Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Al parecer el rubio prefirió que Eri no le acompañase en la búsqueda de su familiar por el simple hecho de que tenía una faceta bromista que no quería que ella descubriese.
''¿Qué clase de bromas serán para que Zukamane no me deje verlos?''
Entonces el chico se ofreció en acompañar a la joven para buscar a su madre, así cumpliría al menos uno de los dos su propósito, y alegó que él no tardaría mucho en encontrar a su tío, y luego preguntó que qué aspecto tenía su madre para buscar mejor, y tenía toda la razón, así que mientras andaban hacia la calle que ella misma había indicado momentos atrás, colocó su dedo índice de la mano izquierda en su mentón, pensativa.
-Pues, mi madre tiene mis ojos, verdes, y el cabello más oscuro que el mío, es alta y esbelta...-Comenzó a decribir la de cabellos cian.-Iba vestida con una túnica verde oliva, y un pantalón largo oscuro...-Dijo intentando hacer memoria. Entonces ambos llegaron a la calle donde había indicado que se encontraba su madre, y vieron una serie de tiendas abiertas todavía.
''En alguna debería estar...''
-Si vinimos en busca de algún tipo de hierba medicinal... Quizá la encontraremos en alguna tienda relacionada...-Explicó la de ojos verdes.
Así caminando junto a Zuka avanzaron por la calle, y por suerte para Eri, su pensamiento se hizo realidad encontrándose con una tienda de hierbas medicinales. Eri indicó a su compañero de entrar a la tienda, y juntos pasaron el umbral de la puerta. Entonces alguien habló en la estancia.
-¡Eri!-Llamó una voz, la susodicha giró a ver a su madre.-Me has tenido preocupada, ¿dónde has estado?-Preguntó acercándose a ella.-¿Y este joven quién es?-Preguntó refiriéndose a Zuka esta vez.-Hola, yo soy Shian, la madre de Eri.-Dijo sonriendo.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri comenzó a datar que su madre tenía ciertos rasgos similares a los de ella, evidentemente era lógico. Poseía ojos del mismo tono, y una cabellera de color similar, aunque mas oscura. Alta, esbelta, e iba vestida con ropa verde oliva y un pantalón oscuro. Ciertamente habría de parecerse a ella, pues compartían casi hasta el mismo gusto de colores en las prendas.
Por otro lado, conforme avanzaban, la pequeña informó que su madre había estado por allí buscando algunas hierbas. Era probable que se encontrase en una de esas tiendas de los alrededores. El rubio observó con ahínco los locales mientras avanzaban.
— Ok, pues busquemos por las tiendas donde puedan vender medicamentos o hierbas medicinales. —
Sus orbes fueron mirando una a una las pancartas, buscando por entre éstas algún parecido a lo que buscaban. Al poco tiempo, comenzaron por explorar la primera tienda. Casi al entrar, una voz buscó la atención de Eri. La chica y el rubio miraron hacia el lado de donde la voz procedía, y de inmediato observaron a una mujer de características previamente expresadas. No cabía duda, se trataba de la madre de Eri.
La mujer no se contuvo una sola palabra, le dijo a Eri que la había echado en falta, que la había preocupado. Así mismo, tampoco dudó en preguntar por el chico que la acompañaba, presentándose al Yotsuki como Shian, madre de Eri. El rubio sonrió, y adoptó la posición para un cordial saludo, flexionando la parte superior del cuerpo hasta estar casi a 45º en horizontal al suelo.
— Mi nombre es Zukamane, aunque prefiero que me llamen Zuka. Un placer, señora Shian. — Se presentó el Yotsuki. — Soy también turista en ésta isla, y conocí a su hija en la playa... decidimos volver juntos para evitar perdernos a éstas horas, y me presté voluntario para acompañarla hasta usted. —
Dicho eso, el chico volvió a su posición anterior, como un caballero cortés. En sus labios aún se apreciaba la sonrisa, para nada mal intencionada.
La mujer se sorprendió ante los buenos modales del rubio amigo de su hija, ya que no estaba acostumbrada a conocer chicos de esa edad con esa buena educación. Luego tomó a su hija por los hombros y la abrazó por el cuello. ''Quiere algo, lo intuyo.''
-Muchas gracias por cuidar a mi hija, Zuka-Agradeció la mayor de cabellos azules.-¿Puedo hacer algo por agradecértelo?-Shian salió del establecimiento guiando a su hija y observando que el rubio estuviese cerca para que la escuchase.
Eri miró a su madre sin saber muy bien qué decirla. El joven de cabellos rubios se había ofrecido a ayudarla a buscar a su madre y ya estaba con ella, así que ya tocaba decir adiós, puesto que él se iría a buscar a su tío. Su madre había buscado dos días en busca de su hierba medicinal, así que no sabría a ciencia cierta cuánto tiempo estaría en aquellas islas, tampoco si podría volver a ver a Zukamane alguna vez más. Ese pensamiento le hizo sentirse triste, porque Zuka había sido uno de sus primeros amigos, aunque eso él no lo sabía, claro está, pero ella lo consideraba así.
-Mamá, ¿encontraste tus hierbas medicinales?-Preguntó la joven de cabellos azules. La mujer asintió con un suave movimiento de cabeza mientras le acariciaba el cabello a su hija. -Entonces, ¿volveremos ya a Uzu?
-Bueno, creo que mañana partiremos, pero si quieres te dará tiempo a despedirte de tu amigo si está por aquí.- Explicó Shian. -Algo me dice que no eres de por aquí.-Dijo ahora refiriéndose al rubio.-Espero que tengas una buena estancia en las islas.-Terminó con una sonrisa.
''¿Entonces toca ya despedirse de Zuka?'' Se preguntó a sí misma la pequeña kunoichi. Miró al rubio, y le sonrió, esperando a ver qué decía él ante todo esto.
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El rubio quedó expectante, viendo como la madre abrazaba a su hija por la altura del cuello en un suave y tierno momento. Justo después, la progenitora preguntó al rubio si podía agradecérselo de alguna manera, justo tras darle las gracias por haber cuidado a su hija. Zukamane quedó en silencio por un instante, a decir verdad no había estado a la vera de la chica con ningún objetivo, no había motivo para una recompensa por algo que había hecho de corazón.
— No hay de que... jajajaja. — Confesó el chico. — Y no hace falta que me lo agradezca, a decir verdad, la siesta que nos hemos pegado a la orilla del mar ha sido mas que suficiente. —
La pequeña le preguntó a su madre por las hierbas. Se interesó por si ésta las había conseguido, así como por si ya era hora de regresar a su casa. Quizás el sitio no le había llegado a gustar, o simplemente tenía ganas de dormir en su propia cama. Fuere como fuere, todo terminó en una pequeña observación por parte de la madre. Evidentemente, el rubio no era de esta isla.
— No, yo soy de Kusagakure... ando aquí de vacaciones. —
Entre tanto, se señaló la bandana con su zurda, portada en su bicep derecho.
— Bueno... ésto es un hasta luego, creo. Encantado de haberte conocido, Eri... y Shian. Nos vemos. —
Con ésto, y un cordial saludo, el Yotsuki se despidió del par de chicas. Había sido quizás demasiado formal, pero en fin... siempre es mejor pasarse que no llegar. Al menos con la educación.
Eri vio a Zuka salir después de despedirse de ambas, y sintió más tristeza cuando el chico abandonó el lugar, y suspiró, llamando la atención de su madre.
-No te preocupes Eri, si sois amigos volverás a verle.-Intentó consolar la mayor de ojos verdes a su hija, quien solo sonrió ante el gesto, y ambas abandonaron el local. Al salir ya se había ocultado el sol y pequeñas lucecitas adornaban el cielo oscuro que se levantaba sobre ellas. Eri giró la vista hacia detrás, encontrando la cabellera rubia de su amigo alejarse a lo lejos, a lo que atinó a gritar.
-¡Hasta pronto Zuka, ha sido un placer conocerte, popu!-Gritó con las manos haciendo de amplificador a su voz, movió la mano en señal de despedida y volvió al lado de su madre, feliz de haberse podido despedir de uno de sus primeros amigos. Un poco extraño, porque solo habían tenido una siesta juntos, pero el joven de Kusa le había caído muy bien, y tenía la sensación de que alguna vez volvería a verle.
-¿Has descansado?-Preguntó su madre, la joven asintió.
-Ha sido un pequeño descanso necesario, ¡cuando llegue a Uzu seguiré entrenando, popu!- Dijo levantando el puño izquierdo al cielo, lo que hizo reír a su madre, y ambas se perdieron entre las calles de esa aldea.
Al día siguiente Eri volvería a Uzushiogakure con unos recuerdos nuevos y muy especiales, deseando poder crear muchos igual o mejores.
Y con esto y un bizcocho... ¿La trama se acabó?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El rubio se terminó de despedir con el saludo, el par de chicas salieron del local, y la pequeña fue la última en despedirse. Para ella, también había sido gratificante conocer al Yotsuki, al parecer el sentimiento había sido reciproco, pese al poco tiempo que habían pasado despiertos. Al menos habían disfrutado de una buena siesta...
Con una sonrisa, y la incógnita de dónde se habría alojado su tío, el chico comenzó a deambular por el pueblo. No sería difícil encontrarle, solo había de buscar algún lugar de descanso y que tuviesen cerveza fría. Que estuviesen en invierno era lo que menos influía en la segunda condición, para su tío los pequeños detalles eran muy importantes... y una buena cerveza fría no era un pequeño detalle, era algo fundamental y totalmente necesario. El chico caminó y caminó hasta encontrar una terraza, allí avistó a su tío.
"Vaya... ha costado menos de lo que pensaba... "
— Al fin te encuentro! — Exclamó como si llevase un buen rato buscándolo.
Pasó un rato con su tío, tomando un refrigerio, pues la cerveza no le gustaba. Su tío decía que algún día le gustaría, y no podría vivir sin ella. Eso no le entraba en cabeza al Yotsuki, pero en fin... eso solo el tiempo lo diría. Entre tanto, se centraría en disfrutar el resto de sus pequeñas vacaciones. Ya habría tiempo mas adelante para preocupaciones absurdas.
En su mente, tan solo un agradable recuerdo de la playa, así como de una de las pocas personas normales que había conocido de Uzu. Ya llevaba a unos cuantos conocidos... y casi ninguno solía ser normal.