Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
¿Sabéis esa sensación que recorre el cuerpo al tocar una gelatina sin esperar que ésta sea tan "gelatinosa"? Pues no es nada en comparación a cuando intentas por todos los medios alcanzar un objetivo, y éste objetivo parece ir en un ferrari mientras que tu vas en un cuatro latas.

Nada de queja al cuatro latas, el pobrecito es un buen coche y tal, pero vamos que no está a la altura del otro.

El tiempo pasaba, y la kunoichi no veía a su alcance su meta. Necesitaba una manera efectiva de logar mantener a su madre, además de lograr darle una paliza a su padrastro y a toda su banda. Por más vueltas que daba al asunto, no hallaba solución fácil. La normal o difícil era la mas visible, hacer misiones hasta deslomarse. Pero esa solución no iba a ser rápida, y día a día su madre sufriría a ese desvergonzado hijo de mil perras, a saber porqué. Katomi ya no vivía bajo ese techo, no lograba entender el porqué aún continuaba allí, sufriendo palizas diarias.

Tiempo atrás la chica había oído acerca de una ciudad en la que los negocios prosperaban rápidamente, pero que tenían una sola pega, no eran el mejor y mas bonito de los negocios. Desde la venta de alcohol a jóvenes hasta prostíbulos, todo tipo de negocios realmente mal mirados, pero de buenas recompensas monetarias.

Con eso en la cabeza, no dudó un solo instante en ir a visitar ese sitio. La ciudad era llamada Tanzaku Gai, del país del fuego, y además residencia del señor feudal. Podía servirle como expedición turística además de viaje de negocios. Evidentemente, por el momento no podía invertir en ninguno, aún debía sacar algo mas de dinero. Pero un imperio no se hace de la noche a la mañana, solo debía ser paciente, y no perder la constancia. Esa es la clave para todo en ésta vida, la constancia y la determinación.

Con preguntar a unos cuantos negocios cuanto fue el valor al que lo adquirieron, podría sacar una media de valores, y obtener el precio medio de un buen negocio en esa ciudad. Ahora, eso sí, quizás debería guardar la bandana, y cambiar un poco mi apariencia con el henge no jutsu. Bueno, la apariencia quizás es lo de menos, con una mirada intensa, y unas palabras metódicas, creo que es suficiente.

Y así actuó, se guardó la banda metálica que la identificaba como genin entre las ropas, y se adentró en una urbe desconocida. Su aspecto no era lo que más destacaba en ella, su pelo blanco casi pasaba desapercibido. Entre tanto turista, lo raro era hacerla destacar a ella. Sin embargo, ella no buscaba los sitios mas bonitos, o las mejores compañías femeninas. Eso era quizás lo que la hacía destacar en aquél lugar.

Miraba hacia todos lados, aunque no de manera frenética, mantenía la templanza.

Al cabo de un instante, observó un bar bastante concurrido. Ése podía ser el sitio perfecto para empezar su aventura. A decir verdad, casi parecía haber demasiada gente, a mitad de camino se detuvo, y quedó observando ese sitio con detenimiento. Estaba casi segura, pero le faltaba un último empujoncito, o simplemente esperar a que no hubiese tanta gente. Interrumpir al dueño del bar para preguntarle tonterías podía ser una mala idea.
Responder
#2
Allí se encontraba Riko, en plena capital del país del fuego, Tanzaku Gai, una de las grandes urbes del mundo, que con creces se había ganado este título. Un enorme número de personas recorría la ciudad en calidad de turista, paseando por toda ella, entrando a cada uno de los sitios emblemáticos, que, realmente, eran bastantes en aquella ciudad.

Pero, siendo sinceros, mucha más gente se dedicaba a ''divertirse'' un poco, los bares, prostíbulos y demás negocios de esta clase eran una de las grandes atracciones turísticas de la ciudad, y la gran mayoría estaban siempre hasta arriba sin importar mucho la hora que fuera. Y sí, por estas calles era por las que, sin saber muy bien por qué, el rastas había decidido dar una pequeña vuelta, y así conocer la ciudad en su totalidad, ¿quién sabía cuando iba a poder volver allí?

Con su bandana al cuello, que con todo lo que le había costado conseguirla, no se la iba a estar quitando cada dos por tres, su kimono y sus rastas recogidas en una coleta, el muchacho buscaba un bar en el que poder tomar algo tranquilamente, ya que el hambre estaba comenzando a aparecer. La idea de ''tranquilamente'' la desechó en cuanto se dio cuenta de la cantidad de gente que había, y entonces, decidió entrar al bar que estuviera más lleno, para llamar menos la atención, aunque eso era algo complicado.

No se dio cuenta de que la persona que caminaba justo delante de él, se frenó en seco, por lo que, irremediablemente, el genin de Uzushio se la llevó por delante, cayendo los dos estrepitosamente al suelo. Riko se levantó con agilidad, y le ofreció la mano a la muchacha que aún se encontraba en el suelo.

Perdóname, has frenado tan bruscamente y yo iba tan a mi bola que no te he visto... ¿Estás bien?

Si su intención era no llamar la atención, desde luego había fracasado, un gran número de personas les estaba mirando, y alguna risita se podía escuchar debido a lo que acababa de suceder.
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
#3
Realmente parecía perdida, quizás lo intentaba disimular y con ayuda del entorno lleno de turistas podía parecer menos perdida, pero la joven no paraba de mirar hacia todos lados; pese a haber encontrado su primer objetivo. Había comenzado a andar hacia éste, y en un último instante se rebatió entre si continuar o esperar a que estuviese mas vacío. Su debate mental no duró demasiado.

Antes de que se diese cuenta, la Sarutobi mordió el polvo. De no ser porque puso las manos delante en una rápida reacción, se habría dejado hasta los colmillos en el suelo. Había perdido el equilibrio, y había terminado de esa forma. El golpe sufrido no había sido demasiado intenso, pero si inesperado.

Ostras!— Exclamó desde el mismo suelo.

Al girarse, comprendió que alguien había tropezado con ella. Hasta el momento no entendía lo sucedido.

A su lado había un chico de pelos raros, kimono, y una banda metálica al cuello. Éste procedió a levantarse rápidamente, y le extendió la mano a Katomi. Sin preámbulos, se disculpó ante lo sucedido. Explicó que el andaba distraído, y no la había visto pararse. Lógico.

Lejos de ofenderse, o de quedarse llorando en el suelo ante un golpe tan tonto, Katomi accedió a tomar la mano del chico. Se ayudó de éste para levantarse, y una vez a su altura, se sacudió la ropa con una sonrisa en su rostro.

No pasa nada, no pasa nada. La verdad es que no sé porqué he parado tan de pronto, estoy segura de que dejé el gas apagado en casa.— Se atrevió a bromear.

¿Te dirigías hacia ese bar?

Su pregunta fue acompañada de un gesto con su zurda, y con esta señalaba claramente al bar que tenían en frente. Su índice acusador no tenía piedad al señalar.

No soy de aquí, y la verdad, no sabía si ese sitio será del todo bueno para tomar algún refrigerio. Por cierto, mi nombre es Sarutobi Katomi.

Con un poco de suerte, éste shinobi me acompañe y puedo aprovechar para soltar mi pregunta de manera mas discreta.
Responder
#4
Al parecer, el choque había sido más aparatoso de lo que en un principio podía parecer, ninguno de los dos se había hecho daño, o, al menos, eso parecía dado que la chica pareció no molestarse demasiado, de haberse hecho daño de seguro que le estaría montando una escena, con muchos gritos y, probablemente, más de un golpe.

''Menos mal que esta chica parece bastante normal y agradable...''

La chica, quizá algo mayor que él, presentaba algunos rasgos no demasiado comunes, o, por lo menos, no lo eran para Riko. Pelo blanco, acompañado de una tez igualmente blanca, y unos ojos rojos, como si estuvieran hechos directamente de sangre.

''Vaya, ¿esto no era propio de la gente albina? Bueno, mejor no preguntar por eso nada más conocerla...'' Pensó para sí el muchacho.

Una vez la joven se presentó, bromeó sobre el motivo de haberse parado tan en seco, al lo que el de las rastas respondió con una sonrisa.

—¿Te dirigías hacia ese bar?—

Aquella pregunta no tenía muy claro como responderla, estaba buscando un lugar donde poder tomar algo, y quizás fuera ese bar, no tenía ningún rumbo fijo, aunque si ir allí suponía estar acompañado, suponía que era mejor que nada.

Bueno, buscaba algo por el estilo, así que se podría decir que sí. Yo tampoco soy de aquí, he venido a hacer algo de turismo. Encantado Katomi, mi nombre es Haiso Riko.

Después, el genin se giró y echó a caminar dirección al bar señalado por la peliblanca. — ¿Vienes?
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
#5
El rastafari se mostró bastante amigable, pese a haber causado el choque. Comentó que tampoco era del lugar, que era un turista mas. Lo cuál dejaba a la chica con una gran incógnita, ¿De donde era ese shinobi? Era la primera vez que veía ese símbolo en el metal, aunque tampoco era de extrañar; su primer viaje fuera de su aldea y tierra donde nació. Si no era de por esos lares, a saber de dónde podía ser ese chico.

Con la aldeas ocultas suele pasar algo bastante gracioso, que no se sabe donde están. Malditos ninjas y sus misterios.

Terminó presentándose como Haiso Riko, y la rebasó por un instante. En ese momento Katomi pensó que directamente estaba rechazando su propuesta, propuesta que aún no había terminado de datar. Sin embargo, y contra todo pronóstico, Riko se adelantó a exponer la idea de la Sarutobi. Quizás le había leído la mente, a saber. Mejor dejar de lado los pensamientos raros, solo por si acaso. Los ninjas son muy raros.

Tiesa como una farola de Amegakure ante ésta sorpresa, la chica tuvo que esforzarse bastante para gesticular, mucho mas para hablar y aclarar su propósito. Movió en un gesto tosco y seco la cabeza de arriba hacia abajo, mientras que sus puños se cerraban con fuerza a ambos lados de su cadera.

S-si!— Afirmó con fuerza.

No perdió demasiado tiempo, sin dudarlo un solo segundo, se puso a la altura del rastas. Una ligera carrera para igualarlo en distancias.

Se acercaron con tranquilidad hacia el bar, un curioso cartel ponía en la entrada una información bastante importante. Al leerlo, la chica no pudo esconder su sorpresa con una mirada intrínseca, no daba crédito a lo que sus ojos veían. Realmente ésta ciudad era curiosa, y rara.

Se paga por adelantado todo consumo. Las chicas no tienen precio, NO tenemos trabajadoras en éste establecimiento. Si desea ese servicio, vaya a otro sitio.

Gracias.

Un sitio extraño, la verdad.

Sin embargo, eso no la echó para atrás. Se acercó al cuidado establecimiento, pues parecía impecable higiénicamente hablando, y procedió a tomar asiento en una de las mesas de la terraza. Evidentemente, no esperó formalismos por parte de su acompañante, no debía, y hasta se mosquearía en tal caso.

En ésta, había una carta de incontables precios hecha en tonos color pastel, y un cenicero rebosante de colillas. Algo un poco desagradable para alguien que nunca ha fumado.

Bueno, tampoco está tan mal el sitio, o eso parece. ¿Qué vas a beber?— Con un vistazo a simpe vista, se decidió por algo sencillo. —Yo creo que tomaré un batido de frutas salvajes.

Tras decirlo, se centró en ver un poco mejor el precio. Lo pudo ver con claridad, y no, no era excesivo su valor monetario.
Responder
#6
La chica pareció no responder ante el ofrecimiento de Riko de acompañarle a entrar en aquel bar a tomar algo. Pero estaba equivocado, con cara de asombro, quizás ante la repentina oferta del de Uzushio, y más tiesa que un palo, aceptó y echó a andar, bueno, mejor dicho a trotar, hasta ponerse a la altura del pelinegro, que la esperaba parado donde frenó anteriormente.

Una vez la chica con pelo blanco le alcanzó, ambos continuaron la marcha hacia el local, en el que ambos se pararon a observar el cartel que estaba situado a la entrada.

''Vaya, nunca había visto que un bar tuviera que avisar de estas cosas...''

Pero claro, nunca había estado en una gran urbe como aquella, por lo que no sabía lo que era o dejaba de ser normal en lugares como aquel.

Y que lo digas, nunca había visto algo así... — Contestó Riko a su acompañante.

Ésta se adelantó, dispuesta a sentarse en el primer sitio que viera libre, que no eran muchos, por lo que había que estar rápido, y Riko simplemente la siguió hasta la mesa que la peliblanca había decidido que sería la suya, sentándose justo enfrente de ella, para poder hablar más cómodamente.

No, la verdad que tiene buena pinta. Pueeeeeees.... — Paró unos segundo mientras ojeaba detenidamente la carta del lugar.

''Joder... ¿Qué quiero? ¿Un batido de frutas quizás? ¿Uno de fresa?...''

... ¡un batido de chocolate blanco con nata! — Terminó por decir el muchacho.

Ahora solo les quedaba esperar a que el camarero acudiera a atenderles, pero mientras tanto, el pelinegro quería conocer un poco a Katomi.

¿Y de donde eres, Katomi? — Era una pregunta banal, no quería incomodarla en un principio.
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
#7
La chica pudo comprobar que no era la única extrañada ante la información publicada en el cartel. Riko no había quedado menos impresionado que ella, afirmaba nunca haber visto algo así. Ambos quedaron perplejos, pero no perdieron el tiempo. No iban a investigar o interrogar al camarero, directamente acudieron a la mesa. El chico justo tras la chica, quedando de frente el uno de la otra.

Rauda y ágil, la chica mencionó su elección. Riko tardó algo mas, pero su decisión fue sabia. Batido de chocolate blanco con nata, el auténtico manjar de los dioses. Casi parecía que podía esperar que ese batido fuese traído por alguna deidad, entre luces celestiales y cantos de pájaros acompañados por trompetines.

La chica mostró una clara cara de sorpresa, y se llevó el indice a la mejilla. Con éste comenzó a darse unos leves toques en la mejilla, distraída por completo, ausente.

Mosquis. Pues la verdad, ese suena hasta mejor que el de frutas salvajes.— Confesó mirando aún el panfleto.

Ante ésta reflexión en voz alta, el chico ya se había lanzado a la pregunta. Casi no lo había escuchado, pero pudo intuir por las ultimas palabras de qué se trataba. Era algo sencillo, y bastante frecuente cuando te encuentras sentado con un desconocido o desconocida, preguntar de donde era.

Pues verás— Comenzó a explicar. —Cuando un hombre y una mujer se gustan, pues se casan y tal. Al cabo de un tiempo, pueden dormir en la misma cama y eso, y cuando hacen eso, un pájaro gordo al que llaman cigüeña les trae un crío. Supongo que vengo de algún nido.

Toda ésta respuesta absurda vino acompañada de gesticulaciones muy monas, aunque eso posiblemente no hacía mas que quitarle seriedad a su negligente respuesta. No era correcto desvelar esas cosas a los menores.

Bueno, y después de eso me crié con unos padres normales en Amegakure hasta hoy día.

Bueno, ésta última aclaración solo le daría mas dudas al chico, pero en fin, tampoco había que estar serios como enemigos mortales. La chica sabía romper bien el hielo.

El camarero no tardó en darse a ver. Era rubio, alto, de ojos celestes y buen porte, que vestía un uniforme de trabajo de colores negro y blanco. Andaba con una bandeja en la diestra, de una mesa a otra, poniendo una inmensa cantidad de bebidas en éstas. Era increíble, ¿cómo podían caber tantas bebidas en una sola bandeja? El camarero era un auténtico profesional.

Sin embargo, no parecía que fuese a pasar pronto por la mesa. Se le veía mas que ajetreado, lo normal para cuando tienes el bar y la terraza del mismo a rebosar de gente. La chica levantó la mano, pero éste ni tan siquiera la vio. No era tampoco de extrañar, quizás debería esperar a que se acercase un poco mas.

Dejó caer un suspiro.
Responder
#8
Riko comprobó cómo, gracias a su pensada deliberación a la hora de escoger lo que iba a tomar, eligió algo que a la propia Katomi le pareció una mucho mejor elección que el batido de frutas salvajes, dado a la cara de impacto que puso la peliblanca al oír las palabras salir de la boca del pelinegro, cosa que afirmó la muchacha después, casi prácticamente a la vez que el rastas preguntaba de donde venía.

—Pues verás cuando un hombre y una mujer se gustan, pues se casan y tal. Al cabo de un tiempo, pueden dormir en la misma cama y eso, y cuando hacen eso, un pájaro gordo al que llaman cigüeña les trae un crío. Supongo que vengo de algún nido.—

Riko, que miraba atónito como la joven le explicaba todo el proceso, cuando ni si quiera era necesario, aunque, siendo sincero, al ojiazul se le escaparon algunas risas no muy sonoras, no solo por la explicación de la chica, si no por todo el paripé que la acompañó, gestos y caras que ponía mientras hablaba.

—Bueno, y después de eso me crié con unos padres normales en Amegakure hasta hoy día.—

Al final la pelibanca respondió a lo que el de Uzushio le había preguntado.

''Vaya... Así que es de Amegakure... Pero no lleva bandana, ¿acaso no es ninja?''

Así que de Amegakure, ¿eh? ¿Es cierto eso que dicen de que no para de llover nunca? — La curiosidad podía con él y era algo que tenía que preguntar.

Poco después Riko se percató de que su acompañante miraba hacia alguna parte, y se dio cuenta de que el camarero había hecho acto de presencia, pero no para ellos, a ellos ni siquiera les había visto, simplemente se dedicó a descargar lo que llevaba en la bandeja en una de las mesas próximas y se marchó tal cual había venido, sin darse cuenta del gesto de la de ojos rojos, que había alzado la mano para llamarlo.

No te preocupes, está muy lleno, es normal que estén muy ajetreados, no tardará mucho en pasarse por aquí... O eso espero... — Comentó el pequeño llevándose el dedo índice a la barbilla, en modo pensativo.
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
#9
Riko no pudo evitar una carcajada, por mas que intentaba disimularla. No era para menos, semejante manera de romper el hielo era realmente curiosa, curiosa cuanto menos. No había escatimado en gesticular, o en poner caretos realmente cómicos. Sin duda, se había currado la explicación con ese propósito logrado, hacerlo reír.

Sin embargo, seguía observándola como a un espécimen de laboratorio. Quizás por lo del pájaro gordo, a saber.

Cuando habló, aclaró rápidamente la duda. No era por nada en especial, solo tenía curiosidad por ese extraordinario fenómeno natural que sacudía Amegakure. Negar que llovía durante todos los días del año era como decir que una araña no te picará si no te mueves; las muy majas no son como los dinosaurios, no se guían por que te muevas o no te muevas.

Bueno, desde que tengo consciencia no he vivido un solo día de sol en Amegakure. No se si será verdad eso de que llueve siempre, pero lleva una rachita de mas de diez años seguro.

Lo siguiente fue la fugaz aparición del camarero, hecho que realmente no pasó por alto Riko. Justificó que éste no había venido a causa de todo el bullicio que había en el bar, y ciertamente estaba en lo correcto. No iba a caer en la desesperación, tarde o temprano les atenderían.

Si, supongo que tienes razón.— Admitió.

Volvió la mirada hacia la carta, y quedó por un instante en silencio.

Bueno, ¿y qué me puedes contar de ti? ¿De donde es el símbolo ese que llevas en la bandana? ¿También eres genin no?

Para cuando menos lo esperaban, el chico que atendía las mesas se acercó hasta la posición de los genin. Se plantó al lado de la chica, detalle que seguramente pasaría desapercibido, y se atrevió a interrumpir la conversación. Quizás no a propósito, era obvio que debía darse prisa haciendo eso, pues de lo contrario no daría abasto.

Disculpad, ¿pero tenéis pensado que vais a tomar?

Al menos no pecaba por descortés.

Bueno, si. Yo quiero un batido de fruta salvaje con nata.— Contestó apresuradamente.

Al fin, ahora solo faltaba esperar a que lo trajesen, bueno, y que Riko pidiese también.
Responder
#10
La peliblanca escuchó la pregunta del rastas, al que le comía la curiosidad, pues había oído historias de la villa en la que nunca deja de llover, y aquello era algo que le fascinaba, ¿cómo era aquello posible? Aunque, como aún no había conocido a nadie de allí, no había podido verificar estas historias, hasta aquel día.

—Bueno, desde que tengo consciencia no he vivido un solo día de sol en Amegakure. No se si será verdad eso de que llueve siempre, pero lleva una rachita de mas de diez años seguro.—

¡Eran ciertas de verdad! No se lo podía creer, era muy raro.

¿De verdad? Guau, tiene que ser un poco triste no ver prácticamente el sol, ¿no? — Comentó el muchacho, dejando volar su imaginación. — Aunque bueno, imagino que todo es acostumbrarse.

La chica volvió a mirar la carta tras la breve aparición del camarero, quizás se estuviera replanteando su elección, pero no era el caso, pues, apenas un instante después, le preguntó a Riko de donde era él.

''Espera... ¿Cómo que si TAMBIÉN soy genin?'' Se preguntó a si mismo.

Pero ante de poder responder a la chica, y más importante, antes de resolver su duda, el camarero se acercó a la mesa para tomarles nota, a lo que Katomi no tardó en contestar, y Riko no iba a ser menos.

Yo uno de chocolate blanco con nata, por favor.

Una vez el chico apuntó su pedido, se dirigió al interior del local, y ahora podían seguir con su conversación hasta que les trajeran sus batidos.

Pues esto... — Comenzó señalándose la placa de metal que se encontraba en su cuello. — ... es de Uzushiogakure. Pero una pregunta, ¿Cómo que si también soy genin? ¿Tú eres shinobi? ¿Por qué he visto tu bandana entonces?
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
#11
Cuando Katomi le dijo al chico que nunca había visto un día soleado sobre tierras de amegakure, éste quedó completamente sorprendido. Su eufórico rostro no podía contener esa expresión que daba a entender que le parecía increíble. Aunque la chica no entendía el porqué tanta sorpresa. Para ella había sido habitual desde hacía mucho. De hecho, mas de la mitad de su vida se la había pasado bajo agua, casi debería ser capaz de respirar bajo ésta, como un pez.

No te creas que es demasiado triste, como bien dices, todo es acostumbrarse. La gente suele ser bastante vivaz, y aunque llueva sale a jugar a la pelota y a hacer las cosas como si no lloviese. Estamos tan acostumbrados al agua, que ni tan siquiera enfermamos o pillamos pulmonías a causa del frío y la lluvia.

Tras de ello, el camarero hizo aparición. Ambos pidieron, y aunque la decisión de la chica había cambiado ligeramente, la de Riko continuó siendo la misma. Tras anotar lo que habían pedido en un cuaderno, el camarero se fue tan rápido como había venido. Eso sí, antes tropezó ligeramente con la chica, moviendo hasta la silla en la que se sentaba.

Perdón, perdón, ha sido sin querer. Lamento mucho el golpe.— Se disculpó el camarero, atendiendo a una posición de suplica.

O lo había dramatizado mucho, o simplemente tenía miedo de perder el trabajo. La peliblanco no sabía muy bien si era dificil o no tomar un trabajo en aquella urbe, o en cualquier otra, así que no tenía muy claro el motivo por el cual se disculpó tanto. Sin embargo, tampoco era para enfadarse, ella misma había tropezado con algún otro una infinidad de veces. Hasta con el que se sentaba frente a ella.

Apurada, la chica gesticuló con las manos llevándolas de un lado a otro en una clara negación.

Tranquilo, tranquilo, tranquilo. No ha sido nada.

La chica recolocó su asiento, y se llevó la diestra hacia la cabellera. Tomó un mechón de pelo, y comenzó a rizarlo con tenue fuerza. Entre tanto, Riko le preguntó si ella también era kunoichi, shinobi mas bien preguntó. Además, inquirió que provenía de Uzushiogakure, y aclaró que no sabía si ella era shinobi porque no llevaba visible la bandana.

Bueno, escondí la bandana al llegar a la ciudad, ya que había escuchado muchas tontería acerca de que en esta urbe odian a los shinobis y cosas parecidas. Soy genin de Amegakure.— Contestó sin rodeos.
Responder
#12
Tal y como Riko sospechaba, los habitantes de Amegakure estaban ya acostumbrados de sobra a las inclemencias del tiempo, realmente, algo lógico si no conocían nada más que la lluvia. Lo que el pelinegro no sabía, ni si quiera sospechaba, era que los habitantes de dicha villa no enfermaban a causa del frío y la lluvia, ni un simple catarro.

''Vaya, eso es una gran ventaja viviendo en un sitio así seguro que yo estaría siempre enfermo...'' Pensó el muchacho con cara de circunstancias.

Una vez el camarero anotó el pedido de los jóvenes, éste al ir a darse la vuelta, tropezó con la silla de Katomi, desplazándola ligeramente, y rápidamente, y de forma muy exagerada el chico se disculpó con ella.

''Menos mal que esta vez no llevaba nada en la bandeja, si no lo habría tirado todo seguro.'' Recapacitó el ojiazul divertido.

Una vez el camarero se marchó Riko siguió haciendo preguntas y respondiendo las que su acompañante le planteaba, mientras ella jugueteaba con un mechón de pelo.

—Bueno, escondí la bandana al llegar a la ciudad, ya que había escuchado muchas tontería acerca de que en esta urbe odian a los shinobis y cosas parecidas. Soy genin de Amegakure.—

Riko quedó un momento pensativo, no había oído nada de que en Tanzaku Gai se odiara a los shinobis, y aunque así fuera, tampoco le importaba en exceso.

Bueno, eso son rumores, y aunque fueran ciertos, no tenemos nada que temer, no creo que nadie nos fuera a intentar hacer algo, y aunque así fuera, sabemos defendernos, ¿no? — Respondió el rastas con una sonrisa en la cara y un tono algo chulesco.
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
#13
Tras el pequeño incidente del camarero, Katomi y Riko continuaron intercambiando opiniones. En ésta ocasión, se centraron en el porqué la chica no llevaba puesta en un lugar visible su bandana. El motivo era simple, aunque discrepaban y tenían rumores diferentes a oídas. Riko estaba en las cuarenta de que eran shinobis y sabían defenderse, además de que no había escuchado nada acerca del rumor que le trasmitió la peliblanco. Katomi sin embargo, no tenía tan claro hasta qué punto podían defenderse de una ciudad entera, allí ellos eran meros extranjeros.

Si, es cierto que las cosas no estaban rodando como en un principio ella tenía en mente, pero los rumores podían ser tan ciertos como falsos. Además, tenía intenciones de preguntar por los negocios, no pegaba demasiado que una kunoichi hiciese relucir el metal de su bandana preguntando por el precio de un prostíbulo, por ejemplo.

Bueno, yo creo que el mejor ataque, es no empezar una batalla en la que no sabes quién es tu enemigo. El rumor podía o no ser cierto, mejor no arriesgar. Por el momento no ha pasado nada, pero a saber.

Y como si hubiese pisado una caca de perro envuelta en papel y prendida fuego que te plantan a la puerta tras pegar al timbre de la casa, la chica habló antes de cuenta.

Al lado de la chica se plantó un joven que vestía una camisa blanca y un pantalón negro. Con cabellera negra y repeinada hacia detrás, así como una plaquita identificadora; Roshi ponía en ésta. El joven no tenía bandeja, ni libreta para apuntar, pero sin duda alguna parecía camarero.

Buenas tardes, vuestra mesa es la número diecisiete, y soy vuestro camarero, Roshi. ¿Qué desea la pareja?— Preguntó sin mas.

La chica arqueó la ceja, confusa. Acababan de pedir, vaya mala coordinación tenían dentro de ese lugar.

No, tranquilo Roshi, nos acaban de tomar nota.

En ésta ocasión, fue el chico que recién había llegado el que mostró clara confusión en el rostro. Miró hacia sus lados, y observó que ningún otro camarero se encontraba fuera. Nuevamente dirigió la mirada a la chica y el chico que estaban ocupando la mesa que él debía atender.

Esto... ¿Quién les ha tomado nota? Yo soy el único camarero que puede atender la terraza, mi otro compañero se encarga de la zona interior.

Entre tanto, el hombre que anteriormente les había atendido se escurría del embrollo. Disimulado como el que más, un auténtico ninja que se intentaba evadir entre el gentío del sitio. Realmente ya llevaba una buena distancia, y no se dirigía hacia el interior del bar, detalle que la chica ni había tenido en cuenta.

Pues era otro chico, también llevaba uniforme y tal... no sé, no me fijé mucho...— Contestó de nuevo Katomi.

En ese instante, la chica se llevó la mano hacia donde debería estar su cartera, casualmente el lado por el que accidentalmente topó el anterior camarero. La cara de Katomi se convirtió en una auténtica obra de arte, Edvard Much podía haberse inspirado en ella para crear su mejor obra; el grito. Se llevó las manos a la cara, y palideció hasta un punto mas grave que la harina.

El otro chico no era mas que un ágil ladrón, de dedos realmente veloces. Había robado a una kunoichi, delante de un shinobi, y ninguno se había dado cuenta del detalle.

M-mi... mi... mica... mi cartera... NO ESTÁ!— Vociferó a la par que se alzaba, alejando la silla en el mismo movimiento.

De pronto, comenzó a buscar al individuo. Pero ya sería mas que tarde para encontrarlo de esa manera, el chico ya tenía mas que pensado cómo actuar.
Responder
#14
La genin de Ame no era tan confiada como el pelinegro, cosa que, dependiendo de la situación podría ser bastante ventajoso, pues tenía razón, no era muy buena idea el meterse en una pelea si conocer previamente algo del rival, y aunque Riko seguía actuando de manera algo imprudente, había experimentado este tipo de errores en sus propias carnes, y no era del todo agradable.

Justo cuando Riko se disponía a contestar a la kunoichi, otro camarero apareció de la nada, el rastas pensaba que sus batidos ya estaban listo e iban a traérselos, pero no era el caso, el chico iba con las manos vacías, ni si quiera una bandeja, así que simplemente escuchó al joven. Cuando este terminó de hablar, la cara de Riko denotaba cierta confusión acababan de tomarles nota, ¿por qué venían otra vez?

Eso mismo fue lo que la peliblanca le contestó, a lo que, en este caso fue el muchacho el que respondió con cara de cierta confusión.

Esto... ¿Quién les ha tomado nota? Yo soy el único camarero que puede atender la terraza, mi otro compañero se encarga de la zona interior.

''¿Cómo? ¿Entonces el otro chico...?''

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de Katomi, con una tez demasiado pálida y los ojos abiertos como platos, le costó terminar de decir la frase, pero acabó diciéndola. LA HABÍAN ROBADO LA CARTERA.

¿Pero cómo hemos podido no darnos cuenta? ¿Dónde está ese maldito ladrón? — Exclamó Riko, poniéndose en pie rápidamente para buscar a aquel chico que los había engañado. — ¡Allí! ¡Mírale, se va corriendo por allí! — Gritó el muchacho señalando con el índice la dirección en la que se iba el falso camarero.

Y en ese mismo instante, echó a correr tras él, confiando en que Katomi hiciera lo propio, al fin y al cabo, era su cartera, pero de todas formas, la llamó. — ¡Vamos Katomi, seguro que le cogemos todavía!
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
#15
En cuanto Riko comentó que el individuo estaba en una dirección, casi no hizo caso a todo aquello que le rodeaba. Se centró en su presa, y el resto perdió color, sonido, y casi textura. En un principio hasta pensó en realizarle una técnica de fuego, y dejar que ese cuerpo de viera envuelto en llamas. Carbonizarlo hasta la muerte le pareció una grandiosa idea, pero quizás el segundo grito por parte de Riko le salvó.

La chica volvió a la realidad, la que dejaba una silueta dando la vuelta a una esquina, y a su recién conocido amigo buscando atraer su atención. Sin mas, la chica alzó a la carrera tras el chico de Uzu. No era tan rápido como él, pero de seguro ambos serían mas rápidos a lo que el civil pudiese ser.

Ambos corrieron por la dirección en que ese supuesto camarero, aka ratero, había salido corriendo. Sin embargo, al girar, solo vieron a gente y mas gente. El chico parecía haber desaparecido.

¿Pero qué...?

La chica se quedó a cuadros, no había nadie chocando a otras personas para tomar la carrera, nadie se disgustaba o vociferaba, nadie se quejaba de otro golpe, y nadie huía. No comprendía eso, alguien debía haber visto algo, ¿qué coño estaba pasando?. Sin palabras, miró hacia Riko, a ver si éste sabía qué hacer en ese momento.

Pero antes de que lo pudiese llevar la palabra, un hombre con una guerrera holgada con capucha que le cubría la cara pasó por el lado del genin de Uzu. Se topó con él, y se disculpó de manera tosca.

Perdona tio.

Sin mediar palabra, la peliblanco le agarró del brazo y le puso la zancadilla. En un abrir y cerrar de ojos, el chico ese terminó en el suelo, con la cara sobre el asfalto.

TE VAS A REÍR DE TU PADRE, IMBECIL!— vociferó a la par que elevaba su puño.

Se disponía para hundirle la cabeza en el suelo, pero se contuvo. Le quitó la capucha, y evidentemente era el chico de antes. Se había apresurado en tomar esa nueva vestimenta, realmente era ágil y escurridizo. Por otro lado, a poca distancia del chico se había caído un objeto, otra cartera.

A saber si era la cartera de Riko, lo único que sabía la chica era que éste tipo iba a terminar mal.

¿Donde está mi cartera?

Amenazó la chica con el puño aún en alto.
Responder



This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.