17/03/2020, 00:23
(Última modificación: 25/03/2020, 18:20 por Himura Ren. Editado 1 vez en total.)
— Al oeste en Amegakure, crecía y vivia, sin hacer mucho caso a la... Espera, no pega con nada — dijo para ella misma, intentando hacer su viaje más a meno, viendo como los arboles pasaban sin cesar ante la ventanilla en la que se apoyaba.
En un abrir y cerrar de ojos, el Segundo Torneo de los Dojos se había plantado ante su cara; aunque para ella sería el primero en el que participaría. Tiempo atrás había intentado un viaje hasta aquel pequeño país, acabando sin embargo en un lugar totamente distinto; aunque no pudo evitar esbozar una sonrisa cuando recordó aquel incidente y todo lo que lo siguió; por lo menos no fue una perdida de tiempo, pensó.
Dentro de su vagón, varios ninjas de élite la acompañaban; de vez en cuando algún ANBU entraba en el vagón y poco después salía para comunicarse con el resto de la unidad que todo seguía en calma y sin ningún altercado remarcable. Algún niño se perdió en el vagón para ser encontrado poco después y no mucho más.
En otra ocasión, hubiera podido ir de un lado a otro de los vagones; hubiera estado molestando en la puerta del maquinista para pedirle que le dejara observar la cabina y acosarlo con preguntas sobre si había conducido o visto algún tren a vapor con una gran y humeante chimenea blanca; que dejara una estela casi kilométrica allá por donde pasaba. Pero semejante dispositivo le negaba el movimiento por los vagones, y su disconformidad era más que clara en su rostro. Solo deseaba llegar cuanto antes a su habitación para perderlos de vista.
En un abrir y cerrar de ojos, el Segundo Torneo de los Dojos se había plantado ante su cara; aunque para ella sería el primero en el que participaría. Tiempo atrás había intentado un viaje hasta aquel pequeño país, acabando sin embargo en un lugar totamente distinto; aunque no pudo evitar esbozar una sonrisa cuando recordó aquel incidente y todo lo que lo siguió; por lo menos no fue una perdida de tiempo, pensó.
Dentro de su vagón, varios ninjas de élite la acompañaban; de vez en cuando algún ANBU entraba en el vagón y poco después salía para comunicarse con el resto de la unidad que todo seguía en calma y sin ningún altercado remarcable. Algún niño se perdió en el vagón para ser encontrado poco después y no mucho más.
En otra ocasión, hubiera podido ir de un lado a otro de los vagones; hubiera estado molestando en la puerta del maquinista para pedirle que le dejara observar la cabina y acosarlo con preguntas sobre si había conducido o visto algún tren a vapor con una gran y humeante chimenea blanca; que dejara una estela casi kilométrica allá por donde pasaba. Pero semejante dispositivo le negaba el movimiento por los vagones, y su disconformidad era más que clara en su rostro. Solo deseaba llegar cuanto antes a su habitación para perderlos de vista.