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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Desayuno, claro.

—Lo que dijo, sí.

—¡Como no, como no! ¡Desayuno incluido! ¿deseáis algo más?

—Dormir, así que: ¿sería tan jodidamente amable de darnos las llaves, por favor?

—No hace falta ser tan grosero, jovencito, no hace falta... pero he de suponer que venís de un largo viaje y que el cansancio les ha puesto un tanto malhumorados. ¡lo dejaré pasar, pues los ciudadanos de Yachi somos así de serviciales! tomad nota para cuando quieran recomendar a alguno de sus compañeros shinobi, que éste es el mejor sitio para pasar una buena noche.

Aquella mujer aprovechó para arrojar su eslogan, y así ganarse una buena clientela futura. Dejó ambas llaves sobre el mostrador, además, y les advirtió a sus dos nuevos huéspedes que podrían pagar la estadía una vez partieran en la mañana. Ella, desde luego, estaría ahí esperándoles.

—Bueno, no sé tú pero yo me voy a sobar ya mismo. Mañana estoy listo a más tardar las 8 de la mañana, ¿vale?; quiero estar en los Dojos antes del atardecer.
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#32
El plan había resultado bien y luego me percaté de la actitud a la que Kaido se había referido, ciertamente se refirió un poco grosera a la señora, pero lo pasé por alto, no debía meterme ahí.

—Estaré listo a esa hora, no te preocupes.— Aseguré mientras tomaba la llave de mi habitación. Volteé a ver a la encargada. —Muchas gracias.— Me retiré de la recepción.

Busqué la puerta que encajaba con el número de la llave y me instalé en la habitación, una vez adentro tomé una ducha reconfortante y me dispuse a dormir en la cama, la cual no era muy cómoda, pero ¿qué más podía esperar de lo más barato? Después de un buen rato pude conciliar el sueño y caí profundamente rendido.

Las horas pasaron hasta que la noche se hizo día y el sol empezaba a anunciar el inicio del día, aún me encontraba entre las sabanas enrolladas en mi cuerpo y tras un gran esfuerzo y la batalla contra la flojera, me levanté, no sin antes dar un gran bostezo, limpié mis ojos y luego me detuve un segundo. ¿Qué hora sería?

"RAYOS!!" Como buen dormilón me habría pasado la hora, sí tenía suerte y me apuraba podría llegar a la hora pautada con Kaido. Me moví como un rayo, me vestí rápidamente y acomodé todas mis pertenencias, miré que no se me quedase nada adentro y luego corrí a la recepción, sinceramente no supe cual era la habitación de mi compañero, así que esperaba verle ahí para desayunar.
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#33
Y... luego de treinta minutos, Kaido aún no aparecía por ningún lado. Sí señor, aquel quien en un principio increpó a Keisuke a que estuviera sin falta a la hora estipulada, no parecía dar señales de vida.

Hasta que su azulado trasero se asomó desde el pasillo contiguo a la recepción, con su bolso de viaje sobre su espalda y con una sonrisa socarrona vistiéndole el rostro.

—¡Já! parece que eres de los puntuales, Keisuke. Yo, sin embargo... tengo el sueño profundo, como los peces. ¿No te habré hecho esperar mucho, o sí, compañero?

Soltó una buena risotada y le dio un zape en todo el cogote a su interlocutor. Luego, caminó, dirigiéndose hacia una pequeña ventanilla cerca de la sala de estar contigua por donde servían desayunos express. El menú desde luego no era amplio ni mucho menos, así que ambos tuvieron que conformarse con una pequeña taza de café y un pedazo de pan tostado con mermelada.

Eso habría de aguantarles hasta los Dojos, o eso esperaba él.

Entre mordiscos, el escualo tomó rumbo entonces hacia el exterior y el sol les recibió con grandioso esplendor, debatiéndose con las no tan cargadas nubes de tormenta cuya densidad se hacía más perceptible hacia el interior del país. Ahí, sin embargo, estando tan cerca de la frontera, el clima era ligeramente diferente.

Kaido sacó su bien trazado mapa, hurgó entre sus líneas y luego de analizar las indicaciones que con propiedad le había marcado su mentor, Yarou-dono; señaló un punto para que Keisuke pudiera verlo.

—Me cago en todos mis muertos, tío. Ahora tenemos que dar toda la vuelta, rodear toda esa jodida cordillera y entrar desde el otro lado.
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#34
Miré a todos lados en busca del tiburón pero no aparecía, dudé por un momento... ¿Se habría ido? Era una posibilidad, pero no le creí capaz. En la pared yacía un reloj que marcaban las 8:10am. Suspiré, seguramente habría partido hace pocos minutos.

—Buenos días, ¿sabe si mi compañero se ha retirado ya?— Me dirigí a la encargada, ella debía tener la respuesta.

—No lo he visto hoy, por lo menos por esa puerta no ha salido.— Comentó

Ante aquel comentario no sabía que pensar, ¿se fue y me dejó la cuenta a mi? Se volvió una posibilidad, pero ante la duda decidí esperar un poco más, después de todo la parte más larga del viaje parecía haber quedado atrás.

Me senté a esperar un poco, los minutos pasaron y me estaba impacientando, intercambiaba miradas fugaces con la anciana pero no llegaba a comentar nada al respecto. Tras darle varias vueltas en la cabeza decidí que debía partir, Umikiba no había dado señales de vida...

—Supongo que tomaré el desayuno.— Dije con un tono de resignación ante el posible abandono de mi compañero.

—En esa sala tendrás tu desayuno.— Señaló el camino con su mano.

—¡Já! parece que eres de los puntuales, Keisuke. Yo, sin embargo... tengo el sueño profundo, como los peces. ¿No te habré hecho esperar mucho, o sí, compañero?

Volteé a verle nada más escuchar su voz, sentí un poco de alivio al ver que no me había dejado a la deriva; y luego sentí el zape que me dio. No fue un acto que aprobé, así que esperé que mi mirada, seria, le diese entender que no lo repitiese. —Llevo casi media hora esperandote, y eso que yo también tengo el sueño pesado, pensé que llegaba tarde y mira que me tocó esperarte...— Respondí y seguí a la sala.

Tomé asiento y vi el plato con un par rebanas de pan tostado cubiertos con mermelada y una taza de café, no era mucho pero tampoco era nada. Comí con tranquilidad, el dulce sabor de la mermelada me había pasado el trago amargo de hace rato y en cuestión de minutos ya nos encontrábamos fuera del hostal.

Abrí mi sombrilla para protegernos del sol radiante y ofrecí sombra al pez en el momento en que veía el mapa, estaba su lado viendo como señalaba y movía su dedo de aquí y allá sobre el papel.

—Me cago en todos mis muertos, tío. Ahora tenemos que dar toda la vuelta, rodear toda esa jodida cordillera y entrar desde el otro lado.

—Jodida vuelta que tenemos que dar...— Resoplé, ¿ A quién se le había ocurrido hacer el torneo ahí?

Tome la delantera dirigiéndome a la ruta que había trazado el pez. --Vamos, mientras más rápido partamos, más pronto llegaremos.—
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#35
Mosqueado, Kaido estuvo a nada de romper aquel mapa en miles de pedazos. Sin embargo, se retractó cuando vio a su compañero tomar la delantera y empezar el rumbo hacia la dirección correcta. Él, por supuesto, hizo lo mismo.

Sin embargo, tras media hora de camino, ambos jóvenes se encontraron frente a frente con la imponente formación rocosa y montañosa que el mapa señalaba. Kilómetros y kilómetros de altos picos de montaña, que vislumbraban una semicircunferencia. Sólo en ese momento pudo entender lo que era aquello: y es que se trataba, sin más, de una protección natural bajo la cual habría sido creado el Valle de los Dojos, y que funcionaba, tal vez, como una defensa absoluta para quienes se atrevieran en estos tiempos de paz a perturbar a sus ciudadanos.

El escualo no pudo evitar recalcar la similitud que tenían semejantes cordilleras, con el extenso lago de Amegakure, que tenía probablemente la misma función con respecto a los intrusos.

Finalmente, Kaido tuvo que decidir si tomar el giro de la izquierda, o el de la derecha. Eligió el segundo, camino que le llevaría a través del País del Fuego directamente, sin tener que cruzar a territorio Uzureño.

—Podríamos haber escalado, creo. Aunque un paso en falso allí arriba y olvídate, que te vas a morir sí o sí —compartió, no sin antes percatarse de que cada paso que daban, a más lejos se antojaba aquel cielo nubloso y cargado de agua.
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#36
Me mantuve bajo la sombra que proporcionaba mi sombrilla y mientras caminaba miraba a todos los lados, recordaría todo el camino de regreso a casa, y sobre todo porque pronto estaríamos en el limite de ambos países. Unos minutos más tardes chocamos de frente a la gran formación rocosa, incliné la cabeza para llegar al ver el final de sus picos pero eran tan altos que el hecho de subir la mirada me cansó.

—No creo que sea sensato intentar entrar el valle por la montaña...— Comenté, ya que Kaido lo había visto como una posibilidad, no es que no fuera factible, pero no me sentía en mis capacidades para escalar las montañas y entrar al Valle de los Dojos, y estaba la posibilidad que nos penalizaran por no llegar por donde era debido.

En esta oportunidad el tiburón tomó la decisión y eligió por rodear por la derecha, me apresuré y le seguí el paso a la par.

—¿Cómo crees que sean las instalaciones?— Pregunté con la finalidad de volver un poco más ameno el viaje. —Es la primera vez que participo en un torneo oficial, espero por lo menos pasar la primera ronda.— Comenté luego.

—Al parecer Mogura no llegó a alcanzarnos, ¿se habrá olvidado del túnel?— Dije tras recordar que comenté que no nos alcanzaría por su paso lento.
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#37
Keisuke cedería pronto a su propia curiosidad, y empezaría a increpar sobre el cómo serían las instalaciones de los Dojos, y de su deseo por poder pasar, al menos, de la primera ronda.

—No sé, pero es un evento de multitudinaria asistencia. Han de haber gastado una buena pasta en preparar todo para tantos invitados. Sólo espero que no haya mejores beneficios para los de uzushiogakure, esos malditos creídos adinerados se creen siempre superiores —admitió, enervado—. y sobre Mogura, si te soy sincero; creo que el idiota se ha arrepentido y ha decidido quedarse en casa. Piénsalo bien: ¿qué pudo habérsele quedado en la aldea, que fuera tan importante, y que se viera obligado a caminar otra media hora de regreso sólo para traerlo?

Soltó un bufido, y puso su mejor cara de convencimiento.

—Ha de estar durmiendo en su cuarto, o leyendo algún libro de medicina.

Al terminar su frase, un extenuante haz de luz de pronto les iluminó la cara a ambos. Se trató de un sol liberado que ahora se mostraba visible tras haber dado las últimas zancadas para encontrar uno de los últimos picos de la imponente cordillera, y cuyas formaciones rocosas se iban haciendo cada vez más pequeñas y angostas.

El escualo se detuvo, intentando ubicarse; y aguardó a que su compañero le ayudase a buscar algún indicio o cartel que les diera algún indicio de que estaban cerca de llegar a su destino.
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#38
Fue solo cuestión de tiempo para que Kaido demostrase cierto rencor u odio hacia los de uzugakure, no sabía bien exactamente qué era, pero no era nada bueno. —No conozco a ningún ninja de Uzugakure, ¿por qué lo dices?— Nuevamente mi curiosidad entró en acción.

—Ahora que lo pienso... Tuve un encuentro con un shinobi de esa villa, pero no era muy sociable, no sé su nombre... Así que es como si no conociera ninguno.— Admití y luego recordé algo más. —A todas estas, ¿Sabes algo de la muerte se la Uzukage?— Sí, el pez debía responder a todas y cada una de mis preguntas o por lo menos las escucharía.

Luego respondió a mi comentario sobre Mogura, recapacité un poco sobre el asunto y el posible malentendido con mis palabras. —Bueno... Sinceramente no quise hacerlo volver, yo solo quería animarle a que diese lo mejor de sí en el torneo.— Expresé como si yo hubiera sido el culpable de todo.

Tras seguir nuestro rumbo, el astro sol nos cegó la vista momentáneamente, me protegí tras la sombrilla recuperando la visión. Los picos de las montañas que antes nos ocultaban ahora estaban mas bajos y más... delgados, o algo parecido. Todo decía que era una buena señal.

Seguí los movimientos que hizo Umikiba, di algunos pasos más buscando algún cartel o persona que pudiera orientarnos mejor, mis pasos me llevaron unos cuantos metros más allá, pero no lograba observar nada, o aún nos faltaba caminar más o no estaba viendo donde era...

—Creo que debe ser más adelante, por aquí no veo nada.—
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#39
Keisuke tenía cojones, de eso no había duda.

—Debes tener cuidado con lo que dices, colega —inquirió, grosero—. a mí me importa una mierda que hurgues en la memoria de la difunta Kage de Uzushiogakure, pero ellos de seguro no pensarán lo mismo. Lo que le haya pasado es, por lamentable que fuera, asunto de ellos y de nadie más. Debatamos sobre nuestros muertos, no de los ajenos.

Finalmente, y en vista de que ninguno pudo conseguir una dirección absoluta; el escualo instó a Keisuke a que volviera a tomar marcha. Él, hizo lo mismo.

—Y bueno, no creas demasiado lo que he dicho sobre los uzureños; creo que me ha podido un poco la rivalidad que existe entre nuestras naciones. Pero lo cierto es que conozco a tres de ellos, y aquí entre nos; los respeto. Son buenos shinobi, y serán grandes rivales en el torneo si llegan a presentarse.

»Si llegas oir la palabra Uchiha, enciende tus alertas, compañero
—y dijo aquello con la más grande sonrisa de todas, como si se alimentase de la rivalidad que pudiera existir entre él y las personas de las que hablaba. Jóvenes con los que se hubo embarcado en grandes aventuras y de las que había salido victorioso, como con Akame, Datsue, y su buen amigo Riko.
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#40
Suspiré internamente, había abusado un poco y Kaido respondió como esperaba, la única manera de obtener información sobre la muerte se Shiona era hablar directamente con algún ninja de Uzu, pero debía hacerlo de una forma delicada, debía trabajar en ello.

—Entiendo que debo ser cuidadoso, pero pensemoslo un poco o la Uzukage estaba muy enferma o peleo con un enemigo extremadamente fuerte o alguien de su confianza le traicionó...— Solté lo que había pensado de lo ocurrido. —Y la segunda opción no es fácil de ignorar. Concluí de forma sincera.

—Rivalidad...— Repetí, Umikiba demostró una cualidad que encajaba bastante conmigo. —Yo soy bastante competitivo, así que cuando necesites a alguien con un buen espíritu de competencia ya sabes a quien buscar.— Aseguré con un gran sonrisa. ¿Quién diría que el tiburón y yo nos acoplaramos también?

"Uchiha..." Guardé ese Apellido en mi mente. —Estare atento entonces, gracias por el aviso.— Lamentablemente no contaba con ningún tipo de información útil para el pez, por lo que no pude ofrecerle nada a cambio.

Seguí caminando bordeando la formación rocosa, mientras daba mis pasos posé mi vista en los picos de la cordillera, seguramente pronto estaríamos descansando. Desafortunadamente di un paso o en falso o algo así, la piedra en donde pise cedió y caí de lleno sobre mi pierna derecha, la sombrilla recibió parte del golpe y de no ser por el suéter mis codos se hubieran raspado. —Aagh.— Alcance a balbucear antes de estar en el suelo. —Me doble el tobillo.— Asegure mientras con mis manos tocaba el tobillo derecho.

El dolor era soportable pero debía hacer algo al respecto, saque las vendas de mi botiquín y empecé la labor. —Serán solo unos minutos.
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#41
Y tras unos cuantos metros de camino, el distraído de Keisuke dio un mal paso y se torció el tobillo al pisar sobre una zona desnivelada, perdiendo la fuerza de sus piernas y cayendo en súbito en el suelo. Kaido se dejó llevar por su naturaleza contenida y no pudo hacer más que soltar una carcajada de las buenas, de aquellas que te hacían lagrimar un poco.

Cuando hubo terminado de reírse, intentó ayudar a su compañero, pero éste pareció atenderse a él mismo de la manera más apropiada posible. Un par de vendas, que con prontitud empezarían a cubrir la zona maltrecha de su pie.

Mientras él terminaba con su tratamiento, el escualo le llamó la atención y le obligó a que observara por encima de su cuello; hacia el noreste. Más adelante iba a paso galopante una comitiva de viaje numerosa, donde dos carruajes moviéndose al ritmo de sus caballos avanzaba por el camino principal hacia lo que parecía ser una vertiente rocosa.

—Parece que estamos cerca, colega. Vamos, ahómbrate, tenemos que llegar.
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#42
Fue solo cuestión de segundos para escuchar la carcajada a todo pulmón que soltó el escualo, hacia tiempo que escuchaba a nadie reírse de esa forma. —Veamos el lado positivo, te reíste bastante.— Expresé mientras iba envolviendo las vendas.

Mi labor no duró más que un par de minutos y en menos de lo que canta un gallo ya me encontraba nuevamente de pie, el caminar era más que aceptable, un poco de incomodidad sí, pero no podía abusar siempre que me lesionase de la palma mística...

—¿Ahómbrate?— Repetí, sabía lo que significaba aquella palabra y se podía malentender la situación, o en ese momento no quise malentender ni verlo de manera ofensiva. Vi directamente a los ojos de Kaido, aunque no estaba molesto, no del todo. Esperé a que rectificase lo que dijo, sí quería decirlo de forma ofensiva o no.
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#43
El pelimarrón le inquirió acerca de su palabra, y el escualo le miró por encima del hombro. Alzó una ceja, contrariado, y se chupó los dientes en evidente desagrado.

—Camina, coño —dijo, antes de embarcarse finalmente en el último tramo hasta su inminente destino.

Lo cierto es que aquella comitiva que habían presenciado con anterioridad, ya les había sacado un buen tramo de distancia. Entre ellos y los carruajes quedó tan sólo la arenilla que el galopar de los caballos dejaba sobre el aire, convirtiendo el camino delante suyo en una ventisca de polvo pedrusco que dificultaría la visión durante lo que quedaba de camino.

Sin embargo, cuando fueron capaces de dejar el camino principal atrás y cruzar la misma vertiente que el escualo hubo notado antes, ambos se encontraron finalmente con la última formación rocosa en forma de arco, cuya entrada estaba custodiada por dos casetas y un puñado de soldados en cada una de ellas. Hasta entonces, ninguno había podido percibir los estigmas más característico de la zona, pero mientras más se fueran adentrando en el gran Valle protegido por las grandes montañas; se irían percatando detalle a detalle sobre la verdadera naturaleza del Valle de los Dojos: una vertiginosa ciudad feudal, cuyo inmenso territorio estaba protegido por numerosas filas que sustentan la paz y la aversión a los enfrentamientos. La llamada tierra de las negociaciones donde se haría el evento que compenetraría más a las tres grandes Aldeas, y a cada uno de sus participantes en formación.

Kaido y Keisuke fueron recibidos finalmente por dos Samurai, con la vestimenta típica de antaños guerreros. Uno de ellos, con la cabeza descubierta, se les acercó en súbito antes de que pudieran seguir avanzando.

—Nombre, procedencia y motivo de la visita —espetó con neutralidad.

—Umikiba Kaido, de la maldita mejor aldea de todo Oonindo: Amegakure no sato. ¿Y por qué vengo, dices?... ¡já, para ganar el jodido torneo, claro está!
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#44
Kaido no fue tonto, no repitió aquella palabra y terminó cediendo. Reí internamente, me sentí victorioso ante aquella actitud, aún tenía mis dudas sobre el trato del pez hacia mi, sinceramente no era tosco y era algo que no me terminaba de cuadrar...

A lo lejos observé lo que el escualo veía, un carruaje que se alejaba y dejaba una cortina de humo como rastro, se movía a buena velocidad y cada segundo que pasaba nos dejaba atrás. No obstante, seguí de cerca al escamado, la visión del camino no era la mejor e incluso podía sentir algunas moléculas de arena adherirse a mi piel, ahora era consciente del sudor y del calor que me rodeaba, ya no estábamos en el país de la tormenta y el clima era bastante diferente.

Tras unos pocos minutos de trayecto el panorama cambió totalmente, un arco de piedras se alzaba, lo identifiqué como la posible entrada la valle de los dojos, no era fácil obviar la presencia de las casetas de registro y los soldados que custodiaban el portal. Mientras más me acercaba pude detallar mejor la zona, sentí cierta aura de paz y tranquilidad, debía ser porque el lugar así lo imponía, por algo era el lugar donde se llevaría a cabo el torneo.

Umikiba tomó la delantera y se registró primero, su comentario me causó gracia y dio ánimos a la vez, era bueno saber que él tenía expectativas de ganar el torneo.

—Inoue Keisuke, vengo de Amegakure no Sato y también vengo al torneo.— Terminé respondiendo de igual manera en tono neutro.
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#45
Sin ánimo, ni gracia; el hombre repasó una lista confidencial donde probablemente tendría todos y cada uno de los nombres de quienes participarían finalmente en las llaves iniciales del torneo, cerciorándose entonces de que los nombres y la procedencia de ambos jóvenes era información más que correcta. Les volvió a dar un repaso con la mirada, hizo un gesto con el brazo derecho y el guardia número dos se movió hasta los linderos de una casilla cercana para buscar algo, probablemente.

—Bienvenidos al Valle de los Dojos. El Valle cuenta con áreas divididas para los invitados de cada aldea, por lo que debéis tener en cuenta que vosotros, los ninjas provenientes de Amegakure, se hospedarán en el área de Nishinoya, que para llegar hasta allá debéis seguir recto por éste camino principal hasta que deis finalmente con la ciudad de Sendōshi, la capital de los Dojos; y desde ahí coged la ruta que os llevará hacia el complejo donde os hospedaréis.

Hizo un hiato de silencio cuando su compañero volvió, entregándole dos pequeñas bolsas de plástico con ciertos items en su interior.

—Aquí tienen las llaves de su habitación previamente asignada, un vale de alimentación utilizable en cualquier comercio de comida del Valle cuyo coste está cubierto por nuestro amable Juuchin, y un mapa con el que podéis guiaros durante su estancia. Que tengan una estadía placentera, y mucha suerte en el torneo.

Sentenció, antes de mover su pesada armadura del camino y dejar el espacio para que los shinobi cruzasen finalmente hasta el interior del tan esperado Valle de los Dojos.

Lo que vino después de allí fue un viaje cultural de lo más curioso, donde el trayecto principal hasta la ciudad de Sendōshi fue bastante revelador. Desde los matices más perceptibles del gentilicio que hacía vida dentro de aquellos muros pedruscos hasta la decoración antaña feudal que predominaba a lo largo y ancho del Valle.

Cruzar hasta el camino correcto que les llevaría a Nishinoya no fue tarea fácil, pero al lograrlo; ambos genin lograron tomar la carretera principal que se extendía hasta los extremos más izquierdos de todo el valle, donde tras una caminata de 10 minutos, dieron finalmente con el complejo preparado sólo para Amegakure. Dos edificios paralelos el uno del otro con aspecto tradicional japones, cuya extensión daba a entender que los espacios interiores eran amplios y numerosos también. El escualo se apuró a entrar, y una vez en la comodidad de aquella edificación, revisó el número de su habitación e intentó ubicarse.

—Bueno, colega, aquí estamos. Yo ya marcho a darme una ducha y a sobar un poco, a ver si en la noche salgo un rato a explorar por ahí. ¿Quedamos mañana en la tarde para entrenar, o buscar un par de damas de compañía que nos hagan la tarde?

Indagó, sonriente. Esperaría la respuesta de su compañero, y después tomaría rumbo hacia su habitación.
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