30/04/2019, 02:25
Aquel golpe le había dolido, pero más le había dolido las palabras de Yota, ¿Merecía realmente la bandana que estaba utilizando?
Mientras sentía el frío del kunai, escuchaba al otro. A pesar de su respiración exagerada y la sorpresa que se había llevado no tenía miedo, no era la primera vez que el filo de un arma estaba tan cercano a su cuello, no por lo menos esa noche.
Pero no se defendió, escuchó cada silaba que el otro le escupió en su propia cara, aquel sacudón lo había hecho bajar a tierra a abruptamente. Se sentía vulnerable, rendido, quizá hubiera preferido que en esa cueva le cortaran la garganta y lo dejaran sin vida antes de escuchar tantas verdades de frente, verdades que sintió más que una puñalada.
El arma cayó al suelo, en tanto Geki dejaba patinar su espalda por la roca, dejándose caer hasta terminar sentado en el piso. Tomó aire, fue una bocanada grande como si hubiera hundido la cabeza por 20 minutos en el agua. Yota era un tipo con temperamento, ya se lo había demostrado antes, así que podía decirse que había sobrevivido, por segunda vez, o por lo menos así lo pensaba él. Ver la muerte cerca tantas veces en una noche de seguro no era nada agradable.
El alma le había vuelto al cuerpo. Y se reincorporó, se paró lentamente, pero ni siquiera pudo ver de nuevo al rostro de Yota. Mantenía la cabeza gacha solemne. Aquellos ojos amarillos y la mirada furiosamente curtida le habían hecho ver el sufrimiento por el cual tenía que pasar un shinobi. No pudo soportar la vergüenza, quizá no estaba hecho para eso.
Y corrió. Se largó a correr lo más rápido que pudo. Corrió en dirección hacia la entrada de la cueva. Respirando si, con el corazón latiendo si, pero algo en él no estaba bien. El trance fue tanto que cuando llegó a la puerta de la cueva, realizó un salto torpe que al caer lo hizo girar sobre la hierba, pero no se detuvo. Se adentró en el bosque apartando las ramas que se le atravesaban con las manos, con ganas de estar solo, de pensar, de desaparecer un momento. No entendía todo lo que había pasado esa noche, correría hasta que que la falta de aliento lo detuviera.
Mientras sentía el frío del kunai, escuchaba al otro. A pesar de su respiración exagerada y la sorpresa que se había llevado no tenía miedo, no era la primera vez que el filo de un arma estaba tan cercano a su cuello, no por lo menos esa noche.
Pero no se defendió, escuchó cada silaba que el otro le escupió en su propia cara, aquel sacudón lo había hecho bajar a tierra a abruptamente. Se sentía vulnerable, rendido, quizá hubiera preferido que en esa cueva le cortaran la garganta y lo dejaran sin vida antes de escuchar tantas verdades de frente, verdades que sintió más que una puñalada.
El arma cayó al suelo, en tanto Geki dejaba patinar su espalda por la roca, dejándose caer hasta terminar sentado en el piso. Tomó aire, fue una bocanada grande como si hubiera hundido la cabeza por 20 minutos en el agua. Yota era un tipo con temperamento, ya se lo había demostrado antes, así que podía decirse que había sobrevivido, por segunda vez, o por lo menos así lo pensaba él. Ver la muerte cerca tantas veces en una noche de seguro no era nada agradable.
El alma le había vuelto al cuerpo. Y se reincorporó, se paró lentamente, pero ni siquiera pudo ver de nuevo al rostro de Yota. Mantenía la cabeza gacha solemne. Aquellos ojos amarillos y la mirada furiosamente curtida le habían hecho ver el sufrimiento por el cual tenía que pasar un shinobi. No pudo soportar la vergüenza, quizá no estaba hecho para eso.
Y corrió. Se largó a correr lo más rápido que pudo. Corrió en dirección hacia la entrada de la cueva. Respirando si, con el corazón latiendo si, pero algo en él no estaba bien. El trance fue tanto que cuando llegó a la puerta de la cueva, realizó un salto torpe que al caer lo hizo girar sobre la hierba, pero no se detuvo. Se adentró en el bosque apartando las ramas que se le atravesaban con las manos, con ganas de estar solo, de pensar, de desaparecer un momento. No entendía todo lo que había pasado esa noche, correría hasta que que la falta de aliento lo detuviera.