"Esto no debía ser así" Se regañó. Sabía de las consecuencias de emplear una técnica así, pero lo que no calculó fue que usarla junto al Sunshin los estragos para su cuerpo serían aún mayores. "¿Y ella?" Con esfuerzo, intentó divisar a Ranko, la cuál aparentemente resultó muy lastimada por el codazo del joven. "No debiste usar ese jutsu, lobo, no debiste. Me lo merezco." Su pecho se llenó de amargura, arrepintiéndose al ver el estado en el que quedó la kunoichi, la cual aún con eso, se acercó, intentando ayudarle.

Intentaría salir del agua, pero la fatiga le impidió sacar un sólo gramo de chakra de su cuerpo.

—No....— Tomaría cómo pudiera la mano de ella para sostenerse, pero no podría hacer más que sacar un poco más la cabeza del agua. —...no puedo usar mi chakra— Diría dando patadas de ahogado aún cuando la chica intentaba socorrerle.

Su respiración estaba agitada, jadeando por aire cómo un cachorro indefenso. No tenía la más mínima intención de seguir peleando, porque si fuera un combate real, hubiese perdido.

Ranko se alegró de que el peliazul aceptara su ayuda. Una pequeña parte de ella pensaba que tal vez sería muy orgulloso para hacerlo.

”¿Habrá sido ese jutsu Raiton? ¿Tanto chakra le habrá costado?” Después de escuchar la razón por la que Rōga no había podido mantenerse sobre el agua, tiró tanto como pudo. Él parecía desesperarse un poco, por lo que se agitaba demasiado. La chica luchaba por levantarlo, a la vez que luchaba contra el dolor de su costado.

Pensó que, si hubiese estado en óptimo estado, no habría tenido problema alguno en ayudarle a salir a la superficie, o tal vez hasta hacerlo apoyarse en ella para llegar a alguna roca cercana. Pero, a pesar de que tenía la energía para hacerlo, su cuerpo no le dejaba esforzarse mucho. Una idea surcó su cabeza de repente.

Sus pies se hundieron en el agua a la vez que ella daba media vuelta, y colocó el brazo de Rōga por encima de su hombro. Sería un poco complicado por las pataletas del peliazul, pero al final Rōga quedaría apoyado sobre la espalda de Ranko. La chica concentraría chakra en sus piernas para estabilizarse justo sobre la superficie, como si estuviese en una piscina de un metro, asegurándose así de que una parte del torso del Amejin quedase fuera del líquido sin riesgo.

La presión del cuerpo del chico hacía que le fuera molesto en demasía moverse, mas el estar semisumergida ayudaba a aliviar algo del peso. Tal vez Rōga no tardaría mucho en recuperarse, pero Ranko le ayudaría cuanto pudiese.

—Re… Resista, Kingu-san —Alcanzó a decir Ranko, mientras se movía muy lentamente hacia la formación rocosa más cercana —. Ro… Rōga-san. —Se corrigió. Su apellido era un tanto extraño, y no podía pronunciarlo bien, mas decidió llamarlo por su nombre (sin olvidar el honorífico), pues quería evitarle ponerle de malas en una situación así.

”Qué combate más extraño… Juraría que yo… bueno… lo perdí. Como siempre. Pero Kingu-san parece estar en un estado de desventaja ahora. Creo que ambos lo estamos, aunque tal vez por razones diferentes…”

Ranko consideraría aquel combate como un aprendizaje, y guardaría para sí la convivencia con Rōga.

"Ah mierda, tú eres el que tiene que salvar damiselas, no ellas a ti, pendejo." Refunfuñó para sí cuando Ranko decidió cargarlo a tuto. "Tiene más fuerza de la que me esperaba." Pensó entonces en lo doloroso que hubiese sido que la chica llegara a conectarle algún golpe. "Menos mal no fue así.

—Quedarme tan cansado por mi propio técnica, qué vergüenza— Se maldijo en voz alta. —No tenías porqué venir a ayudarme. Me pasé del límite contigo y te lastimé— Le diría con un tono bastante apagado.

Estaba más cansado de lo habitual, mucho más. Intentó relajarse, pero mantenía la respiración agitada dada la necesidad de oxígeno. Sin embargo, no creía que fuese correcto que ella tuviese que arrastrarlo hasta la orilla, por lo que cuando aún faltaban algunos metros para llegar a una de las rocas hizo acopio de fuerzas para sacar algo de chakra.

—Bájame. Creo, creo que ya puedo caminar por mi cuenta— No quiso zafarse por la fuerza por no ser descortés.

Ya sea que ella le dejara seguir por su propio pie o no, en cuanto llegaran a pisar terreno sólido él se tiraría de espaldas sobre la inclinada formación geológica y se ajustaría las gafas a la frente para dejar sus ojos al descubierto, para luego tomarse su tiempo y respirar profundo. "Necesito recuperar el aliento lentamente." Cerró los ojos mientras lo hacía.

Ranko escuchó a Rōga, mas no contestó por el momento. Intentaba concentrarse en mantenerse a sí misma y a él a flote. El peliazul se disculpó, o al menos la kunoichi lo tomó como una disculpa debido a su tono de voz. Él le pidió bajarlo, pues creía poder andar solo. Ranko asintió, mas esperó a estar a un par de metros de las rocas para soltarlo. Suspiró al hacerlo.

Rōga se dejó caer sobre la piedra. Ranko hizo algo similar, dejando caer su largo cuerpo en el agua, flotando boca arriba mientras respiraba rápidamente. Imaginó que tal vez el agua le apaciguaría el dolor de su costado, y que si se concentraba podría anestesiarlo con chakra. Claro que ninguna de las dos cosas pasó, y el dolor solo bajó con el tiempo y el descanso. Ranko no era una médico, pero supuso que no había sido algo grave. No sentía hueso roto (que ya sabía cómo se sentía), ni alguna dolencia aguda en extremo. Había sido solamente un golpe muy fuerte.

Habló solo hasta que su respiración se había normalizado un poco.

—Está… Estoy… bien. Es… normal. Es normal para una pelea —Se refería, claro, al codazo que él le había propinado —. No… No me rompió nada. Creo.

Su mirada se perdió en el cielo del País del Rayo, entre algunas nubes. ¿Sería ese el cielo que habían visto los ancestros de Rōga? ¿Habrían combatido bajo el mismo sol? ¿Entrenado contra ninjas de otras aldeas, tal como ella y el Amejin? ¿Habrían salvado a alguien que lo necesitara?

—C-creo que… Creo que sí tenía porqué —prosiguió después de otros segundos de descanso —. Es… Era un… duelo justo. ¿No? N-no sería justo que.. que… se ahogara —Levantó un poco la cabeza para voltear a ver al peliazul —. A-ahora… Ahora podremos volver a luchar. Después. Algún día.

”El conejo contra el lobo. Suena tan injusto, a decir verdad. Pero este conejo no se quedará atrás.” pensó mientras recostaba la cabeza de nuevo en el agua. El dolor seguía casi igual de intenso, pero ella se sentía tranquila.

Al escuchar que la joven se encontraba bien, no pudo sentirse más que aliviado... Y decepcionado tal vez, porque eso significaba que tampoco estaba pegando con la consistencia que debería, pero por ahora, podía estar feliz de ello. "Pero de eso no tiene porqué enterarse." Tenía una sensación horrible de vacío, cómo si algo faltara. Al igual que con el boxeador, la supuesta victoria se sentía incompleta, ya que moralmente estaba insatisfecho con su propio desempeño.


Las mismas palabras volvieron a rondar por su cabeza. No todo el tiempo iban a ser duelos amistosos, siendo que en las pocas veces que el asunto se tornaba peligroso se cohibía un poco al actuar. Colocó su antebrazo por encima de sus ojos, protegiéndose de los escasos rayos del sol que se colaban entre las nubes del País del Rayo. Estaba aún más molesto por ser él quién terminara recibiendo ayuda en vez de ser el quién tendiera la mano, que para colmo seguía bastante fatigado a pesar de haber transcurrido un buen tiempo.

—Sí, se supone que era justo. Pero realmente siento que yo me crucé de límite para algo que se suponía era amistoso— Admitió con tono seco. —Me sentí un poco presionado. No se me da bien el usar mucho chakra y estabas alargando el combate de una manera que tarde o temprano me haría quedar acorralado. Quise terminar de inmediato aunque fuera usando una técnica de alto calibre, pero mi cuerpo es incapaz de soportar el esfuerzo y por eso termino así... siempre.

Bajó el brazo y abrió los ojos, pendiente del cielo. Río un poco, al escuchar cómo Ranko sugería que en un futuro podrían encontrarse de nuevo para medir fuerzas una vez más.

—¡Ja! Ve haciendo fila, que ya hay mucha gente con la que tengo encuentros pendientes. King Rōga es muy cotizado— Se vanaglorió jactancioso. Pero el sabía, que de todos ellos el que más le interesaba era el que empezaba con D y terminaba en aigo.

—¿Viniste aquí para descubrir cosas sobre Kumo no? Pues al menos aquí no hay nada, pero yo sí que puedo contarte algo de interés—. Su voz ya sonaba más animada. —Antes, los Raikages solían elegir un hermano, el cuál sería cómo un compañero de batalla para toda la vida. La tradición dictaba que debían medir sus fuerzas usando una técnica secreta y sólo si ambos igualaban sus fuerzas podían considerarse hermanos. Fue aquí donde mi clan sentó las bases del nintaijutsu, pero que a diferencia del estilo de pelea de Konoha, una vez la aldea fue destruida los pocos sobrevivientes huyeron, llevándose nuestro legado al olvido.

»Aunque al menos, mi familia y yo estamos cómodos con nuestra vida actual en Ame

—Je… —soltó con una leve sonrisa, aunque posiblemente Rōga no podría verla desde su lugar. Al parecer no era la única con una revancha futura.

El que el chico se hubiese sobreesforzado le recordó a su madre. ”Toma mi brazo derecho como advertencia” resonó la voz de Komachi en su mente. Se preguntó si ella misma, en algún momento, se vería en una situación donde tendría que forzar su cuerpo a tal límite.

—Está… Está bien tomarse el tiempo pa-para mejorar… Para acon… acondicionarse, creo. Llevo… Tengo mucho… tiempo entrenando. Y sigo sin… sigo sin lograr lo que… aquello que… Sigo sin dominar la técnica de mi madre… No. Mi técnica. Sé que tomará… Tomará incluso más tiempo. Y esfuerzo. Se la mostraré cuando esté lista, Rōga-san.

La kunoichi escuchó entonces de manera atenta la historia que el peliazul contó. La hermandad que los Raikages creaban, y cómo sus ancestros eran practicantes del nintaijutsu, el cual era un término que Ranko había escuchado muy pocas veces, pero intuía de qué iba.

”Creo que… Curiosamente, Kuumi y yo no alcanzaríamos a ser ese tipo de hermanas. Yo no podría igualar su fuerza.”

—N-no sé cómo sea Amegakure, pero… Pero me alegra q-que tenga una buena… ahm… que pueda vivir bien. Significa… Creo… Significa que puede… ahm… crear un legado por usted mismo. Uno propio. Creo.

Tal vez era el estar un poco herida, flotando en un valle a muchos kilómetros de casa, o el que haya estado relativamente cerca de morir a manos de un extranjero, o el hecho de que estuviese conectándose con otra persona por medio de una plática sobre ancestros, familia y peleas. Ranko no sabía por qué, pero su mente se encontraba tranquila. Tal vez no podía hablar sin interrumpirse, pero sentía que podría charlar por mucho tiempo en ese estado. Podría pasar toda una tarde flotando a la deriva en Unraikyo.

—Ha… —comenzó, después de un rato de darse valor de hacer la pregunta —. ¿Ha encontrado a su… hermano, Rōga-san?

—Estaré ansioso por verla— sonrío desde su sitio, aunque seguía de cara al cielo. "Yo debo seguir esforzándome, porque llegaría el día que ni la más alta de las montañas podrá frenar mi ascenso." se lo tomó muy, pero muy a pecho aquello. —Pero recuerda que no voy a dejar que me superes tan fácil. Que en estilo nadie es cómo King Rōga— extendió su brazo derecho y le señaló, ladeando la cabeza para verla.

Luego, la muchacha continuó tocando un punto sobre el cual el Yotsuki no sabía muy bien cómo sentirme al respecto.

—Pues... no— volvió rápidamente la vista al cielo de nuevo.

Su abuelo se encargó de inculcarle sobre el significado de ser un integrante del Clan Yotsuki, y que la Hermandad no debía tomarse a la ligera, al ser cuasi sagrado. Siendo aún genin, no ha tenido la oportunidad de relacionarse mucho con otros shinobi, cómo para crear un lazo especial con nadie. Ni siquiera era un pensamiento que rondara en su cabeza con frecuencia, pues vivía su día a día sin preocuparse. Tenía muchas otras metas, antes que eso.

—Yo aún tengo que fortalecerme antes de siquiera atreverme a buscar alguien con quién igualarme— Levanto su mano a las alturas con la palma en alto. —Es algo que yo no puedo controlar. Considero que es de esas cosas en la vida que llegan únicamente con el tiempo— cerró su puño.

La conversación resultó ser relajante y se mente estaba mucho más tranquila, aunque aún sentía el cuerpo fatigado, como si hubiera tenido que cargar una carreta cómo un buey. "No quiero levantarme de aquí..."

Ranko esperó a descansar varios instantes más antes de hablar de nuevo.

—Ambos… Ambos tenemos u-un… un largo camino.

¿Cuánto haría falta para que Ranko pudiese sentirse tan fuerte como lo esperaba su madre? ¿Cuánto haría falta para que Rōga encontrara a su hermano? ¿Podrían enfrentarse entonces como iguales en un segundo duelo? La chica se preguntó si, siendo Rōga tan similar a Kuumi, el chico peliazul la superaría incluso más.

”Justo ahora está a kilómetros de mí… Si quiero alcanzarlo… alcanzarlos, tengo que esforzarme el doble. Tengo que reparar mis huesos cada que se rompan. Figurativamente, quiero decir.”

Por un rato, su costado le había dejado de doler, mas al intentar levantarse se dio cuenta de que había sido sólo por haber estado inmóvil un tiempo. El lado derecho de su torso ardió en lo que se erguía, aunque luego se sentó en la superficie del agua, descansando. Su ropa empapada le agregaba algo más de peso, lo cual le hacía un poquito más difícil moverse.

”Espero no enfermarme por estar tan mojada…”

—¿Q…? ¿Qué hará ahora, Rōga-san?

Tal vez podrían pasar otro rato juntos, ir a resguardarse al pueblo más cercano, o hacer fuercitas sobre la roca. Generalmente al terminar un entrenamiento, ella y Kuumi daban sus respectivas reverencias y luego iban a sus respectivos quehaceres.

—Bueno, este, yo...— Le costaba admitirlo, pero por esta vez la pereza había invadido su cuerpo de tal forma que aquella piedra se le antojaba cómo un colchón de plumas. —Pues, me quedaré aquí un rato acostado—. Cruzó los brazos detrás de su nuca para usarlos de almohada improvisada. —No creerás lo que te digo pero esta roca está muy cómoda, ¿sabes?— Río un poco nervioso, aunque en su estado peor era nada.

»¿Tú te irás ya? ¿Puedes caminar bien? ¿Segura que no te duele mucho?

Tal parecía que el peliazul se encontraba demasiado cansado como para levantarse. Eso o aquella roca estaba maravillosamente cómoda. Rōga parecía también preocuparse por el bienestar de Ranko, lo cual le hizo sonrojarse, pero alegrarse al mismo tiempo. Dudó un momento acerca de qué hacer, entonces. Se llevó un dedo al labio y lo tocó varias veces, pensativa. Luego asintió.

—U-un momento.

Caminó entonces, muy lentamente y de manera que su costado no le doliese mucho, hasta su mochila, la cual la había dejado en una roca algo retirada. Tardó un par de minutos en ir y buscar algo en su bolsa, luego otro par en regresar hasta Rōga.

—To-tome, Rōga-san.

Le tendió entonces, una barra de granola cubierta con una ligera capa de miel. Había comprado algunas hacía unos pueblos, y le habían parecido una idea excelente para viajes largos. O al menos había escuchado que eran muy energéticas.

Ranko se dejó caer entonces sobre la superficie del agua de nuevo, aliviada de no estar más de pie. Suspiró y comenzó a retirar la envoltura de su propia barra de granola.

—Ésta… Ésta es la primera vez que… que salgo tan lejos de casa. N-no sé si me preparé bien… Su… Supongo que… uno aprende aunque no esté listo.

Le dio una mordida a la barra. No estaba particularmente hambrienta, pero tener algo de alimento en la boca le dio la impresión de que el dolor disminuía. Deseó que comer curase las heridas al momento.

El Yotsuki se sentó, extendiendo el brazo para recibir el bocadillo. La última vez que compartió algo así, había sido con aquella regordeta uzujin en su furtivo jugueteo.

—Gracias— sonrió nervioso, pues era una jodida vergüenza no tener nada que ofrecer para corresponder. No era normal que luego de algo así te ofrecieran algo de comer. La tomó con alegría, sin tardar en hincarle al diente. Era dulce y probablemente más nutritiva que las chucherías que acostumbraba devorar sin piedad.

—¿Ah sí?— ladeó la cabeza como un perrito. —No es cómo yo conozca demasiado tampoco, pero mi abuelo me dejó al menos explorar algunos lugares como parte de mi entrenamiento. Es bueno tener conocimiento de distintos sitios. Lo importante es tener un mapa a mano, que luego si te pierdes estarás más que jodido— Recordó cuando estuvieron perdidos dando vueltas en círculos por culpa de Geki, en su infructífera búsqueda de agua.

»Cambiando de tema... No recuerdo que en la academia enseñaran un estilo de pelea cómo el tuyo.

Rōga agradeció la barra y pareció disfrutar comerla. Luego hizo un comentario acerca del estilo de pelea de Ranko. Ella masticó lentamente y tragó mientras pensaba en su respuesta.

"No pude siquiera usarlo a como los dioses mandan… ¡Kingu-san fue demasiado acelerado! Además… ¿estudiarán las mismas técnicas y posturas en Amegakure? ¡Sería interesante ver si hay alguna diferencia!”

—Oh, no. Mi estilo es… ahm… algo de familia. Lamento… Per… Siento no haber podido mostrárselo a como se debe. Tal vez… Tal vez la próxima vez aguante más de pie y pueda demostrar la… demostrar mi Taijutsu apropiadamente —dio otra mordida a su barra y, de nuevo, habló hasta que hubo tragado. No quería ser maleducada, después de todo —. Ta-tampoco había… Tampoco había visto un movimiento como… como su agarre, Rōga-san. Mi…

Quiso continuar con “mi hermana tiene un jutsu eléctrico similar al suyo”, pero pensó que no sería muy discreto contarle a un extranjero de la técnica de un tercero, así que se calló de golpe.

”¿Qué tal que alguna vez se encuentra con Kuumi? Lucharán, sin lugar a dudas. ¡Y no quiero darle desventaja a Kuu-chan!”

Se apresuró a darle una tercera mordida a su barra de granola.

"De familia, ¿eh? Suena a que proviene de un clan practicante de taijutsu. Quizás eso explica esa musculatura, su cuerpo se adaptó a ello." Era la conclusión que sacó de ello en base a su experiencia en la matería.

—Y no lo verás en nadie más— dio una mordida a la barra luego de contestar. —Me esforcé mucho para perfeccionar un estilo propio, algo que me distinguiera de los demás y que fuera mío y sólo mío— Se puso de pie, aunque claramente no estaba aún a su cien por cien. Adoptó la postura nuevamente, aunque con el bocadillo en la diestra. —Existe un arte marcial inspirado en los animales, teniendo distintas ramas según el animal. Estos son puño de serpiente, puño de grulla, garra de águila, garra leopardo, y garra de tigre. No sé si alguna vez escuchaste al respecto—. Su mirada estaba al frente, observando el agua. —Pero yo no quise estudiar ninguno de ellos, así que decidí tomar mi propio rumbo, tomando únicamente las bases—. Hizo la mano hacia el frente, con el ademán de agarrar algo delante de sí, que por la altura podría ser el cuello de una persona. —Un lobo muerde tres veces más fuerte que un humano. Esta es su arma de caza, y de ahí ha nacido lo que llamo Rōgafūfūken— Sentenció sin moverse.

Ranko asintió cuando Rōga mencionó los movimientos. La chica era consciente de que había muchas posturas y técnicas basadas en el reino animal, y se le hizo curioso.

”Me pregunto si los animales también tienen cosas con nuestro nombre… Como un conejo diciendo ¡manotazo de humano! o algo así… Sería gracioso verlo.”

El chico hablaba con tal decisión que Ranko se inspiraba solo de ver su mano extendida, aprehendiendo algo etéreo. La kunoichi le dedicó una enorme sonrisa. Cuando recordase aquel momento, pensaría en cómo se desenvolvió bien al charlar sobre peleas.

—¡Qué ingenioso debe ser Rōga-san para idear un estilo propio! Mi madre me enseñó el suyo, se llama… —Una pena repentina le hizo bajar la mirada un momento. Le avergonzó que el nombre de la técnica del peliazul sonara tan genial, mientras que el suyo sonaba un poco infantil. Nunca se había sentido mal por su estilo de pelea, pues le encantaban los conejos. Pero comparado con el del Amejin, sonaba hasta estúpido. Tragó saliva y habló con voz queda —. Es… el Baile... del Conejo Blanco... Q-q-qué bobo, l-l-lo siento.

Dio una y otra mordida más a la barra, casi acabándosela, esperando ahogarse antes con la granola de que se ahogase de la pena.

Oh, los elogios. Sentirse admirado, sentirse alabado. Alegría para su alma que fungía como gasolina para su ego, siendo aquello un triunfo moral que aseguraba que él estaba en el camino correcto. No podía sonreír más porque el rostro no daba para más, pero la satisfacción que demostraba era todo lo que necesitaba para que incluso su maltrecho cuerpo recuperase aquello que llamaban fuerza.

Estuvo atento a las palabras de la kunoichi, hasta que finalmente desveló el nombre de su estilo. Sin embargo, la sonrisa se le fue de la boca cuando ella hizo hincapié en que no valía demasiado. ¿Acaso ella estaba avergonzada de su propia técnica?

—¡Hmph!— Bufó afilando su mirada, apretó los puños, y camino hasta donde ella estaba sentada, agachándose para verla de frente. —¿Cómo puedes llamar bobo a algo que te delegó tu familia?— Se llevó los brazos a la cintura. —¡Es tu herencia y debes respetarla! Además tendrá su razón de ser para llevar tal nombre, ¿no?— miró nuevamente a sus piernas. —Tal vez no suene súpermegarequetecontrahiperamenazante pero oye, es tú estilo y por ende debes creer en él. Infravalorarlo es cómo si no confiaras en ti misma— entrecerró aún más los ojos antes de erguirse de nuevo. —No vuelvas a decir que es bobo.

Era curioso, pues Rōga no parece del tipo de gente que sea estricta, pero sin duda es un rasgo que comparte mucho con su abuelo Shishio aunque él mismo no esté consciente de ello. Se parecen más de lo que ambos están realmente dispuestos a admitir.