5/09/2017, 22:04
Su oponente, confiado por el hecho de haber acertado con su ataque de lleno, o quizás regocijándose en la ilógica de las palabras de la chica, no dudó en intentar burlarse de nuevo de la pelirroja. Le dijo que el golpe la había dejado atolondrada, pero lejos de la realidad, ese golpe no había sido nada en comparación a lo que se sufre cuando te cortas las venas, cuando te atraviesan el corazón con una lanza, o cuando mueres al menos una quincena de veces por congelación en mitad de una tormenta de nieve. No, sin duda eso no se podía comparar.
Pese a que éste parecía reacio a creerla, él no era ni mucho menos su objetivo, había dejado de serlo por el momento. Estaba en mitad del ruedo, y el público era su objetivo, darles el mayor espectáculo que pudiesen ver... hacerles creer en su inmortalidad era su prioridad.
El medio humano, desafió a la pelirroja en que ésta le enseñase tal y como amenazaba lo que era un verdadero ataque. La chica, rápidamente retomó la sonrisa, una sonrisa maquiavelista y tétrica. Sin duda alguna, su rostro era la mar de expresivo, transmitía con todo lujo de detalles que lo que iba a mostrar no sería agradable. Al menos no sería lo que él esperaba, o lo que cualquier persona allí presente esperaría...
La pelirroja caminó con un paso descarado y chulo directa y sin titubeos hacia su oponente. En el camino, escupió hacia un lado, sangre. El ataque había sido duro, aunque luchase por disimularlo. Sin embargo, eso no la retuvo, continuó caminando hasta recortar las distancias a apenas 5 metros. Sin aviso previo, alzó las manos hacia Kaido, y de ésta se arrojaron hacia su cuerpo un centenar de papeles. Se trataba de un torrente de papeles que surgía de sus manos —de la pelirroja— y se comprimían y pegaban en el cuerpo del escualo, aprisionándolo en una cárcel de papeles que cubriría rápidamente su cuerpo hasta la altura del cuello, dejando que éste pudiese ver todo lo que sucedía.
—No eres mi objetivo... apunto hacia algo mas grande. —confesó en palabras bastante bajas, suficiente como para que Kaido le escuchase.
Cortó el torrente de papeles, dejando a su oponente enredado en ese centenar de papeles, y sin mas, pegó un chasquido de dedos frente a ella y apuntando al medio humano. Donde realizó el chasquido, apareció un kunai de papel, afilado como el mejor de los creados en metal. Deslizó la mano en el aire un poco hacia el flanco, y volvió a chasquear los dedos, creando de la misma manera otro kunai. Así, realizó un total de 4, bajo la mirada de todos.
—Y ahora, éste show termina. —sentenció.
Levantó un poco ambas manos, y las armas —encarando a su oponente— se alzaron con el mismo gesto, tomando una altura aproximada a la cabeza de la chica, y separándose de ella un poco. Parecía tener toda intención de acabar con el combate, y así era, aunque todo cambió en un instante.
—Te veré en la semifinal... ¡PORQUE SOY INMORTAL! —escupió, sin sentido aparente, pero haciendo hincapié en que el público escuchase al menos la última parte.
Sin mas, giró las muñecas, y extendió ambas manos por completo. En un abrir y cerrar de ojos, las armas de la chica se arrojaron sobre su propio cuerpo, coincidiendo todas casi en trayectoria, y atravesándola claramente por donde debía estar su corazón.
La luz se apagó poco a poco, y pese al intenso dolor, la chica sonrió.
—¡gheep! —intentó exclamar, pero la sangre que brotaba de su boca apenas le dejó... —Así... s-se... a-taca...
No pudo ni suavizar el golpe, rápida e inerte cayó al suelo de espaldas, en lo que habría sido el movimiento mas absurdo y surrealista. Pero, seguro que conseguiría lo que buscaba...
Pese a que éste parecía reacio a creerla, él no era ni mucho menos su objetivo, había dejado de serlo por el momento. Estaba en mitad del ruedo, y el público era su objetivo, darles el mayor espectáculo que pudiesen ver... hacerles creer en su inmortalidad era su prioridad.
El medio humano, desafió a la pelirroja en que ésta le enseñase tal y como amenazaba lo que era un verdadero ataque. La chica, rápidamente retomó la sonrisa, una sonrisa maquiavelista y tétrica. Sin duda alguna, su rostro era la mar de expresivo, transmitía con todo lujo de detalles que lo que iba a mostrar no sería agradable. Al menos no sería lo que él esperaba, o lo que cualquier persona allí presente esperaría...
La pelirroja caminó con un paso descarado y chulo directa y sin titubeos hacia su oponente. En el camino, escupió hacia un lado, sangre. El ataque había sido duro, aunque luchase por disimularlo. Sin embargo, eso no la retuvo, continuó caminando hasta recortar las distancias a apenas 5 metros. Sin aviso previo, alzó las manos hacia Kaido, y de ésta se arrojaron hacia su cuerpo un centenar de papeles. Se trataba de un torrente de papeles que surgía de sus manos —de la pelirroja— y se comprimían y pegaban en el cuerpo del escualo, aprisionándolo en una cárcel de papeles que cubriría rápidamente su cuerpo hasta la altura del cuello, dejando que éste pudiese ver todo lo que sucedía.
—No eres mi objetivo... apunto hacia algo mas grande. —confesó en palabras bastante bajas, suficiente como para que Kaido le escuchase.
Cortó el torrente de papeles, dejando a su oponente enredado en ese centenar de papeles, y sin mas, pegó un chasquido de dedos frente a ella y apuntando al medio humano. Donde realizó el chasquido, apareció un kunai de papel, afilado como el mejor de los creados en metal. Deslizó la mano en el aire un poco hacia el flanco, y volvió a chasquear los dedos, creando de la misma manera otro kunai. Así, realizó un total de 4, bajo la mirada de todos.
—Y ahora, éste show termina. —sentenció.
Levantó un poco ambas manos, y las armas —encarando a su oponente— se alzaron con el mismo gesto, tomando una altura aproximada a la cabeza de la chica, y separándose de ella un poco. Parecía tener toda intención de acabar con el combate, y así era, aunque todo cambió en un instante.
—Te veré en la semifinal... ¡PORQUE SOY INMORTAL! —escupió, sin sentido aparente, pero haciendo hincapié en que el público escuchase al menos la última parte.
Sin mas, giró las muñecas, y extendió ambas manos por completo. En un abrir y cerrar de ojos, las armas de la chica se arrojaron sobre su propio cuerpo, coincidiendo todas casi en trayectoria, y atravesándola claramente por donde debía estar su corazón.
La luz se apagó poco a poco, y pese al intenso dolor, la chica sonrió.
—¡gheep! —intentó exclamar, pero la sangre que brotaba de su boca apenas le dejó... —Así... s-se... a-taca...
No pudo ni suavizar el golpe, rápida e inerte cayó al suelo de espaldas, en lo que habría sido el movimiento mas absurdo y surrealista. Pero, seguro que conseguiría lo que buscaba...