró al marionetista sentado en el suelo con las piernas cruzadas, mirando al frente. La señora le devolvió una mirada, no sabía si estaba enfadada o confusa por encontrarse a alguien que no fuera Tamayo.
—Discúlpeme, pero Tamayo-san no se encuentra aquí. —Explicó con una inclinación de cabeza. —Soy Tsukisame Takumi, un genin de Uzushiogakure que ayudó a Tamayo-san a detener a los ladrones y a recuperar la caja que estos buscaban. Me ofrecí a acompañarla hasta aquí para evitar una posible contraofensiva de los bandidos y me dejó aquí a la espera de que volviera. Creo que fue al complejo principal, no tardará mucho más. —Esperaba haber sido lo suficientemente claro y amable para que esta señora no le propinara golpes similares a los que la puerta recibió.
Se quedó mirándola confiadamente, al fin y al cabo él no había hecho nada malo y aún con todo Tamayo había actuado correctamente para evitar el robo. También empezó a pensar qué había sido del kusajin, en un abrir y cerrar de ojos había desaparecido sin dejar rastro. «¿Dónde te has metido Kazuma? Es que sin avisar siquiera, menudo marrón que me has dejado encima...»
Parecía que por aquellas tierras el golpear primero y preguntar después era el proceder por excelencia. Más claro no podía quedarle a Takumi luego de apenas percibir como la mujer le arrojaba una aguja que se clavaria en él. Dicha aguja estaba cargada con suficiente veneno paralizante como para que su boca se durmiese antes de que siquiera un quejido saliese de ella.
En cuanto el ninja se quedó quieto, la mujer se acercó para patearlo un poco, solo para asegurarse de que se mantuviera quieto como un muerto (aunque sus ojos seguían tan vivos como podían estarlo). En un silencio tan ominoso como un mal evidente, la mujer intento levantarle, pero resultaba un poco pesado para ella. Por ello decidió arrastrarle hasta otro sitio. Para el genin el camino sería un poco duro, no solo por las piedras en el suelo, sino porque no sabía hacia donde lo llevarían. Lo siguiente que supo es que estaba atado a una especie de poste, en un oscuro jardín, y a su alrededor yacían un grupo de personas, incluidos guardias que parecían estar esperando a que por lo menos recuperara el habla.
Cuando el genin de Uzu se dispuso a explicar la situación una aguja se incrustó en él. Intentó gritar, explicar lo más rápido que esto era un malentendido pero su boca no podía moverse, ni ella ni todo su cuerpo. «No me jodas... ¿Veneno paralizante? Tiene que ser eso. ¡Pero será hija de puta!» La señora se acercó al marionetista y comenzó a patearlo, ni que se fuera a mover o a hacer nada. «¡Señora coño que ya está, deje de darme que no me voy a resistir!» Después comenzó a arrastrarle, hacia fuera, pero no tenía ni idea de lo que estaba pasando, únicamente sentía las piedras del suelo golpear su cuerpo continuamente. «Ayy... Auch... Joder Kazuma, ¿dónde cojones estás?Sácame de esta por favor...»
Un un determinado momento dejó de ser arrastrado y se encontró amarrado a lo que parecía un poste, en medio de un jardín. La luz brillaba por su ausencia, pero aún con todo eso consiguió distinguir una serie de figuras cerca suyo, muy probablemente guardias de la ciudad que estaban esperando a ver que decía el kazejin. «¿Y qué estará haciendo Tamayo? Por favor que alguien aparezca pronto y solucione este entuerto... Me van a matar a este paso.» Takumi intentaría entonces que salieran palabras de su boca, aunque fueran ligeros gemidos para asegurarse de que podía volver a hablar.
El veneno se iba disipando lentamente, de suerte que pasaron unos minutos y pudo volver a articular palabra. La mujer que le había inmovilizado se dio cuenta de ello y se acercó a él con una pequeña rama con cuya punta le pico una mejilla.
—A ver… ¿Quién te mando? ¿Cual es tu objetivo? Habla —exigió, como llevando un interrogatorio público.
—A ver… ¿Quién te mando? ¿Cual es tu objetivo? Habla. —Exigió la señora que le había atacado en la caseta mientras le pinchaba en la cara con una rama.
Lo que le faltaba, ahora se pensaban que era un ladrón que venía a finalizar lo que por la mañana no pudieron hacer. Solo esperaba que Tamayo apareciera cuanto antes para resolver este malentendido.
—¡Auch! Un poco más de cuidado por favor. —Replicó, para luego dirigir una mirada firme y confiada a su captora. —No me manda nadie, es lo que te quería explicar antes de que me lanzaras aquella aguja. Soy un genin de Uzushiogakure y ayudé a Tamayo-san esta mañana a derrotar y capturar a los ladrones que intentaban robar la caja que ella transportaba. Luego le acompañé hasta aquí por si volvían a intentar atracarla y me invitó a entrar para agradecerme su ayuda. Si no me cree traedla aquí, ella os podrá afirmar esto; y si no os fiáis podéis hablar con los guardias que me estuvieron tomando declaración todo el día. —Finalizó chasqueando la lengua.
Tal vez, y sólo tal vez, se había puesto un poco borde, pero es que el recibimiento que le habían dado no era lo más agradable que había experimentado en su vida.
Sus palabras hicieron que un murmullo recorriese el grupo.
—¿Ustedes que creen? —pregunto a la mujer, dirigiéndose al grupo de gente que estaba fuera del alcance de la luz que proporcionaba su linterna de papel.
—Pues sí sé que hoy hubo un incidente con unos ladrones en la ciudad —comento una voz de anciano.
—Ni idea, ¿no podemos pegarle y ya? —comento alguien.
—Pues yo creo que eres demasiado sospechoso —aclaro la mujer—. Además, ni siquiera Tamayo sería tan tonta como para traer a un ninja sin avisar previamente, a menos que… a menos que la estuvieses coaccionando… Y algo habrás hecho con ella, porque no le he conseguido en ninguna parte.
El circulo dejo escapar una expresión de asombro e indignación.
—Cochino ladrón —rugió un jovencito.
—¿Qué deberíamos hacer con él? —pregunto la que guiaba el interrogatorio.
—Yo digo que le demos unos azotes, a ver si aprende.
—Hazlo que-que-que coma tierra —dijo alguien.
Incluso entre aquellas sombras se pudo ver como todos en el círculo se giraron para ver hacia quien había dicho aquello, recriminándole su estupidez en silencio.
—¿En serio? ¿No tienes otro sitio en el cual decir estupideces? —pregunto molesta.
—Pero es que…
—¡Pero nada¡ ¿No ves que esto es serio? —recrimino—. Ahora, ve al establo y busca un fuete o algo como un látigo; una monumental azotaina es lo que comerá.
—¡Si! —rugió el resto de aquel grupo que parecía estar sufriendo algún grado de demencia colectiva.
—¿Ustedes que creen? —La que parecía que lideraba el grupo preguntó a los demás que estaban por ahí.
—Pues sí sé que hoy hubo un incidente con unos ladrones en la ciudad. —«¿U-un viejo? Tienen que ser los criados de la casa todos los demás.»
—Ni idea, ¿no podemos pegarle y ya? —«Atrévete payaso, me he quedado con tu voz, verás cuando me desate...»
—Pues yo creo que eres demasiado sospechoso. —Volvió a intervenir la cabecilla. —Además, ni siquiera Tamayo sería tan tonta como para traer a un ninja sin avisar previamente, a menos que… a menos que la estuvieses coaccionando… Y algo habrás hecho con ella, porque no le he conseguido en ninguna parte.
—¡¿Pero coaccionar de qué?! Tenía que haber dejado que robaran la dichosa caja de verdad, ¿quién cojones me mandaría meterme en este berenjenal? Mira no se dónde está ahora ella, pero encontradla y traedla aquí, si ella no me reconoce me pegáis y santas pascuas pero lo que os estoy diciendo es la verdad.
—Cochino ladrón.
—¿Qué deberíamos hacer con él?
—Yo digo que le demos unos azotes, a ver si aprende.
—Hazlo que-que-que coma tierra. —«Dios si es que son subnormales...»
—¿En serio? ¿No tienes otro sitio en el cual decir estupideces?
—Pero es que…
—¡Pero nada¡ ¿No ves que esto es serio? Ahora, ve al establo y busca un fuete o algo como un látigo; una monumental azotaina es lo que comerá.
—¡Si!
—¿Pero vosotros sabéis razonar un mínimo? ¿Qué interés iba a tener yo en una caja que ni sé lo que es? Y además que soy un puto shinobi, ¿si mi Villa hubiera querido robar ese paquete te crees que hubieran enviado a un genin que no lleva graduado ni dos meses en vez de alguien experimentado? Encontrad a Tamayo-san de una vez o hablad con los guardias de la ciudad.
El kazejin estaba flipando, por un lado ahora este grupo le quería pegar sin ninguna razón de peso, sólo por puras conjeturas. Luego Kazuma había desaparecido y no sabía nada de él, habría huido dejando tirado a Takumi. «Suerte que nuestras Aldeas tienen una alianza...» Y para rematar Tamayo había desaparecido según la autora de esta especie de auto de fé.
Cuando todo estuvo en silencio y quietud, Kazuma abandono su escondite. Resulto tener la suerte suficiente como para que aquella mujer no detectase el camuflaje que proporcionaba el Kakuremino no Jutsu. Sin embargo, le causaba curiosidad por qué Takumi no había intentado ocultarse, transformarse o adherirse al techo para evitar que lo vieran.
«Quizás creyó que podría solucionar las cosas hablando —supuso, aunque aquello no era su principal interés en aquel momento—. ¿Adónde se lo habrán llevado?»
Se sentó a esperar preguntándose qué sería de su acompañante. Una parte le decía que no tenía que preocuparse, que era un ninja y que podía protegerse ante casi cualquier contingencia; pero otra le recordaba que le habían atacado con una aguja envenenada y que se lo habían llevado arrastrando, por lo que aquella gente no podía ser normal.
—Muchachos, ya regresé —susurro Tamayo mientras se deslizaba en la casa con una cesta llena de comida—. ¿Escucharon el alboroto en el jardín? Esta gente y sus locuras…
»Espera… ¿Dónde está el otro chico? —pregunto asustada al ver al solitario Kazuma.
—Este… —Trato de buscar las palabras que mejor describiesen la situación—. Una mujer muy enojada lo enveneno y se lo llevo arrastrando a alguna parte… Me parece que lo confundió con un ladrón… o algo así.
—No-puede-ser… Ahora si se armó la grande —dijo lentamente mientras dejaba caer los alimentos—. ¡Debemos de buscarle antes de que le pase algo, ahora!
—Espera: Takumi-san es un ninja, ¿Qué tanto peligro puede correr? —pregunto, un tanto confuso.
—¡No lo entiendes! Esa gente está bastante mal de la cabeza cuando de intrusos o malentendidos se trata. ¿No has visto que lo han envenenado?
—Tienes razón —concedió, para luego hablar con suma determinación—. Vallamos por él.
—Si… No, espera: yo iré a buscar a la señora, es la única que puede calmarles. Mientras, tu ve y has tiempo, evita que le marquen con un hierro o que le corten un dedo o algo así… Y, claro, evitan que te atrapen.
—¿Eh? —La situación le resultaba un tanto surrealista, pero también interesante—. Tranquila, ve. Seguro lo tendremos todo bajo control antes de que regreses.
***
Luego de recibir unas vagas direcciones y de seguir el ruido, Kazuma encontró el sitio en donde estaba Takumi. Alli habían encendido una especie de fogón, en donde yacían unas cuantas barras de metal calentándose, mientras que los sombríos personajes deliberaban que castigo sería mejor aplicar. Decidió que lo mejor era hacer una entrada dramática, liberar al marionetista y espantar un poco a la gente.
—¡Calma gente¡ —exclamo mientras entraba al círculo y liberaba al marionetista de sus ataduras—. Lamento la demora, pero estaba esperando a Tamayo; que espero vuelva pronto.
La gente retrocedió, mas sorprendida que intimidada.
—¿Así que tenías un secuaz para tus fechorías? —señalo la cabecilla agitando un látigo que restallaba con fiereza.
—Manténganse calmados y no me veré obligado a usar esto —advirtió mientras aferraba el mango de su ninjato.
—¡¿Conque te crees muy rudo?! —dijo alguien mientras agarraba como arma uno de los hierros para marcar que estaban en el fogón.
—¡Apartense, yo si le doy! —rugió otro mientras alzaba un trinchete y lo apuntaba hacia el par de genin.
El resto de los congregados se hizo rápidamente con unas antorchas y con cualquier objeto contundente o punzo-cortante que tuviesen a la mano.
—En realidad, este no era el rescate que tenía pensado —admitió ante Takumi mientras comenzaban a rodearles.
AO revelada, uso de: ¤ Kakuremino no Jutsu ¤ Técnica de la Capa de Invisibilidad - Tipo: Apoyo - Rango: E - Requisitos:Ninjutsu 12 - Gastos: 3 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Camuflaje básico - Carga: 3 - Velocidad: Moderada
El usuario utiliza una manta o una tela y le transmite su chakra. Inmediatamente, la capa toma la imagen de lo que hay detrás del shinobi adaptándose para camuflarlo completamente de adversarios de un nivel inferior al nivel 3, que no se fijen con atención buscándolo (podría servir para pasar desapercibido en un lugar si sus enemigos no están prestando demasiada atención al entorno).