Hazegawa se detuvo justo en la entrada del local, viendo con detenimiento como un coloso que hacía de guardia les detenía, soltó un suspiro de alivio y se acercó unos pasos aun en estado de alerta, cuando escucho la voz de la kunoichi, aquella maleducada peliblanco estaba ahí tal y como había dicho el vejete, en los baños.
— ¿y tú que? ¿También te has equivocado de sitio? —
Haze no pudo evitar mantenerle la mirada, para luego alternarla entre los tres mal vivientes que trataban de entrar, aunque su intento se vio frustrado.
— ¿Este es el panda fumado no? — Dijo manteniendo la seriedad, y luego señalo a los tipejos de mal aspecto. — Esos tres le acaban de robar a una joven allá atrás, justo en el callejón detrás del restaurant, debo recuperar ese bolso. —Dijo haze, señalando un bolso blanco con rosas azules que llevaba uno de los tres sujetos, dicho bolso era totalmente contrario a su pinta de vago.
— ¡Cállate idiota! —Dijo aquel sujeto, un poco más alto que los demás, con una barba de cuatro días y el cabello hasta los hombros. —Pagaras caro por estar haciéndote el héroe— dijo, acto seguido hizo un gesto con la mano, y los tres sujetos abandonaron las puertas del local y le plantaron cara a haze, siendo tres contra uno a pesar de que solo el más alto de ellos y quien lideraba a los tres era quien poseía la navaja y no dudo en sacarla de su bolsillo.
— Mierda…— Pensó haze, viéndose superado en número pero eso no hacía más que envalentonarlo, aunque también miro de reojo hacia atrás a ver si algún ninja de la aldea se aparecía y establecía el orden, pero la gente caminaba como si nada, y una que otras personas que escuchaban el altercado, simplemente cruzaban por la otra acera.
— ¿Es que sois tontos?, que os hace creer que tenéis oportunidad. —Dijo el joven Hyuga, subestimando a sus enemigos acto seguido las venas alrededor de sus ojos se ensancharon, también en su iris blanquecino, así obtuvo una mejor visión del entorno, y en pocas palabras se preparaba para lo peor.
••••••
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¤ Hitai-ate (Atada en la frente)
¤ Portaobjetos básico (En la rodilla derecha)
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2/08/2016, 12:37
(Última modificación: 2/08/2016, 13:32 por Aiko.)
La chica arqueó la ceja al comprobar la capacidad deductiva del chico al que previamente había quemado los pantalones. ¿Habría llegado a las puertas del local sin saberlo? Si no era así, simplemente era asombroso. Pero no tardó en justificar su presencia allí. Al parecer, su propósito era recuperar un bolso que había sido robado a una mujer a saber cuantas calles atrás. Casi parecía un héroe... pero le faltaba la capa.
El mas alto de los tres individuos mandó a callar al chico, cosa que la kunoichi casi agradece. Tras ello, sacó una navaja y amenazó al mismo de que pagaría caro el estar haciéndose el héroe. ¿Acaso podía leer los pensamientos de la chica?
Los tres maleantes se acercaron de manera agresiva hacia el chico, alejándose apenas unos metros de la puerta del negocio de la Sarutobi. Ante la inminente disputa, el de los pantalones quemados realizó un sello, y sus ojos se hincharon de manera dantesca, hasta un centenar de venas resaltaron a su alrededor.
«¿Qué diablos? Ha hecho como aquella chica de Uzushiogakure...»
No pillaba a la chica por sorpresa, pero si que le daba un poquito de asquito. Esa mirada tan... tan... tan palpitante y llena de venas. Por dios, que asquete.
—¿Acaso creéis que vais a armar bronca delante de mi local?— Inquirió la chica con una mirada mucho mas seria.
El gorila que había a su lado no parecía tener mucho mas amigos. Ambos estaban de brazos cruzados, pero desprendían un aura aterradora. En éste tipo de locales las amistades eran efímeras pues a quien se pasa, por muy amigo que sea, se le da un escarmiento. Imagínate a quienes ni conocen...
—Ya habéis escuchado a la señorita Sarutobi.— Advirtió el grandullón.
Aquella aura que desprendían tanto la Peliblanco como su gorila, basto y sobro para amedrentar a esa bandilla de vagos, y bueno no era para menos si era la jefa del local y tenía tiempo en ello, ya su reputación lo diría todo.
—Y una mierda, no voy a arriesgar mi vida por un mísero bolso— Dijo aquel líder piltrafilla, mirando a los lados nerviosamente, dejo caer el bolso al suelo junto a la navaja y se echó a correr calle abajo, segundos después sus dos acompañantes le siguieron, todo un éxito al parecer aquella peliblanco y su gorila, eran gente a tener en consideración.
Hazegawa se acercó unos pasos y tomo el bolso, sin siquiera revisarlo y alterno la mirada entre la peliblanco y el gorila, la verdad aquel local no le inspiraba mucha confianza y si esos tipejos habían huido de ella, tampoco quería averiguar porque seria.
— ¡Hey! — Alcanzo a escuchar haze, proviniendo de atrás de donde se encontraba, era aquella joven que se encontró en el callejón, al parecer les había seguido o bueno, al menos a haze y le tomo un buen rato, cuando se giró a mirar ella estaba recuperando el aliento.
—En serio no creí que lo lograrías, me costó un poco seguirte el paso— dijo ella, una joven un poco más bajita que él, de cabellos oscuros y un simple, iba de blanco aunque sus manos iban vendadas por completo.
—Esto es tuyo— Dijo tendiéndole el bolso, que ella cogió enseguida e hizo una reverencia.
— ¿Vas a entrar? — Dijo ella, señalando la entrada del sitio, con un tono neutro alternando la mirada entre la peliblanco y el gorila.
—Eh, no…no lo creo. — Dijo, con su Byakugan activo podía ver dentro del local, las personas que estaban dentro, y no le llamaba mucho la atención en el lugar. — Quizás otro día con más calma— Dijo esbozando una leve sonrisa, a la par que daba un par de pasos hacia atrás, retrocediendo lentamente, buscando la manera de escaquearse tan rápido como pudiera.
—No me presente, me gustaría poder agradeceros, podemos entrar y así charlamos un poco— dijo ella, insistiéndole al joven Hyuga.
—No hay de que, descuida…me apena tener que robarle su valioso tiempo— Dijo el joven, haciendo una mueca de sonrisa, —Maldición, acaso no entiendes que no quiero entrar…esa peliblanco no me da un buen presentimiento y en su local, seré presa fácil—Pensó, pensando en retirarse pronto, aun debía de encontrarse con Hana.
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5/08/2016, 00:05
(Última modificación: 5/08/2016, 00:06 por Aiko.)
El maleante jefe, dueño temporal del bolso así como de una ligera arma blanca, no vio salida. Renunció a llevarse botín alguno, no pensaba arriesgar una mierda por tomar lo poco que pudiese haber en un mísero bolso. Ciertamente, el idiota no sabía de qué hablaba, estaba desperdiciando una buena recompensa. Si tan solo le hubiese echado el ojo al botín, de seguro habría peleado por éste. Sin embargo, la igualdad numérica, así como la presencia de la chica y su ayudante, terminaron amedrentandolo como a un niño de diez años.
Soltó el bolso, así como el cuchillo. Tras ello, salió a correr calle abajo. Poco tardaron en seguir su ejemplo los otros dos, aunque se tomaron unos cuantos segundos de meditación previa, les costó algo mas entender la situación o a saber qué. Fuera como fuera, los maleante habían salido corriendo. El frontal de su negocio volvía a estar apacible, como bien debía ser.
El grandullón entró de nuevo al local, su presencia allí ya no era necesaria. Conforme lo hacía, y ante la mirada de la peliblanco y el hyuuga, la legítima dueña del bolso entró en escena. Llegaba casi sin aliento, pero justo a tiempo para que su héroe sin capa le entregase su pertenencia. Por fin, la chica pareció recuperar el aliento, así como el susodicho bolso. Sin previo aviso, la mujer preguntó si tenía pensado entrar en el local.
«¿Aquí...?»
La mirada de la chica quedó clavada en el gesto de la mujer. Evidentemente, señalaba hacia el Panda Fumado.
El hyuuga se rehusó a entrar, obviamente no había acudido al sitio por voluntad propia. Pero la mujer insistió de nuevo, alegando que aún no se lo había podido agradecer, así como añadió que ni tan siquiera se había presentado. A la peliblanco solo había una cosa que le extrañase. ¿Por qué no se había cambiado aún los pantalones? Le había visto tomar unos de una taquilla... ¿Era un exhibicionista? ¿O simplemente era un pervertido?
—Será todo un placer serviros algo de beber. Entrad, seguro que el héroe estará sediento tras esa dura persecución.— Claramente, aprovechó la situación.
Dicho eso, la chica entró como previamente había hecho su ayudante. Éste había tomado de nuevo posición, quedando entre la barra y la entrada. Cuidadosamente estudiado, desde esa posición llegaba a ver todo lo que sucedía dentro, así como parte de lo que pasaba fuera.
—¿Qué vais a querer tomar? Invito yo. Amm.... y sentaos donde apetezca. Como si estuvieseis en vuestra casa.
Con parsimonia, la chica se dirigió hacia la barra, donde tomaría las cosas que sus invitados pidiesen.
Hazegawa no tuvo de otra ante tanta insistencia, entro acompañando a aquella joven pero no convencido del todo, no le quitaba el ojo de encima, olvidando que tenía el byakugan activo, con una postura de manos lo deshizo para quizás tomarse algo, pero aún no se fiaba de la peliblanco, sin quitarle el ojo de encima, siguió a la joven la cual tomo asiento en un cómodo sillón en mitad del local.
—Soy Himura Nara, muchas gracias por ayudarme— Dijo ella, sonriente haciendo una leve reverencia. —Yo soy Hyuga Hazegawa, es un honor— Dijo el joven Hyuga echando una mirada al local, estaba bien eso si reconoció inclusive estaría bien pasarse un ratillo por aquí haciendo el vago, pero la peliblanco no le inspiraba mucha confianza.
—Lo que quieras, para mi estará bien. — Respondió a la peliblanca, mientras que la otra chica era un poco más específica— ¿Tenéis zumo? Adoro el de melón, si tenéis será un placer o una gaseosa, lo que tengáis— dijo ella, revisando su bolso por un momento.
—Debo…ir a cambiarme los pantalones— Pensó el joven, el cual ya había establecido aquello como una prioridad— Si me disculpáis, debo ir al baño…solo será un momento— Dijo el Hyuga, acto seguido se levantó, y pregunto a la peliblanco por un baño disponible y si era tan amable de prestárselo todo iba incluido en la misma pregunta.
La chica se quedó ahí sentada esperando su bebida, mientras haze tomaba la bolsa que había sacado del casillero del restaurant, con las esperanzas de que hubiera alguna prenda útil, echo una mirada y vio un par de pantalones, un par de tallas más grande que la que el usaba, pero serviría.
Ahora solo quedaba esperar que la peliblanco le indicara donde quedaba el baño, para cambiarse y zanjar el asunto, aunque no estaba del todo seguro si la chica le devolvería la maleta.
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Al final, terminaron pasando al interior de su negocio. Bien podía haber cerrado las puertas y meterle la paliza del siglo al chico, o bien prenderle fuego hasta reducirlo a cenizas. Pero no, contuvo ese instinto primario. Se limitó a seguir con su linea de acción, y se encaminó hacia la barra mientras que éstos se presentaban. Ambos se habían sentado casi a mitad de la sala, en uno de los numeroso puff que se aglomeraban alrededor de una sencilla y baja mesa.
Hazegawa no tuvo sugerencia alguna a la hora de pedir su bebida, mientras que la otra chica... Casi parecía que no sabía donde estaba. Por suerte o desgracia, su petición no era imposible de solventar. Entre los varios cócteles del local, había alguno que otro que usaba zumos de fruta. Casualidad o no, había zumo de melón. ¿Qué es un Melon Freeze sin zumo de melón?
La chica se dio la vuelta, y aclaró con la camarera que debía servir el zumo de melón, una soda con licor de manzana, y un vodka con zumo de limón. Evidentemente, el último trago era para ella misma. Hacía ya días que no tomaba un trago, y le apetecía. Además, el buen vodka sabe genial, más aún cuando es acompañado por zumo de limón recién exprimido. Ni agrio, ni dulce; un sabor salvaje y fuerte capaz de despertar a un muerto. Al menos así era como la chica lo llegaba a ver.
—No habrá problemas, en cuanto esté preparado los lleva Melisa-kun— Anunció la peliblanco.
Para su sorpresa, el chico abandonó la mesa prematuramente. Ni tan siquiera había dado tiempo a la peliblanco a compartir mesa. ¿Dónde iba? No tardaría en descubrirlo, pues casi que se dirigió hacia donde ella estaba. Sin pelos en la lengua, le preguntó dónde se encontraba el baño. Katomi señaló con la mano el lugar, un pasillo que estaba justo hacia su derecha, donde unas cuantos habitáculos ofrecían asilo en privacidad para mujeres, hombres, e incapacitados.
—Si vas a saltar por la ventanilla, al menos despídete de tu amiga... no seas tan indecente.— Su sarcasmo quizás se había convertido en algo mas. Algo parecido a un martillo, el cuál había usado para aplastar la cara del Hyuuga. Obviamente, todo metafóricamente hablando.
La chica no había desperdiciado la oportunidad de llamarlo cobarde, pues bien pensado, lo único que había hecho hasta el momento había sido eludir su responsabilidad. Tan solo tenía que decir dos míseras palabras... "Lo Siento".
Mientras que éste iba hacia el baño, la peliblanco se acercó hasta la chica que había recuperado el bolso. Con toda la confianza del mundo, se dejó caer en un puff cercano. —En breve traerán las bebidas, tranquila.
Hazegawa no pudo evitar fruncir el ceño levemente ante la respuesta de la peliblanco, respondiendo con un —Gracias— Bastante seco.
Se encamino a los baños y tras pasar el umbral de la puerta del baño de caballeros, busco una casilla vacía donde poder cambiarse, escogió de los pantalones el que mejor le quedara, y se lo puso en abrir y cerrar de ojos, si bien diviso una ventanilla en el baño, no pensó siquiera en la posibilidad de escaparse, esta vez trataría la situación con más calma.
Aprovecho para revisar sus provisiones, aun poseía el dinero que había traído de la aldea, y su mochila, sin nada más que revisar, volvió a la mesa con las dos jóvenes, con un pantalón diferente uno intacto.
Al llegar haze al puf, se dejó caer sobre este aunque eligió con cuidado, prefirió tener de frente a la peliblanco, y no a un lado porque quizás sería más arriesgado, se fijó en que las bebidas aún no habían llegado y alterno la mirada entre las dos jóvenes, sin nada que decir realmente.
—Muchas gracias señorita sarutobi— Dijo Nara, con tono respetuoso alternando la mirada en ambos, en la peliblanco y el Hyuga, — ¿Ustedes se conocen de antes? — Dijo con cierta sutileza, la inocencia se podía palmar en ese comentario.
—No, en mi vida la había visto…—Respondió Haze, sin tiempo que perder no quería dar malas impresiones—Pero hoy creo estoy de suerte— Dijo el Hyuga esbozando una leve sonrisa aquella oración iba acompañada de un toque de sarcasmo.
— ¿Este lugar es tuyo? — Pregunto a la peliblanca, echando una mirada por el sitio, levemente impresionado.
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Conforme el chico tomó camino hacia el baño, respondió a las indicaciones dadas con un seco y tosco "gracias". Pero evidentemente, no podía esperar otra cosa. Se dice que las chicas son algo vengativas, pero Katomi para nada lo era —No, que va— era lo siguiente a vengativa, y seguramente su actitud no cambiase para con el chico a menos que éste cumpliese con lo acordado. Le devolvería hasta lo que era suyo, sin lanzarselo a la cabeza ni nada, que ya era pedir...
Una vez que llegó el chico, la conversación pareció comenzar. La primera en romper el silencio fue la chica, la cuál preguntó —inocente de ella— si ya se conocían ambos genin de antes. Previamente, y de manera muy educada, había agradecido la hospitalidad. Antes de que la Sarutobi diese respuesta, el hyuuga se adelantó para negar tal cosa.
«Desde luego... vaya chico mas cobarde... ¿Debería delatarlo para que ésta chica lo viese tal y como es?»
Pero no, la chica se contuvo por el momento. Antes de nada, quería ver los propósitos del chico. Si intentaba algo raro, estaba en su propio local, podía decir o hacer cuanto quisiera.
—Así es. Hoy ha sido tu día de suerte. Te ayudé en tu valerosa aventura para rescatar el bolso de la señorita Himura, y te evité una pelea ligeramente desequilibrada.— Contestó en respuesta,mostrando una cordial y falsa sonrisa. Al menos, había evitado el mencionar si se conocían o no. Por mucho que le doliese y quisiera aguantarlo, pocas mentiras estaba acostumbrada a soltar.
Para cuando el chico se fijó, el lugar llamó su atención, y no pudo evitar preguntarlo. ¿Todo eso era suyo? —Si, así es. Estuve ahorrando durante bastante tiempo, y con ayuda de algunos contactos, así como de una íntima amiga, dimos el paso. Quien no arriesga, no gana. Al menos eso siempre decía mi padre.
»Por desgracia para él, arriesgó demasiado.
Antes de dejar caer la pregunta, se apresuró por contestar. Tampoco es que le molestase, era algo que ya tenía mas que asumido. A todo ésto, la chica a la que había encargado las bebidas llegó, y sin querer interrumpió. —Aquí tienen las bebidas.
Frente a cada uno de ellos, había dejado cuidadosamente el vaso. Todos y cada uno de ellos estaba servido en un vaso bastante ancho, pero no demasiado alto. Decorados con un par de cañitas de colores, y tres o cuatro hielos para mantener las bebidas en una temperatura agradable.
—Muchas gracias, Melisa-kun.
La única bebida que era ligeramente diferente era la de la dueña del local, la suya era la única con un toque de alcohol.
Hazegawa se había relajado un poco, con unos pantalones nuevos y sin agujeros se sentía más en confianza, así no pensarían que podría ser un pervertido aunque seguía aquella peliblanco al acecho, había caído en cuentas de que si quería recuperar la maleta de Hana, comportarse manera inmadura no le resultaría lo mejor, quizás doblegar su orgullo y pedir una disculpar sincera arreglaría el asunto, y así le evitaría una horrible muerte, ya se veía ardiendo en llamas.
—Sí, que suerte la mía…— Dijo entrecerrando los ojos, mientras las miraba a ambas, dando un sorbo a su bebida, tragando lentamente deleitándose con aquello que no sabía para nada mal, dándole un par de sorbitos.
— Aunque, no habrían sido problema esos tres truhanes…ya tenía ubicados sus puntos de chakra, los habría sellado y luego, unas pataditas y a la calle…—Dije confiado, como si aquello hubiese sido de chiste.
— Supongo…que debería pediros una disculpa por lo ocurrido hace poco…muy astuto lo del anciano — Dijo relajándose un poco en puf donde yacía sentado— Ya decía yo que ese vejestorio era raro…—,penso sin quitarle el ojo de encima a la joven peliblanco que después de todo, no se había dado la oportunidad de detallarla por completo, ahora que caía en cuentas se miró las palmas de sus manos y recordó, que el había caído justo encima de ella, que había tocado aquel par tan suave…y no pudo evitar sonrojarse un poco al respecto.
— Oh, entonces si os conocéis… — Dijo la joven, echando mano a su bebida alternando la mirada entre ambos, sonriendo un poco.
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30/08/2016, 15:06
(Última modificación: 30/08/2016, 15:07 por Aiko.)
El chico soltó un comentario con tono irónico, y no tardó en jactarse de que podría haber dado una lección a los tres tipos de antes. Según decía, ya tenía sus puntos de chakra localizados, los habría sellado y luego les habría pateado. Pero lo que decía no tenía sentido alguno, al menos no para alguien que no sabía demasiado de Fuinjutsu, y mucho menos del Byakugan, o mejor dicho, sus funciones. La verdad, la cara de la chica sería en ese instante todo un poema.
«¿Sellar los puntos de chakra? ¿Para qué querría hacerle eso a unos tarados que no saben ni ninjutsu? Que tipo mas raro... Se está marcando un farol como un castillo de grande. En realidad... no para de soltar mentiras... ¿no?»
La chica bebió un sorbo mas de su vodka. Mientras meditaba levemente qué decir ante tal comentario, pero antes de que eso sucediese, el chico terminó por acatar la responsabilidad que tiempo atrás lo perseguía. Terminó por disculparse por lo que había pasado anteriormente, obviamente ser referiría a lo del tabaco, y halagó la astucia del disfraz de anciano.
A todo ésto, la espectadora logró entender que los chicos si que se conocían desde antes. Ella no sabía nada de la trifulca, ni de cuanto tiempo llevaban éstos conociéndose. Realmente tampoco le venía importando, ni tampoco le habían llegado a mentir. Apenas se habían conocido, ni tan siquiera sabía el nombre del chico.
—Muchas gracias... supongo... jajaja.— Espetó con una sonrisa.
»La verdad, no nos conocemos. Simplemente nos vimos al salir del tren, nada mas. No sé ni su nombre, para que te hagas a la idea.— Contestó poco después a la chica. Ciertamente, tampoco quería refregar un pequeño error cometido. Al menos se había dado cuenta y había rectificado. Es de sabios corregirse.
—Por cierto, la mochila esa... está al lado del mostrador. Cuando salgas puedes tomarla.— Inquirió al chico de nuevo.
Hazegawa estaba convencido, aunque ver reír a la peliblanco le calmaba un poco más aun no se fiaba del todo, aquel cabello blanco no podía suponer otra cosa que no fuera maldad pura, o quizás estaba exagerando un poco, no dejaba de mirarse las palmas de las manos recordando aquella sensación y soltó una risilla idiotizado por aquello, pero volvió rápidamente al mundo real, alternando la mirada entre ambas.
— Ah, ¡Perdonad mis modales H-Hyuga Hazegawa para serviros! —Dijo, haciendo una reverencia a ambas, como era costumbre o al menos así le habían educado.
— Y bueno, no soy de aquí propiamente dicho…soy de Uzushiogakure, y creo estaré un tiempo aquí acompañando a mi prima mientras retrata a los pandas— Dejo salir con un suspiro, como si aquello le pesara bastante.
— Se lo agradezco mucho señorita…sarutobi, ¿puedo llamarte saru? — Recordó que así le había dicho el gorila a la peliblanco, como si la dueña del sitio todo cobraba sentido.
— Eh escuchado sobre el dojutsu de los vuestros, algo interesante de verdad…como pueden ver y eso — Alcanzo a decir Himura, mirando fijamente los ojos blanquecinos del Hyuga. — La verdad es primera vez que frecuento su local, señorita…solo vais de bebidas u ¿ofrecéis otros servicios? ¿Comida y eso? — Dijo, esta vez mirando a la peliblanco, para dar otro sorbo a su bebida.
— Vaya…ojos y cabellos blancos, ¡qué casualidad! — Dijo Himoki esbozando una sonrisa alternando la mirada entre ambos.
Hazegawa les prestaba atención al par, pero algo más llego a sus oídos pero le restaba importancia, ya que no quería ser maleducado con las jóvenes frente a él, a un par de puf de distancia, dos jóvenes discutían muy ardidamente y comenzaban a subir el tono exponencialmente, miro la situación de reojo y luego a la sarutobi.
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Para cuando Katomi dio a entender que no se conocían, que ni tan siquiera sabía su nombre, el joven no demoró en presentarse tal y como era debido. Realmente, dudaba que ni tan siquiera su nueva amiga conociese su nombre hasta el momento. Pero en fin, al fin se presentó, dándose a conocer como Hyuuga Hazegawa. Antes de nada, explicó que no era de este lugar, así como dejó claro que por cosa de su prima se quedaría por el lugar por unos días. Al parecer, su familiar no era invención suya, pero con tanta mentira de por medio... a saber.
Fuera como fuera, Hazegawa tuvo que tener la poca lucidez de pretender acortar el apellido de la chica para dirigirse hacia ella. Pero la verdad, dentro de gramática o simple léxico eso carecía totalmente de sentido. Lo que pretendía básicamente era minimizar las sílabas de la palabra del modo que lo hace alguien cercano a esa persona, pero no con el nombre, lo hacía con el apellido... ¿Acercamiento y a la vez respeto y lejanía? ¿Qué diantres? Además, "Saru" a secas es algo así como se llama al animal que se abalanza de rama en rama, cubierto de pelos y con un culo rosado. Un mono, vamos.
—Emmmmmmm-sto, no. Mejor llámame Katomi, ¿vale?— Contestó quizás algo seca.
A todo ésto, Himura comentó que había escuchado sobre el dojutsu de los suyos, sobre cómo ven y todo "eso". Su mirada se fijaba claramente en el chico de orbes blancos como la nieve, por ende se referiría a su clan o familia. —¿A qué te refieres con dojutsu?— Preguntó curiosa la kunoichi. Por desgracia, la chica rápidamente alternó la mirada con la paliblanca, y preguntó sin tapujos si en su establecimiento ofrecían algo mas que bebidas. Inocente o no, añadió sobre si servían comidas y demás.
—Bueno... la verdad es que no. No servimos comida ninguna, salvo alguna pasta de arroz y dulces pequeños. La mayor parte del local está pensada para bebidas, relajación, juegos de mesa, y fumar. Eso no quita que alguna que otra persona se traiga comida de fuera, así como tampoco quita que algunos individuos se pasen bebiendo alcohol y se sobrepasen de sus derechos. Obviamente, en este sitio están totalmente prohibidas las broncas y peleas.
» Para ese tipo de personas, mi ayudante suele echar la mano. Justo como hace ahora. Justo en ese momento, el tipo grande que anteriormente había salido del local con la peliblanca y había ahuyentado a los ladrones de poca monta, se disponía al lado de los tipos que habían alzado el volumen en una acalorada discusión. Evidentemente, les ofrecía de manera amistosa que o bien calmaban los ánimos, o bien se iban del local. Por las buenas o por las malas, tendrían que acatar las palabras del maromo.
La verdad, el comentario de la chica sobre cabello y ojos blancos, quedó algo... fuera de lugar. Pero en fin, tampoco quería resultar borde la Sarutobi, no había razón. Sonrió, y bebió otro buche de su vaso.
—Si... toda una casualidad.
— Sí, Es un dojutsu familiar si no me equivoco, poco mas se sobre el asunto en realidad. — Dijo Himoki, sin dejar de ver al Hyuga como si fuese su objeto de estudio.
Hazegawa miro por un segundo como el gorila del sitio ponía todo bajo control, quedando un poco asombrado y no era para menos, el tipo era enorme y con cara de pocos amigos, pero bastante cortes y educado.
— Sí, si…Pero eso no es relevante, despues de todo no dejamos de ser personas — Dijo haze seriamente, aunque reconsidero sus palabras pensando en lo que había ocurrido esa mañana, encogiéndose se hombros.
— Esto, Katomi vi de primera mano que eres muy hábil con el fuego, bueno… —Hazegawa le miro con aquel fuego en los ojos, realmente le encantaba encontrarse con personas fuertes o que al menos parecieran serlo.
— ¿Podría enseñarme sus habilidades? ¡Usted parece fuerte! Digo…enseñar de mostrar, no soy afín al katon, pero usted es alguien sin duda fuerte, después de todo ahuyento a esos truhanes con su mera presencia. — Explico con suma chispa, emocionado como quien espera algo grandioso, —¿Además creo estaré unos días en la ciudad, y no conozco a nadie a excepción de ustedes…dos — Termino esbozando una sonrisa.
—Ehm… — Himoki alterno la mirada entre ambos, haciendo una leve mueca a haze, indicándole que quizás algo así jamás ocurriría, dio un sorbo a su bebida y miro a los lados, —Lo pillo, sin duda es un local interesante señorita sarutobi. — Agrego, sacando un lápiz de su bolso y anotándose algo en la palma de su mano.
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La chica no soltó demasiado, a saber si por desconocimiento o mero secretismo. La verdad, la mera palabra Dojutsu le era desconocida, no tenía la menor idea de a qué se refería, pero probablemente era algo referente a los ojos. ¿Por qué si no esa referencia hacia el blanco de sus ojos? En fin, tampoco era algo por lo que le fuese la vida. Si ella no quería decir mas, y el chico tampoco soltaba una palabra, no iba ni a molestarse en intentar sonsacar algo mas.
Hazegawa se clasificó como simples personas, y alegó que eso del Dojutsu no era relevante. Vamos, se quitó de encima las miradas sin demasiado titubeo. Justo tras ello, lanzó la misma investigación e interés sobre las habilidades ígneas de la peliblanca. De hecho, no preguntó directamente, lanzó una solicitud de que le mostrara sus habilidades a causa de que la había visto realmente fuerte; que su mera presencia había asustado a los maleantes, y sentía curiosidad de cómo eran sus técnicas. La verdad, ni le convenía ni le hacía gracia.
Tal y como él había hecho anteriormente, la peliblanca trataría de quitarse de encima ese marrón, intentando hacerlo con bastante tacto. Total, ahora que mas o menos se llevaban bien, no debía estropearlo. —La verdad, no tengo sitio donde usar mis técnicas aquí... Son bastante fuertes, y terminaría provocando un gran incendio. La verdad, no creo que fuese una buena idea...
» Éstos bosques son el hábitat de numeroso osos panda, ni por asomo los pondría en riesgo con lo monos que son. Lo siento mucho.— Dijo la chica, quitándose de encima el muerto. En cierto modo, igual tenía razón. Si lanzase cualquier tipo de katon en un entorno tan... susceptible a arder, todo terminaría convirtiéndose en un inmenso infierno. Difícilmente pudiesen parar el paso del fuego con meros cubos de agua. Sin seguridad alguna de que alguien pudiese parar el fuego, no podía arriesgarse.
Por otro lado, tanto Hazegawa como la chica vieron que el lugar era seguro. La discusión del par de hombres quedó en mero silencio tras la advertencia del ayudante de la peliblanca, el cuál volvió a su posición anterior. Evidentemente, todo ese tipo de situaciones ya las habían vivido, y pese a que no terminaban de repetirse, ya tenían mas que aprendido cómo zafarlas.
—Bueno, ¿y qué hay de ti? Él acompaña a su familiar, y yo ando encargada del negocio. Tampoco eres residente del lugar si no me equivoco, ¿verdad?— Lanzó la pregunta a la chica, buscando evitar el silencio.
—Al contrario, tengo toda una vida aquí— Dijo Himoki esbozando una amplia sonrisa dando un trago a su bebida después, sin quitarle la mirada a la peliblanco.
—Trabajo en la Biblioteca del panda milenario, no gano mucho pero me sirve para vivir cómodamente, un poco al menos ya que mi abuelo hace mucho se jubiló de su oficio— Explico sonriente a la joven sarutobi.
—Es que son ¡SUPER MONOS!...súper tiernos, una de las cosas por las que amo vivir en Kuroshiro es por los pandas— En aquel momento su tono se elevó, denotando mucha felicidad cuando hablaba de los pandas.
Hazegawa observo y escucho la charla con atención, aunque cuando comenzaron a charlar de pandas, soltó un largo suspiro dado el hecho de que no les veía nada especial a esos ositos bicolor, Hana ya le habría reñido por ser uno de los pocos seres humanos inmune a su ternura, quizás eso sería un punto a favor.
— ¿A ti te gustan los pandas Hazegawa? — Pregunto al ojiblanco, ladeando la cabeza sonriente.
Hazegawa lo pensó un poco antes de responder, no quería que lo lincharan en el local, o que Katomi le quemara vivo, pero tampoco iba a mentir. — Ehm, no os voy a mentir…diciéndoles que los amo y los adoro, al contrario…no me llaman mucho la atención, pero tampoco quiero que me linchen…así que solo pasó del tema— Explico a ambas, con algunos gestos manuales y en un tono un poco más bajo, no quería que alguien más le escuchara.
— Respeto los gustos de los demás, pero me agradan más los koalas. — Dijo, asintiendo al final a ambas. — Y es cierto…bueno mejor no liarla y con fuego menos, perdón no lo había pensado de esa forma... — Dijo observando el sitio, pero se le ocurrió una idea que quizás le valdría una segunda visita al panda fumado.
— De hecho, si tanto os gustan os obsequiare uno de los cuadros que hace mi prima, así aportaría algo al panda fumado, y como gesto de gratitud por recibirnos en su local— Dijo respetuosamente a la sarutobi, que quizás no era tan mala como pensaba, solo una chica buscándose la vida.
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