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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Lo malo de las semanas de entrenamiento bajo clima de calor es que no paras de tener antojo de helado. Lo bueno, que refina el cuerpo como la mejor de las saunas. Sin embargo, en ésta semana tocaba de nuevo el entrenamiento bajo clima frío o lluvioso. Éste tipo de entrenamiento era mucho mas fácil, pues en Amegakure no faltaba lluvia. Salir a comprar sin ropa de abrigo ya podía considerarse parte del entrenamiento.

De hecho, esa era una de las rutinas mas comunes en las semanas impares, hacer la compra.

Lejos de faltar a la costumbre, la peliblanco se dispuso a salir a hacer la compra, soportando el tedioso clima sin ropa de abrigo. La lluvia caía sin piedad sobre la aldea, como de costumbre. Apenas se veía el brillo del sol, pero por algún lado debería estar, pues no debía ser mas tarde de medio día.

Llevaba puesto un top negro, su comúnmente usado pañuelo rojo atado al cuello, y un pantalón bombacho negro que acostumbraba a usar. La bandana metálica que la identificaba como genin se encontraba atada a su cintura, y terminaba su conjunto con unas sandalias del mismo color. No llevaba nada mas de ropa, ningún tipo de abrigo que la ayudase a soportar la lluvia.

Bueno, solo tengo que hacer la compra e ir a la academia de nuevo.— Se recordó en voz alta.

Su entrenamiento a base de golpes seguiría después, no era algo que pensase dejar de lado.

Pero por el momento, seguía avanzando por las calles del distrito comercial. Calada hasta los huesos, tiritando de frío a causa del agua. Se estaba moviendo constantemente, y por ello el frío era menor, pero no era algo que pudiese dejar caer en un baúl del olvido. No había manera, la húmeda ropa pegada a su piel se lo recordaba a cada segundo.

Una de sus primeras paradas fue una charcutería, había demasiada gente, y por ende tuvo que esperar a las puertas. Pero no por tener que esperar allí se quedo quieta, no pensaba hacerlo. Continuó dando pequeñas vueltas sobre el sitio, guardando su turno fuera, pero moviéndose.

Charcutería Aguacero

Cartel que no podía obviar, la aguada que le estaba cayendo encima era sublime.
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#2
Había recibido ya la carta del torneo y tenía que viajar cuantos antes. La ubicación era un poco lejos y quería llegar a tiempo pero todavía podía darse el lujo de pasar una última tarde gastando un poco de su dinero por la ciudad. Un recorrido antes de partir. Dejó su mochila con las cosas preparadas y miró por la ventana mirando el clima. No sabía ya por qué lo hacía si siempre estaba lloviendo pero igualmente el miraba día tras día.

Era un día frío, después de todo estaban en invierno, y Karamaru salió con su ya habitual túnica negra pero sin sombrero. Algún tenía que mojarse un poco su calva. Cerró la puerta a sus espaldas y se dirigió a la gran urbe embarrando un poco las suelas de sus alpargatas gastadas.

«Supongo que tengo merecido un poco de diversión entre tanto entrenamiento. Después de todo, la rutina aburre y hay veces que hay que cambiar.

Su mente trataba de buscar una excusa para no estar entrenando en esos momentos y solamente se mentía a si misma. Karamaru viva para entrenar y mejorarse a si mismo, si había tiempo libre, se entrenaba y si no también. Pero un poco de diversión no le hacen mal a nadie.

Entro en las calles de Amegakure con sus edificios altos y cubiertos de luces que poco se parecían a su pequeña cabaña y caminó viendo a la gente pasar. Curiosamente, a pesar del frío y la lluvia, había más gente que de lo normal en la ciudad. Sin embargo, antes de pasar de compras y diversión fue a un edificio solamente para agarrar un poco de nostalgia.

El Torreón de la Academia frente a él, parado y con la vista en alto, le recordaba esos día en el templo. Sus compañeros que actualmente estarían vaya a saber uno donde. Su abuelo, su maestro, su familia, todo le venía a la mente cuando veía su antigua escuela. Muchas veces pasaba por ese lugar solamente para sentir nostalgia, como si le agradase recordar. Pero al poco tiempo se aburría, igual que como pasaba en ese momento.

Se alejó del lugar y se internó en pleno Distrito Comercial con incluso más luces que las zonas anteriores y comenzó a ver tiendas y tiendas abarrotadas de gente. Se acercó a un pequeño local vacío, compro un poco de comida para ir comiendo mientras recorría, y con la mayor paz del mundo bajo la lluvia veía a la gente cruzarse en su camino. Trataba de encontrar algún donde jugar a algo, algún tipo de casino o parecido, pero como nunca había ido a algún de ese estilo poca información tenía sobre ellos.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#3
La chica caminó de un lado a otro sin cesar, continuaba haciendo cola en esa humilde charcutería, y moviéndose para no enfriarse. Lo último que deseaba era quedarse quieta, sería un completo suicidio, y bien lo sabía. Enfriar el cuerpo significaba al menos una semana resfriada, aunque por otro lado podría ser hasta bueno, lo que no te mata te hace mas fuerte.

Gesticuló un firme y rotundo sí de cabeza, y de pronto dejó de moverse. Quedó al son de la lluvia, esperando tranquilamente su turno en el comercio.

Tras no demasiado tiempo, comenzó a temblar como un gatito chico. El frío la había invadido. No era algo de extrañar, al fin y al cabo, era lo que esperaba. Por otro lado, ésto no la hizo perder la calma, seguía esperando su turno. Su firme mirada no apartaba de su actual objetivo, lástima que éste no fuese más épico que un simple embutido.

Bueno, ya queda poco.

Y así era, poco a poco había llegado hasta situarse en primera posición. No tardó en pedir los embutidos que quería, los metió en una bolsa, y continuó sus compras. No era lo mas divertido del mundo, pero estaba ejerciendo un entrenamiento a la par que realizaba sus labores, mataba dos pájaros de un solo tiro.

Bajo la luz de las tenues farolas, la peliblanco continuó su incursión.

Ésta vez buscaba algo de pan, quizás de molde. Era algo que no tenía claro, pero que ya terminaría de decidir conforme andaba. Observaba con detenimiento a su alrededor, prestando especial interés en los olores. Si buscaba un buen pan, era el detalle mas importante. Por un momento legó hasta a cerrar los ojos, así sin mas, en mitad de la calle.

Ésta acción no podía mas que traerle algún problema.

Lo peor, es que continuaba andando. En un principio no vio a nadie, pero al abrir los ojos, era tarde para reaccionar. Chocó sin reparos contra un chico de cabellera ausente. Si, se podría decir que ese chico no tenía un pelo de tonto.

Ostras, p-perdón. Iba demasiado distraída.— Se disculpó ante el golpe.

El choque no había sido tan duro, pero si imprevisto, raro era que éste terminase en el suelo.
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#4
Saboreando sus empapadas bolitas de colores que sostenía con un palillo en la mano el calvo arrastraba sus pies por las abarrotadas calles de la ciudad contaminando sus ojos con tanta luz dando vuelta. Paró en locales de ropa, de comida, de aparatos, de herramientas y de todo tipo pero no tenía mucho dinero para gastar y no había comprado mucho más que los dango que estaba comiendo.

No encontraba un lugar de entretenimiento en sí pero por lo menos no la pasaba mal viendo las cosas que la gente vendía. Incluso era tan ameno el tema que ya casi ni sentía ni el frío ni la lluvia, después de todo tras vivir tantos años con la lluvia mojando tu calva te acostumbras quieras o no.

Pero Karamaru seguía buscando ese lugar donde pasar esa oscura tarde, algún lugar al que no haya ido nunca, y por eso iba mirando los cárteles de los edificios tratando de encontrar la ubicación de lo que buscaba. Poco recomendable era hacer esto con una calle con tanta gente y es que después de caminar un poco de esta manera recibió un brusco golpe desde su costado izquierdo.

Pero...

Extendió su pierna derecha para no perder el equilibrio y giró su cabeza para ver una cabellera blanca, tan blanca como la de Kazuma, pero con una cara más bonita y un busto de mayor tamaño. Era una mujer de brazitos de cristal y piel blanca como la nieve y de una estatura casi igual a la del monje.

Ostras, p-perdón. Iba demasiado distraída.

No hay problema, discúlpame a mi por...- cuando se quiso dar cuenta vio sus pequeños bollitos comestibles en el suelo. Le molestó, pero pasó de ellos y trató de ser lo más amable posible- Discúlpame por venir distraído. ¿Estas bien? ¿Te has lastimado?

«¿Por qué una mujer bonita me tiene que tirar la comida al suelo? ¿Por qué no era un hombre al que le pudiese reclamar que me los pagase? No, tampoco estaría bien, no hay que ser vengativo ni rencoroso...»

Mientras esperaba la respuesta de la peliblanca Karamaru luchaba, como hacía diariamente con su mente, entre sus deseos y las enseñanzas que recordaba de sus maestros. Entre lo que era pedía su instinto y lo que era lo correcto.
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#5
El pequeño golpe no parecía haber tenido mayor consecuencia. Sin embargo, no todo es lo que parece. El chico se disculpó de igual manera que había hecho anteriormente la peliblanco, e incluso preguntó si había sufrido algún daño mayor. A lo mejor se había excedido un poco en el hecho, pues el golpes apenas había sido duro, un simple tropezón que ni terminó en el suelo.

N-no, tranquilo, tranquilo. Me encuentro bien.— Contestó rápidamente.

Sin embargo, como bien decía, si que hubo un afectado de todo ésto. El pobre chico había terminado afectado, su mirada lo había acusado. En el suelo reposaban en paz un palo con bolas de colores. Era un alimento muy popular, un aperitivo bastante sabroso, pero que reposaba en una improvisada tumba de agua.

Se llevó las manos a la cara, y puso un careto de horripilante arrepentimiento y abrumación. Se había quedado de piedra.

Ostras, cómo la he liado. Debería pagarle otra tanda, ¿qué mínimo? El pobrecito ni se ha enfadado.

Rápidamente se inclinó en un gesto de arrepentimiento. Lamentaba muchísimo el incidente.

Lo siento muchísimo, de verdad. Ha sido sin querer. Permiteme comprarte otro, por favor.

Sus disculpas eran sinceras, no le importaba perder un poco de dinero con tal de no fastidiar a alguien que no le había hecho daño alguno. Fue entonces que cayó en cuenta, ese tipo pelón le sonaba bastante, quizás hasta era de su promoción de genin. Estaba casi segura.

Tu nombre era... ¿Makuramo?— Preguntó descaradamente. —Me suenas mucho, aunque puede que sea normal si vivimos en la misma aldea.

Ahora le invadía la duda, ¿estaría en lo cierto? Bueno, al menos era suficiente para romper el hielo. Los dangos ya los habían roto, ahora el hielo.
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#6
Los ojos se posaron unos momentos en la cintura de esa pequeña mujer cuando esta se llevaba sus manos a la cara. Al parecer había notado su comida en el suelo y trataba de mostrar algún tipo de arrepentimiento. Pero lejos de ver su cara encontró en partes más inferiores de su cuerpo una bandana que la identificaba como kunoichi de Amegakure.

«Vaya, tenemos la misma profesión....»

La respuesta a la anterior pregunta de Karamaru había sido afirmativa pero a pesar de estar en buen estado la peliblanca trataba de enmendar los errores cometidos. El calvo no era tan tonto, él sabía que a pesar de venir distraído la que generó el golpe había sido la mujer, pero si se daba cuenta que estaba arrepentida. Además, nunca había que llevarse mal con ninjas de la aldea en la que uno vive.

Lo siento muchísimo, de verdad. Ha sido sin querer. Permiteme comprarte otro, por favor.

No hace....

Tu nombre era... ¿Makuramo?— Preguntó descaradamente. —Me suenas mucho, aunque puede que sea normal si vivimos en la misma aldea.

El monje se quedó unos segundos dubitativo tratando de entender quien mierda era Makuramo. Las dudas de Karamaru llegaron a la conclusión, tras ver la bandana, que seguramente eran ambos shinobis. Aunque ella todavía ni había visto la bandana del calvo.

Soy Karamaru, del clan Habaki- dijo dando la mano para estrechar. Finalmente podía hablar- Soy shinobi, al igual que ti. Tal vez de ese lugar recuerdas mi cara. Por otro lado, no, no hace falta que enmiendes tu error aunque aprecio el gesto. ¿Puedo preguntar por tu nombre?

El monje había pasado tan poco tiempo en la ciudad mientras iba a la academia y había prestado tan poca atención a las caras del resto de personas que poco sabía si había visto a esa mujer en alguna otra ocasión.
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#7
El pelado parecía ciertamente cortado, o meramente de pocas palabras. La kunoichi le intentó ofrecer un nuevo sustento alimenticio a causa de la perdida que le había provocado, pero éste parecía indispuesto. Quizás las pocas palabras se debiesen a que la chica había continuado hablando, como si fuese un monologo, pero en fin. Nadie es perfecto, eso todos lo sabemos.

Cuando Katomi terminó de hablar, quizás para respirar, el chico contestó audaz. Se presentó como Karamaru, ya le sonaba algo que su nombre tuviese una "k". Era genin, por lo tanto no se equivocaba, y corroboró lo que se temía. El calvete no quería que la chica le invitase a otra ronda del aperitivo que le acababa de fastidiar.

Lo primero que se le vino a la cabeza fue que era un gesto realmente descortés por su parte. ¿Rechazaba la invitación porque sí, o porque no quería ser invitado por una chica?

No te diré mi nombre.— Contestó con un tono serio.

Se cruzó de brazos, y su cara mostró cierta inconformidad ante el gesto del chico.

He tropezado contigo, y se te ha caído el aperitivo. Estoy intentando enmendar mi error invitándote a otro. ¿No entiendes que es una forma de disculparme? Al rechazar la invitación, me ofendes. ¿No quieres que te invite por alguna razón en especial? ¿Solo me odias?

Lanzó las palabras como una lluvia de cuchillos, sin esperar que su antagonista tuviese un escudo para defenderse de esos metales, metafóricamente hablando. Su entrecejo estaba fruncido, y su mirada se clavaba en los orbes de Karamaru. Aún mantenía los brazos cruzados, evidentemente enfadada.

O aceptas mi invitación, o dejo de respirar!— Amenazó al chico.

Entre tanto, tomó aire y lo contuvo, hinchando sus mofletes. Quizás pareciese la principio que estaba realmente enfadada, pero tan solo quería conseguir que el chico aceptase la invitación.
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#8
Al ver esa mirada de ojos rojos y penetrante nadie se pensaría que sería de una chica un poco caprichosa. Karamaru tampoco la sabía pero pronto lo haría. Todo comenzó con una mirada seria y una serie de gesto que llevaron a unas respuestas un poco confusas para el monje que mientras la chica se decidía por comenzar a hablar se sacaba su sombrero y dejaba mojar su calva solamente por respeto. No era educado hablar con un compañero de aldea con su cara tan tapada.

He tropezado contigo, y se te ha caído el aperitivo. Estoy intentando enmendar mi error invitándote a otro. ¿No entiendes que es una forma de disculparme? Al rechazar la invitación, me ofendes. ¿No quieres que te invite por alguna razón en especial? ¿Solo me odias?

O aceptas mi invitación, o dejo de respirar!


«¿Acaso es una nena de seis años?»

Ahora solamente conocía a una gennin como él, que lejos de enterarse de su nombre, sabía que no tenía el mejor de los humores. Aunque tampoco podía dejar que una persona hiciese lo que estaba haciendo, Karamaru sabía que es imposible que uno se ahogase por intención propia sin otros elementos como una cuerda, pero era incorrecto disfrutar del sufrimiento ajeno. Si, estuvo a punto de dejarla hacerlo para que se cuenta que por más que lo intentase nunca podría hacerlo pero sus enseñanzas no se lo permitían.

Karamaru llevó su mano izquierda a su nuca y soltó una risa leve por la reacción de la chica. ¿Qué otra cosa podía hacer si no que cumplir el capricho de la mujer?

Solo estaba tratando de ser educado, no es correcto actuar de otra manera frente a una mujer.- parecía que en algunas ocasiones su calma y aprendizaje hacían efecto y lo hacían actuar como realmente le habían enseñado en el templo- ¿Quieres ir a comer? No tenía otra cosa para hacer, así que por mí encantado.

Ya puedes respirar si quieres ¿eh?
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#9
La chica terminó por desinflarse como un globo con un leve pinchazo. Decayó al escuchar la respuesta del joven, realmente le había negado la invitación en un principio por ser una chica. Realmente la decepcionó, tanto que su posición y gesticulación tomó símil a una marioneta recién dejada caer al suelo, salvo porque ésta no llegó a reposar del todo en el suelo. Estaba sucio, que si no lo mismo probaba.

Por otro lado, bien cierto era que terminó aceptando, y dejándola respirar. Todo un alivio después de haberla dejado a la altura de un bote de betún.

Tras una clara faceta de decepción, Katomi se llevó las manos a la cintura, casi como una tetera, y se giró hacia el lado contrario al chico. Estaba indignada, quizás le faltó elevar la cabeza para aclararlo un poco mas, aunque tampoco le faltaba un cartel luminoso. Sin mas, comenzó a andar, dejando caer en el camino un leve suspiro.

Ya no me caes bien, Karamaru. Te invito porque he sido causante del incidente, no porque me apetezca comer contigo. Que conste.

A buen grado, no era una persona de poner una buena cara ante gente que no le agradaba, aunque mas que eso, simplemente no era capaz de mentir. Le estaba diciendo lo que pensaba, sin decoros ni mierdas.

Sarutobi es mi apellido. Puedes llamarme así, Habaki.

De nuevo, atacó con un claro signo de estar ofendida. Le había dado tan solo su apellido, la forma mas cordial y lejana de tratar a una persona, y había usado el apellido del clan del pelado para dirigirse a él. Sin duda, ganarse su gracia le iba a costar al calvo.

Continuaría hasta la tienda mas proxima de sustentos alimenticios, aunque a saber si éste le seguía. Quizás ahora ni quisiera acompañarla, cosa que poco le importaba a ésta altura.
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#10

Perdon el retraso, de verdad, perdón. No me preguntes por qué pero no me di cuenta de agregar el tema a vigilados y se me paso completamente. No volverá a pasar Toy tite

Diga que no, diga que si, parecía que esa chica estaba empecinada en enojarse. O hace berrinche o se pone de mal humor, Karamaru comenzaba a pensar que se había metido con ese tipo de mujeres que ni ellas mismas saben lo que quieren. Sin embargo, y por suerte, los cachetes de la peliblanca volvieron a su posición normal dejando entrar una bocanada de oxígeno a los pulmones y aliviando un poco al calvo.

«Por lo menos ahora podremos hablar como gente civilizada, espero...»

Que tan equivocado estaba el cenobita. Sin siquiera acercarse a esbozar una sonrisa, media vuelta dio el cuerpo de la mujer y paso a paso se alejo de Karamaru, que se pasaba la mano por la calva y daba un largo suspiro. Ahora no se podía ir así como así, lo quería, lo ansiaba, lo deseaba, pero tenia que ser educado. Comenzó a caminar justo atrás de la chica tratando de esquivar a la gente que se le ponía en el medio. Quería colocarse al lado suyo, derecha o izquierda, pero la gente no lo dejaba y solo podía caminar detrás.

Sarutobi- la llamo tomándole del hombro para que se de vuelta- ¿Por qué haces algo que no deseas si aclaré que no hace falta? Estarás enojada junto a mí, comienod, solo por.... ¿Educación? Hay varias formas de compensar un error, no solo una, aunque sigo diciendo que no hace falta que lo hagas.

No tengo nada para hacer pero me gustaría que el trato sea.... no se.... un poco más... ¿Cordial? Después de todo somos shinobi y kunoichi de la misma aldea.


Después de todo, parecía que ninguno de los dos quería comer con el otro y sin embargo lo iban hacer. Podía surgir cualquier cosa de ese encuentro pero Karamaru esperaba que no sea una enemistad, mientras más amigos y aliados tenga uno mejor podrá vivir la vida.
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#11
La chica, aún recelosa del trato recibido, escuchó sin demasiados ánimos al pelado. Éste continuaba diciendo que no era necesario que compartiesen hasta mesa si realmente ni lo quería; al parecer ninguno. Tenía razón, pero las formalidades han de tomarse siempre que se pueda, ¿qué sería de la civilización si no? Además, observó que sus últimas palabras no habían sido demasiado cordiales, recalcó que podía al menos tratarlo algo diferente.

¿Perdona? No se si soy yo la que está tarada o qué, pero yo he puesto todo de mi parte por ser agradable, y tu te has limitado a enfadarme. Hasta te había hecho una pequeña broma diciendo que dejaría de respirar... PERO NO. Tenías que dar a tocar en la fibra. Si no fuese una chica habrías aceptado sin mas, ¿verdad? Pero como lo soy, tienes que hacerte el machote y rechazarla. ¿No has caído en que rechazar la oferta no es el problema?

Su actitud quizás estaba rozando lo ilógico, pero en un país de ciegos, el tuerto es el rey.

La chica mantenía su decepción o mosqueo, la verdad, no sabía porqué decantarse. Quizás lo mejor fuese darle el dinero del alimento que le había tirado e irse. Bien cierto era que sendos shinobis estaban graduados como genin en la misma aldea, y en algún momento se verían forzados a cooperar. Poco le importaba eso a la chica.

Mientras no se disculpe, no pienso cambiar mi actitud. Ni de coña, vamos.

Ante todo, esperó a ver que respondía el chico de nuevo. A lo mejor explicando cuál era el problema, llegaba a razonar un poco sobre lo que había hecho. Por otro lado, si no lo hacía, no es que se hubiese ganado a una enemiga... pero ésta tampoco se quedaría como amiga; estaría en un tránsito intermedio, entre la amistad y la enemistad. A veces esos casos llegan a ser los peores.




Edito para decirte que se me olvidó el OFF xD

No importa que hayas tardado, tampoco hay que estar con cadenas para postear. Dont worry, be happy
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#12
Bajo la lluvia y la oscuridad el calvo entrecerró los ojos mientras habría un pocos sus brazos y estiraba sus dedos. Definitivamente estaba lejos de entender lo que trataba de hacer esa mujer. No sabía si disculparse, si salir corriendo, si quedarse callado, si mirarlo, si no. No sabía siquiera como responder a lo que había dicho.

«Ummmmm, capricho, broma o lo que sea estas chiflada y no lo admites. ¿Cuándo esto se volverá normal?»

Era raro para el calvo cruzarse a una persona así pero tal vez solo necesitaba darle algo de tiempo, acostumbrarse a nuevas personas y a sus personalidades. Probablemente un fresco re-comienzo les serviría a los dos por igual, y con lo poco que conocía ya a esa peliblanca Karamaru sabía que el primer paso lo tendría que dar él.

Mira, tal vez debamos comenzar de vuelta, ¿No?- dijo tras dar un largo suspiro.

Mi nombre es Karamaru, del clan Habaki, es un placer conocerte. Noto que eres una kunoichi, mujer de misma profesión que la que ejerzo. ¿Deseas ir a comer y relatarme tus comienzos y experiencias en este trabajo?

Completamente, pero muy completamente, el cenobita estaba muy perdido como para de la nada decir eso. Con una sonrisa, una mano refregando su nuca y la otra extendida para saludar a la peliblanca esperaba empezar una relación cordial entre dos personas de una misma aldea. A no ser que se le volviese a saltar la chispita en la cabeza y volverse más loca de lo que había demostrado hasta ahora.

«Después de todo, ¿Qué es lo peor que me puede llegar a pasar por tratar de ser tan amable?»
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#13
La chica quedó a la espera de una respuesta, y eso mismo recibió. Karamaru se frotó la nuca con una tímida sonrisa, mientras que alegaba que lo mejor sería empezar de nuevo. Ciertamente, eso sería una de las mejores opciones. La manera en que habían empezado no había sido la mejor, ni para conocerse ni para re-encontrarse tras un largo periodo después de la academia de genin.

Tomó la delantera el calvo, y se presentó de nuevo. Todo un placer conocerla, según decía. Pero después comenzó a desvariar, e incluso le propuso de ir a comer juntos y que le relatase sus andanzas en su profesión. ¿Pero qué diablos decía? ¿Por qué iba a tener una cita con el? Ella solo quería invitarle a un maldito palo de esos e irse por su lado, así de simple.

El calvo incluso alzó su mano, en busca de un cordial saludo. Lástima que las cosas se puedan malinterpretar tanto, o tergiversar.

¿Recién me conoces y ya me estás pidiendo una cita? No se por quién me tomas, pero definitivamente te equivocas. No tengo ninguna andanza que contar a un tipo tan raro.

Sin mas, su mirada mostraba un claro rechazo al pelado. No estaba por la labor de arreglar las cosas, o simplemente se había puesto cabezota. Fuere como fuere, no dudaba en mostrarlo.

Juhmp

Y de pronto, se giró, totalmente indignada.

Para que luego digan que las chicas somos incomprensibles... ¿Y quién les comprende a ellos?

Realmente, se deshizo de la idea de invitarlo a esa brocha de bolas de colores. Había sido culpable de ese accidente, pero ese chico era intratable, prefería quedar de alocada o desconsiderada a soportarlo durante un almuerzo. Sin mas, se puso a andar hacia el lado contrario al pelado.
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#14
Que triste sería para esa mujer enterarse de que al calvo le encantasen los retos y desafíos. Tan triste...

¿Recién me conoces y ya me estás pidiendo una cita?

La cara de sorpresa de Karamaru era un poema como ningún otro. ¿Acaso había dicho cita? ¿Acaso insinuaba que el monje estaba interesado en una mujer? Nunca se había propuesto pensar en atraer a otra persona como para que ella mencionase una cita. Era ese momento en que la duda ya no era que decirle si no si estaba loca, era inocente o demasiado bromista.

«Yo no quiero una cita. Yo solo quiero conocer gente de mi aldea»

Su mano izquierda rascaba su nuca y con sus ojos abiertos y su cabeza torcida, cual perro que no entiende a su amo, miraba la espalda de la peliblanca que se alejaba tras un bufido. Pero eso no iba a quedar así, no señor, ¿Acaso le estaban ignorando? Esa chica de ojos rojos le había denegado una humilda y amable invitación a conocerse mejor y forjar fuertes lazos entre ninjas.

Negó con la cabeza y en ese momento fue cuando el desafío se presento.

«Así como me prometí entrenar todos los días, prometo en este instante que no descansare hasta poder comer con esa mujer y poder ser amigos. Si, eso, no descansare hasta que seamos amigos. ¡Nuevo reto para trabajar!»

Comenzó a caminar siguiendo a la muchacha a un paso acelerado para acercarse. Se aproximó a su espalda y colocó su cabeza juntó a su oído izquierdo y solo soltó un pequeño susurro.

¿No quieres ser mi amiga?
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#15
Conforme la chica avanzaba, alejándose del calvo, unos pasos se hicieron sonoros en la aguada calle justo detrás de ella. No le dio tiempo a pensar en lo temido, cuando de pronto, el pelado se disponía a susurrarle en el oído. Sus palabras fueron sencillas y algo raras. El cuerpo de Katomi reaccionó rápidamente, ruborizándose a toda velocidad. Su piel se puso de gallina, y palideció mas de lo habitual, mucho mas.

Rápidamente giró sobre sí misma, a la par que se alejaba un paso durante la maniobra. Sus brazos se antepusieron en cruz, y su entrecejo lucía fruncido. Sin duda, poco le faltaba para querer calcinarlo.

Aléjate de mi, pervertido!— Vociferó la peliblanco, ante la mirada de algunos espectadores.

Sin demasiada dilación, volvió a alejarse unos cuantos pasos, ésta vez sin darle la espalda al joven. La chica lucía pálida y nerviosa, realmente nerviosa.

¿Qué coño pretendes...?

Sin duda, las inquietas miradas de numerosos aldeanos se fijaban en la pareja de genin, que estaban asegurando un digno espectáculo en una aburrida urbe. A saber cómo reaccionaba ahora el pelado, pero sin duda su actuación iba a ser observada a todo lujo de detalle, como si fuese full HD pero mejor, porque era pura realidad.
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