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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Sintonía.

Era lo que se podía sentir al observar una batalla entre estos dos seres. Una comunión de movimiento que quizás podría ser impresionante ahora, pero que más adelante podría traerles problemas. Aún así, era evidente que la juventud de ambos hermanos no les había permitido hasta ahora desarrollar individualmente sus propias estrategias y habilidades que les diferenciaran. Se podía notar en los ataques, los bloqueos y las tretas de distracción. En ese sentido, se pudo evidenciar que aquel combo no fue tan efectivo como Kota hubiese querido, aunque su hermano tuvo que comerse un ligero golpe que digirió fácilmente. No sin antes aprovechar la supuesta confianza que podría haber tenido el peliblanco para contraatacar y lanzar él, sin piedad; otra serie de puñetazos.

Los ojos de Kota comenzaron a plasmar su función en el cambo de batalla. La pequeña destreza visual que esa etapa inicial del Sharingan le otorgaba fue lo que le permitió darse cuenta de lo que venía. Y consciente de, dejó que el primer golpe toqueteara su hombro aunque mantuvo las piernas fuertes para no desbalancearse. Sin embargo, aprovechó el pequeño empujón que ese contacto le había generado para inclinarse hacia un costado y evadir así —por los pelos—. aquel brazo ascendente que quería buscar su mandíbula.

¿Era cámara lenta?... no exáctamente. Pero fue allí que sintió realmente la utilidad del tan famoso sharingan. Una apreciación del movimiento que sin duda no tendría sin que aquella aspa conquistara sus ojos.

En cuanto su hermano tomó distancia, él también lo hizo.

—Estoy de acuerdo, yotita... ¿por qué no lanzas tú la primera piedra? —contestó risueño—. pero luego no escondas la mano, ¿eh?...

Kota asumió una nueva posición de pelea para aguardar paciente a lo que vendría. Sabía que no sería sencillo, las cosas se caldearían un poco. Nada que no fuese bueno para el espectáculo, pensó.
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#17
El mellizo también retrocedió con tal de dar una momentanea tregua a la contienda. Al menos pudimos recuperar un poco el aliento, preparandonos para el siguiente asalto, el cual tendría más ingredientes y un nivel de complejidad superior. Había llegado el momento de enseñarle al sensei que mereciamos con creces aquellas bandanas.

-Ajá, así que crees que te atacaré por la retaguardia ¿Eh?- musité -¡Entonces no tiene gracia! Ajora me apetece comprobar si realmente te has entrenado a conciencia para esto-

Me erguí por compelto, ejercitando los dedos de mis manos, abriendolos y cerrandolos, mostrando mis puños durante unos breves pero a la vez eternos instantes. De pronto la tensión volvió a instaurarse en aquel dojo bajo la atenta mirada del examinador y la corte de Seiyo. La respiración y los altidos de mis entrañas volvieron a acelerarse, eso sí, sin quitarle la vista de encima a mi hermano. No quería sorpresas.

-Bueno... ¿Mereces esa bandana, Kotita?-

No esperé una respuesta a aquella pregunta, preferia que fuesen sus actos los que respondiesen. Así que junté mis manos y estas automaticamente empezaron a formar distintas figuras, una detrás de otra hasta que completé la secuencia de sellos de mano para ejecutar el Gokakyo no Jutsu, técnica emblema de todo buen katonero que se aprecie, más aun para cualquier Uchiha de buen ver. De mi boca surgió un imponente chorro de fuego, como si de mis entrañas emanase el mismisimo infierno. Las llamas aceleraron su paso y buscaban aumentar la temperatura de la piel del muchacho de cabellos blanquecinos.

*Si realmente entrenaste duro serás capaz de c0ombatir mi Gokakyo..*

Deseaba que así fuese y tratase de contrarestarlo con su propio Gokakyo. Era el momento de demostrar nuestras habilidades y nuestro potencial con el ninjutsu.
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Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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#18
Él no era quién para responder a la pregunta de su hermano. Si merecía o no la bandana, era trabajo del examinador decidirlo; no el suyo. Pero en un rincón bien profundo, se resguardaba aquel pensamiento de que confiaba lo suficiente en sus habilidades aún retoñas como para pensar que no podía equipararse a aquellos que en el pasado hubiesen fallado la prueba. De todas formas su caso, al igual que el de Yota, era un tanto más particular que el del resto, sólo por ser miembros del famoso clan Uchiha.

Pero no era tiempo de pensar en trivialidades. Ahora su objetivo era percibir el ataque de su hermano y hacer lo necesario para sobreponerse al mismo. Y tendría que poner pronto un plan en marcha, porque aquellos movimientos de manos equivalían al anuncio de que la batalla continuaba.

«¡Oh oh!»

Casi podía sentir el olor chamuscado de su camisa al imaginar que aquel chorro de fuego terminase dándole de lleno. Pero no, no lo podía permitir.

Sus propias manos imitaron, aunque a tiempo de reacción y no de forma idéntica a la de Yota; los movimientos que el Uchiha de cabellos negros había ejercido segundos antes. Una serie de formas conocidas que darían paso al fuego voraz en forma de bola que saldría despedida de la boca del peliblanco, quien poco antes había dispuesto de sus piernas para mantener una posición firme sobre el suelo y poder aguantar en caso de que el choque de ambas técnicas le obligara a despotricarse hacia atrás.

Aquella tormenta de llama desatada no era ni de cerca de las magnitudes de alguien con una fuente de chakra mayor, pero para ellos que recién comenzaban a desbloquear y sobrepasar sus propios límites, era bastante meritorio. Pero para Kota no bastaba tan sólo evitar llevarse un par de quemaduras de gravedad, sino que además agregó un elemento sorpresa de cual esperaba poder sacar provecho más adelante. Y es que sus manos, ahora libres de cualquier atadura; arrojaron de forma consecutiva un par de kunais tomados con anterioridad, los cuales atravesaron el bloqueo visual que el humo había generado y buscaron como un misil dirigido las zonas medias o inferiores de su contrincante. No esperaba atinar con tanta certeza, pero al menos sabía que el recuerdo de la última posición de su hermano antes de que todo ocurriera debería seguir siendo la misma. No porque pensase que Yota era predecible, sino que la forma en la que él había invocado su Gōkakyū le obligaba a mantener una posición estable y firme con tal de poder seguir manteniendo el flujo para el lanzallamas.

Kota, en cambio, había optado por una bola que le daba más amplitud y quizás una pizca mayor de libertad de movimiento.
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#19
Todo fluía según como lo tenía ordenado en mi cabeza. Sabía a ciencia cierta que Kota me contestaría con la misma técnica y así fue, tan solo uso la otra variante del Gokakyo, algo que como ambos sabíamos le haría disfrutar de una movilidad superior y poder ejecutar la técnica sin problemas. El que estaba contra las cuerdas era yo y solo me salvaría el hecho de que mi llamarada superase a su proyectil.

*Vamos, joder ¡Vamos!*

estaba totalmente concentrado siguiendo expulsando más y más fuego con tal de salirme victorioso. De no conseguirlo iba a llevarme un buen golpe. Hasta que mi sharingan avisto dos proyectiles más que avanzaron a través del fuego. Ese cabrón me conocía bien y supo aprovecharse de eso. Pero no iba a tener tiempo de reacción posible para evitarlos, iban en dirección a mis piernas e instintivamente detuve mi técnica la cual acabó superando el proyectil del peliblanco y traté de moverme a mi derecha para eludir aquellos kunais pero finalmente rasgaron mi piel haciendo brotar alguna que otra gota de sangre, la cual emprendió un vuelo hacia el suelo, dejando una ligera marca rojiza debajo de la tela de mis pantalones.


-Tsk..- mascullé con cierta rabia.

Tomé el kunai que aguardaba en mi portaobjetos con mi mano diestra y corrí en dirección a aquel humo en busca de mi mellizo. Aquello aún no había terminado, por supuesto que no.
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#20
Detrás de aquella barrera de humo, donde ni él ni su hermano podían verse mutuamente —y así tampoco el examinador, quien aguardaba a un par de metros a la derecha sobre una gran roca—. Kota sonreía. Y lo hacía porque sentía una mezcla de sensaciones que sin duda no había tenido la oportunidad de sentir antes.

Emoción, sintonía, incluso un pizca de duda...

Aunque mayormente, sentía felicidad.

No había nada más reconfortante que una buena batalla con Yota, con quien había estado practicando durante su infancia casi todos los días. Era una rivalidad sana y cercanamente familiar, de aquellas que no hacen daño a nadie sino que buscan, de una forma u otra; el equitativo crecimiento de sus habilidades. Aunado a eso, la historia tras del collar que reposaba en cada uno de sus cuellos certificaba que, ellos eran quizás los Uchiha más unidos de la época. Y eso daba sin lugar a dudas mucho de que hablar.

«¿Le habré dado?» —se preguntó, luego de percatarse de que su manga del brazo derecho estaba parcialmente quemada. Así también parte de su hombro, aunque nada grave.

Pero lo cierto es que no habría tiempo para cuestionamientos y dubitativas, puesto que ahora que Kota se había cogido para sí mismo la iniciativa al usar aquella táctica; era probable que su hermano no permitiese que usara esa carta de nuevo. En cambio, sería él quien aprovechase todo el estupor que el momento había generado para usar el elemento sorpresa para sí mismo. El humo aún no se había disipado, así que lo atravesó con arma en mano y sorprendió frente a frente a un Kota que quizás se esperaba algo así, pero sus jovenes reflejos no estaban capacitados aún para evitarlo.

—¡Ju ju! —se burló—. mejor vete a casa a lavarte esa herida Yotita, no vayas a perder la pierna por una infección.
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#21
*¡Ahí estás!*

Nada más cruzar aquella nube de humo grisáceo busqué la posición de Kota y una vez lo localicé supe que le había sorprendido ligeramente, pues no trató de contraatacar cuando tuve la oportunidad, algo que por otra parte me había sorprendido. Pero no era momento de dudar ni de buscarle tres pies al gato. Era la hora de las ostias. Algo me decía que aquello iba a terminar pronto.

-¡Jah! Deja de preocuparte por mí, estoy perfectamente-

Como si se tratase de un ataque automatizado, el brazo derecho que sostenía el kunai hizo un rápido y ágil movimiento hacia el frente y el arma salió disparada hacia el peliblanco. Mi estrategia había dado comienzo. Esta vez debía ser yo el que se saliese con la suya y no estaba dispuesto a tener que tragarme el orgullo una vez más, así que tras el kunai fui yo el que salió corriendo para atacar su flanco izquierdo. si no me fallaba la memoria, su flanco débil era aquel así que iba a buscar una posición de ataque ventajosa.

-¡Venga, terminemos con esto! ¿Hasta cuando serás capaz de mantenerte en pie, Kotita?-

El examinador, por su parte, expectante ya había descendido de aquella roca y se había metido uno de aquellos palillos de madera en la boca, masticándolo y triturándolo. Uchiha Seiyo también se había erguido, dejando aquella butaca presidencial vacía, pero seguía en aquel palco improvisado. Incluso aquel hombre, frío como el acero más letal, estaba deseoso de ver como culminaba aquella pelea y sobre todo, ardía en deseos de ver a sus dos hijos con la bandana del remolino en su cuerpo.
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#22
Aunque la frase anterior había sido una broma, Yota había dado en el clavo cuando intervino posteriormente. Le dijo que dejara de preocuparse por él, y aunque quizás no lucía de esa manera, era probable que las palabras de Kota buscaran de manera inconsciente saber si su mellizo se encontraba bien. Después de todo, no era ni su intención ni su prioridad herirlo de manera permanente o que dejaran represalias a futuro más cuando se trataba de un simple —aunque importante— prueba de ascenso.

Él no era su padre: La familia es intocable, hay que protegerla; no eliminarla.

Por suerte, sus armas tan sólo habían rozado a su hermano. Se encontraba bien, sonriente y tan burlón como siempre, dispuesto a continuar con el espectáculo. El rostro del peliblanco se vio de pronto carismático con una gran sonrisa repleta de picardía por aquel breve intercambio de palabras, a lo que Yota respondió no con otra mueca facial sino con un rápido movimiento incitando el encuentro de nuevo a la acción. Las manos de su contrincante arrojaron como buenamente pudieron un arma idéntica a las que habían sido usadas anteriormente, cuyo filo buscó como un proyectil el cuerpo del otro Uchiha. Kota abrió los ojos de par en par puesto que algo le decía que no podría evitar aquello, teniendo también en consideración que no esperaba que su hermano se quedase allí parado tal y como él lo había hecho en su movimiento previo. Ya no había nube que les impidiera verse así que cuando el Kunai de Yota se vio interrumpido por sus paliduchas manos de Kota que sostenían por suerte un último Kunai, este estaba tan concentrado en eliminar la amenaza que aquel metal filoso representaba que no tuvo la capacidad de reaccionar a la aproximación de su hermano.

Un golpe certero en su costado izquierdo le mandó hacia atrás con un fuerte dolor en el área abdominal. Un leve quejido y el ceño fruncido así lo certificaba. Kota se mantuvo con una rodilla en tierra aunque con la mirada erguida ante aquella treta, molesto consigo mismo por no haber podido predecir aquel cúmulo de movimientos que le dejaba en parte mal parado ante el examinador, quien se había movido de su puesto unos segundos antes.

—¡Hasta que te vea a ti tumbado en el suelo, listillo!

Si algo había que admitir era que estaba cansado. No sólo era su sharingan que drenaba gran parte de su energía, sino también aquella gran bola de fuego que a pesar de sus magnitudes, igual era bastante para una persona tan joven como él. Así que teniendo en cuenta sus reservas no es que tuviese mucho por hacer, así que pensó: ¿qué podía hacer ahora?...

Sus manos rebuscaron una vez más un pequeño bolso marrón que reposaba en el costado derecho de su cintura, momento en el que dio una fuerte vuelta hacia el lado contrario y con el mismo impulso arrojó, habiendo tenido el tiempo suficiente para preparar todo, un único shuriken hacia el torso de su hermano. Su brazo de lanzamiento quedaría extendido y aguardaría hasta ver cómo se desenvolvía Yota.
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#23
Evidentemente, solo se trataba de dos renacuajos con los nervios a flor de piel por sorprender a todos los presentes y que con cierta facilidad iban a llegar al límite de sus facultades, cansandose y perdiendo parte de sus reflejos aún con el sharingan luciendo imponente en sus respectivas orbes; era el caso de Kota y también el de Yota que estaba empezando a acusar su forma física en el que estaba siendo uno de los combates más fascinantes que había librado hasta la fecha, contento de que fuese con su inseparable hermano mellizo, por lo cual acabó esbozando una sonrisa justo después de haberle propinado un mordaz puñetazo en la zona abdominal al peliblanco.

-¡Eso no vas a verlo!-

Pero por mi cabeza tan solo rondaba la misma pregunta desde hacia varios segundos ¿Íbamos a ser nombrados gennins los dos? Por si lo visto hasta ahora no había sido suficiente, quise mostrar una nueva carta, una técnica que había aprendido por mi cuenta recientemente. Pero debía darme prisa. Kota se había dispuesto a dar una nueva arremetida mientras tarataba de recobrar el aliento en pequeñas bcoanadas de aire.

*Vamos, un poco más..*

Vi como aquella estrella plateada viajaba hasta mi posición así que rápidamente volví a concentrar chakra, esta vez en mis piernas y mis pies los cuales pronto estuvieron preparados y listos para llevar a cabo aquella última acción. No había tiempo de esquivar nada así que convencido me impulsé cogiendo velocidad muy rápidamente gracias al chakra que me ayudó a impulsarme con la pierna diestra por delante. En el vuelo el shuriken se clavó en la pantorrilla pero aquello no iba a detener nada. De hecho, seguí avanzando con el claro objetivo de darle un zapatazo en la cara a Kota.

Pero aquello colmó la gota del vaso, estaba prácticamente seco, me levanté para comprobar si había impactado en mi objetivo y rezar para que la poca cantidad de energía que quedaba en mi cuerpo sirviese para poder defenderme por lo menos.
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#24
Lo que hizo Yota en respuesta de su ataque fue un poco extraño. No supo discernir el por qué, pero su hermano pareció entregar parte de su integridad física con tal de lograr, quizás; asestar un último ataque que podría darle la tan ansiada y buscada victoria. El chakra en sus pies, aunque imperceptible por los momentos ante el retoño y poco evolucionado Sharingan del peliblanco, pareció impulsar de una manera más apropiada para que la extensión de la pierna junto con el movimiento buscaran sí o sí dar de lleno al rostro de Kota.

Sin embargo, en el trayecto de aquel ataque, Yota no sólo recibiría aquella estrella plateada en su pantorrilla sino que en cuando avanzara un poco más, sentiría el pinchazo de otra punta filosa levemente más abajo del lugar en el que había impactado la primera. Se trataba de una técnica estratégica, aunque básica; en la que el engaño permite ocultar un segundo artefacto bajo el primero. Y eso era exactamente lo que había hecho. Pero más allá de su ataque combinado, era de esperarse que por la cercanía entre ambos, el peliblanco tuviera que afrontar la pierna que le venía de frente.

Por suerte tenía uno de sus brazos extendidos por el previo lanzamiento, el cual arremangó de tal modo que se interceptara en forma de cruz con la otra extremidad, cerrando los ojos y esperando que aquel bloqueo fuese suficiente. Afirmó sus pies como bien pudo pero la fuerza aplicada del pie le hizo un buen daño en los antebrazos, que adoloridos, no pudieron buscar frenar la inminente caída obligada por el impulso de dicho ataque.

«Demonios...» — Kota lo sabía. Sus reservas no daban para más y la fugaz desaparición del tintado rojizo en sus ojos lo demostró. Hizo su mayor esfuerzo para alzar su torso y tener la visibilidad suficiente como darle un rápido vistazo a Yota para ver como se encontraba. Y no sólo a él, sino también al examinador que seguramente habría visto suficiente.

O eso esperaba, sin duda; porque no creía poder levantarse para continuar la demostración.
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#25
Lo único que estaba claro es que ambos estábamos en las últimos, apurábamos nuestras últimas bazas con tal de impresionar a todos los allí presentes y ganarnos a pleno derecho entrar en el servicio de Shiona-sama. Era plenamente consciente de que aquel simple shuriken escondía una segunda intención, oculta, por supuesto.

Y no fue hasta que ejecuté mi maniobra desesperada hasta que mi prácticamente recién estrenado sharingan se percató de ello. Una suave aunque perceptible capa de chakra bajo aquel shuriken escondía otro y no tardaron en clavarse en mi espinilla como si de un cuchillo se tratase con un punzante e intenso dolor ante el cual lancé un quejido acompañado por la sangre que brotaba en el lugar del impacto. Pero ya nada iba a evitar lo que había puesto en marcha. Ni queriendo podría hacerlo pues me encontraba volando como una rapaz en busca de su presa.


-¡Toma esa!-

No supe discernir contra qué impacté pero lo cierto es que parecía el cuerpo del peliblanco pues no poseía la dureza que tiene una pared y no se me ocurría otra cosa con la que pudiese haber chocado. tras aquel impacto acabé haciendo la croqueta en el suelo, rebozandome de polvo. Aún podía luchar, era cierto, pero en unas condiciones más bien deplorables. Si seguía así el sharingan acabaría consumiendo el poco chakra que me quedaba así que opté por desactivarlo mientras me incorporaba, alzando la mirada para comprobar que Kota no fuese a atacar de nuevo cuando algo e detuvo de hacer nada, observando la también lamentable imagen de Kota.

-¡Basta! Ya he visto suficiente. Acercaos-

No era la voz de Seiyo, no; sino que era la del examinador que al parecer ya había tomado un veredicto. De pronto sentí como si una energía que no tenía presente brotase ne mi interior. Golpeaba con fuerza mi pecho y activó de nuevo mis pulmones, así como mis constantes vitales, acelerándolas un poco más. No era nada más que la emoción del momento y la adrenalina hizo de su parte también.

Me acerque como pude hasta mi mellizo y le extendí la mano

-Vamos a dejarlo aquí ¿Eh?- dije satisfecho del espectáculo que habíamos brindado -Veamos que tiene que decirnos del numerito que hemos montado en un momento-

Tanto el uno como el otro podíamos estar satisfechos de lo ofrecido en aquel combate en el que tanto estaba en juego. Una simple bandana había sacado lo mejor de nosotros mismos. Por su parte el examinador seguía con un aspecto serio con los brazos cruzados, esperando que nos dignásemos a esperarnos, justo detrás mío, ya tocando con los pies ne el suelo y con la roca imponente a sus espaldas.
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#26
La voz de mando del examinador dio finalmente la certeza de que el combate había terminado. Sin embargo, su voz neutra y seria le agregó una sensación de inseguridad a la situación que Kota no se había permitido sentir sino hasta ese mismo momento puesto que en su estado más vulnerable, era sencillo llenarse la cabeza de infinidades de desenlaces para el examen que estaban presentando. Ni contar con que el fallar sería sin lugar a dudas la vergüenza más grande para su clan, aunque a veces sentía que esa era la mejor arma para usar contra su padre. De cualquier forma, sus dubitativas desaparecieron en cuanto Yota se acercó para extenderle la mano. El peliblanco le vio un tanto incrédulo pero finalmente terminó dibujando su típica sonrisa para luego extender el brazo y usar el apoyo de su hermano para levantarse.

Una vez arriba, limpió la tierra de su pantalón e intentó no quejarse por los moretones que se habían pintado en sus antebrazos por el detenimiento de ese último ataque.

—No hay nada que escuchar —bromeó—. ¿dónde está mi bandana? —dijo en voz baja, inaudible excepto para su hermano. Finalmente, decidió avanzar con paso rengado hasta una distancia prudente entre ellos y el ninja encargado de decidir su futuro.

Kota le miró fijamente y esperó paciente a que diera el veredicto. En un momento sabría si el esfuerzo había valido la pena: si aquel espectáculo único de graduación para alimentar el ego de su padre había dado sus frutos. Y a pesar de sentirse extraño por ser parte de ello, lo cierto es que el método era el mismo...

—¿Y bien?
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#27
San s'acabó. Aquel grito de interrupción era el que ambos mellizos estaban esperando a expensas de que ya ninguno de los dos tenía el poder oculto de los Uchiha tintado en los ojos, claro síntoma de que estaban en las últimas. Posiblemente por aquella misma razón el examinador no quiso ir más allá ya que solo era eso, una prueba para medir sus habilidades como shinobis y ver si estaban capacitados para ponerse a las ordenes y caprichos de Uzumaki Shiona-sama.

*Menos mal, joder*

Le ofrecí mi mano a modo de apoyo y el peliblanco la tomó sonriente, aunque eso si, hecho un trapo viejo lleno de polvo. Aquella última arremetida le dejó los brazos realmente maltrechos y aquella estampa morada en sus extremidades me hizo pensar que me había dejado llevar en exceso. Pero ya no podíamos echarnos atrás respecto a nuestros actos, ahora solo nos quedaba acercarnos y acatar el veredicto.


-Yo creo que lo mejor que puedes hacer es dibujartela en la frente- susurré a modo de burla ante su pregunta.

En el palco improvisado, todos los asistentes se levantaron al ver que había llegado el momento más importante del evento, el de la hipotética entrega de bandanas. Contenían la respiración y pronto se creó un ambiente de tensión en el que aquel jonin era el foco de todas y cada una de las miradas. El único que no se había levantado fue Seiyo. Parecía que había entrado en un período de congelación en el que sus codos estaban apoyados en los brazales de su butaca y sus manos se entrelazaban y reposaban justo entre su nariz y sus labios superiores, pensativo y atento a lo que se iba sucediendo. Él no observaba al examinador, sino a sus discípulos, la sangre de su sangre por la que tanto había luchado.


-¿L.. Lo... Lo hemos conseguido?..-

Mi voz salía como un débil hilo de seda que estaba a punto de ser quemado y desintegrado, presa de la incertidumbre. Lo habíamos dado todo pero a veces, incluso eso no es suficiente. el hombre se metió las manos en los bolsillos de su chaleco momento en el que contuve la respiración.

-Aún estáis lejos de ser grandes shinobis, si os soy sincero.- comenzaba -Debéis aprovechar mejor el tiempo, sacar lo mejor de vosotros mismos en cada día y en cada entrenamiento. Sois demasiado precipitados en vuestras decisiones. Sin embargo, es una evidencia que en lo que a la lucha se refiero, casi me atrevería a decir que sois unos prodigios; habéis despertado en sharingan a una corta edad, debéis estar orgullosos de ello, sabéis manejar el Katon, una naturaleza elemental básica. Tú, Uchiha Kota, además, sabes usar el shurikenjutsu a tu favor, te aplaudo pues no es fácil manejarlo. Esto es para ti- Extendió su brazo izquierdo hasta la posición del peliblanco y en ella pudo ver como colgaba una bandana nevada con el símbolo del remolino impregnado en su metal

*Joder! Lo ha conseguido ¡No puedo fallar ahora!*


-Por lo que a ti respecta, Uchiha Yota, estoy fascinado con tu taijutsu, realmente sabes manejarlo a tu favor. Te felicito, esto también es para ti. Enhorabuena a ambos-

Como hacia unos segundos, extendió el brazo derecho por el cual sujetaba una bandana rojiza como la sangre. Como si fuese un acto reflejo la tomé sin dudarlo y me la puse en la frente hinchado como un pavo de puro orgullo y satisfacción.

-¡Jah! ¿Lo has visto, Kotita? ¡Somos gennins!- No pude evitar mirarle con aprecio y con una sonrisa de oreja a oreja.

Aquel día había sido uno de los más intensos y emocionantes de mi, hasta ahora, corta vida. De fondo los gritos de los miembros del clan Uchiha, también emocionados, rompieron la tensión previa y dieron paso a la fiesta que estaba a punto de desatarse.
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#28
"¿Lo hemos conseguido?"...

«Espero que sí»

De pronto, tanto Kota como Yota se habían transformado en el único centro de atención. El movimiento del examinador, aunado a la réplica silenciosa de su padre, lograron atraer las miradas de todos los presentes quienes se debatían entre risas y seriedad, el cómo debería terminar aquella ceremonia. Sin embargo, el único que tenía la potestad para decidir si habían logrado su cometido era el hombre enviado por Shiona-sama.

Frente al susodicho examinador el peliblanco se mantenía erguido con cara de pocos amigos. Serio, sin dubitativas reflejadas en su rostro. Si algo tenía el pequeño Uchiha es que era bastante maduro para su edad, aunque eso no le eximía de enfrentar como todo niño los miedos más fortuitos que el desafío de crecer les presenta a todos alguna vez. En el fondo se moría de temor a fallar, a defraudar a su madre, a no poder acceder a nuevas fuentes de conocimiento para hacerse más fuerte. Sin ello no podría obtener su venganza. De cualquier forma, era propio de su personalidad intentar mantener su temple bajo cual fuera la circunstancia. Aunque su mano derecha temblaba y la ocultó detrás de su espalda.

Pronto el hombre comenzaría un recital en el que hablaría un poco sobre lo que había visto. Una buena demostración de ataques y correcta utilización de las artes más básicas de un shinobi, aunque no sin antes restar algunos puntos por detalles como la precipitación en los movimientos y la incorrecta dosificación de energía. Aún así destacó las áreas fuertes de los dos hermanos, algo que Kota supo valorar pues se había partido el trasero intentando lograr correctamente la técnica de Shurikenjutsu. Pero eso sólo sería un abre bocas para lo que vendría después: el hombre extendió su mano y en pro de los méritos de aquel combate, Kota era apto para recibir según su criterio; su bandana ninja. El peliblanco ya no tan serio abrió los ojos de par en par, sorprendido, y tomó la bandana con una sonrisa infantil que pocas veces mostraba.

Estaba feliz, de eso no había dudas. Y justo allí, pensó en su madre. Y en su hermano, quien también recibiría su premio un par de segundos después.

—¡Lo logramos!

Luego un abrazo fraternal, un par de palmadas en la espalda y una mirada de enfoque. Este era sólo el comienzo y esperaba que Yota lo supiera.
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#29
-Bien, mi labor aquí ha terminado, pero recordad, ahora sois shinobis a las ordenes de Shiona-sama, entrenad duro y convertíos en ninjas formidables. ¡Bienvenidos a las fuerzas de Uzushiogakure!-

Tras aquellas palabras, el abrazo las palmaditas y aquel subidon de adrenalina que solo las grandes ocasiones brindaban. Y las solitarias palmadas del hombre más orgulloso de la aldea en aquellos momentos y la mirada también orgullosa de una madre que no cabía en si misma al ver lo que habían conseguido sus retoños aquel día. Todos los demás miembros del clan Uchiha entonaron un hurra ensordecedor que sacaron del trance al hombre que estaba aplaudiendo, Uchiha Seiyo.

···

La fiesta se prolongó durante toda la tarde; no falto la comida, galletitas hechas por Senju Naomi, dangos, bebida de todos los gustos, desde sake hasta refrescos de naranja y limón. Todo con el propósito de que la fiesta se alargase hasta bien entrada la noche. Era un día de celebración en el seno de los Uchiha. Los hijos de su líder se habían graduado y ahora eran nombrados gennins de pleno derecho.

Allí me encontraba con Kota, observando la oscuridad que emanaba del cielo desde aquel puente que levitaba encima de uno de los riachuelos que cruzaban la aldea, pensativo y luciendo aquella tela rojiza en la frente.


-¿Y ahora qué, hermanito?- nos encontrábamos alejados del bullicio de la fiesta, llevábamos tan solo unos minutos allí, sin saber qué decir ni qué hacer -Supongo que lo que se espera de nosotros es que nos pongamos a trabajar... ¡Misiones! ¿Eso es lo que se espera de los gennins, no?-
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#30
Tanto bullicio por una simple graduación, no era algo que le agradase en lo absoluto. Más sin embargo fue toda una idea de Naomi y él no era quién para quitarle los ánimos a su pobre madre que tanto había aguantado los últimos años. Aún así, después de toda una tarde de celebración, comida y conversaciones casuales; Kota y Yota se alejaron de la muchedumbre para conversar entre ellos. Fue así como Yota dejó entrever una situación que de seguro les comería la cabeza durante la noche.

Su objetivo más primordial durante su corta infancia había sido obtener esa bandana. Y ahora reposaba en ambas frentes sin nada ni nadie que lo evitase, sólo la mismísima muerte. Ahora el cuestionamiento estaba en... ¿Qué viene luego?

—Mucho más entrenamiento, supongo. Esto es juego de muñecos comparado con lo que deberemos afrontar más adelante, Yotita, así que obviamente debemos mejorar mucho. Y claro... también tendremos que comenzar a hacer misiones y cumplir la mayor cantidad posible. Nos servirán bastante más adelante a la hora de ser considerados para un nuevo ascenso.

Luego chasqueó la lengua y apoyó sus codos sobre los muslos de ambas piernas.

—Nos queda mucho camino que recorrer... —argumentó, no sin antes arrojar un suspiro al aire.
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