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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
El anciano, entre lágrimas de auténtica desesperación y temblores, todavía encontró fuerzas para sonreír ante la pregunta de Datsue. Sus ojos oscuros y cansados se desviaron un momento hacia el símbolo que tenía dibujado en su brazo, y el Uchiha creyó ver por un momento un destello de agonía en ellos. Iwata se cubrió de nuevo aquella zona de su brazo con la manga de la vieja camisa que llevaba puesta, y como respuesta a las dudas del joven gennin, simplemente abrió la boca enseñando sus dientes amarillos y estropeados.

Aquel anciano no tenía lengua. Se distinguía el nacimiento de lo que antes había sido una lengua en su boca, pero apenas quedaba un corto trozo de mucosa rosácea con un corte limpio. Datsue recordó entonces las palabras del mesero al cual le había sonsacado información algunas horas antes.

«Si quiere usted saber más sobre la Finca Makoto, debería intentar hablar con el señor Iwata»

Justo en ese momento la puerta de la casa se abrió de par en par, y un muchacho delgado y de pelo negro cruzó el umbral. Sus ojos oscuros como la pizarra escudriñaron la estancia, deteniéndose primero en Datsue y luego en el anciano, encogido sobre su silla.

Datsue-kun —saludó Akame—. Veo que has estado haciendo... averiguaciones.

«¿Qué le habrá hecho a este anciano? Parece al borde de un colapso...» No es que Akame fuese el chico más filántropo del mundo; para él, el objetivo era lo más importante. Más incluso que la vida de un viejales. Pero claro, tampoco era de esa clase de shinobi que estaban dispuestos a pasar por encima de cualquiera sin la certeza de que ello fuese a suponer un beneficio.

¿El señor Iwata, imagino? Uchiha Akame —se presentó el de Inaka, acercándose a la mesa alrededor de la cual estaban sentadas aquellas dos personas.

No pudo evitar fruncir el ceño con gesto marcadamente reprobatorio cuando hasta su nariz llegó el olor de los porros que allí se habían estado fumando. Lanzó una mirada con la dureza del acero a su compañero de Aldea.
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#62
Oh… —comprendió al fin Datsue, al ver la ausencia de lengua en la boca del anciano. Ahora entendía porque el camarero le había sugerido intentar hablar con Iwata—. Vaya…

No se le ocurría qué más podía decir en una situación como aquella.

Por suerte, el que hubiese sido un momento incómodo se vio roto en seguida por unos golpes en la puerta. Datsue giró la cabeza en el momento justo en que Uchiha Akame hacía acto de presencia, seguido del calvo de Amegakure.

Datsue-kun —saludó Akame—. Veo que has estado haciendo... averiguaciones.

Datsue asintió, mientras desviaba la mirada hacia la mesa, donde el porro consumido por él todavía yacía en la superficie. Demasiado tarde para esconderlo. Se encogió de hombros. De nada servía preocuparse por algo que no podía cambiar.

Es compañero mío, señor Iwata —añadió Datsue a la presentación de Akame—. Puede confiar en él, estamos en el mismo barco.Al menos, en teoría…

Fue entonces cuando Akame debió darse cuenta de que allí se había fumado algo, pues arrugó la nariz y le miró con gesto ceñudo, como una madre haría ante la travesura del hijo de una amiga.

No te preocupes por eso ahora —murmuró, cortando de raíz unas posibles protestas—. Acercaos, camaradas. Tengo información suculenta que compartir.

En cuanto Karamaru se unió a ellos, Datsue empezó a relatarles lo que momentos antes le había sucedido. No se ahorró detalle alguno, narrándoles la extraña visión que había sufrido mediante el porro —aunque se le olvidó contarles que uno era de su propiedad, además de que había intentado vendérselo al anciano—, y las tres preguntas de las que había obtenido respuestas por parte de Iwata. Finalmente, les reveló que el anciano no podía hablar.

Puede que el alguacil no le dé importancia, pero está claro que algo pasa en la Finca Makoto —terminó por asegurar, desviando la mirada hacia el anciano. Hacia Iwata.
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#63
Antes siquiera de darle tiempo a alguien a responder al llamado de Karamaru, Akame pasó en silencio a su lado, cruzando el umbral de ese hogar y metiendose dentro para ir en búsqueda de Datsue y el dueño de la Finca Makoto, el señor Iwata. El calvo quedó un poco sorprendido por la actuación de su compañero, incluso se quedó quieto en el lugar hasta perderlo de vista.

En cuanto salió de su estado atónito, lo siguió para encontrarse con otra sorpresa aún mayor. Un olor un poco fuerte y molesto que Karamaru desconocía se apoderaba de su nariz haciendolo poner inevitablemente una cara de asco.

"¿Con qué aromatizan este lugar?"

¿El señor Iwata, imagino? Uchiha Akame.- Akame se había acercado al lugar de reunión y el shinobi de Ame lo siguió quedandose unos pasos detras de él para solo hacer una aclaración antes de que pudiesen seguir conversando.

Karamaru, un placer señor Iwata.

El viejo que allí estaba parecía raro, el monje no sabría decir bien por qué pero no asemejaba a un estado de tranquilidad digno de una conversación. A saber que estuvieron haciendo esos dos hombres en el lugar.

Datsue decidió comenzar a relatar en un pequeño discurso todo lo acontecido, los tres hombres prestaban atención. El calvo trató de evitar todo tipo de gesticulación mientras su compañero hablaba, no había hecho cosas muy honestas cómo para ser shinobi pero no era quién para juzgar.

Al finalizar la historia, Karamaru solo tenía una cosa bien clara. La curiosidad lo dominaba, por más ritual o terror que contenga esa Finca el quería saber a fondo que era lo que sucedía con ella.

Supongo que después de todo tendremos que hacer lo que te he dicho, compañero.

—¿Qué les parece unos días de acampada en la Finca Makoto? Podría ser divertido y además no tenemos mucho más para proseguir que esa extraña visión ¿No creen?

A no ser que al señor le falten cosas por contar.
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#64
Uchiha Akame escuchó sin perder ni un momento la calma aquella historia tan tenebrosa que les relataba su compañero. Mientras Datsue hablaba, Akame trataba de hilar los cabos sueltos que éste le estaba dando con la madeja que él mismo había elaborado interrogando a algunos de los vecinos del pueblo. Las historias encajaban como un molde, pero había algo que seguía incomándole. Algo que nadie les contaba. «Este pueblo es casi una aldea, es pequeño, alejado y fronterizo con un país extranjero. Es imposible que en Kawabe nadie sepa qué es lo que pasó con la familia Makoto para que dejaran la casa...» Aquel pensamiento llevaba rondando su cabeza desde que empezaran a hacer averiguaciones sobre la Finca Makoto. Tenue al principio, como un susurro, pero que se había vuelto más y más molesto conforme más sabían acerca de aquel caso. Ahora esa pieza del rompecabezas que todos se resistían a darle era como un enjambre de avispas dentro del cráneo, atormentándole constantemente.

Cuando Datsue terminó, el Uchiha de Inaka desvió su mirada inevitablemente hacia el anciano. Concretamente, buscaba aquel tatuaje de una serpiente devorándose a sí misma —que su compañero había mencionado—. «No conozco la simbología, pero todo apunta a algo mucho más oscuro de lo que nos podríamos haber imaginado en un principio... Y, desde luego, más de lo que ese alguacil cabeza hueca esté preparado para afrontar» concluyó el Uchiha. Pero ellos eran ninjas; estaban versados en las artes del Ninshuu, transmitidas desde el origen de los tiempos por el propio Sabio de los Seis Caminos. Puede que ellos sí que pudiesen hacer algo al respecto.

Luego habló Karamaru, y Akame asintió con firmeza.

Es la hora, sí —respondió, mirando de reojo al shinobi de Amegakure. «A juzgar por su apariencia, este chico debe repartir a base de bien... Algo me dice que me alegraré de tenerlo a mi lado allí dentro».

El Uchiha les señaló el camino hacia la puerta a sus compañeros con un gesto de su mano diestra, mas no se movió del sitio. En lugar de ello, se dio media vuelta y encaró al viejo.

Señor Iwata —apeló, y el anciano desvió sus ojos todavía enrojecidos hacia el rostro sonriente y tranquilo de Akame—. Hay algo que nadie en Kawabe quiere contarnos. Usted sabe qué es, ¿verdad?

Iwata se revolvió en su silla, aferrándose con fuerza el antebrazo para taparse el tatuaje de la serpiente.

Ese... símbolo, tuvo algo que ver con lo que le pasó a la familia Makoto —el tono de Akame no dejaba claro si aquellas palabras eran una pregunta o una afirmación. Sacó de alguno de los bolsillos de su capa una libreta y un lápiz—. Ahora va a escribir aquí la respuesta a esa pregunta. Luego le agradeceré su colaboración y me iré.

Los ojos rojos y llorosos del anciano escudriñaron el rostro de aquel Uchiha, luego se desviaron hacia la libreta y el lápiz que éste había puesto sobre la mesa, frente a él, y finalmente volvieron a clavarse en los de Akame. Pero no hizo amago de responder.

Señor Iwata, debo instarle a que colabore —replicó Akame. Seguía sonriendo, pero su voz se había vuelto un tanto más impersonal—. Ya hemos perdido suficiente tiempo hoy. Y usted ya ha perdido suficientes partes de su cuerpo.

De repente, todos los presentes pudieron ver como el filo de un acero pulido brillaba en el kunai que Akame sostenía con su mano diestra.

Escriba su respuesta, señor Iwata.
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#65
A Datsue no le pilló por sorpresa que ambos shinobis quisieran ir de acampada a la Finca Makoto, una vez les relató todo lo que le había sucedido. Era el próximo paso lógico, viendo la reticencia de los aldeanos a soltar más prenda sobre el asunto. Sin embargo, el Uchiha tenía la sensación de que el anciano todavía podía contarles más. Mucho más.

Sin embargo, esta vez fue Akame quien tomó las riendas de la situación. Tras un pequeño amago en el que insinuaba con irse, dio media vuelta y preguntó directamente a Iwata. El pobre anciano se revolvió en la silla, visiblemente incómodo, y no dio muestras de querer responder, algo que empezaba a acabar con la paciencia de Datsue. Era como interrogar a un crío de tres años asustado.

Señor Iwata, debo instarle a que colabore —continuó Akame, tras ofrecerle un lápiz y un papel en el que escribir la respuesta—. Ya hemos perdido suficiente tiempo hoy. Y usted ya ha perdido suficientes partes de su cuerpo.

Datsue alzó una ceja ante su última frase, y abrió aún más los ojos cuando el filo de un kunai emitió un destello en la mano de su compañero. ¿Acaso era un farol? ¿O en verdad aquel Uchiha se tomaba las misiones tan en serio como para no importarle los medios, con tal de conseguir su propósito?

Con Uchiha Akame, nunca se sabía.

Una pequeña voz en su mente le decía que aquello no estaba bien, que debía pararle. Otra, que esperase lo suficiente a ver si Iwata se soltaba la lengua de una vez. Al menos, metafóricamente.

Como tenía dudas, hizo lo que todo buen shinobi debe hacer ante un dilema moral como aquel: cargarle el muerto a otro. Así pues, retrocedió unos pasos, quedando fuera de la vista de Akame y el anciano, y le lanzó una mirada reprobatoria a Karamaru, como haciéndole responsable de todo lo que estaba pasando.
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#66
Es la hora, sí.

La emoción corrió por la sangre a través de todo el cuerpo del calvo. Si había algo que más quería en ese momento era entrar en esa casa y enfrentar al desafío que albergaba. Karamaru era una persona que le iban mucho los retos y esta vez no se perdería la oportunidad. Y menos que menos cuando Akame daba su dedo hacia arriba. Parecía que después de todo el líder de ese pequeño grupo se llamaría Uchiha Akame, y habilidades no le faltaban.

El morocho movió su brazo dando la orden de partir. Datsue se levantó de su asiento y el calvo dio unos pasos en dirección a la puerta de salida pero algo los retuvo a ambos un momento. Akame iba en dirección contraria, acercandose al pobre viejo que yacía en ese asiento.

«¿Con qué también sabe amenazar? Aunque no sé si este viejo se lo merezca.»

Karamaru no estaba muy de acuerdo con el tono que estaba dando su compañero y tan solo una acción fue suficiente cómo para hacerlo actuar. En cuánto el metal se desenvainó, Datsue se alejó unos pasos tratando de desvincularse de tal acción. El monje también pensó en hacer ojos ciegos llendose de la habitación pero era simplemente imposible para él.

Creo que el hombre nos dijo cuánto pudo.

Si le faltase algo por decir seguro que tomaría la libreta ahora mismo y lo escribiría con muy buena voluntad. ¿No es así, señor Iwata?


El cenobita se había acercado por detrás a Akame tomandole su mano armada y tratando de sacarle el kunai que sostenía. Mientras tanto, le daba una mirada insistente al anciano para dejarle claro que hiciera algo para no terminar lastimado.
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#67
Akame tensó todos y cada uno de los músculos de su cuerpo cuando sintió como una mano grande y poderosa le aferraba la muñeca. Giró la cabeza lo suficiente para ver el cuerpo musculado de Karamaru justo antes de oír su voz pacificante. Estaba claro que el calvo había aprendido —quizá por las malas— a no tomarse a la ligera lo que aquel Uchiha del País del Viento era capaz de hacer. «Cree que mutilaré a este anciano si no me da la información que le estoy pidiendo... Y cree bien. Datsue no parece interesado en tomar parte. ¿Qué hacer?»

El Uchiha reflexionó durante unos instantes hasta que finalmente se dejó quitar el kunai, retrocediendo un par de pasos. Iwata no había hecho siquiera amago de escribir nada, pero Akame juzgó que la información que podía ganar no merecía un conflicto con uno de los compañeros de aquel improvisado equipo. «Además, probablemente encuentre las respuestas que busco en esa casa maldita...». Así pues, acabó dándose media vuelta.

Tienes razón, Karamaru-kun. Encontraremos lo que buscamos en la Finca.

Poco les quedaba ya por hacer en Kawabe. Akame esperaba que las respuestas a aquel misterio estuvieran esperándoles en la antigua casa de la familia Makoto, aunque bien sabía que eso era más propio de los cuentos y relatos fantásticos que de la realidad.


— — —


Llegaron a la Finca Makoto poco después. La casa estaba ubicada sobre una pequeña colina, algo alejada del resto de las viviendas del pueblo —era de esperar que una familia noble no hubiese erigido su vivienda tan cerca de los plebeyos—. Era bastante grande, de dos plantas, y estaba rodeada por una valla metálica algo oxidada. El jardín que rodeaba la casa estaba aceptablemente arreglado; tenía sentido dado que sus últimos dueños la habían dejado apenas un par de semanas atrás.

Akame cruzó el umbral de la verja metálica que marcaba la entrada a la parcela y se plantó ante la puerta principal. Era de madera pulida y doble hoja, más grande que la de cualquier otra casa del pueblo. Un vistazo rápido reveló que estaba guardada por una cerradura de hierro negro con ribetes plateados. Había ventanas tanto en el primer piso como en el segundo, pero todas parecían cerradas.

Sin duda alguien se ha asegurado de que ningún lugareño entrase en esta casa por accidente...
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#68
Datsue se pasaba la lengua por los labios, secos, mientras el reducido grupo caminaba en dirección a la Finca Makoto. Tenía la boca seca y la piel pálida, quizá producto del pequeño incidente que a punto había estado de convertirse en algo más serio, de no ser por la intervención de Karamaru, o quizá simplemente se encontraba así por el porro que se acababa de fumar.

Fuese como fuese, los tres shinobis alcanzaron su objetivo a los pocos minutos, ansiosos por descubrir el misterio que envolvía como un manto espectral a aquel lugar.

La primera impresión no fue tan mala como se hubiese imaginado. Una casa de dos plantas, con el jardín cuidado y sin signos de violencia. La valla metálica, sin embargo, chirrió al abrirse, y un escalofrío recorrió la espina dorsal del Uchiha. El hecho de que estuviese tan alejada del resto de casas tampoco ayudaba a su tranquilidad.

Y entonces, su primera piedra en el camino. Todas las posibles entradas parecían cerradas a simple vista.

Sin duda alguien se ha asegurado de que ningún lugareño entrase en esta casa por accidente...

Datsue asintió, aunque...

Eso no debería ser un problema para shinobis como nosotros —aseguró, adelantándose. Extrajo una ganzúa oculta de una de las mangas de su camisa, y se agachó junto a la cerradura de hierro negro con ribetes plateados—. Parece más compleja de lo que estoy acostumbrado… Quiero decir, de lo que he practicado en un ambiente seguro y protegido como la Academia —se corrigió, mientras probaba una y otra posición con la ganzúa para tratar de abrirla—. Y este maldito dolor de cabeza no ayuda. Esos cigarrillos medicinales me han dejado atolondrado… ¡y eso que solo fui fumador pasivo!

Se rio, y sus dedos forzaron un poco más la posición de la ganzúa, y de pronto…

¡Clic!
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#69
Fue un momento de tensión pero finalmente la musculatura de Akame cedió y el kunai de metal quedó en manos del calvo, que tiempo después, en el camino a la Finca, se lo devolvería no sin antes una mirada un poco reprobatoria. Por lo menos había conseguido lo que haría: el viejo estaba sano y salvo y Akame decidió que no era correcta entrar en conflictos en un momento cómo eso.

«O tal vez...- se regocijó un poco el calvo-...no quería entrar en problemas conmigo en especial. ¿Qué idea equivocada tendrá de mí y de mis posibles habilidades?

No eran cosas muy reales las que pensaba el calvo, muchas suposiciones e inventos suyos típicos de él para matar el tiempo mientras llegaban a la Finca en silencio. Había veces que hasta terminaba riéndose de las cosas que se creaba en la cabeza para entretenerse.

Cuestión que sin darse cuenta en un pispás habían dejado la casa pequeña del anciano para adentrarse en los grandes jardines de la casa en la colina, la Finca Makoto. Traspasaron la verja metálica que la rodeaba, con un agudo chirrido que generó la puerta de esta, y recorrieron el recto pasillo que llevaba a la entrada principal cruzando la parte verde y arbórea de la residencia. Llegaron al umbral que separaba el interior con su oposición solo para darse cuenta que cada entrada posible, ventanas y puerta, estaban cerradas.

«No quedará otra que entrar a la fuerza, creo yo»

No pudo decirlo sin antes ver a su compañero Datsue en acción. Solo unos pasos y una palabras lo separaron de su posición hasta la cerradura. El calvo esperó, curioso de lo que podría ocurrir, dejando la idea de romper a puñetazos la madera. Aunque no se hizo desear, y más pronto que tarde se presenció un sonoro Clic que los tres entendieron. Sin saber cómo lo había hecho, Karamaru miró con asombro al shinobi de Taki. Si antes estaba entusiasmado, ahora no lo podría ni describir.

Muy bien, allá vamos.- El cenobita puso una mano en cada lado de la puerta y empujó hacia el frente esperando que se movieran y les dejarán paso a los shinobi para ir en busca del asesino.
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#70

Vale muchachos, llegados a este punto creo que lo mejor es que yo vaya describiendo las habitaciones conforme vayamos/vayáis entrando en ellas, porque si tengo que describir toda la casa del tirón me va a salir un post larguísimo y... se perdería la gracia e.e


Clic.

Pese a su leve tonada, aquel sonido pudieron oírlo perfectamente los tres shinobis que allí estaban. Para Akame, fue como música en sus oídos. «Vaya, Datsue-kun... Parece que sabes un par de trucos», reflexionó el Uchiha, divertido al imaginar la cantidad de fechorías que un muchacho como Datsue era capaz de maquinar teniendo semejante habilidad con las llaves —o, más bien, la ausencia de éstas—. «Debería asegurarme de poner un par de cerraduras más en la puerta de mi apartamento cuando volvamos a Taki...».

Sea como fuere la puerta principal de la casa había sido desbloqueada, tal y como evidenció Karamaru. El calvo puso su mano sobre una de las gruesas hojas de roble y la empujó con la fuerza de su brazo de músculos curtidos. Con un suave susurro, la puerta cedió a los deseos del amegakureño, abriéndose de par en par.

Casi al instante les llegó un olor a humedad y polvo acumulado procedente del interior de la casa. Akame decidió tomar la iniciativa cruzando el umbral, y sus ojos negros examinaron ávidamente la estancia en la que se encontraba.

Lo primero que vió fue un pasillo largo que se extendía hasta el final de la estancia, y a cuyos lados se distinguían las puertas que daban a las habitaciones de la planta baja. Al final, una amplia escalera de mármol daba acceso al piso superior. Lámparas de aceite colgaban del techo y en las paredes había todavía colgados algunos cuadros —aparentemente— de gran valor. Sólo un vistazo bastaba para darse cuenta de que aquella casa había sido construida de forma claramente lujosa. «No me extraña que Ho Itachi tenga tanto interés en volver a arrendarla. Sólo uno de estos cuadros debe valer más de lo que pagan en Taki por una misión de rango C».

Está bien, ¿cómo vamos a hacerlo? —Akame se había dado media vuelta para encarar a sus colegas de profesión—. Parece evidente que debemos dividirnos las tareas, de lo contrario tardaremos siglos en registrar este lugar.

Si de él dependiese habría buscado personalmente en cada cajón de cada mueble de cada habitación. Pero no se le olvidaba que, al fin y al cabo, estaban allanando una propiedad privada y por tanto el tiempo era un bien lujoso que no podían permitirse. Tenían que encontrar algo que justificase su investigación, y tenían que encontrarlo ya, de modo que Akame había concluído con dejar de lado sus preferencias.

Y quién sabe cuántas habitaciones habrá en la planta de arriba...
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#71
Tras atravesar la entrada y guardar su pequeño utensilio de nuevo en la camisa, Datsue se quedó mirando los cuadros, examinándolos. No era ningún entendido en ese tipo de arte, ni muchísimo menos, pero sabía apreciar cuando algo valía dinero. Y aquello lo valía. Si ya se habían encontrado con aquello nada más entrar, ¿qué otras cosas le depararían la casa una vez buscase por sus recovecos más ocultos?

Parece que después de todo sí voy a tener la oportunidad de rentabilizar el viaje…

Está bien, ¿cómo vamos a hacerlo?

La voz de Akame le sobresaltó. Allí, en pleno pasillo y las puertas cerradas, la penumbra bañaba cada gesto y objeto con un matiz fantasmagórico. El mayor de los Uchihas propuso repartir tareas, y Datsue no pudo estar más de acuerdo. Así, si encuentro algo valioso, nadie me podrá ver cuando…

Propongo que alguien examine las puertas de la derecha del pasillo. Otro las puertas de la izquierda y que un tercero vaya arriba, mientras tanto. Y, si os parece bien, yo seré ese tercero —finalizó, pues intuía que, como en toda casa que se precie, los objetos de mayor valor estarían arriba.
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#72
Siendo el primero en entrar, sin suavizar el golpe, una tormenta de mal olor entró por sus fosas nasales haciendo toser y gesticular un poco. El olor a encierro era fuerte, lo suficiente cómo para hacerte llevar una mano a la cara, pero nada a lo que uno no pudiese acostumbrarse pasados unos minutos.

La Finca, cómo ya se podía suponer por su exterior, era espaciosa y elegante. Por su propia naturaleza no era de extrañar si las cosas del interior, como cuadros, candelabros, estatuillas y otras decoraciones, serían de gran valor. Sin duda era un lugar que valía la pena ser cuidado. Sin embargo, su tamaño era un problema para los tres shinobi que allí se encontraban. Si su objetivo era registrar toda la casa les llevaría un tiempo.

¿Cómo vamos a hacerlo?

Propongo que alguien examine las puertas de la derecha del pasillo. Otro las puertas de la izquierda y que un tercero vaya arriba, mientras tanto. Y, si os parece bien, yo seré ese tercero.

«Supongo que otra forma no hay. Salvo que esperemos aquí dentro hasta que aparezca ese famoso asesino, aunque no creo que estén de acuerdo los otros dos»

Supongo que no hay otra forma de hacerlo, ¿Verdad? No sé si encontremos mucho, pero me encargaré del lado derecho. Si vamos con ritmo terminaremos rápido, seguro.

El calvo comenzó a caminar, a observar con todo el detalle posible la casa, sus muebles y cada elemento que contenía. Nada le llamaba la atención, por lo menos nada sospechoso. Sin contar siquiera la cantidad de puertas que tendría que atravesar, ni pedir segunda opinión a sus compañeros, buscó la eficacia yendo directa y rápidamente a la primer puerta, a la más cercana, y tomando el pomo la abrió para ingresar a una nueva sala.
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#73
Akame asintió ante las propuestas de sus compañeros. Al fin y al cabo, mientras el reparto estuviese organizado le daba lo mismo ocuparse de una parte o de otra. Así se lo hizo saber a los dos muchachos.

De acuerdo, veamos si logramos esclarecer el misterio que pesa sobre esta casa...

Así pues los tres gennin se dispusieron a ejecutar aquel sencillo pero potencialmente efectivo plan de ataque. El Uchiha estaba ansioso por indagar en los rincones de la Finca; la información que habían recabado hasta ahora, especialmente el relato que Datsue les había contado, apuntaba a que allí se había estado cociendo algo sumamente oscuro. Quizá tomar aquella investigación fuese algo que llegase a lamentar en el futuro, pero en aquel momento, Uchiha Akame sólo quería llegar hasta el fondo del asunto. Conocer el final de la historia, como si tuviese entre sus manos un libro al que le habían arrancado las últimas páginas.

Abrió la primera puerta de la fila izquierda y arrugó la nariz ante el hedor a humedad y óxido que salió de aquella habitación. Con un rápido vistazo pudo comprobar que aquello era, más bien, un cuarto trastero donde se habían guardado varios muebles en penoso estado. Entre ellos destacaba un armario particularmente viejo y roído, cuyas dos puertas habían sido claveteadas con tablas de madera. «Por Amaterasu, esto sí que es sospechoso», caviló el gennin mientras trataba en vano de abrir el armario. «En fin, habrá que armarse de paciencia...». Y, ni corto ni perezoso, sacó su kunai y empezó a desencajar los clavos de las tablas...

— — —

Mientras tanto, Karamaru empezó por registrar lo que parecía la sala de estar de la casa. Era una estancia bastante amplia, con un mobiliario surtido —sillas, sillones, sofás y demás cómodos asientos—, una chimenea en la pared opuesta repleta de cenizas y brasas apagadas, y varias ventanas que daban al patio.

Al instante pudo ver como por toda la estancia había multitud de amuletos y papeles con simbología religiosa; estatuillas con representaciones divinas, sellos pintados con tinta en pergaminos, etc. Parecía que los últimos residentes hubieran sido muy devotos.

Cuando se fijó más detenidamente, pudo ver que entre la parafernalia religiosa predominaban los sellos y amuletos para repeler a los demonios y otra clase de maldades.

— — —

Nada más Datsue empezó a subir las escaleras que llevaban al piso superior, pudo ver que estas mismas se prolongaban también hacia abajo, conduciendo a lo que seguramente sería un sótano. Aquella parte no era visible desde la entrada, no obstante, pero no parecía estar oculta de modo alguno.

Al llegar a la planta superior, el joven Uchiha se halló en un pasillo largo y estrecho, similar al del vestíbulo, con sendas ventanas a su lado derecho y un total de tres puertas en el izquierdo. Pudo advertir, sin embargo, que la que correspondía a la habitación más lejana parecía más vieja y carcomida, como si nadie se hubiese preocupado de aquella habitación desde hacía años.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#74
Vaya, vaya, vaya. Así que también hay un sótano… Me da que ahí no bajo yo solo ni aunque me paguen.

Subió los escalones de par en par, ávido por saber qué se iba a encontrar. Resultó ser lo mismo que en la planta inferior: un pasillo con puertas a los lados. O a un lado, más bien, pues a la derecha había ventanas en su lugar. Sin saber por qué, se aproximó a una de ellas y miró hacia el exterior. Lo único que les faltaba era que alguien les hubiese seguido entre las sombras para darle un buen susto… o algo peor.

Una vez calmada su paranoia, decidió empezar por la última puerta, que le llamó la atención por parecer más sucia y descuidada, como si nadie se hubiese molestado en limpiar o siquiera entrar en aquella habitación.

Su manó se deslizó en el aire hacia el pomo y, lentamente, la abrió.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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