Como siempre, Nabi no parecía soltar prenda. O eso, o es que era severamente estúpido. O tan listo como para saber como simular ser idiota, claro.

— Eso me han dicho a mi tambien, pero no soy animal de mar, donde se ponga un bonito continente que se quite todo lo demás. Y los barcos, esos inventos del demonio, subirte a una superficie menos solida que la piedra para moverte por un mar cuyo único propósito es hundirte y que te coman los engendros que viven en él, quita quita.

— Veo que no te gustan los barcos... — murmuró, más como forma de romper el hielo ante tal devastadora opinión —. Yo tampoco he montado nunca en uno, la verdad. Pero me gustaría. Casi no he visto mundo.

Claro, él no había tenido la oportunidad de hacer algo así. Nabi, por otra parte, parecía todo lo contrario a él. Curtido, experimentado y un ermitaño que vagaba por la vida. Le empezaba a tener bastante envidia.

— Vosotros lo tendreis peor, por lo de los dinosaurios digo, a lo de navegar me refiero.

« Oh, venga ya » — pensó Juro, claramente molesto. ¿A que diablos se refería con dinosaurios?

— Si... — dijo Juro, claramente incomodo con la situación, puesto que no sabía de que estaba hablando el rubio —. Igualmente, prefiero los bosques. Son más cómodos para mí.

— Veo que no te gustan los barcos... Yo tampoco he montado nunca en uno, la verdad. Pero me gustaría. Casi no he visto mundo.

Segunda nota del día, Kusagakure no cree en los barcos y persigue a todos los astilleros que osen poner un barco sobre el agua, cuanta crueldad. Así crecen sus shinobis, sin tener ni idea de qué es el mar y luego se ahogan porque no tienen ni idea ni de nadar ni de navegar y se meten derechos a las tempestades pensando que son fuegos artificiales. Que dramático.

— Algún día podrás subirte a un barco, no te preocupes. Si hay más barcos que peces en el mar.

La cara de Juro revelaba que no estaba muy cómodo con el tema de los dinosaurios así que debía cambiar de tema o dejaría de soltarle información tan alegremente como hacía ahora. ¿Cómo se hacía eso? La facilidad de dialéctica era de gente que se dedica a mandar y a hacer el vago en compensación, eso no era para un Inuzuka, si eso para los perros de los Inuzukas, pero un Inuzuka no.

— Si... Igualmente, prefiero los bosques. Son más cómodos para mí.

A los niños de Kusagakure los obligan a vivir y jugar en un bosque hasta que es su lugar favorito en el mundo, a los que no les gusta el bosque los tiran a un enorme bosque para que se pierdan y cuando les guste los dejan volver a la villa. Desde luego, están locos estos Kuseños.

— La vegetación son la manifestación del demonio para robarnos las buenas vistas de las montañas y los lagos, además de que nos roban el agua y los minerales en su egoísta intento de sobrevivir cuando deberían arder en el infierno del que salieron.

Vaya, igual no debía plantearlo de otra forma, o no plantearlo.

Nabi pilló la indirecta: nada de "dinosaurios". Sin embargo, el chico no se cortaba un pelo, y parecía estar a punto de burlarse de una de las cosas más cercanas a un kusajin: la naturaleza.

— La vegetación son la manifestación del demonio para robarnos las buenas vistas de las montañas y los lagos, además de que nos roban el agua y los minerales en su egoísta intento de sobrevivir cuando deberían arder en el infierno del que salieron.

— ¿Qué la vegetación nos roba? — exclamó, casi sin creerlo.

Desde luego, no sabía que le enseñaban a estos uzujin en la academia, pero jamás había escuchado una blasfemia semejante. No se enfadó, puesto que no merecía tanto la pena como para cabrearse y perder su única forma de llegar vivo al día de mañana, pero tampoco se lo tomo bien.

— La vegetación es lo más natural del mundo. Estaba antes de que los humanos. Técnicamente, nosotros le robamos a ella — bufó, no conformo con aquello —. Cuando construimos, corrompemos el bosque y contaminamos la naturaleza. Sin ella, ni si quiera estaríamos vivos. Es una lastima. En Kusagakure somos mucho más cercanos a ella, pero no imaginaba que os enseñasen esa clase de cosas tan brutales en Uzushiogakure.

— La vegetación es lo más natural del mundo. Estaba antes de que los humanos. Técnicamente, nosotros le robamos a ella . Cuando construimos, corrompemos el bosque y contaminamos la naturaleza. Sin ella, ni si quiera estaríamos vivos. Es una lastima. En Kusagakure somos mucho más cercanos a ella, pero no imaginaba que os enseñasen esa clase de cosas tan brutales en Uzushiogakure.

¿Pero qué coño me está contando este abrazaarboles? En primera instancia rechacé sus argumentos, tan... tan... kuseño. ¿Cómo podía decir que le debíamos rendir culto a la vegetación como si fuera algún tipo de dios? En Ame rezan a la lluvia y en Kusa a las plantas, todavía volvería a Uzu y estarían mirando al retrete mientras tiran de la cadena y flipandolo.

Juro estaba enfadado, y no es que yo fuera ningún lince, sino que ya llevaba acumulando su malestar y ahora lo dejaba salir en forma de argumentos a favor de algo que era totalmente ridículo. Hacía tanto tiempo que no discutía con nadie que incluso sonreía al contestarle.

— Pero a ver, sinceramente, ¿qué clase de argumento es el de "es que estaba antes"? Siguiendo esa lógica dale todo tu dinero al más anciano de la villa y vive robandole a los más jóvenes, que total, tú estabas antes, ¿no? Y encima tachas a toda mi villa de brutal. No sé, Juro.

Suspiré pensando en dejarlo ahí, pero un poder ajeno a mi, llamado afán por seguir la discusión, me hizo decirle lo que yo pensaba.

— ¿Cómo que corrompemos la naturaleza? Es que me dejas a cuadros, si me dijeras que los katoneros son abominaciones porque en un mal día te queman el bosque, lo entendería, pero de ahí a "construir casas es corromper el bosque" hay un trecho insalvable.

Sonreía porque es que el argumento del kuseño era gracioso de lo insostenible que era.

A Nabi debió de parecerle muy divertida su argumentación. Eso le sacó aún más de quicio.

— Pero a ver, sinceramente, ¿qué clase de argumento es el de "es que estaba antes"? Siguiendo esa lógica dale todo tu dinero al más anciano de la villa y vive robandole a los más jóvenes, que total, tú estabas antes, ¿no? Y encima tachas a toda mi villa de brutal. No sé, Juro.

— Tienes razón, eso es injusto. Conozco a gente de tu villa bastante racionales. Igual solo tú eres brutal — concedió Juro, sin contestar a sus anteriores palabras. Eran demasiado estúpidas.

Aun así, el chico que antes había dicho que la vegetación era una aberración y que tapaba el paisaje de montañas y de lagos, ahora parecía pedirle argumentos de lógica.

— ¿Cómo que corrompemos la naturaleza? Es que me dejas a cuadros, si me dijeras que los katoneros son abominaciones porque en un mal día te queman el bosque, lo entendería, pero de ahí a "construir casas es corromper el bosque" hay un trecho insalvable.

— Construir casas no es corromper el bosque. Talar árboles para construir casas si que lo es, — corrigió Juro —, ya que estamos convirtiendo lo que antes era un bosque en un poblado o ciudad, que a su vez talará más arboles o matará animales para subsistir. A eso me refiero.

No estaba argumentando con superioridad. Estaba diciendo algo básico. No sabía si Nabi estaba simplemente fingiendo que no sabía nada el tema, o realmente desconocía como funcionaban las cosas ahí.

— Dices que son creaciones del demonio, pero la vegetación no nos ha hecho nada. Eso si es injusto. Sin esos animales que se alimentan de esas plantas, muchas personas no habrían podido subsistir. Y eso es naturaleza — dijo, finalmente.

— Tienes razón, eso es injusto. Conozco a gente de tu villa bastante racionales. Igual solo tú eres brutal —

— Los halagos no te serviran como argumentos para ganar esta discusión.

Le contesté con una sonrisa jocosa a su afirmación sobre mi brutalidad, antes de darme cuenta de que estaba algo más enfrascado en la discusión de lo que yo podría estar en una conversación sobre plantas y arboles. Eran tan inferiores en todos los aspectos que la sola idea de que eso me enervara me parecía irrisoria. Así que intentaba aplacar la rabia interior de Juro con mi enorme y poderosa estupidez. El punto a mi favor era que ya habíamos pasado las hostias antes de la discusión.

— Construir casas no es corromper el bosque. Talar árboles para construir casas si que lo es,, ya que estamos convirtiendo lo que antes era un bosque en un poblado o ciudad, que a su vez talará más arboles o matará animales para subsistir. A eso me refiero.

— Pero tú mismo estas justificándolo, es para subsistir. El abuso es malo lo mires como lo mires, pero si para subsistir hay que talar un par de arboles o extinguir un par de... ¿razas? de plantas, pues es por el bien mayor, ¿no?

Quería seguir y explayarme, sin embargo, Juro parecía ansioso por darme todo su amor de arboles y hierbajos, con una pasión ardiente que me hacía preguntarme si de verdad no pensaba que una raza semihumana semiplanta debía esclavizar a la raza humana y obligarnos a regarlas durante toda nuestra vida.

— Dices que son creaciones del demonio, pero la vegetación no nos ha hecho nada. Eso si es injusto. Sin esos animales que se alimentan de esas plantas, muchas personas no habrían podido subsistir. Y eso es naturaleza —

— ¿Y las zarzas? Me vas a decir, de verdad, que unas plantas tan malevolas como para tener pinchos que se te clavan de tal forma que te duela una barbaridad y que tengas que arrancartelo básicamente, porque está agarrado como si les fuera la vida en ello. Obviamente no tengo nada contra las plantas inocentes que crecen sin molestar a nadie. Pero todas las demás al infierno.

— Pero tú mismo estas justificándolo, es para subsistir. El abuso es malo lo mires como lo mires, pero si para subsistir hay que talar un par de arboles o extinguir un par de... ¿razas? de plantas, pues es por el bien mayor, ¿no?

— En ese caso... supongo — concedió Juro —. Pero aun no he visto a ningún poblado o ciudad donde la gente se este muriendo porque las plantas les roban los nutrientes. Creo que todo va bien de momento.

¿Las plantas iban a matarles? No creía eso, pero tampoco dijo nada al respecto. Nabi llevaba un rato argumentandole, y él ya no sabía que decirle. Cada vez que le soltaba un argumento que él creía, lógico y racional, le saltaba con una tontería que le rompía todos los esquemas.

Como en ese mismo momento, por ejemplo.

— ¿Y las zarzas? Me vas a decir, de verdad, que unas plantas tan malevolas como para tener pinchos que se te clavan de tal forma que te duela una barbaridad y que tengas que arrancartelo básicamente, porque está agarrado como si les fuera la vida en ello. Obviamente no tengo nada contra las plantas inocentes que crecen sin molestar a nadie. Pero todas las demás al infierno.

— Bueno... quizá tengan su función... — murmuró. Vale, sabía de plantas, pero no era un genio. Que iba a saber para que servían las zarzas —. ¡Yo que se! Dijiste vegetación en general, no especificaste. No se de zarzas. No es que me dedique a analizar la vegetación del lugar.

Se encogió de hombros. Ya no sabía por donde coger aquella estupida discusión.

— En ese caso... supongo Pero aun no he visto a ningún poblado o ciudad donde la gente se este muriendo porque las plantas les roban los nutrientes. Creo que todo va bien de momento.

— Pero, ¿cómo los vas a ver? ¡Estarán muertos! Y encima las plantas se alimentan de los cadaveres, por lo que se tragan las pruebas y despues crecen, cubriendo así las casas que antes habitaban esas pobres personas asesinadas por la mayor maldad que ha germinado en la tierra. Las zarzas. Sino, ¿de donde salen los bosques?

Estaba claro que la hipérbole se me estaba yendo de las manos, pero en vista de que Juro me seguía el rollo e incluso juraría que empezaba a plantearse cosas raras pues yo me defiendo con uñas y dientes. Por suerte, tampoco me hacía ninguna pregunta, en plan, ¿me estás tomando el pelo? Porque entonces se descubriría el pastel.

— Bueno... quizá tengan su función... ¡Yo que se! Dijiste vegetación en general, no especificaste. No se de zarzas. No es que me dedique a analizar la vegetación del lugar.

— Entonces ¿¡qué os enseñan en Kusa!? Si sois la villa oculta de los bosquecitos y las plantitas. Viviendo en un bosque tendrás que saber qué es qué para no morirte de hipotermia o de hipoalgo.

Primero se las da de entendido en zarzas y ahora se hace el kuseño, como se nota que es kuseño.

Juro siguió caminando, mientras escuchaba a Nabi. Al menos, se le hacía entretenido el camino. Mejor eso que ir callado.

— He oído pocos casos de muertes por hipotermia en un bosque, la verdad. Antes la gente suele morir por comer cosas venenosas o atacada por algun animal salvaje — le corrigió Juro, aunque él mismo sabía que era inútil —. Una cosa es que sepan que son las zarzas y sepa identificarlas, y otra muy distinta que tenga que saberme toda su biología.

¿Por qué diablos estaba discutiendo de esta tema? Dios. Este chico le sacaba de quicio. Debería haber conversado con el perro y no con él.

— Es igual. No sé porque discutimos de esto, la verdad. Creo que nos hemos desviado del tema hace tiempo — murmuró, exhalando un suspiro —. ¿Crees que queda mucho de camino? No es que me duela mucho, pero sería un alivio descansar pronto.

— He oído pocos casos de muertes por hipotermia en un bosque, la verdad. Antes la gente suele morir por comer cosas venenosas o atacada por algun animal salvaje Una cosa es que sepan que son las zarzas y sepa identificarlas, y otra muy distinta que tenga que saberme toda su biología.

— ¿Cosas venenosas? No, ¡plantas venenosas! ¡PLANTAS! Que crecen en el ¡bosque! O atacados por un animal salvaje, que viven ¿donde? ¡EN EL BOSQUE! No depures responsabilidades, todo lo malo que mata gente sale del bosque.

Estaba claro que Juro intentaba quitarle la culpa a la vegetación, cuando era la que alimentaba todas las muertes por intoxicación y daba coba a los osos que después se comían a los pobres excursionistas y cuya carne es casi imposible de cocinar en condiciones. Te lo digo yo que me he comido un oso.

— Es igual. No sé porque discutimos de esto, la verdad. Creo que nos hemos desviado del tema hace tiempo ¿Crees que queda mucho de camino? No es que me duela mucho, pero sería un alivio descansar pronto.

A lo tonto habíamos ido ágiles y el tiempo había pasado, lo cual también ayudaba. Hasta Stuffy estaba caminando a su lado en vez de dar tumbos mientras andaban.

— No mucho, pero, eh, que nos hemos distraído tan alegremente con todo esto. ¿Cómo vas? ¿Estás bien?

Tenía más temple del que parecía, con su apariencia lo veía tirandose por el suelo y lloriqueando a mitad de camino. O a lo mejor es que me estaba volviendo un buen conversador. Iba a ser lo primero casi seguro.

Dejando a un lado la estúpida conversación sobre las plantas, Juro notaba que estaba decentemente bien. No del todo, porque la herida le dolía a horrores. Estaba maldiciendo a todo por dentro. Pero trataba de mantener el temple.

« No puedes estar lloriqueando todo el tiempo. Se un ninja... »

— No mucho, pero, eh, que nos hemos distraído tan alegremente con todo esto. ¿Cómo vas? ¿Estás bien?

Juro sonrió un poco, ante la expectativa de poder reposar y curar su herida.

— La verdad es que decir que no me duele sería mentira — dijo, con una sonrisa nerviosa y un tono de disculpa —, pero puedo seguir.

Hubo un pequeño silencio. Juro supo que si no lo rellenaba en ese mismo momento, volverían a iniciar otra conversación sobre plantas y otras desvariaciones.

— No te he preguntado, pero debes de tener ganas de volver a tu villa, ¿no? — mencionó, observando durante unos momentos el terreno —. Después de meses sin volver. Los amigos, la familia...

Quizá se había adentrado en terreno peliagudo. Después de todo, el porcentaje de padres ninja vivos era de cincuenta cincuenta, más o menos. Pero él mismo los había mencionado antes. Nabi parecía un chico raro, pero no antisocial. Alguien tenía que estar esperandole ahí.

— La verdad es que decir que no me duele sería mentira, pero puedo seguir.

— Si necesitas parar, dimelo. Que no nos viene de unos minutos.

Me daba la sensación de que se estaba forzando a parecer estar bien, tal vez porque era un ninja de otra villa o porque era un macho alfa y quería hacerse el fuerte conmigo para ver si lo ascendía a macho beta.

— No te he preguntado, pero debes de tener ganas de volver a tu villa, ¿no? Después de meses sin volver. Los amigos, la familia...

— Supongo que sí, no sé. Estos meses se me han pasado muy rápido, entre buscar refugio y comida casi se me hacía el día. Aunque tendré que ponerme al día cuando llegue. Y tendré que hacer un montón de misiones, que seguro que esos cabrones ya me llevan un montón de ventaja.

Juro se estaba esforzando mucho en cambiar de tema, por decimocuarta vez. Así que esta vez respeté sus deseos, ya había sacado bastante en claro para un par de días por lo menos.

— Ahora que lo pienso, no le dije a nadie de mis amigos que me iba... Igual me han dado por muerto...

Por algún motivo, me vino a la mente la imagen de Datsue ligando con Eri convenciéndola de que yo estaba muerto, a pesar de que solo eramos amigos esa imaginación asalvajada me hizo sentir inquieto. El Uchiha no era el chico que le deseabas a una hija o a una hermana, más bien el amante que le recomendarías a la hija de tu peor enemigo.

— Si necesitas parar, dimelo. Que no nos viene de unos minutos.

Juro le respondió con una sonrisa cansada. Pero no le dijo nada.

— Supongo que sí, no sé. Estos meses se me han pasado muy rápido, entre buscar refugio y comida casi se me hacía el día. Aunque tendré que ponerme al día cuando llegue. Y tendré que hacer un montón de misiones, que seguro que esos cabrones ya me llevan un montón de ventaja.Ahora que lo pienso, no le dije a nadie de mis amigos que me iba... Igual me han dado por muerto...

— ¿Cómo puedes ser tan irresponsable? — le reprendió Juro. Pero no de forma agresiva. Más bien, comprendiendo que él era así realmente y que poco podía hacer para cambiarlo —. Seguro que todos tus amigos te deben echar de menos, bruto. Al menos tu familia lo sabrá.

Suspiró. Pensó un poco en su familia y en él mismo. Katsue probablemente le ahorcaría si trataba de hacer algo así.

— Igualmente, no me preocuparía. Seguro que alguno se dio cuenta de tu desaparición y fue a tu casa. Para bien o para mal, sabrán que te has ido — comentó, encogiéndose con el hombro bueno. El otro era una puta agonía.

— ¿Cómo puedes ser tan irresponsable? Seguro que todos tus amigos te deben echar de menos, bruto. Al menos tu familia lo sabrá.

— He dicho mis amigos, mi familia claro que lo sabe, si fueron ellos los que me mandaron a la mierda, digo, de viaje. No sé qué estupidez de que es una tradición y que afianzas los lazos con tu perro. Como si necesitaramos afianzarlos, ¿a que sí, Stuf?

El animal soltó un ladrido como respuesta. No sé cómo iba a decirles que me iba, si me avisaron con nocturnidad y alevosía. ¿O solo alevosía? ¿Era de noche? Dios, no me acuerdo. Bah, normal en mi. Ni me acuerdo de qué he comido. De hecho, ¿estoy seguro de qué fecha es? La estación la siento ligeramente en mis carnes, pero todo lo demás es un misterio.

— Igualmente, no me preocuparía. Seguro que alguno se dio cuenta de tu desaparición y fue a tu casa. Para bien o para mal, sabrán que te has ido —

Sin duda, Juro se había quedado tocado con el tema.

— ¿Y tú qué? ¿No tendrás a alguien preocupado en casa? Porque vas a volver tarde y herido.

Y me quedé tan ancho. Como si las heridas no se las hubiera hecho yo.

Nabi le tranquilizó, informándole de que su familia lo sabía. Más que nada, porque vivirían todos juntos, claro. Que tu hijo se vaya durante unos meses se nota bastante.

— ¿Y tú qué? ¿No tendrás a alguien preocupado en casa? Porque vas a volver tarde y herido.

La pregunta le pilló de sopetón. Juro se volvió, claramente sorprendido.

— Bueno, yo no llevo tanto tiempo fuera... — murmuró para sí, aunque pensó levemente en Katsue —. Probablemente mi hermana y mi abuela estén un poco preocupadas, eso sí. Hasta hace poco más del torneo, no solía salir por mi cuenta al exterior de la villa.

Era un poco vergonzoso, pero supuso que ya había entrado en un nivel de confianza suficiente como para decirle algo tan banal. Definitivamente aún recordaba a Nabi como una criatura salvaje a punto de comerle, pero también como el chico que le estaba ayudando.

— Se asustarán cuando me vean herido. Pero me inventaré alguna excusa. Les diré que me atacó un perro salvaje — Juro ojeó la gravedad de su herida, para luego rectificar —. Un perro muy grande.