El tiempo parecía haberse congelado ahí, en el valle de los dojos. Hacía menos de un día, la final se había realizado. Aotsuki Ayame contra Uchiha Akame. El vencedor, este último, había sido coronado ahí mismo, con todo el prestigio que correspondía tal honor. Uzushiogakure debía de estar de enhorabuena en ese momento: uno de los suyos había ganado el torneo de los dojos.

Por su parte, Juro había sido consciente de la semifinal, donde su compañero y amigo Yota había sido derrotado por la chica de Amegakure. Por ver como aquel Uchiha que conoció de improvisto antes si quiera de la primera ronda pasaba a la final. Y luego, consciente del resultado final.

« Esta todo tan lejos de mi alcance... »

Eso fue lo primero que pensó. Ver aquel despliegue de poder, y sentirse inferior. Muy inferior. Él nunca había tenido una opción real de haber ganado. Su hermana le había acompañado, pero Juro decidió caminar solo. Volver a la villa sin la ayuda de nadie.

Además, aún tenía un asunto que resolver. Uno bastante importante.

Por la noche, Juro caminó de puntillas por el pasillo desierto de la zona de habitaciones masculinas, con cuidado, hacia la puerta de alguien que conocía muy bien, y con el que no había coincidido desde su combate.


Con cuidado, pasó la nota de papel por debajo de la puerta de Yota. Ya estaba hecho. Gen, a su espalda, se removió de forma inquieta. Parecía querer decirle algo. Juro le escuchó.

— ¿Qué dices, Gen? ¿Crees que Yota podría pensar que estoy enfadado con él y que debería ser menos ambiguo en la nota?

Gen no respondió. Pero su silencio lo dijo todo.

— Nah. Estoy cansado. Mañana le veré.

Antes de que Yota pudiese darse cuenta de la nota o de su presencia, Juro ya había desaparecido... En sus manos quedaba hacer caso o no a la ofrenda.

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Al día siguiente, se despertó. Desayunó algo, preparó las provisiones para el viaje y se aseguró de no dejaba nada. Ese día era su última estancia en aquel lugar con tantos recuerdos. Ahí había llegado durante su primera visita, nervioso y excitado por el torneo. Tras terminar su primer combate, exhausto y victorioso. Y tras su derrota en la segunda ronda.

Se despidió de ella, y se marchó. Llevaba su ropa más cómoda, a Gen atado en la espalda, y su bandana en la frente. La lucía con orgullo, a pesar de todo.

Y a las diez en punto, como un clavo, esperó en la recepción, para ver si Yota se animaba a ir o no con él a la vuelta. Podría haberle llamado o haber entrado en su habitación, pero le parecía mucho más fácil de esa forma.

Era tarde y al día siguiente emprenderíamos la travesía para dejar atrás todo lo sucedido en aquel lugar. Los combates del torneo; el mamonazo de Keisuke, la pelea con Jurete y la humillación a manos de Aotsuki Ayame. Recordaría aquel nombre y en nuestro próximo encuentro le pediría la revancha. Oh, ya lo creo que se la pediría, y así lo haré cuando la vea de nuevo. siempre y cuando sea en el lugar apropiado y en el momento adecuado. Aquel amejin, Amedama Daruu, nos encontramos un par de veces, una en Sendoshi y la otra aquí mismo, en Kitanoya, me caía bien y si me lo encontraba por algún lado me iría a tomar una pizzas con él, ¡Bendito manjar! La charla en el hospital con Jurete y la promesa fallida. No hubo día que no me lamentase por aquello. La jodida revista y aquella noche con Furukawa Eri... la kunoichi glotona, Koko se llamaba. E fin... Habían sido mucho días y habían sido muchas experiencias, unas mejores que otras, pero era consciente de que había cambiado, no solo como shinobi, sino también como persona.

No me había percatado pero alguien dejó una nota bajo la puerta. Me levanté ipsofacto para leerla.


— Jurete... Bien, allí estaré


Me levanté un rato antes de la hora acordada con Jurete. Me duché, rellené mi mochila de viaje y unos minutos antes de las 10 estaba allí, en los sofás de la zona comuna, alejado ya de los pasillos que se habían convertido en mi casa durante todo aquel tiempo. Estaba de brazos cruzados y tenía un caramelo en mi boca. Mis dedos repiqueteaban en mi brazo haciendo pasar el tiempo mientras pensaba qué debería decirle cuando hiciese la inevitable pregunta de la promesa...

—Vaya... no me puedo creer que ya haya acabado.

Daigo se encontraba recogiendo sus cosas la noche anterior de su partida a casa. Recogió su bolsa y empezó a guardar todas sus pertenencias.

—Va a ser difícil volver a acostumbrarme a mi casa, aquí he comido como un rey, jaja.

Rio alegre, recordando todo lo que había pasado desde que llegó al valle de los dojos, lo bien que se sintió poder salir a comer sin preocuparse por el dinero gastado, como había tenido sus primeras experiencias de combate real, como había entrenado allí dentro más de lo que había hecho jamás en toda su vida.

Recordó como hizo su primer rival, pero sobre todo recordó lo bien que se sintió al darlo todo en su combate.

—Demonios, ¿por qué estoy tan contento? ¡Si he perdido todos los combates que he hecho!

Intentó fruncir el ceño y poner la peor cara posible, pero simplemente no podía evitar sonreír.

—La próxima vez... la próxima vez será diferente, ¡no volveré a perder!


A la mañana siguiente, Daigo recogió su bolsa y el poco dinero que le sobraba para finalmente partir del valle.

Frunció el ceño, disgustado.

—Supongo que me valdrá para comer una vez al día hasta llegar a casa.

Suspiró resignado y finalmente partió.

En cuanto llegó a la zona comunal de Kitanoya, pudo ver a Yota sentado en uno de los sofás.

—¡Hey, Yota-kun! Siento no haberte felicitado antes por tus combates. ¡Estuviste increíble!

Cuando llegó, se sorpredio de forma grata. No solo Yota ya había llegado — estaba esperandole en uno de los sofás — sino que había otro ninja más de Kusagakure. Parecía mayor que él, más alto, y tenía el pelo de un color verdoso. Sus ojos eran azules, y en su rostro se reflejaba una sonrisa fácil. Alguien agradable.

Aunque Juro no pudo escuchar su conversación, se metió cuando hubo un pequeño silencio. Con parsimonia y sin decir nada a ninguno, avanzó, y se sentó en el mismo sofá donde estaba Yota.

Pero no le saludó. A su misma altura, se limitó a mirarle fijamente durante unos segundos, que se hicieron eternos. ¿Estaría enfadado? ¿Mencionaría la promesa que su compañero había roto tan vilmente? ¿Le echaría en cara el haberle roto una costilla y haber destrozado su amistad?

Finalmente, en su rostro no hubo ni odio ni ira. En lugar de eso, le dedicó una enorme sonrisa.

— Estuviste genial en la semifinal. Me alegro de que estés bien.

Tras eso, se levantó de golpe y se giró hacia el nuevo chico que había aparecido. A él no le hizo el mismo repaso: se mostró ante él — aunque fuese más bajo — sonriente.

— ¡Perdona, ni te había visto! Tú debes de ser Daigo. Yota me habló de ti — dijo, extendiendo la mano para estrecharla —. Yo soy Juro. ¡Encantado!

Mientras hacia aquella bonita presentación, le daba la espalda a Yota, enseñandole la manta donde siempre llevaba a Gen. Pero esta vez era distinto: la cabeza de Gen se asomaba por la manta. Y estaba observando a Yota. Aunque su rostro parecía neutro, en él se reflejaba una de las miradas más intensas de odio capaz descritas por el ser humano.

Quien sabe. Aunque Juro le hubiese perdonado, quizá su marioneta tenía otras intenciones...

Esperé pacientemente a que apareciese Juro. Tenía demasiadas ganas de largarme de allí y dejar atrás aquel torneo del demonio. Sabía a ciencia cierta que muchas cosas debían cambiar si en una próxima ocasión quería tener algún tipo de opción. Mejorar mis habilidades, aprender nuevos jutsus, seguir entrenando en definitiva. Porque en aquel lugar había quedado claro que había fracasado y aquello no debía repetirse. Mucho por aprender. Y yo que soñaba con un examen chuunin, iluso de mí.

Escuché pasos y de pronto alguien apareció por allí. Pero no era Juro.

— Todavía sigues por aquí... — me detuvo su rápida intervención — No, la verdad es que...

Entonces apareció Jurete y mi corazón dio un vuelco en el interior de mi cuerpo y mis ojso se abrieron un poco más de lo habitual.

— ¿Tu también, Jurete? ¡No! No estuve bien, así que dejad de decirme lo bien que lo he hecho, ¡Te fallé a ti, Jurete! — me levanté tratando de calmarme — Y... ¡Bah! Que más da, larguémonos de aquí, anda

Mientras Daigo y Juro se presentaban empecé a caminar dejando atrás el recinto de Kitanoya. Aun quedaba por escuchar la reprimenda de Setsuna, quizás también de mamá, pero sabía que ella trataría de decirme lo bien que lo hice, mintiendome como lo acababan de hacer mis dos camaradas.

«¿Por qué se empecinan en negarme la evidencia?»

Chasquee la lengua y apreté mi puño derecho que estaba a la altura de mi corazón, en frente de mi pecho.

—Todavía sigues por aquí... —dijo Yota, aunque no parecía nada contento con los ánimos y las felicitaciones—. No, la verdad es que...

Antes de que Yota pudiese acabar de hablar, el chico marionetista que peleó contra Yota apareció para felicitarlo.

—¿Tu también, Jurete? ¡No! No estuve bien, así que dejad de decirme lo bien que lo he hecho, ¡Te fallé a ti, Jurete! —se levantó intentando calmarse—. Y... ¡Bah! Que más da, larguémonos de aquí, anda.

En cierto modo Daigo podía entender como se sentía Yota en aquel momento. A nadie le gusta que le feliciten un fallo y mucho menos después de haberse esforzado tanto.

Entonces, el marionetista se acercó a Daigo y extendió la mano.

—¡Perdona, ni te había visto! Tú debes de ser Daigo. Yota me habló de ti. Yo soy Juro. ¡Encantado!

Daigo respondió estrechando su mano, sonriente.

—¿Ah, sí? —dijo, preguntándose que clase de cosas habrá dicho Yota—. El gusto es mío, Juro-kun. Tú también lo hiciste muy bien en tu combate.

Luego de las presentaciones, Daigo se apresuraría a alcanzar a Yota.

Sin embargo, Yota no pareció para nada alegre de verle después de tantos días que habían pasado.

—¿Tu también, Jurete? ¡No! No estuve bien, así que dejad de decirme lo bien que lo he hecho, ¡Te fallé a ti, Jurete!Y... ¡Bah! Que más da, larguémonos de aquí, anda.

— Yota... — murmuró Juro, claramente confuso. ¡Él estaba ahí delante! ¡Si le hubiera fallado realmente no estaría ahí!

Curiosamente, había recibido un trato que se asemejaba mucho al malo por parte de su amigo. Después, el compañero que acababa de conocer le saludó cordialmente y le estrechó la mano.

El gusto es mío, Juro-kun. Tú también lo hiciste muy bien en tu combate.

— Gracias... — murmuró, ruborizado por el trato —. Tú también...

Pero Daigo salió en post de Yota para evitar perderle. Juro se espabiló. Si no quería volver solo a la villa, también tendría que cogerles.

« Venga, Juro. Segunda ronda »

Aspiró aire e hizo acoplo de todas las fuerzas positivas que quedaban en su interior. Después, echó a correr.

— ¡Venga, venga! ¡Vamos a llevarnos bien, Yota! — exclamó —. Supongo que tu también vienes a casa, Daigo. ¡Cuántos más mejor! ¡Nos espera un largo camino!¡ ¡Y te tengo que presentar a Gen!

Con la marioneta en mano, y a punto de reír, Juro se fue con ellos. ¿Qué les depararía el futuro? Puede que les esperase la fortuna o la muerte. ¿Qué mas daba? En ese momento, le apetecía ser un poco más feliz.

— Han pasado muchas cosas en los dojos. Sería una lastima irse de mal humor de este sitio.

Apenas hubieron contestaciones a mi rebote, justificado o no, en mi cabeza tenía sentido. Lo que no tenía sentido era tratar de reconfortarme diciendo mentiras. en su lugar, solo quedó un poco de tensión hasta que enfilé el camino de salida.

Salieron fuera al cabo de un ratito, el suficiente para que se presentasen ambos salieron en mi búsqueda.

— ¡Venga, venga! ¡Vamos a llevarnos bien, Yota! — exclamó —. Supongo que tu también vienes a casa, Daigo. ¡Cuántos más mejor! ¡Nos espera un largo camino!¡ ¡Y te tengo que presentar a Gen!

— Han pasado muchas cosas en los dojos. Sería una lastima irse de mal humor de este sitio.

— Sí, tienes razón, muchas cosas — dije, girándome para verlos venir. Iban juntos y Juro tenía agarrado a Gen con su mano. Vi entonces su malhumorada cara.

«Hasta Gen sabe que lo hice mal»

— Lo siento si no soy una agradable compañía, pero no puedo irme contento de aquí. No es por el chunnin, el examen me da igual, aún tengo opciones de conseguir mi entrada allí. Esto va más allá...

Volví a mirar al frente. Sentía una gran carga y tuve que resoplar. Como sltar aquello sin hacerlos sentir mal...

— Veamos... Vinimos aquí para demostrar que Kusagakure es fuerte, nos recomendaron entre los mejores, se supone que somos lo mejor de la nueva generación de ninjas de la aldea, ¿Y qué logramos? — hice una pausa, me detuve y volví a mirarlos, dejando que la brisa ardiente del verano nos calentase los morros — Daigo tuvo la mala suerte de vérselas con Amedama Daruu, poseedor del Byakugan. Tuviste mala suerte, amigo, yo también pelee con él y me dio una buena. Yo te eliminé, Juro, no e siente orgulloso de ello, ¿Vale? Pero lo hice. Creía en mí y no hice más que fallar en la semifinal al ser apalizado por... — se me hizo un nudo en la garganta al recordar aquella humillación — Aotsuki Ayame... Hemos decepcionado a Kenzou-sama y a Kusagakure, ¿Lo entendéis? A mi no em basta con ser un buen ninja, yo quiero más, quiero que cuando me vean pasar por Kusagakure la gente a la que juramos proteger se sienta orgullosa, me gustaría elogiaros por vuestros logros y me gustaría hinchar mi pecho por los míos. sin embargo, nos vamos con el rabo entre las piernas. Quiero que Kenzou-sama se sienta orgulloso de sus ninjas. Hay mucho por hacer

Reanudé la marcha, cerré los ojos y resople de nuevo.

En cuanto ambos chicos consiguieron alcanzar a Yota en la salida, Juro utilizó toda la energía positiva que pudo reunir del alrededor y la lanzó directa hacia Yota en forma de buen humor.

—¡Venga, venga! ¡Vamos a llevarnos bien, Yota! —dijo—. Supongo que tu también vienes a casa, Daigo. ¡Cuántos más mejor! ¡Nos espera un largo camino!¡ ¡Y te tengo que presentar a Gen!

—Sí, tienes razón, muchas cosas

Yota se giró para ver ambos chicos.

—Lo siento si no soy una agradable compañía, pero no puedo irme contento de aquí. No es por el chunnin, el examen me da igual, aún tengo opciones de conseguir mi entrada allí. Esto va más allá...

Volvió a girarse para ver al frente. En ese momento Daigo quiso decir algo para intentar animarlo, pero le daba la impresión de que Yota todavía no lo había dicho todo.

—Veamos... Vinimos aquí para demostrar que Kusagakure es fuerte, nos recomendaron entre los mejores, se supone que somos lo mejor de la nueva generación de ninjas de la aldea, ¿Y qué logramos?

Nada.

—Daigo tuvo la mala suerte de vérselas con Amedama Daruu, poseedor del Byakugan. Tuviste mala suerte, amigo, yo también pelee con él y me dio una buena. Yo te eliminé, Juro, no me siento orgulloso de ello, ¿Vale? Pero lo hice. Creía en mí y no hice más que fallar en la semifinal al ser apalizado por... —paró un segundo, parecía que le costaba horrores hablar—. Aotsuki Ayame... Hemos decepcionado a Kenzou-sama y a Kusagakure, ¿Lo entendéis? A mi no me basta con ser un buen ninja, yo quiero más, quiero que cuando me vean pasar por Kusagakure la gente a la que juramos proteger se sienta orgullosa, me gustaría elogiaros por vuestros logros y me gustaría hinchar mi pecho por los míos. sin embargo, nos vamos con el rabo entre las piernas. Quiero que Kenzou-sama se sienta orgulloso de sus ninjas. Hay mucho por hacer.

Daigo se detuvo unos segundos después de escuchar aquello.

No tenía ni idea de que él se sentía así...

Daigo tragó saliva y resopló con la nariz antes de acercarse a Yota con decisión.

—Oye... —llamó su atención mientras dejaba caer su zurda en el hombro derecho de Yota—. Lo de Daruu no ha sido mala suerte. Él ha ganado porque es fuerte y... y yo no, todavía no... —Hizo una pequeña pausa, inhaló, exhaló y luego sonrió—. Así que hagámonos fuertes juntos; mucho más que Daruu, o Ayame, o cualquier otro ninja de cualquier otra aldea; cumplamos más misiones que nadie y hagamos que Kenzou-sama se sienta orgulloso. ¡Hagamos que el siguiente torneo pertenezca a Kusagakure!

Sin embargo, Yota repelió facilmente su aura de positivismo con un discurso emotivo y triste donde descargó todo su dolor sobre ellos, como una nube de tormenta a punto de soltar un chaparrón.

—Lo siento si no soy una agradable compañía, pero no puedo irme contento de aquí. No es por el chunnin, el examen me da igual, aún tengo opciones de conseguir mi entrada allí. Esto va más allá...Veamos... Vinimos aquí para demostrar que Kusagakure es fuerte, nos recomendaron entre los mejores, se supone que somos lo mejor de la nueva generación de ninjas de la aldea, ¿Y qué logramos?Daigo tuvo la mala suerte de vérselas con Amedama Daruu, poseedor del Byakugan. Tuviste mala suerte, amigo, yo también pelee con él y me dio una buena. Yo te eliminé, Juro, no me siento orgulloso de ello, ¿Vale? Pero lo hice. Creía en mí y no hice más que fallar en la semifinal al ser apalizado por... .Aotsuki Ayame... Hemos decepcionado a Kenzou-sama y a Kusagakure, ¿Lo entendéis? A mi no me basta con ser un buen ninja, yo quiero más, quiero que cuando me vean pasar por Kusagakure la gente a la que juramos proteger se sienta orgullosa, me gustaría elogiaros por vuestros logros y me gustaría hinchar mi pecho por los míos. sin embargo, nos vamos con el rabo entre las piernas. Quiero que Kenzou-sama se sienta orgulloso de sus ninjas. Hay mucho por hacer.

« En parte, tiene razón. Somos débiles. Tú mismo lo sabes. Uchiha Akame. Aoutsuki Ayame. Ellos son fuertes y lo seguirán siendo. Tú nunca podrás alcanzarles » — le susurró una voz en su conciencia.

Juro torció un poco el gesto, en una mueca. Yota estaba consiguiendo que una parte de él — una parte que estaba tratando de ignorar, a decir verdad — surgiese. La misma que se había sentido acomplejada en la final al ver aquel despliegue de poder, o al ver como Yota perdía contra aquella kunoichi.

Sin embargo, esta vez fue Daigo el que le salvó. Mientras Juro se debatía entre sentarse a un lado y esperar a morir como parecía estar haciendo su compañero o mantener un positivismo falso, él habló.

—Oye...Lo de Daruu no ha sido mala suerte. Él ha ganado porque es fuerte y... y yo no, todavía no...Así que hagámonos fuertes juntos; mucho más que Daruu, o Ayame, o cualquier otro ninja de cualquier otra aldea; cumplamos más misiones que nadie y hagamos que Kenzou-sama se sienta orgulloso. ¡Hagamos que el siguiente torneo pertenezca a Kusagakure!

Juro lo escuchó atentamente también, como si tratase de recordar algo que había olvidado. Una profunda sensación de nostalgia le inundó al escucharle.

« Oye... ¿Por qué no intentarlo? »

La capa de nubes que parecía impedir que Juro viese bien se fue disolviendo, poco a poco. Gen, en sus brazos, le miraba, casi enfadado. Juro se tendría que disculpar con él. Había dudado de si mismo y de su marioneta.

— Venga Yota, tú no eres de los que se rinden fácilmente — murmuró Juro. Ya no sonreía ni mostraba alegría, pero tampoco estaba triste. Su tono era neutro —. Tienes razón, no hemos ganado. Quizá incluso hemos avergonzado a nuestro Kage. Pero yo no creo eso. Claro que a Kenzou-sama le habría encantado que ganaramos, eso es indiscutible. Pero dudo mucho que esa fuese su única finalidad. Lo dude al principio, pero ahora lo tengo claro. Él quiere que aprendamos, Yota. Que mejoremos. Nos escogio por algo sí, pero por muy buenos que seamos entre los genins, el camino que nos queda es indiscutible. Y puede que pensase que esto nos ayudaría a mejorar. Hemos ganado y perdido peleas. Pero la experiencia que hemos ganado es algo única. Nunca antes habíamos peleado delante de tanta gente ni nos habíamos relacionado con tantos ninjas de otras aldeas. Esto es un punto de inflexión en nosotros. Hemos cambiado, de alguna forma.

Tomó aire y trató de no sonar muy melodramático.

— Creo que ha merecido la pena, aunque no lo consiguiéramos. Hemos visto nuestras limitaciones y a los que son más fuertes que nosotros. Daigo tiene razón. Ahora tenemos que superarlos.

No tardaron en sucederse las reacciones a medida que Kitanoya ya formaba parte del pasado. Si echábamos la vista atrás ya no lo veríamos. Es más, al frente ya se veía la salida de la aldea y al toro lado, un montón de carromatos que partían. Algunos al norte, otros al este y los demás al oeste. sus direcciones eran claras, Kusagakure, Amegakure y Uzshiogakure. Aquel era un día de despedidas y reencuentros.

— A ver, a ver, parad el carro — dije una vez se habían callado — ¿Quién ha dicho que vaya a rendirme? Lo único que he dicho es que no estoy contento con como ha ido todo y estáis aquís acando unas conclusiones bastante precipitadas

Por Dios bendito, ¿Yo? ¿Rendirme? ¿Tirar la toalla? qué poco me conocían. Que me conociese poco Daigo entraba en lo lógico, ¿Pero Jurete?

— Daigo, no te estaba menospreciando. Te digo que entrené con Daruu-kun, vi su poder y lo sufrí en mis carnes. Cuando digo que tuviste mala suerte es que tuviste mala suerte de haber tenido que pelear contra él en el torneo, nada más

Sin embargo, el discurso de Juro iba más allá. de hecho me hizo pensar, seguramente tuviese su parte de razón, ¿Cual era el verdadero objetivo de aquel torneo? ¿Ganar? ¿Crecer como ninjas y como personas? Probablemente nunca lo sabríamos, pero aquella sensación... no lograba quitármela de encima por mucho que insistiese el titiritero.

— Puede que tengas razón, Jurete. Soy el primero que quiere superarse y jamás me detendré, tu ya deberías saberlo eso

Igual con aquel inciso entenderían mi punto de vista. Sasagani Yota, rendirse... Ni en el mejor de sus sueños.

—A ver, a ver, parad el carro. ¿Quién ha dicho que vaya a rendirme? Lo único que he dicho es que no estoy contento con como ha ido todo y estáis aquí sacando unas conclusiones bastante precipitadas.

Daigo sonrió complacido, pues entre él y Juro consiguieron cambiar un poco el ambiente y aumentar los ánimos del grupo en general... más o menos.

—Daigo, no te estaba menospreciando. Te digo que entrené con Daruu-kun, vi su poder y lo sufrí en mis carnes. Cuando digo que tuviste mala suerte es que tuviste mala suerte de haber tenido que pelear contra él en el torneo, nada más.

Lo has entendido todo mal, Yota-kun... ¿Cómo pudo ser mala suerte enfrentarme a Daruu-kun cuando he ganado mucho más de lo que he perdido?

Daigo mantuvo este pensamiento para sí durante un momento.

—Puede que tengas razón, Jurete. Soy el primero que quiere superarse y jamás me detendré, tu ya deberías saberlo eso.

—Genial, Yota-kun, en ese caso yo también me esforzaré al máximo para superarme —aseguró con un deje de alegría—. Oh, y no creo que haya sido mala suerte combatir contra Daruu-kun —dijo—. Él era muy fuerte, sí, pero combatir contra él me fortaleció a mi también. Me hizo...

Hizo una pequeña pausa, buscando la mejor manera de expresarse.

—...Me hizo comprender mejor mi Nindō.

Juro tomó aire y esperó a ver que decía Yota. Estaba empezando a enfadarse. Si continuaba con aquella estupida actitud... Juro no sabría como responder. Pero no sería una respuesta agradable. Bajó la mano derecha a un angulo que el chico no pudiese ver, dispuesto a deslizar una de las cuchillas de Gen, para ver si eso le espabilaba...

... Cuando Yota se volvió mucho más razonable. Juro alzó la mano y fingió rascarse la nuca, con una risa complice. Mantuvo la sonrisa ahí, como adorno.

—Puede que tengas razón, Jurete. Soy el primero que quiere superarse y jamás me detendré, tu ya deberías saberlo eso.

— Eso me gusta más — dijo Juro, con sinceridad —. Ahora tomate un caramelo y volvamos a la villa sin mostrar vergüenza. Estoy seguro de que nos espera mucha gente ahí.

Daigo también insistó en que estaba muy satisfecho de haber peleado con ese tal Daruu. Daruu esto, Daruu lo otro. Sus dos compañeros no hacían más que hablar de Daruu. ¿Quién diablos era ese Daruu?

— Ese Daruu debe de ser muy fuerte... — murmuró, más para sí que para el resto, mientras se encogía de hombros. Había desconectado de la conversación entre los dos.

Vaya, parecía que ahora el motivador era yo. curiosidades del destino. En ambos casos lo que acababa de decir dejó mella en ambos interlocutores, como si hubiese renovado sus fuerzas y su determinación. Para tener poco impacto entre la gente aquello fue absolutamente espectacular. Algunos lo llamaban incluso madera de líder.

Daigo decía que su encuentro con Daruu le fortaleció y que a su vez le ayudó a comprender mejor su... Nindō.

— Tu... ¿Qué? — pregunté sin tener ni pajolera idea de lo que hablaba.

Jurete por su parte, se mostraba mucho más conforme esta vez. Le había sentado mucho mejor lo que acababa de decir y para él era más que suficiente.

— ¿Que me tome un caramelo? Ya habrá tiempo para eso, no te preocupes

No obstante, algo me decía que esta vez el viaje se me iba a hacer bastante más corto. Podía reconocer aquella melena junto a uno de los carromatos. Incluso aquella figura que vestía completamente de negro a su lado, y Daigo también podría hacerlo. Si es que disponía de buena memoria, claro. Se trataba de mamá y de Setsuna-sensei.

— Bueno, creo que esta vez el viaje será más corto. Por lo menos no será tan cansado

—Mi Nindō —dijo haciendo énfasis en la palabra—. Eso es mi... ¿sabes qué? da igual. —rio.

Juro por su lado, le recomendó a Yota que se tomara un caramelo para volver a la villa con la frente en alto.

¿Un caramelo? Bueno, ahora que lo pienso siempre está comiendo caramelos.

A lo lejos, junto a uno de los muchos carromatos, Daigo pudo ver a la maestra a la maestra de Yota junto a una mujer que debía ser su madre.

—Bueno, creo que esta vez el viaje será más corto. Por lo menos no será tan cansado.

—Es un alivio que no tengamos que caminar hasta casa. —dijo, sonriene.