7/01/2017, 22:22
Hay días en los que uno prefiere pasar de todo, no hablar con nadie, irse lejos de todos los lugares que tiende a frecuentar y pasar un rato de soledad en algún lugar alejado, a veces junto a desconocidos y otras completamente solos. Todos alguna vez se habrán sentido de esta manera o algún día lo experimentarán, y esta vez era el turno de Ritsuko que no tenía ganas siquiera de hablar con su propia madre, lo era equivalente a hablar consigo misma aunque ella no lo interpretase de dicha manera.
Dentro de la aldea no podía alejarse de nada ni de nadie por mucho que lo desease, siempre habría algún niñato por allí deambulando para señalarla o incluso algún mayor que la mirase mal o muy por encima pese a su condición de kunoichi y ni hablemos de otros shinobis. En otras palabras, la chica necesitaba salir de allí para olvidarse de todo por al menos unos minutos. Pero claro, no podía sencillamente desaparecer así porque sí, por lo que terminaría por irse relativamente cerca de la aldea, más considerando las vías ferroviarias que ahora conectaban con prácticamente todas las localidades de importancia.
Así fue como partió rumbo a la estación del tren presente en la Ribera del Sur, desde ahí unas dos horas aproximadas y ya llegaría a los límites del país, al pueblo de Kuroshiro donde la kunoichi lo primero que pudo notar fueron infinidad de decoraciones de pandas. ~Podría ser peor. ~Se planteó la pelirroja justo cuando bajaba del tren. De todas maneras, no había ido allí para hacer turismo ni nada por el estilo, iba básicamente a aprovechar que había cumplido la mayoría de edad y que incluso en cuerpo lo aparentaba lo que aseguraba que no tendría tanto inconveniente ni que dar explicaciones adicionales. Claro que iba armada como cualquier kunoichi e incluso lucía la bandana shinobi amarrada a su cintura pero no se molestaría en hacer su trabajo si la situación lo ameritaba…
El objetivo de la chica era bastante sencillo, y considerando que la ciudad era prácticamente un centro turístico no tardó mucho en hallar una posada, no tan concurrida como uno esperaría considerando la hora y también el tipo de lugar en el que se encontraba, es decir, en pleno centro del poblado, pero le era suficiente a la pelirroja para adentrarse en el establecimiento y acercarse a la barra.
—Buenas… ¿Tienen alguna habitación disponible? —Preguntaría en primer instancia, después de todo, era de noche, no había salido de casa muy temprano que digamos.
—Claro, queda una disponible. —Diría el posadero mientras terminaba de acomodar algunos vasos en unas estanterías detrás de la barra.
—Resérvemela por una noche entonces y… —Hizo una ligera pausa en la que tomaba asiento allí mismo, en una de las múltiples sillas altas que se encontraban disponibles. —Deme una botella de sake si no es molestia. —Agregaría bastante tranquila mientras se apoyaba sobre el mostrador sencillamente para estar más cómoda.
~Odio las bancas estas, son incómodas sin respaldo. ~ Pero claro que no lo diría, seguro y terminaba molestando al posadero.
—Muy bien. —Diría enérgico el hombre de mediana edad. Sin más tomó una botella de lo pedido y un vaso limpio para dejárselo al alcance, incluso se tomó la molestia de servir el primer vaso.
Dentro de la aldea no podía alejarse de nada ni de nadie por mucho que lo desease, siempre habría algún niñato por allí deambulando para señalarla o incluso algún mayor que la mirase mal o muy por encima pese a su condición de kunoichi y ni hablemos de otros shinobis. En otras palabras, la chica necesitaba salir de allí para olvidarse de todo por al menos unos minutos. Pero claro, no podía sencillamente desaparecer así porque sí, por lo que terminaría por irse relativamente cerca de la aldea, más considerando las vías ferroviarias que ahora conectaban con prácticamente todas las localidades de importancia.
Así fue como partió rumbo a la estación del tren presente en la Ribera del Sur, desde ahí unas dos horas aproximadas y ya llegaría a los límites del país, al pueblo de Kuroshiro donde la kunoichi lo primero que pudo notar fueron infinidad de decoraciones de pandas. ~Podría ser peor. ~Se planteó la pelirroja justo cuando bajaba del tren. De todas maneras, no había ido allí para hacer turismo ni nada por el estilo, iba básicamente a aprovechar que había cumplido la mayoría de edad y que incluso en cuerpo lo aparentaba lo que aseguraba que no tendría tanto inconveniente ni que dar explicaciones adicionales. Claro que iba armada como cualquier kunoichi e incluso lucía la bandana shinobi amarrada a su cintura pero no se molestaría en hacer su trabajo si la situación lo ameritaba…
El objetivo de la chica era bastante sencillo, y considerando que la ciudad era prácticamente un centro turístico no tardó mucho en hallar una posada, no tan concurrida como uno esperaría considerando la hora y también el tipo de lugar en el que se encontraba, es decir, en pleno centro del poblado, pero le era suficiente a la pelirroja para adentrarse en el establecimiento y acercarse a la barra.
—Buenas… ¿Tienen alguna habitación disponible? —Preguntaría en primer instancia, después de todo, era de noche, no había salido de casa muy temprano que digamos.
—Claro, queda una disponible. —Diría el posadero mientras terminaba de acomodar algunos vasos en unas estanterías detrás de la barra.
—Resérvemela por una noche entonces y… —Hizo una ligera pausa en la que tomaba asiento allí mismo, en una de las múltiples sillas altas que se encontraban disponibles. —Deme una botella de sake si no es molestia. —Agregaría bastante tranquila mientras se apoyaba sobre el mostrador sencillamente para estar más cómoda.
~Odio las bancas estas, son incómodas sin respaldo. ~ Pero claro que no lo diría, seguro y terminaba molestando al posadero.
—Muy bien. —Diría enérgico el hombre de mediana edad. Sin más tomó una botella de lo pedido y un vaso limpio para dejárselo al alcance, incluso se tomó la molestia de servir el primer vaso.