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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#91
Kazuma-san, debemos encontrar un lugar para alojarnos. —Luego de que aquel posadero le dijo que casi vende su portaobjetos pensó en buscar otro lugar más agradable y cómodo.

Antes de que el Ishimura pudiese proponer idea alguna, un hombre de carácter animado y escandaloso les abordó. Aseguraba ser el dueño de una posada cercana y que no se podría permitir el dejar que aquellos dos jóvenes aventureros se quedaran sin un lugar en el cual pasar la noche. Resultaba un poco repentino, pero ante tan amable actitud resultaba difícil dar una negativa.

En cuanto se encontraron en el recibidor de aquella especie de hotel, el dueño los abandonó con la garantía de que podrían quedarse el tiempo que necesitasen sin tener que preocuparse por detalles como el dinero.

Sean bienvenidos, soy el ama de llaves. —Dijo la jovencita que salió a recibirlos.

«Tiene el aire de típico de una chica campirana… Quizás sea una hija o una sobrina del señor que nos trajo.»

Disponemos de habitaciones en solitario con baño privado cada una o si lo prefieren una grande con camas separadas, sólo deben decirnos qué opción desean.

Dejaré que mi acompañante decida. —Contestó Tatsuya mientras miraba a Kazuma.

Que sean dos habitaciones con baño. —De aquella manera ambos podrían descansar y atender sus necesidades.

La jovencita les guió por la estancia hasta dar con un corredor exterior que guiaba hacia sus habitaciones, una al lado de la otra y ambas con la puerta orientada hacia el jardín. La encargada le entregó a cada uno sus respectivas llaves. Luego de una sencilla reverencia y de asegurar de que estaría disponible para lo que le necesitasen, se marchó.

Cielos, de verdad necesito descansar —aseguro mientras deslizaba la llave en la cerradura—. Aún tenemos algunas horas hasta que caiga el sol y comience la fiesta —dijo levantando la vista al cielo—. Bien, nos vemos más tarde, Tatsuya. —Sin más entro y dejo que la puerta se cerrara por su propio peso.

El resto de la tarde se le hizo bastante larga. Bien pudo arrojarse sobre la cama y dejarse llevar por el cansancio, pero sabía que de hacerlo no despertaría hasta el día siguiente o puede que incluso hasta el que venía después de ese.

Decidió despejar su mente, relajarse un poco y tratar de ponerse presentable para la celebración. Lo más tedioso fue el baño, pues tenía que asegurarse de no mojar el vendaje que le habían puesto. Para su agrado, en el sitio había algunas esponjas que le sirvieron para lavarse. Su cabello fue lo que le tomó más tiempo; el tratar de deshacerse de aquel color ya grisáceo por la mugre y tratar de deshacer los infinitos nudos en lo que se había enroscado.

«Resultan bastante cordiales con sus invitados.» —Se dijo a sí mismo luego de ver todo los implementos de la habitación.

Satisfecho de encontrar un peine adecuado para su melena, procedió a atenderla tan vanidosamente como lo hacía siempre que tenía oportunidad. Le tomó alrededor de una hora el que quedara justo como le gustaba; ni demasiado lisa ni demasiado alborotada. En el armario consiguió unos cuantos yukatas, de aquellos de algodón y sin mangas. Procedió a probárselos hasta que dio con uno color verde grisáceo que le quedaba perfecto. Se colocó un poco de colonia que estaba entre las amabilidades del hospedaje, resultaba un poco fuerte para alguien tan joven, pero aun así mantenía un olor agradable.

Hey, Tatsuya, ya es hora. —Dio tres golpecitos más a la puerta.

Al final no obtuvo respuesta y decidió marcharse. Puede que el pelinegro hubiese partido ya o que aún no estuviera listo, lo cierto era que ya había anochecido y tenía tanto hambre como un compromiso, y no pensaba desatender ninguna de las dos cosas.

Hola ¿También vas al festejo? —Preguntó en cuanto vio a la ama de llaves portando un yukata también.

Esto… Sí, creo que iré a pasar un buen rato. —La joven se le quedo viendo como si fuera un extraño, lo cual tenía sentido pues aquel muchacho guapo y arreglado en nada se parecía al que había conocido hacía unas horas.

Por supuesto… —Ya entendía la incertidumbre de la muchacha—. Me llamo Kazuma y así es como suelo verme cuando no estoy de expedición en el bosque, jejeje.

Jejeje, soy Shihiro, un gusto. —La muchacha sonrió tímidamente y se luego se perdió rápidamente por el pasillo principal.

El de tez morena abandonó la residencia y se encaminó hacia el centro del pueblo. A pesar de ser nuevo en aquel sitio no le costó ubicarse, pues una enorme hoguera alzaba sus brazos de fuego hacia el cielo para que todos supiesen que algo se estaba celebrando. Siguió su caminata y pudo apreciar como los muchos aromas se fundían en el cálido aire nocturno; el del fuego, el de la comida y el de la gente.

Ahora, ¿Donde estara Tatsuya?
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#92
Luego de que el Ishimura eligió la opción que le pareció mas conveniente la señorita los guió a sus respectivas habitaciones, las cuales eran contiguas. A Tatsuya le sorprendió que le dejaran entrar con el bebé jabalí pues en ese tipo de lugares no suelen permitir el ingreso de animales, o eran muy democráticos o se lo permitieron por haberlos ayudado. La empleada se marchó y Kazuma le indicó que descansaría hasta la hora de la fiesta.

-Hasta la noche Kazuma-san- Inmediatamente entró también a su habitación.

El cuarto resultó ser más grande de lo que esperaba, además no era ni muy ostentoso ni muy simple, sino un intermedio entre ambos. Lo primero que hizo fue ordenar sus cosas y luego fue a ducharse tratando de cuidar el área donde tenía los puntos. Se tomó su tiempo para ello, el agua caliente le resultaba bastante agradable. No le costó demasiado arreglarse el cabello, lo tiene áspero como su padre pero dócil cómo su madre, es una combinación que evita una manutención compleja. Cuando terminó se dedicó a echarse el ungüento que le dió la doctora, sintió un gran alivio cuando la fría crema entró en contacto con la irritada piel de sus maltrechos pies.

Luego de eso acómodo unas almohadas para poder recostarse en un ángulo inclinado en la cama. A pesar del cansancio no podía conciliar el sueño. Dentro de aquel bosque rodeado de peligros lograba dormirse profundamente, pero ahora que estaba en la tranquilidad del pueblo sus pensamientos no le permitían que se dejara llevar por el sueño. Reflexionaba sobre todo lo que había vivido en esos tres días, fue una aventura muy dura, además empezó a recordar la historia que le contó Kaxuma sobre las Siete Espadas Legendarias de la Neblina. Total, meditaba sobre su propio futuro más que nada.

"De no ser por Kazuma, yo estaría muerto. Soy demasiado débil, ha sido mi culpa el no entrenar durante tanto tiempo. Siempre creí que para ayudar a los demás no se necesita ser alguien poderoso, basta con querer ayudar en cosas pequeñas para lograr un gran cambio... Pero... Ahora me doy cuenta que siendo un shinobi no tengo otra elección, debo fortalecerme si quiero ayudar a las personas. En un inicio me sentía enojado con mi padre por obligarme a convertirme en un ninja, pero quizás sea la mejor forma para que yo pueda hacer algo por los demás..."

Ahí estaba él teniendo un monólogo con sí mismo mirando todo y nada, aunque su vista estaba puesta en la pared sus ojos parecían observar algo que estaba más allá. Pronto un quejido le hizo desviar la mirada hacía el jabato, estaba ahí desparramado en el tapete por el hambre, Tatsuya entonces fue a por él, pensó en que podría ir a una tienda cercana por algo de frutas para el animalito, por un momento casi se lo lleva cargando, ya se habia acostumbrado a ello aunque tuviera la correa.

-Al final ya nunca te puse un nombre... Hmmm... Te llamaré Shibō- El jabato sólo lo miró confuso con sus tiernos ojitos.

No consideró necesario avisarle al ninja de Uzushio que saldría, creía que volvería antes del anochecer. Así pues se fue buscar al pueblo algo para "Shibō". Encontró una frutería, la tendera insitió en dejarle la fruta gratis en agradecimiento por salvarlos del monstruo del bosque, pero Tatsuya se negó y pagó de todas formas. Luego de eso la misma niña que vió en la plaza lo reconoció e iba acompañada de otros niños, el grupo insistió en que les contase cómo fue su aventura, el genin de Takigakure no se pudo negar y se le fue el tiempo en narrarles la aventura a los pequeños.

Sin embargo empezó a notar que el jabato se comportaba extraño, empezaba a temblar y le pareció muy raro. Con todo su pesar tuvo que dejar a los niños y pensó en ir a buscar un veterinario, pero después de vagar y vagar no encontró nada. Era de esperarse, si apenas había una clínica para las personas encontrar un veterinario se le haria imposible. En medio de su búsqueda el dueño del hostal lo vió preocupado y se acercó a él.

-¡Hey!, la fiesta ya empezó, deberías ir a la plaza, todo el pueblo los está esperando. Llamó su atención.

-Le agradezco mucho, iré en cuanto pueda- Reverenció al señor, no quería contarle su problema por ahora.

-Nosotros somos los que estamos agradecidos, siendo ninjas ustedes nos ayudaron aunque no fuera una misión, considérenlo un pago por sus servicios... Desde que Kusagakure fue destruida, la gente de este pueblo tiene problemas para solucionar los problemas, valga la redundancia-. El hombre se puso serio. -Ir a Amegakure o a Uzushiogakure requiere de un viaje muy largo, lo cual hace que en ocasiones no valga la pena. Y por ningún motivo recurriremos a Takigakure, que sólo esperaron a que la desgracia llegase al País del Bosque para apoderarse de nuestras tierras. Sentenció con firmeza.

-E-en-entiendo señor- A Tatsuya se le hizo un nudo en la garganta y sintió como si le apuñalasen el corazón, si esa gente se enteraba de que él era de Taki quizás no lo verían con los mismos ojos, no le preocupaba perder los privilegios que estaba recibiendo ni nada, simplemente no quería que lo odiasen por su lugar de origen.

-Pues bueno haz lo que tengas que hacer, nosotros te esperamos en el banquete. ¡Chao!- Se despidió el dueño del hostal.

Tatsuya sólo reverenció para despedirse, estaba muy preocupado para decir nada. ¿Era correcto seguir ocultándoles a las personas de la villa su verdadera identidad? Además aún tenía al pequeño puerquito enfermo entre los brazos, se encontraba en medio de una encrucijada y no tenía ni las remota idea de que era lo que debía hacer. Esto se le estaba complicando aún más que la pelea con el propio jabalí gigante.
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#93
La aldea bullía de actividad nocturna y por las pocas calles que había la gente se desplazaba hacia el centro. Ya era entrada la noche, pero había bastante iluminación como para poder caminar sin temor a tropezar o a perderse.

Deben de haber esperado mucho para poder celebrar algo. —Juzgo el Ishimura al ver como todos portaban algún tipo de ropa festiva.

El pueblo resultaba un lugar bastante diferente del que había encontrado hacía unos días. Cuando llegó, la gente se encontraba triste y desesperada, como resignada a que jamás podrían regresar al bosque del que habían dependido por generaciones. Las personas caminaba sin ánimos y los negocios ni se molestaban en abrir ante el inminente destino de abandono al que estaba sujeto su hogar.

«Todos parecen convencidos de que sus problemas se han terminado —pensó mientras escuchaba las risas y los festejos—. También me gustaría creer lo mismo, pero si el bosque engendró un monstruo una vez, puede hacerlo de nuevo… Incluso puede que esto sea solo la punta del iceberg.»

A lo lejos, entre las luces trémulas que llevaban a la pequeña plaza central, pudo divisar una figura alta y familiar, que parecía caminar sin rumbo. Se acercó para hablarle mientras le colocaba la mano en el hombro.

¿Qué tal, Tatsuya? —preguntó él—. Parece que nos están esperando para iniciar con la celebración.
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#94
¿Qué tal, Tatsuya?La voz de Kazuma llegó de pronto a sus oídos.—. Parece que nos están esperando para iniciar con la celebración.—

-Oh, hola Kazuma-san, yo lo lamento, es que surgió un imprevisto- En cuanto se volteó Kazuma vería a al jabato tembloroso. -Perdón por no decirte cuando salí del hostal, creí que serían sólo unos momentos- No hizo reverencia, simplemente agachó la cabeza como perro regañado. -Shibō tenía hambre y salí a buscarle algo de comer, pero ahora parece enfermo- No tomó en cuenta que no le había dicho al Ishimura que le puso un nombre al jabato.

Aquel pequeño jabalí parecía estar sufriendo de escalofríos, el temblor era el único movimiento que hacía, respiraba de manera extraña y se había puesto rígido. Tatsuya no entendía cómo es que se había enfermado de la nada así sin más, por más que busco no encontró un veterinario en toda la aldea. Sencillamente no hallaba que hacer.

-No pude encontrar quién me ayudase, no tengo ninguna idea- Se mostraba afligido.

En eso también recordó lo que había pasado a lo largo del día, cómo la gente los ovacionó a su llegada, el buen trato que les daban los pobladores, incluso la sonrisa curiosa de los niños. Para alguien como Tatsuya que siempre se ha mantenido en las sombras sin destacar ni nada se le hacía bastante extraño y agradable a la vez. Pero el no se sentía cómo el héroe que la gente decía, además se notaba que destestaban a la gente del País del Río.

-Yo... La verdad no quiero ir al festín- Bajó la mirada, al punto que su fleco ensombreció su rostro impidiendo ver sus ojos. -Ellos me ven cómo una especie de redentor, pero yo no soy capaz de ir y comer junto a ellos a sabiendas de que desconocen que soy de Taki, siento que no es correcto mantenerlo en secreto pero... Hablé con el posadero, estas personas han sufrido desde la caída de Kusa y si se enteran de mi lugar de origen creo que ya no serían tan amables conmigo ni contigo-

Para Tatsuya se trataba de un asunto de honradez, se sentía mal al ocultarle su procedencia a la gente. Además en el estado en el que se encontraba el jabato no era el más indicado para llevarlo a una cena. Talvez se preocupada de más o talvez no, el no estaba seguro si hacía lo correcto o no, tenía demasiadas dudas y una vez más había caído en el error de pensar demasiado las cosas, pues al final de tanto pensar no hacía nada al respecto.
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#95
El chico de ojos dispares le respondió con un saludo un poco desanimado, al parecer se encontraba preocupado por algo que había sucedido. Se disculpó por no haberle avisado a Kazuma cuando abandonó el hospedaje, pues su pequeño jabalí parecía tener hambre y necesitaba conseguirle algo de comida.

«Shibō… —entendió que aquel era el nombre que el Takanashi le había puesto al cerdito—. ¿Pero qué significa eso?»

El de ojos grises pudo notar que algo andaba mal con el jabato; temblaba y por alguna razón se mostraba enfermo. Aquello era lo que mantenía tan afligido al joven. Se imagino que probablemente ya tendría un buen rato buscando a quien pudiese ayudarle. De cierta manera parecía que Tatsuya también tenía cierto lado infantil e inocente, como los niños que no pueden abandonar a un cachorrito que han encontrado.

No sé mucho sobre cerdos —aunque si había visto a mucho perros en la calle y tenía una idea de que le pasaba—. Puede que sea muy pequeño y que le haga falta la leche materna, o puede ser que necesite alimentarse de algún tipo de hongos en específico.

En varias oportunidades fue testigo de lo que le pasaba a los cachorritos cuando los destetaban o cuando comían cosas inadecuadas. También le había pasado por la mente la posibilidad de que el animalito tuviese rabia, pero con el cariño que su compañero le había tomado, le pareció demasiado cruel el mencionar tal posibilidad.

Yo... La verdad no quiero ir al festín —bajó la mirada, al punto que su fleco ensombreció su rostro impidiendo ver sus ojos—. Ellos me ven como una especie de redentor, pero yo no soy capaz de ir y comer junto a ellos a sabiendas de que desconocen que soy de Taki, siento que no es correcto mantenerlo en secreto pero... Hablé con el posadero, estas personas han sufrido desde la caída de Kusa y si se enteran de mi lugar de origen creo que ya no serían tan amables conmigo ni contigo.

Vale, ya me parecía que cargabas con varias preocupaciones encima —aseguro luego de haber escuchado con atención—. Hum… No sabría decirte si estás siendo honorable o si te estás torturando por una tontería —admitió, pues las dudas del joven de cabello negro estaban más allá de lo entendible por él—. Bueno, ya sabes lo que dicen “Ante un dilema moral, tomad la decisión que menos conflicto os cause”.

En otras circunstancias y con otra persona, quizás hubiese sido más rudo y le hubiese dicho que se comportara como un ninja y dejara a un lado el peso de su moral. Pero el de ojos dispares era una persona que le resultaba agradable y por ello respetaba las dudas que pudiera llegar a tener y las respuestas a las cuales pudiese llegar. Claro, esperaba que aquello no terminara en una especie de revuelta con antorchas, aunque de ser así, igualmente seguiría del lado de su socio espadachín.

Me voy yendo al festín, amigo —al menos uno de ellos tenía que ir. De no ser así, podrían considerarlo una falta de respeto—. Tomate tu tiempo. Si decides no ir… Bueno, ya me inventaré algo para excusarte.

Se despidió con amabilidad y dejo que Tatsuya lidiara con las dudas que solo él mismo podría disipar. Ambos enfrentarían cosas distintas, pero de igual manera seguirían siendo los mismos a la mañana siguiente, cuando el sol se alzara y el día los llevará a continuar tras la pista de algunos misterios pendientes.
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#96
-Muchas gracias Kazuma-san, veré que puedo hacer- Hizo reverencia que era tanto una despedida como un agradecimiento.

Se puso a pensar en lo que dijo Kazuma sobre lo que pudo haberle hecho mal al jabato, pensó en la posibilidad de que incluso tuviera una indigestión o que la fruta hubiera estado podrida hasta que cayó en cuenta de algo "¡Eso es!" El joven se fue corriendo de inmediato de regreso al hostal, cuando llegó se dirigió rápidamente a su habitación y lo primero en lo que puso sus ojos fue en el paquetito de hongos envueltos en hojas. Despúes de repasar sus palabras dedujo que esas setas podrían ayudarle.

"Claro, debí pensarlo antes"

Ahora que recordaba la guarida del jabalí estaba rodeada de esos diminutos hongos rosa de manchitas verdes, quizás le ayudaban a digerir o algo así. Sería normal que construyera su madriguera en un lugar en el que pudiera proveérselos fácilmente a sus crías. Tomó unos cuantos y el jabato casi que por reflejo empezó a comerlos dando suaves bocaditos, estaba totalmente seguro de que eso era lo que le hacía falta.

Después de unos minutos el pequeño Shibō dejó de temblar, parecía estar mejor. Tatsuya lo colocó en una canasta que previamente le había pedido al ama de llaves, le acomodó un cojín adentro y dejó que la criatura se durmiese. Ya tenía un problema menos, ahora sólo le faltaba decidir si iría a la fiesta y sí les diría la verdad a la gente del pueblo. Entonces se recostó en la cama, con los brazos cruzados detrás de su cabeza y mirando fijamente al techo, meditando sobre lo que sería correcto o no.

"Yo ya sabía que ser de Takigakure podría causarme problemas, fue por eso mismo que me vine sin la bandana. Pero ahora que la gente me trata de esa manera me siento extraño." Cerró los ojos por unos momentos y respiró hondo, luego de eso su mente pareció aclararse. "Me estoy mortificando de más, lo mantendré en secreto e iré a la fiesta ya que si no voy o si les digo la verdad de ambas maneras les arruinaré la celebración."

Se levantó entonces pero no planeaba irse así con la ropa que le habían dado en la clínica, se puso a revisar en un armario y encontró un yukata blanco que le pareció lo más adecuado para ir a la celebración. Después de arreglarse miró al pequeño Shibō durmiendo y sonrió, lo dejaría en la habitación mientras el se iba a la fiesta. Partió rumbo a la fiesta ya más animado aunque como siempre nunca podía dejar el ninjatō.

Cuando llegó a la plaza había bastante gente rodeando la hoguera, un grupo de chicas vestidas elegantemente ejecutaban una danza alrededor de esta. El olor de la carne a las brasas inundaba el lugar y no había nubes en el firmamento por lo que las estrellas iluminaban en todo su esplendor aquella noche. Rápidamente intentó localizar a Kazuma entre la multitud, si hubiera tenido que identificarlo sólo por la ropa hubiera tenido problemas, pero aquel cabello blanco era inconfundible.

-¡Kazuma-san!- Lo llamó muy animado y luego corrió hacia él. -Tenías razón, Shibō sólo necesitaba un poco de hongos, se alivió en cuanto le dí un poco de los que recogí en la madriguera- Comentó sonriente. -Además, al final decidí venir, no iba a aguarles la fiesta.- Finalizó.
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RushHablo || Pienso || NarroRush

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#97
El genin se despidió de su compañero y procedió a encaminarse hacia la celebración. Nada más llegar, un montón de gente lo rodeó para hacerle cientos de preguntas. La mayoría hacían referencia a la cosas típicas; que si había tenido miedo, qué tan difícil fue y cómo se desarrolló el combate contra la bestia. A Kazuma le incomodaba un poco ser el centro de atención, pero se aseguraba de mantener un rostro sereno para mostrar a los pobladores.

Entonces cuando todo se cubrió de una neblina rojiza… —Se encontraba relatando su expedición a un grupo de jóvenes que le veían con ojos atentos y curiosos.

¡Kazuma-san! —Escuchó como su le llamaban.

Lo siento chicos, continuaré con la historia más tarde. —Se levantó entre pucheros y lamentos que le hicieron sentir un poco culpable.

Tenías razón, Shibō sólo necesitaba un poco de hongos, se alivió en cuanto le di un poco de los que recogí en la madriguera —comentó sonriente—. Además, al final decidí venir, no iba a aguarles la fiesta.

Me alegra, que el jabato este bien —dijo sonriendo, a pesar de que ya había pensado en comerselo—. También me alegra que hayas decidido venir. Después de tantas penurias mereces pasar un buen rato.

Habría sido un buen momento para sentarse y conversar un poco, pero la fiesta y su animada gente no estaban como para eso. Un grupo de personas bulliciosas los rodeo y los separó, llevándolos a que probaran tal comida o que vieran tal cosa o que les contaran más sobre cómo fue su viaje por el bosque de hongos.

«Supongo que nos veremos luego.» —Ya suponía que la noche nos les dejaría oportunidad de encontrarse calmadamente.

Un grupo de niños tiro a Kazuma de sus ropas, exigiendo que terminara el relato que había comenzado. Llevado por tanta insistencia, se sentó en un banquito y todos los demás se sentaron al frente para poder escucharle. Aquello le recordaba el poco tiempo que pasó en un orfanato y como él y sus compañeros se agolpaban frente a la cuidadora cuando llegaba la hora de los cuentos.

Como les seguía diciendo… —Continuo donde se había quedado e igual que al inicio tuvo cuidado de maquillar las partes más fuertes y perturbadoras.

Luego de un rato los chicos se dispersaron felices y emocionados por semejante cuento. Aquello lo había dejado cansado, pero también bastante satisfecho. Posiblemente aquellos muchachitos quisieran ahora ver al jabato que habían rescatado de la guarida de aquel monstruo. Mientras la celebración continuaba. Kazuma camino un rato, saludando a la gente y respondiendo en la medida de lo posible a sus preguntas. Se podía escuchar a las personas riendo y la música tradicional vibrando.

En cierto punto consiguió la oportunidad de sentarse y descansar un poco, mientras observaba cómo comenzaba el baile de parejas. La mayoría eran adolescentes mayores que él, pero también había ancianos, adultos y gente de su edad disfrutando la romántica melodía. Siempre le había gustado aquel estilo de danza en particular, en especial desde que Naomi le enseñó sobre ella. Mientras veía el ir y venir de los pasos acompasados, un par de sujetos se sentaron a su lado y comenzaron a hablarle de cosas cotidianas mientras le convidaban un vaso cerveza suave.

De pronto, una figura se manifestó ante él, con un yukata rosado sobre el cual caían las trémulas luces que les rodeaban. Se trataba de la muchacha que atendía la posada en donde se estaban quedando. Se quedó observándolo en silencio y aquello hizo creer al Ishimura que probablemente también quería que le contaran la historia.

«¿Sus amigas también?» —No entendía por qué algunas chicas que estaban tras de ella parecían querer disimular su presencia mientras le arrojaba algunas frases alentandola a algo.

La chica extendió de forma delicada su mano hacia el Ishimura, este ya suponía de qué iba el asunto, pero los sujetos que tenía a su lado se adelantaron. Le dieron un empujón para que se levantara y entonces el peliblanco tomo con delicadeza la mano de la joven por sobre la suya. No sabía que decir en aquel momento, así que se limitó a guiarla caballerosamente hacia el circulo donde estaban bailando las parejas.

Los sujetos que estaban junto a él lo despidieron con un choque de sus vasos y con enormes sonrisas que denotaban algún hecho de picardía. Alzaron sus pulgares en señal de ánimo y dejaron que se retiraran.

La pieza era lenta y con muchos compases románticos. Puede que la jovencita no hubiese mediado palabra alguna, pero su sola presencia lograba poner un poco nervioso al Ishimura. Aunque la expresión calmada de su rostro no fuese capaz de traicionarle, el leve rubor que se marcaba en sus mejillas era bastante claro.

«Bueno… Esto no está tan mal, pero no consigo sentirme cómodo con tantas miradas encima.» —Parecía que aquella muchacha tenía muchas amigas, y que cada una de ellas estaba observando su danza desde el exterior del círculo.

En cierto punto la muchacha dejó que su cara descansara sobre el hombro y melena de aquel de ojos grises. Y aunque no sabía por qué, recién en ese momento, estando ya tan cerca, es que Kazuma noto lo frágil y cálida que era y basto con percibir su olor a lilas y la suavidad de su piel para que se le acelerara el corazón.

La jovencita pudo percibir el ritmo de aquello latidos que parecían sincronizarse con la música. En cierto punto alzó su rostro para encontrar los grises luceros del espadachín. Separó sus labios y se acercó a él como si fuera a susurrarle algo, pero justo en ese momento se acabó la pieza. Unas manos tomaron al joven por los hombros y comenzaron jalarle hacia donde estaba la gran hoguera, esto mientras escuchaba que el gran platillo estaba listo. El ruido fue mucho, pero le pareció que escuchar que de la boca de la chica salía la frase “Búscame más tarde”.

Al espadachín lo llevaron hasta una enorme mesa. Se sentó en dicho lugar a esperar aquello que fuesen a traer de comer. Había mucha gente sentada, intercambiando palabras en medio del ánimo. Al otro lado de aquella larga tabla, Kazuma pudo ver sentado a Tatsuya que parecía estar igual de confuso. Pasaron unos cinco minutos y entonces un grupo de ocho hombres llegaron cargando sobre un palanquín algo enorme cubierto por una gran tela.

«¿Y esto?» —Había mucho misterio en el aire.

Los pusieron sobre la mesa y retiraron aquel mantel. Resultaba ser un enorme jabalí, de aproximadamente la mitad del tamaño del que habían enfrentado. Lo más curioso era que la bestia estaba ensartada por un montón de espadas de quién sabe dónde las sacaron. Además estaba rodeada por cientos de diferentes y deliciosos hongos. Era, literalmente, un jabalí con guarnición de hongos y espadas.

«Claro, ya entiendo —dijo luego apreciar la ironía de la situación—. Es el jabalí que cazamos, las espadas que usamos y el bosque de hongos en cual ocurrió todo.»

El Ishimura no pudo evitar reírse con fuerza mientras observaba a su compañero, aquellos aldeanos sí que se habían lucido con eso. El resto de la noche la pasaron comiendo y sin problemas, compartiendo y conociendo a la gente del lugar.

A al día siguiente.

Le despertaron los rayos del sol que entraban por la ventana, lo cual le pareció extraño pues se suponía que era de mañana. Se levantó con dificultad pues le dolía la cabeza, había tomado más cerveza de la que debía. Comprobó su estado y pudo ver que estaba hecho todo un desastre, lo peor era que aún le ardían un poco los tobillos y sentía el torso adormecido.

Ya voy… —Dijo en cuanto escuchó que tocaron la puerta de su habitación.

Abrió y se trataba de la hija del dueño, aquella con la que había bailado durante la fiesta. La muchacha llevaba una bandeja con el desayuno. El peliblanco la dejo pasar para que acomodará aquello. Cuando se asomó al patio fue que cayó en cuenta de que ya había pasado el mediodía. La muchacha se quedó observándole bastante sonrojada y luego, en silencio, procedió a marcharse. Antes de irse, mostró disimuladamente un pequeño moretón en su delicado cuello. Aquello provocó algo en Kazuma, que se dirigió a un espejo cercano para comprobar algo.

¡Caray! —exclamó al notar que no tenía la parte de arriba de su vestimenta, aunque lo que más le impresionó fue la serie de moretones que subían desde su abdomen, por encima de la venda, hasta su cuello y el olor a lilas que emanaba de su piel—. Ya me acuerdo… —Sí, recordó que cuando se estaba retirando a descansar aquella muchacha lo tomó por sorpresa y lo arrastró hasta el templo del pueblo, lugar que estaba solo. Ahí se quedaron a pasar un tiempo de calidez, aunque aquello aún lo tenía un poco borroso.

Se acomodó lo más que pudo y salió de su habitación, no sin antes ponerse su bandana en el cuello para cubrir aquellos moretones… Preciosa pasión la de la juventud.

Tatsuya —dio tres golpecitos a la puerta—. Recuerda que hoy tenemos que ir a ver al herborista.
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#98
Ni tiempo le dió a platicar un poco más con su homólogo de Uzushiogakure pues rápidamente los aldeanos se los llevaron secuestrados, literalmente, para ir a festejar. El ninja de Taki no sabía cómo reaccionar ante tal jolgorio, el ambiente le recordó a la fiesta de año nuevo a los pies del Árbol Sagrado, en aquella ocasión ni siquiera pudo comer decentemente pues se armó un gran alboroto. Aún recuerda cuando dejó a aquel chunin estampado en el piso, de seguro le debió haber salido un gran chichón, así que ahora no planeaba repetir ese suceso, llevaría la fiesta en paz.

Una vez más los niños se le acercaron, exigiendo ver al jabato, pero aunque le doliera tuvo que decirles que no lo llevaba con él. El grupito se desilusionó mucho y se fueron, algunos hasta mostrando cara de puchero. Luego de eso hubo momentos de baile, de poesía, de dramatización y demás actividades, hasta que llegó el momento más esperado de la noche: El Banquete.

Aquello más que un platillo parecía una obra de arte, bueno, algunos creen que la cocina es un arte. Lo cierto es que la presentación de aquel jabalí clavado con espadas y rodeado de hongos era magnífica, tanto que al Takanashi casi le da pena comérselo, pero desperdiciarlo sería mucho peor. Pronto escuchó a Kazuma carcajearse desde la otra punta de la mesa, Tatsuya no entendía el porqué, pero terminó contagiándose de esa misma risa.

-¡Ajá!, así que viniste- Lo sorprendió el posadero. -Este es el jabalí mas grande que encontramos, lástima que no nos trajeron el que ustedes cazaron- Dijo para seguidamente empezar a reír.

-Aquel monstruo no creo que haya sido muy comestible que se diga- Se refería a que con esa sangre negra y esa espuma amarilla quizás se hubieran enfermado.

-¿Eh?, no importa ya, tú sólo disfruta igual que tu amigo- Volteó señalando a Kazuma con la mirada.

Tatsuya tenía un hambre voraz, pero antes de que pudiera comer una joven puso un pie en la mesa, inmediatamente la reconoció como la doctora del pueblo. Aquella mujer hizo una propuesta interesante, un concurso de a ver quién come más en el menor tiempo posible, los presentes de inmediato le dijeron al de Taki que participase. Él no tenía ningún motivo para no intentarlo, así que se puso en posición junto a varios hombres, algunos gordos y otros bastante musculosos.

-Sólo les advierto una cosa, no quiero que me vengan a chillar por dolor de estómago mañana por la mañana a la clínica- Afirmó la médica, parecía tener un temperamento bastante aguerrido y jovial. -Si aún están dispuestos a entrarle pues es bajo su cuenta y riesgo, así que... A la una, a las dos, ¡A LAS TRES!- Anunció el inicio de la competición.

Aquella noche Tatsuya comió como nunca lo había hecho en su vida, luego de pasar hambruna durante esos últimos tres días devoró tanta carne que casi sentía que el estómago le iba a reventar. No importó nada más, unos se indigestaron y otros vomitaron, al final el ganador indiscutible fue el ninja de ojos bicolor. El sólo quería comer, salir victorioso del concurso fue sólo un plus...

Luego de aquello lo único que deseaba era volver al hostal para dormir, estaba extremadamente cansado. No logró divisar a Kazuma luego de aquello, así que decidió regresar sólo. "Quizás él quiso seguir festejando, ya volverá, pero yo me muero de sueño." Cuando llegó a sus aposentos no se molestó en cambiarse de ropa o preparar la cama, se tiró planchado sobre el colchón y se quedó dormido casi al instante, durmió como una piedra. Ya no tuvo pesadillas aterradoras, en vez de eso soñó con las caras de los aldeanos, las caras de los niños, se sentía feliz, había logrado ayudar de alguna manera a toda esa gente.

Se despertó a media mañana tipo 9, al darse cuenta de la hora quiso arreglarse rápido pensando que se había levantado muy tarde. Al salir de su cuarto se topó con el dueño, este le informó que Kazuma aún no se despertaba. Tatsuya entonces consideró que sería mejor dejarlo descansar más tiempo, además aprovechó para decirle al dueño que no iba a desayunar, después de la gran hartada que se dió la noche anterior aún seguía con el estómago lleno. Se regresó a su habitación y no tuvo más opción que esperar a que su compañero despertara, pasaron unas cuantas horas hasta que escuchó como llamaban a su puerta, se trataba justamente del Ishimura. Estaba a punto de dormirse de nuevo, menos mal el ninja de Uzushio llegó para que eso no ocurriese, así Tatsuya sólo tuvo que ir a abrir la puerta.

-Buenos días- Kazuma vería que su compañero ya se había arreglado. -Ya me encontraba listo para salir desde hace unas horas, únicamente estaba esperando a que te despertases, parece que te desvelaste mucho el día ayer- Rió un poco.
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#99
Buenos días —Kazuma vería que su compañero ya se había arreglado—.Ya me encontraba listo para salir desde hace unas horas, únicamente estaba esperando a que te despertases, parece que te desvelaste mucho el día ayer. —Rió un poco.

Buenos días —contesto primero—. Si… Disculpa por eso, es que me fui a dormir muy tarde —observó a su compañero y noto que efectivamente ya estaba listo—.Ya averigüe donde vive el herborista, así que pongámonos en marcha.

Con la seguridad de que su compañero le seguiría, Kazuma se puso en marcha hacia donde le aseguraban que encontrarían a aquel sabio del bosque.

Un camino de tierra le llevó hasta las afueras del pueblo a un sitio con bastantes árboles y con pocas o ninguna señal de que estaba habitado. Camino durante un rato, hasta que dio con un sendero que llevaba hacia un viejo edificio. Al acercarse más, se pudo notar que era una estructura vieja y un poco descuida. Contrastaba mucho con el impecablemente y cuidado jardín que le rodeaba y el gran invernadero que estaba a unos diez metros de la misma. Aquello parecía la guarida de un ermitaño y por lo que había escuchado, al susodicho experto no le agradaba mucho la gente.

Tocare a ver —dijo Kazuma, que luego se acercó hasta la puerta—. Buenas, buscamos el herborista. —Exclamó luego de darle tres golpecitos en la vieja madera.

¡Ya voy! ¡Y les he dicho un millón de veces que soy un micólogo y no un jodido herborista!—Gritó una voz ronca. Luego la puerta se abrió lentamente, dejando ver a un anciano bajito y de semblante gruñón—. ¿Quiénes son y que quieren?
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Luego del saludo ambos partieron rumbo a la casa del mentado herborista, Tatsuya llevaba con la correa al jabato como sí fuera un perro, aunque pronto terminó cargándolo pues le resultaba incómodo estarlo jalando cada que Shibō quería olfatear algo. Llegaron pronto a una humilde casita en la periferia del pueblo, un poco descuidada pero una casa al final de cuentas. Kazuma fue el primero en tomar la iniciativa y llamó a la puerta, recibiendo una respuesta casi inmediata.

¡Ya voy! ¡Y les he dicho un millón de veces que soy un micólogo y no un jodido herborista!—Gritó una voz ronca. Luego la puerta se abrió lentamente, dejando ver a un anciano bajito y de semblante gruñón—. ¿Quiénes son y que quieren?

Tatsuya se puso un poco nervioso ante la agresividad con la que los inquiría el anciano. Pero no era su culpa haberlo confundido pues los demás habitantes les habian dicho que era un herborista. Inmediatamente se dispuso a remediarlo, caminó un poco y se inclinó en señal de disculpas.

-Perdón por la confusión señor, fue un malentendido.- Le dijo. -Mi nombre es Takanashi Tatsuya y mi acompañante es Ishimura Kazuma, hemos venido buscando su ayuda-

No sabía por dónde empezar, estaba el asunto del salpullido, de la tierra muerta, de los misterioso escritos en la cabaña. Eran demasiadas cosas al respecto que no hallaba como decirlo y el rostro del anciano lucía impaciente. Pensó que lo más indicado era únicamente mencionar el asunto de manera superficial.

-Señor, hay unos hongos extraños que hemos traído para que usted los analice- Dijo a secas -Hablamos con la médico del pueblo y ella nos dijo que nunca antes había visto esa especie de hongos-

Esperó entonces a que el micólogo les dijera si aceptaría ayudarlos o no, era su última esperanza de saber que es lo que ocurrió y si se negaba ya no habría más que hacer. Volteó a ver a Kazuma, talves si él le enseñaba los hongos podrían hacer que el viejo se interesara en el asunto, pues Tatsuya dudaba que sus palabras surtieran efecto considerando lo amargado que lucía el sujeto.
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Ante la mala actitud del anciano, el de ojos dispares se limitó a ser concreto y a resumir el motivo de su visita. Sin embargo, no parecía que fuera a ser convencido por el simple hecho de que encontraron un hongo extraño. Kazuma pudo ver que planeaba cerrarles la puerta en la cara por molestarle con tal minucia. Así que recurrió a sacar de su bolso el frasco con hongos que se habían llevado de la cabaña abandonada.

¡Son estos, miré! —Exclamó antes de perder su única oportunidad, mientras en sus manos se agitaba la botella.

Por lo dioses del bosque… Lo veo y no me lo creo —sus ojos se abrieron de par en par cuando observó el contenido—. Vengan, pasen, deprisa.

La reacción de aquel experto no vaticinaba nada bueno. Ambos muchacho tuvieron que entrar rápidamente a la casa. El anciano arrebato la botella de las manos del peliblanco y luego la llevó hasta una mesa donde la colocó bajo una luz blanca. Se le veía en extremo preocupado mientras le examinaba con la lupa.

Parece que se trata de algo peligroso —Le comentó al Takanashi mientras esperaban de pie.

El micólogo abrió el frasco con extremo cuidado y retiro con una pinza uno de los hongos. Lo colocó bajo la luz y procedió a hacerle una serie de pruebas, cortés y similares. En todo momento trataba a aquel pequeño níscalo como si fuera un mortal escorpión con el que estaba luchando. Así continuó durante una media hora, un tiempo en el cual se olvido que había dos personas más acompañándolo en la sala.

Tsk, tsk… Demonios —chasqueo la lengua con extrema frustración—. ¿Dónde han encontrado estos hongos? —Preguntó mientras se giraba hacia los chicos que tenían ya un buen rato ahí.

Espere… Primero díganos qué son esas zetas tan extrañas y por qué le han alarmado tanto.

El anciano los miró con un poco de desdén, como si los considerara demasiado infantiles como para que comprendieran la magnitud de lo que se les iba a explicar. Sin embargo, era consciente de que si no les contaba lo que sabía, ellos tampoco le soltarían la información que necesitaba. Camino hacia un escritorio y luego encendió una pipa larga y delgada. Le dio una profunda calada y aquello pareció relajarlo mucho, al menos lo suficiente como para responder adecuadamente.

De acuerdo —se recostó en una mecedora cercana para estar más cómodo—. Escuchen con atención, niños.

»Lo que me han traído es una variedad de setas conocidas como Onikin u “Oro de los demonios” —el nombre en sí provocaba una mala sensación—. Su nombre se debe a lo terrible de sus propiedades; Primeramente solo crecen en lugares con mucha vida, se alimentan de la misma y se reproducen hasta que ya no queda nada que matar, además son en extremo resistentes —recordaron las extrañas condiciones de la choza y sus alrededores—. Son en extremo tóxicas… Cuando algún organismo vivo las consume muere por los efectos de las mismas, a menos que… A menos que sobreviva el tiempo suficiente como para sentir los efectos secundarios; El animal o persona se ve drogada mientras manifiesta un rápido deterioro físico y mental. Y sus habilidades físicas se ven casi tan incrementadas como su violencia y siguen aumentando hasta que el cuerpo no lo soporta y muere.

El anciano se levantó lentamente, como si lo terrible de sus palabras le hubiese cansado. Abrió un baúl cercano, de donde extrajo un pequeño frasco con un líquido ambarino donde flotaba un hongo casi idéntico al que habían llevado con ellos.

Este fue una muestra que me dejó mi padre —aseguro enseñándoles el frasco—. Hace unos cien años los Onikin estuvieron a punto de arrasar con el bosque de hongos, pero con la ayuda de Kusagakure se pudo evitar —dio una larga calada y les miró con preocupación—. Ahora temo que hayan regresado.

Puede que lo que sepamos le sirva de algo —Dijo Kazuma—.Vera… Entramos al bosque de hongos con la finalidad de dar caza a un jabalí que se había vuelto loco. Lo extraño es que era mucho más grande y agresivo de lo que se pudiera esperar. Además, su cuerpo parecía estarse descomponiendo en vida y aun si mostraba tener una fuerza y resistencia brutales.

Se quedó pensando en aquello y dejó que su compañero le terminara de contar el resto, la choza y sus alrededores, lo que encontraron y aquel misterioso diario.
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El anciano los invitó a pasar rápidamente pero no les prestó mayor atención a los dos shinobis, se concentró única y exclusivamente a analizar los hongos, parte por parte. Ambos tuvieron que quedarse parados porque no les había dado un lugar para sentarse siquiera. Kazuma se limitó a hacer un comentario al respecto mientras Tatsuya movía el pie nervioso, entre más tiempo pasaba más preocupado lucía el hombre.

"Está tardando demasiado"

Cuando por fin accedió a contarles lo sucedido Tatsuya se sorprendió, aquellos hongos eran una especie de parásitos muy peligrosos, y su mayor temor era que existiera de nuevo una plaga. A los que los probaran les esperaba un final horrible, o morían rápido o su agonía se alargaba sólo para sufrir aún más antes de perecer. Además si lo que decía era cierto quizás el jabalí gigante comió parte de los hongos, por ahora Tatsuya sólo esperaba que fuera algo superficial lo del salpullido, porque si no estaban en problemas. Así pues el de Taki quiso continuar el relato de Kazuma.

-Tal y como dijo mi compañero nos enfrentamos al jabalí gigante y lo vencimos- Respiró un poco, quería expresarlo de la manera correcta. -Luego de ello encontramos un claro en el bosque, donde toda la vegetación y los insectos que se encontraban en el área habian muerto, hasta la tierra estaba muerta- Le daba terror acordarse de ello.

-Pero... Además encontramos una cabaña en medio de ese claro, no parecía para nada vieja, al contrario, estaba nueva e impecable- Era sumamente extraño que alguien quisiera vivir rodeado de tanta muerte. -Dentro de la choza encontramos el cadáver de una mujer- Tatsuya creyó ver que el anciano hizo una mueca al mencionar esto. -No sabemos comó murio exactamente, pero tenía una herida hecha probablemente por un colmillo del jabalí al que nos enfrentamos, y esos hongos crecieron en su herida-

»-Al parecer esa mujer tenía varios recipientes con hongos cómo los que usted tiene aquí, de hecho nosotros tómamos ese frasco de una estantería que ella tenía en la choza- Guardo unos segundos de silencio, creía que se le estaba olvidando algo... Hasta que su mente se iluminó. -¡Ah sí ahora recuerdo! Encontramos un diario pero no logramos descifrar su contenido, una bestia parecía querer atacarnos y no nos dió tiempo a examinarlo detalladamente-

A pesar de la información dada por el hombre explicaba el porqué de la locura de la bestia y de la zona de muerta no lograba comprender lo que vivió en la cabaña. No encontraba una razón lógica para que alguien en su sano juicio fuera a un lugar tan peligroso y menos que tuviera almacenado un especimen tan peligroso cómo lo eran aquellos hongos. A menos claro que la tipa en cuestión no estuviera del todo cuerda, pero por la reacción que tuvo el anciano el sí parecía saberlo.
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El genin de Takigakure continuo en donde se había quedado su compañero, relatando en detalle todo lo que había ocurrido. A medida que el relato avanzaba, la preocupación se iba marcando cada vez más en el duro rostro de aquel anciano.

La situación parece ser mucho más grave de lo que pensé… Me gustaría saber con exactitud qué es lo que sucede, pero no tenemos más información.

Quizás esto nos revele la verdad —de su bolso sacó el diario que habían encontrado en el bosque—. Lo tomé pensando que quizás alguien de por aquí podría descifrarlo.

Kazuma le acercó el cuaderno y el anciano lo tomo con cuidado. Se devolvió hacia su mecedora y se quedó contemplando aquel escrito, como si dudara sobre abrirlo y leer su contenido. Al final su sentido del deber pudo más que el mal presentimiento que lo embargaba. Destapó el libro y comenzó a examinar su contenido.

Y bien ¿Qué dice? —No pudo contener su necesidad de preguntar cuando vio los cambiantes gestos del anciano.

Está en un lenguaje técnico que solo usan los entendidos en materias biológicas —de pronto parecía mucho más cansado y anciano—. En este pueblo solo hay dos personas que utilizan dicho lenguaje; Uno soy yo y la otra es Takahime Hitomi, mi alumna.

Espere… Entonces, la mujer que encontramos en la cabaña era su aprendiz. —Le costaba creer aquello.

Eso me temo… —Su pesar era notable y abrumador.

Por un instante el viejo ermitaño cerró el diario, como si la verdad que se le estaba presentando fuese demasiado para su viejo corazón. Incluso sostener aquel manuscrito parecía causarle dolor, pero necesitaba recomponerse. Había un peligro que potencialmente amenazaba a toda la región y ahora que no contaban con la ayuda de Kusagakure, él era el único que podía hacer algo al respecto. Por el bien del pueblo y sus habitantes, tendría que sobreponer su deber a sus sentimientos.

Debemos saber qué fue lo que pasó. —Sentenció el Ishimura, mientras el anciano se resignaba a exponer lo registrado en el diario.


Llevo ya unos años estudiando micología bajo la tutela del ilustre Naoki Sentaro, guardián del conocimiento oculto del bosque de hongos. Desde el inicio mi meta fue adquirir una vasta cantidad de conocimientos y habilidades, que me permitieran aumentar de manera drástica la calidad de vida y recursos de los habitantes de la región. Lamentablemente, para nuestra completa desgracia, la aldea oculta de la hierba fue destruida en un misterioso incidente, con lo cual hemos perdido nuestra única defensa... Un posible conflicto se muestra en el horizonte y encuentro que estamos indefensos… Necesito hallar una forma de protegerlos a todos… Lo considero como mi deber.

He volcado todo mi tiempo y esfuerzo al estudio de determinada rama de organismos fungidos, más específicamente a aquellos que tengan potencial como amplificadores físicos. Tengo la certeza de que si pudiera sintetizar un compuesto superior al de las píldoras de soldados, podríamos aliarnos con alguna potencia y suministrarles armamento a cambio de protección. Por supuesto, crear dicha super píldora seria el primer paso, luego estaría trabajar en su eficacia y producción en masa… Tengo fe en que podremos lograrlo.

Mi investigación ha avanzado mucho; He creado variedad de muestras con efectos deseable. Algunas mejoran el sistema inmunológico y otras aumentan la resistencia y el aguante. Sin embargo, no son nada lejano a productos ya conocidos. Necesito mejorar su duración y efectividad, a la vez que reduzco el margen para la aparición de efectos secundarios.

He llegado a un enorme callejón sin salida; He desarrollado más de una docena de compuestos que mejoran el rendimiento físico, pero sus efectos siguen sin tener la fuerza y duración que necesito. He estado experimentando con pequeños primates y cerdos, que son los que biológicamente más se asemejan a un humano. Logre comprimir todos los compuestos en una sola cápsula, pero una vez ingeridos se anulan mutuamente y hacen estragos en el metabolismo de los seres vivos.

He hecho un pequeño avance; He descubierto que los hongos del tipo parasitarios y de efectos psicotrópicos son eficaces condensadores de mis compuestos artificiales. Pero sería una mentira el decir que he logrado cultivar un portador aceptable. He probado con cada especie de fungido a mi disposición y ninguno tiene la resistencia o agresividad necesaria para soportar el cultivo. Si pudiera encontrar alguno con la suficiente resistencia y facilidad de cultivo… Bueno, tendría un buen punto de apoyo para mi investigación.

Estoy a punto de rendirme ante mis constantes fracasos, pues hace tiempo que no logro avance alguno y mis conocimiento han alcanzado su límite. En mi desesperación he recurrido de forma discreta al ancestral conocimiento de mi pueblo y a la comprobada sabiduría de mi maestro… Espero poder encontrar algo que me ayude a continuar.

Puede que solo sea una vaga esperanza, pero he encontrado algo: Registros de hace unos cien años describen una especie de hongo de extraordinarias cualidades. Casi imposible de erradicar y capaz de asimilar casi cualquier forma de vida para sustentarse a sí mismo. Sin embargo… Su mera existencia representó el casi exterminio de toda la región y mi propio maestro lo ha confirmado. Tengo miedo de acercarme a algo a lo que le llaman como “El oro de los demonios” pero... ¿Qué otra opción tengo?

He logrado hacerme con una muestra de los Onikin, pero he tenido que pagar un alto precio. La he robado de mi maestro, que la guardaba celosamente para su estudio y no para su cultivo. A pesar de tener unas diez décadas el espécimen se ve en excelentes condiciones. Espero que sea el rayo de esperanza que busco, pues para poder continuar con mi investigación he tenido que abandonar el pueblo y a la gente que amo. Pero si he de hacer un pacto con un "demonio" para poder protegerlos, que así sea…

El bosque es un lugar peligroso, lo que dificulta el trabajo de laboratorio. Por suerte, he encontrado a un aliado prometedor. Asegura ser un ninja sobreviviente de Kusa que comparte mi creencia de que ahora más que nunca necesitamos con qué defendernos. Resulta ser un Shinobi curtido y experimentado que tiene amplios conocimientos de biología celular… Ha prometido ayudarme a alcanzar mi meta y protegerme de los peligros del entorno.

Se levantó un laboratorio en medio del bosque y procedimos a comenzar el inmediato estudio de los Onikin. Resulta aterrado lo fuerte del organismo; Una muestra con más de un siglo, trasplantada a tierra cualquiera, no tardó en desarrollarse y expandirse. Estando conscientes de lo agresivo y prolifero del organismo, se creó una barrera de sellado en el perímetro del laboratorio para su contención y estudio.

Estos organismos son extraordinarios y a la vez aterradores; Se tuvo que triplicar el refuerzo de la barrera en cuanto se multiplicaron. También tuvimos que comenzar a usar equipo de protección de alto nivel pues resultaban bastante nocivos para la piel. Por lo visto las leyendas son ciertas; se expanden alimentándose de la vida y dejando una zona de muerte absoluta a su paso… Parecen ser el némesis de cualquier otra forma de vida.

Por fin hemos logrado resultados, algunos alentadores y otros no tanto. Después de alimentar a estos hongos negros con mis propios cultivos durante un tiempo, han empezado a asimilar el producto a su propia estructura biológica. En algunos he notado una especie de mutación, mediante la cual las generaciones posteriores nacen con las modificaciones y proceden a consumir a aquellos del viejo cultivo.

La nueva generación es impresionante; Nacen de manera natural con las modificaciones artificiales que se les hizo a los primeros especímenes. Esto ha traído dos efectos; El primero es que se tuvo que reforzar con material físico la barrera, pues se corría el riesgo de expansión ya que dejaron de producir esporas para comportarse de manera parasitaria y procrear mediante el contacto directo. Lo otro es que se han vuelto tan potentes que las pequeñas criaturas con las que experimentamos son incapaces de soportar los efectos iniciales, que aunque son los deseados, resultan demasiado agresivos y destructivos con el cuerpo.

Hemos comenzado a experimentar con distinta formas de vida del bosque. Al incrementar el tamaño de los sujetos de prueba, aumentaba la resistencia a la toxina y a los potenciadores. Sin embargo, el efecto resulta cuando menos indeseable para los humanos. Los efectos positivos se manifiestan unas pocas horas y luego viene una degeneración masiva de las capacidades físicas y mentales.

Finalmente dimos con el que promete ser el espécimen perfecto; Una especie de jabalí nativa de la región. Se alimenta de un tipo muy particular de hongos que tiene efectos extraordinarios en su cuerpo. Resulta ser prácticamente inmune a cualquier veneno o toxina. Analizamos el hígado y riñones de una hembra a la cual le dimos de comer varios de los Onikin. El resultado fue un daño mínimo y una potenciación máxima.

Mejoramos la cría de nuestros hongos y comenzamos a suministrarlos a un buen espécimen de jabalí manchado. Hemos seguido el tratamiento por dos semanas, y el resultado ha sido sorprendente. Parece ignorar la letalidad inicial del suplemento para luego dar señales de todas los dopantes añadidos. Como punto negativo, su nivel de violencia y ferocidad han aumentado en extremo y ha comenzado a mostrar señales de deterioro “mental”.

Siento que estoy más cerca que nunca de mi meta. He estado cultivando, en otro sitio, mi propia cepa de aquello hongos filtradores que consume el jabalí. Con un poco más de trabajo podría desarrollar algo decente. Combinado un compuesto anti toxinas y los hongos potenciadores, puedo crear algo capaz de protegernos. Mi compañero también parece satisfecho con el rumbo que llevamos, aunque en varias oportunidades me ha mencionado la posibilidad de crear un arma biológica de gran escala… Ante mi desacuerdo ha abandonado el tema.

Algo ha salido terriblemente mal… El sujeto de pruebas "uno" se ha salido de control y atacado el laboratorio. Parece haberse vuelto lo suficientemente fuerte como para ignorar la barrera creada por mi compañero, del cual hace horas que no tengo noticias. Al parecer la bestia se ha vuelto adicta a nuestro hongos y los necesita para mantener su estado potenciado… He resultado herida en su ataque inicial y voy perdiendo la conciencia mientras escribo. Me he descuidado y al caer al suelo y he sido infectada por mis propias creaciones… Ni siquiera puedo sangrar, pues estos parásitos consumen mi sangre antes de que brote por mi herida. Es curioso que en los que son mis últimos momentos solo piense en todo aquello que he dejado atrás. Espero que mi colega salve mi investigación y continúe con ella, pues aun ahora creo que es nuestra única esperanza… Maestro… Disculpe a su caprichosa y arrogante alumna…

Con aquello y con lágrimas en los ojos, el anciano concluyó la cita y cerró el libro.
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-No... No puede ser- Sus ojos mostraban una incredulidad total.

Parecía una novela de ficción, la búsqueda de una salvación terminó por convertirse en un experimento fallido que dió origen a un monstruo aberrante. Pero las lágrimas del hombre no parecían ser falsas, por un momento Tatsuya abrazó al jabato fuertemente pues empatizó con la tristeza del hombre, quería animarlo, quería decir algo pero sabía que nada que le dijera podría aliviar el dolor de ese hombre. Su alumna sólo deseaba ayudar, pero la tragedia se cirnió sobre ella.

-Yo...- No dijo nada más, se quedo un momento en silencio, no era la hora ni el lugar de entristecerse aunque él claramente estaba acongojado por la historia. Resopló, para luego alzar la mirada con los ojos vidriosos y tratar de mantener la compostura ante los hechos. -Tenemos un nuevo problema entre las manos-

»Estos hongos no son cómo los que enfrentaron hace cien años, son mucho peor- Afirmó pesadamente. -No sólo acabaran con la vida del Bosque de Hongos, si mas bestias consumen del Oro de los Demonios estaremos ante una plaga de monstruos infernales-

Tatsuya estaba extremadamente alarmado, él y Kazuma a pesar de ser ninjas habían tenido problemas para pelear con un sólo jabalí, si otro tipo de bestias aparecian los aldeanos no tendrían manera de defenderse sólos. Pero aún había un par de detalles al respecto, uno era el otro tipo que estaba envuelto en la investigación, cuyo paradero era desconocido y el otro asunto era el de la hembra mencionada en el diario, le parecía algo muy extraño.

-¿Tiene usted idea de quién pudo haber ayudado a su alumna?.. Esta claro que era un ninja, pero que fuera de Kusa puedo ponerlo en duda... No, ni eso, nadie de Kusagakure pudo haber sobrevivido, los de Takigakure hubieran sido los primeros en enterarse.-

Si había alguien ahí afuera con conocimientos de esos hongos significaba que el problema aún no había acabado, no se necesitaba ser un genio para darse cuenta de que tarde o temprano ese alguien podría volver a causar estragos. Bastaba un poco de sentido común para pensar que aunque eliminaran la recién iniciada plaga en un futuro no muy lejano ese alguien intentaría de nuevo usar los hongos para sus fines, además, el hecho de mencionar "armas biológicas" le daba mucho en que pensar a Tatsuya.
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El ambiente en la cabaña se había tornado en extremo depresivo y sobrecogedor. Sin duda era una tragedia en la cual se habían involucrado, pero ahora que sabían todo aquello no había forma en que simplemente pudieran dejar las cosas así. Al menos Kazuma lo sentia asi, bien podria simplemente largarse, pero no era su su estilo el huir de los problemas.

No… Hitomi jamás me habló de alguien que pudiera ayudarle con algo como lo que hacía —aseguro con pesar—. Y pensar que estaba llevando aquella carga tan terrible y yo jamás me di cuenta de ello… He fracasado como maestro.

Es lamentable… Pero no tenemos tiempo que perder, la región entera corre peligro. —Tan frío como pudiese sonar, el Ishimura tenía razón, lo más importante era encarar el peligro que se les cernía encima.

»Dígame ¿Cómo detuvieron los hongos hace cien años? —Exigió saber el joven.

El guardián del bosque y los ninjas de Kusagakure utilizaron un fuinjutsu especial a gran escala que les permitió matar a los hongos… Temiendo que los Onikin pudiesen reaparecer, mi padre dejó una copia del sello que utilizaron.

El anciano se levantó y caminó hacia el centro de la habitación. Quito una pesada alfombra y dejó ver lo que parecía una especie de trampilla. Quito varios seguros y abrió una gran cerradura, para luego sumergir sus manos en aquel agujero oscuro. De aquel sitio sacó un enorme y pesado pergamino de aspecto muy antiguo.

Aquí está… —señaló jadeante el manuscrito—. La última vez se necesitaron decenas de personas para sellar una amplia extensión de bosque, pero si se trata de un sitio pequeño como el que describen bastaría conmigo, estoy seguro.

Entiendo ¿Qué necesitaría para llevar a cabo el sellado?

Necesito estar quieto en el sitio y concentrarme para poder realizar la “purificación” —el anciano podía entender la preocupación de los jóvenes—. Además necesito algunas horas para estudiar el contenido del diario y hacerme una idea de contra que me enfrento y preparar contramedidas adecuadas y también unos minutos para analizar la barrera y saber si la puedo utilizar a mi favor. Solo quedaría…

Ya se… —dijo calmada y resignadamente el Ishimura—. Es casi seguro que la zona está rodeada de animales intoxicados y necesitaría de alguien para que lo escolte y lo proteja mientras termina su trabajo.

»Usted concéntrense en detener aquel peligro y yo lo protegeré. —Había hablado solo si mismo, pues consideraba injusto el involucrar a Tatsuya hablando por él y hacerlo volver a aquel terrible sitio.

Estaré listo para mañana al amanecer. —Aseguró el anciano.

Bien, lo mejor será que salgamos temprano y discretamente. —Lo que menos necesitaba la gente del pueblo que es su felicidad reciente fuera arrebatada por el peligro de un mal olvidado.
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