Todos los participantes debían estar el día indicado a la hora indicada justo delante del Estadio de Celebraciones, sino antes, pues justo a esa hora serían llevados a la entrada que daba directamente a la zona de vestuarios, a diferencia de la entrada principal, que daba a las gradas. Una vez allí, los participantes serían conducidos de uno en uno, a diferentes estancias individuales donde tendrían un casillero y un banco de madera donde podrían dejar lo que quisieran.

Los chunin que habían acompañado a los participantes hasta sus estancias individuales también les enseñaron una grada con ocho asientos por si querían ver los combates. Aunque también podían quedarse en sus vestuarios hasta que fuesen llamados. A excepción de Aotsuki Ayame y Uchiha Datsue, que tras haberles enseñado las instalaciones fueron llevados hasta sus respectivas puertas para salir al estadio y abrir oficialmente la tercera prueba del examen.

Sin embargo, antes de empezar, el mítico encargado manco de Uzushiogakure explicó la prueba. No importaba donde estuvieran los participantes ya que se escucharía por todo el estadio.Aunque las gradas aún se estaban llenando, el hombre no pareció tener la menor intención de esperar a que se llenasen del todo.

— Bienvenidos, aspirantes a Chunin. Ésta será la última prueba de vuestro examen. Lo cual no quiere decir que sea la más importante ni la menos importante, es igual de importante que cualquiera de las otras dos. En estos combates no se tratan de ganar, sino de dar lo mejor de vosotros sin excederos. "Pero, señor, lo mejor sin excedernos es contradictorio." No, aunque sea un combate, estaréis rodeados de gradas llenas de civiles. Controlaos, pero dad espectáculo a esas gradas llenas de civiles. Como la última vez, solo hay dos normas, esta vez eliminatorias. Uno, nada de matar, dos, nada de peleas en la grada. Ahora sí, bienvenidos, queridos espectadores, que comience el primer combate, Uchiha Datsue de Uzushiogakure contra Aotsuki Ayame de Amegakure.

Después de eso, el locutor se limitó a anunciar el ganador de cada combate, en caso de que lo hubiera, el tiempo que iba a tomar reparar la arena y a nombrar a los siguientes combatientes. En cuanto acababa un combate, los encargados que había por el estadio se llevaban a los dos ninjas a los que les tocaba a continuación para que cuando fueran anunciados ya estuviesen en su pasillo.

— Segundo combate, Umikiba Kaido de Amegakure contra Inoue Keisuke de Amegakure

Ambos ninjas aparecerían entonces desde su respectiva entrada a la arena. La entrada se trataba de un pasillo de la misma piedra gris que componía todo el estadio. Al final de dicho pasillo se encontraba la zona donde iban a combatir, una circunferencia de quince metros de radio formada por losas cuadradas de roca con una tonalidad más oscura que la del estadio. No había ni un solo obstáculo en el campo, solo ellos dos, rodeados de altas paredes sobre las cuales se alzaban las gradas.

En cuanto ambos estuviesen dentro, las entradas se cerrarían y el sonido de las puertas daría paso a un silencio tenso, expectante, ya que todos esperaban la acción de los combatientes. Aunque se podían oír algunas voces increpando al decolorado participante que era de un color azulado.

Hoy era el día en que la última prueba se realizaba, la prueba en que tendríamos los dichosos combates, un examen que nos daría la oportunidad de medir la fuerzas con algún otro aspirante, normalmente estaría bastante animado por ello, pero en esta ocasión no era totalmente lo contrario, no estaba desanimado, sino con un poco de indiferencia y confusión. Según había entendido no tendría ningún punto de la segunda prueba, pues técnicamente había abandonado, y para mi sorpresa le había aprobado, con una nota mucho mejor que la primera prueba, no obstante, ese resultado volvía a arremolinar todo lo que había pensado...

Llegados a este punto no podía decir con sinceridad que disfrutaba del examen, solo quería que terminara y volver al cobijo de la lluvia.


Me presenté en el estadio un poco antes de la hora indicada, como hacía normalmente, en el momento esperado fui dirigido con el resto de los aspirantes al área de los vestuarios, nos separaron individualmente a un espacio totalmente para cada uno, un espacio en el que tenía a mi disposición un casillero y un banco de madera, una clara invitación para guardar algún tipo de pertenencia, sin embargo, no guardé nada. No dudé en dirigirme a las gradas para ser uno de los espectadores, era estrategicamente mejor conocer las habilidades y aptitudes de los demás.

"¿Serán ellos los primeros?" Me preguntaba cuando noté que Ayame y Datsue tomaban otro camino y los demás podíamos mantenernos ahí o volver al vestuario.

Una voz familiar se manifestó, no pude localizarle, dejé de buscarle para prestar plena atención a lo que nos decía.

— Bienvenidos, aspirantes a Chunin. Ésta será la última prueba de vuestro examen. Lo cual no quiere decir que sea la más importante ni la menos importante, es igual de importante que cualquiera de las otras dos. En estos combates no se tratan de ganar, sino de dar lo mejor de vosotros sin excederos. "Pero, señor, lo mejor sin excedernos es contradictorio." No, aunque sea un combate, estaréis rodeados de gradas llenas de civiles. Controlaos, pero dad espectáculo a esas gradas llenas de civiles. Como la última vez, solo hay dos normas, esta vez eliminatorias. Uno, nada de matar, dos, nada de peleas en la grada. Ahora sí, bienvenidos, queridos espectadores, que comience el primer combate, Uchiha Datsue de Uzushiogakure contra Aotsuki Ayame de Amegakure.

"Por lo menos esta vez no podemos suspender por cualquier estupidez" Me puse cómodo y esperé a que el primer combate diera inicio.

Traté de no perder ningún detalle del combate.

"¿Quién diría que terminaría así?"


Fui dirigido a la entrada de la arena y entonces escuché quién sería mi rival, una de las posibilidades previstas.

— Segundo combate, Umikiba Kaido de Amegakure contra Inoue Keisuke de Amegakure

Caminé por el pasillo de piedra gris hasta toparme con una circunferencia de aproximadamente quince metros de diámetro, el piso estaba tapizado por losas rocosas de un tono más oscuro y era totalmente plano, sin ningún obstáculo, nos rodeaban las paredes que terminaban en las gradas de los espectadores.

Una vez frente a mi compañero azulado, las puertas de la entrada se cerraron, dejando un silencio incómodo en el ambiente, pero no dudé en interrumpirlo. —No esperaba que nos tocara enfrentarnos en esta situación.

Uní mis manos realizando el sello protocolar correspondiente.

—Parece ser que estas causando furor entre los espectadores.— Sonreí y metí un poco el dedo en la llaga.

Su puerta se abrió súbitamente, y él nadó. Pavonéandose desde la sala de espera hasta el centro del campo de batalla como el tiburón que se sabe en su océano, lo que se antojaba bastante curioso teniendo en cuenta que allí no había una pizca de agua; sino un sinfín de losas de concreto que acabaron en un campo de unos quince metros de diámetro, rodeado de altísimos muros que protegían a los cientos de espectadores de alguna catástrofe.

El rostro de tiburón lucía apacible. Con un aspecto neutral, más allá de aquella sonrisa socarrona que brillaba siempre en sus labios. Era su marca registrada y nunca salía a un encuentro como aquel sin ella. Él estaba plenamente convencido de que era su mejor aliada. Junto a Nokomizuchi, claro, que bien le había estado acompañando desde hacía un buen tiempo.

Finalmente, se vio obligado a detenerse. Frente a él yacía Inoue Keisuke, un genin de su generación con el poco había interactuado de tú a tú, salvo durante el fatídico viaje al Torneo de los Dojos. No sabía demasiado acerca de él y de sus habilidades, así que para el tiburón fue una prioridad tomarse aquel combate como si estuviera luchando contra el mismísimo cabeza de dragón. ¿Estarían ellos por allí? ¿algún dragón rojo entre los espectadores?

No supo si sentirse excitado o asustado por esa ínfima posibilidad.

Finalmente, su oponente le recibió con unas palabras que rompieron el silencio sepulcral que había invadido el coliseo, aunque se dejaban entrever las increpas de algunos espectadores sobre él y su color.

—No esperaba que nos tocara enfrentarnos en esta situación.

«¿Y en qué otra situación nos hubiéramos enfrentado, jodido estúpido?»

—Parece ser que estas causando furor entre los espectadores.

Kaido alzó sus manos y formó el jodido sello, por extraño que fuera para él cumplir con ese tipo de protocolos.

—Ya verás qué pasa con ese furor cuando te patee el culo, mi buen Keisuke.

Deshizo el sello y asumió una posición de combate.

Mi azulado compañero realizó el sello protocolar correspondiente al igual que yo y posterior a ello no dudó en responder con ese comentario caracteristico de su personalidad, aunque parecía verse mermado, quizá iría aumentando la intensidad de los mismos según avanzara el combate.

No obstante, ahora que lo pensaba, nunca había peleado contra él, sí le había visto pelear, tenía una idea en general pero era prácticamente lo mismo, y eso hacía tiempo ya, seguramente tenía nuevas técnicas y aptitudes. "Recuerdo que maneja el elemento agua y tiene unas habilidades muy peculiares, puede convertir su cuerpo en agua" Me dije tras hacer memoria.

Agudicé mis sentidos, flexioné mis rodillas y llevé mi diestra a mi retaguardia. —Ya que estás tan confiado, dejaré que des tu primer paso hacia la victoria.

Kaido observó el cómo la diestra de Keisuke trastabilló hasta llegar a su espalda, y él calcó el mismo movimiento casi que al unísono. Sin embargo, lo suyo fue un desenvaine prácticamente fugaz de lo que parecía ser un shuriken; que abandonó la seguridad de su mano en un potente movimiento circunvalante que enrumbaría el arma hasta el abdomen del médico en una especie de curva.

Todo aquello sucedió, además, tras un rápido sprint inicial que propulsaron al Tiburón hacia Keisuke, aunque parecía más bien recortar distancia en forma diagonal, al mismo tiempo de que su mano izquierda —la que hubo estado libre desde un principio— se aligeró a buscar algo entre su portaobjetos nuevamente, aún a cuatro metros de losa caliza separándoles lo suficiente como para que aquel tanteo no supusiera riesgo alguno.

Sólo quería ver cómo se movía un médico en una circunstancia como aquella.

El silencio se hizo y la acción comenzó, no dudó en abanicar una estrella metálica directamente hacia mi, y yo no dudé en interceptar su proyectil con una aguja metálica que lancé un segundo después para su futuro encuentro. Fue sencillo para mi seguir los pasos del azulado tras su primer paso, se acercaba en una linea recta, aunque no venia directamente hacia mi y parecía tener algo en mente.

Preferí mantener las distancias y al ver que se acercaba decidí mantener las distancias, comencé a correr en la dirección contraria a él y formando una especie de circunferencia imaginaria en la cual trataría de mantener el mismo margen de distancia que él venía calculando, aproximadamente cuatro metros de diferencia. —Alguien que habla muy duro para empezar tan suave.— Provoqué nuevamente.

Llevé mi siniestra a mi portaobjetos y la saqué rápidamente, esta vez tenía el puño cerrado y preparado para utilizar este objeto para cuando fuese el momento justo.

"No me prestaré para este espectáculo, no tan fácilmente"