— De nada por todo y no te preocupes por eso que seguro que nos volvemos a ver, preocupate más de encontrar a tu hermana por ahora.

Juro asintió. Estaba seguro de que Nabi le iba a entender. O eso, o disimulaba muy bien. Lo entendía. Si conociera a su hermana, probablemente estaría igual de asustado.

— Pues volver por donde he venido, hacia mi villa.

Juro disimuló una sonrisa. Era hasta gracioso. No sabía si quería dar eas impresión, pero más bien parecía un heroe errante que iba hacia su destino.

— Vaya. Yo que esperaba algo tipo: "Hacia donde alguien me necesite" —. Trató de imitar la voz dura de Nabi. Al menos, cuando había hablado con aquel hombre que le había amenazado. Después se serenó —. Bueno. Me alegra oírlo. Suerte con... eso.

Se refería más bien a lo de la chica. Pero prefirió no hablarlo en voz alta. No quería perturbarle más. Parecía que fuese como una herida abierta. Cuanto más se cuidase mejor.

Juro extendió la mano.

— Entonces, esto es un hasta pronto. ¿No? — murmuró, —. Pues hasta pronto, Nabi-san.

Trató de esconder el miedo a que lo pillasen. Su hermana olía el miedo.

— Vaya. Yo que esperaba algo tipo: "Hacia donde alguien me necesite"

Solté una carcajada ante las expectativas de Juro y sobretodo ante su imitación de mi yo serio, era algo vergonzoso tener que haberme puesto asín de malote delante de un civil, pero la vida no nos deja mantener el caracter jovial y comico.

— Es que el heroeradar se me ha quedado sin chakra y tengo que volver a la villa a recargarlo. Sino no sé donde se me necesita.

Juro extendió la mano, invitandome a estrecharsela a modo de despedida varonil. Y así lo hice, como dos viejos amigos que se reencuentran o un traidor kuseño que no desvela su identidad hasta apuñalar por la espalda a nuestro heroe. Pues todo eso y mucho más cuando nos veamos en los Dojos.

— Entonces, esto es un hasta pronto. ¿No? Pues hasta pronto, Nabi-san.

— Hasta pronto, Juro-san. Intenta no perderte, eh.

Dicho eso y estrechado las manos me giré para saltar a un tejado e irme de la forma más rápida de la ciudad, saltando el muro.

Nabi le estrechó la mano. Que majo. Así si estaba bien, sin caidas de bandanas accidentales ni revelaciones de identidad forzadas. A veces estaba bien ser un niño y ya.

— Hasta pronto, Juro-san. Intenta no perderte, eh.

— No prometo nada — comentó, riendo. Aunque más bien, debería estar llorando. Porque iba totalmente en serio.

Con media sonrisa, observó como el chico saltaba entre los tejados y se alejaba del lugar. Si fuera un chico normal de verdad, le habría parecido lo más similar a un superheroe. Lastima que siendo un ninja, él también sabía hacerlo. En serio, era realmente fácil. Hasta un bebe entrenado podría. Quizá lo hacía para quedar bien ante ignorantes.

Solo tenía que volver a la plaza y...

Un puñetazo le barrió y le arrojó al suelo.

— ¡JURO! — Mierda. Le había encontrado. Ahora iba a morir.

Katsue, despeinada y con una mirada de furia, le observó, incredula.

— ¿Dónde estabas? ¿Sabes lo preocupada que me tenias? — exclamó, incrédula de que su hermano le hiciese algo así —. ¡Llevo buscandote horas!
— Lo siento...
— Y más que lo vas a sentir. Ya verás que rápido se terminan las salidas de la villa.
— Oh, venga. No puedes...

Antes de decir, le agarró de la oreja y le arrastró con ella.

— En cuanto salga de esta ciudad, te vas a quedar un buen rato dentro de mi marioneta de contención. Y creeme, no va a ser nada agradable...

Juro llegaría a casa vivo, pero con grandes secuelas. Y un buen castigo.