Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Fue extraño de ver y extraño de vivir, la chica se había desmayado por menos de un minuto y al regresar no se acordaba de nada de lo que pasó. O bueno, si lo recordaba pero también recordaba algo que nunca ocurrió, es decir, nadie llegó ni nada por el estilo y menos le había pasado algo a la rubia salvo lo del torneo.
Pero la pecosa simplemente miró con los ojos entrecerrados a la Furukawa, sin pronunciar una sola palabra. En su lugar abrió los brazos un poco y se quedó a la espera por un momento, luego del cual se dignó a romper el silencio.
—Ven aquí —le dijo más como una orden que una sugerencia.
10/09/2017, 22:33 (Última modificación: 10/09/2017, 22:33 por Uzumaki Eri.)
Koko parecía estar en un planeta ajeno a ella, o mejor dicho; ella parecía estar en otro planeta. No parecía ni encontrarse en aquel lugar todavía, y aunque se estaba relajando poco a poco, todavía le costaba asimilar lo que era real y lo que no, aunque solo hubiese vivido en aquel sueño durante unos pocos segundos.
—Ven aquí.
La miraba con los ojos a medio cerrar y luego abrió los brazos un poco, justo antes de ordenar que fuera hacia ella. Eri, por su parte, no rechistó ni dijo nada, simplemente se acercó a la chica rápidamente, como incluso si lo necesitase, era extraño, pero llevaba demasiado tiempo sin algo así.
Y parecía necesitarlo.
Con delicadeza se deslizó por entre los brazos de la rubia y rodeó su cuerpo con sus manos, la verdad es que a lo mejor ella no quería abrazarla, pero bueno, ella ya aprovechaba. Y una vez abrazada a la rubia, escondió su rostro en el hombro de la kunoichi y una lágrima se deslizó por su ojo izquierdo.
Entonces todo vino a su cabeza, todas las injusticias que había vivido, todos sus malos pensamientos, todo el dolor...
Y todo dolía.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Una vez más en el mismo día, Koko estaba ofreciendo su hombro a alguien para que se desahogase, esta vez era Eri la persona a quien abrazaba efusivamente y en quien dejaba suaves caricias en la nuca. Como una madre consolando a su hijo con la sola diferencia de que se trataba de dos chicas de edades similares.
—No te guardes nada —le susurró dándole un tierno beso en la oreja.
Más de una vez uno intenta mostrarse fuerte, pero al final necesita desahogarse de alguna manera. Unas horas atrás había sido Akame el que confió en la pecosa para quebrarse al fin, esta vez era la Furukawa quien decidía hacerlo y realmente, si bien a la Kageyama generaba satisfacción saber que había gente que confiaba en ella a pesar de casi ni conocerla, prefería que no hubiesen muchos más que necesitasen de un extraño para dejar salir lo que tuviesen guardado.
Aun así, Koko simplemente se dedicó a acariciar a la contraria con ternura, permitiéndole que llorase tanto como le fuese necesario sin moverse del lugar. En cuanto la peli-morado decidiera separarse se lo permitiría sin pegas, obviamente.
11/09/2017, 14:16 (Última modificación: 11/09/2017, 14:29 por Uzumaki Eri.)
—No te guardes nada —susurró Koko dándole un beso en la oreja a la joven de cabellos violáceos.
Parecía como si la rubia tuviese experiencia en aquello, pues Eri sentía que lo que estaba haciendo se le daba bien, la consolaba de forma tranquila, con acciones tiernas y palabras agradables, dejándola su espacio para desahogarse a gusto. Ella lloraba, dejaba que sus lágrimas se liberasen por fin de la cárcel que eran sus ojos para recorrer sus mejillas y terminar ocultándose en la camiseta que llevaba la pecosa, humedeciendo la tela.
No gimoteaba ni hipaba, solo lloraba de forma silenciosa, a veces sorbía para que no cayese ningún elemento poco agradable sobre la otra fémina que allí se encontraba, pero por lo demás solo dejaba a sus lágrimas escaparse, quería quedarse seca, exprimir todo lo que tenía dentro y poder sentirse bien.
Y allí estaba, Eri, se sentía una deshonra para su villa y para su hermano, sin ningún talento más allá de su Kekkei Genkai heredado de su madre, pequeña, inocente, sin ningún tipo de iniciativa propia en nada de su vida...
Pero ahí estaba.
Quizá tendría que entrenar más, hacerse más fuerte, centrarse e imponerse una meta que alcanzar, pedir ayuda a otras personas y aprender, dar un sentido a su vida. Comenzaba a dar vueltas a las ideas que se le remolinaban en su cabeza, y poco a poco las lágrimas desaparecieron, dejando solo un rastro seco en sus mejillas.
Se separó poco a poco de Koko para mirarla a los ojos directamente desde los suyos, hinchados y enrojecidos; para murmurar con voz ronca.
—Gracias, Koko-san, lo necesitaba.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
La respiración de Koko parecía tranquila, inhalaba y exhalaba a un ritmo relajado y su corazón latía a un ritmo apacible. Lo único que podía sugerirle a Eri era que todo estaba bien, nada le pasaría allí, en la seguridad de su habitación, nada saldría tampoco a la luz a no ser que ella así lo desease, la pecosa no abriría la boca, así como no lo haría para Akame. Todo se quedaría allí.
En ese momento, la menor se separó un poco, todavía la pecosa podía rodearla parcialmente con sus brazos pero ahora podía verla claramente a la cara empapada en lágrimas, que con ambas manos le quitaría.
—A todos nos hace falta un abrazo de vez en cuando, ¿no? —Aseguró con una afable sonrisa en el rostro.
No iba a ser ella la que se terminase de separar, podría ser demasiado brusca y la peli-morado se lo podría tomar mal especialmente luego de haberse sensibilizado tanto. En su lugar, la rubia volvió a rodearla con sus anchos brazos para abrazarle nuevamente y acariciarle una vez más la nuca.
—La próxima vez que te vea llorar espero que sea de alegría, y por qué no, en hombros de Noemi.
—A todos nos hace falta un abrazo de vez en cuando, ¿no?
—Sí... —murmuró la joven mientras se dejaba limpiar por la rubia.
Después volvieron a abrazarse, y una vez más la kunoichi menor rodeó sus cortos brazos alrededor del cuerpo de Koko, dejándose querer. La verdad es que solo se había abrazado con tres personas en su vida, y siempre que lo hacía sentía aquella felicidad de sentir que alguien le tenía estima, que era de verdad necesaria.
—La próxima vez que te vea llorar espero que sea de alegría, y por qué no, en hombros de Noemi.
—¡Sí! —exclamó ahora con más ánimo, y despacio, con delicadeza, volvió a separarse por segunda vez de la kunoichi procedente de su misma villa —. En cuanto lleguemos a la villa habrá que planificarlo todo, ¡tenemos que ver a Noemi cuanto antes!
Y por fin se alejó lo suficiente para que pudieran romper el abrazo, no es porque se sintiese incómoda ni mucho menos, era por no abusar de la amabilidad de Koko ya que, si bien eran compañeras, tampoco se conocían plenamente aún.
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Y así fue como Eri se recuperó al completo, o eso aparentaba, si estaba fingiendo lo hacía lo suficiente para que Koko se lo creyera y la dejase separarse sin problemas.
—Bueno, creo yo que ya estuve mucho tiempo, si necesitas algo ya sabes dónde estoy —le dijo con una sonrisa tierna.
Ya ni se acordaba que habían estado jugando, así que ya no tenía más motivos para mantenerse a no ser que…
Cuando Koko ya se había levantado recordó lo que acababa de ocurrir, lo que la llevó a abrazar a la peli-morado y no le agradó para nada lo que se le vino a la mente.
—O… Espera, no creo que esté bien —lentamente giró la cabeza en torno a la menor.
«¿Y si le vuelve a dar? Ni siquiera estaba respirando y dejándola sola podría pasarle… »Definitivamente no era buena idea irse, pero no quería incordiar a su compañera. «¿Y ahora?»
—Bueno, creo yo que ya estuve mucho tiempo, si necesitas algo ya sabes dónde estoy.
—Claro Koko-san, de nuevo muchísimas gracias por todo —agradeció la pequeña poniéndose de pie e inclinando levemente su cabeza —. Puedes volver cuando quieras, ¡siempre tendré galletas esperándote! —exclamó con una sonrisa en los labios.
Luego esperó pacientemente a que la rubia se fuese, pero cuando se disponía a hacerlo, parecío que algo en su cabeza se accionó y volvió a girar su cabeza para intervenir de nuevo.
—O… Espera, no creo que esté bien.
—¿Eh? —preguntó con un leve sonido, luego arqueó su ceja izquierda, tratando de imaginar qué pasaba por la mente de la Kageyama —. No te preocupes por mí, voy a ir a dormir ahora mismo y a descansar por si acaso lo que me pasó fue causa del cansancio.
Asintió con convicción repetidas veces y comenzó a recoger las tazas y los pocos bollos que habían sobrado.
—Y si quieres, mañana cuando me levante, puedo decirte que he pasado buena noche, así que no tienes por qué preocuparte por mí, Koko-san. Vete tranquila, ¡tendrás cosas que hacer!
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri afirmó que lo ocurrido podría ser por el cansancio y Koko al no saber nada de salud y medicina no podía contradecirla. Simplemente suspiró al no verse capaz de hacer absolutamente nada y con la preocupación en el rostro habló.
—Bueno, cualquier cosa estoy al lado, haz ruido o lo que sea y vendré lo antes posible —le dijo sin que se le ocurriese ninguna otra manera de mantener el contacto en caso de emergencia.
Siendo así, le dedicó una pequeña reverencia a modo de saludo y se dirigió a la puerta, no había mucho más para que ella hiciera allí adentro y…
«Olvidé los bollos »pensó justo del otro lado de la puerta. Pero no regresaría solo por ello, tenía un montón de comida aun esperándola en su cocina y no moriría de inanición por faltarle un par de bollos dulces.