10/08/2017, 23:37
El parloteo de Nabi hizo que la joven frunciese el ceño. ¿No era que ya habían hablado sobre el tema de las villas? La cosa era que, tocase contra quien tocase; había que demostrar que tenías buenas habilidades, ganaras o perdieras.
— ¡Claro! Para que los de Amegakure y Kusagakure se maten entre ellos. Bueno, entonces admito que la idea no está tan mal, pero deberían habernos excluido. Uzuneses matandose entre ellos habrase visto.
—Nunca había caído que el gentilicio plural de uzunés era uzuneses... —divagó ella, pensativa.
Guardó su mapa con delicadeza en uno de sus bolsillos, harta de tener que estar mochila para arriba, mochila para abajo; luego levantó sus brazos y movió su espalda de forma exagerada para estirarse totalmente, aún notándose el cuerpo algo adormecido.
Al fin, después de tres días sin un descanso como Shiona-sama, que en paz descanse; mandara, llegaron a su destino: el Valle de los Dojos. En la entrada se les pidió claramente que enseñasen su identificación y la carta que les llegó confirmando que estaban entre los que participaban en el Torneo que se celebraba allí.
Una vez dentro, se dirigieron a lo que sería su casa durante la estancia que ocuparían en aquel lugar, un sitio llamado Nantōnoya, el cual ya estaba acondicionado para que todos se sintiesen como si estuviesen en su propia villa, o bueno; algo parecido.
Una vez en el lugar, Eri observó el papel que había recibido del señor que había pedido sus identificaciones y vio el lugar dónde se tenía que quedar, luego miró a Nabi con expresión cansada.
—Creo... Que este es el momento de separarnos, Nabi-kun.
— ¡Claro! Para que los de Amegakure y Kusagakure se maten entre ellos. Bueno, entonces admito que la idea no está tan mal, pero deberían habernos excluido. Uzuneses matandose entre ellos habrase visto.
—Nunca había caído que el gentilicio plural de uzunés era uzuneses... —divagó ella, pensativa.
Guardó su mapa con delicadeza en uno de sus bolsillos, harta de tener que estar mochila para arriba, mochila para abajo; luego levantó sus brazos y movió su espalda de forma exagerada para estirarse totalmente, aún notándose el cuerpo algo adormecido.
Al fin, después de tres días sin un descanso como Shiona-sama, que en paz descanse; mandara, llegaron a su destino: el Valle de los Dojos. En la entrada se les pidió claramente que enseñasen su identificación y la carta que les llegó confirmando que estaban entre los que participaban en el Torneo que se celebraba allí.
Una vez dentro, se dirigieron a lo que sería su casa durante la estancia que ocuparían en aquel lugar, un sitio llamado Nantōnoya, el cual ya estaba acondicionado para que todos se sintiesen como si estuviesen en su propia villa, o bueno; algo parecido.
Una vez en el lugar, Eri observó el papel que había recibido del señor que había pedido sus identificaciones y vio el lugar dónde se tenía que quedar, luego miró a Nabi con expresión cansada.
—Creo... Que este es el momento de separarnos, Nabi-kun.